domingo, 25 de febrero de 2018

[A VUELAPLUMA] El imperio del placer






Pasaremos a la historia como los últimos insensatos que pusieron límites al placer, comenta en El País el escritor Jordi Soler. La humanidad ha comenzado a emanciparse de Darwin y de la madre naturaleza para sumergirse en una nueva era: el transhumanismo.

Supongamos que aterrizamos en un planeta cuyos habitantes viven en una perpetua felicidad, donde el dolor, el sufrimiento y la ansiedad están desterrados y solo existe el placer, comienza diciendo. Pero no un placer idiota e improductivo; los habitantes de este planeta hipotético piensan con una afilada lucidez, se relacionan inmejorablemente con su núcleo familiar y su entorno social y cada acto que ejecutan, por modesto que sea, está lleno de sentido y significado. ¿Sugeriríamos la introducción del dolor, de la ansiedad, del sufrimiento, para endurecer la fibra moral y atemperar el espíritu?

Esta pregunta sale de la órbita del transhumanismo, un movimiento cultural, de aires filosóficos que plantea, con fundamentos nada despreciables que, de manera casi inadvertida, nos estamos adentrando ya en la era posdarwinista. La evolución de nuestra especie comienza a dejar de lado a la madre naturaleza, que es lenta y arbitraria, y ya cabalga a lomos de la ingeniería genética, la farmacología, la estimulación intracraneana y la nanotecnología molecular; una batería de técnicas que, en un futuro no muy lejano, van a incrementar nuestras capacidades físicas, intelectuales y psicológicas, y a erradicar buena parte de las limitaciones que hoy nos impone el darwinismo, la evolución natural de nuestra especie, que hemos venido arrastrando a lo largo de nuestra historia.

En el próximo siglo nuestra especie va a dar un espectacular salto evolutivo. La intervención tecnológica del cuerpo es ya una realidad que estudian los transhumanistas, como el filósofo británico David Pearce, y Nick Bostrom, que dirige una suerte de think tank (Future of Humanity Institute) en la Universidad de Oxford.

Esto que parece una historia de ciencia ficción está explicado, con toda seriedad, en un ensayo, que es más bien un manifiesto, titulado The Hedonistic Imperative (El imperativo hedonístico), de David Pearce. Este manifiesto está colgado en la Red, se va poniendo al día cada vez que el futuro se le echa encima, o cuando sus detractores, que ocupan un largo anexo, lanzan opiniones, preguntas, ataques o descalificaciones más o menos pertinentes. No existe la versión de este ensayo en papel porque un libro físico sería una contradicción: la evolución natural del libro exige una reedición, hay que corregirlo e imprimirlo otra vez, arrastra una tara darwinista que no tiene el documento electrónico.

Ernst Jünger, ese sabio incombustible que vivió en dos siglos, peleó en las dos Guerras Mundiales y vio pasar dos veces el cometa Halley, ya intuía el transhumanismo que se nos venía encima y lo planteaba, de manera muy didáctica, en términos arquetípicos. En sus últimos Diarios (1991-1996) aparece continuamente la preocupación por la batalla que libraban dioses y titanes a finales del siglo XX. “Que lo titánico se avecina inevitablemente resulta cada día más claro. No fracasan solo las formas políticas, sino también las históricas”, anotó. El triunfo de los titanes en el siglo XXI, decía, provocará la retirada de los dioses, “Apolo se aleja y el verso se debilita; Dionisios aparece como un titán”. Y en otra entrada apuntaba que el hombre “como especie se convertirá en una nueva criatura de la tierra: vuelve a quitarse la piel una vez más y se cambia de traje”.

Ese cambio de piel y ese traje que vislumbraba Jünger hace veintitantos años se parece mucho a la criatura posdarwinista y transhumana en la que van a convertirse nuestros descendientes. Para esta era nuestra sin dioses que está presidida por los titanes, en la que se diluyen las formas políticas y las históricas, el Transhumanismo propone el imperio del placer.

“Un día tendremos pensamientos como puestas de sol”, escribe Pearce en su inquietante ensayo y luego nos cuenta que además de tener pensamientos magníficos, gracias a la intervención tecnológica del cuerpo nuestros descendientes vivirán en un mundo sin dolor donde el bienestar extremo será el estado natural de las personas, un radical bienestar alejado de la estupefacción que producen las drogas contemporáneas, pues irá ligado a un pensamiento extremadamente lúcido. Además el dolor va a erradicarse del planeta, igual que la mayoría de las enfermedades, asegura Pearce. De hecho el movimiento ya ha empezado, si se piensa en que hace doscientos años no había ni anestesia ni analgésicos y, desde la perspectiva transhumanista, el hedonismo colectivo que viene podría estar mucho más cerca si las compañías farmacéuticas, acobardadas por el puritanismo del establishment, introdujeran en sus píldoras elementos para procurar el placer y no solo para paliar el dolor.

Basta con observar el entorno; la preocupación desmedida por la salud, el culto al físico, el narcisismo que mueve a nuestros contemporáneos, nos hacen ver que el imperativo hedonista de Pearce ya está aquí. El mundo sin dolor es técnicamente factible pero se enfrenta, dicen los transhumanistas, a nuestro concepto arcaico de la salud mental, en el que la tristeza, la ansiedad, el desasosiego nos equilibran, nos endurecen, ponen a tono nuestra estructura emocional. Para entrar cabalmente en el posdarwinismo, tendríamos que erradicar nuestras oscuras emociones primitivas y la estructura mental de cazadores y recolectores que nos define.

Estamos ya en una era transicional, justamente en el momento en que empieza a desplegarse la decodificación y la reescritura del genoma humano, la arquitectura genética, la alquimia de los neurotransmisores.

El futuro sin dolor que anuncia Pearce será el de nuestros descendientes y nosotros somos ya el final de una era, vivimos todavía acosados por la culpabilidad, por el miedo religioso que nos produce el placer ilimitado y el rechazo irracional a una especie que no cuente con el contrapeso del dolor. Probablemente pasaremos a la historia como los últimos insensatos que pusieron límites al placer.

La gesta del trashumanismo parece, como digo, ciencia ficción y tiene una cantidad de previsibles efectos secundarios que sería pertinente explorar. El placer, sin el contrapeso del dolor, ¿sigue siendo placer? ¿En dónde queda el derecho a la tristeza? No puede perderse de vista que un mundo habitado por gente herméticamente satisfecha, por más afinado que tenga el pensamiento, no tendría motivos para defenderse de los abusos de las élites políticas y económicas. Tampoco puede soslayarse que para que el transhumanismo funcione la evolución posdarwinista tendría que ser escrupulosamente democrática, accesible para todos y cada uno de los habitantes del planeta.

Por lo pronto los detractores de David Pearce exhiben una larga batería de impedimentos morales, físicos, económicos, para descalificar el transhumanismo. Ya les tocará a los nietos de nuestros bisnietos comprobar qué tanto había de realidad en el imperativo hedonista.

Quizá nosotros seamos ya los últimos ejemplares de esa especie anticuada, melancólica y enfermiza, que de aquí en adelante se irá emancipando de sus tristezas, de Darwin y de la madre naturaleza.



Dibujo de Eduardo Estrada para El País


Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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[TRIBUNA DE PRENSA] Lo mejor de la semana. Febrero, 2018 (IV)





Dicen que elegir es descartar. Estoy de acuerdo, y asumo la responsabilidad que me quepa por mi elección. Aquí les dejo los Tribuna de prensa que durante la pasada semana he ido subiendo a Desde el trópico de Cáncer. Tres, como máximo, cada día. Como dijo Hannah Arendt espero que les inviten a pensar para comprender y comprender para actuar. La vida, a fin de cuentas, no va de otra cosa que de eso. Se los recomiendo encarecidamente. Creo que merecen la pena.



DOMINGO, 18 DE FEBRERO
El síndrome Herder, por Fernando Palmero
Diez días en la grieta, por Fernando Aramburu
Canívales, por Manuel Vicent

LUNES, 19 DE FEBRERO
En defensa del catalán, por Xavier Vidal-Folch
Pirómanos, por Almudena Grandes
Vuelve la peste, por Sami Naïr

MARTES, 20 DE FEBRERO
Llenarse la boca, por David Trueba
La teoría sueca del amor, Víctor Lapuente
El secreto zen de Rajoy, por Sergio del Molino

MIÉRCOLES, 21 DE FEBRERO
Prohibido indignar a la mayoría, por Manuel Jabois
La espantá de Anna Gabriel, por Rubén Amón
Un parlamento de espaldas a UE, por Milagros Candela

JUEVES, 22 DE FEBRERO
Mis himnos, por Luz Sánchez-Mellado
i-Humor, por Javier Sampedro
España es el español, por Antonio Elorza

VIERNES, 23 DE FEBRERO
La bondad como arma de destrucción masiva, por Juan Luis Cebrián
Forges y nuestra Historia, por Juan Fernando López Aguilar
Un vocabulario que ya es de todos, por Álex Grijelmo

SÁBADO, 24 DE FEBRERO
La bulgaridad del nuevo PSOE, por Teodoro León Gros
La comunidad adicional, por José María Ruiz Soroa
Palabra, por Fernando Savater

Y desde los enlaces de más abajo pueden acceder a algunos de los diarios y revistas más relevantes de España y del mundo, actualizados continuamente. Espero que los disfruten:

The Washington Post (EUA)
El País (España)
Le Monde (Francia)
The New York Times (EUA)
The Times (Gran Bretaña)
Le Nouvel Observateur (Francia)
Chicago Tribune (EUA)
El Mundo (España)
La Vanguardia (España)
Los Angeles Times (EUA)
Canarias7 (España)
El Universal (México)
Clarín (Argentina)
L'Osservatore Romano (Vaticano)
La Voz de Galicia (España)
NRC (Países Bajos)
La Stampa (Italia)
Frankfurter Allgemeine Zeitung (Alemania)
Le Figaro (Francia)
Tages Anzeiger (Suiza)
Komsomolskaya Pravda (Rusia)
Excelsior (México)
Die Welt (Alemania)
El Nuevo Herald (EUA)
Revista de Libros (España)
Letras Libres (España)
Claves de Razón Práctica (España)
Cuadernos para el diálogo (España)
Litoral (España)
Jot Down (España)
Real Instituto Elcano (España)
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (España)
Der Spiegel (Alemania)
The New Yorker (EUA)
Política Exterior (España)
Cidob (España)
Concilium (España)
Le Monde Diplomatique (Francia)
Le Nouvel Afrique (Bélgica)
Time (EUA)
Life (EUA)
Revista Española de Ciencia Política (España)
Cambio16 (España)
Jeune Afrique (Francia)
Tiempo (España)
Historia y Política (España)
Newsweek (Estados Unidos)
Nature (Estados Unidos)
Historia National Geographic (España)
Paris Match (Francia)
Instituto Nacional de Estadística (España)

España en el mundo

365 días en alertas
2017, el año del desencuentro
Las mejores fotografías de 2017
Lo que pensamos de Europa
Las mejores fotografías científicas del año

Y como siempre, para terminar, las mejores fotos de la semana.




Subasta de un Picasso en Sotheby's, Londres



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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[HUMOR EN CÁPSULAS] Para hoy domingo, 25 de febrero





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






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sábado, 24 de febrero de 2018

[A VUELAPLUMA] Reforma electoral de parte





Las reglas de los sistemas políticos necesitan acuerdos interpartidistas para ser eficaces y estables. Unidos Podemos y Ciudadanos, con su propuesta de reforma electoral, no pretenden reducir los sesgos mayoritarios sino solo mejorar su representación en el Congreso de los Diputados, escriben en El País Ignacio Lago, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y José Ramón Montero, catedrático emérito de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid.

Las reformas electorales son excepcionales, comienzan diciendo, y los partidos que tienen el poder para llevarlas a cabo, los grandes, suelen rechazarlas puesto que se benefician de las reglas existentes. Y los partidos que quieren las reformas, los pequeños, carecen de apoyos para lograr su aprobación. Cuando se inician procesos de reforma electoral, es necesario que los partidos compartan un modelo de representación democrática, un cierto acuerdo sobre el problema que debe ser modificado y una relativa certidumbre sobre los efectos de las medidas que proponen. Además, es importante recordar que las nuevas reglas de juego deben de aspirar a ser estables y, por tanto, tienen que ser aprobadas por consenso.

Unidos Podemos y Ciudadanos han propuesto la modificación de distintas reglas para las elecciones al Congreso de los Diputados. Entre ellas hay algunas que pertenecen al ámbito del Derecho electoral y que como tales tienen una naturaleza no redistributiva (es decir, no benefician ni perjudican a ningún partido). Así ocurre con la propuesta de reducción del gasto en las campañas electorales a través del envío conjunto de la publicidad electoral. También se busca reforzar los resultados de las llamadas listas cremallera para evitar la representación sesgada de los candidatos masculinos. Se pretende asimismo revisar la institución del voto rogado que deben efectuar los españoles residentes en el exterior. Finalmente, la propuesta más llamativa plantea la reducción de la edad de votar de los 18 a los 16 años. Austria es uno de los pocos países europeos que ha incorporado esta medida desde 2007: al tratarse de un país poco abstencionista, la evidencia disponible muestra que no hay apenas diferencias entre el voto de jóvenes y mayores. Quizás sería recomendable que en España se incorporase de forma experimental y paulatina, como lo han hecho en elecciones locales algún cantón suizo, algunos Estados federados alemanes o algunas ciudades noruegas.

Las propuestas de Pablo Iglesias y de Albert Rivera incluyen también, dentro del campo del sistema electoral, una medida claramente redistributiva (esto es, con la que algunos partidos ganan a costa de otros): la sustitución de la fórmula D´Hondt de conversión de votos en escaños por la Sainte-Laguë, la más proporcional de las fórmulas electorales. Si estamos en una circunscripción en la que se eligen tres escaños, la fórmula D´Hondt consiste en dividir el número de votos de cada partido entre 1, 2 y 3 y atribuir los escaños a los tres mayores cocientes; la fórmula Sainte-Laguë hace la misma operación, pero divide entre número impares (1, 3 y 5 en este ejemplo).

La regla es que, cuanto mayor sea la distancia entre los divisores, los cocientes resultantes son más bajos, por lo que los partidos pequeños tienen más posibilidades de obtener un escaño frente a los grandes. (Existe una fórmula intermedia, la Sainte-Laguë modificada, en la que la división se hace por 1,4, 3 y 5). De acuerdo con alguna de las simulaciones realizadas para las elecciones de 2016, la Sainte-Laguë adjudicaría 15 escaños menos al PP y uno menos el PSOE, pero seis más a Podemos y 12 más a Ciudadanos. La fórmula Sainte-Laguë es mucho menos popular que la D'Hondt. Se utiliza solo en Letonia y en Bosnia-Herzegovina, así como en Dinamarca para los escaños suplementarios y en Alemania y Nueva Zelanda para la parte proporcional de sus sistemas mixtos; la Sainte-Laguë modificada, en Noruega y en Suecia.

Se trata, como se ha dicho, de una reforma puntual del sistema electoral, pero nada trivial. Sus efectos retributivos son evidentes, y podrían aumentar hasta cierto punto la proporcionalidad del sistema español. En el otro lado de la balanza se acumulan algunas dudas. Por ejemplo, muy poco se ha comentado sobre que la mayor desproporcionalidad venga acompañada de una mayor fragmentación partidista. El silencio resulta llamativo cuando el nuevo sistema de partidos surgido tras las elecciones de 2015 y 2016 sigue sin resolver la cuestión decisiva de la formación de gobiernos estables.

Es también notable que la propuesta deje al margen otros elementos básicos del sistema electoral. Unidos Podemos y Ciudadanos no pretenden reducir los sesgos mayoritarios y conservadores del sistema electoral, sino solo mejorar su representación en el Congreso. Es naturalmente un objetivo legítimo, pero casa poco y mal con sus ambiciosas propuestas para nada menos que regenerar el sistema político a través del cambio del sistema electoral. La gran heterogeneidad existente en el número de escaños de las circunscripciones, la naturaleza abierta o cerrada de las listas electorales y la financiación de los partidos políticos deben estar en cualquier agenda de una reforma electoral.

Resulta, además, que el comportamiento estratégico de los partidos puede contrarrestar los efectos de la nueva fórmula. Es más que probable que si el PP o el PSOE saben que en determinados distritos pueden perder algún escaño por un escaso margen de votos, concentrarán sus campañas electorales en ellos para impedirlo. Y si la distribución de los votos entre los partidos en las circunscripciones cambia en las próximas elecciones, en particular qué partido gana el último escaño en cada distrito, los efectos del cambio de la fórmula están sujetos a una notable incertidumbre.

Finalmente, los cambios de reglas electorales básicas adoptados por mayoría, y dejando fuera a partidos que son precisamente los perjudicados por la reforma, son arriesgados. Si se sacan adelante medidas redistributivas a pesar de la disconformidad de algunos partidos, ¿qué impedirá que el hoy pagano cambie las reglas a su favor en cuanto pueda? De confirmarse, el caso español sería similar al de otros países, como Francia o Grecia hace tiempo, o Italia y los de Europa Central y del Este ahora, donde las reglas electorales se modifican con frecuencia de la mano de mayorías cambiantes. Las apelaciones al consenso por parte del PP y PSOE son interesadas, desde luego, pero tienen su parte de razón: las reglas institucionales de los sistemas políticos necesitan acuerdos interpartidistas para ser eficaces y estables. Sería paradójico que, en la legislatura más improductiva en términos de políticas sociales o económicas, su principal logro fuera el cambio de una regla electoral que lleva cuatro décadas funcionando y que podría ser restituida tan pronto apareciera una diferente mayoría favorable.




Dibujo de Eulogia Merle para El País


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[PÍLDORAS LITERARIAS] Hoy, con "Catalina de Rusia", de Marco Denevi





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Continúo hoy la serie de píldoras literarias con el minirrelato Catalina de Rusia, del escritor y dramaturgo argentino Marco Denevi (1922-1998). Denevi irrumpió en la literatura cuando tenía ya más de 30 años con la obra Rosaura a las diez, que gana el Premio Kraft y se convierte de inmediato en un gran éxito que más tarde sería llevado al cine. Incursiona en el teatro con Los expedientes, con la que obtuvo el Premio Nacional de Teatro. Como cuentista obtuvo el premio de la revista Life en español por su relato Ceremonia secreta, traducido al inglés, francés, japonés e italiano, y adaptado cinematográficamente en 1968, en Reino Unido. Sobre su estilo se ha escrito que sus personajes, siempre admirablemente bien construidos, bordean lo estrafalario con predominio de la intriga y un humor que tiende al negro. Fue miembro de la Academia Argentina de Letras. 

Les dejo con su minirrelato, que tiene diez palabras y se publicó en Parque de diversiones (1970). Dice así:



CATALINA DE RUSIA

Si no hubiese sido 
por mi cuerpo, 
habría sido casta.




Catalina de Rusia (1729-1796)



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[HUMOR EN CÁPSULAS] Para hoy sábado, 24 de febrero





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





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