Biblioteca Británica y Royal Opera House, Londres
Como afirmo en una de las entradas más leídas del blog soy capaz de recordar y reconocer casi cualquier fragmento de texto literario o película que haya leído o visto, aunque solo haya sido una vez en la vida. Por el contrario, ni el Azar ni la Naturaleza, mis divinidades paganas preferidas, me han dotado del mismo talento para la música. La diosa Terpsícore me ha negado sus favores, salvo en aquellas piezas que ya forman parte, por la amplitud de su difusión, del imaginario colectivo de la humanidad. Y esa incapacidad para recordar y reconocer piezas musicales, es una de las circunstancias que más dolor me producen, porque en contraste con ellas la música es de todas las Bellas Artes la que más profundas emociones me provoca.
George Steiner, uno de los más grandes intelectuales del siglo XX, dice en su libro Errata. El examen de una vida, uno de los más hermosos textos que he leído nunca, lo siguiente: "El canto (y la música) es, simultáneamente la más carnal y la más espiritual de las realidades. Aúna alma y diafragma. Puede, desde sus primeras notas, sumir al oyente en la desolación o transportarlo hasta el éxtasis. La voz que canta es capaz de destruir o de curar la psique con su cadencia". Estoy en completo acuerdo con él.
La UNESCO instituyó el año 2000 el Día Mundial de la Poesía, que se celebra cada 21 de marzo, entendiendo que el mundo contemporáneo tiene necesidades estéticas y sociales que la poesía puede cubrir. Así pues, continúo con esta entrada de hoy la nueva sección del blog, Poesía y música, aunando algunos de los más bellos poemas en español con algunas de las más hermosas arias operísticas de la historia.
Continúo hoy la serie dedicada a Poesía y música con el poema Si el hombre pudiera decir, de Luis Cernuda, y la bellísima aria "L'amour est un oiseau rebelle", (El amor es un pájaro rebelde) de la ópera Carmen, de Georges Bizet, cantada por la soprano Anna Caterina Antonacci en el The Royal Opera House londinense. Esto último pueden hacerlo desde el enlace inmediatamente anterior o en el vídeo del final de la entrada.
***
Luis Cernuda
Luis Cernuda Bidou (1902-1963) fue un destacado poeta y crítico literario español, miembro de la llamada Generación del 27. Nunca negó su condición homosexual, factor que le hizo ser considerado en su patria un «raro» y rebelde, dada la mentalidad poco abierta de la España de entonces, «un país donde todo nace muerto, vive muerto y muere muerto», como dirá en Desolación de la Quimera. La consciencia de su aislamiento se expresa en una de sus imágenes más conocidas: Cernuda se ve a sí mismo «como naipe cuya baraja se ha perdido». El núcleo temático de la obra de Cernuda es la antítesis entre la realidad y el deseo, hecho que explica que a partir de 1936 titulara el conjunto de su poesía con esta oposición. Esta antítesis nace, sin duda, de las peculiares circunstancias vitales del poeta sevillano, pero entronca perfectamente con lo que en los poetas románticos y simbolistas era la colisión entre la libertad individual y la sociedad burguesa, además de ser un tema característico de la poesía del siglo XX, como lo demuestra su aparición en poemas de autores muy variados, desde Antonio Machado, a Federico García Lorca, pasando por Rafael Alberti, por citar solamente a algunos contemporáneos de Cernuda. Les dejo con su poema Si el hombre pudiera decir.
SI EL HOMBRE PUDIERA DECIR
Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.
Carmen es una ópera dramática en cuatro actos con música de Georges Bizet y libreto en francés de Ludovic Halévy y Henri Meilhac, basado en la novela Carmen de Prosper Mérimée, publicada en 1845, que a su vez posiblemente estuviera influida por el poema narrativo Los gitanos (1824) de Aleksandr Pushkin. La ópera se estrenó en la Opéra-Comique de París el 3 de marzo de 1875, con escaso éxito de crítica.
Anna Caterina Antonacci (1961) es una soprano y mezzosoprano italiana. Debutó en 1984 en Pistoia con Rigoletto, de Verdi y ha destacado como intérprete del repertorio operístico barroco y clásico durante la primera etapa de su carrera, y como mezzosoprano en obras de Rossini, Mozart, Handel, Donizetti, Bellini y Monteverdi. Ha cantado en el Covent Garden, La Scala, Paris, el Festival de Glyndebourne, Turin, Salzburgo, Copenhague, el Teatro Colón de Buenos Aires, Toulouse, Roma, el Liceo de Barcelona y en el Teatro Real de Madrid.
La genial "Habanera" de Bizet de su ópera Carmen, titulada "L'amour est un oiseau rebelle", es una traslación con algunas variantes de la habanera de Sebastián Iradier, llamada "El arreglito"; Bizet dijo haberla utilizado creyéndola de autor anónimo; es decir, perteneciente al acervo folclórico popular.
***
1 comentario:
Son muy hermosos: el poema y el aria, sin duda.
Publicar un comentario