jueves, 15 de febrero de 2018

[A VUELAPLUMA] Posverdad, relativismo y ciencia





Estamos en plena era de la posverdad, escribe en El Mundo Rafael Bachiller, astrónomo y director del Observatorio Astronómico Nacional (IGN). Nos alertó hace ya 14 años el escritor estadounidense Ralph Keyes en un libro de mucho impacto (The post-truth era: dishonesty and deception in contemporary life), comienza diciendo. Desde entonces, el concepto ha ido ganando popularidad hasta que el Diccionario Oxford designó el término «posverdad» como palabra del año en 2016. A los científicos este término nos llena de perplejidad y asombro. Por lo que yo humildemente comprendo, la posverdad designa la distorsión de manera emocional de un hecho o de una prueba objetiva. Se trata pues de verdades a medias, falsas ideas o incluso puras mentiras que circulan de manera impune por nuestra sociedad. En términos políticos, la posverdad se refiere a ciertas interpretaciones emocionales de hechos que son proporcionadas por los políticos sin que sean contrastadas por nadie, ni denunciadas por parte del medio social que las tolera. Por ejemplo, la negación del cambio climático por parte de algunos políticos (Trump), se realiza a pesar de la abrumadora evidencia científica que corrobora la realidad del cambio y su origen en la actividad humana. Y este negacionismo es seguido emocionalmente, de manera irreflexiva, por un sector de la sociedad con ideología afín a la del político en cuestión. 

Es muy tentador justificar la posverdad en términos del relativismo filosófico. Desde Aristóteles, muchas generaciones de filósofos se han preguntado si la verdad absoluta existe y si el hombre puede llegar a conocerla. En el siglo XVII, Locke ya distinguía entre la realidad objetiva y la percepción subjetiva de la mente humana. En su célebre experimento de los cubos de agua, Locke pedía a un sujeto que introdujese su mano izquierda en un cubo de agua helada y su mano derecha en otro cubo con agua muy caliente. A continuación, Locke pedía al mismo sujeto que introdujese sus dos manos en un cubo de agua templada. Naturalmente, la mano izquierda sentía que el agua de este tercer cubo estaba muy caliente, mientras la mano derecha sentía que estaba muy fría. Locke concluía así que una misma mente podía percibir la misma realidad objetiva de formas muy diferentes. Por tanto, y con mayor razón, las mentes de diferentes sujetos podrán experimentar la misma realidad de manera completamente distinta. Según Locke, el conocimiento es siempre subjetivo pues se alcanza gracias a las sensaciones y a la reflexión. La sensación está determinada por la percepción a través de nuestros cinco sentidos, mientras que la reflexión viene de nuestras asociaciones de ideas, memoria y capacidad de raciocinio. 

También Kant admitía que no podemos conocer la realidad de manera completamente objetiva, pues nuestro conocimiento siempre estará determinado por cómo nuestra mente percibe las cosas y por cómo las formula. El filósofo de Königsberg consagró gran parte de su vida a estudiar la naturaleza de la realidad y creó toda una teoría deontológica basada en la capacidad humana para razonar, es esta capacidad única la que nos lleva a obrar bien o mal de acuerdo con un código moral. Para Kant, ni los deseos ni las emociones proporcionan una base racional para tomar decisiones acertadas. 

Nietzche se preocupó por estudiar la relación entre la verdad objetiva y el lenguaje, en el contexto de cómo el hombre origina y desarrolla los conceptos. Tales conceptos son la herramienta para lograr una uniformidad en la descripción de la naturaleza, lo que facilita la comunicación. 

El que yo considero mayor filósofo del siglo XX, Bertrand Russell, desarrolló la teoría de la correspondencia epistemológica como el establecimiento de una biyección entre los hechos y los enunciados. Pero el problema, ya expresado por Nietzche, es que la relación de los conceptos y las palabras que designan a los objetos con los objetos en sí no proporciona una descripción perfectamente definida, las palabras pueden ser vistas como metáforas que guardan cierta componente de arbitrariedad. Además la cultura ha ido asociando términos y signos a los objetos y estas asociaciones también pueden afectar a la representación mental de la realidad.

Con todo, yo no creo que pueda utilizarse la filosofía como una justificación de la posverdad. Bien al contrario, la filosofía se ha esforzado a lo largo de los siglos por comprender los sesgos que afectan a nuestra manera de percibir o de razonar, a los obstáculos que pueden interponerse en nuestros intentos por alcanzar la verdad objetiva.También podría argumentarse que, para la ciencia, la verdad parece ser algo siempre provisional. Y es que, efectivamente, la descripción científica del mundo está sometida a un escrutinio permanente y las teorías científicas que describen la realidad son consideradas aproximaciones sucesivas, descripciones progresivamente más precisas. Así la mecánica de Newton puede ser vista como una primera aproximación de la teoría de la gravitación, mientras que la teoría de la relatividad general Einstein tiene una mayor precisión y es capaz de explicar fenómenos físicos sobre un mayor rango de dimensiones físicas. 

A veces la provisionalidad de la verdad científica es criticada duramente. Nos quejamos de que los científicos dicen un día que la mantequilla o los huevos son malos para la salud y al poco tiempo dicen lo contrario. Sin embargo, este escrutinio permanente de la verdad científica solo debería considerarse de manera positiva, pues refleja la dificultad y el esfuerzo del mundo de la ciencia por alcanzar el mayor acercamiento posible a la verdad. El científico no tiene ningún escrúpulo por reconocer que un estudio previo fue insuficiente y que debemos cambiar nuestras conclusiones a la vista de nuevos datos. Todo lo contrario: es su método de trabajo. Es cierto que un estudio pretendidamente científico argumentó un día sobre una supuesta relación entre la vacunación y el autismo. Pero no es menos cierto que ese estudio fue completamente rebatido por muchos otros estudios y los autores del primero fueron separados sin contemplaciones del mundo de la ciencia y de la práctica de la medicina. No hay ningún argumento hoy que justifique la no vacunación. Es sorprendente que esas ideas se extiendan para pasar a formar parte de una absurda posverdad.

Con el método científico, que incluye la experimentación, el hombre es capaz de ofrecer la descripción más objetiva posible de la realidad. En el experimento de los cubos de agua con el que Locke ilustraba el relativismo, un científico introduciría un termómetro en cada uno de los cubos y mediría la temperatura para dar así la descripción más objetiva posible, y por tanto imparcial, de esa realidad física. Aunque su verdad sea siempre provisional, el científico siempre posee la información más fiable posible. Su descripción de la realidad es más objetiva que la que puede ofrecer otros tipos de conocimiento como el arte, las religiones u otros tipos de creencias. la obligación del científico es pues facilitar la información más fiable posible de acuerdo con el estado actual del conocimiento contrastado. El cambio climático, la vacunación, los alimentos transgénicos, la homeopatía, las técnicas de adivinación, los extraterrestres,... 

La ciencia tiene hoy las ideas muy claras sobre estos y muchos otros temas. Vemos pues cómo los científicos nos encontramos en plena época de lucha contra la posverdad. Resulta descorazonador que, en pleno fragor de la batalla, tras escoger "posverdad" como palabra del año 2016, el siempre acertado Diccionario Oxford haya declarado palabra del año 2017 a un término muy relacionado con el primero, fake news o falsas noticias, un fenómeno que dota de nuevas dimensiones a esta plaga de posverdad.

Si la obligación del científico es proporcionar información fiable, la obligación del político es dejarse de mandangas de posverdad para elaborar sus políticas públicas sobre la información proporcionada por la ciencia, ésta es la base más firme y fiable sobre la que fundamentar sus decisiones.



Dibujo de Santiago Siqueiros para El Mundo


Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt







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[PÍLDORAS LITERARIAS] Hoy, con "Fantasma tradicional", de Eugenio Mandrini





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Continúo hoy la serie de píldoras literarias con el minirrelato del escritor argentino Eugenio Mandrini, nacido en 1936 en Buenos Aires, donde reside. Fundador e integrante de la “Sociedad de los Poetas Vivos” y co-director de la revista “Buenos Aires Tango y lo Demás”. Es Académico Titular de la “Academia Nacional del Tango”. Ha colaborado con las revistas “Fin de Siglo”, “Puro Cuento”, “Ñ” y “Crisis”, entre muchas otras. Fue incluido en las antologías “Antes que el viento se apague”, “Testigos de tormenta”, “Cuerpo de abismo”, “Galería de hiperbreves”, “Tiros libres”, “Velas al viento”, “La nave de los locos”, etc. Ha compilado y prologado la antología “Los poetas del tango” (2000). Es guionista de historietas. Publicó en 1987 el volumen “Criaturas de los bosques de papel”, poemas y cuentos; “Discépolo, la desesperación y Dios”, ensayo, 1998; “Las otras criaturas”, microficción, España, 2014; “La vida repentina” (selección de textos de “Criaturas de los bosques de papel”), 2015. Sus poemarios son “Campo de apariciones” (1993), “Párpados para el ojo que sale de mí” (1999), “Conejos en la nieve” (2009), “Con voz de perro lunar” (2014).

Les dejo con su relato Fantasma tradicional. Tiene trece palabras, se publicó en Galería de hiperbreves (2001) y dice así:



FANTASMA TRADICIONAL

En mitad de la noche, 
la sábana se despertó 
y salió a trabajar.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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[HUMOR EN CÁPSULAS] Para hoy jueves, 15 de febrero





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






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miércoles, 14 de febrero de 2018

[GALDÓS EN SU SALSA] Hoy, con "Lo prohibido"



Estatua de Galdós (Pablo Serrano, Las Palmas GC)


Si preguntan ustedes a cualquier canario sobre quien en es su paisano más universal no tengan duda alguna de cual será su respuesta: el escritor Benito Pérez Galdós. Para conmemorar su nacimiento, del que van a cumplirse 175 años, he ido subiendo al blog a lo largo de los últimos meses su copiosa obra narrativa, que comencé con el primero de sus Episodios Nacionales, colección de cuarenta y seis novelas históricas escritas entre 1872 y 1912 que tratan acontecimientos de la historia de España desde 1805 hasta 1880, aproximadamente. Sus argumentos insertan vivencias de personajes ficticios en los acontecimientos históricos de la España del XIX como, por ejemplo, la guerra de la Independencia Española, un periodo que Galdós, aún niño, conoció a través de las narraciones de su padre, que la vivió. 

Nacido en Las Palmas de Gran Canaria, en las islas Canarias, el 10 de mayo de 1843 y fallecido en Madrid el 4 de enero de 1920, Benito Pérez Galdós fue un novelista, dramaturgo, cronista y político español, uno de los mejores representantes de la novela realista del siglo XIX y un narrador esencial en la historia de la literatura en lengua española, hasta el punto de ser considerado por especialistas y estudiosos de su obra como el mayor novelista español después de Cervantes. Galdós transformó el panorama novelístico español de la época, apartándose de la corriente romántica en pos del realismo y aportando a la narrativa una gran expresividad y hondura psicológica. En palabras de Max Aub, Galdós, como Lope de Vega, asumió el espectáculo del pueblo llano y con su intuición serena, profunda y total de la realidad, se lo devolvió, como Cervantes, rehecho, artísticamente transformado. De ahí, añade, que desde Lope, ningún escritor fue tan popular ni ninguno tan universal, desde Cervantes. Fue desde 1897 académico de la Real Academia Española y llegó a estar propuesto al Premio Nobel de Literatura en 1912. 

Subo hoy al blog su novela Lo prohibido en la edición electrónica de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, de la Universidad de Alicante, basada en la edición original publicada por Imprenta y Litografía La Guirnalda, de Madrid, en 1885.

Lo prohibido fue publicada en dos tomos, en noviembre de 1884 y marzo de 1885, dentro del ciclo de las "Novelas españolas contemporáneas". Se trata de una de las obras menos conocidas de Galdós, cuya acción, casi contemporánea a su publicación (comienza en 1880 y concluye en 1884), transcurre en el Madrid de goce y especulación que acompañó los últimos años del reinado de Alfonso XII. Una insólita incursión en el mundo de las finanzas en "la capital del reino sometida al capital".​ Un Madrid que impregna la narración a través del núcleo familiar de su protagonista José María Bueno de Guzmán.

Galdós recurre en Lo prohibido a uno de los recursos heredados de Balzac, incluir en la trama personajes de otras novelas suyas. Así aparecen, una vez más: La de Bringas, (ambiciosa hasta el adulterio); la Marquesa de San Salomó ("ultracatólica y adúltera"), salida de las páginas de La familia de León Roch; el avispado y ambicioso Manolito Peña, alumno de Manso, aquí convertido ya en personaje político; o Constantino Miquis, tardío vástago de la familia que sostiene la trama de El doctor Centeno. Personajes secundarios, corales y un tanto descabalados y antojadizos, pero ocupando con su presencia el escenario de la capital española hasta casi hacerla desaparecer.​ Como telón de fondo de sus idas y venidas se ven panorámicas del Barrio de Salamanca, la Puerta del Sol, el Retiro o Atocha. Se callejea, poco, por la calle Montera para visitar el viejo edificio del Ateneo, a punto de ser relevado por el nuevo de la calle del Prado; entran y salen los personajes de la Chocolatería La Colonial, Lhardy, "La Pajarita", "Bolsín", el Café de Santo Tomás o el establecimiento de "Abanicos Sierra" en la Plazuela de Matute. Y como en un escenario metido dentro de otro, Juana Bueno, verá pasar desde su balcón la procesión del Doscientos Aniversario de Calderón de la Barca.4​

En este "teatro del mundo" instala Galdós, una vez más, a su castiza heroína, la joven Camila, en un pulso de la naturaleza humana contra el cerco social, una lucha desigual y en esencia muy cervantina que luego repetirá en su siguiente novela Fortunata y Jacinta elevándola al límite de lo genial.






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[HUMOR EN CÁPSULAS] Para hoy miércoles, 14 de febrero





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





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martes, 13 de febrero de 2018

[A VUELAPLUMA] 1968, cincuenta años después





Parece que fue ayer y ya han pasado cincuenta años. 1968 fue un año importante en la historia. Y en lo personal, también para mí, pues ese año nació mi primera hija. El escritor Fernando Aramburu comenta en El Mundo algunos de los hechos que marcaron ese año inolvidable. 

Estudiábamos Historia, comienza diciendo. Nos hacían memorizar fechas relacionadas con acontecimientos relevantes. 1492 era un año de recordación inexcusable. El libro de texto afirmaba, con solemnidad usual de la época, que una serie de hechos trascendentales había cambiado el rumbo de la humanidad. He retenido otras fechas: 1789, 1917, 1936. Al mismo tiempo que en el colegio nos abrían ventanas al pasado, aquel año de 1968 se sucedían noticias de hechos que, con toda seguridad, de aquí a diciembre merecerán atención especial por celebrarse su quincuagésimo aniversario.

Transcurrido medio siglo, 1968 se revela con un destello intenso en la memoria colectiva y no sólo, como se lee a veces por ahí, a causa de los adoquines volátiles de París y el mes de mayo. Es cosa sabida que nada ocurre suelto. 1968 tuvo sus antecedentes, su prolongación y sus consecuencias; pero esa cifra para algunos mítica, para otros fuente de reprobación y discrepancia, parece constituir una bisagra de la Historia. Fue, sí, una época de sexo, drogas y rock and roll, de hedonismo y aventuras de libertad y rebeldía; pero también un año sangriento.

A comienzos de aquel año, los ojos del mundo están puestos en Ciudad del Cabo, donde un cirujano llamado Christiaan Barnard practica una operación de alto riesgo. No era la primera vez que Barnard procedía a un trasplante de corazón. Un mes antes, había colocado el de una mujer joven a un paciente que falleció de pulmonía 18 días más tarde. La tentativa no estuvo exenta de polémica. Hubo quienes postularon que Barnard debía ser acusado de homicidio por extraerle a un cuerpo un corazón "todavía vivo". Son años de apartheid en Sudáfrica. Para la segunda operación, el órgano ha de ser transportado de un hospital a otro, ya que el donante es un hombre de piel negra y el beneficiario, de piel blanca, está ingresado en un centro reservado a los de su raza. Técnicamente, la intervención quirúrgica es un éxito. El paciente, sin apenas perspectivas de vida antes del trasplante, será dado de alta al cabo de 74 días y vivirá año y medio con su nuevo corazón. La medicina ha abierto una nueva puerta a la esperanza.

Sin embargo, salvar vidas no es la tendencia predominante en aquel año dramático. En China persiste una orgía de sangre llamada Gran Revolución Cultural Proletaria, instigada por el dictador Mao, quien a fuerza de asesinatos y ejecuciones logrará hacerse con el control exclusivo del Partido. Era sumamente fácil caer en desgracia. Bastaba para ello con poseer un instrumento musical, antigüedades o cualquier objeto vinculable con "conductas burguesas". A fin de borrar el pasado, gran parte del patrimonio cultural chino -bibliotecas, templos, museos, etc.- fue destruido. Es imposible cifrar el número de víctimas mortales de aquella frenética matanza agravada por la hambruna. En todo caso, superaría con creces la población actual de España.

Vietnam es por entonces, como Biafra, escenario de otra escabechina. La superioridad militar estadounidense no conduce a la rápida victoria vaticinada por el presidente Johnson; antes al contrario, 1968 supone un giro cualitativo en las operaciones bélicas que preludia el desastre que aquella remota guerra deparará a los EEUU. Ese año, tropas del Viet Cong logran sitiar a 6.000 marines en el campamento de Khe Sanh. A las bajas numerosas sufridas por el invasor se une la derrota propagandística. En febrero de ese mismo año, el jefe de la policía de Vietnam del Sur ejecuta en plena calle a un prisionero vietnamita. Lo hace a sangre fría delante de las cámaras, rodeado de soldados norteamericanos en actitud pasiva. Las imágenes escalofriantes recorren el planeta, llegan por vía de la televisión a infinidad de hogares. Ha empezado una nueva era. Ya no es indispensable viajar para conocer el mundo. Ahora es el mundo el que, gracias a los televisores, se introduce en las casas. A las autoridades norteamericanas les resulta cada vez más difícil silenciar los horrores cometidos por su ejército. Menudean las manifestaciones de protesta dentro y fuera de EEUU y cada vez es menor el número de ciudadanos estadounidenses convecidos de la utilidad y justicia de aquella guerra.

1968 es asimismo un año salpicado de atentados. El líder estudiantil alemán Rudi Dutschke sobrevive en Berlín, con heridas graves, a los disparos de un fanático anticomunista. Menos suerte tiene un soñador llamado Martin Luther King, en Memphis, adonde había llegado días antes con el fin de apoyar a los recogedores de basura en huelga. Su asesinato desata una ola de tumultos que sólo en los primeros días dará un saldo de 39 muertos. En junio cae, víctima también de otro asesino dicen que solitario, Robert Kennedy, la gran esperanza demócrata del momento para alcanzar la presidencia de los EE.UU. King y Kennedy son víctimas más famosas que un modesto guardia civil de tráfico que un día de junio de 1968, a los 25 años de edad, muere tiroteado mientras regulaba el tráfico cerca de Villabona (Guipúzcoa). Su nombre: José Antonio Pardines Arcay. Pasa por ser la primera de las más de 800 víctimas mortales de ETA. Su agresor morirá horas después durante un tiroteo con la Guardia Civil. También en otros países de Europa se perfilan organizaciones dispuestas a alcanzar sus objetivos por la vía del terror: la banda de Baader-Meinhof en Alemania Occidental; las Brigadas Rojas, en Italia. Otra constante de 1968 son las revueltas estudiantiles. Los hijos de clase media se alzan contra un estado de cosas vigente desde la Segunda Guerra Mundial. El mal es, en su opinión, intrínseco al sistema, al que se asocia con la opresión, el racismo, la alienación sexual, el colonianismo... Es hora de romper tabúes y de establecer normas distintas de las impuestas por la generación de los padres. 

Se ha dicho con ironía que Mayo del 68 no se acaba a causa de las cargas policiales, sino como consecuencia de la llegada de las vacaciones. Un cariz harto más dramático presentan las revueltas estudiantiles de México, con la matanza de Tlatelolco, o el aplastamiento por parte de la Unión Soviética y de los países del Pacto de Varsovia del intento checoslovaco de construir un socialismo con rostro humano.

1968 es el año de los Juegos Olímpicos de México, con el salto de Bob Beamon y el saludo Black Power de Tommie Smith y John Carlos. Es el año de la famosa foto de la Tierra desde el espacio, del La la la de Massiel en Eurovisión y del primer ratón de ordenador, inventado por Douglas Engelbart. No es que en otros años no hubieran ocurrido acontecimientos relevantes; pero hay que reconocer que 1968 fue un año tan abundante en ellos como para marcar un antes y un después en la historia reciente de la especie humana.



Dibujo de Gabriel Sanz para El Mundo



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[CUENTOS PARA LA EDAD ADULTA] Hoy, con "Eva", de Juan José Arreola





El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos. Desde hace unos meses vengo trayendo al blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros.

Continúo hoy la serie de Cuentos para la edad adulta con el titulado "Eva", del escritor, académico, traductor y editor mexicano Juan José Arreola (1918-2001). De formación autodidacta desempeñó los más diversos oficios a lo largo de su vida. Arreola pertenece a la generación del 50, que incluye a autores como Emilio Carballido, Rosario Castellanos, Sergio Magaña, Ernesto Cardenal, Jaime Sabines, Juan Rulfo, Rubén Bonifaz Nuño. Se le considera como uno de los impulsores más importantes del cuento fantástico contemporáneo en México,​ así como uno de los máximos exponentes de la minificción latinoamericana, junto con Julio Torri y Augusto Monterroso. Les dejo con su relato:



EVA
de 
Juan José Arreola


Él la perseguía a través de la biblioteca entre mesas, sillas y facistoles. Ella se escapaba hablando de los derechos de la mujer, infinitamente violados. Cinco mil años absurdos los separaban. Durante cinco mil años ella había sido inexorablemente vejada, postergada, reducida a la esclavitud. Él trataba de justificarse por medio de una rápida y fragmentaria alabanza personal, dicha con frases entrecortadas y trémulos ademanes.

En vano buscaba él los textos que podían dar apoyo a sus teorías. La biblioteca, especializada en literatura española de los siglos XVI y XVII, era un dilatado arsenal enemigo, que glosaba el concepto del honor y algunas atrocidades por el estilo.

El joven citaba infatigablemente a J. J. Bachofen, el sabio que todas las mujeres debían leer, porque les ha devuelto la grandeza de su papel en la prehistoria. Si sus libros hubieran estado a mano, él habría puesto a la muchacha ante el cuadro de aquella civilización oscura, regida por la mujer cuando la tierra tenía en todas partes una recóndita humedad de entraña y el hombre trataba de alzarse de ella en palafitos.

Pero a la muchacha todas estas cosas la dejaban fría. Aquel período matriarcal, por desgracia no histórico y apenas comprobable, parecía aumentar su resentimiento. Se escapaba siempre de anaquel en anaquel, subía a veces a las escalerillas y abrumaba al joven bajo una lluvia de denuestos. Afortunadamente, en la derrota, algo acudió en auxilio del joven. Se acordó de pronto de Heinz Wölpe. Su voz adquirió citando a este autor un nuevo y poderoso acento.

«En el principio sólo había un sexo, evidentemente femenino, que se reproducía automáticamente. Un ser mediocre comenzó a surgir en forma esporádica, llevando una vida precaria y estéril frente a la maternidad formidable. Sin embargo, poco a poco fue apropiándose ciertos órganos esenciales. Hubo un momento en que se hizo imprescindible. La mujer se dio cuenta, demasiado tarde, de que le faltaba ya la mitad de sus elementos y tuvo necesidad de buscarlos en el hombre, que fue hombre en virtud de esa separación progresista y de ese regreso accidental a su punto de origen.»

La tesis de Wölpe sedujo a la muchacha. Miró al joven con ternura. «El hombre es un hijo que se ha portado mal con su madre a través de toda la historia», dijo casi con lágrimas en los ojos.

Lo perdonó a él, perdonando a todos los hombres. Su mirada perdió resplandores, bajó los ojos como una madona. Su boca, endurecida antes por el desprecio, se hizo blanda y dulce como un fruto. Él sentía brotar de sus manos y de sus labios caricias mitológicas. Se acercó a Eva temblando y Eva no huyó.

Y allí en la biblioteca, en aquel escenario complicado y negativo, al pie de los volúmenes de conceptuosa literatura, se inició el episodio milenario, a semejanza de la vida en los palafitos.



FIN



Eva (Fragmento, 1507), de Alberto Durero. Museo del Prado, Madrid



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[HUMOR EN CÁPSULAS] Para hoy martes, 13 de febrero





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





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