lunes, 11 de septiembre de 2017

[A vuelapluma] El final del "procés"





El balance global de estos cinco años es muy negativo para Cataluña y España además de desastroso para el nacionalismo moderado, pero el fracaso independentista no garantiza una descentralización solidaria y estable, escribe en El País Ramón Marimón, profesor de Economía del European University Institute de Florencia y de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.

Estamos en la recta final del procés y en este sprint, comienza diciendo, los fundamentalistas —CUP y Junts pel Sí— han demostrado con el 6-S ser veloces depredadores de la democracia y, mientras las fuerzas jurídicas y de seguridad del Estado se preparan para que no haya meta a la llegada, se habla de “consecuencias imprevisibles”. Pero si es difícil predecir qué va a pasar, más fácil es predecir lo que no va a pasar. De hecho, tenerlo en cuenta debería ayudar a no hacer disparates.

En primer lugar, no será el inicio del parto de la república de Cataluña, y no porque lo impida el Gobierno central —que va a hacer lo suyo—, sino porque la Generalitat ha degenerado en una democracia nacionalista —solo las leyes, instituciones, actuaciones y personas que pasan el filtro catalán-nacionalista son respetadas— que propone la creación de un Estado de baja calidad democrática, alto coste económico y fragmentación social; una farsa para quienes han admirado el civismo, el seny y la tolerancia de los catalanes, la Barcelona culturalmente cosmopolita y ciudad del conocimiento.

El activismo independentista y el inmovilismo, o torpeza, del Gobierno central han llevado a la causa del independentismo a muchos catalanes que reivindican estos valores y no creo que se vayan a autoengañar: la cuestión del 1 de octubre no es “que nos oiga el Gobierno central” sino “si se apoya la propuesta rupturista de la Generalitat”, no hay vías medias. Es decir, no habrá parto porque el engendro no tiene suficiente apoyo en Cataluña, y es importante que así sea y así se perciba.

Esto también quiere decir que, en contra de lo que se dice, no creo que no vaya a pasar nada, ni tampoco creo que habrá una “decisión de los catalanes” el 1 de octubre. Por una parte, es muy posible que esa sea una jornada de rauxa [exaltación], con urnas en algunas ciudades y pueblos de Cataluña, pero la mayor farsa es decir que una mayoría simple en un voto ilegal puede ser vinculante y, por otra parte, independientemente de si hay o no hay urnas, que una mayoría de catalanes no apoye el proyecto rupturista no quiere decir que apoye el continuista.

Lo que nos lleva a lo más importante: el 1 de octubre tampoco va a resolver los problemas de fondo que han generado estos cinco años de procés. Ya me he referido a ellos en estas páginas y los resumiría, por orden, en tres disfuncionalidades del estado español:

1. Es a la vez centralista y muy descentralizado;

2. Redistribuye e invierte entre las comunidades autónomas, pero con arbitrariedades e inconsistencias.

3. Reconoce la diversidad cultural y lingüística pero, en muchos casos, no hay un equilibrio estable entre lo común y lo propio.

Con esta esquizofrenia e inconsistencias no es sorprendente que la opinión pública haya tendido a la dicotomía entre los dos polos simplistas del soberanismo: el centralista y el localista. El procés de Cataluña no ha sido más que la vindicación clara del segundo, en el que las tres disfuncionalidades han tenido versión propia:

1. El buen gobierno, la idea de que Cataluña podía y sabía gobernarse mejor y mucho mejor sería sin el corsé centralista: con la independencia.

2. El victimismo de acabar pagando relativamente más que otras comunidades —léase País Vasco, no Madrid— cuando se hace redistribución y recibiendo menos en inversión de lo debido (léase infraestructuras, etcétera).

3. El nacionalismo cultural que debe llegar a ser también nacionalismo político (Estado propio).

El balance global de los cinco años de procés es muy negativo para Cataluña y España y desastroso para el nacionalismo moderado (la especie, antes llamada CiU, en peligro de extinción). Ahora bien, en la perspectiva independentista por definición (en esta perspectiva si algo ha ido mal ha sido por culpa del Gobierno central) el procés es un hito histórico que debería culminar en el 1 de octubre.

Sobre el buen gobierno de Cataluña ya he comentado, aunque no me he referido ni a la corrupción ni al hecho de que, siendo la independencia prioridad única, la Generalitat no ha hecho nada más en estos cinco años —por suerte, algo queda del pasado; por ejemplo, los centros de investigación que dependen de ella—, o al hecho de que habiendo en la práctica dejado de participar en el Estado español, no ha ayudado a que este abordase de forma seria sus problemas (puntos 1 y 3). Por ejemplo, si CiU no se hubiese pasado al independentismo, seguramente Rajoy no estaría en La Moncloa y, en consecuencia, el País Vasco no habría salido ganando en la negociación presupuestaria.

Es decir el victimismo ha empeorado y de poco han servido los gestos de última hora del Gobierno central. La radicalización nacionalista ha sido parte integral del procés y será su mayor legado: la división social (y entre amigos y familias)que se ha creado en Cataluña, la desconexión cultural con el resto de España y el populismo del que se ha nutrido y ha promovido.

Evidentemente, estos problemas (puntos 1 y 3) no se resuelven en un mes, pero el continuismo de no afrontarlos no puede más que agravarlos. Cierto que en vísperas del 1 de octubre no es el momento de hacerlo, pero si bien el fracaso del procés puede ayudar a que vuelva el seny a Cataluña, también puede provocar que no se haga o que se haga mal. En mi opinión, se deben evitar tres planteamientos: primero, pensar que el problema es “el encaje de Cataluña en España”; segundo, abrir un debate sobre soberanías, naciones y autonomías, y, tercero, creer que la prioridad es cambiar la Constitución (aunque en su momento se deberá hacer). Las tres tienen un común denominador, compartido por los independentistas: priorizar el debate político-ideológico y de grandes principios constitucionales (punto 3), sobre el trabajo más ingenieril y los compromisos institucionales y cambios de comportamiento necesarios para mejorar el diseño, y el funcionamiento, de nuestro Estado y sociedad (1 y 2).

Las ideas básicas son sencillas y diría que ampliamente compartidas (véase mi artículo Interdependencia (no independencia), publicado en estas páginas el 7-10-14), pero de la misma forma que nuestro crecimiento coyuntural no quiere decir que nuestro modelo de crecimiento sea el adecuado, el fracaso del procés no querrá decir que tengamos una descentralización solidaria y estable en España en la que mutuamente se respete y potencie lo común y lo propio, concluye diciendo el profesor Marimón.



Dibujo de Nicolás Aznárez para El País



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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[Política] XII Legislatura de las Cortes Generales. Septiembre, 2917 (II)





Las Cortes Generales representan al pueblo español y están conformadas por el Congreso de los Diputados y el Senado. Ambas Cámaras ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus Presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que les atribuye la Constitución. 

En los Diarios de Sesiones de las Cámaras se reflejan literalmente los debates habidos en los plenos y las comisiones respectivas y las resoluciones adoptadas en cada una de ellas. Los demás documentos parlamentarios: proyectos de ley, proposiciones de ley, interpelaciones, mociones, preguntas, y el resto de la actividad parlamentaria, se recogen en los Boletines Oficiales del Congreso de los Diputados y del Senado. 

Desde este enlace pueden acceder a toda la información parlamentaria de la presente legislatura, actualizada diariamente. Les recomiendo encarecidamente que la exploren con atención si tienen interés en ello. Y desde estos otros a las páginas oficiales de la

Casa de S.M. el Rey

Congreso de los Diputados
Senado
Presidencia del Gobierno
Tribunal Constitucional
Tribunal Supremo y Consejo General del Poder Judicial
Consejo de Estado
Boletín Oficial del Estado

Parlamento Europeo

Consejo Europeo y Consejo de la Unión Europea
Comisión Europea
Tribunal de Justicia de la Unión Europea
Tribunal Europeo de Derechos Humanos
Diario Oficial de la Unión Europea

Parlamento de Canarias

Gobierno de Canarias
Cabildo de Gran Canaria
Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria

Se reinicia la actividad parlamentaria oficial con las reuniones celebradas por las Comisiones y Plenos de ambas Cámaras.

Lunes, 4 de septiembre:
Comisión de Asuntos Exteriores (Congreso). 

Miércoles, 6 de septiembre:
Comisión de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Senado).

Jueves, 7 de septiembre:
Comisión de Investigación sobre la Crisis Financiera (Congreso).

Desde los enlaces anteriores (en rojo) pueden acceder a los Diarios de sesiones respectivos.

De forma extraordinaria publico hoy el Proyecto de Ley por el que se modifica el Régimen económico y fiscal de Canarias.

Y esta es la agenda de trabajo prevista para esta semana en el Congreso de los Diputados y en el Senado.

Vamos una semana más con los documentos que relatan la historia del parlamentarismo español. Todo ello gracias a la publicación de "Papeles para la Historia" en la página electrónica del Congreso de los Diputados, que tiene como objetivo acercar a los ciudadanos la historia parlamentaria aprovechando la digitalización de los fondos del archivo de la Cámara que se ha realizado en estos últimos años.

El periodo que abarca esta historia parlamentaria desde 1810 a 1977 se ha dividido en ocho etapas formadas a su vez por las diferentes elecciones y las legislaturas comprendidas entre una elección y otra.

Los periodos desarrollado son:

I. Cortes de Cádiz 1810-1814.
II. Trienio Liberal 1820-1823.
III. Regencias y Reinado de Isabel II 1833-1868, subdividido en la 
III. 1. Regencia de María Cristina de Borbón, 1833-1840.
III. 2. Regencia del General Baldomero Espartero, 1840-1843.
III. 3. Década Moderada,1844-1854.
III. 4. Bienio Progresista, 1854-1856.
III. 5. Crisis del Moderantismo, 1856-1868.
IV. Sexenio Revolucionario, 1868-1874, con: 
IV. 1.Gobierno Provisional-Regencia del General Serrano y Gobierno de Prim.
IV. 2. Reinado de Amadeo I 
IV. 3. Primera República.
V. Restauración, 1874-1923, con:
V. 1. Reinado de Alfonso XII, 1874-1885.
V. 2. Regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena, 1885-1902.
V. 3. Reinado de Alfonso XIII, 1902-1923 
VI. Dictadura de Primo de Rivera, 1923-1930, con:
VI. 1. Asamblea Nacional, 1927-1929. 
VII. Segunda República Española, 1931-1939.
VIII. Franquismo. Cortes Españolas, 1943 -1977

Cada uno de estos periodos va introducido por un breve resumen histórico reseñando los hechos más relevantes de esos años. En el texto se muestran distintos enlaces a imágenes o documentos que pretenden ilustrar y testimoniar la historia política y parlamentaria dando además a conocer el patrimonio documental y bibliográfico del Congreso de los Diputados.

Además en cada periodo aparecen bajo la elección correspondiente los datos relativos a cada una de las legislaturas, así como el resumen o reseña, según los casos, que se publicaba al final de los índices del Diario de Sesiones. Y a continuación se enumeran los presidentes de la cámara, durante cada una de las legislaturas con un enlace al apartado referente a los mismos en la página institucional.

Continúo hoy la historia del parlamento español subiendo al blog los documentos relacionados con la regencia del general Baldomero Espartero entre 1840 y 1843.

La regente María Cristina de Borbón, tras la revolución de 1840 que causa su dimisión, abandona el país. Embarca en Valencia en el “Vapor Mercurio” en dirección a Francia. El general Baldomero Espartero la sucede en la regencia. (Disposiciones preliminares para el nombramiento de la Regencia del Reino para la legislatura de 1841).

La incompatibilidad de la regente con Espartero es manifiesta tras una reunión celebrada en Esparraguera, donde las posiciones conservadoras chocan con las de los liberales a los que representa el Duque de la Victoria.

Entre las últimas leyes de las Cortes conservadoras tiene gran repercusión  la Ley de Ayuntamientos, que provoca múltiples altercados. A consecuencia del motín de Barcelona del 18 de julio de 1840 contra la ley, Espartero exige a la regente la dimisión del gabinete y la anulación de la ley municipal. Al motín de Barcelona le sigue la insurrección de la Milicia Nacional en Madrid.

Se convocan elecciones a Cortes, que ganan los progresistas. Se debate la cuestión de la regencia de tres personas (trinitarios) o de una sola (unitarios). 

La votación se celebra el 8 de mayo de 1841. Obtiene mayoría el modelo de regencia única.

Baldomero Espartero es elegido Regente por 179 votos, frente a Agustín Argüelles que obtiene 103.

Durante la Regencia de Espartero tienen lugar cuatro elecciones, en 1840, 1841 y 1843 (febrero y septiembre).

Elecciones 19 de enero de 1840
Elecciones 1 de febrero de 1841
Elecciones 27 de febrero de 1843 

Elecciones 15 de septiembre de 1843

El 9 de julio de 1841 se aprueba una nueva ley arancelaria, que flexibiliza el sistema comercial.

Fueron años de continuos enfrentamientos entre moderados y liberales. María Cristina desde París sigue instigando en apoyo de los moderados. La noche del 7 de octubre de 1841 se produce un asalto al Palacio Real, ordenado por los generales Diego de León, Concha y Pezuela, que persigue secuestrar a la reina niña Isabel. Sus tropas, aunque  superiores, son frenadas por el coronel Domingo Dulce, el teniente coronel Barrientos, los tenientes Díaz y Zapata y los alabarderos. El golpe fracasa gracias a la rápida intervención de Espartero.

El  15 de octubre de 1841 es fusilado el general Diego de León. Se conserva en el Congreso de los Diputados un cuadro con los 18 retratos de los alabarderos, en miniatura sobre marfil, que defendieron el Palacio, legado realizado por Juana de Vega, condesa Viuda de Espoz y Mina, en 1872.

La composición de las Cortes según los resultados de las elecciones de 1841 da como resultado un fraccionamiento del sector progresista.

En la sesión parlamentaria del 20 de mayo de 1843 se produce la ruptura formal entre el Gobierno y las Cortes. Salustiano Olózaga que representa el liderazgo de la oposición progresista pronuncia el célebre discurso de ¡Dios salve al país!, ¡Dios salve a la reina! Las Cortes las componen 87 diputados del partido nacional y 27 diputados del partido legal. El regente Espartero se ve obligado de nuevo a disolver el Congreso el 26 de mayo de 1843. A la crisis política sucede la insurrección en varias ciudades.

La última legislatura de 1843-1844 apenas dura unos meses. En la sesión del 10 de noviembre de 1843 la joven reina Isabel II jura la Constitución de 1837 en el Palacio del Senado, habiéndose declarado su mayoría de edad, aunque le faltaba un año para cumplirla, de acuerdo con el artículo 56 de la Constitución de 1837.

El gobierno de Luis Gonzalez Bravo encamina el paso al moderantismo. Disuelve la Milicia Nacional y establece una severa censura de prensa, pero quizás lo más relevante es la creación de la Guardia Civil por Real Decreto de 23 de marzo de 1844, con el duque de Ahumada como gran impulsor.                                         



Isabel II, Reina de España, es declarada mayor de edad y presta juramento a la Constitución el 10 de octubre de 1843. Biblioteca Nacional de Francia.





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[Humor en cápsulas] Para hoy lunes, 11 de septiembre de 2017





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Morgan en Canarias7; Gallego y Rey y Ricardo en El Mundo; Forges, Peridis, Ros, El Roto y Sciammarella en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 




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domingo, 10 de septiembre de 2017

[A vuelapluma] ¿Razonar con el independentismo?





Hay cosas que empeoran cuando se pretende dialogar sobre ellas, dice el profesor y filósofo Fernando Savater refiriéndose a la posibilidad de llegar a algún tipo de entendimiento con los nacionalistas catalanes, y en menor medida, con los vascos. Y en el mismo número de El País, otro profesor, Juan José Solozábal, catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad Autónoma de Madrid, defiende que aunque resulte difícil, los constitucionalistas deben intentar explicar sus razones a los independentistas, tratando de disuadirles de la consecución de sus objetivos por una vía que resulta tremendamente equivocada por sus efectos devastadores para todos. Lamentablemente, y por desgracia, pienso que ambos ilustres profesores tienen razón: que estamos obligados a intentarlo aunque sospecho que el intento no llevará a ningún lado.

Hace años, comienza diciendo Savater, solía asistir a reuniones de periodistas de verdad, no aficionados como yo, que debatían algún asunto problemático de la actualidad para ver cómo enfocarlo editorialmente de manera constructiva. Se le daban muchas e inteligentes vueltas a la cuestión, a veces hasta llegar a lo que parecía un callejón sin salida. Entonces mi añorado amigo Javier Pradera carraspeaba: “Bueno, a ver qué se nos ocurre, pero nada de decir que debe buscarse una solución imaginativa”. Y es que recurrir a esa fórmula ya raída o a otra parecida encubre la falta de ideas presentándola como una respuesta concluyente... que corre a cargo de otros. Uno salva su alma enunciando lo que se necesita y culpabiliza al prójimo por no proporcionarlo tal como se le indica. Algo parecido ocurre cuando frente a un conflicto de intereses de largo recorrido y que ya ha alcanzado un punto de encono grave, incluso en ocasiones trágico, un alma inspirada afirma como quien ha descubierto la piedra filosofal que hace falta diálogo. O más diálogo, porque diálogo siempre hay, por él empiezan precisamente las desavenencias. Lo que el diálogo puede resolver nunca llegará a mayores, pero hay cosas que empeoran cuando se pretende dialogar sobre ellas sin tomar en cuenta si se dan las condiciones, que son de tres clases: a) de tema; b) de respeto mutuo a cierto marco común que no se pone en cuestión; c) de cualificación de los interlocutores. Los que a pesar de todo siguen repitiendo el mantra del diálogo como si fuese un conjuro, bloquean las soluciones por miedo o pereza a afrontarlas. A los predicadores de las “soluciones imaginativas” y del “diálogo manque pierda” los padecemos, incansables, en el País Vasco y en Cataluña. Será culpa del clima..., concluye diciendo Savater.

La secesión no puede presentarse como derecho desde una situación de autogobierno y disposición de amplias facultades políticas. Cataluña en el marco constitucional del Estado autonómico no se encuentra silenciada y preterida, dice a su vez el profesor Juan José Solozábal. 

Aunque resulte difícil, los constitucionalistas debemos intentar explicar nuestras razones a los independentistas, tratando de disuadirles de la consecución de sus objetivos por una vía que resulta tremendamente equivocada por sus efectos devastadores para todos. Para los constitucionalistas es vital intentar convencer mediante argumentos, porque hoy la unidad del Estado solo se puede mantener por la opinión. Como dijo el presidente estadounidense Buchanan en 1860, en relación con la secesión, en último término, el Gobierno solo dispone de las armas de la palabra para impedirla, pues “la Unión reposa en la opinión pública y si le falta la aceptación del pueblo, ha de perecer”.

El problema es que el nacionalismo independentista, como todo nacionalismo extremo, está poseído en buena medida por dos actitudes que lo hacen irreductible al diálogo. Ante todo, el nacionalismo, en este caso, es propenso a la utilización de planteamientos míticos o claramente ideológicos, como ocurre con la autodeterminación, que es una referencia mental simple y adecuada para la movilización y el enganche masivos. Dicho en corto y por derecho, los problemas de la comunidad se deben a la dependencia de un Estado ajeno que no nos permite ser como queremos. La solución es utilizar la autodeterminación como la puerta a la independencia en la que solos alcanzaremos nuestra propia felicidad política. Además, el nacionalismo propende al ensimismamiento, como modo político del narcisismo: somos diferentes y más que los demás. Así es fácil que el nacionalismo, desafortunadamente, deje de parecerse al patriotismo, “un noble sentimiento de lealtad a un sitio y a un modo de vivir”, y se convierta en una pasión obnubilante, de modo, decía Orwell, que “el nacionalista frecuentemente deja de estar interesado por lo que ocurre en el mundo real”.

Aunque el independentismo no estará dispuesto a considerar nuestros argumentos, el esfuerzo por hacernos comprender no deja de estar justificado, solo que ahora referido a los apoyos sociales que pueda tener la secesión. A este sector de la sociedad catalana se dirigen nuestras palabras. Les diríamos, en primer lugar, que la secesión no puede presentarse como derecho, esto es, como pretensión inoponible, justificada moralmente, desde una situación de autogobierno y disposición de amplias facultades políticas. Cataluña en el marco constitucional del Estado autonómico no se encuentra silenciada y preterida, que es cuando Hirschman cree, como ocurre en una relación personal, es preferible irse, que quedarse. Por el contrario, Cataluña puede adoptar las decisiones fundamentales que le permitan establecer una política propia en ámbitos relevantes de su vida económica, cultural, etcétera.

Los mismos independentistas no pueden dejar de asumir la profundidad de la autonomía, cuando, con ocasión de los recientes atentados terroristas, admiten que han podido responder con la eficacia propia de un Estado. Esto no es un indicador de la deficiencia de nuestra organización política, sino, al contrario, la prueba de la profundidad de la descentralización que la misma consiente. La comunidad autónoma no es un contra Estado en potencia, sino ella misma Estado, en este caso el Estado en Cataluña. Solo las orejeras del secesionismo impiden asumir con toda normalidad los supuestos en los que la administración policial, como el ejercicio de cualquier competencia autonómica, se basan. La autonomía no es la preparación para la independencia, sino la realización del despliegue de la personalidad de los pueblos de España —llámenles naciones si quieren— que la Constitución asegura.

Ocurre, en segundo lugar, que el proceso secesionista catalán ha puesto en jaque el orden constitucional, que, por primera vez en nuestra agitada historia política, hemos asentado de manera estable y normalizada desde el momento constituyente de 1978. Es absolutamente impresentable que el independentismo catalán esté dispuesto a enfrentarse a la democracia constitucional, sustituyendo a los enemigos tradicionales de la misma, como fueron las asonadas militares, después el golpismo de este tipo en 1936, o los más cerriles defensores de los intereses de las oligarquías y los dinamiteros del orden social. Esto se lleva a cabo increíblemente desde las propias instituciones de autogobierno que persisten en una actitud de desbordamiento y desobediencia del ordenamiento jurídico. Parece mentira que haya que recordar lo obvio: en un orden constitucional abierto que, de acuerdo con el procedimiento previsto, permite la inclusión de cualquier contenido en la Constitución, incluso la posibilidad de la separación territorial, no está justificada el desafío a la norma fundamental, quebrantándola o propugnando la pérdida de su vigencia espacial o temporal. Naturalmente que el Estado de derecho exige la observancia de la suprema norma y el respeto a las decisiones que, sobre su significado, permitiendo las actuaciones de las autoridades o anulándolas, adopte el garante jurisdiccional de la Constitución, esto es el Tribunal Constitucional.

Cuando las autoridades se sitúan al margen del derecho, a través de actuaciones, de otro lado, dada su trapacería, inconsistentes con el decoro institucional, al faltarles la mínima regularidad, como es la publicidad o la observancia de los procedimientos normales reglamentarios, tal como ha ocurrido en la tramitación de las leyes de la transitoriedad o el referéndum, están segando la yerba bajo sus propios pies, y privándose de argumentos para exigir el cumplimiento de sus propios mandatos. Pocas garantías de Estado se ofrecen desde unos comportamientos que quiebran el consenso, la seguridad y la pretensión razonable de justicia entre los ciudadanos.

Hay finalmente que utilizar un último argumento, contra el procés, más allá de la denuncia de la liquidación que del orden estatutario y constitucional se está haciendo, insoportables para quienes creemos en el Estado de derecho. ¿Cómo suscribir el egoísmo y la injusticia histórica que el secesionismo implica? El proceso separatista no va contra Madrid, sino contra los españoles, cuyo destino político se quiere abandonar, y a los que se hace un inmenso daño poniendo en cuestión la adecuación del marco político que asume unas funciones de protección común, por ejemplo frente al terrorismo, y de redistribución, absolutamente capitales en el Estado social de nuestro tiempo. ¿Es así como se compensa el proceso histórico desfavorable para los pueblos, que, a su propia costa, han permitido el desarrollo económico preferente de determinadas partes de España, comenzando naturalmente por Cataluña?

¿Cómo se explica que desde la izquierda pueda apoyarse la insolidaridad que el independentismo supone? La solidaridad se opone a la fragmentación política, una vez que el reconocimiento del pluralismo está asegurado. La autodeterminación, concluía Solé Tura, es una añagaza nacionalista, y centrar el debate político en ese terreno, desde una posición de izquierdas, es una equivocación táctica imperdonable, termina diciendo Juan José Solozábal.
Dibujo de Eduardo Estrada para El País



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[Tribuna de prensa] Lo mejor de la semana. Septiembre, 2017 (II)





Les dejo con los Tribuna de prensa que durante esta semana pasada he ido subiendo a Desde el trópico de Cáncer. Espero que les resulten interesantes, y que como decía Hannah Arendt les inviten a pensar para comprender y comprender para actuar. La vida, a fin de cuentas, no va de otra cosa que de eso. Se los recomiendo encarecidamente. Son estos:

Domingo, 3 de septiembre:
Los leguleyos, por Manuel Arias Maldonado.
El agujero sospechoso, por Álex Grijelmo.
Travesía, por Manuel Vicent.

Lunes, 4 de septiembre:
La promiscuidad francesa, por Marc Bassets.
Saber de Historia, por Vicente Lozano.
Puertas al mar, por Lucía Abellán.

Martes, 5 de septiembre:
Pensaron pringar al Rey, por Raúl del Pozo.
Ilusionismo, por David Trueba.
Noble vejez, por Félix de Azúa.

Miércoles, 6 de septiembre:
Biografía, por Arcadi Espada.
Cuando la Tierra era plana, por Jorge Marirrodriga.
Celebración, por Manuel Jabois.

Jueves, 7 de septiembre:
Bioinspiración, por Javier Sampedro.
Hachazo al sueño americano, por Lluís Bassets.
Septiembre, por Luz Sánchez-Mellado.

Especial. Golpe de Estado en Cataluña: 
El rito iniciático, por Josep Ramoneda.
El bloqueo seguirá, por José Ignacio Torreblanca.
El veneno del nacionalismo, por César Antonio Molina.

Viernes, 8 de septiembre:
Ambigüedades, por Jorge M. Reverte.
Destruir el sistema, destruir la democracia, por José Andrés Rojo.
La Ínsula de Barataria, por Ana Merino.

Sábado, 9 de septiembre:
Cataluña, por Julio Llamazares.
Un dolor que no caduca, por Elvira Lindo.
La década "horribilis" de la democracia, por Andrea Rizzi.


Y desde los enlaces de más abajo pueden acceder a algunos de los diarios y revistas más relevantes de España y del mundo, actualizados continuamente. Espero que los disfruten:

The Washington Post (EUA)
El País (España)
Le Monde (Francia)
The New York Times (EUA)
The Times (Gran Bretaña)
Le Nouvel Observateur (Francia)
Chicago Tribune (EUA)
El Mundo (España)
La Vanguardia (España)
Los Angeles Times (EUA)
Canarias7 (España)
El Universal (México)
Clarín (Argentina)
L'Osservatore Romano (Vaticano)
La Voz de Galicia (España)
NRC (Países Bajos)
La Stampa (Italia)
Frankfurter Allgemeine Zeitung (Alemania)
Le Figaro (Francia)
Tages Anzeiger (Suiza)
Komsomolskaya Pravda (Rusia)
Excelsior (México)
Die Welt (Alemania)
El Nuevo Herald (EUA)
Revista de Libros (España)
Letras Libres (España)
Claves de Razón Práctica (España)
Cuadernos para el diálogo (España)
Litoral (España)
Jot Down (España)
Real Instituto Elcano (España)
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (España)
Der Spiegel (Alemania)
The New Yorker (EUA)
Política Exterior (España)
Cidob (España)
Concilium (España)
Le Monde Diplomatique (Francia)
Le Nouvel Afrique (Bélgica)
Time (EUA)
Life (EUA)
Revista Española de Ciencia Política (España)
Cambio16 (España)
Jeune Afrique (Francia)
Tiempo (España)
Historia y Política (España)
Newsweek (Estados Unidos)
Nature (Estados Unidos)
Historia National Geographic (España)
Paris Match (Francia)
Instituto Nacional de Estadística (España)
Para terminar, les dejo con los reportajes de El País con las mejores imágenes del 2016, las treinta fotos más representativas de los 40 años de vida del periódico, las fotos ganadoras del World Press Photo 2017, y las 12 fotos del año de National Geographic. Y como siempre, las mejores fotos de la semana que termina en El País. 




En soledad. Partido de cricket Inglaterra-Antillas (septiembre, 2017)


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