Esto más que un goteo es ya un chorro abierto sin control y una alcantarilla que revienta porque no da más de sí: solo en el día de hoy un exvicepresidente de la comunidad autónoma de Madrid y exsecretario general de su partido en esa comunidad, el presidente de la diputación provincial de León, un grupo de alcaldes en ejercicio y hasta una cincuentena de empresarios repartidos por toda España, detenidos por presunta corrupción... Es para no creer en nada ni nadie, pero el caso es que yo si creo que la inmensa mayoría de los políticos españoles son honrados, pero también creo, como dice el aforismo romano, que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. ¿Entonces, qué hacer?
No soy dado a las grandes admiraciones. Por cumplir con mi personal ley de igualdad de género cito entre esas grandes admiraciones a dos mujeres, Hannah Arendt, teórica política estadounidense de origen judeo-alemán y a Simone Weil, filósofa francesa de origen judío, y a dos hombres, Emilio Lledó, filósofo y filólogo español y a Hans Küng, teólogo católico suizo. Por los cuatro siento una profunda admiración y respeto, tanto por la importancia de su obra intelectual como por el ejemplo de sus vidas. Y uno de ellos fue profesor mío en la Facultad de Geografía e Historia de la UNED; sólo por el privilegio de haberle conocido y tenido como profesor merecieron la pena todos los años de estudio.
Pero hoy sólo quiero traer a colación a Hans Küng, teólogo católico de renombre universal, consultor especial del Concilio Vaticano II por decisión expresa del papa Juan XXIII, y apartado fulminantemente de su cátedra de Teología en la Universidad alemana de Tubinga por el papa Juan Pablo II por oponerse públicamente al dogma de la infalibilidad pontificia.
No soy creyente. No lo era ya cuando leí durante unas vacaciones en Mallorca hace al menos cuarenta años la primera de sus grandes obras teológicas: "Ser cristiano". Seguí sin serlo después de leer con sincera admiración al menos una docena sus títulos posteriores. Y al día de hoy sigo ateo-no beligerante, a Dios gracias, diría yo. Pero no, desde luego, por culpa suya, porque reconozco que pocos libros existen con la profunda religiosidad y el rigor teológico de los escritos por Hans Küng. A sus casi 90 años, sigue empeñado en la elaboración de una ética de validez universal y del diálogo sin condiciones entre todas las iglesias. Y yo, sigo esperando con ilusión la publicación en español de la tercera parte de sus memorias.
Hace unos años el diario El País publicó un interesantísima artículo suyo, hoy más que nunca de plena actualidad, titulado "¿Está justificada la mentira en política?" por el que desfilan George W. Bush, Henry Kissinger, Richelieu, Metternich, Bismarck, Theodore Roosevelt, Maquiavelo, Thomas Jefferson, Martín Lutero, Helmut Schmidt, Jimmy Carter, Bill Clinton y Monica Lewinsky..., entre otros. Hoy, oyendo justificarse ante sus electores a la presidenta del partido popular de Madrid y expresidenta de dicha comunidad autónoma, expresidenta del Senado y exministra, Esperanza Aguirre, y soplar plumas hacia arriba a la secretaria general del partido popular español, Dolores de Cospedal, o mirar hacia otro lado como si la cosa no fuera con él y con todos nosotros al presidente del gobierno de España, Mariano Rajoy, creo que merece la pena releer lo que en su día dijera un teólogo tan solvente como Hans Küng sobre la mentira y la política. Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt
1 comentario:
Ciertamente esto es demasiado....
Saludos
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