Escudo de Canarias
La patria es una peña, la patria es una roca, la patria es una fuente, es una senda y una choza.
Mi patria no es el mundo; mi patria no es Europa; mi patria es de un almendro la dulce, fresca, inolvidable sombra.
A veces por el mundo con mi dolor a solas recuerdo de mi patria las rosadas, espléndidas auroras.
A veces con delicia mi corazón evoca, mi almendro de la infancia, de mi patria las peñas y las rocas.
Y olvido muchas veces del mundo las zozobras, pensando de las islas en los montes, las playas y las olas.
A mí no me entusiasman ridículas utópias, ni hazañas infecundas de la razón afrenta, y de la Historia.
Ni en los Estados pienso que duran breves horas, cual duran en la vida de los mortales las mezquinas obras.
A mí no me conmueven inútiles memorias, de pueblos que pasaron en épocas sangrientas y remotas.
La sangre de mis venas, a mí no se me importa que venga del Egipto o de la razas célticas y godas.
Mi espíritu es isleño como las patrias rocas, y vivirá cual ellas hasta que el mar inunde aquellas costas.
La patria es una fuente, la patria es una roca, la patria es una cumbre, la patria es una senda y una choza.
La patria es el espíritu, la patria es la memoria, la patria es una cuna, la patria es una ermita y una fosa.
Mi espíritu es isleño como las patrias costas, donde la mar se estrella en espumas rompiéndose y en notas.
Mi patria es una isla, mi patria es una roca, mi espíritu es isleño como los riscos donde vi la aurora.
"Canarias" (Canto VII): Nicolás Estévanez (1838-1914)
El próximo viernes, 30 de mayo, celebramos en las islas el Día de Canarias, Hoy, en esta mañana más bien invernal, cubierta de nubes, mis nietos más pequeños han desfilado con sus compañeros de colegio vestidos con los trajes típicos canarios por la calle Triana de Las Palmas.
No tenía pensado sumarme a la celebración de la efeméride pero su presencia, la de los niños, y el futuro que ellos representan, me han animado a elaborar a toda prisa esta entrada del blog que les dedico a ellos y a todos los canarios que viven en la diáspora, voluntaria o forzada, lejos de la tierra que les vio nacer. Pero también, como no, a los que en ella permanecemos apegados a su mar, sus volcanes, sus barrancos, sus bosques, sus montañas, sus playas y desiertos, y sus eternos alisios, compartiendo en nuestros corazones los inolvidables versos de Nicolás Estévanez. Versos de los que, por otra parte, otro gran poeta y filósofo enamorado de Canarias, Miguel de Unamuno, dijera con socarronería vasca que "pobre del que no tiene otra patria que la sombra de un almendro porque acabará por ahorcarse en él".
Y ya que citamos intelectuales, otro gran intelectual canario, Domingo Pérez Minik, dijo sobre la canariedad que "para salvar estos enormes peligros [el del aislamiento de las islas] para su salud física y anímica, al insular no le cabe otro remedio sino exilarse por su propia voluntad y regresar luego con el tesoro de las grandes correrías por el ancho mundo, o manteniéndose en su paraíso, excitar al extranjero a venir a su encuentro, cuanto más extranjero mejor, bien para convivir amigablemente, bien para sostener un debate fecundo de recelos y sugestiones".
Cosas del alma canaria... Para todos ellos, los canarios de fuera y los canarios de dentro: ¡feliz Día de Canarias! Y ahora sean felices, por favor, y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt
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El himno de Canarias cantado por Los Gofiones
Entrada núm. 2071
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Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)