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domingo, 31 de marzo de 2019

[ESPECIAL DOMINICAL] 80 años después...



Bosque de laurisilva (Islas Canarias, España)


Mañana, 1 de abril, se cumplen 80 años del final de la más cruenta guerra civil en la historia de España, que se saldaba con la derrota de la República. Pero algunos pensamos, como dice el escritor catalán Javier Cercas, que aunque la democracia española actual sea pobre, débil e insuficiente, la democracia de hoy es, humanamente, la victoria de la II República. Y que aunque el régimen político español de 1931 fuera una república y el de 1978 sea una monarquía, lo esencial es que ambos son democracias.

Hay unas palabras de Antonio Machado, comienza diciendo Cercas, que siempre me intrigaron. Las escribió en las postrimerías de la Guerra Civil, en Barcelona, a punto ya de partir hacia el exilio y la muerte tras haber defendido hasta el último aliento la II República. “Esto es el final”, anotó. “Cualquier día caerá Barcelona. Para los estrategas, para los políticos, para los historiadores, todo está claro: hemos perdido la guerra. Pero, humanamente, no estoy tan seguro… Quizá la hemos ganado”. ¿Qué quería decir Machado? ¿En qué sentido pensaba que la república derrotada podía haber ganado la guerra? ¿O esas palabras terminales eran sólo un voluntarioso intento de dar sentido a tanto espanto, tanta decepción y tanto sufrimiento?

En España parece casi imposible reivindicar hoy, al mismo tiempo, la II República y la democracia actual, o al menos la Transición, que fue su comadrona. Quien revindica la II República —la izquierda— tiende a abominar de la Transición, y quien reivindica la Transición —la derecha, sobre todo— abomina de la II República. Esto es curioso, porque, aunque es verdad que la derecha o gran parte de la derecha destruyó la II República, también es verdad que la construyó; igualmente curioso es que ahora reivindique una Transición que, tal y como se produjo, no deseaba, porque suponía renunciar al poder omnímodo que había detentado durante 40 años y construir una democracia como la que contribuyó a destruir en 1936. En cuanto a la izquierda, llama la atención que reivindique con fervor excluyente la II República, una democracia en la que muchos izquierdistas no creían, y menosprecie una Transición que engendró una democracia semejante a la de 1936 y que, tal y como se produjo, sin la izquierda hubiera sido imposible. Es verdad que la democracia de 1931 se llamaba república y la de 1978 se llama monarquía, pero lo esencial es que ambas son democracias: es un hecho que ahora mismo la calidad de una democracia no depende de si es una monarquía o una república, según demuestran algunas de las mejores democracias del mundo, como las escandinavas. En este sentido la democracia de 1978 es heredera de la de 1931, aunque una se llame monarquía y la otra república; una heredera mejorada: pese a que la democracia española figura en cabeza de todos los rankings internacionales de calidad democrática, todos sabemos que es una democracia pobre, débil e insuficiente, pero quien no sepa también que es mucho mejor que la de la II República no sabe lo que es la democracia actual, a pesar de sus muchos defectos, ni lo que fue la II República, a pesar de sus muchas virtudes. Esto no es triunfalismo baboso, sino terca realidad (y sin conocer la realidad es imposible mejorarla). Una de las cosas que demuestra que la democracia actual es mejor que la de 1931 es que, a diferencia de la de 1931 —que fue acosada desde el principio por sectores muy poderosos—, la de hoy sólo es cuestionada por minorías que, de la CUP a Vox, apenas en los últimos años han cobrado relevancia, y que además critican esta democracia en nombre de la democracia (sea ésta lo que sea para ellos): ni siquiera Vox, que defiende la herencia del franquismo, se atreve a proponer nada semejante al franquismo como alternativa a la democracia. Este descrédito casi total de lo que destruyó la II República e instauró una dictadura de 40 años, este prestigio de la democracia que encarnaba la II República y que los republicanos —creyeran o no en ella— defendieron en la guerra con las armas, constituye el gran triunfo póstumo de la II República.

Se dice con frecuencia que la historia la escriben los vencedores; pese a que la frase se haya convertido en cliché, es verdad. Pero con la misma frecuencia se olvida que la derrota de los perdedores debe ser total y absoluta, sin remisión; la de la II República no lo fue. Al menos yo apuesto a que, si Machado viviera, no tendría ninguna duda: pensaría que, aunque sea pobre, débil e insuficiente, la democracia de hoy es, humanamente, la victoria de la II República. Y pensaría que su espanto, su decepción y su sufrimiento, igual que el de tantos otros republicanos como él, habían merecido la pena.




Franco celebra su victoria (Madrid, 19 de mayo de 1939)



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



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lunes, 11 de marzo de 2019

[DE LIBROS Y LECTURAS] El homenaje a Machado que censuró el franquismo





En 1959, los poetas jóvenes homenajearon a Machado en su tumba de Colliure. La revista Acento Cultural le dedicó un número pero algunos textos no pasaron la censura franquista de la época. Lo contaba hace unos días la escritora Lea Vélez, hija del director de la revista en aquel momento, Carlos Vélez, con motivo del 80 aniversario de la muerte de poeta sevillano.

Sesenta años de una carpeta, comienza diciendo Lea Vélez. Sesenta años guardada en un despacho. Un pequeño tesoro literario, amarillo por el tiempo. De su interior surgen sobres, fotografías, folios y cuartillas con correcciones de última hora. Son los descartes de un número de la revista Acento Cultural en homenaje a Antonio Machado a los veinte años de su muerte. Un número maldito, dirían algunos, un número frustrado, un número despojado de significado, en su momento, pues a causa de la censura franquista no se publicó como le hubiera gustado a su director, Carlos Vélez. Aquel Acento tuvo que rehacerse tres veces y fue peliagudo. El asunto, además de llegar ante Franco en el Consejo de Ministros, casi da al traste con una de las revistas culturales más progresistas de la época. Los materiales referentes a la muerte de Machado y sus últimos días de penuria fueron prohibidos, pero no borrados de la historia, porque Carlos Vélez guardó los manuscritos originales durante todos estos años. Entre ellos, materiales originales e inéditos de Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma, Caballero Bonald, Gloria Fuertes, José Agustín Goytisolo y otros muchos poetas de la época. También tuvo el cuidado de explicarnos a sus hijos, cuando aún éramos muy jóvenes, el sentido de estos papeles. Abrir la carpeta es como abrir un camino al pasado, del que surge, por ejemplo, Gloria Fuertes y su tarjeta postal:

En esta primavera ya del cincuenta y nueve, / quiero decirte Antonio / cómo va tu Castilla / —que marcha igual que siempre—, / el trigo ya verdea / y Emilio tras las mulas, / han hecho un Sindicato / y el hombre sigue hambre, / y el sol sigue más sol / y aquí no pasa nada, / tan solo tu recuerdo / metido entre mis rejas / recordando tus versos / y tu amor a mi estampa. / Antonio, ¿tú qué piensas / de estos homenajes? / ¿Te gustan? ¿Te disgustan? / ¿Te dan… justicia? Habla.

Aparecen más papeles. Fotografías con leyendas al reverso: “Grupo de poetas asistentes al homenaje a Machado en Colliure. De izquierda a derecha y de arriba abajo: Blas de Otero, J. A. Goytisolo, Ángel González Muñiz, J. A. Valente, Jaime Gil de Biedma, Alfonso Costafreda, Carlos Barral, J. M. Caballero Bonald”.

Leo un poema de Caballero Bonald. Sesenta años tiene el papel y la emoción es nueva:

Con una mano escribo / y con la otra, abro / las páginas / de un libro. Aquí está / la palabra que busqué / tantos años. ¿La podré / repetir / impunemente / ahora / mientras leo tu nombre, / una sola palabra / en el piadoso mármol?

Veo al poeta sobre la tumba del padre poético de tantos otros autores y me pregunto si leería estos versos allí, en el homenaje en Colliure, o si los escribiría unos días después, aún lleno de las emociones del homenaje, para la revista Acento. La censura lo guardó en la carpeta, pero el tiempo no censura, el tiempo es como el mar y suele devolverlo todo. Surge de este remanso de historia literaria un sobre. Lleva escrito esto:

Ermita de San Saturio, donde se sentaba A. M. / Pensión y casa que habitó en Soria. / Camino entre San Polo y San Saturio. / El puente sobre el Duero visto desde el Castillo. / Del sobre brotan fotos y recuerdos de un viaje familiar a Soria. Los niños corren entre los árboles y su padre grita: / He vuelto a ver los álamos dorados, / álamos del camino en la ribera / del Duero, entre San Polo y San Saturio: / tras las murallas viejas / de Soria —barbacana / hacia Aragón, en castellana tierra—. / Estos chopos del río, que acompañan / con el sonido de sus hojas secas / el son del agua, cuando el viento sopla, / tienen en sus cortezas / grabadas iniciales que son nombres / de enamorados, cifras que son fechas.

Entre las fotos reconozco el hotel Quintana, donde murió Machado. Es una imagen en blanco y negro, pero el artículo inédito de Carlos Barral, escrito días después de su visita a Colliure, pinta de colores la estampa: “Es una casa de tres plantas con la fachada de color y las persianas muy verdes, versión un poco más mediterránea y alegre del Hotel de la Gare que uno encuentra a la entrada de casi todos los pueblos de Francia (…) En el pórtico está madame Quintana, un poco asustada por tantas preguntas, un poco emocionada también, en medio de un grupo de gente que habla animadamente y saca fotografías”. Carlos Barral pasa a describir las habitaciones en las que el poeta vivió sus últimos días y siento la confirmación de que ese homenaje frustrado se hizo en mi casa, en cada enseñanza paterna. Ahí está Blas de Otero, otro favorito de mi hogar, que, junto a José Agustín Goytisolo, me mira desde la foto, ambos bajo una placa en el hotel Quintana en la que leo: “Antonio Machado, poète espagnol, est mort dans cette maison le 22 fevier, 1939”.

De Machado se habla, pero no de su caminar desolado, ni de la injusticia de su muerte. Los poemas están firmados por Leopoldo de Luis, Pere Quart, Gabriel Celaya, Pacheco, Leyva, Joaquim Horta, José Agustín Goytisolo. Me quedo con estos versos de Jaime Gil de Biedma, porque yo cuando pienso en Machado escucho a mi padre y recuerdo esa manera suya de guardar la cultura en sus hijos, construyendo con retales de verso un camino de vuelta a la memoria:

A ti, compañero y padre, / reconocida presencia. / Por lo que de ti aprendimos, / por lo que olvidado queda. / Por lo que tras la palabra / breve, todavía enseñas. / Por tu tranquila alegría / Y por tu digna entereza. / Por ti. Gracias. Porque en ti / Conocimos nuestra fuerza.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 




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domingo, 24 de febrero de 2019

[ESPECIAL DOMINICAL] Dos españoles de bien



Tumba de Antonio Machado en Colliure, Francia


Machado y Azaña esperan a un presidente español para darle sus últimos versos, escribe el historiador y periodista Jorge M. Reverte en el 80 aniversario de la muerte del poeta andaluz.

El pasado viernes, 22 de febrero, comienza diciendo Reverte, se cumplieron 80 años desde que la mano de Antonio Machado, que había escrito en un modesto trozo de papel los últimos versos del poeta, cesó de moverse y de iluminar el tenebroso mundo que este abandonó para cobijar sus últimos días en Colliure. Machado había dejado atrás una España en la que la mitad de sus habitantes había helado el corazón de la otra mitad.

Quiso su sino que, al menos, pudiera ver antes de morir un poco de mar. Ya estaba en Francia, esperando a la muerte, pero antes de llegarse hasta el poeta, la indeseada dama le permitió ver otro azul además del que había evocado para celebrar, en la distancia, el color que tenía el cielo cuando jugaba de niño en Sevilla. Aunque quizá viera, porque febrero es un mal mes para los colores infantiles, un mar de color gris plomo. Pero era el mar.

Pocos meses después, murió en Montauban, también en Francia, también en un exilio forzado, otro hombre bueno, y grande, que venía de la España derrotada. Era un político que sabía escribir, y que amaba a su pueblo. Manuel Azaña había lanzado a los cuatro vientos la esencia de su receta para superar la guerra, que se resumía en tres palabras que sonaban casi como un verso: paz, piedad, perdón.

Machado se dejó morir cerca de España, dentro de la Cataluña que el soberanismo reivindica como parte exclusiva de ella. Y hoy, a los 80 años de su muerte, los más cerriles defensores de la patria catalana quieren recordarle a un poeta ya fallecido que, para ellos, no está reposando en tierra francesa, alejado de España por los que le helaron el corazón, sino en una tierra irredenta que es Cataluña, ni Francia ni España. Y que se debe ir de allí. Porque Machado, o sus huesos, no pueden ser bien recibidos habiendo cantado su dueño a los españoles. Como lo hizo Azaña. Ambos hablaron a todos los españoles, intentando que se reconciliaran aunque mantuvieran su diversidad de pensamiento. La derecha ignora ese mensaje.

Azaña y Machado esperan por fin a un presidente español para darle sus últimos versos, tan alejados en su sonoridad y en su contenido de las prédicas de odio que hacen Pablo Casado y Santiago Abascal junto a Quim Torra. Nos queda a los demás un discurso limpio de fronteras y de odios, el que pulieron Azaña y Machado.



Tumba de Manuel Azaña en Montauban, Francia



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



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jueves, 28 de diciembre de 2017

[Poesía y pintura] Hoy, con Antonio Machado y Paul Delvaux





Retomo la publicación, con un formato diferente, de la serie de entradas del blog dedicadas al tema de España en la poesía española contemporánea que tan buena acogida de los lectores tuvieron hace ya unos años. Grandes poetas contemporáneos españoles, poetas del exilio exterior e interior, pero españoles todos hasta la médula, que cantaron a su patria común, España, desde el corazón y la añoranza. 

En estos aciagos días en que unos hijos espurios reniegan de España, la insultan, la mancillan, y pretenden acallar las voces de aquellos otros que nos alzamos orgullosos de pronunciar su nombre, nada mejor que la poesía para reivindicarla como se merece. Si como dijo Walt Whitman la poesía es el instrumento por medio del cual las voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz, también es, en palabras de ese gran poeta y gran español que fue Gabriel Celaya, un arma cargada de futuro. Empuñémosla, entonces, en su defensa.

En cualquier caso, parafraseando al afamado crítico literario e intelectual Harold Bloom, si la poesía no puede sanar la violencia organizada de la sociedad, al menos puede realizar la tarea de sanar al yo.

Hoy traigo al blog al poeta Antonio Machado y su poema Una España joven (1914)y al pintor Paul Delvaux y su cuadro Venus dormida (1944). 


***



Antonio Machado Ruiz (1875-1939) fue un poeta español, el más joven representante de la Generación del 98. Su obra inicial, de corte modernista (como la de su hermano Manuel), evolucionó hacia un intimismo simbolista con rasgos románticos, que maduró en una poesía de compromiso humano, de una parte, y de contemplación casi taoísta de la existencia, por otra; una síntesis que en la voz de Machado se hace eco de la sabiduría popular más ancestral. Dicho en palabras de Gerardo Diego, «hablaba en verso y vivía en poesía». Fue uno de los alumnos distinguidos de la Institución Libre de Enseñanza, con cuyos idearios estuvo siempre comprometido. Murió en el exilio en la agonía de la Segunda República Española.


UNA ESPAÑA JOVEN

... Fue un tiempo de mentira, de infamia. A España toda, 
la malherida España, de Carnaval vestida
nos la pusieron, pobre y escuálida y beoda, 
para que no acertara la mano con la herida. 

Fue ayer; éramos casi adolescentes; era
con tiempo malo, encinta de lúgubres presagios, 
cuando montar quisimos en pelo una quimera, 
mientras la mar dormía ahíta de naufragios. 

Dejamos en el puerto la sórdida galera, 
y en una nave de oro nos plugo navegar
hacia los altos mares, sin aguardar ribera, 
lanzando velas y anclas y gobernalle al mar. 

Ya entonces, por el fondo de nuestro sueño—herencia
de un siglo que vencido sin gloria se alejaba—
un alba entrar quería; con nuestra turbulencia
la luz de las divinas ideas batallaba. 

Mas cada cual el rumbo siguió de su locura; 
agilitó su brazo, acreditó su brío; 
dejò como un espejo bruñida su armadura
y dijo: «El hoy es malo, pero el mañana... es mío.» 

Y es hoy aquel mañana de ayer... Y España toda, 
con sucios oropeles de Carnaval vestida
aún la tenemos: pobre y escuálida y beoda; 
mas hoy de un vino malo: la sangre de su herida. 

Tú, juventud más joven, si de más alta cumbre
la voluntad te llega, irás a tu aventura
despierta y transparente a la divina lumbre: 
como el diamante clara, como el diamante pura. 


***



Paul Delvaux (1897-1994) fue un pintor belga neoimpresionista y expresionista en sus comienzos, se orientó posteriormente, influido por René Magritte y E. L. T. Mesens, hacia un surrealismo clásico: su pintura se caracteriza por desnudos femeninos en ambientes oníricos y desdibujados, cargados de un erotismo latente y figuras idealizadas.



Venus dormida, 1944. Tate Modern, Londres


Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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viernes, 10 de noviembre de 2017

[Poesía y pintura] Hoy, con Antonio Machado y Gustavo Doré





Retomo la publicación, con un formato diferente, de la serie de entradas del blog dedicadas al "Tema de España" en la poesía española contemporánea, que tuvieron tan buena acogida de los lectores hace años. Grandes poetas contemporáneos españoles, poetas del exilio exterior e interior, pero españoles todos hasta la médula, que cantaron a su patria común, España, desde el corazón y la añoranza. 

En estos aciagos días en que hijos espurios e indeseables reniegan de España, la insultan, la mancillan, y pretenden acallar las voces de aquellos otros que nos alzamos orgullosos de pronunciar su nombre, nada mejor que la poesía para reivindicarla como se merece. Si como dijo Walt Whitman la poesía es el instrumento por medio del cual las voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz, también es, en palabras de ese gran poeta y gran español que fue Gabriel Celaya, un arma cargada de futuro. Empuñemosla, entonces, en su defensa.

Hoy traigo al blog al poeta Antonio Machado y su poema El  dios ibero, y al pintor Gustave Doré John Everett Millais y su cuadro Andrómeda

Antonio Machado Ruiz (1875-1939) fue un poeta español, el más joven representante de la Generación del 98. Su obra inicial, de corte modernista evolucionó hacia un intimismo simbolista con rasgos románticos, que maduró en una poesía de compromiso humano, de una parte, y de contemplación casi taoísta de la existencia, por otra; una síntesis que en la voz de Machado se hace eco de la sabiduría popular más ancestral. Dicho en palabras de Gerardo Diego, «hablaba en verso y vivía en poesía». Fue uno de los alumnos distinguidos de la Institución Libre de Enseñanza, con cuyos idearios estuvo siempre comprometido. Murió en el exilio, en Francia, poco tiempo después de finalizada la guerra civil española.



EL DIOS IBERO
por 
Antonio Machado

Igual que el ballestero
tahúr de la cantiga,
tuviera una saeta el hombre ibero
para el Señor que apedreó la espiga
y malogró los frutos otoñales,
y un "gloria a ti" para el Señor que grana
centenos y trigales
que el pan bendito le darán mañana.

«Señor de la ruïna,
adoro porque aguardo y porque temo:
con mi oración se inclina
hacia la tierra un corazón blasfemo.

»¡Señor, por quien arranco el pan con pena,
sé tu poder, conozco mi cadena!

»¡Oh dueño de la nube del estío
que la campiña arrasa,
del seco otoño, del helar tardío,
y del bochorno que la mies abrasa!

»¡Señor del iris, sobre el campo verde
donde la oveja pace,
Señor del fruto que el gusano muerde
y de la choza que el turbión deshace,

»tu soplo el fuego del hogar aviva,
tu lumbre da sazón al rubio grano,
y cuaja el hueso de la verde oliva,
la noche de San Juan, tu santa mano!

»¡Oh dueño de fortuna y de pobreza,
ventura y malandanza,
que al rico das favores y pereza
y al pobre su fatiga y su esperanza!

»¡Señor, Señor: en la voltaria rueda
del año he visto mi simiente echada,
corriendo igual albur que la moneda
del jugador en el azar sembrada!

»¡Señor, hoy paternal, ayer cruento,
con doble faz de amor y de venganza,
a ti, en un dado de tahúr al viento
va mi oración, blasfemia y alabanza!»

Este que insulta a Dios en los altares,
no más atento al ceño del destino,
también soñó caminos en los mares
y dijo: es Dios sobre la mar camino.

¿No es él quien puso a Dios sobre la guerra
más allá de la suerte,
más allá de la tierra,
más allá de la mar y de la muerte?

¿No dio la encina ibera
para el fuego de Dios la buena rama,
que fue en la santa hoguera
de amor una con Dios en pura llama?

Mas hoy... ¡Qué importa un día!
Para los nuevos lares
estepas hay en la floresta umbría,
leña verde en los viejos encinares.

Aún larga patria espera
abrir al corvo arado sus besanas;
para el grano de Dios hay sementera
bajo cardos y abrojos y bardanas.

¡Qué importa un día! Está el ayer alerto
al mañana, mañana al infinito,
hombres de España, ni el pasado ha muerto,
no está el mañana ?ni el ayer? escrito.

¿Quién ha visto la faz al Dios hispano?

Mi corazón aguarda
al hombre ibero de la recia mano,
que tallará en el roble castellano
el Dios adusto de la tierra parda.


***


Paul Gustave Doré (1832-1883) fue un artista francés, pintor, escultor e ilustrador, considerado en su país el último de los grandes ilustradores.​ Entre sus trabajos más notables pueden citarse las ilustraciones para El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, la Biblia (1865) y La Divina Comedia.



Andrómeda (1869), de Gustavo Doré 
Chi Mei Museum, Tainan (Taiwan)



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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Entrada núm. 3998
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

miércoles, 12 de octubre de 2016

[Personal] 12 de octubre. Homenaje a mi patria en el día de su fiesta nacional






Oda a Espanya

Escolta, Espanya, - la veu d'un fill
que et parla en llengua - no castellana:
parlo en la llengua - que m'ha donat
la terra aspra:
en 'questa llengua - pocs t'han parlat;
en l'altra, massa.

T'han parlat massa - dels saguntins
i dels que per la pàtria moren:
les teves glòries - i els teus records,
records i glòries - només de morts:
has viscut trista.

Jo vull parlar-te - molt altrament.
Per què vessar la sang inútil?
Dins de les venes - vida és la sang,
vida pels d'ara - i pels que vindran:
vessada és morta.

Massa pensaves - en ton honor
i massa poc en el teu viure:
tràgica duies - a morts els fills,
te satisfeies - d'honres mortals,
i eren tes festes - els funerals,
oh trista Espanya!

Jo he vist els barcos - marxar replens
dels fills que duies - a que morissin:
somrients marxaven - cap a l'atzar;
i tu cantaves - vora del mar
com una folla.

On són els barcos. - On són els fills?
Pregunta-ho al Ponent i a l'ona brava:
tot ho perderes, - no tens ningú.
Espanya, Espanya, - retorna en tu,
arrenca el plor de mare!

Salva't, oh!, salva't - de tant de mal;
que el plo' et torni feconda, alegre i viva;
pensa en la vida que tens entorn:
aixeca el front,
somriu als set colors que hi ha en els núvols.

On ets, Espanya? - no et veig enlloc.
No sents la meva veu atronadora?
No entens aquesta llengua - que et parla entre perills?
Has desaprès d'entendre an els teus fills?
Adéu, Espanya!

Joan Maragall (1860-1911)


***


SALUTACIÓN DEL OPTIMISTA

Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda,
espíritus fraternos, luminosas almas, ¡salve!
Porque llega el momento en que habrán de cantar nuevos himnos
lenguas de gloria. Un vasto rumor llena los ámbitos; 
mágicas ondas de vida van renaciendo de pronto; 
retrocede el olvido, retrocede engañada la muerte,
se anuncia un reino nuevo, feliz sibila sueña,
y en la caja pandórica de que tantas desgracias surgieron 
encontramos de súbito, talismánica, pura, riente,
cual pudiera decirla en sus versos Virgilio divino,
la divina reina de luz, ¡la celeste Esperanza!

Pálidas indolencias, desconfianzas fatales que a tumba 
o a perpetuo presidio, condenasteis al noble entusiasmo, 
ya veréis el salir del sol en un triunfo de liras,
mientras dos continentes, abandonados de huesos gloriosos,
del Hércules antiguo la gran sombra soberbia evocando, 
digan al orbe: la alta virtud resucita,
que a la hispana progenie hizo dueña de siglos.

Abominad la boca que predice desgracias eternas, 
abominad los ojos que ven sólo zodíacos funestos, 
abominad las manos que apedrean las ruinas ilustres
o que la tea empuñan o la daga suicida.
Siéntense sordos ímpetus en las entrañas del mundo,
la inminencia de algo fatal hoy conmueve la tierra; 
fuertes colosos caen, se desbandan bicéfalas águilas,
y algo se inicia como vasto social cataclismo
sobre la faz del orbe. ¿Quién dirá que las savias dormidas
no despierten entonces en el tronco del roble gigante
bajo el cual se exprimió la ubre de la loba romana? 
¿Quién será el pusilánime que al vigor español niegue músculos
y que al alma española juzgase áptera y ciega y tullida? 
No es Babilonia ni Nínive enterrada en olvido y en polvo 
ni entre momias y piedras, reina que habita el sepulcro,
la nación generosa, coronada de orgullo inmarchito,
que hacia el lado del alba fija las miradas ansiosas,
ni la que, tras los mares en que yace sepulta la Atlántida, 
tiene su coro de vástagos, altos, robustos y fuertes.

Únanse, brillen, secúndense, tantos vigores dispersos: 
formen todos un solo haz de energía ecuménica.
Sangre de Hispania fecunda, sólidas, ínclitas razas, 
muestren los dones pretéritos que fueron antaño su triunfo.
Vuelva el antiguo entusiasmo, vuelva el espíritu ardiente 
que regará lenguas de fuego en esa epifanía.
Juntas las testas ancianas ceñidas de líricos lauros
y las cabezas jóvenes que la alta Minerva decora,
así los manes heroicos de los primitivos abuelos,
de los egregios padres que abrieron el surco prístino, 
sientan los soplos agrarios de primaverales retornos
y el rumor de espigas que inició la labor triptolémica.

Un continente y otro renovando las viejas prosapias, 
en espíritu unidos, en espíritu y ansias y lengua,
ven llegar el momento en que habrán de cantar nuevos himnos.
La latina estirpe verá la gran alba futura:
en un trueno de música gloriosa, millones de labios 
saludarán la espléndida luz que vendrá del Oriente, 
Oriente augusto, en donde todo lo cambia y renueva
la eternidad de Dios, la actividad infinita.
Y así sea Esperanza la visión permanente en nosotros, 
¡ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda!

Rubén Darío (1867-1916)


***


EN EL NOMBRE DE ESPAÑA, PAZ

En el nombre de España, paz.
El hombre
está en peligro, España.
España, no te aduermas.
Está en peligro, corre,
acude. Vuela
el ala de la noche
junto al ala del día.
Oye.
Cruje una vieja sombra,
Vibra una luz joven.
Paz
para el día.
En el nombre
de España, paz.

Blas de Otero (1906-1979)


***


A ESPAÑA

Labio, ézpañá, paladeo tu nombre, rosa carnosa,
fresco y rojo de cereza, y agua se me hace la boca.
Es tu saliva batido, de tu lengua, la española,
tomé el pan de la palabra, un pichón de la paloma.
Nuestras lenguas se mezclaron, España, y sentí la ola
de brasa, desde la nuca en mis entrañas ahonda.
Mordí en tus labios, España, del paraíso en la poma,
y al darte mi blanca sangre, me diste tu sangre roja.
Me siento padre del pueblo, por ti perdura en mi obra,
me desmayo en el arrobo de hacerte, España, señora.

Miguel de Unamuno (1864-1936)


***


EL MAÑANA EFÍMERO

La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y del alma inquieta,
ha de tener su mármol y su día,
su infalible mañana y su poeta.
El vano ayer engendrará una mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero.
Será un joven lechuzo y tarambana,
un sayón con hechuras de bolero;
a la moda de Francia realista,
un poco al uso de París pagano,
y al estilo de España especialista
en el vicio al alcance de la mano.
Esa España inferior que ora y bosteza, 
vieja y tahúr, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna usar de la cabeza, 
aun tendrá luengo parto de varones
amantes de sagradas tradiciones
y de sagradas formas y maneras; 
florecerán las barbas apostólicas,
y otras barbas en otras calaveras
brillarán, venerables y católicas.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
de un sayón con hechuras de bolero,
el vacuo ayer dará un mañana huero.
Como la náusea de un borracho ahíto
de vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.
Mas otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.

Antonio Machado 1875-1939)


***



Escultura de Joaquín Vaquero Turcios, Jardines del Descubrimiento, Madrid



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt




Entrada núm. 2956
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)