lunes, 15 de diciembre de 2025

LA NAVIDAD, SEGÚN TRUMP. ESPECIAL DE HOY LUNES, 15 DE DICIEMBRE DE 2025

 






Amigos, escribe el economista y profesor de la Universidad de California en Berkeley, Robert Reich, en Substack (14/12/2023), Trump dio lo que se anunció como un "discurso de Navidad" en la zona rural de Pensilvania la semana pasada, que comenzó con sus "deseos a todos y cada uno de ustedes una muy feliz Navidad, un feliz Año Nuevo, todo eso" y alardeando de que ahora, bajo su presidencia, "todo el mundo está diciendo 'Feliz Navidad' otra vez".

Luego afirmó —contrariamente a la experiencia de casi todos los presentes— que les había conseguido "precios más bajos" y "mejores sueldos". Y afirmó que quienes tuvieran dificultades para llegar a fin de mes deberían simplemente reducir sus compras. "Pueden renunciar a ciertos productos. Pueden renunciar a los lápices... Cada niño puede recibir 37 lápices. Solo necesitan uno o dos", dijo, y añadió: "No necesitan 37 muñecas para su hija. Dos o tres están bien. No necesitan 37 muñecas".

Es rico: Trump predica austeridad mientras recauda miles de millones de dólares con sus inversiones en criptomonedas y sobornos: un avión de lujo de Qatar, un lingote de oro de Apple, riqueza de los saudíes, un reloj Rolex de oro de Suiza y mucho más.

“Lo único que realmente está subiendo es el mercado de valores y sus planes 401(k)”, continuó Trump, aparentemente sin saber que el 92% del mercado de valores pertenece al 10% más rico de los estadounidenses, mientras que la mayoría no posee ninguna acción. (Poco más de un tercio tiene un plan 401(k), 403(b), 503(b) o de ahorro).

Se suponía que hablaría sobre la asequibilidad, pero el maligno cerebro narcisista de Trump parecía incapaz de la mínima empatía necesaria para comprender la angustia pública por el costo de la vida. Así que se desvió del tema para atacar a la representante de Minnesota Ilhan Omar, ridiculizar los molinos de viento, burlarse de las personas transgénero y llamar a Joe Biden un hijo de puta.

No es de extrañar que la mayoría de los votantes estén hartos de Trump. Incluso los fieles de MAGA empiezan a dudar.

Esta semana en Miami, los votantes entregaron la alcaldía a un demócrata por primera vez en casi 30 años y rechazaron al candidato republicano, a quien Trump respaldó, por un abrumador 59% frente a un 41%. La nueva alcaldesa electa de Miami, Eileen Higgins, afirmó que la ciudad está "en la punta de lanza" de los problemas de asequibilidad en Estados Unidos.

Esta semana, en Indiana, senadores republicanos rechazaron un plan de redistribución de distritos que Trump había intentado obligarles a aceptar. Amenazó a los legisladores de las primarias que no lo aceptaron e incluso incitó a sus simpatizantes a presionarlos, incluyendo el llamado "swatting" (informes falsos para provocar una respuesta policial) y amenazas de muerte .

No funcionó. Veintiún senadores de la mayoría republicana del Senado de Indiana y los diez demócratas del Senado lo rechazaron.

Incluso los republicanos del Congreso están empezando a abandonarlo al ver que el aspirante a emperador está desnudo: su capacidad para ayudarlos o perjudicarlos en las elecciones intermedias del año próximo está disminuyendo rápidamente.

Han rechazado su demanda de terminar con el obstruccionismo, han reprendido su incipiente plan de atención médica, lo han obligado a ceder en los archivos de Epstein, no aprueban sus disparatados cheques arancelarios de 2.000 dólares para los estadounidenses, quieren tener más voz y voto sobre sus ataques con barcos en las costas de América Central y del Sur, y están en abierta rebelión contra el presidente de la Cámara de Representantes que él mismo eligió. Trump no robará la Navidad, pero cada vez parece más probable que la Navidad le robe a Trump.













DE LAS ENTRADAS DEL BLOG DE HOY LUNES, 15 DE DICIEMBRE DE 2025

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz lunes, 15 de diciembre de 2025. ¿Sirve para algo la monarquía?, creo que sí, escribe Emilio Lamo de Espinosa, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas en la primera de las entradas del blog de hoy, pues una jefatura del Estado apartidista y neutral puede representar a la totalidad de la nación, cosa difícil con un presidente de la república electo. La segunda del día es un archivo del blog del 31 de diciembre de 2015, en el que HArendt escribía sobre los libros del año que recomendaban los expertos y sus propias lecturas de ese 2015 que ese día llegaba a su fin. El poema del día, en la tercera, se titula Para qué sirven las manos, es de la poetisa argentina Milagros Pérez Morales, y comienza con estos versos: En un sueño me cortan/dos dedos;/yo me quedo a esperar/el dolor. Sigo sin creer/en ese fantasma. Y la última entrada del día, como siempre, son las viñetas de humor. Volveremos a vernos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. Y como decía Sócrates: ἡμεῖς ἀπιοῦμεν. HArendt













¿SIRVE PARA ALGO LA MONARQUÍA?

 







¿Sirve para algo la monarquía?, creo que sí, escribe Emilio Lamo de Espinosa, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y vicepresidente de la Red de Estudios de las Monarquías Parlamentarias (Remco), en el El País (08/12/2035): Una jefatura del Estado apartidista y neutral puede representar a la totalidad de la nación, cosa difícil con un presidente de la república electo

Creo no exagerar si afirmo que durante décadas los españoles hemos sido “juancarlistas” (sobre todo después del 23-F), y ahora no pocos “felipistas” (y puede que “leonoristas”), pero siempre sin mostrar especial interés en la monarquía como institución. Los sondeos lo acreditan: buena valoración del Rey, pero indiferencia hacia la institución. ¿Para qué sirve, pues, la monarquía, se preguntan muchos? Si el Rey no tiene poder para alterar el rumbo de las cosas (por ejemplo, negándose a ratificar la ley de amnistía), ¿no es un trasto inútil?

Trataré de avanzar una contestación comparando la monarquía parlamentaria como forma de Estado con otras formas de Estado alternativas. No son muchas, básicamente solo tres (monarquías, repúblicas o dictaduras). Y lo haré mediante una comparación en el tiempo y otra en el espacio.

En el primer aspecto, desde mediados del siglo XIX España ha tenido todo tipo de experiencias por lo que hace a la forma de Estado. Tras una monarquía fallida (la de Isabel II), tuvimos una Primera República, luego una primera restauración con Alfonso XII, más tarde una corta dictadura (la de Primo de Rivera) seguida de una Segunda República que desemboca en una Guerra Civil, otra dictadura con Franco, y una segunda restauración con Juan Carlos I. Se puede decir que, por probar, que no falte; los españoles lo hemos probado todo.

Pues bien, la Primera República fue, no ya un fracaso, sino un ridículo que duró pocos meses. Tras ella la primera restauración monárquica duró casi medio siglo generando el primer proceso claramente modernizador de nuestra historia contemporánea, y España tuvo por vez primera sociedad burguesa, alternancia política, administración pública, justicia y prensa libre, industria, ateneos, opera, e incluso ciencia (y recordemos a la Junta de Ampliación de Estudios). Una exitosa experiencia que se trunca por los errores de Alfonso XIII dando lugar a la breve (primera) dictadura de Primo de Rivera (no muy maltratada por los historiadores). Tras ella la Segunda República fue recibida si cabe con mayor ilusión que la primera, pero fue otro fracaso que duro cinco años (ocho, si incluimos la guerra) y fue destruida dos veces: primero desde dentro, y luego desde fuera por un golpe militar. La dictadura del general Franco duró mucho, pero de ella sólo se pueden destacar los años sesenta, y poco más; los demás deberíamos “echarlos al olvido” como aconsejaba Santos Juliá. Finalmente, la segunda restauración monárquica, que dura ya otro medio siglo, ha sido sin duda el periodo mejor de nuestra historia contemporánea y no me molestaré en acreditarlo, pues es bien sabido.

La comparación histórica admite pocas dudas: dos dictaduras más que discutibles, dos repúblicas fracasadas y dos monarquías exitosas. Los españoles lo hemos probado todo, y casi lo único que ha funcionado ha sido la monarquía. No estoy exponiendo una ley divina, sólo una inducción empírica sólida, pero al parecer la monarquía sí funciona en nuestra historia, sí sirve.

Vayamos a la comparación en el espacio. El pasado mes de febrero la Economist Intelligence Unit publicó su último ránking de calidad democrática de los países del mundo. Pues bien, las ocho escasas monarquías parlamentarias que podemos identificar (Suecia, Noruega, Dinamarca, Holanda, Bélgica, Reino Unido, España y Japón; dejo fuera algunos casos excepcionales), están todas en los 25 primeros lugares, son “democracias completas”. Datos reiterados año a año por otros dos institutos de investigación: el americano Freedom House y el sueco-americano Varieties of Democracy. Y la conclusión tampoco es discutible: las monarquías parlamentarias son los países más democráticos del mundo, tanto que es más probable que un país sea democrático si es monarquía que si es república (lo dice Freedom House, no yo). Sé que es un resultado contraintuitivo, y a mí mismo me costó aceptarlo (y por ello se sorprende el artículo de Timothy Garton Ash en EL PAÍS el 26 de noviembre), pero para eso está la ciencia social pues, como decía Marx, si la apariencia y la esencia de las cosas coincidieran no haría falta estudiarlas. No estoy diciendo que no hay repúblicas estupendas; sería una bobada. Pero sí que la forma de Estado monarquía parlamentaria, además de servir en España, sirve también en otros muchos países europeos.

La pregunta ahora es ¿por qué es esto así? Tendemos a creer que la democracia funciona por sus propios méritos, es decir, es eficiente. Pero hoy sabemos que hay democracias eficientes (digamos, Alemania) y otras deficientes (varias en América Latina) y que, del mismo modo, hay dictaduras ineficientes (Cuba, Venezuela o Corea del Norte, la mayoría), pero otras son eficientes (como el caso singular de China). Para que una democracia sea funcional necesita incentivos externos pues, en ausencia de ellos, cae en la partitocracia, la dictadura de la mayoría o incluso el cesarismo, y se autodestruye. Podría mencionar docenas de casos.

Pues bien, la monarquía parece aportar algunos de esos incentivos que la democracia no aporta por sí sola. Para comenzar, una jefatura del Estado que es apartidista y neutral y puede representar a la totalidad de la nación, cosa difícil con un presidente de la república elegido. De nuevo un dato contraintuitivo: se critica a la monarquía porque el jefe del Estado no es elegido, pero eso es, justamente, lo que le permite ser apartidista. Y esa neutralidad fortalece la unidad interna, sobre todo en países con demos compuestos y “reinos unidos” (España, Gran Bretaña o Bélgica). Y como aseguran Garton Ash y Tom Ginsburg, eso cancela tentaciones cesaristas y presidencialistas tan frecuentes en las repúblicas, y no solo en las presidencialistas.

En segundo lugar, la monarquía aporta una visión de largo plazo, ausente en las políticas democráticas que se juegan en uno o dos periodos electorales. Los reyes viven muchos años y desean dejar una buena herencia a sus hijos, de modo que la estrategia de “pan para hoy y hambre para mañana” les está vedada. Aportan sentido del futuro. A lo que contribuye que las monarquías se apropian y actualizan una larga tradición histórica dándole al país, además de una visión de futuro, un pasado común con el que identificarse. Unifican un país, no solo en el espacio, también en el tiempo.

Finalmente, si te preguntas por qué los países más posmaterialistas y posmodernos son monarquías (Suecia, Noruega, Dinamarca, Reino Unido), mientras algunas repúblicas (Italia, Francia o Estados Unidos) son más conservadores en materia de moral y costumbres, la respuesta es de nuevo que, bajo el paraguas de la continuidad y la tradición, caben muchas innovaciones en una estrategia anti-lampedusiana: nada cambia para que todo cambie. Los españoles lo sabemos bien, pues en muy pocos años hemos sufrido (o gozado, según se vea) de un cambio radical de moral colectiva (divorcio, género, homosexualidad, aborto, eutanasia, etc.), un salto que en otros países ha necesitado décadas.

Puede parecer que las monarquías no sirven pero el estudio nos muestra que sí sirven, y mucho, aunque su trabajo es siempre discreto, indirecto, simbólico y rara vez determinante. No mandan nada, y por eso son parlamentarias, pero ejercen una profunda influencia en la dinámica política de los países proporcionando unidad, solidaridad, sentido del pasado y del futuro, incluso tolerancia.

Por supuesto, también tienen sus problemas. Un periodista le preguntó a Isabel II de Inglaterra cuál había sido el principal problema de su reinado. En su respuesta no mencionó ni la pérdida del Imperio británico, ni el terrorismo del IRA, ni el referéndum escocés o del Brexit. Mi principal problema —fue su respuesta— ha sido la familia. Y así sigue hoy, allí y en muchos sitios.













DEL ARCHIVO DEL BLOG. BALANCE DE LECTURAS DEL AÑO QUE SE VA. PUBLICADO EL 31/12/2015

 







Como bien dice el refrán, en cuestión de gustos no hay nada escrito... El final del año es casi siempre momento propicio para hacer balance sobre todo lo habido y por haber, lo iniciado y lo concluido, lo abandonado para siempre y lo que queda pendiente... Los libros y lecturas abarcados en ese lapso temporal no pueden escapar a ese deseo de hacer balance. 

Revista de Libros, la más prestigiosa revista de crítica literaria en español, ha pedido con tal motivo a varios de sus colaboradores que escojan los que son para ellos los títulos más interesantes del año, y que expliquen su elección. Pueden leer aquí el resultado de la encuesta con sus comentarios críticos pertinentes. En cualquier caso, esta es la lista de los libros recomendados y de sus autores. 

1. Lipovetsky, Gilles y Serroy, Jean: La estetización del mundo. Vivir en la época del capitalismo artístico.  

2. Stanley, Bob: Yeah! Yeah! Yeah! La historia del pop moderno. 

3. Fradera, Josep M.: La nación imperial (1750-1918). Derechos, representación y ciudadanía en los imperios de Gran Bretaña, Francia, España y Estados Unidos.

4. Pamuk, Orhan: Una sensación extraña. 

5. Mulet, José Miguel: Medicina sin engaños. 

6. Ramón y Cajal, Santiago: Los tónicos de la voluntad. Reglas y consejos sobre investigación científica.

7. Carrère, Emmanuel: El Reino. 

8. Houellebecq, Michel: Sumisión. 

9. Gil de Biedma, Jaime: Diarios, 1956-1985. 

10. McEwan, Ian: La ley del menor.  

11. Knausgård, Karl Ove: La isla de la infancia (Mi lucha: 3). 

12. Amis, Martin: La Zona de Interés. 

13. Pagden, Anthony: La Ilustración y por qué sigue siendo importante para nosotros.

14. Roudinesco, Elisabeth: Freud en su tiempo y en el nuestro. 

15. Sanz, Marta: Farándula. 

16. García, Rodrigo: Barullo. 

17. Gógol, Nikolái:  Cuentos completos. 

18. McGuire, Richard: Aquí.  

Por su parte, la revista Babelia, editada por el diario El País, ha preguntado a una cincuentena de críticos y colaboradores cuáles son los veinte mejores libros de 2015. La lista refleja un escenario variado de autores de distintos orígenes y de géneros. Destaca el reconocimiento de las memorias y diarios, así como del ensayo, un papel menor que otros años para la narrativa, y un espacio para la poesía. Siete de ellos coinciden con la de Revista de Libros. Esta es su lista. Y en el enlace de más arriba, pueden leer las reseñas críticas de sus comentaristas. 

1. Piglia, Ricardo: Los diarios de Emilio Renzi. Años de formación. 

2. Sanz, Marta: Farándula. 

3. Gil de Biedma, Jaime: Diarios (1956-1985).  

4. Alexiévich, Svetlana: La guerra no tiene rostro de mujer. 

5. Houellebecq, Michel: Sumisión. 

6. Christensen, Inger: Eso. 

7. McEwan, Ian: La ley del menor. 

8. Roudinesco, Elisabeth: Freud en su tiempo y en el nuestro. 

9. Mesa, Sara: Cicatriz. 

10. Maillard, Chantal: La mujer de pie.

11. Ferrante, Elena: La niña perdida. 

12. Fernández Cubas, Cristina: La habitación de Nona. 

13. Singer, Israel Y.: La familia Karnowsky. 

14. Sacks, Oliver: En movimiento. Una vida. 

15. Cynthia Ozick. Cuentos reunidos.

16. Obligado, Clara: La muerte juega a los dados. 

17. Snyder, Timothy: Tierra negra. El Holocausto como historia y advertencia. 

18. Monmany, Mercedes: Por las fronteras de Europa. Un viaje por la narrativa de los siglos XX y XXI.

19. McGuire, Richard: Aquí.

20. Chikiar, Irena: Virginia Woolf. La vida por escrito. 

Y por si alguien tuviera interés en ello, aquí les dejo mi lista de algunos de los libros leídos en este año que se acaba que mayor placer me han deparado. No incluyo las relecturas de libros ya leídos con anterioridad, y de los que cito a continuación, lo son sin orden de preferencia alguno. Y una confesión personal: solo he leído dos de todos los mencionados en las listas de Revista de Libros y Babelia, lo que indica que no soy lector tan acrisolado como yo me pienso, o lo dicho, que en cuestión de gustos no hay nada escrito...

1. Arendt, Hannah: Más allá de la filosofía. Escritos sobre cultura, arte y literatura.

2. Gomá, Javier: Aquiles en el gineceo o aprender a ser mortal. 

3. Gomá, Javier: Ejemplaridad pública. 

4. Hunt, Lynn: La invención de los derechos humanos. 

5. Jones, Steve: Ciencia y creencia. La promesa de la serpiente.  

6. Magrinyá, Luis: Estilo rico, estilo pobre. Todas las dudas: Guía para expresarse y escribir mejor.  

7. Padgen, Anthony: La Ilustración. Y por qué sigue siendo importante para nosotros.  

8. Schopenhauer, Arthur: El mundo como voluntad y representación. 

9. Fernández-Viagas, Plácido: Inquisidores 2.0. El sueño del robot o el fraude de la libertad de información. 

10. Giesbert, Franz-Olivier: La cocinera de Himmler.  

11. Kafka, Franz y Montellier, Chantal: El proceso. Una novela gráfica.  

12. Rojas, Fernando de: La Celestina (Edición de Soledad Puértolas). 

13. Savater, Fernando: Voltaire contra los fanáticos. 

14. Arendt, Hannah: Crisis de la república. 

15. Hirsi Ali, Ayaam: Reformemos el Islam. 

16. Piketty, Thomas: El capital en el siglo XXI.

17. Pinker, Steven: Los ángeles que llevamo dentro. El declive de la violencia y sus implicaciones.  

18. Popper, Karl R.: La sociedad abierta y sus enemigos. Con una addenda del autor.  

19. Houellebecq, Michel: Sumisión.  

20. Gomá, Javier: Necesario pero imposible o ¿qué podemos esperar?

21. Gomá, Javier: Imitación y experiencia.

22. Littell, Jonathan: Las benévolas. 

23. Pessoa, Fernando: Libro del desasosiego.

24. Küng, Hans: Humanidad vivida. Memorias. III.

25. Teilhard de Chardin, Pierre: El fenómeno humano.

Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. Y ¡Feliz Año Nuevo! HArendt






















DEL POEMA DE CADA DÍA. HOY, PARA QUÉ SIRVEN LAS MANOS, DE MILAGROS PÉREZ MORALES

 







PARA QUÉ SIRVEN LAS MANOS



En un sueño me cortan

dos dedos;

yo me quedo a esperar

el dolor. Sigo sin creer

en ese fantasma

aunque pueda

verlo de a ratos:


tu invitación

es hablar todo el tiempo

de la muerte con la cara

muy cerca. No quise

besarte en otro sueño,

era demasiado romántico y yo anhelo

volverme una charla difícil.

Para Proust también

amar es algo así como morirse:

querer a un hombre es


complicado, ya sé, pero

además


es escribir el deseo

por una mujer

que muere.


Asumo

cariño de tu parte,

entonces. Con razón

de parecerme

a la habitación

que la contiene

en su última vida, debería

soñar con matarte.


No se trata de ser

buenos ni hermosos, es sobre

obligarnos a perder

lo que sea que nos quede, y en fin.


Para dar cuenta de un poder sobre mí.




MILAGROS PÉREZ MORALES (1997)

poetisa argentina

























DE LAS VIÑETAS DE HUMOR DEL BLOG DE HOY LUNES, 15 DE DICIEMBRE DE 2025

 




























domingo, 14 de diciembre de 2025

DEL INFIERNO DEMOGRÁFICO ESPAÑOL. ESPECIAL 2 DE HOY DOMINGO, 14 DE DICIEMBRE DE 2025

 







El pasado septiembre apareció el libro sobre el que versa esta conversación: Los últimos españoles. El suicidio demográfico de una nación (Madrid, Almuzara, 2025), de Alejandro Macarrón y Miguel Platón, dos autores que no necesitan presentación, escribe en Revista de Libros (09/12/2025), Luis M. Linde,  Técnico Comercial y Economista del Estado exgobernador del Banco de España. Alejandro Macarrón está considerado como uno de nuestros más destacados expertos en la evolución demográfica española durante las últimas décadas. Las aportaciones de Miguel Platón a la historia de España en el siglo XX han sido muy destacadas y son bien conocidas.

Los últimos españoles es un libro ejemplar en el sentido de explicar a sus lectores, mediante un amplio, detallado y a la vez accesible, aparato estadístico, cuál ha sido la evolución de la población de España durante las últimas cinco décadas y las perspectivas que esta evolución está generando.  

El libro está dividido en tres partes y un epílogo.  La primera se titula «Declive de los españoles autóctonos y sustitución por una amalgama multicultural, Una nación que se acaba»; la segunda, «Consecuencias del suicidio demográfico por falta de niños y soluciones, ¿Qué puede salir bien en una sociedad que no se reproduce?»; la tercera, más extensa ―más de 200 páginas de estadísticas claras y bien ordenadas―, lleva por título «Los números del suicidio demográfico español y la sustitución de los españoles “de siempre” por inmigración extranjera»; finalmente, el epílogo se titula «El pueblo español, en una encrucijada existencial».

La Parte II ocupa solo 30 páginas, pero es muy importante porque en ella se tratan los asuntos clave, los asuntos más polémicos o difíciles, cuya explicación o exposición se suele evitar, suavizar o disfrazar.  Por ejemplo, la inmigración solo puede ser una solución parcial,  que tiene claros riesgos; los inmigrantes no nos van a pagar las pensiones, ni tienen por qué hacerlo, ni detienen el envejecimiento social, solo lo hacen más lento, un factor al que se añade el hecho  de que el primer hijo se tiene cada vez con padres de más edad; las causas fundamentales de la baja natalidad no son económicas; el aborto, que en España es, en la práctica,  «libre» o casi, parece haberse convertido, de hecho, en un procedimiento  de control de  la natalidad. Esta es la conversación mantenida entre uno de los autores del libro, Alejandro Macarrón, y el autor del artículo, Luis M. Linde:

Luis M. Linde (LML): Muchas gracias, Alejandro, por tu disposición para conversar sobre vuestro último libro, y publicar un resumen de nuestra conversación en RdL. Vamos a hablar sobre Los últimos españoles, el libro que acabas de publicar junto con Miguel Platón sobre lo que llamáis, en el subtítulo, El suicidio demográfico de una nación, y esa nación es la nuestra, España. Estamos de acuerdo en que esta conversación no será larga.  Puede ser una especie de recensión, de fácil lectura, sobre el profundo cambio demográfico que ha experimentado nuestro país durante los últimos decenios, cambio demográfico que vivimos en España como un fenómeno sin precedentes en nuestra historia. En realidad, creo que vuestro libro tampoco tiene precedentes en su enfoque, en su detalle factual y estadístico y en su análisis político y social.

Aspiramos a que nuestra conversación sea una especie de recensión de Los últimos españoles. Yo me voy a limitar a plantear preguntas. La primera es: ¿puedes explicarnos el orden y contenido de las tres partes del libro? 

Alejandro Macarrón (AM): En primer lugar, gracias, por vuestra decisión de ocuparos de nuestro libro en RdL. Los últimos españoles trata de lo que creo que puede calificarse de dramática falta de nacimientos en España y de los problemas migratorios de nuestro tiempo.

El plan del libro está orientado a hacer lo más clara posible nuestra exposición. Las dos primeras partes, que podemos considerar conceptuales o argumentales, se complementan con la parte III, un amplio anexo de datos demográficos, tanto nacionales como de ámbitos más reducidos; y, finalmente, un epílogo que hemos titulado «El pueblo español, en una encrucijada existencial».

En la primera parte se describen las dinámicas demográficas recientes en España y en el mundo, muy preocupantes aquí y en los demás países occidentales, porque llevamos muchos años, y no sólo en España, con tasas de natalidad insosteniblemente bajas. También muy preocupantes en lo que respecta a la inmigración, por descontrolada en número y en cualificación laboral media, por sus irregulares vías de ingreso, y por los riesgos de fracturas sociales que conlleva, que son ya profundas en varios países europeos como Francia, Bélgica, Suecia o Inglaterra.

En la segunda parte se analizan las implicaciones del vuelco en nuestra estructura demográfica, que se ha ido materializando a lo largo de los últimos cinco decenios; nos preguntamos por qué ha ocurrido, y, sobre todo, cómo frenarlo y favorecer un repunte sostenido de la natalidad.

La tercera parte del libro es un resumen de los principales ―y muy poco halagüeños― datos demográficos de España, a cuatro niveles: nacional, regional, provincial y local (este último de una selección de municipios con, al menos, 10.000 habitantes). Muchos de los datos del libro, de fuente primaria oficial ―generalmente el INE―, son inéditos. No son números sin alma: llegan al corazón por lo que implican.

Nos pareció un buen valor añadido para los lectores -y para mucha más gente, por el eco que puede tener el libro en medios de comunicación y redes sociales- que pudieran conocer la situación demográfica específica en los ámbitos geográficos de su interés personal, por ser donde viven y/o tienen parientes, por razones profesionales, por mera curiosidad, etc.

LML: El título emplea algunas expresiones inquietantes: «últimos españoles», «suicidio demográfico». ¿No es esto una exageración?

AM: Es verdad que el título y subtítulo del libro pueden parecer exagerados, pero, desgraciadamente, creemos que no lo son. El mantenimiento de nuestra tasa de natalidad en los niveles en los que se sitúa desde hace ya un buen número de años puede estar anunciándonos que, en un plazo de tiempo no muy largo, España puede dejar de ser un país habitado mayoritariamente por «españoles». O, dicho de otro modo, no es imposible que, de mantenerse las actuales tendencias, los españoles hijos de españoles puedan llegar a ser minoritarios en el conjunto de nuestra población.

LML: Pasemos a la inmigración. Empiezo por una pregunta muy general: en el libro tratáis con bastante detalle y amplitud los problemas que plantean los flujos migratorios en grandes números, incluso los legales, pero parece que tratáis de modo, digamos, más positivo a los inmigrantes. ¿Podrías explicarme esto?

AM: Si tú o yo fuéramos jóvenes senegaleses, marroquíes, paraguayos o pakistaníes, es muy posible que hiciéramos lo que ellos: tratar de venir a España. No cabe criticar a otros por lo que uno mismo también haría. Los inmigrantes que se aprovechan de las ayudas públicas y la tolerancia suicida con la inmigración ilegal (o la legal innecesaria), hacen muy bien en buscarse así la vida en España. Quienes hacen muy mal con ese despilfarro de fondos públicos son los políticos españoles y quienes les apoyan, en realidad, todos aquellos que tienen responsabilidades sobre la evolución de nuestra demografía.

Hassan, Alí o Mohamed que viven en España son nuestros prójimos, y su dignidad humana es tan inalienable como la nuestra. Ni ellos eligieron nacer musulmanes, ni nosotros elegimos nacer españoles y cristianos. Pero los valores islámicos en algunos temas clave (como la separación Religión-Estado, o la igualdad hombre-mujer) son poco compatibles con los valores cristianos-occidentales. La historia, incluida, desde luego, la de Al-Ándalus y la que trata de la vida de los cristianos bajo el poder musulmán ―ciudadanos de segunda en todos los terrenos, incluido el fiscal―, y lo que vemos en Francia, Bélgica y otros países, indican que la convivencia armónica de muchos musulmanes con cristianos ―creyentes o culturales― es entre complicada y quimérica.

Por otra parte, incluso la inmigración más integrable, si hay mucho paro, nos sale muy cara. Si hay un gran déficit de viviendas, lo agrava. Y la sanidad, que ya está congestionada porque la población va envejeciendo, tiene que atender además a una inmigración que llega a grandes oleadas y que nadie controla realmente, lo que contribuye a empeorar esa congestión. Como ahora en España.

Así pues, creemos que la inmigración debe ser toda legal, ajustarse a lo necesario para nuestro mercado laboral, no debe aumentar si en el mercado de la vivienda hay mucha más demanda que oferta ―como ahora―, debe ser integrable culturalmente, etc. Pero no culpabilizamos en absoluto a los inmigrantes ―salvo a los que delincan contra otras personas― del caos migratorio de España hasta la fecha, sino a nuestros gobernantes de todos los colores, que, en general, hasta la fecha, han actuado en este terreno con irresponsabilidad, y a quienes los apoyan.

LML: Decís que el peor efecto de la baja natalidad no es el problema de las pensiones. Es una cuestión nada fácil de simplificar, sobre la que se han vertido opiniones y análisis muy diferentes, a veces opuestos.

AM: El problema de las pensiones es potencialmente muy grave, pero es sobre todo económico. Aun sin recurrir a la inmigración, los aumentos de productividad por nuevos avances tecnológicos, eventuales mejoras en la eficiencia en el gasto del Estado, el retraso en la edad de jubilación en consonancia con la mayor esperanza de vida (total y en buena salud), y el ahorro privado, lo podrían paliar en buena medida. Además, como las sociedades desarrolladas son muy prósperas, mientras no haya una proporción de jubilados en relación a la población activa que sea drásticamente peor que la actual, si nos ajustásemos todos algo el cinturón -jubilados incluidos-, pasaríamos estrecheces, pero podríamos seguir viviendo razonablemente bien, al menos por algún tiempo.

Pero el empobrecimiento afectivo que implica no tener hijos, o tener solo uno carente de hermanos -y con ello pocos nietos o ninguno, primos, tíos, etc.- que puede ser muy doloroso, no se puede evitar con medidas de ahorro, mejor tecnología, más inmigrantes, etc.

En suma, no se pueden enjugar los efectos del proceso de desaparición de los españoles con nada que no sea que vuelvan a nacer más españoles.

LML: El libro es muy duro con los políticos de comunidades autónomas como el País Vasco, Cataluña, Galicia, Canarias, Asturias…

AM: Sí, porque son comunidades autónomas con un deterioro demográfico especialmente profundo, y sus gobernantes han proclamado por activa y por pasiva su desbordante «amor» por su tierra, hasta llegar a querer separarla de España en algunos casos, pero no ha parecido importarles lo más mínimo, durante décadas, su extraordinario deterioro demográfico. Les ha importado mucho que se hablen las lenguas cooficiales, pero no que nazcan los futuros hablantes de esas lenguas. En el caso de Canarias, la fecundidad es espeluznantemente baja: la menor de toda Europa (en Asturias, la menor de Europa continental)

LML: ¿Cuál es la zona cero del invierno demográfico de los españoles? ¿Y de la islamización en España?

AM: Del invierno demográfico español, las provincias de Orense y Zamora serían la zona cero, de forma destacada, seguidas de Lugo, Asturias, León, Soria, Palencia, Teruel, Cuenca… Y la región que más ha envejecido desde 1975 es el País Vasco.

En cuanto a islamización, aparte de Ceuta y Melilla, por comunidades autónomas, las que cuentan con más seguidores del islam son, por este orden, Murcia, Cataluña, La Rioja, Navarra y Baleares. Por provincias, la primera es Almería, seguida de Lérida, Gerona, Tarragona, Murcia, Barcelona, Huesca, Huelva, Teruel, Alicante, Castellón, La Rioja y Álava. Y de municipios, destacan nombres como Salt (Gerona), Níjar (Almería), Manlleu (Barcelona), Callosa del Segura (Alicante), El Ejido (Almería), Roses (Gerona), Torre-Pacheco (Murcia), Fuensalida (Toledo), Benicarló (Castellón)…

LML: En el libro se sostiene, quizá podemos decir que «a contracorriente», que no se puede considerar irreversible la muy baja natalidad… Dado que la muy baja natalidad es el centro de todo el problema, ¿qué política de estímulo a la natalidad es posible y realista?

AM: Es alucinante que sea «a contracorriente». ¿Cómo se ha podido resignar tanta gente al suicidio demográfico? ¿Por ignorancia de lo que significa, por cobardía…? No hay evidencia empírica de que sea irreversible, y es derrotista -o muy cómodo, para los políticos- pensar que lo es.

No basta con una sola «política». La baja natalidad es parte central de nuestro actual modelo de sociedad. Y para cambiar un modelo de sociedad se necesitan mutaciones profundas en valores, discurso político, leyes, y, lo que a veces se olvida, la fiscalidad. En este caso, serían mutaciones que favorezcan que la gran mayoría gente quiera volver a tener varios hijos antes de ser demasiado mayor, casándose con vocación de que sea para toda la vida, por ser el marco en que se tienen más hijos. En todos los países es así: las parejas casadas son más fecundas que las parejas de hecho y los adultos al frente de hogares monoparentales. Además, el matrimonio estable y bien avenido proporciona a las familias beneficios adicionales: economías de escala en los gastos fijos del hogar ―el divorcio, o emanciparse del hogar paterno sin ir a vivir en pareja, genera el efecto contrario―, bienestar emocional, y cuidados mutuos en la adversidad y la vejez.

Hay que favorecer e incentivar la natalidad y la nupcialidad estable con todos los medios legítimos y sensatos en una sociedad liberal ―incluyendo el marco fiscal―, y desincentivar lo contrario, desde el Estado y desde la sociedad civil. El Estado, la política, las organizaciones de la sociedad civil con interés en temas políticos y sociales, la educación, los medios de comunicación, el cine, etc., deben pasar a ser abiertamente pronatalistas y profamilia estable, con palabras y con hechos, y no lo contrario o indiferentes, como en los últimos 45 años y pico en España. Y con ello, hay que conseguir que los españoles crean de nuevo, desde pequeños, como sus antepasados, que tener hijos en una familia estable es mucho mejor para su vida personal a la larga que no tenerlos. La propia Iglesia también debe ser mucho más natalista, por cierto. Hoy día es de lo más normal que en las bodas que se llevan a cabo con el ritual católico el cura hable mucho en su sermón de lo maravillosa y difícil que es la convivencia entre los esposos, y de cómo superar las desavenencias conyugales, pero poco o nada de la importancia de que los contrayentes tengan y críen sin separarse varios hijos. ¡El sentido primordial del matrimonio es tener descendencia y criarla en el mejor marco familiar posible! Para no tenerla, no hace falta casarse.

LML: ¿Y no teme que le llamen carca, heteropatriarcal y otras lindezas al uso por defender el matrimonio y denostar el divorcio masivo?

AM: Los datos y el sentido común no mienten: con las excepciones de rigor, desde tiempo inmemorial y hasta hace pocas décadas, el matrimonio estable generalizado fue un bien social, y propició una mayor fecundidad y una mejor crianza de los hijos. La baja nupcialidad y el divorcio masivo, cosas de nuestro tiempo, están teniendo el efecto contrario, además de ser un drama este último para los niños afectados, y muchas veces, para alguno de los adultos involucrados, o para ambos. Los romanos, y en concreto su primer emperador, Augusto, lo tenían clarísimo. Sus Leyes Julias estaban orientadas a incentivar el matrimonio y la procreación.

LML: Una última pregunta relacionada con la inmigración y la natalidad: ¿cómo está España en relación a Francia e Italia, que serían los países más comparables al nuestro por tamaño y afinidad cultural?

AM: Francia está mucho más islamizada que España, pero menos envejecida, porque llevan muchos más años con abundante inmigración musulmana, y han tenido durante décadas mucha más fecundidad, la cual, aunque también allí se ha desplomado recientemente, sigue por encima de la española. Italia, en contraste, tiene menos inmigración que España (si bien con mayor porcentaje de musulmanes), y está más envejecida, porque la natalidad empezó a caer allí antes que aquí. En los últimos 25 años, según mis estimaciones, han desaparecido más de 5 millones de italianos autóctonos por más muertes que nacimientos, casi el triple que los españoles «de toda la vida» perdidos por esta misma causa. Finalmente, la inmigración en España tiene una característica diferencial con la que hay en Italia, Francia y el resto de Europa, que es el elemento hispano: la mitad de los inmigrantes que viven en España son hispanoamericanos, con tendencia a superar el 50%. Es, sin duda, un factor singular.