domingo, 11 de febrero de 2024

[ARCHIVO DEL BLOG] Nombres de mujer: Aisha, Leonarda, Marilyn, Vanessa, y otras... [Publicada el 19/10/2013]











Hace unos años el escritor y premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa escribió un hermoso artículo lleno de elogios por la actriz británica y decidida activista proderechos civiles Vanessa Redgrave. Dicho artículo me hizo recapacitar sobre el enorme privilegio de vivir, a pesar de todos los "tsunamis" financieros, políticos y sociales que se nos vengan encima, en este acorralado puerto a la defensiva que llamamos Occidente. Sobre todo si uno es mujer.
Hoy es noticia que Francia, sí, la del lema universal de "Liberté, Egalité et Fraternité" y un gobierno socialista, permite volver a Leonarda, la niña kosovar de etnia gitana expulsada hace unos días del país, pero no al resto de su familia, algo que la niña, con suma dignidad, parece que ha rechazado. La crítica no va solo hacia Francia, ha sido un acto que, incluso dentro de su discutible legalidad, sume en la vergüenza a la Unión Europea en su conjunto. 
Mucho más terrible y de una crueldad inusitada, resultó la pasmosa indolencia con que en este Occidente del que presumimos como eje de la civilización reaccionó hace ahora justamente cinco años ante la lapidación de una joven somalí de 13 años años, de la que sólo supimos su nombre: Aisha Ibrahim, acusada de adulterio. Ni una palabra del Secretario General de las Naciones Unidas, ni del Papa, ni de los candidatos a presidir los Estados Unidos, ni del presidente de Rusia, ni del Dalai Lama, ni de los líderes musulmanes moderados, ni de Dios... De nadie, salvo de los familiares y unos cuantos vecinos y amigos de Aisha, y de unas descomprometidas palabras de condena de los en aquellos momentos hipersensibilizados presidentes de Francia y de la Unión Europea. De vergüenza.
Amnistía Internacional sí dio la cara en aquel momento, aunque no sirvió para nada, y sigue dándola a diario, y gracias a su labor se salvan muchas Aishas en el mundo. ¿Será posible ver el día en que las religiones y los dioses, y sus intérpretes varios, dejen de jodernos a los pequeños e insignificantes humanos y que podamos vivir, equivocarnos y morir en paz?
No recuerdo quien dijo que en Filosofía y Literatura, después de los clásicos griegos, todo era mera paráfrasis... Lo comparto plenamente. Será por eso que mis tres personajes preferidos de ficción son mujeres y producto de los trágicos griegos. Dos de ellos de Eurípides: Ifigenia, la inocente y desventurada hija de Agamenón y Clitemnestra, sacrificada a los dioses en aras de la victoria aquea sobre los troyanos; Medea, la repudiada y vengativa esposa de Jasón, inmisericorde ante la traición del amado; y la tercera, mi favorita, la valiente y heroica Antígona, de Sófocles, hija de Edipo y Yocoasta, que afronta con serenidad la condena a muerte que le es impuesta por rendir honores fúnebres a su hermano, rebelde al gobierno constituido.
Y si tuviera que nombrar a únicamente tres mujeres contemporáneas a las que admiro profundamente, me quedo con la imagen de infinita tristeza y soledad de la actriz norteamericana Marilyn Monroe, la valiente fragilidad y sensibilidad de la filósofa francesa Simone Weil, y la descarada independencia de juicio crítico de la politóloga estadounidense Hannah Arendt. Estas dos últimas lúcidas críticas de su tiempo, ambas intelectuales de prestigio, y judías. ¿Será casualidad esto último?... No creo que ellas se hubieran callado ante la actualidad de Leonarda, los muertos en Lampedusa ni la vil "ejecución" de Aisha. Vaya dicho en homenaje de todas las Aishas del mundo que nunca subirán a los altares, por muy mártires que sean... Sean felices, por favor, y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt











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