Hola, buenas tardes de nuevo a todos y feliz viernes. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy, del politólogo Víctor Lapuente, va del mejor gobierno posible. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos.
El mejor Gobierno de la historia
VÍCTOR LAPUENTE
20 JUN 2023 - El País
VÍCTOR LAPUENTE
20 JUN 2023 - El País
harendt.blogspot.com
Los Estados nacen y crecen para dar seguridad a la ciudadanía. De las empalizadas que hace 5.000 años resguardaban a la población de los bandidos en Mesopotamia a los ERTE, la lógica es la misma: os protejo de las adversidades. Ha mejorado la tecnología, aunque quizás ha empeorado la ideología: mientras un humilde campesino babilonio que cultivaba garbanzos no pensaba que la construcción de un muro de defensa sería ineficiente, muchos escribas de hoy creen que invertir en dar seguridad a los ciudadanos es malbaratar el dinero público.
El mérito del Gobierno no está en las cifras macroeconómicas. En los vaivenes del PIB opera la ley del columpio: si vamos hacia atrás con mucha fuerza, luego podemos ir adelante con la misma intensidad. En un artículo a principios de 2021 en Nada es Gratis y titulado La mejor ministra de Economía de la historia, Antonia Díaz y Luis Puch pronosticaban, cuando el PIB caía un 11%, las alabanzas que recibiría la responsable de Economía del Gobierno al cabo de un año: si entonces se hablaba de “hundimiento” y “colapso histórico”, en cuanto escampara la lluvia, los elogios al Gobierno serían también desmesurados.
Lo relevante de la economía no son los números, sino los espíritus que los mueven. Y ahí reside la virtud de muchas políticas sociales de este Gobierno, como el IMV, los ERTE o la reforma laboral. Estas iniciativas, bien vistas por sus efectos redistributivos y criticadas por sus consecuencias nocivas sobre los “incentivos”, han cambiado el espíritu de algunos comportamientos, pero en sentido opuesto a los agoreros. No han retraído, sino estimulado el crecimiento económico.
Según un informe del Banco de España sobre el impacto de los contratos indefinidos en el gasto, las personas con contrato temporal dedican un porcentaje significativamente menor de su sueldo al consumo. Es normal: si temes perder el empleo, gastas menos. Así que el aumento de 1,6 millones de trabajadores indefinidos y la caída de los temporales en 1,2 millones que vivimos el año pasado, en gran parte por las políticas del Gobierno, han sido beneficiosos para toda la economía. Y, en especial, para los que antes eran temporales y ahora fijos discontinuos y que, para muchos en la derecha, son “lo mismo”. Resulta que no: los fijos discontinuos consumen más. Y por una razón tan vieja como Babilonia: se sienten más seguros.
Los Estados nacen y crecen para dar seguridad a la ciudadanía. De las empalizadas que hace 5.000 años resguardaban a la población de los bandidos en Mesopotamia a los ERTE, la lógica es la misma: os protejo de las adversidades. Ha mejorado la tecnología, aunque quizás ha empeorado la ideología: mientras un humilde campesino babilonio que cultivaba garbanzos no pensaba que la construcción de un muro de defensa sería ineficiente, muchos escribas de hoy creen que invertir en dar seguridad a los ciudadanos es malbaratar el dinero público.
El mérito del Gobierno no está en las cifras macroeconómicas. En los vaivenes del PIB opera la ley del columpio: si vamos hacia atrás con mucha fuerza, luego podemos ir adelante con la misma intensidad. En un artículo a principios de 2021 en Nada es Gratis y titulado La mejor ministra de Economía de la historia, Antonia Díaz y Luis Puch pronosticaban, cuando el PIB caía un 11%, las alabanzas que recibiría la responsable de Economía del Gobierno al cabo de un año: si entonces se hablaba de “hundimiento” y “colapso histórico”, en cuanto escampara la lluvia, los elogios al Gobierno serían también desmesurados.
Lo relevante de la economía no son los números, sino los espíritus que los mueven. Y ahí reside la virtud de muchas políticas sociales de este Gobierno, como el IMV, los ERTE o la reforma laboral. Estas iniciativas, bien vistas por sus efectos redistributivos y criticadas por sus consecuencias nocivas sobre los “incentivos”, han cambiado el espíritu de algunos comportamientos, pero en sentido opuesto a los agoreros. No han retraído, sino estimulado el crecimiento económico.
Según un informe del Banco de España sobre el impacto de los contratos indefinidos en el gasto, las personas con contrato temporal dedican un porcentaje significativamente menor de su sueldo al consumo. Es normal: si temes perder el empleo, gastas menos. Así que el aumento de 1,6 millones de trabajadores indefinidos y la caída de los temporales en 1,2 millones que vivimos el año pasado, en gran parte por las políticas del Gobierno, han sido beneficiosos para toda la economía. Y, en especial, para los que antes eran temporales y ahora fijos discontinuos y que, para muchos en la derecha, son “lo mismo”. Resulta que no: los fijos discontinuos consumen más. Y por una razón tan vieja como Babilonia: se sienten más seguros.
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