sábado, 10 de agosto de 2019

[SONRÍA, POR FAVOR] Al menos hoy sábado, 10 de agosto





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo escaso sentido del humor, así que aprecio la sonrisa ajena, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada, iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...


















La reproducción de artículos firmados en el blog no implica compartir su contenido, pero sí su interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

viernes, 9 de agosto de 2019

[NUESTRA EUROPA] Cinco paradojas europeas



Dibujo de Eva Vázquez para El País


Aunque la elección de Ursula von der Leyen para presidir la Comisión dé la impresión de que se refuerza la hegemonía alemana en Europa, Berlín ha perdido influencia y eso puede ser peligroso para la UE, escribe el politólogo búlgaro Ivan Krastev, presidente del Center for Liberal Strategies e investigador permanente en el Instituto de Ciencias Humanas Sciences de Viena.

Si tratas de fracasar y lo consigues”, preguntaba el monologuista estadounidense George Carlin, “¿qué es lo que has logrado?”. Lo que responda cada uno a esta pregunta indicará qué piensa de la elección de Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión Europea. En mi opinión, la antigua ministra de Defensa alemana merece dirigir la Unión, pero el turbio proceso de su candidatura ha convertido el deseo de los ciudadanos de tener una UE más democrática y abierta en una broma. El escaso margen con el que ha sido elegida no tiene que ver con sus cualidades de líder, sino con las negociaciones entre bastidores. Lo paradójico es que, si bien los votantes han acudido a estas elecciones europeas pensando más que nunca en los intereses de Europa, las decisiones sobre los altos cargos se han tomado, también más que nunca, pensando en los intereses nacionales.

Varias semanas antes de las elecciones, el sondeo realizado por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores reveló la suprema paradoja: el hecho de que, aunque la confianza en la Unión Europea (UE) es hoy la mayor de los últimos 25 años, una mayoría de los europeos en todos los países investigados, salvo España, cree que el bloque acabará roto en el plazo de 20 años. No ven ninguna alternativa a la UE, pero eso no quiere decir que vaya a sobrevivir.

En segundo lugar, si bien la Unión Europea no ha logrado resolver ninguna de las crisis que la han desgarrado en el último decenio (la crisis del euro, el conflicto entre Rusia y Ucrania, el Brexit, la crisis de los refugiados), su concatenación ha creado milagrosamente las condiciones que han permitido aguantar a la Unión. Sigue siendo tan frágil como siempre, pero sus posibilidades de resistir son mucho mejores que hace tres años.

Tercero, una consecuencia inesperada del ascenso de los partidos populistas y antieuropeos es que hoy, en Europa, nadie defiende abiertamente la salida de la Unión. Si, hace tres años, había más de 16 partidos en Europa confiados en ganar las elecciones con su plan de salir de la Unión o al menos del euro, hoy el -exit ha dejado de ser una prioridad política. No se sabe si la reconciliación de los populistas nacionalistas con la idea de una Europa unida es una buena o mala noticia, pero desde luego es la noticia.

La cuarta paradoja es que se preveía que las elecciones fueran un referéndum sobre Europa, un choque entre partidos proeuropeos y antieuropeos, pero, a la hora de la verdad, la frontera entre esos dos grupos ha sido la más porosa de todo el continente. La nueva presidenta de la Comisión —que se declara partidaria de una Europa federal— resultó elegida con los votos de algunos partidos antieuropeos (el Movimiento 5 Estrellas italiano, el Partido Ley y Justicia de Polonia), mientras que algunos proeuropeos (los socialistas, los liberales y seguramente algunos diputados conservadores) votaron en contra. Los grupos políticos del Parlamento Europeo tienen tal fragmentación interna, que Bruselas corre peligro de acabar invadida por una disfuncionalidad al estilo del Brexit. Si la elección de la presidenta de la Comisión Europea es indicativa de lo que nos espera, es fácil imaginar que el Parlamento empezará pronto a parecerse al Westminster del Brexit, con unos diputados capaces de formar mayorías de bloqueo pero no de configurar mayorías constructivas.

La quinta paradoja derivada de las últimas elecciones, y probablemente la más importante, es que, aunque la elección de la ministra de Defensa Ursula von der Leyen para la presidencia de la Comisión dé la impresión de que se refuerza la hegemonía alemana en Europa, la realidad es que Berlín ha perdido influencia, y eso puede ser peligroso para la UE. Desde luego, Alemania sigue siendo el miembro con más poder, pero cada vez es menos influyente.

Alemania no es ni tan poderosa como muchos temían en Europa ni tan estable como muchos esperaban, y es probable que la retirada de la canciller Angela Merkel deje aún más al descubierto la nueva vulnerabilidad de Berlín. Los alemanes han disfrutado de unas largas vacaciones de la historia, pero ya se han terminado. En la última década, mientras las sociedades europeas se desgarraban en medio de la angustia y la indignación, los ciudadanos alemanes, en su mayoría, estaban satisfechos con su situación económica. Antes de la crisis de los refugiados, confiaban en los políticos e incluso en los grandes medios de comunicación, y por eso Alemania insistía en mantener el statu quo y hacía oídos sordos a los problemas ajenos. Populismo era una palabra que no tenía traducción allí. En los días de la crisis financiera, había tantas diferencias entre Alemania y sus socios europeos como entre una comedia romántica y una película de terror. Sin embargo, las elecciones legislativas de noviembre de 2017 demostraron que la fantasía se había terminado, y las elecciones europeas de 2019 lo han confirmado.

Fue la llegada de refugiados en 2015 —y el pánico cultural y demográfico que causó— lo que acabó con la excepción alemana. De la noche a la mañana, se ha convertido en un país europeo como los demás. Sus grandes partidos sufren una crisis existencial y la amenaza de extinción. El extremismo está en alza. La confianza de los ciudadanos en las instituciones, en declive. Los que antes eran problemas de otros países de pronto se han convertido también en problemas alemanes. En 2014, a propósito del “momento alemán” que se vivía en la historia (el hecho de que a Alemania le iba bien mientras que todos los demás países europeos estaban mal), Thomas Bagger, uno de los intelectuales políticos más profundos del país y actualmente asesor de Política Exterior del presidente federal, advirtió sabiamente que “el momento alemán tiene la limitación de que es solo alemán, y no un momento europeo”.

La “cuestión alemana” —la influencia excesiva de Berlín en la política europea— ha sido crucial en cualquier discusión sobre el futuro de la UE desde la crisis financiera y el Brexit. Pero el quid de esa cuestión no está en la fortaleza de Alemania, sino en la debilidad que ahora ha quedado al descubierto. La pregunta es saber si Berlín seguirá comprometida con la UE en un momento en el que la capacidad de decisión de Alemania en la Unión ha disminuido y muchos europeos siguen responsabilizándola por un poder que ya no tiene.

Con el modelo económico alemán en crisis como resultado de una conjunción de cambios tecnológicos y geopolíticos, y cuando la sociedad alemana ha perdido la confianza en sí misma, el compromiso de Berlín con la UE no puede darse por descontado.

Los sondeos de opinión de las dos últimas décadas indican que, mientras los Estados miembros de la periferia (tanto España como Polonia) confían en las instituciones europeas porque tienen una profunda desconfianza en sus propias instituciones y clases dirigentes, las sociedades de los Estados miembros que forman el núcleo de la UE (Holanda, Alemania, Francia) tienden a confiar más en sus instituciones nacionales que en las europeas, y su fe en la UE depende de que piensen que sus Gobiernos pueden determinar las políticas europeas.

Hay que preguntarse qué visión va a tener ahora Alemania de Europa, cuando muchos alemanes están poniendo en duda la eficacia de sus propias instituciones y los partidos de la oposición han sido los críticos más feroces de la nueva presidenta de la Comisión (que es alemana); la respuesta definirá la diferencia entre el éxito y el fracaso de la UE.





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SONRÍA, POR FAVOR] Al menos hoy viernes, 9 de agosto





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo escaso sentido del humor, así que aprecio la sonrisa ajena, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada, iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...
















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jueves, 8 de agosto de 2019

[ARCHIVO DEL BLOG] Tópico y metáfora del Sur



Atardecer en la bahía de Cádiz


El poeta granadino Luis García Montero recrea hoy magistralmente en El País ("Teoría del Sur"), una bellísima metáfora de cuanto significa el Sur en el imaginario colectivo de los humanos.

¡El Sur, que bella palabra!... Y aunque él lo hace para reivindicar el deleite de contemplar la morosa puesta de sol de una tarde de verano en la bahía de Cádiz, sus palabras tienen valor y alcance universales.

Yo vivo en el sur, en el extremo sur de una isla situada al sur de España en medio del Atlántico. En mi isla, en Gran Canaria, mil quinientos kilómetros cuadrados que dan para mucho, no hay nada más que dos puntos cardinales: Norte y Sur. El este y oeste no existen en la práctica. Y todo lo que queda por "debajo" del paralelo de la capital, ya es el Sur..., ahora con mayúsculas. Cuando salimos de Las Palmas por la GC-1, la autopista que une la capital con las playas de la zona turística, "bajamos"; cuando volvemos a Las Palmas, "subimos". Sí, en Gran Canaria se "sube" al norte y se "baja" al sur; o "se va" al Centro (al interior de la isla, por, la "carretera del Centro", como no podía ser menos...)

Pero el imaginario es el Sur... Y Serrat lo elevó a categoría de metáfora universal cuando le puso música a los versos de Benedetti y cantó su inolvidable "El sur también existe". Por eso a los sureños nos duelen los tópicos sobre nosotros: indolencia, ensimismamiento, dejadez, aplatanamiento, ensoñación... En realidad, pienso que tenemos un mejor sentido de "la vida" que los demás, pero eso no deja de ser otro tópico.

Hace años, mi mujer y yo, muchas tardes de verano, cuando vivía nuestro perro "Parchís", nos sentábamos con él sobre una de las innumerables dunas que enmarcan la playa de Maspalomas, extendíamos un mantel blanco en la arena y nos bebíamos una botella de cava, en copas de cristal, mientras contemplábamos ponerse el sol en el horizonte... Quizá deberíamos volver a hacerlo ella y yo, aunque él ya no esté... HArendt




Dunas (Maspalomas, Gran Canaria)


"Teoría del Sur", por Luis García Montero

Qué mejor estación que el verano para reivindicar el Sur: la lentitud, la sensualidad, la belleza, el cuidado de los otros, la alegría. En el Sur no deben tener prisa ni los pensamientos, ni los coches, ni los desnudos.

Los atardeceres en la playa de Punta Candor, situada en un extremo de la Bahía de Cádiz, son lentos y no tienen prejuicios. Familias de aire tradicional pasean entre mujeres y hombres desnudos sin que nadie pierda el tiempo en indignarse con la piel, el deseo y las costumbres de los demás. Las dunas asaltadas por los pinos son una lección de bienestar y de paciencia. Perder el tiempo está bien, pero conviene elegir los motivos. No es lo mismo un ataque de cólera que un cielo desteñido en rojo, deshilvanado en matices, con la complicidad de alguna nube lejana. La tarde cae como una herencia, igual que un esplendor fatigado, mientras el horizonte parece dispuesto a demostrar la existencia de Dios. El pasado domingo vi a mucha gente cuidar en silencio el espectáculo natural de la luz, el cielo y el mar. Cuando el sol se hundió por fin en el agua, los bañistas rezagados y los paseantes empezaron a aplaudir.

Merece la pena tomar en serio ese aplauso. Como carezco de extremidades religiosas, la plenitud no supone para mí un testimonio de la divinidad. Pero los atardeceres de Punta Candor me han ayudado a recordar que el sol no es una institución con ánimo de lucro y que el derecho a la belleza debería ser el resumen último de los demás derechos humanos. No conviene confundir a Andalucía con el Sur. Andalucía es una realidad geográfica y política, y el Sur es una metáfora. Cuando Luis Cernuda se atrevió a elegir las características de un territorio ideal, escribió una evocación romántica de Andalucía. Pero tuvo el cuidado de advertir que su Andalucía no estaba en ningún sitio concreto, porque sólo existía en las ilusiones y los sueños de algunos de sus amigos poetas. Andalucía era una metáfora que Cernuda identificaba, por agradecimiento personal, y porque siempre conviene darle a las metáforas una indicación geográfica, con las playas de la costa malagueña. Claro que el poeta celebraba recuerdos de los años veinte y treinta. Por eso digo que, en estos tiempos, conviene no confundir a Andalucía con el Sur.

Andalucía es una realidad que puede llenarse de edificios sórdidos, alcaldes corruptos y especuladores decididos a devorar cualquier resto de belleza. Antonio Machado, otro poeta andaluz que buscaba realidades y metáforas, ya nos avisó de que sólo el necio confunde valor y precio. A eso se ha dedicado con una disciplina sombría la Costa del Sol durante los últimos 40 años, a confundir el progreso con la especulación y los puestos de trabajo con las concejalías de Urbanismo. La corrupción costera ha llegado a tales extremos de notoriedad que las causas penales no suponen sólo un problema para los delincuentes sorprendidos con las manos en el ladrillo, sino también para la economía turística andaluza, que paga la factura de su mala fama. Dentro de los cambios estructurales que debemos asumir los poderes públicos y los ciudadanos, quizá no esté de más volver a tomarse en serio la metáfora del Sur. Una metáfora resulta a veces una buena infraestructura, y en Andalucía quedan, más allá de los escándalos urbanísticos, valores reales que considero imprescindibles en la metáfora política del Sur. Me lo han recordado los atardeceres y los aplausos de Punta Candor.

Aplaudir una puesta de sol implica comprender el valor ético de la lentitud. La caricatura social de los andaluces se cebó durante años en su propensión a la pereza. La ilusión paradisíaca de que, al juntarse demasiado, la esencia y la existencia emiten una invitación a la quietud, se transformó en chiste barato sobre la vagancia de unos jornaleros que, sin embargo, demostraban su capacidad de trabajo si emigraban a las ciudades del Norte. El chiste no sólo aludía a la situación histórica de una tierra limitada por la falta de iniciativas económicas, sino a una idea de la existencia marcada por el desarrollismo, la moral productiva, el vértigo triunfalista del dinero y las prisas. Y con tantas prisas en la existencia, no hay esencia que resista.

Vivir con prisa es una peligrosa costumbre, porque nos hace dogmáticos al mismo tiempo que nos impide ser dueños de nuestras opiniones. El dogmatismo es la prisa de las ideas, el acomodo a discursos establecidos por encima de nuestra conciencia, el sacrificio de la responsabilidad propia en el altar de una verdad nacionalista, religiosa, partidista o mediática. Quien vive con prisa dice lo primero que se le ocurre, lo que corre al lado de él. Así que anda de cabeza y piensa con los pies. Si tuviéramos tiempo de pensar dos veces lo que decimos y, sobre todo, lo que nos dicen, otro gallo cantaría en el mundo. Sin caer en la caricatura de la pereza, por supuesto, conviene reivindicar la lentitud del Sur como un ámbito de responsabilidad propia, el único ámbito que permite los paseos largos y las buenas decisiones. En el Sur no deben tener prisa ni los pensamientos, ni los coches, ni los desnudos. La sensualidad y la belleza requieren su tiempo.

La falta de prisas resulta imprescindible también para el cuidado de los otros. Cuidar, cuidarse, recibir cuidados, elegir con cuidado, son actos de una vida incompatible con la velocidad. La prisa no hace bien sus tareas, sale del paso por culpa de los acelerones de la ética productiva y del individualismo exacerbado. Quien no quiere deberle nada a los demás, como si los demás fuesen entidades financieras, no puede ser una buena persona. Hay que cuidarse de él. Es verdad que en Andalucía el cuidado del otro nos lleva a las barras de los bares, a los corros en la puerta de la calle, a lo que podemos escuchar en la mesa de al lado, a lo que se ve detrás de los pinos y las dunas. Pero del mismo modo que entre las prisas y la vagancia queda un punto intermedio llamado lentitud, entre la curiosidad desmedida y la soledad calvinista hay un valor importante para el Sur: el cuidado de los otros. Evitar la chismosería no debe confundirse con el aislamiento. Pedir tiempo para pensar en uno mismo, significa aprender a cuidar a los demás.

El buen humor es otro requisito imprescindible del Sur que puede encontrarse también en Andalucía. En este caso, la caricatura ha desquiciado el humor, presentándolo como gracia, salero o alegría costumbrista. Pero la irritación que provocan los chistosos profesionales no debe hacernos comulgar con obsesiones corrosivas, que no permiten ni una sonrisa. Hay territorios que, por su historia, facilitan la conversión de los conflictos en obsesiones, hasta el punto de que hacen perder la cabeza a los que llevan razón en las discusiones. No quisieron caer en la mentira, pero son injustos desde su verdad. En vez de cambiar de aires, los obsesionados cambian de condición, y siempre para peor. El quiebro a tiempo, como una salida ingeniosa o un golpe elegante de humor, ayuda a huir de los dogmas y de las identidades en favor de un pensamiento mesurado. Entre la solemnidad de los sermones y la gracia irritante, cabe una negociación discreta con la alegría.

La metáfora del Sur no es útil sólo en las habitaciones oscuras del invierno, conviene reivindicar la lentitud del Sur como un ámbito de responsabilidad propia. Al narcisismo del conflicto se le puede oponer la sabiduría de vivir la vida. Las metáforas ayudan a buscar un futuro más habitable, son una obra pública. Cuando Luis Cernuda llegó por primera vez a México, después de muchos años de exilio en potentes ciudades anglosajonas, escribió el libro Variaciones sobre tema mexicano, para dar testimonio de una experiencia en la que se mezclaban las sorpresas y el recuerdo. Le dedicó un poema al español, porque para un escritor es importante oír su idioma en la calle. Dedicó otro poema a la pobreza, vivida de niño en Andalucía y reencontrada en México. Se preguntó el poeta si alguna vez sería posible escapar de la miseria sin caer en la prepotencia del lujo. Quizá la respuesta dependa de las metáforas que busquemos. Conviene, en cualquier caso, saber aplaudir una puesta de sol. Luis García Montero (El País, 17/08/08)




Calle de Triana, Las Palmas de Gran Canaria


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Publicada el 18/8/2008
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[SONRÍA, POR FAVOR] Al menos hoy jueves, 8 de agosto




El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo escaso sentido del humor, así que aprecio la sonrisa ajena, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada, iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...

















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