martes, 31 de octubre de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "El globo", de Miguel Saiz Álvarez





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Continúo la serie de Píldoras literarias con el relato titulado El globo, del escritor español Miguel Saiz Álvarez, publicado en Galería de hiperbreves (2001). Tiene quince palabras y dice así:



EL GLOBO
por 
Miguel Saiz Álvarez

Mientras subía y subía, 
el globo lloraba al ver 
que se le escapaba el niño.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[Humor en cápsulas] Para hoy martes, 31 de octubre





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Morgan en Canarias7, Gallego y Rey y Ricardo en El Mundo; El Roto, Forges, Peridis, Ros y Sciammarella en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar 
de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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lunes, 30 de octubre de 2017

[A vuelapluma] Fuerza y honor





Sensatez y determinación para defender la democracia frente a los bárbaros secesionistas. Frente al poder absoluto independentista que violenta la Constitución y su propio Estatuto de Autonomía, la sociedad civilizada española tiene que defender con convicción el Estado y la convivencia, comenta la profesora Araceli Mangas Martín, catedrática de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid.

Ante los golpes de efecto y volatilidad del independentismo (declara, suspende, elecciones, contraprograma), el Gobierno de la Nación y los demócratas no pueden permitir que un trilero zarandee y humille al Estado y a la sociedad. Ante el estado de cosas de una brutalidad jurídica sin límites creado por la minoría independentista, sin que hayan renunciado a sus dos leyes salvajes y expresado su acatamiento al Tribunal Constitucional, hay que responder con todas las consecuencias del Estado de derecho. Sí, la ley democrática que, si es necesario, ciñe espada, denuncia con firmeza.

No cabe seguir jugando al ratón y al gato con la coerción legítima de un Estado democrático, cuyo Gobierno ha demostrado una paciencia casi infinita con quienes hace tiempo se creen por encima de la ley y superiores al resto de los ciudadanos. Los demócratas españoles sabemos que actuamos en el respeto al Derecho internacional y a la Constitución. Nuestra causa es justa porque tenemos la fuerza de la razón y de la ley. Y que confiamos en el Gobierno legítimo de España y en las instituciones del Estado para defender con todas las consecuencias el restablecimiento de la Constitución y el Estatuto de Autonomía en Cataluña y, por tanto, los derechos de todos los catalanes. Es penoso e irresponsable que algunos dirigentes del PSOE y casi todo el PSC todavía arrastren los pies para defender el orden constitucional y la unidad de España. Y es insultante para cualquier demócrata que el líder de Podemos y los secesionistas sigan mintiendo al decir que el referéndum ilegal "produjo la expresión de una voluntad mayoritaria de la sociedad catalana". Aun aceptando los resultados manipulados y multiplicados por el Govern, sólo un 40% de la sociedad catalana es independentista. Los números prueban que al 60% de la población -una amplia mayoría- no le interesaba la consulta. Es archisabido que los observadores extranjeros contratados por el Govern se negaron a certificar la validez del referendo que violaba los estándares internacionales e igualmente la Comisión de Venecia del Consejo de Europa rechazó de plano su validez (los medios públicos catalanes y la propaganda institucional solo permitían defender la independencia, podía votar cualquier persona y repetir el voto...). Para los independentistas, incluidos Podemos, la minoría tiene derecho a decidir y, sin garantías, sobre la gran mayoría. 

Es tal la perversión de la democracia que resulta increíble lo que ha pasado en Cataluña. La ley nacionalista en la que se sustentó ese referéndum -sin ningún fundamento en el Derecho internacional- fue declarada nula en una excelente sentencia del Tribunal Constitucional. Los demócratas sabemos que la pretensión independentista se basa en mentiras sobre el pasado (la Historia inventada), el presente (que seguirían en la Unión Europea) y el futuro (que sería un Estado paradisíaco y muy rico) de Cataluña. La declaración suspendida de independencia del pasado 10 de octubre dejó sin alternativas a España y a su Gobierno, que se debe al civilizado respeto a la Constitución. La oferta de diálogo en las famosas cartas de Puigdemont imponía, primero, aceptar la independencia y negociar de estado a estado las consecuencias de la secesión. Diálogo sí y puentes para restañar el desgarro social, una vez restablecido el respeto a su Estatuto de Autonomía y Constitución.

Un Estado democrático tiene que defenderse, como legítimamente ha hecho el Gobierno al recabar la autorización del Senado, para destituir al Govern e intervenir la Administración de Cataluña a fin de proteger su autonomía -violentada hasta el paroxismo por los secesionistas-. Govern y Parlament catalanes, desde 2015, se han erigido en legibus solutus, en legislador sin límites, en un poder absoluto, dictatorial. España es una democracia plena que, por fin, ha decidido recurrir a los medios constitucionales de coerción legítima al activar al artículo 155 de la Constitución y exigir coactivamente el cumplimiento de los límites constitucionales y legales en Cataluña. Ellos han roto la paz allí con su violencia institucional y su rebeldía provocadora; los secesionistas pueden quebrar también la paz en toda España. El golpe a la Constitución y a la democracia lo han propinado los secesionistas; ellos suspendieron y violentaron su Estatuto de autogobierno al aprobar la anulada ley del referéndum y la suspendida ley de transitoriedad jurídica, que ponía fin a la división de poderes en esa parte del territorio nacional. Como dicen intelectuales franceses, las mentiras y la demagogia de Puigdemont le convierten en el Trump de Europa. Un político despreciable y enloquecido dispuesto a sacrificar a un pueblo. Junto a sus cómplices de Podemos, dispuestos a emular una ridícula mezcla explosiva de Stalin y Hitler para provocar, ellos, sangre y lágrimas. Nosotros, los demócratas defenderemos con denuedo el Estado de derecho.Con una paciencia inimaginable en Francia, Alemania, Estados Unidos, o cualquier Estado civilizado, el Gobierno -aunque no sea de concentración nacional-, por fin, ha decidido hacer respetar los derechos de los catalanes a su autogobierno aplicando medidas constitucionales. Quien hace aplicar la Constitución no da un golpe de Estado, como ha recordado un periódico neoyorquino ("no se puede permitir que una votación falsa desmiembre un país verdadero"). Tantas veces han amenazado con la República de Cataluña que ahora confiamos que el Gobierno impida que el hecho soberano se afiance. Debe cortar de raíz la extensión de la estatalidad de facto y revertir con paciencia el caos político-legal y la corrupción moral y económica. Debe impedir que emerja un Estado impostado que compite con el Estado legal y democrático y evitar legalidades paralelas. Un seudoestado sincopado, retráctil -que se declara Estado a ratos-, que impugna las normas del Estado ante el Tribunal Constitucional cuyas sentencias rechaza. La proclama de independencia no tendrá efectos inmediatos ni debiera tenerlos en el futuro. El Gobierno debe actuar con toda la moderación y modulación adecuada a cada situación que sobrevenga. Debe actuar con mucha delicadeza y escrupuloso respeto a la Constitución y al Estatuto de Autonomía -cuyo contenido material no se puede suspender, pero sí a las deslegitimadas autoridades rebeldes-. Tenemos la baza de la probada de nuestros tribunales de justicia y del respeto y admiración, dentro y fuera, por su independencia, caiga quien caiga, en sus investigaciones y condenas penales a intocables.Después de la calle -bajo el control del somatén parapolicial de los comandos anarquistas, de ANC y Òmnium-, lo más difícil es poner fin a la semilla del odio y a la intoxicación en escuelas y medios de comunicación catalanes. El Gobierno debe apoyarse en agencias de comunicación españolas y extranjeras para trasmitir nuestra realidad democrática y ayudar a tender puentes entre los intoxicados con la España tolerante y global. Esta fase de aplicación del art. 155 CE conlleva riesgos que debemos afrontar y resistir unidos como sociedad democrática. Tengamos la convicción de que esos riesgos, por graves que sean, siempre serán menores que las consecuencias del abandono de la defensa de la Constitución, de la integridad territorial y de los derechos fundamentales del pueblo catalán. Tenemos el deber moral, además de constitucional, de defender al poble catalán de la tiranía proclamada e impuesta en Cataluña por los secesionistas. Sin dudas ni reservas sectarias, nos tenemos que conjurar contra la perversión de los bárbaros que nos apartan de la civilización que representa la regla de Derecho. Como Maximus y los gladiadores, no sabemos con precisión qué riesgos enfrentaremos, pero venceremos si estamos unidos.



Dibujo de Ajubel para El Mundo



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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[Parlamento] XII Legislatura de las Cortes Generales. Octubre, 2017 (V)





Las Cortes Generales representan al pueblo español y están conformadas por el Congreso de los Diputados y el Senado. Ambas Cámaras ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus Presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que les atribuye la Constitución. 

En los Diarios de Sesiones de las Cámaras se reflejan literalmente los debates habidos en los plenos y las comisiones respectivas y las resoluciones adoptadas en cada una de ellas. Los demás documentos parlamentarios: proyectos de ley, proposiciones de ley, interpelaciones, mociones, preguntas, y el resto de la actividad parlamentaria, se recogen en los Boletines Oficiales del Congreso de los Diputados y del Senado. 

Desde este enlace pueden acceder a toda la información parlamentaria de la presente legislatura, actualizada diariamente. Les recomiendo encarecidamente que la exploren con atención si tienen interés en ello. Y desde estos otros a las páginas oficiales de la

Casa de S.M. el Rey

Congreso de los Diputados
Senado
Presidencia del Gobierno
Tribunal Constitucional
Tribunal Supremo y Consejo General del Poder Judicial
Consejo de Estado
Boletín Oficial del Estado

Parlamento Europeo

Consejo Europeo y Consejo de la Unión Europea
Comisión Europea
Tribunal de Justicia de la Unión Europea
Tribunal Europeo de Derechos Humanos
Diario Oficial de la Unión Europea

Parlamento de Canarias
Gobierno de Canarias
Cabildo de Gran Canaria
Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria

La actividad parlamentaria de las Cortes Generales ha estado centrada en el debate en el Senado (Comisión y Pleno) sobre la aplicación del art. 155 de la Constitución en la comunidad autónoma de Cataluña. Les invito a leer el Diario de Sesiones del Senado de los días 26 y 27 de octubre, así como las disposiciones publicadas en el Boletín Oficial del Estado los días 27 y 28 del mes en curso.

DIARIO DE SESIONES DE LAS CORTES GENERALES
Lunes, 23 de octubre
Comisión de Defensa (Senado)

Martes, 24 de octubre
Sesión plenaria (Congreso)
Comisión de Empleo y Seguridad Social (Congreso)
Comisión de Cultura (Congreso)
Reunión conjunta de la Comisión General de Comunidades Autónomas y de la Comisión Constitucional (Senado)

Miércoles, 25 de octubre
Sesión plenaria (Congreso)
Comisión de Educación y Deporte (Congreso)
Comisión Constitucional (Congreso)
Comisión de Asuntos Exteriores (Congreso)
Comisión para el Estudio del Cambio Climático (Congreso)
Comisión de Fomento (Congreso)

Jueves, 26 de octubre
Comisión Consultiva de Nombramientos (Congreso) 
Comisión de Energía, Turismo y Agenda Digital (Congreso)
Comisión sobre Seguridad Vial y Movilidad Sostenible (Congreso)
Comisión de Derechos de la Infancian y la Adolescencia (Congreso)
Reunión conjunta de la Comisión General de Comunidades Autónomas y de la Comisión Constitucional (Senado)
Comisión Mixta de Control Parlamentario de RTVE (Cortes Generales)

Viernes, 27 de octubre
Sesión plenaria I (Senado)
Sesión plenaria II (Senado)

Desde los enlaces anteriores (en rojo) pueden acceder a los Diarios de sesiones respectivos. Estos enlaces los actualizo diariamente aunque la entrada ya haya sido publicada con anterioridad.

Y esta es la agenda de trabajo prevista para esta semana en el Congreso y en el Senado

Y ahora vamos una semana más con los documentos que relatan la historia del parlamentarismo español gracias a la publicación de "Papeles para la Historia" en la página electrónica del Congreso de los Diputados. Su objetivo es acercar a los ciudadanos la historia parlamentaria aprovechando la digitalización de los fondos del archivo de la Cámara que se ha realizado en estos últimos años.

El periodo que abarca esta historia parlamentaria desde 1810 a 1977 se ha dividido en ocho etapas formadas a su vez por las diferentes elecciones y legislaturas comprendidas entre una elección y otra.

Los apartados desarrollado son los siguientes:

I. Cortes de Cádiz 1810-1814.
II. Trienio Liberal 1820-1823.
III. Regencias y Reinado de Isabel II 1833-1868, subdividido en la 
III. 1. Regencia de María Cristina de Borbón, 1833-1840.
III. 2. Regencia del General Baldomero Espartero, 1840-1843.
III. 3. Década Moderada,1844-1854.
III. 4. Bienio Progresista, 1854-1856.
III. 5. Crisis del Moderantismo, 1856-1868.
IV. Sexenio Revolucionario, 1868-1874, con: 
IV. 1.Gobierno Provisional-Regencia del General Serrano y Gobierno de Prim.
IV. 2. Reinado de Amadeo I 
IV. 3. Primera República.
V. Restauración, 1874-1923, con:
V. 1. Reinado de Alfonso XII, 1874-1885.
V. 2. Regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena, 1885-1902.
V. 3. Reinado de Alfonso XIII, 1902-1923 
VI. Dictadura de Primo de Rivera, 1923-1930, con:
VI. 1. Asamblea Nacional, 1927-1929. 
VII. Segunda República Española, 1931-1939.
VIII. Franquismo. Cortes Españolas, 1943 -1977

Cada uno de estos periodos va introducido por un breve resumen histórico reseñando los hechos más relevantes de esos años. En el texto se muestran distintos enlaces a imágenes o documentos que pretenden ilustrar y testimoniar la historia política y parlamentaria dando además a conocer el patrimonio documental y bibliográfico del Congreso de los Diputados.

Además en cada periodo aparecen bajo la elección correspondiente los datos relativos a cada una de las legislaturas, así como el resumen o reseña, según los casos, que se publicaba al final de los índices del Diario de Sesiones. Y a continuación se enumeran los presidentes de la cámara, durante cada una de las legislaturas con un enlace al apartado referente a los mismos en la página institucional.

Continúo la historia del parlamentarismo español subiendo al blog los documentos relacionados con período denominado Restauración, que abarca los años 1874-1923. 

La entrada del General Pavía en el Congreso, el 3 de enero de 1874, origina la disolución de las Cortes. En diciembre de ese mismo año, Alfonso XII hace público el Manifiesto de Sandhurst y el 29 de ese mismo mes el general Martínez Campos proclama la restauración de la Monarquía.

La Restauración, que no se entiende sin la figura de Antonio Cánovas del Castillo, se divide en tres periodos: Reinado de Alfonso XII, 1874-1885, Regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena, 1885-1902, y  Reinado de Alfonso XIII, 1902-1923.

El hecho más significativo de la Restauración es la pérdida en 1898 de Cuba y Filipinas, últimas posesiones en América y Asia, tras una guerra con Estados Unidos que conmueve a la sociedad española.

Esta semana vamos a documentar el reinado de Alfonso XIII (1902-1923).

El reinado de Alfonso XIII coincide con una época regeneracionista. El sistema político al comenzar el siglo es una monarquía liberal, aunque no democrática, basada en la alternancia de los dos grandes partidos: el conservador de Cánovas y el liberal de Sagasta.

Alfonso XIII, hijo póstumo de Alfonso XII, jura el 17 de mayo de 1902 ante su madre, María Cristina de Habsburgo-Lorena, regente hasta la fecha, la Constitución de 1876.

El rey comparte el poder legislativo con unas Cortes bicamerales. Se celebran  9 elecciones durante su reinado: 1903,1905, 1907,1910, 1914, 1916, 1918, 1919 y 1920. Desde 1890 existía el sufragio universal masculino. Los resultados de las elecciones siempre daban mayor número de escaños al partido que las convocaba.

Elecciones del 30 de abril de 1903
Elecciones del 10 de septiembre de 1905
Elecciones de 21 de abril de 1907
Elecciones del 8 de mayo de 1910
Elecciones del 8 de marzo de 1914
Elecciones del 9 de abril de 1916 
Elecciones del 24 de febrero de 1918
Elecciones de 1 de junio de 1919  
Elecciones de 19 de diciembre de 1920
Elecciones de 29 de abril de 1923   

Sagasta fallece el 5 de enero de 1903. La reina Isabel II muere en  París el 9 de abril de 1904. Sus restos descansan en el Panteón de Hombres Ilustres y en el Monasterio de El Escorial.

En la sesión de 10 de octubre de 1904 se da cuenta del fallecimiento de la princesa de Asturias, hermana del Rey.

El 31 de mayo de 1905 el Rey sufre un atentado en París, del que sale ileso. Durante su reinado visita todas las provincias españolas y realiza numerosos viajes al extranjero.

El 31 de mayo de 1906, se casa con la princesa Victoria Eugenia de Battenberg. De regreso de la ceremonia, camino del Palacio Real, son víctimas de un atentado en la calle Mayor de Madrid. El anarquista Mateo Morral lanza a su carroza una bomba escondida en un ramo de flores. Los reyes resultan ilesos.

El 22 de marzo de 1906 se aprueba la Ley de jurisdicciones por la que se reprimen duramente los delitos contra la patria y el ejército, en un contexto de temor del gobierno ante un golpe de estado.




El Rey Alfonso XIII jura la Constitución de 1876 en el Congreso de los Diputados el 17 de mayo de 1902. Pintado por Manuel Fernández Carpio. Colección Particular, Reinosa, Cantabria.

El 29 de julio de 1907 se aprueba la Ley de Reforma Electoral y en 1908 la ley de creación del Instituto Nacional de Previsión, que no tiene resultados hasta años más tarde y que es el origen de la posterior seguridad social.

El descontento del pueblo a causa de la Guerra de Marruecos desemboca en  revueltas. La más grave tiene lugar en Barcelona en 1909 y se conoce como la Semana Trágica. Entre los amotinados hay anarquistas, republicanos y catalanistas que toman las calles. Se produce la quema de conventos, que es reprimida duramente.

El 23 de diciembre de 1910 se aprueba la ley que prohíbe el establecimiento de nuevas asociaciones pertenecientes a órdenes religiosas,  conocida como Ley del Candado.

El 12 de noviembre de 1912 es asesinado José Canalejas mientras miraba el escaparate de una librería en la Puerta del Sol de Madrid. Su muerte en atentado constituye el tercer magnicidio de aquellos años, tras los de Prim y Cánovas. Canalejas había conseguido la unificación de las diversas corrientes del liberalismo y acometido un importante programa de reformas, como la abolición de la contribución de consumos, el establecimiento del servicio militar obligatorio y la libertad de cultos.

A partir de 1914 comienza la crisis de la monarquía constitucional de Alfonso XIII, con la descomposición de los dos grandes partidos en que se había apoyado la Restauración. La fragmentación de los mismos da lugar a gobiernos inestables.

Posteriormente, la huelga general de 1917 y el desastre de Annual en 1921  hacen tambalear este periodo. El hundimiento de la comandancia militar de Melilla genera un malestar general con todo el sistema de la Restauración.

El 28 de junio de 1919 se firma el Tratado de Versalles, que recoge las condiciones de la paz tras el fin de la Primera Guerra Mundial. Se da cuenta de este tratado en la sesión plenaria de 1 de julio. La neutralidad de España en este conflicto favorece cierto crecimiento económico.

El Presidente del Consejo de Ministros, Eduardo Dato, es asesinado el 8 de marzo de 1921, en la Plaza de la Independencia de Madrid, de regreso de una reunión en el Senado.

En este contexto de crisis política y social, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, da un golpe de estado el 13 de septiembre de 1923, parecido a los pronunciamientos militares tan habituales a lo largo del siglo XIX.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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[Humor en cápsulas] Para hoy lunes, 30 de octubre





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Morgan en Canarias7, Gallego y Rey y Ricardo en El Mundo; El Roto, Forges, Peridis, Ros y Sciammarella en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar 
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domingo, 29 de octubre de 2017

[A vuelapluma] Izquierda y autodeterminación





Hoy, en ausencia de colonialismo y dentro de un país de la Unión Europea, el derecho a la autodeterminación es una reivindicación reaccionaria, incluso involucionista, impropia de partidos o sindicatos progresistas, comenta Nicolás Sartorius (1938), vicepresidente ejecutivo de la Fundación Alternativas, aristócrata, abogado, político y periodista español, cofundador del sindicato de trabajadores Comisiones Obreras (CCOO) y miembro del Partido Comunista de España (PCE) hasta su marcha a las filas de la socialdemocracia.

Sartorius inicia su artículo con una cita de Bertold Brecht, difícil de entender a los jóvenes, ilusos y enajenados, que pasean por las calles de Cataluña envueltos en banderas estrelladas: "El nacionalismo de los de arriba sirve a los de arriba. El nacionalismo de los de abajo sirve también a los de arriba. El nacionalismo cuando los pobres lo llevan dentro, no mejora, es un absurdo total”.

Desde el principio se sabía que el famoso “derecho a decidir” era un hábil eufemismo con el fin de enmascarar el inexistente, en condiciones de países democráticos, derecho de autodeterminación de “los pueblos”, comienza diciendo. Este derecho tiene una larga historia que merece algunas reflexiones.

Es conocido que la socialdemocracia internacional reconoció este derecho ya en 1896, en un Congreso celebrado en Londres, en el sentido de que se trataba de un derecho político a la independencia o secesión de la nación o imperio opresores. Este criterio lo adoptaron casi todos los partidos pertenecientes a la 2ª Internacional, incluyendo el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, del que emanaría el partido bolchevique de Lenin. Con el triunfo de la revolución de 1917 —de la que se conmemoran los 100 años—, la libre autodeterminación y la posibilidad de formar un Estado separado se recogió en la declaración de Derechos de los Pueblos de Rusia y, después, en la Constitución de 1924. No obstante, esta posición no fue nada pacífica en los debates de la época. Mientras Lenin, Trotsky, Kautsky y otros defendieron con ardor la consigna autodeterminista, otros como Rosa Luxemburgo, Bujarin y los llamados bolcheviques de izquierda se opusieron con igual empeño. Los primeros, argumentaban que el nacionalismo era una fuerza revolucionaria en la época de las colonias y de los imperios, “cárceles de pueblos”, mientras que los segundos sostenían que en la era de los imperialismos modernos era una antigualla defender las fronteras nacionales y, sobre todo, que el nacionalismo había estado en el origen de la espantosa guerra del 14, cuando incluso una parte de la izquierda había votado los créditos de guerra, costándole la vida al socialista francés Jean Jaurès al oponerse a ellos. Prevalecieron entonces las tesis de Lenin y de otros dirigentes de la izquierda, pues era cierto que la libre determinación tenía sentido en el proceso de descolonización e, igualmente, la independencia de naciones sojuzgadas por los imperios que fueron derrotados en aquella carnicería: el austro-húngaro; el de los zares; el otomano y el del káiser Guillermo. Quedaron en pie el británico y el francés que durarían unos años. En el fondo, las teorías de Luxemburgo y Bujarin se compadecían más con las de Marx, que en su análisis del desarrollo del capitalismo veía más conveniente para la causa de los trabajadores la federación de las naciones con el fin de lograr entidades políticas más fuertes.

Cuando concluyó la Gran Guerra llegó a París el presidente Wilson con sus no menos famosos 14 puntos, entre ellos el derecho de autodeterminación, sobre todo de las naciones que conformaban el imperio de los Habsburgo. Wilson procedía de la tradición anticolonial de EE UU, no le gustaban los imperios europeos y tampoco le interesaba dejar esa bandera en manos de un bolchevique como Lenin. A París fueron en peregrinación todos los nacionalismos irredentos con la finalidad de que el presidente americano les diera su bendición. Aun así, se cuenta que cuando se trató, también, el caso de Cataluña, el presidente francés Clemenceau se limitó a decir “pas des bêtises” (nada de tonterías) y ahí acabó la discusión. El resultado de todo ello fue que el mapa de Europa quedó cual manta escocesa, surgieron múltiples pequeñas naciones y en especial en los Balcanes, origen de múltiples conflictos.

En la actualidad, las condiciones han cambiado radicalmente y sería trágico que la izquierda no se diera cuenta de lo que eso significa. Comprendo que, a veces, no es fácil entender los vericuetos de la dialéctica de los procesos, pero este es un ejemplo de cómo un derecho progresista o liberador, en una fase histórica, se puede transformar en su contrario en otra etapa diferente. Esta es la razón por la cual Naciones Unidas —donde no sé si abundan los dialécticos— ha concretado su doctrina sobre este tema señalando que debe respetarse la libre determinación sólo en los casos de dominio colonial o en supuestos de opresión, persecución o discriminación, pero en ningún caso para quebrantar la unidad nacional en países democráticos.

En las condiciones creadas por la globalización, con mercados y multinacionales globales, inmersos en la revolución digital, cuando ya no existen situaciones coloniales generalizadas ni imperios “cárceles de pueblos”, el derecho de autodeterminación es una reivindicación reaccionaria, impropia de partidos o sindicatos de izquierda. Todavía más involucionista si cabe en el supuesto de los países pertenecientes a la Unión Europea, inmersa en un proceso de integración cada vez mayor, imprescindible para poder medirse, desde la democracia, con los grandes poderes económicos y tecnológicos. Una transformación de actuales regiones o autonomías en Estados independientes haría inviable el futuro de una unión política europea.

Es verdad que durante el periodo de los movimientos anticoloniales, véase la posición contra la guerra de África del PSOE de Iglesias, o durante la última dictadura franquista, la reivindicación de la libre autodeterminación tenía un sentido y así se recogía en los programas de los partidos y sindicatos de izquierda españoles; eso sí, siempre en aquel contexto y supeditado a la unidad de los trabajadores. Pero en condiciones de democracia, en la mundialización y la construcción europea no hay nada más contrario a los intereses de los trabajadores que romper un país. Ese acto profundamente insolidario —en especial cuando los que quieren romper son de los más ricos— divide a los sindicatos; quiebra la caja única de la Seguridad Social, garantía de las pensiones; parte la unidad de los convenios colectivos y el sistema de relaciones laborales, en un espacio de mercado único que, de quebrarse, dejaría a la intemperie a trabajadores y empresas.

En consecuencia, los partidos y sindicatos de izquierda deberían revisar esta cuestión, superar viejas inercias y concluir que en las condiciones actuales lo que antaño era progresista hogaño es retrógrado y antisocial, propio de fuerzas nacionalistas radicales y/o populistas que no tienen nada que ver con los intereses de las mayorías sociales.



Dibujo de Nicolás Aznárez para El País



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