Fernando Pessoa
"Reedición" es una nueva sección del blog dedicada a reproducir antiguas entradas que tuvieron cierto predicamento en su momento entre los lectores de Desde el trópico de Cáncer. Estas entradas se publican diariamente y conservan su título, fecha y numeración original. Disfrútenla de nuevo si lo desean.
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"En tu autobiografía no debes escribir sobre cualquier tema posible; lo que cuentes siempre ha de tener relación contigo". Quien así se expresa es el historiador y filólogo alemán Walter Jens (1923-2013) y la cita la trae a colación el teólogo suizo Hans Küng en el prólogo del tomo III de sus memorias: Humanidad vivida. Memorias (Trotta, Madrid, 2014).
Mi profesor en la UNED, el filósofo Emilio Lledó, nos advertía de las profundas diferencias que existen entre los conceptos de "personal", "privado" e "íntimo". Un blog como este no es ni por asomo una autobiografía, aunque pueda paracerlo en algunas ocasiones. Desde luego es algo personal, pero no es privado porque tiene acceso a él cualquier lector curioso, y menos aun es algo íntimo, pues la intimidad, y sigo citando al profesor Lledó, es intransferible por esencia: no podemos contarla ni transmitirla, ni siquiera queriendo, pues es algo tan profundamente nuestro que no puede expresarse con palabras y solo a nosotros nos pertenece.
¿Y los sueños? ¿Son algo personal, privado, íntimo?. "Los paisajes soñados son solo el humo de paisajes conocidos y el tedio de soñarlos es también casi tan grande como el tedio de contemplar el mundo". Son palabras del escritor portugués Fernando Pessoa (1888-1935) en su "Libro del desasosiego" (Pre-Textos, Valencia, 2014). Mis sueños son personales y privados, mientras yo no me resuelva a contarlos, pero no son algo íntimo porque no forman parte de mi mundo consciente.
Pessoa no es de esa opinión; "Matar el sueño es matarnos. Es mutilar nuestra alma. El sueño es lo que tenemos realmente de nosotros, impenetrable e inexpugnablemente de nosotros. El Universo, la Vida -sea real o ilusión- es de todos, todos pueden ver lo que veo y poseer lo que poseo o, por lo menos, pueden imaginarse viéndolo [...] Pero lo que sueño nadie puede verlo sino yo, nadie a no ser yo puede poseerlo. Y si mi visión del mundo exterior difiere de como otros lo ven, es porque al verlo pongo sin querer algo de mi sueño, porque algo de mi sueño se pega a mis ojos y mis oídos".
A mí me gusta soñar. No suelo tener malos sueños ni pesadillas. Mis sueños son casi invariablemente "aventuras" que vivo con personas que conozco o he conocido hace mucho tiempo. Siempre referidos a un tiempo pasado que revivo en ellos sin angustias. Es el despertar, no el sueño ni lo soñado, lo que me produce un cierto desasosiego, y ello porque el recuerdo de lo soñado es efímero y no permanece en mi memoria sino unos instantes después del despertar.
Hace unos años creo que fue el diario El País el que organizó una encuesta entre sus lectores para preguntarles cual era a su juicio la palabra más hermosa de la lengua castellana. Si no recuerdo mal creo que ganó la palabra "amor"; yo, por mi parte, propuse "desasosiego"; no gané, pero sí vi que bastantes otros lectores también la sugirieron. Me pareció entonces y me sigue pareciendo aun ahora una palabra muy hermosa en su sonoridad y contenido: falta de quietud, tranquilidad o serenidad, quizá porque responde a un estado de ánimo que me resulta muy próximo.
No recuerdo muy bien como llegué a interesarme por el "Libro del desasosiego" de Fernando Pessoa. Es muy posible que fuera por la lectura de la reseña que del mismo hizo en Revista de Libros, en un ya lejano mayo de 2003, la profesora de literatura portuguesa de la universidad de Barcelona Elena Soler. La cuestión es que hasta hace unos días no me había encontrado en la oportunidad de leerlo. Un reciente artículo de prensa sobre la nueva edición del mismo a cargo del profesor colombiano Jerónimo Pizarro, me animó a hacerlo. Y enfrascado gustosamente en su lectura ando en estos momentos.
La edición del profesor Pizarro para Pre-Textos dicen que vuelve a las fuentes de los textos que Fernando Pessoa pretendía incluir en su libro con una nueva organización de los mismos que mejora la lectura de casi todos los fragmentos que lo componen y lo convierten en una de las obras literarias más importantes del siglo XX. Una obra maestra póstuma, retrato de la ciudad de Lisboa y de su retratista que oscila entre el diario íntimo, la prosa poética y la narrativa en un conjunto fundamental e imprescindible para comprender el lugar de Fernando Pessoa en la creación de la consciencia del mundo moderno.
He encontrado una edición electrónica del "Libro del desasosiego" que pueden descargar en este enlace, aunque no puedo garantizar su pulcritud literaria. Espero en cualquier caso que al menos les resulte de interés.
Esta entrada de hoy reviste una importancia especial para mí, no solo por ser la número 2200 del blog, tras más de ocho años de existencia, sino sobre todo porque me gustaría que representara el inicio de una nueva etapa del mismo más reflexiva y menos promiscua, dejando para mis páginas personales en google, twitter, facebook o eskup el día a día de los comentarios más a vuela pluma o el mero chascarriilo sobre los asuntos de actualidad. En todo caso, gracias mil de nuevo por su amable compañía.
Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt