domingo, 29 de octubre de 2017

[A vuelapluma] Izquierda y autodeterminación





Hoy, en ausencia de colonialismo y dentro de un país de la Unión Europea, el derecho a la autodeterminación es una reivindicación reaccionaria, incluso involucionista, impropia de partidos o sindicatos progresistas, comenta Nicolás Sartorius (1938), vicepresidente ejecutivo de la Fundación Alternativas, aristócrata, abogado, político y periodista español, cofundador del sindicato de trabajadores Comisiones Obreras (CCOO) y miembro del Partido Comunista de España (PCE) hasta su marcha a las filas de la socialdemocracia.

Sartorius inicia su artículo con una cita de Bertold Brecht, difícil de entender a los jóvenes, ilusos y enajenados, que pasean por las calles de Cataluña envueltos en banderas estrelladas: "El nacionalismo de los de arriba sirve a los de arriba. El nacionalismo de los de abajo sirve también a los de arriba. El nacionalismo cuando los pobres lo llevan dentro, no mejora, es un absurdo total”.

Desde el principio se sabía que el famoso “derecho a decidir” era un hábil eufemismo con el fin de enmascarar el inexistente, en condiciones de países democráticos, derecho de autodeterminación de “los pueblos”, comienza diciendo. Este derecho tiene una larga historia que merece algunas reflexiones.

Es conocido que la socialdemocracia internacional reconoció este derecho ya en 1896, en un Congreso celebrado en Londres, en el sentido de que se trataba de un derecho político a la independencia o secesión de la nación o imperio opresores. Este criterio lo adoptaron casi todos los partidos pertenecientes a la 2ª Internacional, incluyendo el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, del que emanaría el partido bolchevique de Lenin. Con el triunfo de la revolución de 1917 —de la que se conmemoran los 100 años—, la libre autodeterminación y la posibilidad de formar un Estado separado se recogió en la declaración de Derechos de los Pueblos de Rusia y, después, en la Constitución de 1924. No obstante, esta posición no fue nada pacífica en los debates de la época. Mientras Lenin, Trotsky, Kautsky y otros defendieron con ardor la consigna autodeterminista, otros como Rosa Luxemburgo, Bujarin y los llamados bolcheviques de izquierda se opusieron con igual empeño. Los primeros, argumentaban que el nacionalismo era una fuerza revolucionaria en la época de las colonias y de los imperios, “cárceles de pueblos”, mientras que los segundos sostenían que en la era de los imperialismos modernos era una antigualla defender las fronteras nacionales y, sobre todo, que el nacionalismo había estado en el origen de la espantosa guerra del 14, cuando incluso una parte de la izquierda había votado los créditos de guerra, costándole la vida al socialista francés Jean Jaurès al oponerse a ellos. Prevalecieron entonces las tesis de Lenin y de otros dirigentes de la izquierda, pues era cierto que la libre determinación tenía sentido en el proceso de descolonización e, igualmente, la independencia de naciones sojuzgadas por los imperios que fueron derrotados en aquella carnicería: el austro-húngaro; el de los zares; el otomano y el del káiser Guillermo. Quedaron en pie el británico y el francés que durarían unos años. En el fondo, las teorías de Luxemburgo y Bujarin se compadecían más con las de Marx, que en su análisis del desarrollo del capitalismo veía más conveniente para la causa de los trabajadores la federación de las naciones con el fin de lograr entidades políticas más fuertes.

Cuando concluyó la Gran Guerra llegó a París el presidente Wilson con sus no menos famosos 14 puntos, entre ellos el derecho de autodeterminación, sobre todo de las naciones que conformaban el imperio de los Habsburgo. Wilson procedía de la tradición anticolonial de EE UU, no le gustaban los imperios europeos y tampoco le interesaba dejar esa bandera en manos de un bolchevique como Lenin. A París fueron en peregrinación todos los nacionalismos irredentos con la finalidad de que el presidente americano les diera su bendición. Aun así, se cuenta que cuando se trató, también, el caso de Cataluña, el presidente francés Clemenceau se limitó a decir “pas des bêtises” (nada de tonterías) y ahí acabó la discusión. El resultado de todo ello fue que el mapa de Europa quedó cual manta escocesa, surgieron múltiples pequeñas naciones y en especial en los Balcanes, origen de múltiples conflictos.

En la actualidad, las condiciones han cambiado radicalmente y sería trágico que la izquierda no se diera cuenta de lo que eso significa. Comprendo que, a veces, no es fácil entender los vericuetos de la dialéctica de los procesos, pero este es un ejemplo de cómo un derecho progresista o liberador, en una fase histórica, se puede transformar en su contrario en otra etapa diferente. Esta es la razón por la cual Naciones Unidas —donde no sé si abundan los dialécticos— ha concretado su doctrina sobre este tema señalando que debe respetarse la libre determinación sólo en los casos de dominio colonial o en supuestos de opresión, persecución o discriminación, pero en ningún caso para quebrantar la unidad nacional en países democráticos.

En las condiciones creadas por la globalización, con mercados y multinacionales globales, inmersos en la revolución digital, cuando ya no existen situaciones coloniales generalizadas ni imperios “cárceles de pueblos”, el derecho de autodeterminación es una reivindicación reaccionaria, impropia de partidos o sindicatos de izquierda. Todavía más involucionista si cabe en el supuesto de los países pertenecientes a la Unión Europea, inmersa en un proceso de integración cada vez mayor, imprescindible para poder medirse, desde la democracia, con los grandes poderes económicos y tecnológicos. Una transformación de actuales regiones o autonomías en Estados independientes haría inviable el futuro de una unión política europea.

Es verdad que durante el periodo de los movimientos anticoloniales, véase la posición contra la guerra de África del PSOE de Iglesias, o durante la última dictadura franquista, la reivindicación de la libre autodeterminación tenía un sentido y así se recogía en los programas de los partidos y sindicatos de izquierda españoles; eso sí, siempre en aquel contexto y supeditado a la unidad de los trabajadores. Pero en condiciones de democracia, en la mundialización y la construcción europea no hay nada más contrario a los intereses de los trabajadores que romper un país. Ese acto profundamente insolidario —en especial cuando los que quieren romper son de los más ricos— divide a los sindicatos; quiebra la caja única de la Seguridad Social, garantía de las pensiones; parte la unidad de los convenios colectivos y el sistema de relaciones laborales, en un espacio de mercado único que, de quebrarse, dejaría a la intemperie a trabajadores y empresas.

En consecuencia, los partidos y sindicatos de izquierda deberían revisar esta cuestión, superar viejas inercias y concluir que en las condiciones actuales lo que antaño era progresista hogaño es retrógrado y antisocial, propio de fuerzas nacionalistas radicales y/o populistas que no tienen nada que ver con los intereses de las mayorías sociales.



Dibujo de Nicolás Aznárez para El País



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[Tribuna de prensa] Lo mejor de la semana. Octubre, 2017 (IV)





Termina una semana excepcional marcada por el intento, fallido, de unas autoridades fascistoides y enajenadas, de dividir y enfrentar lo que la historia y la voluntad han unido hace más de 500 años: a España, y a los españoles. De ahí el excepcional número de artículos de opinión, más de 120, reflejados hoy en esta entrada, que seguro no va a repetirse. Les dejo con los Tribuna de prensa que durante esta semana pasada he ido subiendo a Desde el trópico de Cáncer. Espero que les resulten interesantes, y que como decía Hannah Arendt les inviten a pensar para comprender y comprender para actuar. La vida, a fin de cuentas, no va de otra cosa que de eso. Se los recomiendo encarecidamente. 

Domingo, 22 de octubre
El 155 es Historia y es desgarro, por Rubén Amón
Intervenida, no suspendida, por Javier Ayuso
Las mentiras deliberadas de Podemos, por Teodoro León Gross
Italia ante dos referendos, por Jorge del Palacio Martín
Vencer al independentismo, por Antonio Fernández Teixidó
El bum del boom, por Álex Grijelmo
A la sangre, por Manuel Vicent
¿Y la lealtad?, por José María Ruiz Soroa
Porque los malos líderes son malos seguidores, por Moisés Naím
Seguimos estando a tiempo, por Lluís Bassets
Dentro de la razón y la esperanza, por Soledad Gallego-Díaz
En la frontera de la irreversible, por Francisco Rosell
Matar recibiendo, por Arcadi Espada
Alea iacta est, por Fernando Sánchez Dragó
La ley ser pone de pie, por Javier Redondo
Estallido del Título VIII de la Constitución, por Jorge de Esteban
Quien destruyó la autonomía de Cataluña, por Ricardo de Querol
Las palabras ofendidas, por Javier Marías

Lunes, 23 de octubre
La ley y la calle, por Francisco Pomares
Los progresistas detestan el progreso, por Steven Pinker
Del procés al pánico, por Raúl del Pozo
La hora de los creyentes, por Rafa Latorre
Piratas, por Tadeu
Divide et impera, por Ferrán Caballero
Perpiñan, por Almudena Grandes
Sobre el artículo 155 de la Constitución, por Fernando Simón Yarza
En caso de dudar, a votar, por Xavier Vidal-Folch
Tiempos de confusión democrática, por Jorge del Palacio Martín
Cataluña en otoño, por Lluís Bassets
Invertir la tendencia a lo peor, por Patxo Unzueta
El filo de la navaja, por Eva Borreguero
El vacío, por Antonio Navalón
155, poder y compromiso, por Iñaki Gabilondo

Martes, 24 de octubre
Hay que parar esto, por Iñaki Gabilondo
Malos presagios, por Víctor Lapuente
Alegrías, por Félix de Azúa
Necesarias y proporcionadas, por Francesc de Carreras
Una alternativa creíble, por Jordi Gracia
China blanquea su imagen, por Juan Pablo Cardenal
Tú al Magreb, yo a Dinamarca, por Juan Aparicio Belmonte
Contra el ruido, por Pedro Simón
República y desobediencia, por Raúl del Pozo
¡Oh, la revolución!, por Arcadi Espada
Clásicos para la vida, por Nuccio Ordine
Cuando la revolución se precipitó en Rusia, por José Andrés Rojo
¿Y si no pudiera ejecutarse e 155?, por Rubén Amón
Le Monde acusa a Puigdemont, por Carla Mascia
El Caudillo les precedió, por Xavier Vidal-Folch
El Wall Street Journal avala el 155, por Sara Fernández y David Lema

Miércoles, 25 de octubre
En el nombre del pueblo, por Ángel Rivero
Palabras, por Antonio Lucas
Pablo en Epístola, por Santiago González
Aferrados a los castillos en el aire, por Eduardo Álvarez
Spain productions, por Carmen Rigalt
Izquierda y cordura, por Raúl del Pozo
Las oportunidades perdidas, por Raphael Minder
Las elecciones no son la solución, por Alejandro Molina
El voto nacionalista no se mueve, por Kiko Llaneras
Lecciones de la crisis catalana, por Antonio Roldán Menés
Repúblicas poco populares y nada democráticas, por Jorge Marirrodriga
Los Javianes, por Manuel Jabois
Ni serlo ni parecerlo, por Sandra León
Maldonado, por Leila Guerriero
La hora de Puigdemont, por Antonio Elorza
Salir de la contradicción europea, por Santiago López-Aranda

Jueves, 26 de octubre
Tiempo de lamentos y quebrantos, por Nicolás Redondo Terreros
La comodidad de Cataluña, por Arcadi Espada
El penúltimo responsable, por Luis María Ansón
Emperadores y Junqueras, por Emilia Landaluce
Tres Jordis, por Tadeu
Dos botellas de vino, por Raúl del Pozo
Nada será gratis, por Berna González-Harbour
Las grietas del miedo, por Javier Ayuso
Acabar con el procés, por José Ignacio Torreblanca
Elogio de la moderación, por José María Barreda
El trilema de Porrera, por Mariola Urrea Corres
Escobar, Llach y los cerdos, por Rubén Amón 
Cuanto, peor, mejor, por Andrés Betancort
Las instituciones, arrasadas, por Xavier Vidal-Folch
Ha sobrado ignorancia y pasión, por Emilio Lledó

Viernes, 27 de octubre
No digas que fue un sueño, por Rubén Amón
Saturno devora el bocadillo de sus hijos, por Xavier Vidal-Folch
Cuando todos perdemos, por Fernando Vallespín
La fragilidad de la política, por Máriam Martínez-Bascuñán
Constitución y autogobierno, por Ignacio Martín Blanco
La tragedia y la farsa, por Tomás de la Quadra-Salcedo
Transversal, por Jorge M. Reverte
Nos olvidamos de la fuerza, por Jorge Galindo
Hacer nación en la escuela, por Mariano Fernández-Enguita
Constitución y autogobierno, por Ignacio Martín Blanco
Así suena el golpe, por Rafa Latorre
Kataloniya, por Tadeu
Literatura fantástica, por Antonio Lucas
Entre el sainete y la temeridad, por Raúl Conde
Secesionismo en la UE, por Marcos S. Sipmann
Individualismo y disolución de la confianza, por Jean-Marie Guéhenno
Frívolos e irresponsables, por Lluís Bassets
Orden constitucional y elecciones, por Josep Piqué
La hora cero, por Mario Vargas Llosa
Sigue fuera de la ley, por Raúl del Pozo

Sábado, 28 de octubre
Para restaurar la ley, solo la ley, por Xavier Vidal-Folch
Se acabó el juego, por Gabriela Cañas
Infantilismo, victimismo, nacionalismo, por Teodoro León Gross
Cuando el humo se disipe, por Jorge Bustos
El régimen de 78, por Juan Luis Cebrián
El bestiario del separatismo, por Rubén Amón
Objetividad, por Julio Llamazares
TV3, al servicio del soberanismo, por Rosario G. Gómez
Mandamiento, por Fernando Savater
El fracaso de una generación, por Luisgé Martín
Un conflicto identitario, por José Andrés Torres
¿Astucia o liderazgo?, por Joan Botella
Los símbolos y el poder, por Javier Ayuso
El vacío siempre se llena, por Francisco G. Basterra
El papel de Podemos, por Álvaro Carvajal
Anatomía de un golpe de Estado, por Rafa Latorre
Elecciones por bandera, por Cayetana Álvarez de Toledo
Siempre el traidor es el vencido, por María Dolores de Cospedal
No cuidaron de España, por Lucía Méndez
Pueblo contra sociedad, por Manuel Arias Maldonado
Welcome to Spain, por María Vega
También en Berlanga hay tristes, por Luis Miguel Fuentes
Talla política, por Rafael Moyano
Cataluña y España, por Iván Vélez
Con las fronteras no se juega, por Carlos Yarnoz
República nonata, año cero, poder cero, por Lluís Bassets

Y desde los enlaces de más abajo pueden acceder a algunos de los diarios y revistas más relevantes de España y del mundo, actualizados continuamente. Espero que los disfruten:

The Washington Post (EUA)
El País (España)
Le Monde (Francia)
The New York Times (EUA)
The Times (Gran Bretaña)
Le Nouvel Observateur (Francia)
Chicago Tribune (EUA)
El Mundo (España)
La Vanguardia (España)
Los Angeles Times (EUA)
Canarias7 (España)
El Universal (México)
Clarín (Argentina)
L'Osservatore Romano (Vaticano)
La Voz de Galicia (España)
NRC (Países Bajos)
La Stampa (Italia)
Frankfurter Allgemeine Zeitung (Alemania)
Le Figaro (Francia)
Tages Anzeiger (Suiza)
Komsomolskaya Pravda (Rusia)
Excelsior (México)
Die Welt (Alemania)
El Nuevo Herald (EUA)
Revista de Libros (España)
Letras Libres (España)
Claves de Razón Práctica (España)
Cuadernos para el diálogo (España)
Litoral (España)
Jot Down (España)
Real Instituto Elcano (España)
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (España)
Der Spiegel (Alemania)
The New Yorker (EUA)
Política Exterior (España)
Cidob (España)
Concilium (España)
Le Monde Diplomatique (Francia)
Le Nouvel Afrique (Bélgica)
Time (EUA)
Life (EUA)
Revista Española de Ciencia Política (España)
Cambio16 (España)
Jeune Afrique (Francia)
Tiempo (España)
Historia y Política (España)
Newsweek (Estados Unidos)
Nature (Estados Unidos)
Historia National Geographic (España)
Paris Match (Francia)
Instituto Nacional de Estadística (España)
Para terminar, les dejo con los reportajes de El País con las mejores imágenes del 2016, las treinta fotos más representativas de los 40 años de vida del periódico, las fotos ganadoras del World Press Photo 2017, y las 12 fotos del año de National Geographic. Y como siempre, las mejores fotos de la semana que termina en El País. 




Judíos ultraortodoxos contra el reclutamiento forzoso (Moddin, Israel)



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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Humor en cápsulas] Para hoy domingo, 29 de octubre





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Morgan en Canarias7, Idígoras y Pachi en El Mundo; Forges, Peridis, Ros y El Roto en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar 
de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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sábado, 28 de octubre de 2017

[Poesía y pintura] Hoy, con Blas de Otero y John Everett Millais






Retomo la publicación, con un formato diferente, de la serie de entradas del blog dedicadas al "Tema de España" en la poesía española contemporánea, que tuvieron tan buena acogida de los lectores hace años. Grandes poetas contemporáneos españoles, poetas del exilio exterior e interior, pero españoles todos hasta la médula, que cantaron a su patria común, España, desde el corazón y la añoranza. 

En estos amargos momentos en que unos hijos espurios e indeseables reniegan de España, la insultan, la mancillan, y pretenden acallar las voces de aquellos otros que nos alzamos orgullosos de pronunciar su nombre, nada mejor que la poesía para reivindicarla como se merece. Si como dijo Walt Whitman la poesía es el instrumento por medio del cual las voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz, también es, en palabras de ese gran poeta y gran español que fue Gabriel Celaya, un arma cargada de futuro. Empuñémosla, entonces, en su defensa.

Hoy traigo al blog al poeta Blas de Otero y su poema En el nombre de España, paz, y al pintor John Everett Millais y su cuadro El caballero erranteDisfrútenlos.

Blas de Otero(1916-1979) nació en Bilbao (Vizcaya) y estudió Derecho en la universidad de Zaragoza y Filosofía y Letras en la de Madrid. Sufrió frecuentes crisis depresivas desde su juventud derivadas de su situación familiar, que le llevaron sucesivamente por una etapa religiosa, otra existencialista y por último a la poesía social. Vivió en Cuba entre 1964 y 1967, donde se casó y divorció. Enfrentado siempre al franquismo sus libros tuvieron problemas con la censura. Demócrata convencido cantó a la reconciliación de los españoles toda su vida. Murió de una embolia pulmonar en Majadahonda (Madrid). Les dejo con su poema En el nombre de España, paz.


EN EL NOMBRE DE ESPAÑA, PAZ
por 
Blas de Otero

En el nombre de España, paz.
El hombre
está en peligro, España.
España, no te aduermas.
Está en peligro, corre,
acude. Vuela
el ala de la noche
junto al ala del día.
Oye.
Cruje una vieja sombra,
Vibra una luz joven.
Paz
para el día.
En el nombre
de España, paz.

***

John Everett Millais (1829-1896), fue un pintor e ilustrador inglés, destacado en el arte romántico y miembro fundador de la Hermandad Prerrafaelita. Millais nació en Southampton, en el seno de una familia originaria de la Isla de Jersey. Fue un niño prodigio que pintaba desde los cuatro años y se le consideraba poseedor de un talento poco común. Por esta razón, cuando tenía siete años su familia se trasladó a Londres para poder ofrecer una buena educación artística a su hijo. Su prodigioso talento para el arte le valió una plaza en las escuelas de la Royal Academy con sólo once años (1840). Durante su permanencia en esta institución, conoció a William Holman Hunt y Dante Gabriel Rossetti, con quienes fundó la Hermandad Prerrafaelita en 1848. Su obra inicialmente responde a los ideales estéticos de la asociación prerrafaelita, aunque a partir de la década de los años setenta su evolución a los cánones académicos se hace progresivamente patente.




El caballero errante, (John Everett Millais)
Tate Gallery, Londres



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[Humor en cápsulas] Para hoy sábado, 28 de octubre





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Morgan en Canarias7, Idígoras y Pachi en El Mundo; Forges, Peridis, Ros y El Roto en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





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