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viernes, 17 de enero de 2020

[A VUELAPLUMA] Elogio de la bondad



La escritora Ana Merino


No creo que estemos condenados a resolver nuestras diferencias de mala manera, por mucho político iluminado, mucho juez ensoberbecido y mucho predicador mediático que se nos crucen por el camino, escribe el periodista Carles Francino en el A vuelapluma de hoy viernes.

"El otro día un amigo periodista -comienza diciendo Francino- envió un mensaje felicitándome por haber alabado en la radio el poder de la bondad. Había hecho mías unas reflexiones de Ana Merino, la flamante ganadora del Premio Nadal con su novela 'El mapa de los afectos', donde aseguraba que el mundo evoluciona precisamente gracias a eso: a la bondad. Dado que además ese día se cumplían 30 años de la muerte de Jaime Gil de Biedma, contrapuse las palabras de Merino con aquellos versos suyos que dicen: "De todas las historias de la Historia/ la más triste es la de España/ porque termina mal".

Si hoy hiciéramos una encuesta para detectar a 'gildebiedmistas' y 'merinianos', los primeros partirían con ventaja porque el ruido y la bronca lo contaminan absolutamente todo. Pero yo pedaleo con esperanza en el segundo pelotón porque no creo que estemos condenados a resolver nuestras diferencias de mala manera: a gritos, enfermos de sectarismo y, si se tercia, a hostia limpia; por mucho político iluminado, mucho juez ensoberbecido y mucho predicador mediático que se nos crucen por el camino. Ninguno de ellos nos hará avanzar; si acaso, encabronarnos.  

No entiendo que ser español (o catalán) lleve aparejado el carnet de energúmeno, a pesar de lo que vemos en el Congreso (y en el Parlament) o de aquella descerebrada que al grito de "¡Viva Vox!" le soltó a un portavoz de Teruel Existe que "si hay que fusilaros, ya lo haremos". Prefiero quedarme con los mensajes de apoyo que, incluso desde las filas de Vox, le llegaron al pobre amenazado. Y también recomiendo, tal vez por mi afición al submarinismo, no quedarse solo en la superficie porque es debajo donde podemos encontrar auténticos tesoros.

Esta semana de puesta de largo del nuevo Gobierno, de la previsible trompetería sobre las plagas que nos amenazan, y de inflamados discursos patrióticos (de la patria que sea) que seguramente se repetirán, propongo tres historias como alternativa. La de la enfermera de A Coruña que ha recaudado casi 20.000 euros a través de 'crowdfounding' para una niña de dos años que extravió sus audífonos. La del periodista leonés con el abuelo enfermo de cáncer, que desnudó con su denuncia la atroz desigualdad que sufre eso que llamamos  la "España vaciada"; yo prefiero olvidada. Y el discurso de un fotógrafo madrileño en la Universidad de Lovaina que ya han visto millones de personas en todo el mundo. Amparado en el cambio de vida que provocó la muerte prematura de su padre, este antiguo ingeniero arengó a los estudiantes a dedicarse a trabajos en los que sean felices y a no dejarse embaucar por los sucedáneos de éxito que nos venden. Lo dicho: bondad sí, mala baba, no. Prefiero pasar por ingenuo que ser un amargado".


A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 






La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

sábado, 21 de julio de 2018

[A VUELAPLUMA] La Luna, desde casa (Julio, 1969)





Hoy hace cuarenta y nueve años de la llegada del hombre a la Luna. Lo he contado otras veces en el blog. La penúltima hace cuatro años, en el 45 aniversario de la efeméride. En El País del pasado día 11 lo recordaba también la periodista Ana Merino. 

La humanidad y sus grandes pasos estaban representados por aquella huella de un astronauta en la luna, comienza diciendo: Hoy hace 49 años que despegó de Cabo Cañaveral la nave espacial estadounidense Apolo 11con la misión de lograr el primer alunizaje con humanos. El viaje de ida y vuelta se completó en nueve días. En aquel verano de 1969 todos miraban al cielo. En los momentos clave millones de personas se reunieron en torno a las televisiones para ver a los astronautas Armstrong y Aldrin bajarse del módulo lunar y caminar por la zona bautizada como el Mar de la Tranquilidad y que ya vio el astrónomo Galileo Galilei a comienzos del siglo XVII.

El astronauta Collins los acompañó, pero nunca pisó la Luna; a él le tocó observarlos desde el módulo de mando. Sus compañeros llegaron a una superficie con una gravedad seis veces menor que la de nuestro planeta, hicieron decenas de fotografías, clavaron la bandera de Estados Unidos y se llevaron casi 22 kilos de rocas para analizar. A esos intrépidos astronautas insomnes de casi cuarenta años no les preocuparon los riesgos del viaje: tocar aquel cuerpo celeste les convertía en héroes de la historia. Que el hombre llegara a pisar la Luna era un gesto simbólico importantísimo, un tanto político que quería marcar Estados Unidos para dar muestras de su poderío tecnológico y científico, y de paso fastidiar a los soviéticos.

Al presidente Nixon le hubiera encantado que lo recordasen por este episodio de alunizaje humano que coincidió con los inicios de su mandato, pero pudo más el escándalo del Watergate que le obligó a dimitir y le sacó de la órbita política para siempre.

Selene, que ha marcado con sus ciclos el calendario vital de grandes culturas y ha sido un elemento fundamental en muchos mitos, leyendas y religiones, se volvía cercana y desoladora en las pequeñas pantallas de los televisores. En el imaginario popular poder visitarla era solo el primer paso de un futuro lleno de viajes espaciales que nos acercaría a todos los rincones del universo.

La humanidad y sus grandes pasos estaban representados por aquella huella de un astronauta en la Luna. Los niños de los años sesenta y setenta crecimos fascinados con la idea de poder vivir aventuras espaciales. Jugábamos a inventar que detrás del cielo estaba el espacio sideral y que en alguno de sus sistemas habitaban seres inteligentes que querrían conocernos.

Con los años nos dimos cuenta de que nadie vendría. Nuestro pobre planeta ahogado por los residuos y las guerras, con su pequeña humanidad cerrando fronteras, construyendo muros y metiendo a los niños en grandes jaulas, no es el mejor destino para los seres interestelares.



"Buzz" Aldrin en la Luna, 21 de julio de 1969


Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)
Estoy cansado de que me habléis del bien y la justicia; por favor, enseñadme, de una vez para siempre, a realizarlos (G.W.F. Hegel)