sábado, 5 de abril de 2025

De las entradas del blog de hoy sábado, 5 de abril de 2025

 





Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz sábado, 5 de abril de 2025. Con una prosa transparente, afirma en la primera de las entradas del blog de hoy el filosofo Ernesto Baltar, con sus «Ensayos», Montaigne inventó un género literario nuevo al que ha dado nombre. La segunda del día es un archivo del blog de marzo de 2020 que hablaba de "Los años 30": ¡Vaya década! Un estallido de locura horrorosa, en palabras de George Orwell, que de pronto se convierte en una pesadilla, una espectacular vía de tren que termina en una cámara de tortura. El poema del día, en la tercera, del poeta Walt Whitman, se ¡Oh yo, vida!, y comienza con estos versos: ¡Oh yo, vida! Todas estas cuestiones me asaltan,/Del desfile interminable de los desleales,/De ciudades llenas de necios. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt













De los "Ensayos" de Montaigne

 






Con una prosa transparente, con sus «Ensayos», Montaigne inventó un género literario nuevo, afirma en Nueva Revista [Michel de Montaigne: “Ensayos”, 14/03/2025] el filósofo Ernesto Baltar. Aunque hablar de «edición definitiva» en el caso de un clásico es siempre arriesgado y prematuro, esta nueva edición de los Ensayos de Montaigne publicada por Galaxia Gutenberg merece ser celebrada, cuando menos, como un acontecimiento editorial de primer orden. Suele decirse que cada época (o incluso cada generación) tiene la obligación de volver a traducir las obras clásicas, para reinterpretarlas desde su lenguaje, desde su mundo, y devolverles el pálpito de la vida al contacto con los lectores del presente. Por eso los clásicos nunca se terminan de traducir ni de editar. Siempre se renuevan y dan más. No se agotan.

Por lo pronto, estamos ante la primera edición bilingüe que se ha publicado en el ámbito hispánico, lo que ya por sí solo añade un valor diferencial importante; el texto francés que se muestra enfrentado en las páginas impares corresponde a la versión establecida por el especialista galo André Tournon. Además, la traducción del poeta y filólogo Javier Yagüe Bosch se disfruta, en mi opinión, con una intensidad que hasta ahora no era posible experimentar al leer a Montaigne en castellano. De las versiones existentes en nuestro idioma, esta es la que más se aproxima al que debería ser el ideal en este caso: que se puedan leer los Ensayos de Montaigne no tanto como un texto escrito (precisamente esta obra, que inauguró un nuevo género literario: el ensayo moderno), sino como una conversación que el autor mantiene con sus lectores de forma relajada y placentera, o más exactamente, como el soliloquio ameno y variado de un amigo erudito en el transcurso de una prolongada sobremesa.

La traducción de Javier Bosch, forjada a lo largo de una década de cuidadosa labor (la tarea le fue encargada por el editor y catedrático de Literatura Comparada Claudio Guillén, que murió en 2007), parece responder a dos criterios fundamentales: la claridad —esto es, la inteligibilidad— y la cercanía al lector actual. Sin menoscabo del rigor y la exactitud, que son innegociables en cualquier traducción, Yagüe ha tenido en cuenta la necesidad de atrapar literariamente al lector de hoy y ha hecho un esfuerzo constante de comprensión para hacer accesibles todos los pasajes de la obra, incluidos aquellos que pueden resultar más complejos o confusos en el original, reparando hasta en el más mínimo detalle (pero sin perderse en arcaísmos, florituras o rebuscamientos). El imperativo de «nunca traducir sin entender», aunque parezca demasiado obvio o evidente, no siempre es cumplido a rajatabla por los traductores. En este caso sí.

En la polémica sobre cuál debe ser considerado el texto canónico de los Ensayos (debate que ha mantenido entretenidos a varios estudiosos franceses en las últimas décadas), André Tournon ha tomado partido de manera terminante por el denominado «ejemplar de Burdeos», que corresponde a la edición de 1588 anotada a mano por el propio Montaigne con vistas a su edición definitiva (los investigadores descubrieron este ejemplar en una biblioteca a mediados del siglo XIX), y ha relegado como una segunda imagen complementaria la llamada «edición póstuma», publicada en 1595 al cuidado de la ahijada de Montaigne, Marie de Gournay, que durante varios siglos ha sido considerada la edición canónica. Por ejemplo, la edición más reciente que se ha publicado en español, la de Acantilado de 2007, con traducción, introducción y notas de Jordi Bayod Brau, se hizo siguiendo la edición de Marie de Gournay.

A pesar de que el estilo de Montaigne ha pasado a la historia de la literatura como modelo de claridad, naturalidad y sencillez (se suele decir que el autor francés carecía, precisamente, de «voluntad de estilo»), Javier Yagüe advierte de las dificultades que presenta su escritura a la hora de ser traducida: la lengua antigua y el sentido dudoso de muchos vocablos, giros y estructuras; el hilo entrecortado y sinuoso del pensamiento, abierto en multitud de ramificaciones y excursos; el aspecto material del lenguaje… En muchas ocasiones, la prosa de los Ensayos avanza mediante requiebros, sinuosidades y digresiones, lo que complica su trasvase a otro idioma. Además, se producen constantes cambios de ritmo y de tono, pues Montaigne compagina el detalle chusco con la reflexión sutil, las doctrinas del pasado con la experiencia personal, etc.

Por último, hay que destacar las anotaciones que, con pulcra exactitud y moderada exhaustividad, arropan y enriquecen el presente volumen: se anotan las citas literales, manteniendo en las poesías clásicas la forma del verso con métrica regular castellana; se citan también las fuentes no nombradas u «ocultas» (es decir, los préstamos y ecos de autores clásicos, así como los ejemplos extraídos de florilegios o de libros de historia que Montaigne utiliza); otras notas recogen datos geográficos, históricos y biográficos; asimismo, se establecen sugestivas conexiones entre distintos pasajes de los Ensayos. Estas notas son especialmente útiles en una obra como esta, que fue construida por Montaigne reuniendo materiales de muchos autores y obras clásicas, como una especie de centón (o collage, según diríamos ahora, más posmodernamente).

El 28 de febrero de 1571, el día en que cumplía 38 años de edad, Michel de Montaigne decidió retirarse en la soledad de su castillo para consagrarse a la escritura de sus Ensayos. Ahora, gracias a esta nueva edición, podemos hacerle una visita en su torre y escucharle hablar a través de la lectura, pues como dijo Ralph Waldo Emerson de esta obra fundacional del género ensayístico: «No conozco libro que parezca menos escrito. Es el lenguaje de la conversación trasladado a un libro. Cortad esas palabras y sangrarán: son vasculares, están vivas». Volver a disfrutar, por ejemplo, de las páginas dedicadas por Montaigne a la amistad, con su emocionado recuerdo a Étienne de La Boétie (el autor de La servidumbre voluntaria), es siempre una renovada maravilla. Ernesto Baltar es Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y profesor en la Universidad Rey Juan Carlos.














[ARCHIVO DEL BLOG] Los años 30. Publicado el 25/03/2020












¡Vaya década! Un estallido de locura horrorosa que de pronto se convierte en una pesadilla, una espectacular vía de tren que termina en una cámara de tortura, escribía George Orwell el 25 de abril de 1940 en el New English Weekly, reseñando el libro de Malcolm Muggeridge "The Thirties" [Letras Libres, 9/3/2020].
"El “mensaje” de Malcolm Muggeridge, comienza diciendo Orwell, –porque es un mensaje, aunque negativo– no ha cambiado desde que escribió Winter in Moscow. Se resume en un simple escepticismo acerca de la capacidad de los seres humanos para construir una sociedad perfecta o incluso tolerable en la tierra. En esencia, es Eclesiastés sin los incisos devotos.
No hay duda de que todo el mundo está familiarizado con esta línea de pensamiento. Vanidad de vanidades, todo es vanidad. El reino de la tierra está siempre fuera de nuestro alcance. Todo intento de establecer la libertad conduce directamente a la tiranía. Un tirano sucede a otro, el magnate industrial al barón ladrón, el caudillo nazi al magnate industrial, la espada cede paso al talonario y el talonario a la ametralladora, la Torre de Babel sube y baja eternamente. Es el pesimismo cristiano, pero con una diferencia importante: que en la visión cristiana el Reino de los Cielos está ahí para restaurar el equilibrio.
Jerusalén, mi hogar feliz,
Ojalá Dios estuviera en ti.
Ojalá Dios mis penas terminasen
Y tus glorias pudiera ver.
Y, después de todo, hasta tus “penas” terrenales no importan tanto, si de verdad “crees”. La vida es corta y ni siquiera el Purgatorio dura para siempre, así que estarás en Jerusalén antes de que pase mucho tiempo. Muggeridge, no hace falta decirlo, rechaza este consuelo. No da más pruebas de creer en Dios que de confiar en el Hombre. Nada está a su alcance, por tanto, salvo un indiscriminado martilleo de todas las actividades humanas. Pero como historiador social esto no lo invalida por completo, porque la época en la que vivimos invita a algo así. Es una época en la que toda actitud positiva ha resultado ser un fracaso. Credos, partidos, programas de todo tipo han fracasado uno tras otro. El único “ismo” que se justifica es el pesimismo. Por tanto en este momento pueden escribirse buenos libros desde el ángulo de Tersites, pero probablemente no muchos.
No creo que la historia de Muggeridge de los treinta sea estrictamente verdadera, pero creo que está más cerca de la verdad esencial que cualquier perspectiva “constructiva”. Solo mira el lado oscuro, pero es dudoso que haya ningún lado brillante que mirar. ¡Vaya década! Un estallido de locura horrorosa que de pronto se convierte en una pesadilla, una espectacular vía de tren que termina en una cámara de tortura. Comienza con la resaca de la era “ilustrada” de la posguerra, con Ramsay Macdonald hablando gelatinosamente en el micrófono y la Liga de Naciones moviendo unas vagas alas en segundo plano, y acaba con veinte mil bombarderos oscureciendo el cielo y el verdugo enmascarado de Himmler decapitando mujeres en un bloque prestado del museo de Núremberg.
En medio están la política del paraguas y la granada de mano. El gobierno nacional que llega para “salvar la libra”, Macdonald desvaneciéndose como el Gato de Cheshire, Baldwin ganando una elección con la promesa del desarme para rearmarse (¡y luego no logrando el rearme!), la purga de junio, las purgas rusas, el pegajoso disparate de la abdicación, la confusión ideológica de la Guerra Civil española, los comunistas ondeando Union Jacks, los diputados conservadores celebrando que hubieran bombardeado barcos británicos, el papa bendiciendo a Franco, dignatarios anglicanos sonriendo ante las iglesias destruidas de Barcelona, Chamberlain bajando de su avión de Múnich con una cita equivocada de Shakespeare, lord Rothermere elogiando a Hitler como “un gran caballero”, las sirenas antieaéreas de Londres lanzando una falsa alarma cuando las bombas caen en Varsovia.
Muggeridge, que no es amado en los círculos de “izquierda”, es a menudo calificado de “reaccionario” o incluso “fascista”, pero no conozco a ningún escritor de izquierda que haya atacado a Macdonald, Baldwin o Chamberlain con igual ferocidad. Mezcladas con el rumor de las conferencias y el estruendo de las balas están las imbecilidades cotidianas de la prensa sensacionalista. Astrología, crímenes de baúl, grupos de Oxford con su “compartir” y sus baterías de rezos, el párroco de Stiffkey (un gran favorito de Muggeridge: aparece varias veces) fotografiado con algunas amigas desnudas, hambriento en un tonel y finalmente devorado por leones, James Douglas y su perro Bunch, Godfrey Winn con un perro todavía más vomitivo y sus reflexiones políticas (“Dios y el señor Chamberlain: no veo blasfemia en comparar esos nombres”), espiritualismo, la Chica Moderna, nudismo, carreras de perros, Shirley Temple, olor corporal, halitosis, hambre nocturna, ¿debería contarlo un médico?
El libro termina con una nota de derrotismo extremo. La paz que no es una paz cae en en una guerra que no es una guerra. Los acontecimientos épicos que todo el mundo esperaba no se producen, el letargo extendido por todas partes continúa igual que antes. “Contorno sin forma, tono sin color, fuerza paralizada, gesto sin movimiento”. Lo que Muggeridge parece querer decir es que los ingleses son impotentes frente a sus nuevos adversarios porque ya no hay nada en lo que crean con suficiente firmeza como para sacrificarse. Es la lucha de la gente que no tiene fe contra la gente que tiene fe en dioses falsos. ¿Tiene razón, me pregunto? La verdad es que es imposible descubrir lo que sienten y piensan los ingleses sobre la guerra o cualquier otra cosa. Ha sido imposible en los años críticos. Yo no creo que tenga razón. Pero uno no puede estar seguro hasta que algo de una naturaleza bastante inconfundible –algún gran desastre, probablemente– hace a entender a la masa de la gente en qué tipo de mundo viven.
Los capítulos finales son, para mí, profundamente conmovedores, y aún más porque la desesperación y el derrotismo que expresan no son en general sinceros. Detrás de la aparente aceptación del desastre que se ve en Muggeridge está el dato no confesado de que después de todo cree en algo: en Inglaterra. No quiere que Inglaterra sea conquistada por Alemania, aunque si lo juzgamos solo por los primeros capítulos podríamos preguntarnos qué importancia tendría.
Me cuentan que hace unos años dejó el ministerio de información para unirse al ejército, algo que ninguno de los exbelicistas de la izquierda ha hecho, creo. Y sé muy bien lo que subyace en esos capítulos finales. Es la emoción del hombre de clase media, criado en la tradición militar, que descubre en un momento de crisis que después de todo es un patriota. Está muy bien ser “avanzado” e “ilustrado”, desdeñar al coronel Blimp y proclamar tu emancipación de todas las lealtades tradicionales, pero llega un momento en el que la arena del desierto está empapada y roja y ¿qué hecho por ti, Inglaterra, mi Inglaterra? Como yo también me crié en esta tradición la puedo reconocer bajo extraños disfraces, y también simpatizar con ella, porque incluso en su versión más estúpida y sentimental resulta más hermosa que la superficial superioridad moral de la inteligencia de izquierdas". Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt


















Del poema de cada día. Hoy, ¡Oh yo, vida!, de Walt Wihtman

 






¡OH YO, VIDA!


¡Oh yo, vida! Todas estas cuestiones me asaltan,

Del desfile interminable de los desleales,

De ciudades llenas de necios,

De mí mismo, que me reprocho siempre, pues,

¿Quién es más necio que yo, ni más desleal?

De los ojos que en vano ansían la luz, de los objetos

Despreciables, de la lucha siempre renovada,

De los malos resultados de todo, de las multitudes

Afanosas y sórdidas que me rodean,

De los años vacíos e inútiles de los demás,

Yo entrelazado con los demás,

La pregunta, ¡oh, mi yo!, la triste pregunta que

Vuelve: “¿Qué hay de bueno en todo esto?”

Y la respuesta:

“Que estás aquí, que existen la vida y la identidad,

Que prosigue el poderoso drama y que quizás

Tú contribuyes a él con tu rima”.


 

WALT WHITMAN (1819/1892)

poeta estadounidense






De las viñetas de humor del blog de hoy sábado, 5 de abril de 2025

 







































viernes, 4 de abril de 2025

De las entradas del blog de hoy viernes, 4 de abril de 2025

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz viernes, 4 de abril de 2025. La democracia actual es bastante mejor que la de la II República pero las cosas no han mejorado lo suficiente, comenta en la primera entrada del blog de hoy el escritor Javier Cercas, y además, persiste la confusión conceptual entre Gobierno y Estado. La segunda es un archivo del blog de abril de 2014, que hablaba de paradojas, entre ellas, la que en el siglo IV a.C. planteó el filósofo griego Zenón de Elea sobre la carrera entre Aquiles y una tortuga, y que al autor del blog aprovecha para plantear otra a la que él, confiesa, no encuentra explicación. El poema del día, en la tercera, se titula Creación, de la poetisa Tere Medina, que comienza con estos versos: Célula a célula, nazco./Se me van haciendo vivas/una a una,/por donde pasan tus dedos. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt











De las democracias a secas

 






La democracia actual es bastante mejor que la de la II República pero las cosas no han mejorado lo suficiente, comenta en El País [Contra el sistema, 29/03/2025] el escritor Javier Cercas. Hace un tiempo, comienza diciendo Cercas, varios creadores destacados rechazaron el Premio Nacional que concede cada año el Ministerio de Cultura. La razón alegada por casi todos fue su disgusto por la política del Gobierno, que entonces era del PP. Los Premios Nacionales, sin embargo, no los otorga el Gobierno, sino el Estado, y el jurado lo compone un número variopinto e incontrolable de personas nombradas por distintas instituciones del Estado. Esta confusión entre el Gobierno, que es de tal o cual partido, y el Estado, que es de todos, constituye un error; también, un problema fundamental de la democracia española.

Históricamente, así ha sido: esa fue, sin ir más lejos, una de las peores flaquezas que lastraron la II República. En aquellos años, cuando la izquierda alcanzaba el poder, la derecha se revolvía contra el sistema y montaba un golpe de Estado (el de Sanjurjo, de 1932); pero, cuando quien alcanzaba el poder era la derecha, la antisistema era la izquierda, que montó una revolución (la de 1934). El problema es que el sistema era la democracia —entonces, en España, república era sinónimo de democracia; monarquía, de dictadura— y que, tras cinco años socavando el sistema y desprestigiando sus instituciones, en 1936 la democracia se había quedado casi sin demócratas; resultado: tres años de guerra y cuarenta de dictadura. Es verdad que, en los periodos democráticos o parademocráticos de los dos últimos siglos, los gobiernos españoles padecieron una tendencia irrefrenable a colonizar el Estado. También es verdad que ahora las cosas han mejorado, porque la democracia actual es bastante mejor que la de la II República; pero no han mejorado lo suficiente: la prueba es que la confusión entre Gobierno y Estado persiste. En otoño de 2017, un ministro del segundo Gobierno de Pedro Sánchez y la entonces alcaldesa de Barcelona votaron en el fraudulento referéndum de secesión organizado en Cataluña, con el argumento de que lo hacían para echar a Mariano Rajoy del Gobierno; pero, obviamente, aquella consulta no se montó contra el PP, sino contra el Estado: para echar a Rajoy bastaban unas elecciones (de hecho, ni siquiera eso: bastó una moción de censura); no hacía falta arremeter contra la democracia y colocarnos al borde del enfrentamiento civil. Pero el error del ministro y la alcaldesa era previsible: entonces, con un Gobierno de derecha, la izquierda (o cierta izquierda) era antisistema, mientras que, ahora, con un Gobierno de izquierda, la que es antisistema es la derecha (o cierta derecha). La indignación ha cambiado de bando. Se dice que Podemos no era entonces tan antisistema como lo es ahora Vox; no sé: fue Podemos quien acuñó la expresión régimen del 78 para referirse a la democracia actual y, dado que la palabra régimen no puede más que referirse al Régimen por antonomasia —el franquismo—, la susodicha expresión solo puede significar que esta democracia no es una democracia de verdad, sino apenas una prolongación del franquismo por otros medios, lo cual explica que el propósito declarado de Podemos fuera “acabar con el régimen del 78″ (o sea: con nuestra democracia). Es verdad que, al llegar al Gobierno, Podemos se civilizó un poco, igual que le pasó a ERC en la Generalitat; es lo mismo que dicen algunos que ocurriría si quien llega al Gobierno es Vox (Dios nos libre, porque el famoso cordón sanitario no lo hará; lo único que podría librarnos sería desmontar los embustes de Vox, pero no veo a ningún partido haciéndolo en serio). En eso consiste la estafa: en que uno solo esté a favor del sistema cuando está en el poder; cuando no lo está, se convierte en antisistema.

Lo diré otra vez: no existe la democracia perfecta; la democracia perfecta es una dictadura: la democracia orgánica de Franco, las viejas democracias populares de la órbita soviética. Lo que define la democracia de verdad es su naturaleza perfectible, infinitamente perfectible. Pero, para que una democracia pueda perfeccionarse, resulta indispensable aceptar las reglas que entre todos nos damos, tanto si nos benefician como si no. Sin un mínimo de juego limpio, la democracia está muerta. O en vías de extinción. Javier Cercas es escritor y académico de la Real Academia Española.

















[ARCHIVO DEL BLOG] Una paradoja irresoluble (al menos para mí). Publicado el 24/04/2014







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El Diccionario de la Real Academia Española da la siguiente definición del término "paradoja": Del latín "paradoxus", y este del griego "παράδοξος": 1. Idea extraña u opuesta a la común opinión y al sentir de las personas; 2. Aserción inverosímil o absurda, que se presenta con apariencias de verdadera; 3. Figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que envuelven contradicción. Mira al avaro, en sus riquezas, pobre
En el siglo IV a.C., el filósofo griego Zenón de Elea, se hizo famoso planteando una serie de paradojas. Una de las que más interés despertó durante siglos fue la de "Aquiles y la tortuga". Dice así: Aquiles, llamado "el de los pies ligeros" y el más hábil guerrero de los Aqueos, quien mató a Héctor, decide salir a competir en una carrera contra una tortuga. Ya que corre mucho más rápido que ella, y seguro de sus posibilidades, le da una gran ventaja inicial. Al darse la salida, Aquiles recorre en poco tiempo la distancia que los separaba inicialmente, pero al llegar allí descubre que la tortuga ya no está, sino que ha avanzado, más lentamente, un pequeño trecho. Sin desanimarse, sigue corriendo, pero al llegar de nuevo donde estaba la tortuga, ésta ha avanzado un poco más. De este modo, Aquiles no ganará la carrera, ya que la tortuga estará siempre por delante de él.
No soy Zenón de Elea; a lo sumo, un aprendiz de todo, que no domina ni tan siquiera los rudimentos de la ciencia filosófica y menos aun la matemática, pero me gustaría plantearles a ustedes una paradoja que se me suscitó a mí mismo hace mucho tiempo, y que no he sabido resolver. Es la siguiente: Un niño nacido en el año 2000, considerando que el plazo de tiempo entre una una generación y otra fuera de 25 años. tendría 2 padres que habrían nacido en 1975, sus 4 abuelos en 1950, los 8 bisabuelos en 1925 y sus 16 tatarabuelos en 1900.
Con esa progresión geométrica, en 1800 sus ascendientes directos serían 256; en 1700, 4096; en 1600, 65.536; en 1500, 1.049.376; en 1400, 16.790.016; en 1300, 268.640.256; en 1200, serían 4.301.444.096; y en 1100, ¡ni les cuento!... Es imposible de todo punto que entre los años 1175 y 1200 de nuestra era hubieran vivido en nuestro mundo 4.301.444.096 de seres humanos, antecedentes directos de ese niño nacido en el año 2000 d.C. Es, evidentemente, una paradoja, pero... ¿alguno de ustedes puede explicarme dónde está el error? Les aseguro que me harían muy pero que muy feliz... Sean felices, por favor. Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt













El poema de cada día. Hoy, Creación, de Tere Medina

 





CREACIÓN


Célula a célula, nazco.
Se me van haciendo vivas
una a una,
por donde pasan tus dedos.
Se me van llenando de alma,
una por una,
al galope de tu paso,
de fuera hacia dentro.
Se me va haciendo la luz
de la epidermis
hasta el recodo más íntimo
de mi ego.
Se va llenando de hormigas,
a tu roce,
mi cerebro.
Aquí estoy,
toda naciente ante ti,
dios de mi cuerpo.



TERE MEDINA (1924-2009)
poetisa española













De las viñetas de humor del blog de hoy viernes, 4 de abril de 2025