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viernes, 9 de noviembre de 2012

Y Dios se equivocó de nuevo con Obama...




El reverendo Jesse Jackson


En el verano de 2008, en plena efervescencia de los dos grande partidos tradicionales estadounidenses, el demócrata y el republicano, por designar sus candidatos a la presidencia de la Unión a través de sus primarias respectivas (un ejemplo de democracia partidista impensable en España), circuló en los mentideros políticos de Washington una historieta o cuento con moraleja que tenía como protagonistas al mismísimo Dios nuestro Señor y al reverendo Jesse Jackson, que era, y es, uno de los prebostes del partido demócrata.

El caso es que el reverendo Jackson, acuciado por el deseo de saber quien saldría ganador en las primarias de su partido, se había dirigido a a Dios para pedirle una respuesta. Y esta fue, más o menos, la conversación entre el reverendo y su Creador:

-Señor, quien ganará las elecciones, ¿una mujer o un afroamericano?
-¿Una mujer?, se pregunta Dios, -Eso no lo verás tú, le contesta.
-Entonces, ¿las ganará un afroamericano?, inquiere de nuevo.
-¿Un afroamericano?, responde el Señor, -Eso no lo veré Yo...

Pues bien, parece que Dios, se equivocó de nuevo con Obama...

Les dejo unos interesantes enlaces de El País y El Huffington Post relativos a las elecciones estadounidenses, un más que interesante recopilatorio sobre las elecciones presidenciales de los último cincuenta y dos años, desde 1960 (Kennedy) hasta hoy (Obama) y un artículo del profesor de la UNED José Ignacio Torreblanca, titulado "Después de la batalla", una reflexión acerca de lo que puede esperarse de este segundo y último mandato de Barack Obama en orden a resolver esa eterna batalla política entre los que defienden el papel del Estado y los que pretenden reducir ese papel a su mínima expresión. 

El vídeo que acompaña la entrada recoge el emocionante momento en que un emocionado Obama agradece a los miembros de su campaña el enorme esfuerzo realizado durante la misma.

Y sean felices, por favor, a pesar del gobierno. Tamaragua, amigos. HArendt







Entrada núm. 1751
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"Tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
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jueves, 27 de enero de 2011

Internet, redes sociales y activismo político



Alexis de Tocqueville


Internet y las redes sociales: Facebook, Twitter, Eskup, Tuenti, etc., se están convirtiendo, quizá sin proponérselo expresamente, en un novísimo instrumento de activismo y agitación política de primer orden. La campaña presidencial de Obama, en 2008, fue la primera gran experiencia política, fructífera, de utilización de Internet y las redes sociales con intencionalidad política. Le siguieron después los sucesos en Irán y la República Popular China, y ya, como quien dice ayer, las campañas contra los censores de Wikileaks, la caída del despótico régimen tunecino y, hoy mismo, los sucesos de Egipto.

Organizaciones no gubernamentales y proderechos humanos como Amnistía Internacional o Avaaz, entre otras, han encontrado en Internet y las redes sociales un instrumento idóneo para hacer llegar y circular sus mensajes y peticiones, en cuestión de segundos o minutos, a millones de personas en todo el mundo sin posibilidad alguna de control por parte de los gobiernos denunciados. Los partidos políticos deberían poner sus barbas a remojar. Parece claro que van a perder, si no lo han perdido ya, toda capacidad de movilización y agitación al lado de estas asociaciones sin nombre que surgen de la nada, se extienden como las olas, se llevan por delante todos los obstáculos y parecen no obedecer consigna explícita alguna. Las campañas partidistas, las estrategias electorales de los partidos políticos, ya no van a poder seguir funcionando como hasta ahora y van a tener no solo que adaptarse a los nuevos tiempos sino ceder protagonismo a la sociedad global que las redes sociales están protagonizando.

Ya en 1835, un aristócrata francés, Alexis de Tocqueville, en su libro "La democracia en América" (Aguilar, Madrid, 1989) dejó dicho: "Después de la libertad de actuar solo, la más natural al hombre es la de coordinar sus esfuerzos con los de sus semejantes y actuar en común. Por su naturaleza, el derecho de asociación me parece casi tan inalienable como la libertad individual. El legislador no puede querer destruirlo sin atacar a la sociedad misma. [...] Uno se asocia, ciertamente, con el fin de hablar, pero la idea de pasar próximamente a la acción preocupa a todos los ánimos. Una asociación es un ejército. En ella se habla para conocer sus efectivos y darse ánimos y después se marcha contra el enemigo. A los ojos de los que la componen, los recursos legales pueden parecer uno de los medios utilizables, pero no son nunca el único medio para triunfar. [...] El ejercicio del derecho de asociación se hace peligroso en proporción a la imposibilidad en que están los grandes partidos de convertirse en mayoría..."

Cambien ustedes las palabras "derecho de asociación" por las de "Internet y redes sociales" y reconocerán conmigo lo que tienen de premonitorias las palabras de Alexis de Tocqueville. ¿Habrán leído los fundadores de Facebook y Twitter "La Democracia en América"

Les propongo como colofón de esta digresión tan personal la lectura del artículo que en el diario El País del pasado 16 de enero, tan solo un día después de la caída definitiva y fulgurante del régimen de Ben Alí en Túnez. Se titula "Revolución democrática en el Magreb. La voz del nuevo Túnez", y lo publicaba el escritor Juan Goytisolo, buen conocedor del mundo árabe. Disfruten de su lectura. Y sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt 



El expresidente tunecino Ben Alí


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martes, 23 de marzo de 2010

Hay que mojarse

 La Cámara de Representantes aprueba la reforma sanitaria de Obama


"La fe en América, la fe en nuestra tradición de responsabilidad personal, la fe en nuestras instituciones. la fe en nosotros mismos nos pide que reconozcamos los nuevos términos del viejo contrato social. Hemos de llevarlo a cabo, lo mismo que hemos llevado a cabo la aparente utopía que Jefferson imaginó para nosotros en 1776, y que Jefferson, Roosevelt y Wilson trataron de llevar a la práctica. Hemos de hacer eso para que no nos devore a todos una ola de miseria, engendrada por nuestro fracaso común. Pero el fracaso no es una costumbre americana, y con la fuerza que da una gran esperanza todos nosotros hemos de llevar nuestra carga común". 

Parece Obama, ¿verdad? Pero no, no son palabras del actual presidente de los Estados Unidos de América, aunque no desmerecen en absoluto de las pronunciada por él con ocasión de la aprobación de la ley de reforma de la sanidad norteamericana, que reproduzco más adelante. Están pronunciadas con ocasión de una conferencia que en plena campaña electoral. el 23 de septiembre de 1932, diera el candidato demócrata Franklin Delano Roosevelt en el Commonwealth Club de San Francisco,cuatro meses antes de convertirse en el trigésimo segundo presidente de los Estados Unidos (1933-1945), y las he tomado del libro "Lecturas de Historia de las ideas políticas" (Unión Editorial, Madrid, 1989), del profesor Fernando Prieto.

Roosevelt hizo "Historia", así, con mayúsculas, con un programa político que recibió el nombre de "New Deal", (en español y literalmente "Nuevo trato"), una política intervencionista puesta en marcha para luchar contra los efectos de la Gran Depresión en Estados Unidos. Este programa se desarrolló entre 1933 y 1938, con el objetivo de mantener a las capas más pobres de la población, de reformar los mercados financieros y de redinamizar una economía estadounidense herida desde el crack del 29 por el desempleo y las quiebras en cadena. Recibió el rechazo radical de los sectores más conservadores y reaccionarios de la sociedad norteamericana de su tiempo. Incluso del propio Tribunal Supremo de los Estados Unidos, que boicoteó sin pudor alguno muchas de las medidas legislativas y ejecutivas del programa. Algo muy parecido a lo que los sectores más conservadores y reaccionarios de la sociedad española, con el PP de Mariano Rajoy al frente, y buena parte de la judicatura y el gran empresariado español como acompañamiento, le están haciendo al presidente Zapatero y a sus propuestas, cualquier propuesta, para relanzar la maltrecha economía española.

Algo muy parecido a lo que le ocurrió a Roosevelt con el "New Deal" le ha pasado ahora al presidente Obama con su propuesta de reforma del sistema sanitario norteamericano, cuya ley votó favorablemente el domingo pasado la Cámara de Representantes, por sólo cinco votos de diferencia, y que hoy martes ha ratificado y promulgado solemnemente en la Casa Blanca.

Para las sociedades democráticas europeas, con sistema sanitarios de salud universales y generalizados para todos o casi todos los segmentos de la población toda esta cuestión parece un tanto surrealista. No lo es si partimos del punto de vista tradicional de la individualista sociedad norteamericana para la que la intervención del Estado, cualquier intervención, en la vida social, económica o política de la sociedad es nociva para la libertad individual de sus conciudadanos.

Los datos que siguen a continuación los he tomado y refundido de informaciones de prensa de estos días, especialmente de El País. 

Estados Unidos carece de un sistema de cobertura universal. Los empresarios garantizan la cobertura de la mayoría de los estadounidenses mientras que otra parte de la población elige aseguradoras privadas. Los términos de casi todos los planes incluyen el pago periódico de cuotas, pero a veces se exige el adelanto de cierta cantidad del coste del tratamiento, cuyo importe depende del tipo de plan concertado.

Sólo a partir de los 65 años, los ciudadanos pueden acceder al programa Medicare, gestionado por el Estado. De la misma manera, Medicaid se hace cargo de familias con sueldos modestos, niños, mujeres embarazadas y personas con discapacidades.

A pesar de ello, los costes de sanidad para el individuo están subiendo de modo dramático. Las cuotas para los sistemas basados en el pago parcial del empresario han crecido cuatro veces más deprisa que los sueldos de los empleados, de manera que su coste se ha duplicado con respecto a hace nueve años. En 2007, el país gastó 1,5 billones de euros en sanidad. Esta cantidad equivale a un 16,2% del PIB, lo cual constituye casi el doble de la media de otros países de la OCDE.

46 millones de habitantes no están asegurados, y otros 25 millones reciben una cobertura insuficiente para sus necesidades. Cuando alguien sin seguro alguno se pone enfermo está obligado a pagar los costes médicos de su propio bolsillo. La mitad de todas las bancarrotas privadas en EE UU se deben en parte a los gastos médicos. Su explosión obligó al Gobierno a inyectar cada vez más dinero en Medicare y Medicaid, y los gastos en ambos programas subieron de un 4% del PIB en 2007 a un 19% en 2008, convirtiendo así los costes de sanidad en el factor más decisivo para el crecimiento vertiginoso del déficit presupuestario norteamericano.

¿Qué ha querido cambiar el presidente Obama? El presidente formuló tres principios que cualquier borrador debía cumplir para poder contar con su apoyo: la reducción de los costes, la garantía de que todos los estadounidenses podrán escoger su propio plan de sanidad, incluido un plan público, y la calidad y la accesibilidad del sistema. Desde las distintas comisiones en el Senado y en la Cámara de Representantes salieron varias propuestas. La primera se decantaba por un sistema de seguro obligatorio en el cual el Estado apoyaría con subvenciones a las personas necesitadas, con que la sanidad pública sólo estaría abierta a los que no tienen cobertura a través de un empleador. Otras dos rechazaban la opción pública y prefieren una solución mixta de aseguradoras privadas y cooperativas médicas sin ánimo de lucro.

La reforma sanitaria, con un coste de 938.000 millones de dólares (700.000 millones de euros) en 10 años, se centra en ayudar económicamente a las familias que no pueden pagar las primas de los seguros y en frenar los abusos de las aseguradoras. Éstas son las 10 claves del proyecto:

1.  La ley obliga a todos los ciudadanos estadounidenses y residentes legales a disponer de un seguro médico a partir de 2014 o pagar una multa si no lo hacen. Para ayudar a las personas de rentas más bajas, el Estado subvencionará a todas aquellas familias con ingresos anuales inferiores a 88.200 dólares o individuos con ingresos hasta 29.300 dólares anuales.

2.  La Oficina de Presupuesto del Congreso calcula que 32 millones de personas sin seguro contarán con asistencia sanitaria en los próximos años.

3.  Entre 15 y 20 millones de personas, en su mayor parte inmigrantes irregulares quedarán fuera del sistema. El Gobierno puede eximir también de la obligación del seguro a ciertos colectivos por razones religiosas o étnicas, como los indios americanos. Se calcula también que un grupo significativo quede sin cobertura por vivir en la marginalidad.

4.  ¿Ventajas para los posedores actuales de pólizas de cobertura sanitaria?: Mejorará las condiciones de sus actuales pólizas con las aseguradoras privadas. Entre otras cosas, las compañías no podrán rechazar a un cliente por sus condiciones médicas preexistentes o expulsarlo al contraer una enfermedad de larga duración. Esto permitirá, por ejemplo, asegurar a miles de enfermos de sida o de mujeres que tuvieron una cesárea en el parto.

5.  La idea original de Barack Obama era la de incluir en la reforma la opción de un seguro público (para un 5% de la población, aproximadamente), pero eso fue rechazado durante el debate en el Congreso. Un seguro exclusivamente público al estilo europeo es de difícil implantación en un país de las dimensiones de éste y no cuenta en estos momentos con suficiente apoyo popular por razones de carácter cultural, histórico y político.

6.  Con esta reforma el Gobierno asume el papel de intermediario entre el público y las compañías privadas y se responsabiliza de que la cobertura sea adecuada y lo más universal posible.

7. Algunas medidas aprobadas por la nueva ley entrarán en vigor inmediatamente. Pero las más relevantes, como las subvenciones a los no asegurados o la obligación de las aseguradoras a aceptar a todos los enfermos, empezarán a aplicarse en 2014. Técnicamente, es imposible que el sistema asuma de repente 32 millones de nuevos usuarios.

8. Entre las medidas que entrarán en vigor ahora mismo hay algunas muy importantes, como la prohibición a que las aseguradas rechacen por condiciones médicas preexistentes a los menores de 19 años, la autorización a que los hijos puedan permanecer en el seguro de sus padres hasta los 26 años o las ayudas a los jubilados para pagar las medicinas.

9. La mayor parte de los trabajadores norteamericanos son asegurados por la empresa en la que trabajan. Hasta ahora, cuando perdían el trabajo, perdían también el seguro. Con esta ley, los desempleados recibirán ayuda para comprar un seguro en una bolsa que se creará para ese fin.

10. A partir de ahora todas las empresas están obligadas a ofrecer seguro a sus trabajadores. Habrá ayudas para las pequeñas empresas que no puedan afrontar este gasto por peligro de quiebra.

En El País de hoy martes, Paul Krugman, Premio Nobel de Economía y profesor en la Universidad de Princeton. escribe un interesante artículo titulado titulado "El fracaso del miedo", que me parece sintetiza muy bien la sensación del "por qué" cabe considerar que estamos ante un hecho histórico, casi sin precedentes en la vida norteamericana, y que marcará -sin duda para bien- la presidencia de Obama. Es la diferencia entre hacer "política" y "politiquear". Lo reproduzco más adelante. Espero que les resulte interesante. Y en la sección de vídeos, en la columna derecha del blog, he puesto uno bajado de YouTube sobre lo que significó el "New Deal" del presidente Roosevelt en los años 30 del pasado siglo. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt





"Discurso del presidente Obama tras la aprobación de la ley de reforma de la sanidad norteamericana".
El País - Internacional - 22-03-2010

Buenos días, a todos. Esta noche, después de cerca de 100 años de negociación y frustración, después de décadas de intentos, y de un año de constante esfuerzo y debate, el Congreso de Estados Unidos ha aprobado finalmente que los trabajadores estadounidenses y las familias estadounidenses y los pequeños empresarios estadounidenses merecen la seguridad de saber que aquí, en este país, ni una enfermedad ni un accidente debería poner en peligro los sueños por los que han trabajado toda la vida.

Esta noche, en un momento en que los críticos dijeron que ya no era posible, nos sobrepusimos al peso de nuestra política. Hicimos retroceder la influencia excesiva de intereses particulares. No caímos en el recelo ni el cinismo ni el miedo. En lugar de eso, demostramos que aún somos gente capaz de hacer grandes cosas y enfrentarnos a nuestros más grandes retos. Probamos que este Gobierno -un Gobierno del pueblo y para el pueblo- todavía trabaja para el pueblo.

Quiero dar las gracias a cada miembro del Congreso que se levantó esta noche con coraje y convicción para hacer realidad la reforma del sistema sanitario. Y sé que éste no fue un voto sencillo para mucha gente. Pero fue el voto correcto. Quiero agradecer a la presidenta Nancy Pelosi su extraordinario liderazgo, y al líder de la mayoría Steny Hoyer y al coordinador Jim Clyburn su dedicación para conseguir acabar el trabajo. Quiero agradecer a mi excepcional vicepresidente, Joe Biden, y a mi maravillosa secretaria de Sanidad y Servicios sociales, Kathleen Sebelius, su fantástico trabajo en este asunto.

Quiero dar las gracias a los muchos trabajadores en el Congreso, y a mi increíble equipo en la Casa Blanca, que han trabajado sin descanso durante el último año con estadounidenses de todas las clases sociales para forjar un paquete de reformas que finalmente sea digno del pueblo al que fuimos enviados a servir.

La votación de hoy responde a los sueños de tantos que han luchado por esta reforma. A cada estadounidense anónimo que se tomó un momento para sentarse y escribir una carta o redactar un correo electrónico con la esperanza de que su voz sería escuchada, ha sido escuchada esta noche. A los incalculables ciudadanos que llamaron a las puertas e hicieron llamadas de teléfono, que se organizaron y movilizaron con la firme convicción de que el cambio en este país no viene de arriba, sino desde abajo, déjenme reafirmar su convicción: este momento es posible gracias a ustedes.

Lo más importante, la votación de hoy responde a las plegarias de cada estadounidense que tenía la honda esperanza de que se hiciera algo con un sistema de sanidad que funciona para las compañías de seguros, pero no para la gente corriente. Para la mayoría de estadounidenses, este debate nunca ha girado sobre abstracciones, sobre la lucha entre derecha e izquierda, republicanos o demócratas, siempre ha sido sobre algo más personal. Es sobre cada estadounidense que conoce el impacto de abrir un sobre y comprobar que las primas se han disparado de nuevo en una época que ya es suficientemente dura. Es sobre cada padre que sabe lo que es la desesperación de intentar conseguir cobertura para un niño con una enfermedad crónica y sólo escuchar "no", una y otra y otra vez. Es sobre cada pequeño empresario autónomo obligado a elegir entre asegurar a sus empleados o mantener el negocio abierto. Nos hemos entregado a esta causa por ellos.

Esta noche no es una victoria para el partido de cada uno, es una victoria para ellos. Es una victoria para el pueblo estadounidense. Es una victoria para el sentido común.

Ahora, ni que decir tiene que la votación de esta noche levantará un frenesí de análisis inmediatos. Habrá comentarios sobre los ganadores y perdedores en Washington, predicciones sobre qué significa para los demócratas y los republicanos, para mi saldo electoral, para mi Administración. Pero después de que el debate se desvanezca y los pronósticos se desvanezcan y el polvo se asiente, lo que permanecerá en el recuerdo no es el sistema puesto en marcha por el Gobierno que algunos temían, o el status quo que sirve a los intereses de la industria aseguradora, sino un sistema sanitario que incorpora las ideas de ambas partes, un sistema que funciona mejor para el pueblo estadounidense.

Si tiene un seguro médico, esta reforma sólo le da más control para frenar los peores excesos y abusos de la industria aseguradora, con algunas de las más severas medidas de protección que este país ha conocido, de modo que consiga aquello por lo que paga.

Si no tiene un seguro, esta reforma le da la oportunidad de acudir a un sistema centralizado para comprarlo, que le dará opciones, competencia y precios más baratos. Y eso incluye la mayor bajada en la historia del coste de la asistencia sanitaria para familias y pequeños negocios, así que si pierde su empleo y cambia de trabajo, o comienza un nuevo negocio, será finalmente capaz de comprar asistencia de calidad y asequible, y la seguridad y la tranquilidad de espíritu que conllevan.

Esta reforma es lo que había que hacer por nuestros mayores. Hace Medicare más fuerte y solvente, y extiende su vigencia casi una década. Y es lo que había que hacer por nuestro futuro. Reducirá nuestro déficit en más de 100.000 millones de dólares en la próxima década, y en más de un billón en la década siguiente.

Así que no es una reforma radical. Pero es una reforma muy importante. Esta ley no arreglará todo lo que funciona mal en nuestro sistema sanitario. Pero nos mueve decisivamente en la dirección correcta. Así es el verdadero rostro del cambio.

Pero por muy crucial que sea este día, no es el fin de este viaje. El martes, el Senado tomará las enmiendas a esta ley que la Cámara ha adoptado, y son enmiendas que han fortalecido esta ley y eliminado disposiciones que no cabían en ella. Algunos han predicho otro asedio con maniobras parlamentarias para retrasar la aprobación de estas mejoras. Espero que no suceda. Es tiempo de llevar este debate a su fin y comenzar la dura labor de llevar a la práctica de forma adecuada esta reforma por el bien de los estadounidenses. Este año, y los años siguientes, tenemos la solemne responsabilidad de hacerlo bien.

Este día tampoco supone el final de la tarea a la que se enfrenta nuestro país. La tarea de revitalizar nuestra economía continúa. El trabajo de promover la creación de empleo en el sector privado continúa. La tarea de volver los sueños de las familias estadounidenses a su alcance continúa. Y seguimos marchando, con renovada confianza, con la energía que da esta victoria en su nombre.

Finalmente, este día representa otro cimiento firmemente colocado en la fundación del sueño americano. Esta noche, respondimos a la llamada de la historia como hicieron muchas generaciones de estadounidenses antes que nosotros. Cuando nos enfrentamos a la crisis, no rehuimos el desafío, lo superamos. No evitamos nuestra responsabilidad, la aceptamos. No temimos nuestro futuro, le dimos forma.



Paul Krugman, Premio Nobel de Economía 2008



"EL FRACASO DEL MIEDO", por Paul Krugman
EL PAÍS  -  Opinión - 23-03-2010

La víspera de la votación del domingo sobre la reforma de la sanidad, el presidente Barack Obama pronunció un discurso improvisado ante los demócratas de la Cámara de Representantes. En él explicó por qué su partido debía aprobar la reforma: "A veces llega un momento en el que tenemos la oportunidad de justificar todas las esperanzas que teníamos sobre nosotros mismos y sobre nuestro país, de cumplir las promesas que hicimos... Y éste es el momento de hacer realidad esa promesa. No estamos obligados a ganar, pero sí a ser sinceros. No estamos obligados a triunfar, pero sí a hacer que la luz que tengamos, por poca que sea, brille".

Desde el otro bando, Newt Gingrich, el republicano que fue presidente de la Cámara -y al que muchos consideran un líder intelectual en su partido- dijo que, si los demócratas aprobaban la reforma, "destruirán su partido como lo dejó destrozado Lyndon Johnson durante 40 años" al aprobar las leyes sobre los derechos civiles.

Me atrevo a decir que Gingrich se equivoca en eso: las propuestas para mejorar la sanidad suelen ser polémicas antes de entrar en vigor -Ronald Reagan decía que Medicare significaría el fin de la libertad en Estados Unidos-, pero, una vez aprobadas, son siempre populares.

Sin embargo, no es eso de lo que quiero hablar aquí. Lo que quiero es llamarles la atención sobre el contraste entre un bando, cuyo alegato final apelaba a lo mejor de nosotros mismos, exhortaba a los políticos a hacer lo debido, aunque perjudicara sus carreras, y el otro, en el que no hubo más que un cinismo despiadado. Piensen lo que significa condenar la reforma sanitaria comparándola con la Ley de Derechos Civiles. ¿Quién puede decir hoy en Estados Unidos que Johnson se equivocó al impulsar la igualdad racial? (La verdad es que sabemos quién: los que, durante la manifestación del Tea Party, en vísperas de la votación, se dedicaron a utilizar epítetos raciales como insultos contra los demócratas del Congreso).

Y ese cinismo ha caracterizado toda la campaña contra la reforma.

Algunos ideólogos conservadores fingieron que habían reflexionado mucho y afirmaron que les preocupaban las repercusiones fiscales de la reforma (sin tener en cuenta, curiosamente, la aprobación fiscal de la Oficina Presupuestaria del Congreso), o que querían que se controlasen más enérgicamente los costes (pese a que esta reforma controla los costes sanitarios más que todas las leyes anteriores). Sin embargo, en su mayoría, los opositores no se molestaron en fingir que iban a estudiar ni el sistema de salud existente ni el plan moderado y centrista -muy parecido a la reforma introducida por Mitt Romney en Massachusetts- que proponían los demócratas.

La oposición consistió fundamentalmente en utilizar el miedo y las emociones, sin atenerse a los hechos ni mostrar la más mínima decencia.

No fue sólo el infundio de los comités de la muerte. Fue la utilización del odio racial, como en el artículo de Investor's Business Daily que declaró que la reforma sanitaria era "discriminación positiva con esteroides, decidir todo, desde quién llega a médico hasta a quién se trata, en función del color de la piel". Fueron las afirmaciones disparatadas sobre la financiación de los abortos. Fue la insistencia en que era dictatorial dar a los jóvenes trabajadores estadounidenses la garantía de que dispondrían de seguro de salud cuando lo necesitaran, una garantía de la que las personas mayores disfrutan desde que Johnson -a quien Gingrich considera un presidente fracasado- impulsó Medicare pese a los aullidos de los conservadores.

Debe quedar claro que esta campaña del miedo no la ha llevado a cabo un sector radical al margen del aparato republicano. Al contrario, el aparato ha intervenido y la ha autorizado desde el principio. Políticos como Sarah Palin -que fue, recordémoslo, la candidata republicana a la vicepresidencia- se apresuraron a difundir la mentira de los comités de la muerte, y otros supuestamente razonables y moderados como el senador Chuck Grassley se negaron a decir que no era verdad. En la víspera del gran día, los congresistas republicanos dijeron que "la libertad muere un poco hoy" y acusaron a los demócratas de "tácticas totalitarias", que me parece que quería decir el proceso denominado "votación".

Es indudable que la campaña del miedo fue eficaz: la reforma sanitaria pasó de ser muy popular a tener muchas opiniones en contra, aunque las encuestas mejoraron en los últimos días. Ahora bien, lo importante era saber si bastaría para impedir la reforma.

La respuesta es no. Los demócratas lo han logrado. La reforma sanitaria aprobada por el Senado va a convertirse en ley, con un texto mejorado después de que se limen las diferencias entre las dos versiones. Es una victoria política para Obama y un triunfo para Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara. Pero es también una victoria para el alma estadounidense. Al final, una ofensiva cruel y sin principios no fue capaz de obstruir el camino. Esta vez, el miedo fracasó.
El presidente Franklin D. Roosevelt (1933-1945)



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Entrada núm. 1285 -
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"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

martes, 22 de diciembre de 2009

Bienvenidos al mundo real...




Logo Oficial de la Conferencia de Copenhague, Dic. 2009





¡Señoras y señores!..., ¡bienvenidos al mundo real!... La Conferencia sobre Cambio Climático de Copenhague, auspiciada y celebrada bajo el manto de Naciones Unidas, ha dejado entre otras muchas, dos lecciones reales: 1) El mundo es como es, y no como nos gustaría que fuera; y 2) En este mundo real sólo hay dos que corten "el bacalo", China y USA, y todos los demás vamos de comparsas. Y el que sean dos, se lo debemos a Obama, porque si no es por él, sólo hay "UNO": China.

No soy abogado, pero me muevo con bastante comodidad en el mundo del Derecho y las Leyes, y se por experiencia que cualquier mal acuerdo es preferible a un buen juicio. El que nadie haya salido contento de Copenhague es una buena señal, lo crean o no. Porque en Copenhague podía haber habido ganadores "absolutos: por poner un solo ejemplo, los que querían que fracasara la Conferencia; entre ellos, el "Quinteto de la Dignidad": Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia y Sudán, y por supuesto, China, y los "negacionistas" del occidente capitalista.

Como buen escéptico que soy, es decir, un optimista chamuscado por la realidad, también me parece positivo, y si lo calibran y piensan, creo que a ustedes también, el "papelón" que han hecho, individualmente, Merkel, Sarkozy y Brown: ninguno. Y eso es bueno, porque les obliga a replantearse que en este mundo "a dos", los 27 gobiernos de la Unión Europea, individualmente, no son nada, pero juntos, pueden, sólo pueden, quizá, ser los "terceros"... Ellos verán. Supongo que siempre quedarán estúpidos dispuestos a seguir siendo cabeza de ratón en su ratonera en lugar de cola de león al aire libre. Ese es su problema. No dejen que sea el nuestro.

Sobre la Conferencia en sí, y sobre la nueva gobernanza mundial "a dos" que se nos viene encima, comienzan a conocerse algunos entresijos que las apresuradas crónicas televisivas o periodísticas, algunas interesadas en un sentido o en otro, no han trasladado al público. Les sugiero la lectura de las entradas de ayer y hoy del Blog "Del alfiler al elefante" que escribe el periodista Lluís Bassets. Por supuesto, es sólo una opinión, pero resulta interesante... Bienvenidos al mundo real, señoras y señores. ¡Ah!, y felicidades a los que les haya tocado el Gordo de Navidad. A los demás, nos toca seguir barajando... Tamaragua, amigos. (HArendt)





China-USA: Ellos son los que mandan




Blog "Del alfiler al elefante"
21 diciembre, 2009 - Lluís Bassets
ASÍ SE GOBIERNA EL PLANETA

La nueva forma de gobernar el mundo está ya en marcha y apenas ha suscitado titular alguno en los periódicos. Todo lo que se ha acordado en Copenhague en la conferencia sobre el cambio climático ha sido obra del acuerdo bilateral entre Washington y Pekín, el nuevo directorio del planeta, formado por las dos mayores potencias contaminantes. No es extraño que la resolución haya sido recibido de uñas por casi todos, aunque finalmente el pleno de la conferencia adoptara resignadamente el acuerdo sin votarlo bajo la burocrática forma de tomar nota. Más que en cualquier otra reunión internacional se ha visto esta vez quien corta de verdad el bacalao en el mundo.

Se llama acuerdo, pero es una mera declaración de intenciones. Será la base para intentarlo de nuevo en México dentro de un año. No hay cifras de reducción de emisiones, aunque sí las hay de objetivo: limitar el incremento de la temperatura a dos grados centígrados como máximo. Los expertos aseguran que por este camino no será posible, ni siquiera cumpliendo con estas intenciones. Los países en desarrollo querían que el objetivo fuera un grado y medio. Han aparecido en cambio cuantificaciones de la ayuda que las naciones ricas deben suministrar a las más pobres para compensarlas por las limitaciones de emisiones: 100.000 millones de dólares al año a partir de 2020.

Obama necesitaba un acuerdo muy inconcreto, que le permita obtener del Congreso un mandato para negociar recortes cuantificados. Wen Jiabao quería regresar a Pekín sin ceder ni una pulgada de su soberanía nacional en cuanto a la inspección internacional sobre el cumplimiento de los compromisos de reducción. Ambos han conseguido lo que querían porque han sido ellos, a partir de la iniciativa norteamericana, los que han fabricado el Acuerdo de Copenhague.

A quienes no les gusta hay que recordarles que Clinton firmó Tokio, el Congreso lo rechazó y Bush ya ni siquiera se planteó la posibilidad de firmar acuerdo alguno, limitado incluso por su profundo escepticismo respecto a la influencia de las emisiones en el clima del planeta. China, a rebufo de la actitud negacionista del Washington conservador, se lo miraba tranquilamente desde la barrera, y ahora en cambio se ha integrado en el proceso.

Quienes creen que Copenhague ha sido un fracaso lamentable y sobre todo se apuntan al catastrofismo deberían recordar de dónde venimos. Hay siempre una conferencia de retraso, es verdad. Pero Obama ha puesto de nuevo a Estados Unidos en la negociación y ha arrastrado a China. Quizás contra Bush vivíamos mejor y Naciones Unidas podía aprobar bellas resoluciones a las que se adherían incluso regímenes nada ejemplares. Pero el mundo real es el que consiguió en Copenhague que se reconozca por primera vez el problema, se decida emprender un camino de reducciones de emisiones y se propongan objetivos de inversiones en los países en desarrollo.

Ciertamente, el mundo que se ha dibujado estos días está lleno de nubarrones y turbulencias. Juntar a 15.000 personas durante quince días para que al final sea la reunión entre Obama y Wen donde se decida todo debe ser bastante fastidiado para quienes sueñan en un gobierno mundial dirigido parlamentariamente por los representantes de los estados soberanos.

También debe ser muy difícil de tragar para muchos otros: por ejemplo, nuestros amados líderes europeos, empezando por Merkel, Sarkozy y Gordon Brown, para los que Obama tuvo atenciones y gestos, que no pudieron ocultar el mayor peso de la reunión de los emergentes, donde China y Estados Unidos terminaron de trenzar el acuerdo. En ella no había, por no haber, ni un sólo europeo, ni viejo ni nuevo, ni de la Comisión ni del Consejo. Estaban el indio Singh, el brasileño Lula, el sudafricano Zuma y naturalmente los dos grandes.

La reunión de los cinco (los jefes de estado y gobierno más algunos asesores, 15 personas en total) a puerta cerrada donde se fraguó el acuerdo pasará a la historia. Obama y Wen se habían citado para una reunión bilateral, pero el primer ministro chino estaba prolongando su reunión con los tres emergentes, de forma que Obama irrumpió en la sala y se incorporó a la mesa. En este encuentro del que sabemos muy poca cosa, el negociador chino Xie Henhua, que acompañaba a Wen, tuvo una intervención airada advirtiendo a Obama con el dedo, que no fue traducida por indicación del primer ministro.

El propio Wen asumió el protagonismo del encuentro, en paralelo a Obama. No se puede obviar el dinamismo y protagonismo del presidente norteamericano en la recta final de la reunión para conseguir un texto final con la firma de los principales contaminantes. No todos los presidentes que ha tenido Estados Unidos son capaces de una actuación de este tipo. Clinton sí, pero Bush hijo no. Obama se jugaba mucho en este envite, y no podía de ninguna manera regresar con las manos vacías a Washington.

Lo mismo pensaron los representantes de los 183 países que dieron por bueno el acuerdo: la única alternativa era el fracaso absoluto, hasta poner en peligro el propio proceso multilateral de reducción de emisiones. Y sólo cinco países preferían cualquier cosa, incluido el fracaso absoluto, antes que regalar algo a Estados Unidos: Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Cuba y Sudán. La lista habla por sí sola





Consejo Europeo: Convidados de piedra




Blog "Del alfiler al elefante"
22 diciembre, 2009 - Lluís Bassets
MODESTAS VICTORIAS

Esa reunión en la que se coló Obama, el pasado viernes en el Bella Center de Copenhague, dará mucho que hablar. Tanto, que pasará a la historia como uno de esos momentos decisivos en que todo se juega por una iniciativa inesperada. Si el presidente norteamericano hubiera seguido esperando al primer ministro chino Wen Jiabao, que no había acudido a la cita que tenían concertada, o la hubiera anulado, en vez de irrumpir en la sala donde estaba reunido con los representantes de Brasil, India y Sudáfrica, se habría encontrado probablemente con que le servían un acuerdo cocinado enteramente por China y los otros tres emergentes, que le hubiera dejado en muy mal lugar o hubiera incluso dinamitado el proceso de revisión del protocolo de Kioto.

Se entiende que a muy pocos les guste el Acuerdo de Copenhague, pero nadie podrá discutirle al presidente norteamericano uno de sus éxitos más difíciles y personales, que a su regreso en Washington ha podido juntar a la inminente aprobación de su reforma del sistema de salud, después de recoger el compromiso del último de los 60 votos que necesita en el senado. Antes de terminar el año, Obama ya tiene en el bolsillo sus dos primeras victorias. Hasta este pasado fin de semana era un jugador de simultáneas de ajedrez con todas las partidas abiertas, según imagen brillante de Henry Kissinger. Ahora ya ha conseguido vencer en dos de ellas.

Sabemos muy bien qué dirán sus críticos: que son victorias pírricas. Sobre todo desde la izquierda. Desde la derecha más bien se dirán cosas de sentido contrario. Sobre todo los negacionistas del cambio climático y quienes prefieren que el Estado no interfiera en la organización de los sistemas sanitarios. Unos y otros deben saber que las únicas victorias posibles en el nuevo mundo multipolar, de poderes limitados y obligadamente negociadores, son así: victorias modestas, frágiles, temporales incluso; que luego requieren obstinación para mantenerlas. No hay otras. La alternativa a estas victorias probablemente es la nada, el statu quo.

Respecto al cambio climático, el éxito de Obama se cifra únicamente en que evitó el fracaso. Las consecuencias de una conferencia sin resultado alguno habrían sido incalculables. Quienes aseguran que la negociación a cinco y a puerta cerrada ha ninguneado el sistema multilateral de Naciones Unidas tienen razón; pero imaginemos si no sale nada de Copenhague el sábado. La fórmula de salvación, ese acuerdo que es sólo una declaración, aprobado por el sistema de tomar nota porque no hay consenso real, embarca sin embargo a los dos principales contaminantes en el proceso, China y Estados Unidos, sabiendo que el tercer contaminante, la Unión Europea, está embarcada incondicionalmente.

Las modestas victorias de Obama contrastan con las discretas derrotas de dos estrellas del firmamento internacional. El brioso Nicolas Sarkozy hizo todo lo que pudo para apuntarse algún tanto, incluyendo la apertura de una negociación por su cuenta con Brasil, y tuvo que contentarse con subirse al carro de Obama sin rechistar. Angela Merkel recibía la apelación de canciller del Clima, pero en la negociación de Copenhague quedó también en la cuneta. Veremos cómo asimilarán el fracaso los europeos y si consiguen recuperarse del batacazo.

Si la victoria de Obama es modesta la de China es tan estridente como discreta la cobertura de sus medios de comunicación (para algo funcionan allí las consignas y hay disciplina de partido). A la superpotencia emergente se debe el peligroso final de la cumbre, que estuvo a punto de naufragar. China estaba muy cómoda hasta ahora, agazapada detrás de los países del Tercer Mundo y como si fuera uno de ellos, lanzando pullas contra los países industrializados.

Bush les sentaba de maravilla a los chinos, porque no tenían que salir a jugar esta partida. En ausencia de Bush, han tenido que dejar que los países más pobres exigieran reducciones imposibles a los más ricos: China no quiere reducción cuantificada alguna y menos fuera de su directo control político. Pero tampoco quiere aparecer como unilateralista ni insolidaria con los países en desarrollo.

El único que podía sacar a los chinos a la pista de baile era Obama, aunque fuera a rastras, como así sucedió. Probablemente hubieran preferido un fracaso total de la Cumbre, pero no querían cargar con la responsabilidad y la imagen internacional, que les convertiría en una superpotencia ya no tan tranquila ni pacífica y con una cierta prepotencia imperial. De ahí sus cesiones, con las que ganan tiempo y margen para empezar una negociación en la que todavía no están implicados.




Naciones Unidas: reforma inaplazable





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Entrada núm. 1263 -
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sábado, 28 de noviembre de 2009

Wikipedia




El logotipo de la Wikipedia




Hace unas semanas, en octubre pasado, acompañé a mi hija Ruth y su marido, Ramón, al inicio de sus cursos respectivos en Lengua y Literatura española y Derecho en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, en Las Palmas. Fue un emotivo reencuentro con mi Universidad, por la que hacía varios años que no pasaba y que me dio ocasión para saludar a "viejos" profesores amigos. En la presentación del Curso 2009-2010 a los nuevos alumnos, uno de esos "viejos" amigos, profesor titular en la Universidad de Las Palmas de Derecho Romano y coordinador de los estudios de Derecho y profesor-tutor en el centro asociado de la UNED, les dijo a modo de introducción: "Las fuentes del Derecho son (según el artículo 1.1 del Código Civil) la ley, la costumbre y los principios generales del Derecho, y ahora, además, la Wikipedia". Lo dijo en broma, supongo, pero estaba corroborando de manera implícita una opinión generalizada: la de que hoy por hoy, la Wikipedia, la enciclopedia universal en línea, es un instrumento de información utilísimo e imprescindible. ¿Qué tiene imperfecciones y presenta errores? Por supuesto que sí, pero si no la sacralizamos y aprendemos a movernos a través de los datos que nos facilita de manera casi instantánea, separando lo que contiene de "información", "opinión" y "fuentes", su utilidad es manifiesta. Un consejo, lean el artículo de que se trate hasta el final, accedan a los vínculos electrónicos que estimen de interés de entre los que aparezcan en pantalla, y muy especialmente, visiten las fuentes de referencia que se citan al final de cada uno de sus artículos. Y ya me contarán después. Prueben con cualquier tema que se les ocurra y búsquenlo en Google, por ejemplo, y abran el enlace que venga referenciado a Wikipedia: Obama, Al-Qaeda, Homer Simpson, F.C. Barcelona, Cambio climático, Natación sincronizada, Dios, o Derecho Romano, porque no...

Revista de Libros (aquí) en su número de noviembre, le ha dedicado uno de sus artículos de cabecera, titulado "Planeta Wikipedia", escrito por el profesor de Ciencia Política de la Universidad de Málaga, Manuel Arias Maldonado. Es una historia exhaustiva e interesantísima de los orígenes, fundación, desarrollo, expansión, ¿y crisis de crecimiento? de Wikipedia. Y de sus posibilidades y problemas. Pueden leerlo en la propia Revista de Libros (aquí), aunque más adelante lo reproduzco literalmente con el permiso de su autor y de la editora de la Revista. Espero que lo disfruten. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)






Jimmy Wales, el fundador de Wikipedia





"PLANETA WIKIPEDIA", por Manuel Arias Maldonado
Profesor de Ciencia Política en la Universidad de Málaga
Revista de Libros nº 155, noviembre 2009

Durante el pasado mes de febrero, el primer ministro británico, Gordon Brown, sucumbió a la lírica mientras trataba de explicar la naturaleza de la actual crisis económica en la Cámara de los Comunes. Y habló así: «Me viene a las mientes la historia de Tiziano, el gran pintor que, al terminar el último de sus espléndidos cien cuadros a la edad de noventa años, dijo: “Por fin aprendo a pintar”. En ese mismo punto estamos todos nosotros». A la semana siguiente, David Cameron, líder de la oposición conservadora, replicó: «El primer ministro nunca maneja bien los hechos: dijo ser como Tiziano a los noventa años. Pero Tiziano murió a los 86». Sigue un revuelo, se oyen risotadas, el speaker pide silencio. Y a otra cosa. Pero la historia no termina aquí. Cuatro minutos antes del final de esta sesión de control, la entrada dedicada a Tiziano en la Wikipedia anglosajona fue alterada con arreglo a la afirmación del líder tory: si antes figuraban 1485 como fecha de nacimiento y 1576 como fecha de defunción, ahora aparecían, respectivamente, 1490 y 1572. ¡Chocante! Concebido para estos menesteres, el Wikipedia Scanner rastreó el origen de la modificación, que resultó ser una dirección IP –o registro de usuario único de Internet– de la sede del Partido Conservador en el suroeste de Londres. Así que un portavoz salió a decir que algún miembro de la oficina había incurrido en exceso de celo. Bien, pero, ¿cuándo murió Tiziano? En realidad, no hay acuerdo al respecto: solía pensarse que en torno a 1577; ahora se cree que después de 1580. Para el Metropolitan Museum de Nueva York, por ejemplo, fue en 1576. Que es lo mismo que decía Wikipedia antes de su interesada alteración.

Es ciertamente difícil hablar de Wikipedia sin recurrir –como decía Pessoa– a la cobardía del ejemplo. Durante los últimos años, de hecho, hemos tenido noticia regular de episodios similares. Sin embargo, nadie parece tener claro qué conclusión extraer de los mismos: la enciclopedia es defendida, atacada e ignorada a partes iguales. Pero es evidente que el desconocido apparatchik conservador la corrigió porque pensó que los británicos se dirigirían a ella para comprobar quién tenía razón, si el primer ministro o el líder de la oposición, en la inopinada querella acerca de la muerte de Tiziano. Y probablemente no se equivocaba. Desde su aparición, en enero de 2001, Wikipedia ha crecido vertiginosamente, hasta alcanzar, ocho años después, los trece millones de artículos, en 262 lenguas distintas; su edición anglosajona contiene casi tres millones de entradas y otras veinticuatro ediciones poseen, al menos, cien mil. Así, por ejemplo, la página dedicada a Michael Jackson ha recibido treinta millones de visitas desde su fallecimiento. Aunque su visibilidad es quizá menor en un país tan atrasado como España, Wikipedia ha alcanzado ya una importancia formidable como fuente de información y –fama obliga– controversia. Semejante éxito ha servido para inspirar algunas réplicas, poner en marcha una contraparte ideológica –la Conservapedia– llamada a combatir el sesgo progresista de Wikipedia y provocar, incluso, un razonable pánico en las enciclopedias tradicionales1. Desde luego, no es poco.

Sus fundadores y comentaristas, empero, formulan objetivos más ambiciosos. Habla Jimmy Wales, cofundador y, todavía hoy, máximo gestor de la enciclopedia: «Imaginemos un mundo donde cualquier persona tiene libre acceso a la suma de todo el conocimiento humano. Eso es lo que nosotros estamos haciendo»2. Wikipedia sería, junto a iniciativas como Google Books, la avanzadilla de un cambio tecnológico que comporta un cambio cultural; o viceversa. Robert Darnton saludaba así, en las páginas de The New York Review of Books, el acceso libre a un creciente número de plataformas de artículos digitalizados: «La democratización del conocimiento parece estar a nuestro alcance. Podemos hacer realidad el ideal de la Ilustración [...]: una República Digital de Aprendizaje»3. Desde este punto de vista, el viejo problema del acceso a la información quedaría resuelto de una vez por todas; su velocidad de circulación crecerá exponencialmente y, como resultado, la humanidad dará lo mejor de sí misma. Borges meets Asimov.

Sin embargo, cuando allá por 2001 Jimmy Wales hablaba de todo el conocimiento humano, acaso ignoraba que sus palabras terminarían adoptando un sentido literal: Wikipedia alberga la biografía de quinientos personajes de Pokémon, popular videojuego de origen japonés. En su versión española, Ana Obregón recibe más y mejor atención que Ricardo de la Cierva. Y así sucesivamente. Al mismo tiempo, su fiabilidad ha sido cuestionada por distintos estudios, como el ameno La revolución Wikipedia, disponible en español. Tal como se pregunta Stacy Schiff desde la atalaya de The New Yorker: «¿Qué decir de una enciclopedia que a veces es precisa, a veces no lo es, y a veces es analfabeta?»4. Se pueden decir muchas cosas. Y puede jugarse con las metáforas. Pero antes es conveniente saber cómo hemos llegado hasta aquí.

¡ES LA TECNOLOGÍA, ESTÚPIDO!

Wikipedia es una enciclopedia digital basada en una herramienta de software libre, la wiki, que permite a cualquier usuario editar en cualquier momento el contenido de cualquier página. Su ideal es la combinación de la vieja vocación enciclopédica con las nuevas posibilidades tecnológicas. Si Umberto Eco dijo una vez que el principal deber de una persona culta es estar dispuesto en todo momento a reescribir la enciclopedia, Wikipedia habría convertido este tropo en realidad5.

Aunque su fundación data de 2001 y las ideas que la animan proceden confesamente del ímpetu racionalista y documental de la Ilustración europea, Wikipedia tiene sus orígenes en el movimiento del software libre. Desde los años sesenta del pasado siglo, este popular movimiento preconiza la libertad en el uso, adaptación y reconfiguración de los programas informáticos, en la creencia de que éstos mejorarán mediante el ejercicio de esta suerte de inteligencia colectiva. Wikipedia no sólo se basa en una herramienta de software libre, sino que comparte su filosofía: bautizada por su creador, Howard G. Cunningham, con una palabra hawaiana que significa «rápido», la wiki permite la elaboración del contenido de una página por sus usuarios: cualquiera puede verla y editarla, sin la intervención de ningún moderador, ni la fijación de filtro alguno; los cambios, además, admiten reversión. Se trata, con todo ello, de acelerar cooperativamente la generación y mejora de información: lo que uno no sepa, lo sabrá otro. De modo que una wiki no es sólo un instrumento tecnológico, sino una forma de organizar la colaboración entre individuos. Y aunque ya existían comunidades digitales basadas en la wiki, ahora se emplea este recurso con un fin bien concreto: dar forma a una enciclopedia mediante el uso de este instrumento técnico.

Es natural, entonces, que Wikipedia explote las posibilidades intrínsecas al medio que la hace posible. Esto significa que la adaptabilidad y el cambio son sus rasgos definitorios: la Wikipedia no es estática, ni posee nunca una forma definitiva; todos sus artículos son, por definición, provisionales. Es tentador considerarla, à la Baumann, símbolo oficial del conocimiento líquido. Sin embargo, que Wikipedia sea una enciclopedia digital –en lugar de ser sólo una enciclopedia– se manifiesta asimismo en el empleo de otra herramienta técnica: el hipertexto. O posibilidad de incluir en un artículo vínculos que conducen a otros artículos: una página es una página. Wikipedia puede así leerse en cualquier orden y admite múltiples itinerarios. Para algunos lectores, esto es una distracción; para otros, una fuente infinita de posibilidades. Sarah Boxer ha celebrado «el ethos asociativo y la obsesión con la conexión» propia de Internet, algo que, sencillamente, no cabe en un libro6. Y es que el hipertexto no es prosa: «Wikipedia está diseñada para navegar entre múltiples artículos interconectados»7. De ahí que se denomine huérfano a aquellos de sus artículos que carecen de links y sean, ay, candidatos instantáneos a la supresión.

A la vista de todo esto, difícilmente sorprenderá que los fundadores de Wikipedia se hayan referido a un artículo seminal de Friedrich A. Hayek acerca del uso social del conocimiento, que operó en ellos a la manera de un chispazo de inspiración. En aquel texto de 1949, Hayek arranca de un hecho –la dispersión del conocimiento útil en la sociedad– para constatar que la planificación centralizada no resuelve el problema subsiguiente –cómo extender el alcance de nuestro empleo de los recursos más allá del alcance de las mentes individuales– y recomendar un orden descentralizado como el más adecuado sistema de distribución de información. Y ello a la vista de «la inevitable imperfección del conocimiento del hombre y la correspondiente necesidad de un proceso mediante el cual el conocimiento sea constantemente adquirido y comunicado»8. ¡Alehop! Wikipedia trata de aplicar este razonamiento a la producción del conocimiento enciclopédico, aprovechando la dramática reducción que Internet procura en los costes de la cooperación: «Llama a sus muchos lectores a convertirse en escritores, redactores y editores, permitiendo a cualquiera hacer una pregunta o enmendar información incorrecta»9. Y –parece– funciona. Después de un par de proyectos frustrados, Wikipedia arranca, de la mano de los norteamericanos Jimmy Wales y Larry Sanger, el 15 de enero de 2001. Obtiene un éxito inmediato y, seis años más tarde, es el octavo sitio más visitado de la red.

WIKIPEDIA POR DENTRO

Pero, si Wikipedia funciona, ¿cómo lo hace exactamente? Es preciso conocer un mecanismo para entender sus averías. Cabría esperar que, en vista del éxito cosechado, ese mecanismo fuera más bien sencillo. Y, verdaderamente, así es, por más que incluya grados variables de sofisticación para quien quiera pasar de aficionado dominical a iniciado a tiempo completo.
Para participar, basta con una conexión a Internet. ¡Y aún la cobran como un suplemento en muchos hoteles! Son posibles tanto el anonimato como el pseudónimo. Cualquier cambio realizado en cualquier página es visible de inmediato; sólo está restringido el acceso a aquellas que están protegidas por su carácter técnico, o semiprotegidas por su conflictividad: así, es necesario registrar la propia IP para editar páginas sobre celebridades, George Bush o Dios, por mencionar algunas. Todos los artículos poseen un historial, en el que pueden rastrearse los cambios realizados; su complemento es la aneja página de discusión, especie de sala de conversación –o trifulca– entre editores y lectores. Todas las Wikipedias posibles están, pues, contenidas en Wikipedia. Más material para la metáfora.

Ahora bien, contra el cliché, Wikipedia posee reglas o, cuando menos, recomendaciones en forma de reglas; cuestión distinta es el respeto que se muestre hacia ellas. Su política de edición exige que los artículos sean neutrales y verificables: así como todos los puntos de vista deben estar representados ecuánimemente, todas las afirmaciones deben remitir a fuentes externas a la propia enciclopedia. No se trata de reemplazar al especialista, sino de facilitar el acceso al material del especialista. Según el Manual de estilo desarrollado por la comunidad de usuarios de la Wikipedia anglosajona, el artículo ideal informa suficientemente al lector a través de una prosa sencilla y ágil, incluye material gráfico y fundamenta todas sus afirmaciones. Existe, no obstante, una cierta tensión entre esta sobria formulación y la política básica en que desembocan sus distintos principios editoriales, que parece más bien un himno punk: Ignora todas las reglas. Y su coda: Sé atrevido. Esta oscilación permanente entre el ideal racionalista y la épica adolescente no es extraña a Wikipedia, aunque, bien mirado, trasluce también un entusiasmo de raigambre puramente estadounidense.

Sin duda, una de las principales virtudes de Wikipedia es la extraordinaria diversidad de su contenido. Y aunque es cierto que en torno a dos tercios de sus artículos nunca superan el estadio de mero resumen o apunte sobre un tema, otro tercio posee la suficiente profundidad para ser tenido en cuenta. Todo cabe: desde temas tradicionales de enciclopedia hasta artículos sobre personajes de ficción, pasando por empresas, infraestructuras, lugares, sucesos de actualidad y trivialidades varias. Así, pueden encontrarse excelentes artículos dedicados a George Eliot, Snoopy, la isla de Corfú o la batalla de Austerlitz, pero también a Star Trek, el PVC y –el humor en Wikipedia– bandas de heavy metal cuyo nombre contiene la Umlaut alemana (haberlas, haylas: de Mötley Crüe a Motörhead). Frente a la enciclopedia clásica, con su limitación física, Wikipedia participa del atributo digital de la ausencia de límites: un saber que no ocupa lugar; o casi10. Junto a los artículos, encontramos un sorprendente número de páginas –diez millones– dedicadas a discusión de contenidos, a la infraestructura técnica y a la administración interna. Es entonces cuando uno descubre las catacumbas de Wikipedia, o sea, la ingente cantidad de tareas necesarias para su mantenimiento y mejora, acometidas por eso que se llama la comunidad.

¿Quiénes forman parte de esta comunidad? Aquellos usuarios que desean formar parte de ella y que actualizan esa pertenencia a través de su participación: una tautología en acción. Las tareas de los wikipedians consisten, por ejemplo, en señalar la necesidad de fuentes en los artículos que carecen de ellas, en dirigir un término al artículo correspondiente, en evitar duplicaciones, en dividir textos demasiado largos, en crear categorías y subcategorías, o en combatir el así denominado vandalismo o desinformación intencionada. Ésta puede ser pueril, como insultar a Dick Cheney, pero también nabokovianamente perversa: basta alterar la fecha de una batalla para amargar el día a un puñado de historiadores. Algunos editores se dedican a combatirla, y ha llegado a crearse una Unidad de Contravandalismo, con enseña propia y todo. Hay que contar también, no obstante, con los errores no intencionados y con la información que, sencillamente, está ausente. Los editores, que parecen tener mucho tiempo libre, se ocupan de todo esto. Y el credo subyacente es inequívoco: «Wikipedia se cura a sí misma»11. Sin embargo, esta política no ha funcionado todo lo bien que sería deseable, razón por la cual la Wikipedia anglosajona ha seguido, un año después, los pasos de la versión alemana: el contenido de las páginas relativas a personas todavía vivas habrá de ser corroborado a partir de ahora por un cuerpo de editores antes de su publicación. Aunque no todas las tareas son tan ingratas. Esta comunidad de editores también señala la excelencia de algunos artículos –mejores cuanto más nutridos de referencias– u organizan Wikiprojects para tratar de fomentar la atención a áreas concretas de conocimiento: así el Wikiproject para Anfibios y Reptiles.

Es difícil, no obstante, hablar inequívocamente de una comunidad, dada la diversidad de los contribuyentes. Hay muchos jóvenes, pero también jubilados; y tanto aficionados como académicos. En cambio, apenas hay mujeres: aproximadamente el 80% de los participantes en Wikipedia son varones. Aunque no hay una explicación oficial al respecto –supuesto que haya necesidad de la misma–, se ha sugerido que el tono general de las controversias es demasiado agresivo y aleja al espíritu femenino; para evitarlo, se creó en 2007 el WikiChix Group, espacio para la discusión y el debate exclusivamente femenino; así sea. Esta comunidad digital ha desarrollado un vocabulario distintivo y propio, además de una ingente cantidad de reglas y procedimientos de funcionamiento interno; incluso tiene una mascota, la Wikipede.

Aunque, a veces, la comunidad se haga carne mediante la celebración de unos congresos llamados Wikimanía, el último de los cuales se celebró este año en Buenos Aires, su existencia ordinaria es virtual y tiene en el llamado Village Pump su lugar de reunión para el tratamiento de temas diversos. La gestión externa, en cambio, corresponde a la Fundación Wikipedia, presidida por Jimmy Wales y radicada en San Francisco. Es una organización sin ánimo de lucro, gobernada por un consejo de administración, encargada de aspectos sustanciales del gobierno de Wikipedia. La fundación, por ejemplo, da su visto bueno al lanzamiento de ediciones en otras lenguas. Basta con que exista un suficiente potencial de usuarios y concurran voluntarios para hacerse cargo del proyecto. La Wikipedia alemana, de tono más académico que las demás, nace ya en 2001; entre las curiosidades, debe hacerse mención de las Wikipedias en catalán y esperanto, así como la breve singladura de una Wikipedia en klingon, la lengua de los trekkies, o seguidores de Star Trek, prohibida por Jimmy Wales en un alarde de seriedad epistemológica.

QUIEN PAGA, MANDA

Es la fundación, también, la que se ocupa de las cuentas de Wikipedia. Y aunque es fácil recurrir al cinismo a la hora de juzgar el hecho de que Wikipedia no posea publicidad, no deja de ser un rasgo encomiable que ayuda a preservar la integridad –ya guste o repela– de su propósito. Sobre todo, porque esta renuncia tiene un precio: la inestabilidad financiera y la necesidad de buscar sin pausa donaciones con las que, a veces no tan encomiablemente, sostener un proyecto cada vez más costoso.

Tanto, de hecho, que la pasada Navidad Wikipedia hubo de lanzar una campaña de salvamento –que incluía un vídeo donde Jimmy Wales se retorcía las manos en un gesto de desesperación– ante la insuficiencia de los fondos recaudados durante el año para cubrir un presupuesto de seis millones de dólares. Sólo se habían cubierto, a fecha de 24 de diciembre, 3,8 millones. Nada extraño, si tenemos en cuenta que los cuarenta y cinco mil donantes individuales dan una media de 33 dólares por cabeza, lo que equivale a un tercio de las necesidades totales. Pero en apenas cinco días los internautas del mundo respondieron generosamente y Wikipedia pudo, con un épico ingreso adicional de 2,3 millones, superar sus objetivos y alcanzar los 6,1 millones de dólares. ¿Y para qué sirve este dinero? Un tercio de este presupuesto se destina a gastos de mantenimiento tecnológico y algo menos de esa cantidad a la administración del sitio; partidas menores financian los programas, campañas e iniciativas desarrolladas por la Fundación Wikipedia, el salario del director ejecutivo y su personal, los gastos jurídicos, los emolumentos del consejo de administración y sus desplazamientos varios.

Sin embargo, a pesar de que esta campaña haya funcionado, no parece que pedir auxilio anualmente sea una fórmula sostenible. Máxime si, además de sobrevivir, se trata también de crecer o de innovar. Si Wikipedia no quiere morir de éxito, en fin, necesita alternativas. Sucede que éstas pueden comprometer la pureza del propósito y desalentar a quienes mantienen un vínculo emocional con la enciclopedia: a la manera de un logo comercial, Wikipedia depende de su reputación. Y esta reputación, a su vez, parece depender de su fidelidad a los principios fundacionales. ¿Cómo recaudar dinero, entonces, sin comprometer el sentido de la empresa?
Ya existen algunos mecanismos. La fundación obtiene cerca de un 2% de su presupuesto por vías alternativas a la donación directa. Por ejemplo, ha cedido el uso de su logotipo a Nokia para publicitar un nuevo modelo de teléfono; o ha cobrado a algunas páginas web, como Answers.com, por actualizaciones inmediatas de contenidos. En otras ocasiones, se trata de estímulos concretos: un profesor del MIT, Philip Greenspun, ha donado recientemente veinte mil dólares para lanzar un proyecto, el Greenspun Illustration Project, que pagará una modesta cantidad a aquellos dibujantes que mejoren la cantidad y calidad media de las ilustraciones en Wikipedia. Idéntica cantidad fue entregada por Deutsche Telekom a la Wikipedia alemana por haber integrado en sus webs el contenido de aquélla; o así se dijo. También en Alemania, y de un modo inequívocamente europeo, el Estado concedió una subvención a Wikipedia para la mejora de la información acerca de las energías renovables: quien paga, ciertamente, manda12.
Naturalmente, el problema que plantean este tipo de ayudas es que se compadecen mal con la política de neutralidad de Wikipedia, y peor aún con el ideal enciclopédico que la inspira. Su propia índole facilita, por añadidura, el trapicheo. Recientemente, el fundador del Timpanogas Research Group sostuvo que Jimmy Wales había accedido a dar protección especial a la página de Wikipedia dedicada a su grupo, a cambio de una donación de cinco mil dólares. En un registro algo más pedestre, un editor de Wikipedia llegó a colgar en la red una oferta que rezaba así: «Soy un experimentado administrador senior de Wikipedia, autor de muchos artículos y responsable de aspectos técnicos de la misma. Si necesitas un buen perfil en ella, mi dilatada experiencia puede serte de ayuda». Estas corruptelas comprometen seriamente la imagen de Wikipedia, sin resolver sus problemas económicos. Salvo que se incluya publicidad o se cobre a los usuarios, resulta difícil pensar en un equilibrio presupuestario razonable.

Ya que, si bien para algunos puede resultar inverosímil que una empresa como Wikipedia pueda coquetear con la desaparición, lo cierto es que sus dificultades son las mismas que aquejan a la mayor parte de las empresas que crean contenidos en la red, en lugar de limitarse a recogerlos de los demás. Es un problema creciente, que ya ha desestabilizado seriamente a muchos medios tradicionales y a buena parte de la llamada industria cultural: de los periódicos a las compañías discográficas. Y es que la cultura de la gratuidad es como la vida bohemia: inmejorable para quien la disfruta, pero onerosa para quien la paga. Mientras siga pagándola.

HUMANA, DEMASIADO HUMANA

Hasta aquí, la Wikipedia oficial. Sus muchos críticos, sin embargo, sostienen que la Wikipedia real es muy distinta. Más que una enciclopedia, dice Sam Vaknin, es «una comunidad de usuarios que intercambia información ecléctica de forma regular»13. ¡Un club de amigos! Más que la calidad de la edición, contaría la cantidad de lo editado; la ausencia de control centralizado degeneraría en anarquía; abundarían la trivialidad y el error. Wikipedia, entonces, puede ser muchas cosas, pero no lo que dice querer ser. Donde mejor puede apreciarse este tenor crítico es en las denominadas guerras editoriales y en el subsiguiente conflicto entre dos formas distintas de entender la Wikipedia: inclusionismo y exclusionismo. ¿Debe la Wikipedia abarcar cualquier aspecto del conocimiento humano, por banal que sea, o adoptar una política editorial más estricta para convertirse en una fuente más reputada? ¿Son los Simpson de Matt Groening un asunto de enciclopedia, digno de tener mejores páginas en inglés, español, francés y alemán que Alexander Solzhenitsyn? Para los inclusionistas, reducir la banalidad no contribuye a aumentar la seriedad; para los exclusionistas, lo contrario: quien ve a Britney Spears ya no se anima a escribir sobre Yasujiro Ozu. Esta querella se ha hecho carne en la persona de los dos fundadores del proyecto, ilustrando de paso el conflicto entre una forma tradicional de acumulación del saber y un experimento –digamos– democrático de generación del mismo. Si Jimmy Wales ha defendido la Wikipedia realmente existente, Larry Sanger la ha abandonado. Aquél, de hecho, ha protagonizado un controvertido caso al crear himself un artículo sobre un restaurante surafricano, Mzoli’s, donde había almorzado satisfactoriamente. ¿Un restaurante desconocido en una enciclopedia? En palabras de Kerstin Kohlenberg: «Sanger quería eficiencia, calidad y concentración; su rival quería libertad. Sanger quería una enciclopedia perfecta; su rival, una comunidad perfecta»14. Esta referencia a la comunidad adquiere pleno sentido si se considera el modo en que Wikipedia resuelve estos conflictos editoriales, ya se trate de decidir si un artículo tiene la relevancia necesaria para sobrevivir, o de zanjar una disputa en torno a una fecha controvertida. No es un asunto menor, si tenemos en cuenta que unos mil quinientos artículos, o proyectos de tales, son borrados a diario.

En realidad, no hay un proceso formal para la resolución de querellas. Wikipedia promueve la discusión orientada al consenso entre editores como procedimiento de decisión. Sólo aquellos casos en los que se juzga el comportamiento de los editores, antes que el contenido de sus aportaciones, conocen una solución distinta a través de un tribunal de arbitraje. Durante los últimos años, sin embargo, han crecido formidablemente las normas sobre gobernanza y política editorial, lo que en la práctica supone que la participación en los procedimientos de supresión de artículos demanda mucha paciencia y no poca capacidad para formar alianzas y forjar así el requerido acuerdo15. Cuanto más se participa, de más autoridad se disfruta: los controles son antes sociales que cualitativos16. Hasta cierto punto, se trata de un rasgo frecuente en las comunidades digitales. Amazon ha tenido que rectificar el criterio con que clasificaba las reseñas elaboradas por los usuarios sobre sus productos a la vista de la desenfrenada carrera acumulativa emprendida por algunos de ellos: Harriet Klausner, el más prolífico, resultó ser el autor de dieciocho mil críticas de artefactos culturales; una cifra delirante. Por otro lado, las querellas son a menudo bien poco elegantes, algo que, sumado al funcionamiento permanente de robots dedicados a borrar obscenidades y a los bloqueos provisionales o definitivos de las direcciones IP dedicadas al vandalismo, proyectan una imagen de la Wikipedia distinta de la originalmente prevista: habíamos empezado en Diderot y hemos terminado en Saint-Just. Nada como abrir las puertas de par en par para que corra el aire fresco.

AGAMENÓN Y WIKIPEDIA

Ahora bien, ¿qué relación guardan entre sí Wikipedia y la verdad? Pregunta relevante sólo si sobreentendemos que una enciclopedia tiene que ser –aproximadamente– un depósito de hechos verificables sobre asuntos relevantes para el conocimiento humano. Recordemos que la idea original reza que la ausencia de control centralizado, en combinación con una serie de principios y procesos que orientan la generación del conocimiento, constituye la innovadora aportación de Wikipedia a la búsqueda de la verdad: ésta emergerá más fácilmente mediante la voluntaria cooperación de todos17. Es conocido el experimento de A. J. Jacobs, periodista de Esquire, que publicó un artículo poblado de errores y erratas intencionados, para recibir 224 correcciones en las primeras veinticuatro horas y otras 149 en las siguientes. ¿Cuánto tiempo habría llevado realizar el mismo número de correcciones en un documento del siglo XII?

Hay quienes ponen en cuestión, no obstante, que el ideal del software libre pueda aplicarse al saber enciclopédico. No todo es una cuestión de velocidad y acceso. ¿Cómo garantizar la fiabilidad del resultado final? Paul Duguid duda de que los métodos que aseguran la calidad del software libre viajen, junto con la tecnología, al terreno enciclopédico. Mientras que existe un estándar objetivo para medir la calidad del software así creado –a saber: si funciona o no–, no parece ocurrir lo mismo con la verdad. Y ello, porque no existe manera de garantizar que la información contenida en un artículo generado colectivamente sea fiable si no existe un procedimiento reglado de revisión donde un experto tenga, por razón de su mayor conocimiento, la última palabra: el ancien régime del saber.

Quizá, sin embargo, no convenga poner tanto énfasis en la verdad si queremos entender lo que es Wikipedia. Es decir, más que un modelo de veracidad indiscutible, Wikipedia sería un marco para la búsqueda desjerarquizada de una veracidad aproximada. Y ello en un contexto donde la cultura popular fagocita sin contemplaciones a la vieja cultura culta. De ahí que Larry Sanger haya distinguido entre un conocimiento útil y un conocimiento fiable, sosteniendo a continuación que Wikipedia supera a las demás fuentes en lo primero, pese a que sus ambiguas virtudes le impidan ser, también, un ejemplo constante en lo segundo. Stacy Schiff ha señalado que, al igual que ocurrió con la Enciclopédie de Diderot y compañía, la Wikipedia es una combinación de manifiesto político-cultural y obra de referencia: lo que Wikipedia hace es señalar una nueva forma de hacer las cosas. Un modus operandi que refleja fielmente las características de su medio ambiente, que no es otro que Internet.

Esto se manifiesta inmediatamente en un problema que aqueja a muchos artículos de Wikipedia: su dependencia respecto de la información contenida en la propia red. Si no hay en ésta material suficiente para escribir un artículo fiable sobre una materia, el artículo será pobre; y, quizás, al revés. Dice Paul Duguid que lo que no está en Internet, sencillamente, no existe, en un proceso de exclusión que se retroalimenta sin pausa. Semejante autorreferencialidad alcanza su cenit en las innumerables páginas que Wikipedia dedica a sí misma. Este narcisismo adolescente es aplaudido por Phoebe Ayers: «Los wikipedians adoran escribir sobre Wikipedia»18. Son también ellos quienes llevan a la práctica un rasgo prominente de la enciclopedia, directamente relacionado con el antedescrito problema de su fiabilidad: la completa disolución de las nociones de autoría y autoridad.

Efectivamente, Wikipedia formula una política igualitaria de edición, en la que un experto posee los mismos privilegios que cualquier otro contribuyente. La autoridad académica no basta en Wikipedia: el conocimiento debe manifestarse durante el proceso de discusión y edición. Es ilustrativo, a este respecto, el caso de William M. Connolley, profesor de climatología sancionado por editar comentarios escépticos sobre el cambio climático y por ampararse en su autoridad para hacerlo. En palabras de Ayers, esa sanción refleja –la cursiva es mía– el hecho de que «la capacidad para contribuir productivamente y en armonía con otros editores nada tiene que ver con el conocimiento que se tenga sobre una materia»19. No en vano, la cultura de Wikipedia lleva implícita la autoría colectiva: «Un artículo nunca es tuyo»20. Acaso este paradójico colectivismo individualista, en el que millones de solitarios cooperan anónimamente en un proyecto común y rechazan la superior autoridad de ninguno de ellos, pueda contemplarse de otro modo cuando averiguamos quiénes son esos editores y cómo contribuyen a la enciclopedia.

Que la mayor parte de las entradas tengan lugar durante el horario lectivo universitario ya podría ponernos en la pista acerca de la edad media de la mayor parte de los editores. No hay mejor ejemplo que el de quien resultó ser el máximo contribuyente a la enciclopedia a la altura de 2006, un estudiante de veinticuatro años de la Universidad de Toronto, responsable total o parcial de –atención– setenta y dos mil artículos. Para muchos, este es el secreto del éxito de Wikipedia: su igualitarismo. Para Nicholson Baker, su crecimiento se ha nutrido de las energías, antes desperdiciadas, de quienes carecen de credenciales; algo así como los descamisados globales del conocimiento. En la Wikipedia, cualquiera puede convertirse en un erudito: basta dedicar las horas necesarias a la edición y a la forja de alianzas sociales en los correspondientes pasillos burocráticos. ¿Se trata entonces de una revuelta contra los expertos? ¿O expresa un nuevo modo de concebir la verdad? Para Stacy Schiff, es más bien esto último. Wikipedia expresaría nuestra relación informal con la verdad, propia de un escenario posmoderno: «Ahora caminamos al descubierto, sin guía, sin horario. Somos libres para fijar nuestro itinerario; también para perdernos imprudente y gloriosamente. ¿Tu verdad o la mía?»21. Sorprendente intuición que termina por conducir la Wikipedia a una provincia bien diferente: la de la identidad, el juego, la comunidad.

INTERNET ERA UNA FIESTA

Que a menudo se atribuya a Wikipedia una dimensión contracultural y antielitista parece, efectivamente, apuntar en la dirección de un espacio voluntariamente apartado de los viejos canónes enciclopédicos para el mejor disfrute de una comunidad que toma forma mediante su elaboración. En fin de cuentas, un lector de la Enciclopedia Británica juzgará la Wikipedia, probablemente, poco seria. Jimmy Wales ha defendido su carácter a la vez divertido y adictivo, cualidad, esta última, que comparte con la mayor parte de los foros sociales y comunidades digitales. Incluso el vandalismo puede ser leído en esa clave, entre Diógenes y Apollinaire. Así lo cree Nicholson Baker: «Puede sonar caótico. [...] Pero es un juego»22. Escribir, corregir, conspirar. Si echamos mano de la justamente célebre concepción del juego propuesta por Johan Huizinga, Wikipedia sería un ejemplo de cultura que «se juega», sin que eso, en modo alguno, comprometa en principio la seriedad de su propósito. En este contexto, la invocación a los expertos supone un molesto contratiempo, que bien pudiera resolverse evocando el grito que Jean-François Lyotard dirigiera, en nombre de los posmodernos, a sus críticos: «¡Dejadnos jugar en paz!»

Encontramos aquí un evidente paralelismo con algunos rasgos propios de la escritura digital, tal como, sobre todo, se hace visible en los blogs. Sarah Boxer se ha referido al usuario de estos últimos como alguien que salta de un sitio a otro, que sigue distintos hipervínculos, que se solaza en la atención fragmentaria y gusta de la provocación. El continente hace el contenido: cuando se escribe aquí, se escribe así. Y cita a Jessica Cutler, autora de un blog, quien dice: «Todo el mundo debería tener un blog. Es lo más democrático del mundo»23. También Wikipedia es democrática: todos pueden participar y nadie es mejor que los demás: a quien no le guste, que se quede en la puerta. Stacy Schiff ha aludido también a ello: «Wikipedia ofrece infinitas posibilidades para la autoexpresión»24. Si en los blogs la identidad se exhibe, en Wikipedia se expresa anónimamente, pero se realiza gloriosamente. No es de extrañar que el severo Die Zeit la haya descrito como una «estrambótica feria de las vanidades»25. Menos evidente parece la sugerencia de Schiff, según la cual esa necesidad democrática de expresión responde al fracaso de los medios tradicionales y de las instituciones representativas; más bien, se diría, responde al surgimiento de la posibilidad misma de hacerlo: eso que, en relación con otros asuntos, llamó Sánchez Ferlosio «la perversión funcional del instrumento»: todo aquello que puede usarse, termina por usarse.

Ahora bien, tal como se pregunta Kerstin Kohlenberg, si Wikipedia funciona hacia dentro como comunidad, ¿funciona hacia fuera como enciclopedia? Sí y no; depende. Para empezar, no es cierto que Wikipedia nunca sea fiable: muchos de sus artículos son excelentes, aunque muchos otros sean incompletos o mediocres. Se diría que es una cuestión de suerte que un tema se halle bien o mal tratado; no es, en modo alguno, una enciclopedia sistemática. Pese a lo cual, quien posea capacidad de discernimiento no debe tener demasiados problemas para extraer lo mejor de Wikipedia, que posiblemente se encuentra en su diversidad y eclecticismo, en su capacidad para convertirse en el depósito natural de la cultura popular, así como en sus distintivas posibilidades técnicas. Un lector avezado compara, distingue, selecciona; a cambio, puede ser traicionera para el lector generalista y poco avisado. Y resulta inquietante pensar qué sucederá cuando la cultura digital deje de estar sostenida por usuarios que empezaron en los libros y han acabado delante del ordenador, para ser reemplazados por quienes nunca conocieron otra cosa que la pantalla. De todos modos, conviene anotar aquí una cautela: aunque hablemos de democratización del conocimiento, Wikipedia no es tan popular como la prensa rosa. Así que el daño que podrían producir sus taras tampoco debe exagerarse.

Sea como fuere, el mejor modo de entender –y aceptar– la Wikipedia es aplicar una suerte de pragmatismo posmoderno. No tiene mucho sentido condenarla; tampoco es razonable santificarla. Es útil para algunas cosas e inútil para otras; su desarrollo futuro es, por lo demás, imprevisible, hasta el punto de que no puede descartarse su estancamiento o declive26. Y siendo cierto que no se ha convertido, en modo alguno, en el emblema de una nueva República Digital de Aprendizaje, representa inmejorablemente la transformación que experimenta, a ojos vista, nuestra cultura: es un destilado natural de lo mejor y lo peor de nuestro tiempo. Tal como dicen sus defensores: «Tiene sentido considerar a los wikipedians como los nuevos enciclopedistas, pero quizás es más preciso juzgar su empeño como la creación de un nuevo tipo de fuente terciaria, pensada para un mundo interconectado y con acceso gratuito»27. Aproximadamente. Y quizá no habría podido desarrollarse nunca sin esos mismos elementos –comunidad, juego, identidad– a los que podemos atribuir también sus evidentes insuficiencias. Sigamos jugando.




BIBLIOGRAFÍA

• Phoebe Ayers: Charles Matthews y Ben Yates, How Wikipedia Works. And How You Can Be a Part of It, San Francisco, No Starch Press, 2008.
• Nicholson Baker: «The Charms of Wikipedia», The New York Review of Books, vol. 55, núm. 4 (20 de marzo de 2008).
• John Broughton: Wikipedia. The Missing Manual, Sebastopol, O’Reilly Media, 2008.
• Sarah Boxer: «Blogs», The New York Review of Books, 14 de febrero de 2008, pp. 16-20.
• Robert Darnton: «Google and the Future of Books», The New York Review of Books, vol. 56, núm. 2 (12 de febrero de 2009).
• Paul Duguid: «Netizens Awake», The Times Literary Supplement, 7 de julio de 2006, pp. 5-6.
• Pierre Gourdain et al.: La revolución Wikipedia, trad. de Magalí Martínez, Madrid, Alianza, 2008.
• Friedrich H. Hayek: «The use of knowledge in society», en Individualism and Economic Order, Routledge & Kegan Paul, Londres, 1976 (e.o. 1949).
• Johan Huizinga: Homo ludens, trad. de Eugenio Imaz, Madrid, Alianza, 2000.
• Torsten Kleinz: «Die Anti-Wikipedias», Die Zeit, 2 de mayo de 2007.
• Kerstin Kohlenberg: «Die anarchische Wiki-Welt», Die Zeit, 7 de septiembre de 2006.
• Andreas Neus: «Managing Information Quality in Virtual Communities of Practice. Lessons learned from a decade’s experience with exploding Internet communication», Proceedings of the 6th International Conference on Information Quality, MIT Press, Cambridge, 2001, pp. 119-131.
• Carmen Pérez-Lanzac: «¿Debemos fiarnos de la Wikipedia?», El País, 10 de junio de 2009, p. 34.
• Stacy Schiff: «Know it all. Can Wikipedia conquer expertise?», The New Yorker, julio de 2006.
• Alana Semuels: «Wikipedia’s Tin-cup Approach Wears Thin», Los Angeles Times, 10 de marzo de 2008.
• The Economist: «The Battle for Wikipedia’s Soul», 6 de marzo de 2008.
• The Economist: «Fair Comment», Technology Quarterly, 7 de marzo de 2009.
• Sam Vaknin: «The Six Sins of the Wikipedia», American Chronicle, 2 de julio de 2006.



NOTAS

1. Vamos por orden. Entre esas réplicas se encuentra, significativamente, Citizendium, proyecto lanzado por uno de los dos fundadores de Wikipedia, Larry Sanger, que ha sacrificado la popularidad en nombre de un rigor, a su juicio, ausente en su primera criatura. La Conservapedia es iniciativa de Andrew Schlafly, activista norteamericano irritado por la ausencia en Wikipedia de un punto de vista conservador. Y en cuanto a las enciclopedias de toda la vida, desde la Británica al Larousse, han acusado un claro descenso de sus ventas y, acaso, el impacto de un discutido estudio de Nature que comparaba la fiabilidad de Wikipedia con la de la provecta Enciclopedia Británica en términos favorables a la primera. Tanto Larousse como la propia Británica han reaccionado por imitación: permitiendo a los internautas la generación de contenidos en sus ediciones digitales (sobre esto, véase el artículo de Carmen Pérez-Lanzac; sobre lo anterior, el texto de Torsten Kleinz). Decía a veces Francisco Umbral en sus columnas que no iba «a levantarse ahora» a comprobar una cita de la que no estaba del todo seguro; la diferencia entre Wikipedia y la Británica bien puede empezar por ese levantarse o no de la mesa. ↩
2. «Wikipedia founder Jimmy Wales responds», en Slashdot, marzo de 2001 (http://interviews.slashdot.org/article.pl?sid=04/07/28/1351230). ↩
3. Darnton, p. 1. ↩
4. Stacy Schiff, p. 7. ↩
5. Citado en Ayers et al., p. 31. ↩
6. Boxer, p. 17. ↩
7. Ayers et al., p. 157. ↩
8. Friedrich A. Hayek, p. 91 (la cursiva es mía). ↩
9. Ayers, et al., p. 44. ↩
10. Sólo casi, porque no es cierto que Internet carezca del todo de servidumbres físicas; no todo en él vive en la nube. Los centros de datos que permiten la existencia misma de la red pueden tener el tamaño de varios campos de fútbol y contienen miles de computadoras conectadas a Internet mediante cables de fibra óptica ultrarrápida. Son grandes, costosos y requieren de ciertas condiciones de humedad y temperatura para funcionar correctamente. En Estados Unidos, por ejemplo, habrá casi dieciséis millones de ellos en 2010, tres veces más que hace apenas diez años. Wikipedia se sirve de 350 servidores. Y alguien tiene que pagar esto. ↩
11. Ayers, et al., p. 209. ↩
12. Sobre esto, véase el artículo de Semuels. ↩
13. Véase el artículo de Sam Vaknin. ↩
14. Kerstin Kohlenberg, p. 5. ↩
15. A juicio de The Economist que, si bien esto es signo de la madurez e importancia de la Wikipedia, puede alejar al contribuyente ordinario, es decir, aquel que no se convierte en un leguleyo (wiki-lawyering) para hacer valer su criterio (véase The Economist, 2008). Al mismo tiempo, las dificultades para realizar contribuciones que no sean inmediatamente discutidas habrían llevado a un conjunto de anteriores editores a crear la página Missing Wikipedians, donde cuelgan sus contribuciones. Estas razones explicarían el descenso en el ritmo de entrada de artículos experimentado en 2007 y 2008. ↩
16. Kohlenberg habla de la Wiki-Ideologie: cuanto más fuerte es la comunidad, mejor será el artículo. ↩
17. La ausencia de control centralizado sería suplida por la adhesión de los participantes a una serie de valores comunes, a saber: el valor de la información abierta; el compromiso de compartir el conocimiento globalmente; el multiculturalismo, la diversidad y el multilingüismo; la ecuanimidad en la representación de los distintos puntos de vista. No hay centro, pero sí la estructura que proporcionan las distintas discusiones acerca de los aspectos editoriales o administrativos del sitio (véase Ayers et al., p. 360). ↩
18. Ayers et al., p. 356. ↩
19. Ayers et al.., p. 55. ↩
20. Ayers et al., p. 197. ↩
21. Schiff, p. 7. ↩
22. Baker, p. 4. ↩
23. Boxer, p. 18 ↩
24. Schiff, p. 7. ↩
25. Kohlenberg, p. 8. ↩
26. Ha salido a la luz, justo antes de cerrar este texto, un estudio de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, según el cual el número de voluntarios que abandonaron el proyecto Wikipedia durante el año 2007 fue, por vez primera, mayor que las nuevas incorporaciones. También se señala que sólo uno de cada mil cien artículos alcanza, pasados tres años desde su elaboración, el grado de calidad necesario. Finalmente, se constata que apenas el 10% de los editores es responsable del 90% de la producción. No obstante, difícilmente hay que considerar una mala noticia una futura Wikipedia abandonada por sus diletantes y sostenida por sus fieles.
27. Ayers et al., p. 57.




¿Cuánto espacio ocuparía la Wikipedia impresa?




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