martes, 1 de julio de 2025

[ARCHIVO DEL BLOG] RECUERDOS DE LA TRANSICIÓN. PUBLICADO EL 08/06/2015











Periodizar la Historia para su estudio y mejor comprensión no es tarea en la que todos los historiadores coincidan, al menos en determinar las fechas de  inicio y final de los respectivos periodos. Por poner un ejemplo, la Historia Universal suele dividirse en "Edades" y es mayoritariamente aceptada la que establece la duración de la Antigua, entre la aparición de las primeras sociedades urbanas hasta la caída del Imperio Romano de Occidente ante los bárbaros en el año 476 d.C.; la Media, desde esa fecha a la caída de Constantinopla en poder de los turcos en el 1453 de nuestra era; la Moderna, desde 1453 hasta la Revolución Francesa, en 1789; y la Contemporánea, desde 1789 a 1945, con el final de la II Guerra Mundial. El periodo que abarca de 1945 hasta la fecha comienza a denominarse, sin acuerdo unánime entre los historiadores, como "Época actual". 
En la Historia de España esas fechas varían en función de acontecimientos locales: la edad Antigua termina en el año 711 d.C., con la invasión musulmana de la Península Ibérica; la Media en 1492, con la conquista de Granada y el descubrimiento de América; la Moderna, con el inicio de la Guerra de Independencia en 1808; y la Contemporánea, con el final de la dictadura franquista en 1975.
Esas divergencias se extienden, lógicamente, también a hechos concretos o periodos de la historia mucho más cortos temporalmente. Otro ejemplo es el de la Transición a la democracia en España después de la muerte de Franco. Para unos, la Transición, o lo que se ha dado en llamar así, abarca desde la caída de Arias Navarro como presidente del gobierno, el 1 de julio de 1976, hasta la investidura para el mismo cargo de Felipe González, el 2 de diciembre de 1982. Para otros, entre los que me encuentro, la Transición a la democracia en España es el periodo que va del 22 de noviembre de 1975, con la subida al trono del rey Juan Carlos I, a la aprobación por referéndum de la Constitución, el 6 de diciembre de 1978.
En ese periodo que va de finales de 1975 a finales de 1978, hubo figuras políticas que asumieron un papel protagonista de primer orden. Sí, ya sé que la Historia la hacen en definitiva los pueblos, "haciendo" o "dejando" hacer, pero yo no tengo una especial predilección por los métodos marxistas de interpretación de la historia, así que, con todas las reservas, sigo creyendo que la Historia la personifican, simbolizan y la impulsan personas y nombres concretos, y por supuesto el Azar (o la diosa Fortuna) que también echa una mano de vez en cuando.
Entre las personalidades que ponen nombre y simbolizan el periodo conocido como la Transición española a la democracia, yo destacaría cuatro principalmente. Es una elección subjetiva, por supuesto, y pueden ustedes añadir a quienes estimen conveniente. Los tres primeros son de sobra conocidos por todos. Se trata del rey Juan Carlos I; el secretario general del Partido Comunista de España en aquel momento, Santiago Carrillo; el presidente del gobierno Adolfo Suárez; y un cuarto, que casi nadie recuerda ya y que jugó un papel fundamentalísimo en el tránsito de la dictadura a la democracia: Torcuato Fernández-Miranda, en aquellos momentos presidente de las Cortes y del Consejo del Reino. Solo el rey Juan Carlos permanece vivo. Pero los cuatro han entrado ya por derecho propio en la Historia de España.
Si quisiera destacar en algún hecho relevante el papel jugado por cada uno de los citados en la Transición, señalaría el impulso del rey forzando la dimisión como presidente del gobierno de Carlos Arias y designando como su sucesor a Adolfo Suárez, en aquel instante un absoluto desconocido políticamente, y que, para más "inri", ocupaba el cargo de secretario general del Movimiento. De este último, ya está todo -o casi todo- dicho, aunque si hubo un gesto que vale más que mil palabras sobre su valentía sería el del reconocimiento legal del partido comunista en unos momentos en que aquello suponía echarse encima a la práctica totalidad de la cúpula militar y  a todo lo que quedaba del "establishment" del antiguo régimen y sus valedores. De Santiago Carrillo no puedo menos que reconocerle la valentía, contra la incomprensión de la mayoría de los militantes del PCE, de reconocer y aceptar la monarquía y la bandera bicolor (la bandera secular de España) en momentos en que buena parte de los españoles dudaban -con razón- de la voluntad democrática del gobierno de Suárez y del propio Rey.
Del cuarto de los citados, Torcuato Fernández-Miranda (1915-1980), que fue vicepresidente del gobierno y ministro secretario general del Movimiento con Carrero Blanco, presidente de las Cortes y del Consejo del Reino entre diciembre de 1975 y junio de 1977, catedrático de Derecho Político, y profesor y preceptor del entonces príncipe Juan Carlos, se ocupa el escritor Arcadi Espada con motivo del próximo centenario de su nacimiento en un interesante artículo titulado "La gran política", que decía así: “Querido J: Este noviembre se cumplirá el centenario del nacimiento de Torcuato Fernández-Miranda. Me temo que para la mayor parte del pueblo ya debe de ser líquida carne de Wikipedia. La otra noche fui al Vips a por tabaco y vi que habían organizado un mural con libros sobre los dos reyes, padre e hijo. Tres expositores más allá, y a ras de suelo, entre uno de autoayuda y otro de humor chocarrero, estaba la biografía de Tfm, El guionista de la Transición, que acaba de publicar su sobrino-nieto Juan. Me empecé a subir por las paredes, porque mi vida actual se basa en el escalo, pero luego pensé: "Bueno, siempre fue así".

Siempre fue así, porque Tfm ejerció la gran política, y la gran política no tiene un relato fácil. Parte de las razones las explicaba Jorge Bustos el viernes, en el mejor artículo que ha escrito para este periódico donde te echo las cartas: "Yo ya sé que la discreción -como la responsabilidad- no es un concepto de moda, pero el pactismo la necesita como el metabolismo exige pausa, y como a ciertas urgencias fisiológicas les conviene la soledad". La cuestión es que Tfm vivió en una urgencia fisiológica permanente que fue la del paso de la dictadura a la libertad.

La gran política. La biografía del sobrino-nieto completa, tras Lo que el Rey me ha pedido, obra de su hija Pilar y de su sobrino Alfonso, el retrato del hombre que encarna la transición: es Tfm el que nos lleva de la ley a la ley. Dado que se trataba de pasar de la dictadura a la democracia el camino fue un prodigio. El prodigio de la transición española, remendones. La sorpresa es, sin falacia retrospectiva, que el camino ya lo trazara en 1947, y esta es una de las aportaciones del nuevo libro. Este párrafo sobre uno de sus importantes artículos en La Nueva España: "Según explica Torcuato, lo único común a la Historia de España es que los pasos de un régimen a otro siempre han sido por imposición y no por evolución, lo que ha supuesto constantes rupturas en la legalidad vigente: nunca se ha respetado la ley".

El gran momento de su fértil tautología política fue la inclusión de Adolfo Suárez en la terna que el Consejo del Reino entregó al Rey para que escogiera presidente, el 3 de julio de 1976. Creo que he leído todo lo relevante que se ha publicado en torno al laborioso procedimiento que Tfm puso en marcha para que Suárez pasara el filtro institucional del antiguo régimen. A los relatos aportados, primero por Gregorio Morán, y por Pilar y por Alfonso, se suma ahora el de la nueva biografía. Sigue habiendo algo al fondo que se me escapa. No quedó acta de la reunión y todo ha tenido que ser reconstruido mediante notas de algún asistente y testimonios orales. Sigo sin saber, por ejemplo, si el voto por parejas de familias ideológicas (tecnócratas, Movimiento, democristianos) fue una obligación explícita que puso Tfm al Consejo del Reino o un condicionante tácito. Llamé al biógrafo por si se me había escapado algún detalle:

-Es cierto que en los diversos relatos conocidos hay contradicciones. Y coincido en que todos los planteamientos que fue haciendo antes de las sucesivas votaciones no se conocen con detalle.

De la biografía, y de los otros buenos libros que tratan total o parcialmente sobre él, se deriva una conclusión interesante: Tfm trató el aparato legislativo del franquismo como si fuera el de una democracia. Hay una conversación con el Príncipe de 1969, cuando acababa de ser nombrado sucesor de Franco.

-Al jurar los Principios y Leyes Fundamentales, ¿no estoy adoptando una actitud falsa o al menos dando esa imagen?

-Al jurar las Leyes Fundamentales, las juráis en su totalidad. Por lo tanto, también juráis el artículo diez de la Ley de Sucesión, que dice que las leyes pueden ser derogadas y reformadas.

-Pero los Principios se declaran permanentes e inalterables.

-Es un artículo de esa Ley y ese artículo también es reformable, pues la cláusula de reforma no establece excepciones.

-¿Estás seguro de eso?

-Lo estoy.

La elección de Adolfo Suárez como presidente es, pues, la culminación de una obra política antigua y de gran calado. Suárez es el nombre que permite el viaje. Con Silva se daba el riesgo de que la ley no se moviese; con Areilza el de salirse de la ley. No digo, obviamente, que los hechos se hubiesen producido así. Los hechos hacen lo que les da la gana, siempre. Digo que este era el diseño de las cosas que trazó Tfm. Y que los hechos se ahormaron milagrosamente, como el sombrero con la cabeza. Hasta tal punto que los hechos consintieron en apartarle a él mismo del foco de la escena. Es improbable que Tfm no considerase la posibilidad de ser él mismo la cabeza de la operación y no solo su mecanismo. Pero supo entender que por diversas razones, entre ellas la edad y también la condición, de gran impacto psicológico, de haber sido el preceptor del Rey, su ambición era dificilísima.

La gran política tiene una insoslayable zona de sombra. La razón es que la política, como el dinero, del que es su gestor, se basa en la confianza y en su par, la traición. Pocos de sus contemporáneos entendieron a Tfm y supieron lo que estaba haciendo. Esto dio origen a incomprensiones tenebrosas. Destacó el diario El País, que lo trató siempre con un desprecio cuya injusticia e incompetencia aumentan día a día. Hay un editorial del 1 de junio de 1977, que lleva la marca de Javier Pradera, donde la desinformación y el resentimiento bailan una danza fascinante. Pero es comprensible. El primer número del diario El País mostraba a Areilza, el fuera de la ley, en su portada, aprovechando el curso del Pisuerga. Pronto habrá que ponerse a demostrar, querido amigo, cómo la transición se hizo a pesar del diario El País.

Al día siguiente de que se aprobara la ley de Reforma Política Suárez sacó a Tfm del presente y lo devolvió a su ensimismamiento intelectual, del que solo le sacaría la muerte. Normal. Un guión dura lo que tarda en decirse.Sigue con salud”.

Las maniobras de que se valió para forzar la inclusión del nombre de Adolfo Suárez en la terna de candidatos que el Consejo del Reino debía elevar al rey para designar de entre ellos al sucesor de Arias Navarro, narradas ya por extenso, y que Espada recrea de nuevo en su artículo, parecen más propias de un tahúr de la política que de un gran hombre de Estado. Pero la verdad es que, en algunas ocasiones, el fin justifica los medios, y hay que saber estar a la altura de estos. Y él supo estarlo.
De los cuatro personajes citados tuve el honor, hace ya cuarenta años de ello, de conocer y saludar personalmente a dos de esos cualificados protagonistas de la Transición española a la democracia: al presidente Adolfo Suárez y al rey Juan Carlos. Lamento no haber podido hacer lo mismo con Santiago Carrillo y Torcuato Fernández-Miranda. Mi agradecimiento, como ciudadano a todos ellos, y a todos los demás españoles anónimos que hicieron posible la transición española a la democracia en paz y sin derramamiento de sangre. Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





















DEL POEMA DE CADA DÍA. HOY, ESPAÑA, DEL POETA ESPAÑOL ENRIQUE AZCOAGA

 






ESPAÑA



Cuando el viajero ciego te recorre

negándote por torpe o por malsana

manía de no ver claro, descubro

lo que hay en ti de alba.


El español que vuelve a su terruño,

vacío, contrahecho de distancia,

no puede -descastado- darse cuenta

lo que hay en ti de casta.


El truhán que necesita verte hundida

para flotar en falso, es el que pasa

por tu milagro joven, despreciando

lo que hay en ti de ansia.


El desterrado innoble, ese que tiembla

pensando si mejoras, dio la espalda

por siempre a su verdad, y no comprende

lo que hay en ti de ala.


El estéril que vive de tu gloria;

los que al deificarte te degradan,

ignoran por cenizos y por rotos

lo que hay en ti de garza.


El emigrado ruin que por dinero

hijo se siente un día de otra patria,

reniega de tu estirpe cuando olvida

lo que hay en ti de raza.


Cuando a diario escucho al mal nacido

negarte inútilmente con su baba,

comprendo por encima de mi furia

lo que hay en ti de brasa.


 

Enrique Azcoaga (1912-1985)

poeta español



















DE LAS VIÑETAS DE HUMOR DE HOY MARTES, 1 DE JULIO DE 2025

 





































lunes, 30 de junio de 2025

DE LAS ENTRADAS DEL BLOG DE HOY LUNES, 30 DE JUNIO DE 2025

 





Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz lunes, 30 de junio de 2025. Los escándalos y los juicios copan tanto la discusión de los partidos como la información de los medios, comenta en la primera de las entradas del blog de hoy el escritor Martín Caparrós; qué bueno sería, añade, que los políticos españoles hablaran de política; qué bueno sería que los periodistas políticos españoles hicieran periodismo político; qué pena que, en lugar de hacerlo, la mayoría se dedique a discutir asuntos policiales. La segunda es un archivo del blog de tal día como hoy de 2020 en la que el escritor Manuel Jabois escribía: A veces aparece algo que le da sentido a todo, que nos ata obsesivamente y que nos convierte en rehenes de algo bueno y generoso. El poema del día, en la tercera, es del poeta español Miguel Hernández, se titula Madre España, y comienza con estos versos: Abrazando a tu cuerpo como el tronco a su tierra,/con todas las raíces y todos los corajes, /¿quién me separará, me arrancará de ti, /madre? Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt













DEL HONESTISMO Y LA POLÍTICA

 







Los escándalos y los juicios copan tanto la discusión de los partidos como la información de los medios, comenta en El País [¿Y si habláramos de política?, 25/06/2025] el escritor Martín Caparrós. Qué bueno sería que los políticos españoles hablaran de política, comienza diciendo Caparrós. Qué bueno sería que los periodistas políticos españoles hicieran periodismo político. Qué pena que, en lugar de hacerlo, la mayoría se dedique a discutir asuntos policiales.

Las anécdotas vuelan: un negocito aquí, una muchacha allá, una empresa con sus comisiones, otro imbécil que no supo callarse. Vivimos días de afirmaciones calentorras y muy pocos se hacen la pregunta que me parece clave: ¿por qué la corrupción se volvió el tema decisivo de la política española?

Creo que nadie dudaría de que lo es. La última vez que cambió el Gobierno fue por la corrupción del partido gobernante; es muy probable que la próxima sea igual. Mientras tanto, la Santa Oposición basa su santa oposición en gritar tanto como sus lenguas le permitan las palabras mafia, corrupto, delincuente. Y el Gobierno está feliz de poder hablar de las viejas condenas del Pepe y las que merecerían sus parientes.

La corrupción es, quizá, la forma más bruta de la decepción: personas se ilusionan con que otras van a ser honestas y se encuentran con que no, que roban. Por algo, en su avatar inglés, to deceive significa engañar, estafar. Pero la corrupción también es la manera más fácil de juzgar, la que evita aplicar cualquier idea.

El éxito de esta fórmula es que convierte cualquier debate político en un relato policial: ¿estaba el señor tal en tal despacho con tal señor tal día? ¿Encontrose la señora cual con aquel abogado que alguna vez tuvo relación con esa empresa que sabemos? ¿Y esa foto? ¡Mire usted esa foto! ¡No me va a decir que esto no entra dentro de los considerandos del artículo 6, inciso 39! El éxito de esta fórmula es que favorece y ampara la pereza mental de políticos, periodistas y ciudadanos. Ya no precisan debatir ideas y proyectos, sino buscar rumores, denuncias y renglones del código. Un hecho de corrupción es un puro acto delictivo: todos podemos estar de acuerdo, no hay nada que discutir, hay que ir a la comisaría, castigar culpables. Mientras que la política es todo lo contrario: no estar de acuerdo, debatir, consensuar soluciones.

Así que ahora parece que lo decisivo de los gobiernos fuera su honestidad. Hay quienes lo bautizaron honestismo: la pretensión de que los males de un país o sociedad se originan en la corrupción de sus dirigentes y que, por lo tanto, la forma de solucionar esos males es acabar con ella y que, entonces, lo que más importa es descubrirla y descubrir a sus culpables.

“La honestidad, por supuesto, es indispensable: el grado cero de cualquier actuación, pública o privada —y como tal deberíamos tomarla”, escribí hace tiempo. “Su control debería quedar en manos de una policía y una justicia creíbles. Y la política debería centrarse en quién propone qué, quién pierde, quién se beneficia. Siempre dicen que la corrupción no es de izquierda ni derecha, que está más allá de las ideologías. Es otra falacia del honestismo: la corrupción es, precisamente, el triunfo de una ideología, la que los hace desear plata, lujitos y ventajas en lugar de un lugar en los libros o en el cariño de sus conciudadanos. (Y qué aburrido que todos los corruptos quieran dinero para comprarse coches gordos, caserones, viajes, siliconas, vestidos de etiquetas, joyas, cirugías. A veces parece que lo peor de esta raza es su falta de imaginación, su ambición tan escasa. Otras, que es otra cosa).

Pero la corrupción sigue siendo la cuestión central para políticos y prensa —y, por ende, para muchos ciudadanos—. Son situaciones que se venden bien, permiten bellas moralinas y tienden a la repetición. Discutir una y otra vez sobre lo mismo, insultarse una y otra vez sobre lo mismo sirve para seguir convenciendo a los espectadores de que la política es un espectáculo distante, de que no es el mejor instrumento que tenemos para mejorar nuestras vidas sino esa porquería que hacen los políticos —y que es mejor, entonces, dejársela a ellos: que la manejen ellos, que se ensucien ellos—.

Por un lado —el material—, la influencia real de esa corrupción en las vidas de los ciudadanos es menguada. Todo el dinero que pueden robarse estos señores y señoras no consigue competir ni de muy lejos con la evasión fiscal de cualquier millonario que se precie —que la logra amparado en decisiones políticas de lo más legales—. ¿Cuánto dinero se guardaron las grandes energéticas cuando el Partido Popular, Vox, Junts y PNV eliminaron con gran legitimidad aquel impuesto que pagaban? ¿Cuánto las grandes fortunas en los paraísos fiscales de Andalucía y Madrid, donde evitan las tasas a la riqueza y a las sucesiones?

Lo que sí influye en nuestras vidas es lo que los partidos —aun con la mayor honestidad— quieren hacer con nuestra sociedad. El problema de la sanidad madrileña no consiste en que un hermano o un amigo se hayan pimplado unos millones; consiste en que la política de sus líderes políticos tiende a reducir la salud pública en beneficio de la privada —y eso, válgame Dios, se puede hacer muy honestamente, con los votos y firmas de quienes corresponda—. Eso es lo que habría que discutir y decidir después en elecciones, y es solo un ejemplo: podrían multiplicarse al infinito. Mientras miramos los robos y robines, mientras nos entretienen con insultos e incisos e incenditos, lo que importa pasa, pasa, pasa, en otras partes.

El honestismo sirve para que no lo veamos ni lo miremos y, encima, nos sintamos atentos, vigilantes, probos; somos los mejores: no se nos cuela ni un chorizo. Habría que recordar que los peores, los que hacen daño en serio, no necesitan escaparse ni ocultarse. Pueden hacerlo sin problemas, muy honestamente: les alcanza con hacer política, realmente política.

En este momento el honestismo marcha en turbo: los medios no descansan. En las encuestas sobre las principales preocupaciones de los españoles, la corrupción no suele estar entre las 10 primeras. La vivienda, el paro, la inmigración, la sanidad salen muy por encima. Son cuestiones que dependen de las ideas y decisiones de cada Gobierno, y sin embargo los gobiernos no caen por lo que hacen o no hacen al respecto sino por tristes cuestiones policiales.

Y eso es, con perdón, en buena parte culpa de nosotros los plumones. Es mucho más fácil, más rentable, más descomprometido, contar que un ministro se robó unos miles o millones que trabajar en serio sobre la falta de vivienda de tantos miles o millones, los meses de demora en cualquier cita médica, la explotación de los trabajadores inmigrados. Y ese trabajo de los medios condiciona los fines. Ahora mismo, según el CIS, casi el 70% de los españoles dice que su situación económica personal es buena o muy buena; al mismo tiempo, más del 55% de los españoles dice que la situación económica general del país es mala o muy mala. La diferencia entre esas dos percepciones es el efecto del discurso público, prensa y asimilados. Personas a las que les va más o menos bien, pero escuchan que en verdad les va bastante mal y se lo creen, porque no van a dejar que la realidad, siempre tramposa, los engañe. El honestismo es la forma más sofisticada de este truco: convencerte de que si un Gobierno está privatizando la salud, lo terrible es que algún pariente del Gobierno lo aproveche para algún chanchullo. Lo primero es político, lo segundo es policial. Hemos mirado demasiadas series: ya no sabemos cómo contarnos nuestras vidas.














[ARCHIVO DEL BLOG] LOCAS. PUBLICADO EL 30/06/2020









A veces aparece algo que le da sentido a todo, comenta en el A vuelapluma de hoy martes [Al menos ella sabe por qué esta loca. El País, 30/6/20] el escritor Manuel Jabois, que nos ata obsesivamente y que nos convierte en rehenes de algo bueno y generoso. Hace unos días -comienza diciendo Jabois- estuve en Ses Salines (Mallorca) visitando a un amigo que pasó allí el confinamiento. Tiene dos perras teckel, Berta y Cuba, que llevábamos a bañarnos cerca de Es Trenc todos los días antes de comer y de cenar, después del trabajo. En un lugar de la Colonia de Sant Jordi, cerca del faro, hay un pequeño aparcamiento, junto a la zona hotelera, en el que siempre nos recibían muchísimos gatos silenciosos y salvajes, sacados de Don Gato y su pandilla; las teckel metían el rabito para dentro, muertas de miedo, y las cogíamos en brazos hasta llegar a las rocas. Hay pocas cosas que den más miedo que encontrarte juntos a 20 seres vivos con los que no te puedes comunicar, una de esas cosas es poder hacerlo.
El último día de mi visita, cuando nos estábamos metiendo en el coche, aparcó una señora con dos niñas. Se bajaron las tres, la mujer con dos enormes bolsas de plástico. Dejamos a las perras en nuestro coche y bajamos también. Nada más verla, a los 20 gatos echados a la sombra se le unieron otros 10 tímidos salidos de todas partes. La mujer se acercó a un comedero hecho a mano en un pequeño descampado, y vació las bolsas en varios pivotes de madera que también, como el comedero, había hecho ella. La comida la había cocinado de mañana y eran varios kilos de arroz con carne. Le pregunté cómo se llamaba y me dijo: “Asunción Capllonch”. Le pregunté desde cuánto tiempo hacía esto, y me dijo: “35 años”. Le pregunté cuántos años tenía, y me respondió que cumpliría pronto 64, si bien aparentaba muchos menos. Las niñas, nos dijo, eran sus nietas.
Nos sentamos un momento y nos contó su historia. Todos los días desde hace 35 años va allí a darle de comer a los gatos. Nunca vacaciones, nunca viajes; cuando enfermaba, y esto ocurría pocas veces, una amiga suya la sustituía. ¿Y su marido? ¿Su hija? “Pues dicen que estoy loca”, dijo riéndose. El carnicero le da cada día lo que le sobra (pollo, ternera, cerdo) y ella lo cocina con arroz y lo mezcla todo después de cortar la carne con unas tijeras de cocina. Ha visto morir y ha tenido que sacrificar a muchos gatos en estos 35 años, ha visto la desconsideración de gente que ha dejado en la zona crías recién nacidas escondidas, ha visto crecer a decenas, encariñarse con ellas. Hablamos hasta tarde, las niñas se tenían que ir, le pedí su número de teléfono. Había algo que me interesaba y no me dio tiempo a preguntarle: cómo empieza.
La llamé pasados unos días, ya desde Madrid. Me contó que en los años ochenta un matrimonio suizo llegó al sur de la isla. La mujer, enamorada de los animales, compró un terreno y mantuvo allí gatos y perros. La casa la limpiaba una tía de Asunción; tras morir esta tía, la propia Asunción cogió el relevo. “Los animales me daban pánico”, dijo. Pero empezó a cuidarlos, y siguió cuidándolos después de muerto el matrimonio, y lo hizo también con los gatos que se acercaban atraídos por la comida. Cuando se quiso dar cuenta ya no pudo parar. “Hay cosas que se hacen porque se empieza a hacerlas. Yo me moriría si un día se quedan sin comer. Una persona que ama, sufre mucho”. Va todos los días a las tres de la tarde, pero con la pandemia las gaviotas están hambrientas y a esa hora se abalanzan sobre la comida de los gatos, espantándolos. Por eso la encontramos a las nueve de la noche.
Ha tenido conflictos con los vecinos por la cantidad de gatos que merodean ese descampado. Estoy seguro de que tienen algo de razón ellos, y que tiene toda la razón ella. Yo creo que a veces aparece algo que le da sentido a todo, que nos ata obsesivamente y que nos convierte en rehenes de algo bueno y generoso. Hay gente que de repente, sin darse cuenta, empieza a sentir que su felicidad no consiste en darse el gusto sino en no fallarle a aquello que ha elegido de una forma sensible y primorosa, algo que en apariencia no signifique nada para nadie y signifique todo para aquellos que le dan importancia y hacen que el mundo dure más, y sea mejor, gracias a estos actos de amor desinteresado. Cuando le dicen, y le dicen mucho, “la loca de los gatos”, ella responde que al menos sabe por qué está loca". Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



















DEL POEMA DE CADA DÍA. HOY, MADRE ESPAÑA, DEL POETA ESPAÑOL MIGUEL HERNÁNDEZ

 






MADRE ESPAÑA




Abrazando a tu cuerpo como el tronco a su tierra,

con todas las raíces y todos los corajes, 

¿quién me separará, me arrancará de ti, 

madre?


Abrazado a tu vientre, ¿quién me lo quitará,

si su fondo titánico da principio a mi carne?

¡Abrazado a tu vientre, que es mi perpetua casa, 

¡nadie!


Madre: abismo de siempre, tierra de siempre, entrañas

donde desembocando se unen todas las sangres:

donde todos los huesos caídos se levantan;

madre.


Decir madre es decir tierra que me ha parido;

es decir a los muertos: hermanos, levantarse;

es sentir en la boca y escuchar bajo el suelo

sangre.


La otra madre es un puente, nada más, de tus ríos.

Es otro pecho, es una burbuja de tus mares.

Tu eres la madre entera con todo tu infinito, 


madre.


Tierra: tierra en la boca y en el alma y en todo.

Tierra que voy comiendo, que al fin ha de tragarme.

Con más fuerza que antes volverás a parirme,

madre.


Cuando sobre tu cuerpo sea una leve huella, 

volverás a parirme con más fuerza que antes.

Cuando un hijo es un hijo, vive y muere gritando:

¡Madre!


Hermanos: defendamos su vientre acometido,

hacia donde los grajos crecen de todas partes,

pues, para que las malas alas vuelen, aun quedan 

aires.


Echad a las orillas de vuestro corazón

el sentimiento en límites, los efectos parciales.

Son pequeñas historias al lado de ella, siempre

grande.


Una fotografía y un pedazo de tierra,

una carta y un monte son a veces iguales.

Hoy eres tú la hierba que crece sobre todo,

madre.


Familia de esta tierra que nos funde en la luz,

los más oscuros muertos pugnan por levantarse,

fundirse con nosotros y salvar la primera

madre.


España, piedra estoica que se abrió en dos pedazos

de dolor y de piedra profunda para darme:

no me separarán de tus altas entrañas,

madre.


Además de morir por tí, pido una cosa:

que la mujer y el hijo que tengo, cuando pasen,

vayan hasta el rincón que habite de tu vientre,

madre.




MIGUEL HERNANDEZ (1910-1942)

poeta español