sábado, 23 de abril de 2016

[A vuelapluma] El escritor mexicano Fernando del Paso recibe el Premio Cervantes 2016



Fernando del Paso recibe el Premio Cervantes


Puede resultar ciertamente petulante equiparar el Premio Cervantes con el Nobel de Literatura en español, pero la verdad es que no anda muy descaminada la comparación a tenor del prestigio y renombre alcanzado por el primero y la lista e los galardonados con él desde aquel primer año de 1976, hoy hace 40 años justos, en que lo recibiera el poeta Jorge Guillén. 

Esta mañana-tarde de este 23 de abril en que se conmemora el 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes, lo ha recibido de las manos de los Reyes de España, en la madrileña ciudad de Alcalá de Henares, el último de los galardonados con él: el escritor mexicano Fernando del Paso, sexto mexicano en ser distinguido con el máximo galardón de las letras españolas.

Reproduzco de nuevo la deliciosa entrevista que el diario El País mantenía hace unos días con tres de los galardonados en años anteriores con el Premio Cervantes: el chileno Jorge Edwards y los españoles Rafael Sánchez Ferlosio y Antonio Gamoneda, que retornaban al lugar en el que lo recibieron para hablar, cómo no, de Cervantes. Pueden leer los detalles del acontecimiento de la entrega del premio, si lo desean, en este enlace. Pero un servidor de vuesas mercedes, lectores y amigos de "Desde el trópico de Cáncer", fiel a los ideales que dieron vida a esta ya madura sección del blog intitulada "A vuelapluma", que son los de la concisión, y si es posible, la ironía medida sobre las cuestiones de actualidad, prefiere dejarles sin más glosa ni comentario con el discurso de recepción del premio por parte de Fernando del Paso. Todo un homenaje a la lengua materna, a la lengua común de todos los hispanohablantes, que reproduzco en su integridad tal y como ha salido de la boca y del alma de su autor. Son estas:

"Majestades, Señor Presidente del Gobierno, Señor Ministro de Educación, Cultura y Deporte, Señor Rector de la Universidad de Alcalá, Señora Presidenta de la Comunidad de Madrid, Señor Alcalde de esta ciudad, autoridades estatales, autonómicas, locales y académicas, querida esposa–oíslo-e hijos, queridos parientes y amigos que me acompañan, queridos todos, Señoras y Señores:

La del alba sería, cuando timbró el teléfono de mi casa y yo pensé que si no era una tragedia la que me iban a anunciar, sería la malobra de un rufián que deseaba perturbar mis buenas relaciones con Morfeo, o quizás el mago Frestón. Pero no fue así, por ventura: era mi hija Paulina quien desde Los Cabos, Baja California, me anunciaba haberse enterado que me habían otorgado este premio, lo cual colmome de dicha pese a que desde ese instante las múltiples llamadas telefónicas que recibí por parte de amigos, parientes y periodistas, incluyendo los de España, para ratificar la gran nueva, no me dejaron volver a pegar el ojo. Yo, ni tardo ni perezoso acometí de inmediato la empresa de despertar a cuanto amigo y pariente tengo para informarles lo que me habían comunicado.

En marzo del año pasado, cuando tuve el honor de recibir en la ciudad mexicana de Mérida el Premio José Emilio Pacheco a la Excelencia Literaria, hice un discurso que causó cierto revuelo. Sé muy bien que esas palabras despertaron una gran expectativa en lo que se refiere a las palabras que hoy pronuncio en España. Las cosas no han cambiado en México sino para empeorar, continúan los atracos, las extorsiones, los secuestros, las desapariciones, los feminicidios, la discriminación, lo abusos de poder, la corrupción, la impunidad y el cinismo. Criticar a mi país en un país extranjero me da vergüenza. Pues bien, me trago esa vergüenza y aprovecho este foro internacional para denunciar a los cuatro vientos la aprobación en el Estado de México de la bautizada como Ley Atenco, una ley opresora que habilita a la policía a apresar e incluso a disparar en manifestaciones y reuniones públicas a quienes atenten, según su criterio, contra la seguridad, el orden público, la integridad, la vida y los bienes, tanto públicos como de las personas. Subrayo: es a criterio de la autoridad, no necesariamente presente, que se permite tal medida extrema. Esto pareciera tan solo el principio de un estado totalitario que no podemos permitir. No denunciarlo, eso sí que me daría aún más vergüenza.

Quizá debí haber comenzado este discurso de otra forma y decirles que yo nací en el ámbito de la lengua castellana el 1º de abril de 1935 en la ciudad de México. “Felicidades señora, es un niño”, dicen que dijo el médico que estaba exhausto de maniobrar una y otra vez con los fórceps, antes de ponerme no de patitas sino de orejitas en el mundo y quién al ver por primera vez mis entonces diminutos órganos reproductores, coligió con gran perspicacia que yo era un varón, rollizo no, pero tampoco escuálido: yo no quería nacer y a veces todavía pienso que no quiero nacer.

Me cuentan que lloré un poco y ¡Oh, maravilla! lloré en castellano: y es que desde hace 81 años y 22 días, cuando lloro, lloro en castellano; cuando me río, incluso a carcajadas, me río en castellano y cuando bostezo, toso y estornudo, bostezo, toso y estornudo en castellano. Eso no es todo: también hablo, leo y escribo en castellano.

Pancho y Ramona, el Príncipe Valiente, Lorenzo y Pepita, Tarzán y Mandrake, fueron mis primeros personajes favoritos, y yo no podía esperar a que mi padre despertara para que me leyera las historietas dominicales a colores, de modo que me di priesa en aprender a leer en la pre-primaria en la que me inscribieron mis padres, dirigida por dos señoritas que no eran monjas pero sí muy católicas y tan malandrines que me daban con grandes bríos y denuedo reglazos en la mano izquierda–yo soy zurdo- cuando intentaba escribir con ella, sin obtener su objetivo: no soy ambidextro, soy ambisiniestro. Más tarde mi mano izquierda se dedicó a dibujar y fue así como se vengó de la derecha. Pero aprendí a leer con los dos ojos, y con los dos ojos y entre los rugidos de los leones me las vi con don Quijote de La Mancha. En efecto, un hermano de mi padre que tenía una gran biblioteca virgen–nadie la leía: compraba los libros por metro-,me invitó a pasar quince días en su casa, muy cercana al zoológico, desde donde se escuchaban a distintas horas del día los estentóreos rugidos de los leones y yo me dije: ¿leoncitos a mí? y me zambullí en la literatura de los clásicos castellanos: desde entonces estoy familiarizado con todos ellos: Tirso de Molina, Lope de Vega, Garcilaso, Góngora, el Arcipreste de Hita, Quevedo, Baltasar Gracián y varios otros. Fue allí también, en la casa de mi tío donde me enfrenté con Don Quijote en desigual y descomunal batalla: él, las más de las veces jinete en Rocinante o a horcajadas en Clavileño y yo, en miserable situación pedestre. No obstante mi Señor y Sancho Panza estaban ilustrados por Gustave Doré y eso me sirvió de báculo. Salí de su lectura muy enriquecido y muy contento de haber aprendido que la literatura y el humor podían hacer buenas migas. De esto colegí que también los discursos y el humor podían llevarse.

De ahí continué leyendo, apasionado, a numerosos y muy buenos escritores españoles. Antonio Montaña Nariño, un escritor colombiano ya fallecido, entró a la agencia de publicidad donde yo trabajaba y me presentó a su amigo, el hispano-mexicano José de la Colina. Pronto ellos se transformaron en mis primeros mentores literarios y me dieron a conocer a Benito Pérez Galdós, Ramón Menéndez Pidal, Ramón Gómez de la Serna, Ramón María del Valle Inclán, Antonio y Manuel Machado, Rafael Alberti y otros autores que me hicieron enamorarme profundamente de la lengua. En aquél entonces yo me regocijaba mucho leyendo a estilistas como Gabriel Miró. Antonio y José me dieron también a conocer a Joyce, Faulkner, Dos Passos, Erskine Caldwell, Julien Green, Marcel Schwob y otros muchos grandes autores de las literaturas anglosajona y francesa.

También desde luego a excelentes escritores españoles como Rafael Sánchez Ferlosio, Juan José Armas Marcelo, Juan Marsé, los hermanos Goytisolo, Fernando Savater, Camilo José Cela, Javier Marías, Arturo Pérez- Reverte y a quién detonó toda mi vocación literaria: el poeta Miguel Hernández, autor de El rayo que no cesa.

Recuerdo que hace algunos años en una universidad francesa, cuando comencé a dar una lista de los escritores que según yo me habían influido, una persona del público señaló que yo no había mencionado a ningún escritor español y me dijo que cómo era posible. Yo le contesté: los españoles no me han influido, a los españoles los traigo en la sangre, y agregué a la enumeración aquellos latinoamericanos que son parte de mis lecturas más importantes y por lo tanto de mi vida como Borges, Onetti, Carpentier, Lezama Lima, Cortázar, Asturias, Vargas Llosa, García Márquez, Neruda, Huidobro, Gallegos, Guimarães Rosa y César Vallejo y entre los mexicanos Juan Rulfo, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Mariano Azuela, Martín Luis Guzmán, sin olvidar a Fernández de Lizardi y a nuestra amada monja Sor Juana Inés de la Cruz.

Los maravillosos sonetos de Miguel Hernández me motivaron a escribir Sonetos de lo diario, publicados por Juan José Arreola en “Cuadernos del Unicornio” en 1958. Pero en realidad mi primera incursión en el mundo castellano tuvo lugar cuando era yo muy peque: “Nano Papo quiee cuca pan quiquía”, que mi madre interpretaba fielmente: “Nano Papo” era: “Fernando del Paso”, “quiee cuca pan quiquía” quería decir “quiere azúcar pan y mantequilla”. Algunas tías malhumoradas, pronosticaron que yo no iba a dar pie con bola con el lenguaje. Se equivocaron de palmo a palmo. Poco después, al parecer insatisfecho con el eufemismo familiar que se le asignaba a los glúteos, los llamé “las guinguingas” y pronto este neologismo fue adoptado por toda la familia. La publicación de los Sonetos me sirvió para conocer a Arreola y a Juan Rulfo, quien sabía todo lo que había que saber sobre novela mexicana, española, rusa, inglesa, italiana, alemana, y, en fin, sobre novela mundial. Comencé entonces a escribir José Trigo, un libro reflejo de mi obsesión por el lenguaje, mi fascinación por la mitología náhuatl y que obedecía a tantos otros propósitos, que lo transformaron casi en un despropósito. Pero ahí está, tan campante, a sus 50 años de edad: fue publicado en 1966. Seguí después con Palinuro de México, una especie de autobiografía inventada, una recreación literaria de mi vida como niño y adolescente, conjugada en varios tiempos verbales: lo que fui, lo que yo creí que era, lo que no fui, lo que hubiera sido, lo que sería, etc. Y después vino Noticias del Imperio, la novela sobre los emperadores Maximiliano y Carlota en la que me propuse darle a la documentación el papel de la tortuga y a la imaginación el de Aquiles. Desde muy peque el melodrama de estos dos personajes, el saber que habíamos tenido en México un emperador austriaco de largas barbas rubias al que fusilamos en la ciudad de Querétaro y una emperatriz belga que vivió, loca, hasta 1927, cuando Lindbergh cruzó el Atlántico en avión, me había fascinado. Por supuesto, en cuanto ganó Aquiles la novela quedó terminada. He escrito también libros de poesía, libros para niños y dos obras de teatro. Una de ellas que he soñado que algún día se represente o se lleve a escena en este país: La muerte se va a Granada, sobre el asesinato de Federico García Lorca.

Toda mi vida ha continuado la riña entre mi mano izquierda y mi mano derecha. Ninguna de las dos ha triunfado y esto ha significado para mí un conflicto muy profundo. Sin embargo mi mano derecha se ha impuesto, no sé si soy escritor, pero sé que no soy pintor, nunca he dejado de escribir para dibujar y siempre he dejado de dibujar para escribir.

Sin embargo la lucha más prolongada que he sostenido en la vida ha sido contra mi propia salud. Desde que era muy peque y me operaron de algo que se llama “adenoides” hasta el momento actual, en que supero las secuelas, largas y dolorosas, de dos series de infartos al cerebro de carácter isquémico, he estado cuando menos quince veces en el quirófano: por una apendicitis, por dos hernias, dos tumores benignos, un desgarre en el corazón, un stent en la arteria femoral superficial de la pierna derecha, otro en la arteria coronaria izquierda, dos oclusiones intestinales y entre otras cosas dos operaciones de las que llaman “a corazón abierto”. Además de recurrentes ataques de gota y una fractura del tobillo derecho. Tan mal he estado en los últimos tiempos que cuando alguien me vio me dijo: “pero hombre, ¿así va usted a ir a España?” y yo le contesté: “yo a España voy así sea en camilla de propulsión a chorro o en avión de ruedas”.

¿Dije antes que "todavía pienso que no quiero nacer"? ¡Pamplinas! Fue una bravuconada. La vida ha sido bastante cuata conmigo. Quise escribir y escribí. Nunca escribí para ganar premios, pero ya ven ustedes, aquí estoy. Quise casarme con Socorro y me casé con ella. Quisimos tener hijos y tuvimos hijos. Quisimos tener nietos y tuvimos nietos. Y desde hace unos dos años tenemos una bisnieta: Cora Kate McDougal del Paso. Espero que algún día sus padres le recuerden que su bisabuelo le deseó que ella agradezca haber venido al mundo a compartir la vida con todos nosotros, aunque no sé en que lengua lo hará, puesto que nació en la tierra de James Joyce, Irlanda, y parece destinada a vivir en ese país. También desde aquí le mando mil besos a nuestra otra casi bisnieta, Ximena, a quien le digo casi bisnieta porque es la nieta de un casi nuestro hijo, Arturo. Hay más, les voy a contar una historia. Seré breve, es la misma historia que conté en la Caja de las Letras: Hace mucho tiempo el joven poeta mexicano tabasqueño, José Carlos Becerra, obtuvo una beca Guggenheim y con ella se fue a Londres con el propósito de comprar un automóvil con el cual recorrer toda Europa. Una madrugada, camino a Bríndisi, en Italia, no se sabe qué sucedió: tal vez se quedó dormido al volante, el caso es que se desbarrancó y se mató. Yo llegué también con mi beca Guggenheim a Londres pocos meses después y me alojé en la casa del mismo amigo mutuo, Alberto Díaz Lastra, en donde él se había alojado. Allí, José Carlos olvidó una camisa que yo heredé. Desde entonces, cada vez que yo sentía pereza de escribir, desánimo o escepticismo, me ponía la camisa y comenzaba a trabajar. Consideré que yo tenía un deber hacia aquellos artistas, hombres y mujeres, cuya muerte prematura les impidió decir lo que tenían que decir. Por eso esa camisa tiene tanta importancia en mi vida. Depositarla en la Caja de las Letras no significa que no vuelva yo a escribir: la magnificencia e importancia del Premio de Literatura Española Cervantes, me obliga moralmente a hacerlo y así lo haré: me pondré la camisa, así sea metafóricamente, una y otra vez, hasta que se acabe (no la camisa sino mi vida).

Pero no vine aquí para contar mi vida y mis obras, ni para comentar mis penas. Tampoco a hablar de las guinguingas de nadie, ni siquiera de las de Don Quijote, aturdidas y compungidas como debieron estar, tras tantas tan tremendas tundas que le propinaron durante su azarosa profesión caballeril. Vine y estoy aquí hoy, 23 de abril de 2016, en el que se conmemora el aniversario número 400 de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra, discurso en ristre y con los colores de España en el pecho, muy cerca del corazón, para agradecer: a sus majestades los Reyes de España Felipe VI y doña Letizia, por su muy generosa hospitalidad; por su hospitalidad también a la ciudad de Alcalá de Henares, a su Alcalde, y al Rector de esta Universidad; al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte así como al Instituto Cervantes; al jurado del Premio Cervantes por su decisión, riesgosa diría yo, en la medida en que juzgó como tal a mi literatura. Agradezco también a mis amigos y familiares presentes, a oíslo Socorro y a mis hijos: Fernando que descanse en paz, a Alejandro, Adriana y Paulina el gran apoyo que me han dado toda la vida. Socorro: perdóname si alguna vez te hice daño: te pido perdón en público. Asimismo y profundamente a la Providencia, a la casualidad o a la causalidad el haberme hecho súbdito de la lengua castellana, a mi país México y a mis padres por haberme dado este lenguaje y sobre todo, gracias a ti, España, mil gracias. Por cierto, también sueño en español. Vale."


Medalla del Premio Cervantes


Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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[Celebrando a Miguel de Cervantes] Hoy, con "El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha" (Segunda parte)







Hoy, 23 de abril se conmemora el 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes y de William Shakespeare. Como bien decía el editorial de El País del pasado 30 de enero, las comparaciones son odiosas, pero a veces pueden servir para valorar cómo distintos países gestionan desafíos parecidos. Tanto Miguel de Cervantes como William Shakespeare parece que murieron ese mismo día del año 1616, y tanto uno como otro son los mayores referentes de la lengua española y de la inglesa, respectivamente.   

A principios de año el primer ministro de Reino Unido, David Cameron, lanzaba al mundo un rotundo mensaje, que Shakespeare sigue vivo, y poco a poco se ha empezado a concretar la ofensiva internacional de propuestas con las que se pretende proyectar la obra del clásico en 141 países. En cuanto a Miguel de Cervantes, solo existe la vaga afirmación de que están en marcha 131 proyectos académicos, culturales, turísticos y educativos. No tiene sentido -sigue diciendo el editorial citado- medir la envergadura de los clásicos por la magnitud de los fastos que se programan para celebrar sus centenarios. Lo que importa es que sean leídos y representados y que su obra siga hablando en el presente. En ese sentido, El Quijote ha contado con prestigiosos valedores que lo llevan mimando desde que en 2005 se celebrara el cuarto centenario de la aparición de su primera parte. El año pasado, que recordaba el aniversario de la publicación de la segunda, hubo excelentes iniciativas que ayudaron a confirmar su grandeza. Pero fueron hechos puntuales, fruto muchas veces de la sociedad, a falta de un verdadero plan riguroso y bien articulado que cumpla con las expectativas que deben exigirse a cualquier Gobierno respecto al patrimonio cultural del que es responsable: convertirlo en pieza esencial de la educación de los menores, cuidarlo para que siga manteniéndose vivo y saber proyectarlo para sacar provecho de todo su potencial (también económico). 

De las tareas de la Comisión responsable del cuarto centenario de Cervantes poco se sabe. Y lo que se conoce hasta ahora no es como para tirar voladores (expresión del español de Canarias que no necesita traducción) y parece confirmar que no hay ningún plan claro.

El diario El País se vuelca hoy en un número especial de análisis, vídeos e infografías sobre Cervantes y Shakespeare que comparan sus vidas y aportan claves sobre sus obras. Se lo recomiendo encarecidamente. 




"Don Quijote de La Mancha", de Honoré Daumier (1808-1879)


Hace tan solo unos días el director de la Real Academia Española, Darío Villanueva, publicaba en Revista de Libros un hermoso artículo titulado "La modernidad novelística del Quijote (1605-1615)", que pueden leer en el enlace anterior. 

Escrito con motivo de la efeméride del 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes, a la que este blog se ha sumado durante las últimas semanas subiendo hasta el mismo la totalidad de la obra de nuestro insigne compatriota, el Quijote -dice Darío Villanueva- es un libro regocijante, concebido como una cadena de episodios protagonizados por una pareja de personajes camineros, de imagen inconfundible, hablar sabroso y suerte desventurada. Humor melancólico el de Cervantes, pues casi todas las peripecias del hidalgo desmañado y de su bonachón escudero Sancho derivan en auténticos gags en los que la pareja protagonista resulta burlada, apedreada, manteada, apaleada, perseguida, y siempre ridiculizada. Y sin embargo, tanto uno –el gordo–, como el otro –el flaco–, acaban por fijarse en la memoria de los lectores como figuras nobles, profundamente humanas, llenas de sabiduría libresca y popular a la vez. Inolvidables.

Una obra determinada alcanza -sigue diciendo- la condición de clásica mediante un complejo proceso que no resulta fácil objetivar. Se trata, en definitiva, de la adhesión de los lectores a ella de forma constante, sin fronteras espaciales ni temporales. Para ser clásico hay que superar las barreras lingüísticas, culturales y temporales: seguir hablándoles de temas que les conciernen a hombres y mujeres nacidos en lejanos países varios siglos después de que el escritor escribiera su obra. Decía José Ortega y Gasset que todo gran poeta nos plagia, parece que está hablando de nosotros mismos en sus obras, y ello ocurre sin duda con el Quijote. Pero también tiene mucho que ver, en el reconocimiento de un clásico, la actitud hacia la obra así considerada por parte de los otros escritores, de los grandes académicos, de los más reconocidos eruditos, de los críticos en verdad influyente. 

Casi termino ya. Y lo hago con una deliciosa entrevista de El País a tres galardonados en años anteriores con el Premio Cervantes días antes de que el rey Felipe VI entregue el de este año al escritor mexicano Fernando del PasoAunque parezca mentira, se dice en él, el Paraninfo de la Universidad de Alcalá es casi un siglo más antiguo que el Quijote. Una inscripción en la puerta recuerda escuetamente que en 1518 lo construyó el arquitecto Pedro Gumiel. Por esa puerta volvieron a entrar ayer Jorge Edwards, Rafael Sánchez Ferlosio y Antonio Gamoneda, que retornaban al lugar en el que recibieron el Premio Cervantes para hablar, cómo no, de Cervantes. Pueden leerla en el enlace anterior. Les aseguro que merece la pena.

Nacido en Alcalá de Henares el 29 de septiembre de 1547, Miguel de Cervantes Saavedra fue un soldado, novelista, poeta y dramaturgo español, conocido con el sobrenombre de "Príncipe de los Ingenios". Está considerado como la máxima figura de la literatura española y es universalmente conocido por haber escrito Don Quijote de la Mancha, que muchos críticos han descrito como la primera novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal, además de ser el libro más editado y traducido de la historia, solo superado por la Biblia.

Sin más preámbulo inútil por mi parte, les dejo con la segunda parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de La Manchaen la edición de Florencio Sevilla Arroyo que puede leerse en la página electrónica de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, de la Universidad de Alicante, poniendo fin con ello a mi homenaje personal y emocionado a la celebración del 400 aniversario de la muerte de su autor. Disfruten de su lectura.




Miguel de Cervantes



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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viernes, 22 de abril de 2016

[Reedición] Las lágrimas de Eros



Imagen de la Exposición de "Las lágrimas de Eros"
(James White, 2004)


"Reedición" es una nueva sección del blog dedicada a reproducir antiguas entradas que tuvieron cierto predicamento en su momento entre los lectores de Desde el trópico de Cáncer. Estas entradas se publican diariamente, conservan su título, fecha y numeración original, y no cuentan en el cómputo general de entradas del blog. Disfrútenla de nuevo si lo desean. 

***

Fue poco más o menos al inicio del otoño de 2009 que la Fundación Caja-Madrid y el museo Thyssen-Bornemisza organizaron conjuntamente en Madrid una exposición con el título de "Las lágrimas de Eros" que sirvió de excusa a mi admirado profesor don Emilio Lledó para escribir un memorable artículo en El País Semanal de aquellas fechas. El título de la exposición tenía su origen en el provocador ensayo homónimo del escritor francés George Bataille, publicado en 1961, que su propio autor definió como "un primer paso para abrir la conciencia a la identidad del orgasmo (o pequeña muerte) y de la muerte definitiva". Y fruto de mi escasa imaginación, es también el título de esta entrada de hoy.

El texto de Emilio Lledó al que me refería anteriormente llevaba por título "El Eros de Diotima", y en él se hacía referencia al diálogo platónico de "El banquete", escrito hace veinticinco siglos. En él, una sacerdotisa llamada Diotima, que en el diálogo aparece como mentora y maestra del propio Sócrates, discurre con varios personajes masculinos sobre la naturaleza profunda del sentimiento amoroso.

Como dice el profesor Lledó, la verdad es que no importa mucho si el personaje de Diotima tuvo existencia real o fue un invento de Platón. Lo importante es que por primera y única vez un personaje femenino roba todo el protagonismo del diálogo a quien siempre había sido el centro de atención de todos los platónicos, el propio Sócrates.

Llevado de mi deseo de enmarcar una digresión más o menos elaborada sobre los textos citados, releí "El Banquete" y ojeé también una obra capital, "Teoría de los sentimientos", del admirado psiquiatra, profesor y también académico, Carlos Castilla del Pino, así como su discurso "Arquitectura de la vida humana", pronunciado con motivo del Día de la Fundación Pro-Real Academia Española del año 2006.

Solo en el sentido clásico del término me atrevería a autocalificarme de filósofo, o lo que es lo mismo, de amante del saber. En mi caso, como mucho, mero e incompetente admirador y aprendiz de filósofo. Supongo que algo habrá influido en ello mi paso por mi "alma máter", la UNED, cuyo lema, sacado del Libro de la Sabiduría (Sb 7, 24), dice de ella (de la sabiduría) que es lo que más mueve entre todas las cosas que se mueven: "Omnibus mobilibus mobilior sapientia". Pero finalmente desistí abrumado por mi propio sentimiento de incapacidad para enfrentarme a tal desafío. ¿Quién era yo para atreverme a glosar la función salvífica del amor que con tanta belleza expone Platón y analizan Lledó y Castilla del Pino, uno desde la filosofía y otro desde la psiquiatría?... Y ahí sigo aún, así que mejor lean los enlaces de más arriba y disfruten de ellos porque la "filosofía" de un servidor no da para más.

Por cierto, me gané el magnífico catálogo de la exposición en un concurso literario que al efecto convocó Revista de Libros. Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




Imagen de la Exposición "Las lágrimas de Eros"
(Antonio Canova, 1757-1822)





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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)
Publicada originariamente con fecha 17 de septiembre de 2014

[Celebrando a Miguel de Cervantes] Hoy, con "El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha" (Primera parte)







Mañana, 23 de abril se conmemora el 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes y de William Shakespeare. Como bien decía el editorial de El País del pasado 30 de enero, las comparaciones son odiosas, pero a veces pueden servir para valorar cómo distintos países gestionan desafíos parecidos. Tanto Miguel de Cervantes como William Shakespeare parece que murieron ese mismo día del año 1616, y tanto uno como otro son los mayores referentes de la lengua española y de la inglesa, respectivamente.   

A principios de año el primer ministro de Reino Unido, David Cameron, lanzaba al mundo un rotundo mensaje, que Shakespeare sigue vivo, y poco a poco se ha empezado a concretar la ofensiva internacional de propuestas con las que se pretende proyectar la obra del clásico en 141 países. En cuanto a Miguel de Cervantes, solo existe la vaga afirmación de que están en marcha 131 proyectos académicos, culturales, turísticos y educativos. No tiene sentido -sigue diciendo el editorial citado- medir la envergadura de los clásicos por la magnitud de los fastos que se programan para celebrar sus centenarios. Lo que importa es que sean leídos y representados y que su obra siga hablando en el presente. En ese sentido, El Quijote ha contado con prestigiosos valedores que lo llevan mimando desde que en 2005 se celebrara el cuarto centenario de la aparición de su primera parte. El año pasado, que recordaba el aniversario de la publicación de la segunda, hubo excelentes iniciativas que ayudaron a confirmar su grandeza. Pero fueron hechos puntuales, fruto muchas veces de la sociedad, a falta de un verdadero plan riguroso y bien articulado que cumpla con las expectativas que deben exigirse a cualquier Gobierno respecto al patrimonio cultural del que es responsable: convertirlo en pieza esencial de la educación de los menores, cuidarlo para que siga manteniéndose vivo y saber proyectarlo para sacar provecho de todo su potencial (también económico). 

De las tareas de la Comisión responsable del cuarto centenario de Cervantes poco se sabe. Y lo que se conoce hasta ahora no es como para tirar voladores (expresión del español de Canarias que no necesita traducción) y parece confirmar que no hay ningún plan claro. 

El diario El País se vuelca hoy en un número especial de análisis, vídeos e infografías sobre Cervantes y Shakespeare que comparan sus vidas y aportan claves sobre sus obras. Se lo recomiendo encarecidamente. 



"Don Quijote de La Mancha", de Gustavo Doré (1832-1883)


Hace unos días el director de la Real Academia Española, Darío Villanueva, publicaba en Revista de Libros un hermoso artículo titulado "La modernidad novelística del Quijote (1605-1615)", que pueden leer en el enlace anterior. 

Escrito con motivo de la efeméride del 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes, a la que este blog se ha sumado durante las últimas semanas subiendo hasta el mismo la totalidad de la obra de nuestro insigne compatriota, el Quijote -dice Darío Villanueva- es un libro regocijante, concebido como una cadena de episodios protagonizados por una pareja de personajes camineros, de imagen inconfundible, hablar sabroso y suerte desventurada. Humor melancólico el de Cervantes, pues casi todas las peripecias del hidalgo desmañado y de su bonachón escudero Sancho derivan en auténticos gags en los que la pareja protagonista resulta burlada, apedreada, manteada, apaleada, perseguida, y siempre ridiculizada. Y sin embargo, tanto uno –el gordo–, como el otro –el flaco–, acaban por fijarse en la memoria de los lectores como figuras nobles, profundamente humanas, llenas de sabiduría libresca y popular a la vez. Inolvidables.

Una obra determinada alcanza -sigue diciendo- la condición de clásica mediante un complejo proceso que no resulta fácil objetivar. Se trata, en definitiva, de la adhesión de los lectores a ella de forma constante, sin fronteras espaciales ni temporales. Para ser clásico hay que superar las barreras lingüísticas, culturales y temporales: seguir hablándoles de temas que les conciernen a hombres y mujeres nacidos en lejanos países varios siglos después de que el escritor escribiera su obra. Decía José Ortega y Gasset que todo gran poeta nos plagia, parece que está hablando de nosotros mismos en sus obras, y ello ocurre sin duda con el Quijote. Pero también tiene mucho que ver, en el reconocimiento de un clásico, la actitud hacia la obra así considerada por parte de los otros escritores, de los grandes académicos, de los más reconocidos eruditos, de los críticos en verdad influyente.

Casi termino ya. Y lo hago con una deliciosa entrevista de El País a tres galardonados en años anteriores con el Premio Cervantes, días antes de que el rey Felipe VI entregue el de este año al escritor mexicano Fernando del Paso. Aunque parezca mentira, se dice en él, el Paraninfo de la Universidad de Alcalá es casi un siglo más antiguo que el Quijote. Una inscripción en la puerta recuerda escuetamente que en 1518 lo construyó el arquitecto Pedro Gumiel. Por esa puerta volvieron a entrar ayer Jorge Edwards, Rafael Sánchez Ferlosio y Antonio Gamoneda, que retornaban al lugar en el que recibieron el Premio Cervantes para hablar, cómo no, de Cervantes. Pueden leerla en el enlace anterior. Les aseguro que merece la pena.

Nacido en Alcalá de Henares el 29 de septiembre de 1547, Miguel de Cervantes Saavedra fue un soldado, novelista, poeta y dramaturgo español, conocido con el sobrenombre de "Príncipe de los Ingenios". Está considerado como la máxima figura de la literatura española y es universalmente conocido por haber escrito Don Quijote de la Mancha, que muchos críticos han descrito como la primera novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal, además de ser el libro más editado y traducido de la historia, solo superado por la Biblia.

Mañana, día 23 de abril, publicaré la segunda parte de su inmortal obra. Hoy, sin más preámbulo inútil por mi parte, les dejo con la primera parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de La Manchaen la edición de Florencio Sevilla Arroyo que puede leerse en la página electrónica de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, de la Universidad de Alicante, poniendo fin con ello a mi homenaje personal y emocionado a la celebración del 400 aniversario de la muerte de su autor. Disfruten de su lectura.




Miguel de Cervantes



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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jueves, 21 de abril de 2016

[Celebrando a Miguel de Cervantes] Hoy, con "Viaje del Parnaso"



Representación de "Viaje al Parnaso"


El próximo 23 de abril se conmemora el 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes y de William Shakespeare. Como bien decía el editorial de El País del pasado 30 de enero, las comparaciones son odiosas, pero a veces pueden servir para valorar cómo distintos países gestionan desafíos parecidos. Tanto Miguel de Cervantes como William Shakespeare parece que murieron ese mismo día del año 1616, y tanto uno como otro son los mayores referentes de la lengua española y de la inglesa, respectivamente.   

A principios de año el primer ministro de Reino Unido, David Cameron, lanzaba al mundo un rotundo mensaje, que Shakespeare sigue vivo, y poco a poco se ha empezado a concretar la ofensiva internacional de propuestas con las que se pretende proyectar la obra del clásico en 141 países. En cuanto a Miguel de Cervantes, solo existe la vaga afirmación de que están en marcha 131 proyectos académicos, culturales, turísticos y educativos. No tiene sentido -sigue diciendo el editorial citado- medir la envergadura de los clásicos por la magnitud de los fastos que se programan para celebrar sus centenarios. Lo que importa es que sean leídos y representados y que su obra siga hablando en el presente. En ese sentido, El Quijote ha contado con prestigiosos valedores que lo llevan mimando desde que en 2005 se celebrara el cuarto centenario de la aparición de su primera parte. El año pasado, que recordaba el aniversario de la publicación de la segunda, hubo excelentes iniciativas que ayudaron a confirmar su grandeza. Pero fueron hechos puntuales, fruto muchas veces de la sociedad, a falta de un verdadero plan riguroso y bien articulado que cumpla con las expectativas que deben exigirse a cualquier Gobierno respecto al patrimonio cultural del que es responsable: convertirlo en pieza esencial de la educación de los menores, cuidarlo para que siga manteniéndose vivo y saber proyectarlo para sacar provecho de todo su potencial (también económico). 

De las tareas de la Comisión responsable del cuarto centenario de Cervantes poco se sabe. Y lo que se conoce hasta ahora no es como para tirar voladores (expresión del español de Canarias que no necesita traducción) y parece confirmar que no hay ningún plan claro.

"Desde el trópico de Cáncer" se suma con humildad y pasión contenida a la efeméride que conmemora el 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes. Y para celebrarlo, asume el compromiso de ir subiendo al blog día a día, a lo largo de estas semanas que restan, la totalidad de su obra para disfrute de todos los lectores y amantes de la lengua española, lengua a la que él elevó a la máxima expresión literaria, hasta culminarlas los próximos 22 y 23 de abril con la publicación en el blog de las dos partes de El Ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha.

Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 29 de septiembre de 1547-Madrid, 22 de abril de 1616) fue un soldado, novelista, poeta y dramaturgo español, conocido con el sobrenombre de "Príncipe de los Ingenios". Está considerado como la máxima figura de la literatura española y es universalmente conocido por haber escrito Don Quijote de la Mancha, que muchos críticos han descrito como la primera novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal, además de ser el libro más editado y traducido de la historia, solo superado por la Biblia.

Continúo esta nueva sección del blog dedicada a la conmemoración del 400 aniversario de su muerte con la publicación de su Viaje del Parnaso en la edición de Florencio Sevilla Arroyo que puede leerse en la página electrónica de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, de la Universidad de Alicante (España). Los escritos iniciales de Cervantes datan de los tiempos de su reclusión en Argel. Fue a su regreso a España, entre 1582 y 1587, cuando escribió sus primeras obras teatrales, que ya he traído hasta el blog. Tras ellas, dejó de escribir para la escena y solo al final de su vida publicó ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados (1615). 

Viaje del Parnaso es una obra narrativa en verso (tercetos), publicada el año 1614, que cuenta el viaje del autor al monte Parnaso con el fin de reclutar a los mejores poetas españoles para librar una batalla contra los poetas mediocres. Para ello viajará de Madrid a Valencia, donde con ayuda de Mercurio, reúne un contingente de buenos poetas y se hacen a la mar en un barco alegórico, hecho de versos, con destino al Parnaso, donde librarán una batalla contra los poetastros que pretenden tomarlo. La obra contiene numerosas referencias autobiográficas y son famosos sus primeros versos en los que expresa sus limitaciones: "Yo, que siempre trabajo y me desvelo / por parecer que tengo de poeta / la gracia que no quiso darme el cielo". 

Mañana, día 22 de abril, publicaré la primera parte de su inmortal El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, y el día 23, la segunda, poniendo fin con ello a mi homenaje personal y emocionado a la celebración del 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes. Disfruten del "Viaje".




Miguel de Cervantes



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





HArendt




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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[Reedición] La "Giovanna" del Thyssen



"Giovanna Tornabuoni" (Museo Thyssen, Madrid)



"Reedición" es una nueva sección del blog dedicada a reproducir antiguas entradas que tuvieron cierto predicamento en su momento entre los lectores de Desde el trópico de Cáncer. Estas entradas se publican diariamente, conservan su título, fecha y numeración original, y no cuentan en el cómputo general de entradas del blog. Disfrútenla de nuevo si lo desean. 


***

De mis sesento y ocho años largos de vida los cuarenta y siete últimos los he pasado en las islas Canarias, la tierra que me acogió y en la que vivo desde entonces. Nací en Andalucía, pasé por Asturias y Castilla-La Mancha, y desde los cuatro a los veintiún años viví en Madrid. Toda mi infancia la pasé allí, entre los barrios de Delicias e Hispanidad. En Madrid descansan mis padres para siempre, vive uno de mis hermanos y su familia, y también la numerosísima parentela de tíos y primos y de sus hijos, descendientes de mis abuelos maternos. Durante muchos años después de venirme a Canarias pasé allí con mi mujer y mis hijas vacaciones y días de trabajo y estudio. Hace ocho años que no he vuelto. Pero saben, a pesar de todas sus innegables bellezas y el cálido acogimiento de sus gentes, lo que más echo de menos (no necesariamente por ese orden) son los bocadillos de calamares fritos de su plaza Mayor, los mejillones de la trasera de la Puerta del Sol, y sus museos... Dejemos sus tesoros culinarios para otra ocasión y hablemos de sus museos.

Esa "Milla de Oro" que conforman El Prado, el Reina Sofía y el Thyssen no tiene parangón en el mundo mundial, como diría ese otro madrileño universal que es el "Manolito Gafotas" de mi admirada Elvira Lindo. Muchos madrileños no saben las joyas que encierran, pero tengo la sospecha que sus autoridades tampoco. Mi preferido, sin duda, por temperamento y formación académica es El Prado, que visitaba de joven todos los sábados por la tarde por ser ese día de entrada gratuita. Llegué a aprenderme la ubicación de cada cuadro en cada una de sus salas, o casi... Y quedé prendado de cuatro de sus joyas para toda la vida: la "Eva" de Durero, en las salas de pintura alemana; "El descendimiento" de Van der Weyden, en las de pintura flamenca (mis salas preferidas); "La Anunciación" de fray Angelico, en las dedicadas a la pintura italiana; y por último, "Las hilanderas" de Velázquez, en las, lógicamente, mayoritarias salas de pintura española. ¿Mi preferida-preferida?, difícil me lo ponen, pero si no queda otro remedio..., yo diría que "La Anunciación" de fray Angelico.

Con el Reina Sofía lo tengo más claro. Es un museo con el que guardo una especie de relación amor-odio que no logro solventar. Heredero del museo de Arte Contemporáneo, en el campus de la Universidad Complutense de Madrid que tantas veces visité, me defrauda y me encandila a partes iguales. Dejémoslo así. Su joya, y la mía también, sin duda alguna la pintura más representativa del siglo XX, el "Guernica", de Picasso.

El Thyssen es un museo distinto a todos por su heterogeneidad temática pues sus pinturas abarcan todas las épocas, y por la calidad de las mismas. También aquí lo tengo claro, también sin dudarlo, el "Retrato de Giovanna Tornabuoni" de Domenico Ghinlardaio.

Mi hija Ruth, fervorosa amante de la historia del arte, me manda esta madrugada (ambos somos insomnes confesos, ella por razones materno-filiales y yo no sé muy bien porqué) por correo electrónico un precioso artículo del director de cine Jaime Chavarri, publicado en el Huffington Post de ayer, que relata la historia de las vicisitudes que rodearon la realización del retrato de Giovanna Tornabuoni y a sus protagonistas: la retratada y su pintor, y ficciona y fabula sobre el posible encuentro en el más allá entre la joven toscana de finales del siglo XV que retrató Ghinlardaio y la gran periodista española Juby Butamente, fallecida en julio pasado a los 76 años de edad, en cuyo homenaje y recuerdo está escrito, que fue durante muchos años directora de comunicación del museo Thyssen. Un emotivo relato que lleva el enigmático título de "El gato de Montaigne", y cuya lectura les recomiendo encarecidamente.

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt







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Publicada originariamente con fecha 18 de septiembre de 2014

miércoles, 20 de abril de 2016

[Celebrando a Miguel de Cervantes] Hoy, con "Poesías sueltas"





El próximo 23 de abril se conmemora el 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes y de William Shakespeare. Como bien decía el editorial de El País del pasado 30 de enero, las comparaciones son odiosas, pero a veces pueden servir para valorar cómo distintos países gestionan desafíos parecidos. Tanto Miguel de Cervantes como William Shakespeare parece que murieron ese mismo día del año 1616, y tanto uno como otro son los mayores referentes de la lengua española y de la inglesa, respectivamente.   

A principios de año el primer ministro de Reino Unido, David Cameron, lanzaba al mundo un rotundo mensaje, que Shakespeare sigue vivo, y poco a poco se ha empezado a concretar la ofensiva internacional de propuestas con las que se pretende proyectar la obra del clásico en 141 países. En cuanto a Miguel de Cervantes, solo existe la vaga afirmación de que están en marcha 131 proyectos académicos, culturales, turísticos y educativos. No tiene sentido -sigue diciendo el editorial citado- medir la envergadura de los clásicos por la magnitud de los fastos que se programan para celebrar sus centenarios. Lo que importa es que sean leídos y representados y que su obra siga hablando en el presente. En ese sentido, El Quijote ha contado con prestigiosos valedores que lo llevan mimando desde que en 2005 se celebrara el cuarto centenario de la aparición de su primera parte. El año pasado, que recordaba el aniversario de la publicación de la segunda, hubo excelentes iniciativas que ayudaron a confirmar su grandeza. Pero fueron hechos puntuales, fruto muchas veces de la sociedad, a falta de un verdadero plan riguroso y bien articulado que cumpla con las expectativas que deben exigirse a cualquier Gobierno respecto al patrimonio cultural del que es responsable: convertirlo en pieza esencial de la educación de los menores, cuidarlo para que siga manteniéndose vivo y saber proyectarlo para sacar provecho de todo su potencial (también económico). 

De las tareas de la Comisión responsable del cuarto centenario de Cervantes poco se sabe. Y lo que se conoce hasta ahora no es como para tirar voladores (expresión del español de Canarias que no necesita traducción) y parece confirmar que no hay ningún plan claro.

"Desde el trópico de Cáncer" se suma con humildad y pasión contenida a la efeméride que conmemora el 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes. Y para celebrarlo, asume el compromiso de ir subiendo al blog día a día, a lo largo de estas semanas que restan, la totalidad de su obra para disfrute de todos los lectores y amantes de la lengua española, lengua a la que él elevó a la máxima expresión literaria, hasta culminarlas los próximos 22 y 23 de abril con la publicación en el blog de las dos partes de El Ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha.

Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 29 de septiembre de 1547-Madrid, 22 de abril de 1616) fue un soldado, novelista, poeta y dramaturgo español, conocido con el sobrenombre de "Príncipe de los Ingenios". Está considerado como la máxima figura de la literatura española y es universalmente conocido por haber escrito Don Quijote de la Mancha, que muchos críticos han descrito como la primera novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal, además de ser el libro más editado y traducido de la historia, solo superado por la Biblia.

Continúo esta nueva sección del blog dedicada a la conmemoración del 400 aniversario de su muerte con la publicación de sus Poesías sueltas, medio centenar largo de poemas, en la edición de Florencio Sevilla Arroyo, que puede leerse en la página electrónica de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, de la Universidad de Alicante (España). Los escritos iniciales de Cervantes datan de los tiempos de su reclusión en Argel. Fue a su regreso a España, entre 1582 y 1587, cuando escribió sus primeras obras teatrales, que ya he traído hasta el blog. Tras ellas, dejó de escribir para la escena y solo al final de su vida publicó ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados (1615). 

De todas esas poesías me permito recomendarles quizá el que es el más famoso de sus sonetos, el titulado Al túmulo del rey que se hizo en Sevilla. Mañana, día 21 de abril, publicaré su obra poética Viaje del Parnaso, y los días 22 y 23 la primera y segunda parte de su inmortal El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, poniendo fin con ello a mi homenaje personal y emocionado a la celebración del 400 aniversario de su muerte. Disfruten de sus poemas.



Miguel de Cervantes



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





HArendt




Entrada núm. 2694
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