sábado, 19 de marzo de 2016

[Reedición] ¿Quo vadis, Europa? Carta abierta al presidente del Parlamento europeo



Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo



"Reedición" es una nueva sección del blog dedicada a reproducir antiguas entradas que tuvieron cierto predicamento en su momento entre los lectores de Desde el trópico de Cáncer. Estas entradas se publican diariamente y conservan su título, fecha y numeración original. Disfrútenla de nuevo si lo desean.


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Las Palmas de Gran Canaria, 7 de enero de 2015

Sr. Martin Schulz
Presidente del Parlamento Europeo
ESTRASBUGO (Francia, U.E.)

Estimado Sr. Schulz:

Su compatriota el señor Joschka Fischer, exministro de asuntos exteriores y exvicecanciller de la República Federal Alemana entre 1998 y 2005, líder del partido Verde alemán durante más de veinte años, escribía el pasado día 2 de enero en varios diarios europeos, entre ellos El País, de  Madrid, un más que interesante artículo titulado "Un año decisivo para Europa", en el que, como resumen, venía a señalar que la batalla por la política de austeridad que lidera la canciller alemana Angela Merkel amenaza no solo a los Estados de la eurozona sino a todo el entramado de la propia Unión Europea, haciéndose la reflexión acerca de lo que puede pasar en las próximas elecciones griegas del día 25 y con las amenazas del primer ministro británico, David Cameron, de celebrar lo más pronto posible un referéndum en su país sobre la permanencia o salida del Reino Unido de la Unión Europea. No entro en más detalles porque estoy seguro de que usted ya conoce el artículo del señor Fischer.

Con toda sinceridad, tanto las amenazas de abandonar la Unión por parte del señor Cameron si no se accede a renegociar las condiciones de pertenencia a la Unión del Reino Unido, como las poco veladas amenazas de la señora Merkel a Grecia de una más que segura "salida" de la eurozona en virtud de quien gane las elecciones, no son de recibo. El señor Cameron y la señora Merkel pueden opinar en nombre propio y de sus respectivos gobiernos pero en ningún caso, entiendo yo, pueden hacerlo en nombre de sus conciudadanos y menos aun en nombre de los restantes ciudadanos y Estados de la Unión.

El próximo día 12 de enero hará justo diez años que en medio de la campaña sobre el Proyecto de Constitución Europea que se votaría en España unas semanas más tarde, tuve el honor de ser invitado a pronunciar una conferencia en la sede regional del sindicato Unión de Trabajadores de España (UGT) en Las Palmas de Gran Canaria, en las Islas Canarias, donde resido desde 1967. La titulé "El Proyecto de Constitución Europea" y la publiqué el 25 de noviembre de 2006 en mi blog Desde el trópico de Cáncer, y allí puede leerla si es que tiene interés en ello. 

¿Por qué es esta una Constitución para los ciudadanos europeos?, me preguntaba al inicio de la misma. Y añadía a continuación, esta es una Constitución para los ciudadanos europeos porque establece unos valores y principios propios y específicos de la Unión Europea, enunciando el establecimiento de la Unión como unión de los ciudadanos y los Estados de Europa y abriéndola a todos los Estados europeos que respeten esos valores y principios y los promuevan en común: dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho, derechos humanos, pluralismo, no-discrimnación, tolerancia, justicia, y solidaridad e igualdad entre sus hombres y mujeres. También la libre circulación de personas, mercancías, servicios y capitales, libertad de residencia y establecimiento y no-discrimanación en razón de la nacionalidad. Y todo ello para promover la paz, los valores y el bienestarb de sus pueblos, un desarrollo sostenible, el progreso científico y técnico, combatir la exclusión y discriminación y promover la justicia y la protección social, la igualdad de sexos, la solidaridad entre las generaciones, la protección de los derechos de los niños, la cohesión económica, social y territorial y la solidaridad entre los Estados miembros. Unas páginas más tarde, concluía la conferencia con una cita de un gran europeo, Víctor Hugo, pronunciada en 1848, que dice así: "Llegará un día en que todas las naciones del continente, sin perder su idiosincrasia o su gloriosa individualidad, se fundirán estrechamente en una unidad superior y constituirán la fraternidad europea. Llegará un día en que no habrá otros campos de batalla que los mercados abriéndose a las ideas. Llegará un día en que las balas y las bombas serán reemplazadas por los votos". 

Todos sabemos como acabó la aventura de crear una Constitución para Europa. Al parecer nadie lo lamenta; yo, sí. Lo lamenté entonces y sigo lamentándolo aun hoy: ¡qué gran oportunidad perdida! El 30 de agosto de 2013 vuelvo a escribir en Desde el trópico de Cáncer sobre Europa. Ahora, para traer a colación la idea sobre Europa de uno de los más grandes filósofos europeos de entreguerras: el español José Ortega y Gasset. Lo hago en una entrada titulada "Los Estados Unidos de Europa: el sueño de Ortega y Gasset". Traigo hasta allí las palabras que nuestro gran filósofo pronunció en la Universidad Libre de Berlín el 7 de septiembre de 1949, titulada "De Europa meditatio quaedam", que tuvo una repercusión extraordinaria entre el público universitario, según una información periodística: "El día en que don José Ortega y Gasset dio su conferencia las multitudes de público que no habían conseguido tarjeta de entrada, a pesar de haberse repartido varios miles -todas las mayores salas estaban provistas de altavoces-, asaltaron el edificio, rompieron la gran puerta, quebraron los ventanales, causaron víctimas y fue inevitable una seria intervención de la Policía. Los periódicos alemanes, durante varios días, han relatado estos incidentes y hecho sobre ellos comentarios bajo el título humorístico: La rebelión de las masas, aludiendo al libro de nuestro compatriota, que es hoy una de las obras más populares en Alemania".

Este conjunto de ideas, dice sobre la conferencia el también filósofo español José Luis Abellán en su libro "Historia crítica del pensamiento español", ya estaban plenamente elaborado en 1929, diez años antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. El contenido de la misma no difiere mucho, continúa diciendo el profesor Abellán, de las ideas centrales que ya había desarrollado Ortega en su libro "La rebelión de las masas". Su argumento base es la existencia de una "sociedad europea" secular, que ha tenido diversas formas de organización a lo largo del tiempo, pero que -las circunstancias históricas actuales- exigen se formalicen políticamente en un nuevo Estado nacional que comprenda a las distintas patrias tradicionales. Su idea nuclear es esta: "Dadas las condiciones de la vida actual, los pueblos de Europa solo pueden salvarse si trascienden esa vieja idea esclerosada poniéndose en camino hacia una supra-nación, hacia una integración europea".

Pero quizá, concluye su cita sobre Ortega el profesor Abellán, el mejor resumen de su pensamiento lo encontramos en este párrafo inédito hasta hace poco: "Es palmario que ningún Estado nacional europeo ha sido nunca totalmente soberano en relación con los demás. La soberanía nacional ha sido siempre relativa y limitada por la presión que sobre cada una de ellas ejercía el cuerpo íntegro de Europa. La total soberanía era una declaración utópica que encabezaba la redacción de la Constitución, pero, en la realidad, sobre cada Estado nacional gravitaba el conjunto de los demás pueblos europeos que ponían límites al libre comportamiento de cada uno de ellos amenazándole con guerras y represalias de toda índole, es decir, penas y castigos, según son constitutivos de todo derecho y de todo Estado. Había, pues, un poder público europeo y había un Estado europeo. Solo que este Estado no había tomado la figura precisa que los juristas llaman Estado, pero que los historiadores, más interesados en las realidades que en los formalismos jurídicos, no deben dudar en llamarlo así. Ese Estado europeo ha recibido en el pasado diversos nombres. En tiempo de Wilhelm von Humboldt se le llama "concierto europeo" y poco después hasta la Primera Guerra Mundial se le llamó "equilibrio europeo". Por tanto, los pudores que hoy algunos pueblos sienten o fingen sentir ante todo proyecto que limite su soberanía no están justificados y se originan en lo poco claras que están en las cabezas las ideas sobre la realidad histórica".

¿Queda algo de esa entusiasta e ilusionante idea de Europa en el quehacer diario de las instituciones de la Unión Europea de 2015? Yo personalmente, estimado señor Schulz, creo que poco o nada.

Presidente Schulz, me he tomado el atrevimiento de dirigirle esta carta abierta en la confianza que me depara el hecho de saberle un europeísta convencido y confeso, y como no, también por ostentar la presidencia del órgano que dentro de la Unión Europea, o lo que queda de ella, nos representa a nosotros exclusivamente, a los sufridos ciudadadanos de la Unión: nuestro parlamento, el parlamento de todos nosotros, el Parlamento Europeo.

El profesor mexicano Gustavo R. Velasco escribía en septiembre de 1943, en plena II Guerra Mundial, el prólogo de la edición del famoso tratado "El Federalista", de los ilustrados norteamericanos A. Hamilton, J. Madison y J. Jay, para el Fondo de Cultura Económica de México. Y relata en él que terminada la Guerra de Independencia mediante un tratado preliminar firmado a finales de 1782, sobrevino a los recien independizados estadounidenses el movimiento de desilusión-reacción que suele seguir a las épocas de gran tensión, una vez que desaparece el peligro del exterior que aplaca las diferencias internas. Y las trece colonias, que habían conducido la lucha contra Gran Bretaña en la forma más desunida que imaginarse pueda y atendiendo ante todo a sus intereses particulares, hasta marzo de 1781 no terminaron de ratificar el pacto que daba forma a los llamados "Artículos de Confederación", que llevaron a la Unión a una condición cercana a la anarquía. Las condiciones económicas eran precarias, dice el profesor Velasco, en una nación obligada a hacer reajustes profundos en la organización de su economía, agravada por la emisión de papel moneda y por la repudiación por parte de varios Estados de las deudas que habían contraído. La oposición de intereses entre diversos grupos de la población, principalmente entre las ciudades y el campo y entre deudores y acreedores, alcanzó a provocar motines y brotes armados. En una palabra, dice, a las altas esperanzas que se fincaban en la victoria y la consecución de la independencia habían sucedido sentimientos de confusión y desaliento, de tal grado, que los historiadores llamaron a esa época el "período crítico de la historia americana".

¿Será ese, señor Schulz, el momento crítico que su compatriota el señor Fischer denunciaba a la Unión Europea para este año 2015 en su artículo de hace unos días? Sea lo que fuere, continúa el profesor Velasco, se extendió entre los norteamericanos la convicción profunda de que era indispensable un cambio radical, y aunque a regañadientes, el Congreso convocó a una Convención que debería reunirse en Filadelfia en mayo de 1787 con el objeto único y expreso de revisar los Artículos de Confederación y de presentar dictamen a las  sobre las alteraciones y adiciones a los mismos que fueran necesarios a fin de adecuar la Constitución federal a las exigencias del Gobierno y el mantenimiento de la Unión.

Como es bien sabido, la Convención, que se reunió entre el 14 de mayo y el 17 de septiembre de ese año, resolvió como algo obvio que para alcanzar los fines que el Congreso le había asignado no bastaba con acometer una reforma de los Artículos de Confederación, así que sin perder tiempo en ello, y tras discusiones acaloradas que a punto estuvieron de provocar su disolución, se decidió por elaborar un nuevo proyecto constitucional que tras ser ratificado por el pueblo de los Estados de la Unión se convirtió en la actual Constitución de los Estados Unidos de América.

Termino, señor presidente, invitándole a hacer llegar esta petición al parlamento que preside: A "mi Parlamento"; al parlamento que representa al pueblo europeo en su conjunto. Y ello, con una doble finalidad: primera, animar al parlamento europeo como representación genuina de los ciudadanos de la Unión a que asuma el protagonismo que le corresponde de pleno derecho en el proceso de construcción de la nación europea y se pronuncie por la necesidad de proclamar ya la unión federal de los pueblos y Estados europeos y la creación de los Estados Unidos de Europa. Segunda, que con la misma determinación dé los pasos necesarios para elaborar, aprobar y someter a los pueblos y Estados de la Unión un proyecto de Constitución para los Estados Unidos de Europa.

Gracias, señor presidente, por su amable atención.

Carlos F. Asis Campos ("HArendt")
Historiador
Las Palmas de Gran Canaria
(Islas Canarias, España, UE)


P.S.: Consternado por el criminal atentado terrorista de esta mañana en París contra los periodistas del semanario francés Charlie Hebdo, quisiera manifestarle mi repulsa más absoluta a los autores e inductores de tan horrendo acto y mi respeto profundo a las víctimas del mismo, en la seguridad de que la violencia sectaria nunca prevalecerá en los pueblos de Europa sobre sus ansias de libertad, convivencia y progreso en paz.



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Con fecha 30 de marzo de 2015 recibo el siguiente correo electrónico de la Unidad de Solicitudes de Información del Parlamento europeo:


A(2014)415
CL/rf

Estimado Sr. Campos:

El Presidente del Parlamento Europeo (PE), Martin Schulz, ha recibido su mensaje electrónico en el que recoge un enlace a su carta abierta sobre la Unión Europea (UE).

Rogamos acepte nuestras disculpas por el retraso en la respuesta a su mensaje. El Presidente del PE recibe diariamente una cantidad elevada de solicitudes y no es posible responder a todas ellas en un plazo breve de tiempo.

El Presidente nos ha encargado responder a su correo.

Le indicamos que el Sr. Martin Schulz ha recordado en varias ocasiones el interés del Parlamento Europeo por recuperar la confianza de los ciudadanos en la Unión Europea.

En su discurso inaugural, tras su reelección como Presidente del PE, el Sr. Schulz ha insistido una vez más en este asunto, al asegurar que "solo ganaremos la confianza de los ciudadanos si los ciudadanos sienten que la Unión Europea está a su lado, que les protege y les fortalece. La base del Estado de Derecho, Señorías, es el respeto de la dignidad humana, de la dignidad de cada ser humano con independencia de su sexo, su origen, el color de su piel, sus creencias o su modo de vida".

El Presidente del PE también recordó los diferentes desafíos a los que se enfrenta actualmente la UE, como el desempleo juvenil, las desigualdades entre países y entre grupos sociales o las reformas en el sistema bancario y fiscal, entre otros numerosos temas. Usted puede consultar el texto íntegro de este discurso en la página web del Presidente del PE.

En su intervención de julio de 2014 ante el Consejo Europeo (reunión de los jefes de Estado o de Gobierno de cada país de la UE), el Sr. Schulz volvió a referirse a estos temas y destacó que: "en la presente legislatura nos enfrentaremos a desafíos muy importantes. El Parlamento Europeo quiere hacer frente a esos desafíos sobre la base del método comunitario y cooperando lealmente con la nueva Comisión y con ustedes".

En su discurso de diciembre ante el Consejo, en diciembre, el Presidente del PE destacó la importancia del plan de inversiones de la UE y aseguró que dicho plan es "una señal inequívoca de nuestro compromiso de situar a Europa en una nueva senda de crecimiento y empleo. Y es de la mayor importancia que ustedes también muestren su compromiso inequívoco con él". Puede consultar más información sobre este plan de inversiones la nota de prensa del PE a este respecto.

Esperamos que estas informaciones resulten de su interés.

Reciba un atento saludo,

Unidad de Solicitudes de Información de los Ciudadanos
www.europarl.europa.eu/askEP 









Entrada núm. 2208
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)
Publicada originariamente con fecha 7 de enero de 2015

viernes, 18 de marzo de 2016

[Celebrando a Miguel de Cervantes] Hoy, "El celoso extremeño"






El próximo 23 de abril se conmemora el 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes y de William Shakespeare. Como bien decía el editorial de El País del pasado 30 de enero, las comparaciones son odiosas, pero a veces pueden servir para valorar cómo distintos países gestionan desafíos parecidos. Tanto Miguel de Cervantes como William Shakespeare parece que murieron ese mismo día del año 1616, y tanto uno como otro son los mayores referentes de la lengua española y de la inglesa, respectivamente.  

A principios de año el primer ministro de Reino Unido, David Cameron, lanzaba al mundo un rotundo mensaje, que Shakespeare sigue vivo, y poco a poco se ha empezado a concretar la ofensiva internacional de propuestas con las que se pretende proyectar la obra del clásico en 141 países. En cuanto a Miguel de Cervantes, solo existe la vaga afirmación de que están en marcha 131 proyectos —académicos, culturales, turísticos, educativos—. No tiene sentido -sigue diciendo el editorial citado- medir la envergadura de los clásicos por la magnitud de los fastos que se programan para celebrar sus centenarios. Lo que importa es que sean leídos y representados y que su obra siga hablando en el presente. En ese sentido, El Quijote ha contado con prestigiosos valedores que lo llevan mimando desde que en 2005 se celebrara el cuarto centenario de la aparición de su primera parte. El año pasado, que recordaba el aniversario de la publicación de la segunda, hubo excelentes iniciativas que ayudaron a confirmar su grandeza. Pero fueron hechos puntuales, fruto muchas veces de la sociedad, a falta de un verdadero plan riguroso y bien articulado que cumpla con las expectativas que deben exigirse a cualquier Gobierno respecto al patrimonio cultural del que es responsable: convertirlo en pieza esencial de la educación de los menores, cuidarlo para que siga manteniéndose vivo y saber proyectarlo para sacar provecho de todo su potencial (también económico). 

De las tareas de la Comisión responsable del cuarto centenario de Cervantes poco se sabe. Y lo que se conoce hasta ahora no es como para tirar voladores (expresión del español de Canarias que no necesita traducción) y parece confirmar que no hay ningún plan claro.

"Desde el trópico de Cáncer" se suma con humildad y pasión contenida a la efeméride que conmemora el 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes. Y para celebrarlo, asume el compromiso de ir subiendo al blog a lo largo de este, su año magno, la totalidad de su obra para disfrute de todos los lectores y amantes de la lengua española, lengua a la que él elevó a la máxima expresión literaria.

Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 29 de septiembre de 1547-Madrid, 22 de abril de 1616) fue un soldado, novelista, poeta y dramaturgo español, conocido con el sobrenombre de "Príncipe de los Ingenios". Está considerado como la máxima figura de la literatura española y es universalmente conocido por haber escrito Don Quijote de la Mancha, que muchos críticos han descrito como la primera novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal, además de ser el libro más editado y traducido de la historia, solo superado por la Biblia.

Continúo esta nueva sección del blog dedicada a la conmemoración del 400 aniversario de su muerte con la publicación de su novela El celoso extremeño, en la edición de Florencio Sevilla Arroyo que puede leerse en la página electrónica de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, de la Universidad de Alicante, España.

Considerada por la crítica como una de las Novelas ejemplares más logradas, El celoso extremeño es una historia de marido celoso hasta el punto de encerrar a Leonora, una muchacha con la que se casó, en su propia casa dejándole salir solamente de madrugada para asistir a misa. Como de costumbre Cervantes satiriza las costumbres de su época haciendo uso de sus principales personajes. Satiriza al matrimonio desigual y a los lujuriosos que solamente quieren hacer algo malo porque es malo hacerlo, y se proponen metas absurdas.



Miguel de Cervantes

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Disfruten de ella. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt




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[Reedición] Gran Canaria en la Historia. Dos fechas para el recuerdo



Placa de homenaje a la princesa grancanaria Abenohara
(Alcázar de Córdoba)



"Reedición" es una nueva sección del blog dedicada a reproducir antiguas entradas que tuvieron cierto predicamento en su momento entre los lectores de Desde el trópico de Cáncer. Estas entradas se publican diariamente y conservan su título, fecha y numeración original. Disfrútenla de nuevo si lo desean. 

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En diciembre de 1969 me faltaban apenas unas semanas para terminar mi servicio militar en el Batallón de Infantería del Ministerio del Ejército, hoy Cuartel General del Ejército de Tierra, un batallón integrado en el histórico Regimiento "Inmemorial del Rey, Núm. 1", el regimiento de infantería más antiguo del mundo,que tenía, y tiene, su sede en la madrileña plaza de Cibeles. Mi mujer y mi hija mayor, de trece meses, se habían quedado en nuestra casa de Las Palmas.

Con motivo de las fiestas de la Inmaculada, la patrona de la infantería española, el batallón convocó un concurso de relatos literarios entre sus miembros. El 8 de diciembre, día de la Inmaculada, me dieron un diploma en el que me declaraban ganador del tercer premio por un relato titulado: "29 de abril de 1483: Gran Canaria entra en la Historia". No guardo copia del relato, aunque sí el diploma. Y nunca, hasta mucho después de tal fecha, me había parado a reflexionar si la concesión del premio pudo estar influenciada por el hecho, aparte de la mucha o poca valía literaria del texto, de que el teniente-coronel jefe del batallón era un laureado militar grancanario llamado Antonio Alemán Ramírez, que llegaría más tarde a teniente general del ejército. Me gustaría suponer que no.
   
Sobre mi pasión filial por la isla de Gran Canaria, la tierra en la que vivo desde 1967, y la fecha del 29 de abril de 1483 de la que hoy se cumplen 532 años, en que culmina la conquista y pacificación de Gran Canaria por los Reyes Católicos y queda incorporada la isla a la corona de Castilla, ya he escrito en otras muchas ocasiones. No voy a extenderme nada más que lo justo y necesario para saldar algunas cuentas pendientes con algunos buenos amigos, y también, porque no, conmigo mismo. 

Por estas mismas fechas del pasado año estuve en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria, la más antigua y señera de las sociedades civiles canarias, fundada en febrero de 1776 a instancia del obispo Cervera y bajo la protección del rey Carlos III, que tiene su sede en el histórico barrio de Vegueta, a unos pocos metros del lugar exacto donde el 24 de junio de 1478 se fundó el Real de Las Palmas, la actual ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.

La razón de mi presencia no era otra que la de asistir al acto de presentación de la edición electrónica del libro "Crónicas de la conquista de Canarias", realizada por el historiador Carlos Álvarez con el patrocinio de la propia entidad. Lamentablemente el acto resultó un tanto deslucido por el escaso público asistente pues coincidía con la retransmisión de un partido de fútbol de la "Champions", pero así son las cosas de la cultura y tampoco merece la pena lamentarse. Lo disfrutamos los que estábamos allí y basta. 

¿Saben ustedes cuánto tiempo duró la conquista de Granada? ¿Y la del imperio azteca en México? ¿O la del inca en el Perú? Todas ellas se realizaron en un lapso de cincuenta años, entre 1482 y 1533. La guerra de Granada duró diez años, las de México y el Perú, dos años cada una. La conquista de la isla de Gran Canaria, el ensayo general con banda, música y vestuario de lo que sería la de América, les llevó a los reyes de Castilla, doña Isabel y don Fernando, cinco años de guerra sangrienta. ¡Cinco años para derrotar a una población indígena de apenas unas decenas de miles de personas que vivían en el neolítico en un territorio de 1500 kilómetros cuadrados! Los castellanos quedaron tan impresionados por el valor y nobleza de sus adversarios que dieron a la isla el apelativo de la "Gran Canaria" con el que pasaría a la historia. Una historia, la de su conquista, que se mueve entre dos fechas, la del 24 de junio de 1478 y la del 29 de abril de 1483. Hoy se cumplen 532 años de esta última. Y aunque casi todos los años por esas mismas fechas de abril y junio suelo escribir algo sobre dichas efemérides, y a ellas me remito, hoy voy a limitarme a transcribir lo que al respecto dice de aquellas jornadas el gran historiador canario Joseph de Viera y Clavijo (1731-1813), preclaro discìpulo de la Ilustración en las islas, en su magna obra "Noticias de la Historia de Canarias" (Cupsa, Madrid, 1978. Edición de Alejandro Cioranescu).


Dice Viera y Clavijo en la obra citada: "Restituidos nuestros conquistadores al Real de Las Palmas, -sobre la jornada del 29 de abril de 1483- dejando atalayas y espías que avisasen de cualquier movimiento, no apartaron el pensamiento de los preparativos para la campaña próxima. El deseo de concluir aquella grande obra de la entera reducción de Canaria devoraba sin cesar a Pedro de Vera, y no se pasó mucho tiempo sin que hiciese una revista e inspección general de todas sus fuerzas, tanto de Europa como de islas. Halló que tenía más de 1000 hombres de armas; proveyose de las municiones, víveres y forrajes precisos y salió el 8 de abril de 1483 en alcance del enemigo, con resoiución de morir con sus tropas, antes que volver al Real de Las Palmas, sin haber sometido todo el país. Nuestro general estaba ya muy práctico en ese género de guerra, por decirlo así, de sofistería o cavilación que se hace en terrenos quebrados y montuosos.

Habían avisado los espías que el grueso de la nación canaria, compuesto por más de 600 hombres de pelea y 1500 mujeres con sus hijos, estaba refugiado a la sazón en el fuerte de Ansite, entre Gárdal y Tirajana, bajo la obediencia y apoyo del guanarteme Bentejuí y del faycan de Telde. Así, Pedro de Vera, acompañado del Obispo don Juan de Frías (que pocos días antes había llegado de Lanzarote a ser testigo de esta empresa), marchó derecho a ellos y fijo su campo a las faldas de aquel monte escarpado.

Pero entre tanto, como don Fernando Guanarteme [Nota del autor del blog: Tenesor Semidán, guanarteme (rey) de Gáldar, aliado de los castellanos. Su esposa, la guayarmina (princesa) Abenohara, estaba retenida en el alcázar de Córdoba, junto a los Reyes Católicos, como rehén.] conocía las intenciones sanguinarias del general y se condolía de la suerte que amenazaba a sus paisanos, pidió licencia para pasar a hablarles y, habiéndose acercado a ellos, no hizo otra cosa que mostrarles un semblante abatido y ahilado de muerte, en que se echaba de ver la angustia y el dolor. Los canarios por su parte levantaron también hasta el cielo la vocinglería y los sollozos, a cuyo espectáculo, esforzándose don Fernando a romper el silencio, les dijo anegado en lágrimas: "Hijos de mi corazón: yo os suplico tengáis piedad de vosotros. ¿Qué pensaréis adelantar con la terquedad? ¿Es posible que todavía tenéis arrojo para ser enemigos de los españoles? ¿Sacaréis alguna ventaja de que la nación y el nombre canario se acabe? ¿Qué más tendréis con que os gobierne ese joven que habéis aclamado como guanarteme, que obedeciendo al rey más poderoso del mundo? Abrid los ojos. Vosotros seréis bien tratados, libres, dueños de vuestros ganados, aguas y tierras de labranza, protegidos contra las demás potencias del mundo, ennoblecidos, doctrinados en las artes y ciencias, civilizados y cristianos, que valer más que todo."

No pudiendo resistirse a este tierno razonamiento la muchedumbre atribulada, retumbó al punto por los valles circunvecinos la algazara con que los bárbaros pedían rendirse a Pedro de Vera, aquel hombre tan terrible para la nación. Todos arrojaron al aire sus magados, dardos y tabonas e, hincados de rodillas, llamaron a don Fernando Guanarteme para ponerse entre sus manos. Pero así que observaron Bentejuí y el faycán de Telde [Nota del autor del blog: Sumo sacerdote de Telde, el otro guanartemato (reino indígena) de la isla de Gran Canaria, que ocupaba el este y sur de la isla, mientras que el de Gáldar, dominaba el norte, centro y oeste de la misma] tan extraordinaria revolución, se abrazaron fuertemente el uno al otro y se precipitaron desde la eminencia de Ansite, repitiendo la regular exclamación: ¡Atis Tirma! [Nota del autor del blog:Tirma era el nombre que los indígenas daban a la montaña sagrada  de su isla, Gran Canaria]. Se asegura que Bentejuí estaba para desposarse un día de aquellos con la joven guayarmina [Nota del autor del blog: Margarita Semidán], hija de don Fernando (y heredera de los estados de Gáldar).

Luego que se fue serenando la conmoción, volvió este príncipe a nuestro campo, seguido de los suyos, y, trayendo del brazo a su hija Guayarmina y a su sobrina Masequera, las presentó al general dirigiéndole estas memorables palabras: "Unos isleños que nacieron independientes entregan su tierra a los señores Reyes Católicos y ponen sus personas y bienes bajo su poderosa protección, esperando vivir libres y protegidos." Pedro de Vera, el obispo, los oficiales, en fin, todo el ejército no creían lo mismo que miraban, pues es evidente que, a no haber sobrevenido en los ánimos aquella mutación prodigiosa, no se hallaban todavía los negocios en tan buen estado, y parecía preciso derramar mucha sangre antes de conseguir la última victoria.

En efecto, los canarios fueron recibidos con las más distinguidas demostraciones de placer; y, habiéndose abrazado recíprocamente ambas naciones, entonó el obispo el Te Deum, que prosiguió toda la tropa. Aconteció este suceso tan deseado como glorioso para nuestras armas, el 29 de abril de 1483, día de San Pedro de Verona por cuya circunstancia y la de llamarse Pedro el general se puso a toda la isla de la Gran Canaria bajo el patrocinio de aquel mártir.

Del campo de Ansite, tan feliz para Pedro de Vera, se volvió nuestro ejército, seguido de muchos canarios, al Real de Las Palmas, donde se ejecutó la entrada con todas las aclamaciones y las libertades de un triunfo. Y mientras los españoles se ocupaban en no sé qué vana admiración de sí mismos, subió Alonso Jáimez a la explanada del torreón y, tremolando el real estandarte que llevaba, dijo tres veces: "La Gran Canaria por los muy altos y poderosos Reyes Católicos, don Fernando y doña Isabel, nuestros señores, rey y reina de Castilla y de Aragón." Al día siguiente se celebró en la iglesia de Santa Ana una fiesta  de acción de gracias, en que dijo la misa el reverendo obispo, concluyéndola con una exhortación que pareció muy elocuente a los cristianos, y de la cual sólo entendieron los nuevamente conquistados y convertidos que ellos eran el asunto".

Unas páginas antes, Viera y Clavijo  nos ha contado lo ocurrido casi cinco años atrás, en la jornada del 24 de junio de 1478, en la que las tropas castellanas al mando del capitán Juan Rejón, que habían desembarcado en el puerto natural de Las Isletas, en el extremo nordeste de la isla, llegan hasta la desembocadura del Guiniguada y establecen allí un fuerte al que dan el nombre del Real de Las Palmas. 

Este es su relato: "Libradas las referidas órdenes, se hicieron a la vela desde el Puerto de Santa María, a 28 de mayo de 1478, tres navíos bien pertrechados de municiones de guerra y boca, y surgieron en el de las Isletas de Canaria, a 24 de junio por la mañana. Aunque esta navegación fue de un mes, asegura Abreu Galindo que se hizo con próspero viento. Y habiendo desembarcado la tropa en aquel arenal, sin que hubiese quien la inquietase, fue la primera obra en la que se ocupó la de cortar algunos ramos de palma, con los cuales se formó una gran tienda, a cuya sombra erigieron un altar. Como era día de San Juan Bautista, celebró la misa el dean Bermúdez; y todos los soldados la oyeron devotamente, pidiendo a Dios con las armas en la mano les favoreciese en el exterminio de aquella pobre nación que iban a invadir. Después hizo marchar su gente el general Rejón hacia el territorio de Gando, con la mira de reedificar la torre que habían construido los Herrera y fortificarse en sus contornos; más habiendo llegado al barranco o rio de Guiniguada, donde está la ciudad de Las Palmas, se presentó repentinamente al ejército una mujer anciana, vestida al uso del país, la que en buen castellano dijo a los nuestros que adónde iban; que el territorio de Gando quedaba todavía lejos y el camino era fragoso; que hallándose con avisos del desembarco, el guanarteme de Telde andaba acaudillando sus súbditos, y que aquel sitio de Guiniguada era un lugar más fuerte, inmediato al mar, bien provisto de agua y de leña, cubierto de palmas, álamos, dragos e higuerales y el más propio para trazar un campo, desde donde se podría recorrer toda la isla.

Como estas advertencias eran tales, que el general español no debía haber esperado a que una mujer canaria se las hiciese, al instante la tomaron por guía y fijaron el campo en el paraje que ella les señalaba. Pero apenas habían hecho alto las tropas y empezaban a levantar sus tiendas, se desapareció la canaria incognita con admiración universal, Juan Rejón, que sin ser escrupuloso era devoto de Santa Ana, se persuadió o quiso persuadir a los otros que la madre de María Santísima, bajo la figura de aquella buena mujer, había descendido del cielo a dirigirle en el primer paso de su campaña; por tanto, dio orden para que se edificase allí una iglesia con la advocación de Santa Ana, cuyo patronato se ha conservado siempre.

La noticia de esta piadosa creencia (que también pudo ser estratagema política de Rejón para animar sus tropas) es de fray Juan Abreu Galindo; pero los demás escritores o la omiten o la reducen a circunstancias más regulares. Estos sólo dicen que habiendo sorprendido las espías españolas a cierto isleño anciano que pescaba en la ribera del mar, les dio aquel saludable consejo, sin añadir que el anciano se desapareciese ni que le tuviesen por ningún santo los cristianos que le cogieron.

Como quiera que fuese, no hay duda que se formó el campo español en las márgenes del Guniguada; a una legua corta del puerto; que lo fortificaron con una gran muralla de piedra y troncos de palma; que se construyó un torreón y un largo almacén para las provisiones; que se intituló, desde luego, el "Real de Las Palmas", a causa de la gran copia que había de ellas, todas frondosas y eminentes, y que se edificó la pequeña iglesia de Santa Ana, ermita ahora de San Antonio Abad". Hasta aquí el relato de Viera y Clavijo sobre las dos fechas más significativas de la historia de Gran Canaria.

Durante muchos años, siglos incluso, la fecha del 29 de abril fue la del día grande de la isla de Gran Canaria: su Fiesta Mayor. La del 24 de junio, día de San Juan Bautista, sigue siendo, por fortuna, la Fiesta Mayor de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, la capital de la isla. La otra, la que hoy rememoro, dejó de celebrarse cuando el nacionalismo identitario y excluyente alcanzó las cotas de poder suficiente como para hacer renegar a algunos políticos grancanarios incultos y obtusos, tanto de su origen como de su pasado y de su historia.

Por supuesto que esta, la historia de la conquista de Gran Canaria y del resto de las islas del arhipiélago no fue la edulcorada aventura que las crónicas nos han contado, al menos no en su versión para niños, si es que aun se sigue enseñando en las escuelas. Fue brutal como todas las conquistas de la época. Y como es lógico para las costumbres de la época, la guayarmina grancanaria, Abenohara, no estaba en Córdoba durante los hechos citados como invitada de los Reyes Católicos, sino como su rehén. Formalmente, la conquista de la isla culmina con un pacto regio entre el Guanarteme y la Corona castellana. Que luego la historia posterior fuera por otros derroteros en nada desmerece la trascendencia de la gesta.

La sociedad indígena que los europeos encontraron en las islas tampoco era la idílica estampa roussoniana del "buen salvaje" que las crónicas de la época transmitieron, sobre todo con el propósito de enaltecer a los conquistadores y dejar constancia del valor y nobleza de aquellos a los que habían sometido. Eran pueblos primitivos que vivían en el neolítico, mayoritariamente en cuevas excavadas en las laderas de las montañas y que desconocían la escritura y el arte de la navegación. Pero su heroica resistencia asombró a los escribanos de la conquista y así lo dejaron reflejado en sus crónicas.

Yo soy y me siento tan grancanario, como canario, español y europeo. Ni puedo ni quiero renegar de ninguno de mis múltilpes orígenes, porque soy heredero de todos ellos: de las harimagüadas, guerreros, pastores, guayarminas y guanartemes indígenas, tanto como de los soldados, caballeros, menestrales, agricultores, sacerdotes, religiosas, comerciantes y aventureros que llegaron a las islas de allende  los mares y que conformaron, todos ellos, el nuevo pueblo canario. No quiero ser políticamente correcto. Me importan un bledo los nacionalismos, y menos de un bledo los nacionalismos identitarios. Yo creo en un patriotismo constitucional basado en una sociedad de hombres libres que quieren vivir en común. Y eso es lo que quiero y anhelo para los pueblos canario, español y europeo.

Ahora más que nunca creo que somos un gran pueblo, canarios y españoles, que no nos merecemos la clase política gobernante que padecemos; que sí, de acuerdo, que están ahí porque les hemos votado nosotros, canarios y españoles, no neozelandeses ni marcianos, pero que también se mantiene en sus poltronas, pegados como con poxipol, gracia a un sistema electoral hecho a la medida de sus mediocres intereses de partido, cuando no meramente personales, en los que los generales de sus conciudadanos no cuentan para nada. Por mi parte no va a quedar el moverles la silla en lo que pueda y sepa hasta que se les despegue.

Feliz día a todos los grancanarios. A pesar del gobierno. A pesar del mundo. A pesar de todo. Yo, mientras viva, seguiré celebrando que tal día como hoy de hace no-se-cuantos-años la isla de Gran Canaria entró, por la puerta grande, en la Historia Universal.

Les invito a disfrutar de esta hermosísima versión del himno oficial de Gran Canaria, "Sombra del Nublo", cantada al alimón por Los Sabandeños y el universal tenor grancanario Alfredo Kraus en 1993. Espero que la disfruten. 

Ahora, sean felices, por favor. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt


"Lady Harimaguada", de Martín Chirino (Las Palmas de GC)



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Publicada originariamente con fecha 29 de abril de 2015

jueves, 17 de marzo de 2016

[Poesía y humor] Hoy, "¿Por fuerza quieres, Lice, ser hermosa?", de Lupercio Leonardo de Argensola



Lupercio Leonardo de Argensola



Es muy posible que a algún purista le parezca una blasfemia lo que pretendo hacer durante unas semanas: unir en la misma entrada algunos de los más bellos sonetos de amor y a mis viñetistas cotidianos preferidos. Bien, pues lo siento por los puristas, pero un servidor piensa que hay pocas cosas en la vida más serias que el amor y el humor, así pues, ¿por qué no juntarlos?  Todo ello sin mayores pretensiones, aun reconociendo que meter en el mismo envoltorio un soneto de amor y unas viñetas humorísticas, por muy preñadas que estén de crítica social y realidad cotidiana, puede no resultar una fórmula afortunada. En cualquier caso, espero que sean de su agrado. 

El soneto es una composición poética compuesta por catorce versos de arte mayor, endecasílabos en su forma clásica, que se organizan en cuatro estrofas: dos cuartetos y dos tercetos. En el primer cuarteto suele presentarse el tema de la composición, tema que el segundo cuarteto amplifica. El primer terceto reflexiona sobre la idea central expresada en los cuartetos. El terceto final, el más emotivo, remata con una reflexión grave o con un sentimiento profundo desatado por los versos anteriores. De Sicilia, el soneto pasó a la Italia central, donde fue también cultivado por los poetas del "dolce stil nuovo" (siglo XIII). A través de la influencia de Petrarca, el soneto se extiende al resto de literaturas europeas.

Continúo hoy la serie de sonetos de amor con el titulado ¿Por fuerza quieres, Lice, ser hermosa?, de Lupercio Leonardo de Argensola.


¿POR FUERZA QUIERES, LICE, SER HERMOSA?

¿Por fuerza quieres, Lice, ser hermosa?
O no tienes espejo o estás loca.
¿No consideras esa negra boca
a todo el mundo por su olor odiosa;

esa frente pintada y espaciosa
por falta de cabellos -que no es poca-
ni tu cuidado en componer la toca
sobre la calva estéril y engañosa?

Fortuna es ciega en cuanto distribuye,
ni mira a quién desnuda o a quién viste,
aunque contigo en dar tuvo descuento.

Edad larga te dio, que a muchos huye;
más negó lo demás, y así saliste
con mala cara y corto entendimiento.

Lupercio Leonardo de Argensola


Lupercio Leonardo de Argensola (1559-1613) fue un poeta, historiador y dramaturgo español. Destaca por su obra poética y por ser uno de los iniciadores del teatro clásico español, adscribiéndose a la escuela renacentista de fines del siglo XVI. Amante de los clásicos, como su hermano Bartolomé, admiró sobre todo a los poetas Horacio y Marcial. Su lírica se caracteriza por su raigambre clasicista y un carácter moralizante. Escribió sonetos, tercetos, canciones, epístolas y sátiras. Sus obras poéticas (cuyos manuscritos —según cuenta su hermano— quemó el propio Leonardo) fueron recogidas por su hijo y publicadas en 1634 junto con las de Bartolomé con el título de Rimas de Lupercio y del doctor Bartolomé Leonardo de ArgensolaCompuso también las tragedias Filis (que no se ha conservado), Alejandra e Isabela, que fueron elogiadas por Cervantes en el Quijote. Consideraba inmorales las comedias de la época. Para él la poesía debía ser vehículo de la Filosofía Moral. Como cronista escribió una Información de los sucesos de Aragón en 1590 y 1591, documento histórico basado en los disturbios ocurridos con motivo de haberse refugiado Antonio Pérez en Aragón.

***


Las viñetas que acompañan la entrada de hoy son todas del dibujante canario Morgan y han sido publicadas recientemente en el diario Canarias7 de Las Palmas.


VIÑETAS DE MORGAN




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Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





HArendt



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[Reedición] Sobre la violencia



"Guernica", de Pablo Picasso


"Reedición" es una nueva sección del blog dedicada a reproducir antiguas entradas que tuvieron cierto predicamento en su momento entre los lectores de Desde el trópico de Cáncer. Estas entradas se publican diariamente y conservan su título, fecha y numeración original. Disfrútenla de nuevo si lo desean.


*** 

"Una muerte violenta es siempre una tragedia personal; mil muertes violentas constituyen un drama social y humano; cien mil muertes violentas son únicamente un dato estadístico". La frase anterior, seguramente apócrifa, se le atribuye a Stalin, y dentro de su cínica apariencia guarda una gran verdad: que sola la muerte de los que nos son o resultan próximos nos conmociona. No creo necesario argumentar más al respecto pues pruebas más que suficientes hemos tenido en estos últimos meses: no percibimos de igual manera los atentados islamistas de París o el avión estrellado en los Alpes que las atrocidades del mal llamado Estado Islámico en Oriente Medio, las de Boko Haram en el África Ecuatorial o los miles de inmigrantes ahogados en el Mediterráneo intentando llegar a Europa.  

Me cuesta recomenzar después de casi tres meses de silencio. Silencio motivado en gran parte al reconocer como algo personal que ese exceso de violencia constituye un eficaz antídoto contra el optimismo desbordado de aquellos que piensan, entre los que me cuento, que estamos y vivimos en el mejor de los mundos; quizá no en el mejor de los mundos deseables, pero sí en el mejor de los mundos posibles. Es todo un atrevimiento por mi parte reanudar el blog con un tema como el de la violencia, pero es una deuda que tengo conmigo mismo y deseo saldarla cuanto antes para recuperar el deseo de escribir, tan apagado en estos momentos.

Hay lecturas que apasionan y otras que impresionan. En mis 69 años de vida me ha dado para muchas lecturas. Entre las más recientes, y que me han provocado más profunda impresión, está la del psicólogo canadiense Steven Pinker titulada "Los ángeles que llevamos dentro. El declive de la violencia y sus implicaciones" (Paidós, Barcelona, 2014)La tesis central del libro de Pinker, expuesta a lo largo de más de mil páginas -los relatos sin estadísticas están ciegos, pero las estadísticas sin relatos, vacías, dice en él- es la de que, queramos reconocerlo o no, vivimos en el mejor de los mundos posibles si nos atenemos a lo que ha sido y constituido la historia de la violencia a lo largo del proceso civilizador de la humanidad.

Hay una frase en el libro de Pinker (pág. 130) que a mi juicio podría ayudar a entender, que no explicar, el estallido de violencia que estamos viviendo, y lo hace citando a un experto jurista, Donald Black. Este último, en un influyente artículo titulado "El crimen como control social", sostiene que casi todos los actos que denominamos como criminales, desde el punto de vista del perpetrador, tienen su origen en un exceso de moralidad y pretensión de justicia, al menos tal y como éstas son concebidas en las mentes de los autores de los crímenes. "Fiat iustitia et ruat caelum": Hágase justicia aunque se hunda el mundo, que dice el aforismo latino. Que eso la pueda justificar es, desde luego, cosa distinta. 

También el escritor y académico Luis Goytisolo, dedicó un importante artículo hace unas semanas  en El País a este mismo asunto de la violencia titulado "El auge de la crueldad"Casi podría decirse -comenta al comienzo del mismo- que la crueldad está ya en el principio. Es decir: como por encima de los orígenes de la humanidad, en ese tiempo anterior al que se refieren la mayor parte de las creencias religiosas: dioses que devoran a sus hijos, o que destruyen ciudades por la conducta lasciva de sus habitantes, o que castigan a toda la especie humana porque alguien se comió una manzana. De ahí que la imagen que tenemos de las antiguas civilizaciones esté indefectiblemente teñida asimismo de crueldad: sus guerras, sus conquistas, la propia vida cotidiana. Una imagen siempre vinculada, a modo de inevitable contrapartida, a la expansión y el esplendor de absolutamente todos los imperios.

Su brusca reaparición -continúa Goytisolo- tras varias décadas de buenismo que la daba poco menos que por extinguida, no supone de hecho una novedad ni a nivel individual ni colectivo, trátese de la ejecución de prisioneros, rehenes o como se quiera llamarles, o del típico crimen pasional fruto de los celos o el despecho. Lo que sí ha cambiado, lo único que ha cambiado, es su percepción por parte de la sociedad. Y es que desde los asesinatos cometidos por miembros del Califato o por las milicias enfrentadas del ámbito islámico hasta la reconstrucción del asesinato de una mujer a manos de alguien que por lo general tenía ya antecedentes, la televisión y demás pantallas grandes y pequeñas hoy nos informan de los hechos al momento. Esto es lo realmente nuevo: estés donde estés y al momento, dice nuestro autor.

A la vista de lo todo lo anterior, ¿cabe hablar de un progreso moral de la humanidad en lo que atañe a la violencia en la propia historia del proceso de civilización humano? ¿O, cómo se pregunta el filósofo Javier Gomá (pág. 58) en su libro "Ejemplaridad pública" (Taurus, Madrid, 2009), somos mejores nosotros que nuestros mayores? ¿Supone cada generación un avance moral respecto a la anterior? ¿Es la edad contemporánea más virtuosa que la moderna, y esta que la medieval o la antigua? ¿Progresa en suma la humanidad como tal? Gomá responde a lo largo de su libro diciendo que sí, que hemos progresado en cuanto a libertades y derechos individuales,  y que no, o quizá no tanto, en cuanto a progreso moral. Algunos otros, no muchos, entienden que sí, que hemos progresado en todos los órdenes. Yo entre ellos. 

Juan Antonio Rivera, catedrático de Filosofía, ha reseñado en un reciente artículo en Revista de Libros: "Una epopeya del progreso moral", el libro del profesor Pinker. Todos hemos oído o leído alguna vez -dice en él- que nuestros antepasados estaban sumidos en el atraso tecnológico y morían devastados por enfermedades que la medicina moderna es capaz de curar o prevenir con facilidad, pero que, a cambio de esto, estaban bendecidos por la paz social, nacían y morían en comunidades pequeñas y concordes, alejados de atracos, atentados terroristas, genocidios, guerras mundiales, amenazas nucleares y otras muchas formas de violencia que acosan a los integrantes de las sociedades modernas y «civilizadas»"

Por el contrario, el estudio de Pinker demuestra que en ese mundo antiguo no sólo la esperanza de vida era más corta y no había trenes de alta velocidad, ni Internet, ni aire acondicionado, ni donuts, sino que, para colmo de males, la probabilidad de perecer de muerte violenta era considerablemente más alta (entre cuatro y diez veces más alta) que en nuestros días, sobre todo en las sociedades sin Estado, esas supuestas anarquías felices.

No es sólo que hubiera más violencia en tiempos pasados, sino que la gente era más insensible al valor de la vida humana, con el detalle turbador de que todas estas muestras de crueldad no se llevaban a cabo en los sótanos policiales de Estados despóticos, sino a la vista del público, para regocijo y edificación de las masas, que a menudo participaban con entusiasmo en estos aquelarres de violencia. Y no sólo es que hubiera más violencia en tiempos pasados, sino que la gente era más insensible al valor de la vida humana.

¿Cómo puede hablarse de progreso moral si aproximadamente 179 millones de personas murieron en el siglo XX a manos de sus gobiernos, y 55 millones de ellos solo en la Segunda Guerra Mundial? ¿No confirma todo esto que el siglo XX ha sido el peor de todos en cuanto a exhibición de crueldad se refiere?

La respuesta de Pinker, dice el profesor Rivera, es que eso es cierto en términos absolutos, si nos limitamos a contar muertos, pero que ese es cálculo sesgado, pues estamos ignorando la población mundial en cada momento. La Segunda Guerra Mundial ha sido el suceso más destructivo de todos en términos absolutos, pero en ese período había dos mil quinientos millones de personas en el planeta, 4,5 veces más que hacia el año 1600. Esto significa que los desastres acaecidos en el siglo XVII, como la Guerra de los Treinta Años (siete millones de víctimas entre 1618 y 1648), hay que multiplicarlos por 4,5 para alcanzar una perspectiva correcta acerca del peso proporcional de cada una de las dos masacres. Matthew White es un experto que mantiene una activa base de datos sobre las peores cosas que nos hemos hecho los hombres unos a otros, recalibrando los datos sobre bajas humanas según el número de personas que habitaban la Tierra en el momento en que se produjo la masacre, y tomando como referencia la población mundial a mediados del siglo XX. Corregida de este modo (con el dato de la población mundial como telón de fondo), la lista de las veintiuna peores atrocidades está encabezada por una recóndita guerra civil habida durante la dinastía china Tang, en el siglo VIII, y que se estima causó unos treinta y seis millones de muertos, una sexta parte de cuantos pisaban el planeta por entonces. Después de tener en cuenta el porcentaje de víctimas de un conflicto en relación con la población global, la Segunda Guerra Mundial pasa del primero al noveno puesto en esta lista negra (que puede consultarse en la p. 270). Por lo tanto, la primera dificultad que tenemos para apreciar el declive de la violencia es nuestra propensión a considerarla en términos absolutos (número de muertos) y no en términos relativos o proporcionales (porcentaje de víctimas sobre la población mundial).

Fuerza es reconocer -continúa diciendo el profesor Rivera- que el progreso moral es quebradizo y no puede darse por sentado. Por ejemplo, según el análisis estadístico llevado a cabo por el físico Lewis Fry Richardson, las guerras empiezan y acaban por azar, sin responder a patrones causales. ¿Quién podía vaticinar, tras la pacífica segunda mitad del siglo XIX, que estallarían en el siglo XX dos conflagraciones a escala mundial entre las grandes potencias europeas, con decenas de millones de muertos a sus espaldas? La contingencia es importante en la historia de la violencia. Pinker llega a afirmar, con un punto de provocativa exageración, que la persona más decisiva en el decurso del siglo XX tal vez sea Gavrilo Princip, un nacionalista serbio de diecinueve años que asesinó al archiduque austro-húngaro Francisco Fernando mientras cursaba una visita de Estado a Bosnia, precipitando con ello la Primera Guerra Mundial, sin la cual habrían quedado reducidas a la irrelevancia figuras como Lenin o Hitler, sin las cuales a su vez serían incomprensibles las hecatombes acaecidas en las décadas inmediatamente posteriores: los exterminios en masa de los comunistas, la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto nazi.

No hay manera de descartar estadísticamente que matanzas de ese calibre, o peores, puedan repetirse, señala el profesor Rivera en su artículo. Es absurdo pretenderlo y Pinker se cuida en todo momento de posar de futurólogo. Al contrario, admite sin rebozo que el futuro es impredecible y que, por más visos de no violencia que él advierta en los últimos tiempos, todo esto puede truncarse y tal vez por un acontecimiento en apariencia nimio (como el asesinato perpetrado por Gavrilo Princip). Pequeñas causas pueden tener efectos desproporcionados. 

También entiende que sí hay un evidente progreso moral de la humanidad el profesor Andrés Ortega, que firma un reciente informe del Real Instituto Elcano sobre los Objetivos de Desarrollo de Milenio de Naciones Unidas, suscrito el año 2000, que predice que para el 2030 es muy posible que vivamos en un mundo sin hambre y sin pobreza extrema. 

Termino esta entrada con mi opinión personal, que con toda seguridad resulta irrelevante,  que es, también, la de que aunque no vivamos en el mejor de los mundos deseables es seguro que vivimos en el mejor de los mundos posibles. Y que a pesar de ello debemos hacer que el de mañana sea mucho mejor que el del presente. Se lo debemos a nuestros hijos, a nuestros nietos, a nuestros descendientes, a los que han de seguir creando ese "Mundo" del que hablaba sin cesar Hannah Arendt como patria común de la Humanidad.

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




Steven Pinker




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Publicada originariamente con fecha 22 de abril de 2015

miércoles, 16 de marzo de 2016

[Cuentos para la edad adulta] "La perla", de Yukio Mishima




El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos. Durante los próximo meses voy a traer hasta el blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Phili p K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros. 

Continúo hoy la serie de Cuentos para la edad adulta con el titulado La perla, del escritor japonés Yukio Mishima, cuyo verdadero nombre era Kimitake Hiraoka (1925-1970). Intelectual, novelista y dramaturgo, es considerado uno de los más grandes escritores de la historia del Japón. Escribió 40 novelas, 18 obras de teatro, 20 libros de relatos, y, al menos, 20 libros de ensayos, así como un libreto. Una gran porción de su obra se compone de libros escritos rápidamente sólo por los beneficios monetarios, pero, incluso no teniendo en cuenta estos, seguimos ante una obra de grandes proporciones. La muerte de Mishima ha estado siempre rodeada de mucha especulación. Cuando se realizó el harakiri acababa de terminar el libro final de su tetralogía El mar de la fertilidad editado póstumamente, ya que el mismo día de su suicidio se la envió a su editor— que constituye una especie de testamento ideológico del autor, rebelándose contra una sociedad que consideraba sumida en la decadencia espiritual y moral. 

En La perla, Mishima caricaturiza a unas mujeres maduras que buscan ocultar su edad, en pugna por el prestigio, la credibilidad y la aceptación en el grupo. Los enredos se originan en el cumpleaños de la señora Sasaki, cuando pierde la perla de su anillo al partir la tarta de cumpleaños.


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Yukio Mishima


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Espero que lo hayan disfrutado. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





HArendt



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[Reedición] El síndrome de Telémaco




Escena de la Odisea, de Homero


"Reedición" es una nueva sección del blog dedicada a reproducir antiguas entradas que tuvieron cierto predicamento en su momento entre los lectores de Desde el trópico de Cáncer. Estas entradas se publican diariamente y conservan su título, fecha y numeración original. Disfrútenla de nuevo si lo desean.

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En su libro Ejemplaridad pública del que hablaba en una de mis entradas anteriores, el filósofo Javier Gomá escribe lo siguiente: "Está por ver, en efecto, que en una época en que se prescinde de la religión como factor de integración social y en que la crítica a las ideologías ha vaciado a estas definitivamente de eficacia movilizadora sustituyéndolas por el presente pluralismo y relativismo axiológico, está por ver, se repite, que en las actuales circunstancias el respeto al hombre en hombre y la educada repugnancia hacia lo indigno y lo incívico, sean suficientes para que los ciudadanos manteniendo sus expectativas dentro de los confines de lo humanamente realizable, aprendan a renunciar a la bestialidad y al barbarismo instintivo y a limitar las pulsiones destructivas y antisociales de una subjetividad consentida y acostumbrada a no reprimirse; y que sean suficientes también para que la polis, sin ayuda de las imágenes del mundo tradicionales, consiga mantenerse unida y estable soportando toda la diversidad multicultural y la complejidad económica y social que se agitan en su interior, y todo ello por propio convencimiento de los mismos ciudadanos, ingenuamente, sin permitir ninguna coerción exterior y sin reconocer a ninguna instancia superior la legitimidad de obligarnos a ello, sino por la pura comprensión de lo que es debido a la dignidad finita y convencional del hombre".

Sé que el lenguaje filosófico es a veces, pretendidamente o no, oscuro y hasta ininteligible, pero es lo que hay. Sin embargo, a la luz de las palabras reproducidas más arriba, parece claro para mí, lego en disquisiciones filosóficas, que lo que quiere decirnos Gomá es que las libertades conquistadas por el hombre en los últimos decenios después de luchas, avances y retrocesos de siglos son ya irreversibles. Y que esa idea de libertad, unida inextricablemente a la de igualdad, separada ya para siempre de cualquier connotación de superioridad aristocrática, académica o política, ha arrumbado al baúl de los recuerdos la idea y el prestigio de la autoridad como valor supremo de los gobernantes de la polis. Ya todos somos iguales, para bien o para mal. Pero no solo en la polis ha desaparecido toda pretendida supremacía moral en función de una supuesta autoridad. Tambíén en la vida ordinaria familiar, académica o social.

Esa parece ser la tesis que expone el escritor Jordi Soler en su artículo de El País de hace unos días titulado "Los hijos de Ulises". Dice en él que la "autoridad simbólica del padre ha perdido peso, se ha eclipsado, ha llegado irremisiblemente a su ocaso”. Lo llama "El complejo de Telémaco" y lo define como el fenómeno de la evaporación del padre, y en general, de toda autoridad. 

Una vez ida la autoridad paterna, añade más adelante, las demás autoridades comienzan también a evaporarse. Y detrás del padre van cayendo en el descrédito los gobernantes, los políticos, los sacerdotes, el rey, los soldados y los policías, y casi cualquiera de esas figuras públicas que en el siglo XX tenían una sólida e incuestionable autoridad, y que han visto como el respeto que su figura imponía se ha ido diluyendo.

Las causas de esta evaporación, sigue diciendo, son múltiples. No hay líder social, institucional o político, añade, al que no se le vean las costuras. La transparencia de este milenio hace muy evidentes las flaquezas, las debilidades, las ridiculeces y las corruptelas de esas figuras de autoridad que solían protegerse bajo la conveniente opacidad que ofrecía el siglo anterior. No hay autoridad que resista el despiadado escaneo que aplican las redes sociales, combinadas con la diabólica inmediatez de los medios de comunicación, porque ya el escaneo, al margen de las inmundicias que revele, sitúa a la persona en un nivel de exhibición desde el cual es muy difícil transmitir autoridad.

Ya no queda claro quién manda, dice al final de su artículo. En el siglo XXI, concluye, la autoridad se fragmenta, está en la oficina de una entidad financiera, en una empresa de Internet, en una institución dedicada a la seguridad y al espionaje, en un holding farmacéutico, nadie sabe bien dónde está la autoridad, y cada vez creemos menos en los que dicen que la tienen. Abusando de la imagen de Telémaco, que espera a su padre frente al mar, que mira hacia el horizonte con la esperanza de que aparezca una señal que lo oriente, se me ocurre pensar que en este milenio, que apenas empieza y ya huele a chamusquina, no solo los hijos son Telémaco, también los padres, y los que mandan y tienen todavía alguna autoridad; estamos todos frente al mar, mirando al horizonte en espera de una señal. ¿Es la abolición definitiva de todo prestigio de la autoridad la causa de la crisis de credibilidad que atenaza a las sociedad democráticas? Bien pudiera ser, al menos una de ellas, pero hay más. 

Mi profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología en la UNED, el historiador Santos Juliá, escribía en febrero pasado en Revista de Libros un extenso artículo, titulado "Sombras sobre las democracias", reseñando varios libros sobre tan grave asunto de reciente aparición en la esfera académica de autores tan prestigiosos como David Runciman, Francis Fukuyama o Peter Mair. Al final del mismo, y les remito a la lectura completa de su reseña en el enlace de más arriba, dice el profesor Santos Juliá: "En una conferencia sobre el futuro de la democracia que impartió en noviembre de 1983, en el Palacio de las Cortes de Madrid, invitado por Gregorio Peces-Barba, presidente del Congreso de los Diputados, Norberto Bobbio dijo que si le preguntaran «si la democracia tiene un porvenir y cual sea éste, en el supuesto caso de que lo tenga, les respondo tranquilamente que no lo sé». Han pasado muchos años, continúa diciendo, desde aquella conferencia, la tranquilidad con que se miraba entonces el futuro se ha esfumado y los acentos que predominan en el mundo académico suenan más bien sombríos, si no lúgubres: la democracia vaciada o en el vacío, la democracia en retirada, la democracia en declive, son algunas de las voces que han irrumpido en el debate político sobre el futuro de lo que hace veinticinco años se celebraba como democracia triunfante. La multiplicación de las democracias viene a ser, por tanto, como la otra cara del declive de la democracia: muchas son, pero su calidad palidece. El debate es rico en derivaciones y recovecos, en énfasis y matices, pero una cosa es clara: la democracia ha dejado de ser, como se tendía a dar por supuesto cuando agonizaba el siglo XX, el fin de la historia o la última de todas las utopías posibles, más que nada porque, al decir hoy en día «democracia», no se sabe muy bien de qué se trata, como no sea que previamente se aclare de qué democracia estamos hablando. Y ese será el tema de debate que nos seguirá ocupando en los próximos años hasta que… bueno, hasta que algún día lleguemos todos a Dinamarca para quedarnos en ella".

Para comprender la alusión al país nórdico con la que concluye su artículo es necesario que lean el mismo en su integridad. Y perdónenme la malicia por mi parte: si lo leen, es que he atizado su curiosidad y conseguido mi propósito. Me doy por satisfecho.

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




Pancarta reivindicativa 





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Publicada originariamente con fecha 27 de abril de 2015