jueves, 15 de agosto de 2024

Las viñetas de hoy jueves, 15 de agosto de 2024

 





















miércoles, 14 de agosto de 2024

De las entradas del blog de hoy miércoles, 14 de agosto





 

Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz miércoles. Cansada de golpearse contra la misma pared de huesos descarnados, dice en la primera de las entradas de hoy la escritora Marta Perezagua, ha tomado una resolución: se va de Nueva York y vuelva a su tierra andaluza para que su hija corra libre por las calles. La segunda es un archivo del blog de septiembre de 2015 en la que tres pensadores, Joseba Arregi, José María Ruiz Soroa y Gabriel Tortella, conversaban sobre la necesidad de reformar la Constitución de 1978, pero una década después esa reforma ni está ni se la espera. La tercera viene hoy con un bello poema del poeta alemán Friedrich Hölderlin titulado A las parcas. Y para terminar, como siempre también, la cuarta, con las viñetas de humor de la prensa del día. Espero que todas ellas les resulten interesantes. Y ahora, como decía Sócrates, nos vamos. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico; al menos inténtenlo. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com













La vida es así

 







Mi reino por un pueblo
MARINA PEREZAGUA
12 ago 2024 - El País - harendt.blogspot.com

He vivido más de la mitad de mi vida en Nueva York, me emociona hasta la médula cuando veo sus luces desde el avión, y esa oscuridad guarecida en la misma luz. El grito animal, la querencia apasionada de futuro a golpes de empeño, caídas hacia arriba: la esperanza. Tengo la sensación de que cuando el avión desciende, es la propia ciudad la que tira de la máquina. 

Llegué con veinte años, trabajé como mula, pasé por una depresión y por la de otros amigos en condiciones similares. Descubrí que el sexo es diferente según la diversidad de culturas. Asimilé el feminismo activo, sin caretas. Terminé mi doctorado. Todos los libros que he escrito los he escrito en Nueva York. Formé mi familia elegida. Me enfermé gravemente varias veces. Descubrí la compasión en una megápolis. También aprendí de violencia. Una noche, un taxista no quiso que una amiga salvadoreña se montara en su coche. La humilló. Me acerqué a la ventanilla, le cogí la cabeza y como endemoniada tiré hacia fuera como si quisiera desraizar una calabaza. No me enorgullece. Sólo lo cuento porque en esta ciudad se te acumula dentro la metralla cotidiana y un día explota. Pero también sucedían actos de profunda solidaridad. Una mañana un indigente se montó en el autobús. Pagó su billete, pero su olor era tan fétido que el conductor le pidió que se bajara. Presencié atónita cómo todos los pasajeros, uno por uno, también se apearon, en silencio. 

Esto sucedió hace años. La ciudad era cruel y bondadosa al mismo tiempo. Ese contraste la hacía única porque debías enfrentarte al acto más humano: cuestionarte cada día. Ya no es así. Las ideas son como los rascacielos, fachadas de un arquitecto que parece haber abandonado a sus hijos de cristal y hierro. El racismo está en un punto álgido. Condenan a pena de muerte a personas con enfermedades mentales tan graves que ni siquiera entienden que van a ser ejecutados. El encarcelamiento sin juicio de menores o inocentes. Personas que mueren porque no pueden pagar la insulina. En las escuelas los niños tienen que pasar por simulacros de tiroteos, pero no les advierten de que son simulacros, con lo cual el trauma de ver a su profesor con un tiro falso en la cabeza equivale al trauma de una situación real. Todo esto ya pasaba, pero empeora a un ritmo frenético. Se ha incrementado el número de indigentes muriendo en las calles. Hace tiempo que no veo un gesto de solidaridad. Incluso los intelectuales de izquierdas son, en su mayoría —con notables excepciones— masas de desidia, murientes acaudalados. 

Cansada de golpearme contra la misma pared de huesos descarnados, he tomado una resolución: vuelvo a mi tierra andaluza. Dejo un trabajo que solía adorar cuando me sentía útil, doy un salto al vacío, sin apenas ahorros, trabajo, ni apoyo familiar. Nací en Sevilla, pero he elegido Istán, en la provincia de Málaga, en el centro de una reserva de la biosfera, paraíso de la escalada, fresco. Por todo el pueblo hay fuentes de agua, el oro de Andalucía y la mayor parte del planeta. A 25 kilómetros el mar marca el horizonte de África. Las calles están limpias y los enrejados de los balcones se entretejen con todo tipo de plantas. En otoño las setas crecen como flores de primavera. Me siento española y norteamericana, pero mi hija jugará en una plaza llena de niños y niñas, donde mi vecina Nati se la lleva a comer con su nieta cuando me ve muy apurada. Irá a un colegio de pueblo.  

Algunos se indignan. Cómo voy a cambiar el nivel cultural newyorkino —maravilloso, cierto—, por el de un pueblo. Muy simple: si tengo que elegir entre que mi hija conozca uno de los mayores planetariums del mundo, asista a los mejores conciertos, siga con sus clases de trapecio, o que corra libre por las calles sin riesgo de secuestros, tiroteos, y vaya a una escuela sin adoctrinamiento y censura de libros escolares, no tengo duda. Sin olvidar que en este pueblo no se conoce el método educador de pequeños monstruos llamado “gentle parenting”. Para quien no lo sepa, consiste en que a los niños no se les puede decir la palabra “no”, y hay que pedirles su opinión antes de que sepan hablar. Hace unos meses, mi hija de dos años le dio un abrazo a una amiga. En ese momento, la madre se levantó del sofá como si fuera a apagar fuego, corrió hacia su hija, la agarró de los hombros y le preguntó: “¿Cómo te ha hecho sentir el abrazo?”. En Istán he reaprendido a decir “no” sin sentirme juzgada. Es liberador. Despedirme de mi trabajo, de la que también es mi tierra, de mis grandes amigos. El miedo y la tristeza de esto sólo lo puede entender quien lo ha vivido. Pero también me lanzo a la excitación del cambio, a la cercanía de mi cuna. La vida es sencilla. Huele a jazmín por las noches. El rumor del agua que corre arrulla como el ulular de las lechuzas. He elegido un lugar donde las estrellas son visibles y siguen perteneciendo al cielo, y lo más importante: las personas de Istán han sabido mantener los pies en la tierra. Gracias a Manhattan por lo que fue, y a Istán por lo que será. Marina Perezagua es escritora.














[ARCHIVO DEL BLOG] Sobre la reforma de la Constitución. Tres opiniones distintas. [Publicada el 16/09/2015]









Esta entrada es continuación premeditada y alevosa de la del pasado día 9, titulada "Sobre la reforma de la Constitución. Cuestiones previas". Y si aquella se centraba sobre todo en las cuestiones previas de procedimiento que deberían abordarse a la hora de plantear cualquier posible (y deseable y necesaria) reforma de la Constitución de 1978, esta de hoy se centra ya en cuestiones más concretas. Por ejemplo las que han planteado en estos días tres personalidades del mundo académico, político y profesional: Joseba Arregi (1946), ensayista y exconsejero del gobierno vasco; José María Ruiz Soroa (1947), abogado y exprofesor universitario; y Gabriel Tortella (1936), economista e historiador.
El artículo de Joseba Arregi se titula, también, "Cuestiones previas". Fue publicado en el diario El Mundo el pasado día 1 y comienza diciendo que desde el momento en el que el PP parece haber asumido la necesidad y la posibilidad de la reforma de la Constitución -aunque últimas voces parecen restringir dicha posibilidad-, todo apunta a que en la próxima legislatura los partidos políticos presentes en la cámara de los diputados van a tratar de buscar los acuerdos necesarios para iniciar el proceso de alguna reforma constitucional. Pero la imperiosa necesidad de reforma, que para muchos es evidente, viene acompañada de la distancia insuperable que parece existir entre las distintas propuestas de reforma que se manejan en los distintos partidos. Y pudiera ser que el fruto de tanto debate al final no sea otro que el de una nueva frustración colectiva, algo que debiera evitarse a toda costa.
Para ello no estará de menos analizar y tratar de aclarar, sigue diciendo, algunas cuestiones previas. La primera, rememorar en qué consiste la constitución de una comunidad política o nación política, que para él es transformar lo que es una realidad histórica contingente y particular, por medio del sometimiento al imperio del derecho, en una comunidad política, superadora de contingencias e identidades culturales particulares, y por ello tendencialmente universal. 
La segunda de las cuestiones previas para que cualquier proceso de reforma de la Constitución pueda tener visos de éxito, añade, es reconocer que todos los que participan en el acuerdo básico constituyente son acreedores a la misma legitimidad democrática. No tiene sentido proceder, dice, a una reforma de la Constitución, a consolidar la nación política ya constituida, si uno de los partidos básicos del sistema desconfía radicalmente de la fidelidad constitucional del otro partido básico, y si éste cae permanentemente en la tentación de negar legitimidad democrática al primero.
La tercera cuestión previa consiste en deslindar lo que debe entrar en el proceso de reforma y lo que no, y tener muy claro lo que implica que una determinada cuestión entre o no entre en la reforma: lo que el Estado nunca puede hacer, y lo que el Estado no puede dejar de hacer.
El segundo artículo al que hago referencia, el de José María Ruiz Soroa, se publicó el pasado 14 de agosto en el diario El País bajo el título de "Iguales y diferentes", y se inicia con una rotunda declaración de principios cuando dice que conviene no perder de vista que el reto del presente no es tanto el admitir que España es plurinacional como el tomar conciencia, con todas las consecuencias, de que igual o más plurinacionales son las naciones que reclaman su reconocimiento. Se ha instalado en el discurso público acerca de la reforma constitucional del sistema territorial, dice, una especie de falsa alternativa, la que pretende contraponer la exigencia de igualdad ciudadana con la constatación bastante obvia de que las partes que componen eso que llamamos España son diferentes entre sí, en algún caso muy diferentes, tanto en lo histórico como en lo político, en lo cultural como en lo institucional. Por eso, el dogma políticamente correcto de los reformistas es el de que igualdad sí… pero respetando la diferencia. Esa pretendida dicotomía entre igualdad y diferencia, añade, es en términos directos y claros, un error conceptual craso, ya que el antónimo de la igualdad no es la diferencia, sino la desigualdad. Y el contrario de la diferencia no es la igualdad sino la homogeneidad. Por lo que contraponer igualdad y diferencia como si fueran vasos comunicantes, de manera que a más de una menos de la otra, es un dislate.
Igualdad y diferencia, continúa diciendo, son conceptos que pertenecen a lenguajes diversos. El de diferencia es un término descriptivo, que hace referencia a una realidad empírica: las personas, y las regiones también, son muy diversas entre sí en muchos de sus rasgos vitales. En cambio, la igualdad que proclaman las leyes pertenece al lenguaje normativo: no pretende describir un hecho, sino prescribir un concreto tipo de trato. Cuando la ley dice que todos los ciudadanos somos iguales no pretende describir una realidad, ni pretende convertirnos de facto en seres homogéneos idénticos unos a otros, sino que enuncia un valor: a pesar de que somos de hecho diferentes, debemos ser tratados todos por igual, con arreglo a una norma universal que abstrae cualquier diferencia contingente. La garantía de la diferencia como hecho se encuentra, añade, en la igualdad como derecho: podemos ser empíricamente diferentes, ajustar nuestra vida a los valores y pautas culturales que deseemos, precisamente porque todos somos tratados por igual en lo público, sin tomar esas diferencias como criterios normativos que exigieran un trato desigual por el mero hecho de existir. Es de observar, dice, que la diferencia que se proclama hace siempre referencia a lo colectivo, mientras que la igualdad lo hace a lo individual: la diferencia la poseen los pueblos y las tierras mientras que la igualdad es una exigencia (sobre todo y ante todo) de ciudadanía. Mientras las personas no se vean discriminadas en su estatus ciudadano básico, ningún reparo puede ponerse a cuanta diferencia quiera encontrarse en los marcos colectivos en que habitan.
Las regiones, comunidades, Estados o naciones componentes de España —aplique el lector el nombre a su gusto— dice, pueden ser todo lo diferentes que la historia o la voluntad de sus habitantes les hayan hecho, pueden tener un idioma vernáculo y un Derecho Privado o Público propio, una institucionalidad tradicional u otra: esto es un hecho que no se puede sino respetar. Pero todos sus habitantes deben ser tratados con el criterio de la igualdad en sus derechos como ciudadanos: ninguna persona puede ostentar más o mejores derechos que otra por el solo hecho de ser vecino de uno u otro lugar. Puede ser diferente pero no puede ser privilegiado. 
Es irónico, concluye su artículo, que quienes más invocan la diferencia o diversidad como título para desconocer la igualdad ciudadana son precisamente quienes más porfiadamente se hacen los ciegos ante la diversidad interna de su propia nación, o emprenden costosas políticas de construcción nacional para acabar con ella y lograr una sociedad culturalmente homogénea. Por eso, planteado correctamente, el reto del presente no es tanto el admitir que España es plurinacional como el tomar conciencia, con todas las consecuencias, de que igual o más plurinacionales y diversas son las naciones que reclaman su reconocimiento, por lo que no puede entregarse a las élites locales la competencia exclusiva y excluyente para reconstruirlas como si fueran densas y homogéneas bolas de billar. Ninguna sociedad moderna lo es ni puede ya llegar a serlo.
El tercer artículo al que hago referencia, el de Gabriel Tortella, apareció publicado en el diario El Mundo de hoy miércoles con el título "Dos referéndum para Cataluña". Muy crítico con el gobierno de la Generalidad de Cataluña, el ilustre profesor catalán señala que resulta obvio que muchos catalanes consideran la Constitución como algo que no va con ellos, porque realmente, no va con ellos. Es cierto, añade, que la Constitución española, como la de cualquier otro país, menos la inglesa -que, por no estar escrita, es como de chicle-, no prevé la autodeterminación de sus regiones o provincias. No obstante, dice, la situación política de Cataluña ha alcanzado tales niveles de conflictividad que la simple remisión a los preceptos constitucionales no parece convincente a una parte sustancial de la población catalana. Hay una razón muy clara, continúa diciendo, para que esto sea así, y se trata de algo que es responsabilidad de los gobiernos españoles, de Felipe González en adelante. Esta razón es que, desde que Jordi Pujol alcanzó el poder y, especialmente, desde que el caso 'Banca Catalana' se cerró en falso, por medio de una demostración de demagogia multitudinaria y victimismo rampante a finales de mayo de 1984, los gobiernos españoles firmaron un pacto tácito con el entonces 'molt honorable' por el cual ellos no interferirían en la política interior de la Generalitat mientras esta no se manifestara abiertamente separatista. Tal falta de interferencia implicaba el renunciar a hacer cumplir la Constitución y muchos otros aspectos de la legislación española, incluidas las resoluciones judiciales, incluso, en algunos casos, las del Tribunal Constitucional.
En virtud de todo esto, sigue diciendo, a uno le parece cuando menos comprensible que muchos catalanes, aunque sus padres la hubieran votado masivamente, consideren la Constitución española como algo que no va con ellos; realmente, no va con ellos, y los gobiernos españoles así parecen haberlo aceptado. Venirles ahora a los catalanes con que la Constitución no permite un referéndum de autodeterminación les puede parecer un pretexto arbitrario y otra muestra de opresión. "¿Si no se cumple el artículo 3, por qué ha de cumplirse el 2?", pueden preguntarse con cierta razón. De este atolladero no se sale con más pasividad. El nacionalismo se retroalimenta y a ello contribuyen las concesiones, el apaciguamiento y el 'dolce far niente'. 
Ha llegado la hora de la verdad, la hora de que los separatistas catalanes afronten las consecuencias reales de sus exigencias. Si quieren referéndum, que lo tengan, concluye, pero en condiciones previamente pactadas con el Estado: la pregunta tiene que ser clara, y la mayoría por la independencia tiene que ser también clara: un 60% del censo electoral y un 75% de los votantes. Y el referéndum debe ir precedido de un año, al menos, en que los unionistas tengan armas informativas con las que hacer frente al bombardeo propagandístico al que los separatistas, con el apoyo de la Generalitat, han sometido a la población durante años y años. Ahora bien, sigue diciendo, como esto no está previsto en la Constitución, se necesita un referéndum previo, de acuerdo con el Art. 92, en que el pueblo español se pronuncie sobre la admisibilidad de un referéndum catalán con estas características. Y, en el caso muy probable de victoria del 'no', el Gobierno español debería comenzar a exigir el cumplimiento de la legalidad española en Cataluña, pero el gobierno español debiera poner todos los medios legales a su alcance a favor del sí, y en cualquier caso, cumplir su juramento de velar, en todo momento por la aplicación de toda la ley en toda España, porque esa es la esencia de la democracia y el buen gobierno.
Nada que objetar por mi parte a lo expuesto por tan ilustres opinantes. En todo caso, recomendarles la lectura íntegra de los textos citados en los enlaces de más arriba. Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν",  nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 












El poema de cada día. Hoy, A las parcas, de Friedrich Hölderlin (1770-1843)

 






A LAS PARCAS


Concededme, oh Poderosas, sólo un verano,

 un otoño en que pueda madurar mi canto

 para que con tan dulce juego ya saciado

 mi corazón acceda a morir de buen grado.

El alma, que nada divino obtuvo en vida,

tampoco ya en el Orco encontrará reposo,

mas si una sola vez lo sagrado yo aún logro

lo que más quiero en este mundo, la poesía,

entonces, sombras, yo os daré la bienvenida,

y contento estaré, aun si dejo abandonada

bajando al silencio mi lira. Un solo día

habré vivido como un dios, y eso ya basta.


Friedrich Hölderlin (1770-1843)

Poeta alemán













Las viñetas de hoy miércoles, 14 de agosto de 2024

 


















martes, 13 de agosto de 2024

De las entradas del blog de hoy martes, 13 de agosto de 2024

 





Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz martes. El conocimiento, la filosofía, no pueden ser objetivos, neutros ni universales, dice en la primera de las entradas del blog de hoy la filósofa Aurora Freijo, porque inevitablemente poseen una geografía de carne. La segunda es un archivo del blog, de septiembre de 2006, del teólogo Juan G. Bedoya sobre las represiones de que eran efecto en aquel momento por parte de la jerarquía de la Iglesia. La tercera es el poema Aquel verano de mi juventud del poeta y académico de la RAE, Francisco Brines. Y para terminar, como siempre también, la cuarta de hoy con las viñetas de humor de la prensa del día. Espero que todas ellas les resulten interesantes. Y ahora, como decía Sócrates, nos vamos. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico; al menos inténtenlo. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com











De la filosofía del hombre blanco

 






Pienso donde existo

AURORA FREIJO

11 AGO 2024 - El País - harendt.blogspot.com

En enero pasado, el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, anunció un loable proceso de revisión de las colecciones de los 16 museos estatales, con el fin de eliminar marcas del pasado colonial, además de las inercias de género o etnocéntricas, todo ello enmarcado en un compromiso internacional que España ha firmado. En este terreno tan delicado, un programa revisionista no parece fácil de trazar. Habrá que decidir qué mostrar, qué retirar, cómo comisariar, cómo hablar de la relación de las antiguas metrópolis con las colonias y cómo dar voz a una memoria sin archivo. En este sentido, hemos asistido ya a una primera, y quizá algo tibia, incursión, en este caso en el Museo Thyssen y su exposición a propósito de la memoria colonial en sus colecciones.

Entre tanto, hemos leído manifestaciones encaminadas a relativizar y aminorar el pasado colonial, que desatienden las humillaciones, los métodos coercitivos, las masacres, torturas y los crímenes infligidos a los colonizados. He recordado entonces las palabras de algunos pensadores, a quienes conviene traer a colación. Así, en 1961, Frantz Fanon escribía en su obra Los condenados de la tierra: “El bienestar y el progreso de Europa han sido construidos con el sudor y los cadáveres de los negros, los indios y los amarillos. Hemos decidido no olvidarlo”. Pocos años antes, su maestro, Aimé Césaire, en su Discurso sobre el colonialismo, afirmaba: “Si citásemos a Europa ante el tribunal de la razón y la conciencia, no podría justificarse. Europa”, continúa, “permite matar en Indochina, torturar en Madagascar, encarcelar en África y causar estragos en Antillas”. Por eso Europa es, dice, indefendible, moral y espiritualmente. Incluso arriesga más Césaire, y sostiene que, en el fondo, lo que el burgués del siglo XX no le perdona a Hitler no es exactamente el crimen en sí que su maquinaria realizó, sino el crimen contra el hombre blanco; no es la humillación en sí misma, sino el haber aplicado en Europa procedimientos colonialistas, que hasta entonces solo concernían a los árabes de Argelia o a los negros de África. La tesis es fuerte, porque está afirmando la existencia de Auschwitz antes de Auschwitz, lo que desplaza una de las heridas europeas más profundas y paradigmáticas, del lugar escogido del acontecimiento único a una mera versión más de la brutalidad humana, y, en consecuencia, que el nazismo no es una anomalía de la política occidental, sino una continuación de la expansión colonial moderna, europea, que utiliza sobre ella misma los métodos usados siempre contra el mundo no europeo, inveterados en ese lado oscuro de la modernidad que es la colonialidad.

Eduardo Galeano nos recuerda que, cuando Namibia conquistó la independencia en 1990, se siguió llamando Göring la principal avenida de su capital, pero no por Hermann, el célebre jefe nazi, sino en homenaje a su padre Heinrich, que fue uno de los autores del primer genocidio del siglo XX. Fue entonces, continúa, cuando por primera vez se pronunció la palabra Konzentrationslager, que ya entonces era el lugar donde se combinaba el encierro, el trabajo forzado y la experimentación científica, esta última en manos entonces de los maestros de Mengele.

Fanon y Césaire son pensadores. Y no son europeos y no son blancos, sino negros y de la Martinica. A partir de ellos, el pensamiento decolonial toma la palabra y con ello aparece la exigencia no solo de denunciar los procedimientos colonialistas, sino la de hablar desde un cuerpo y un lugar distintos al hegemónico. La palabra de la filosofía fue desde los orígenes blanca, masculina y europea, y pensó siempre sobre y a partir de sí misma. Cuando Descartes pronuncia su celebérrima sentencia “pienso, luego existo”, está hablando desde y para una razón abstracta y universal, que no contempla las diferencias. Por eso, debiera sustituirse por la fórmula “pienso donde existo”, un donde que señale que no es lo mismo pensar en un cuerpo mujer, o un cuerpo negro, o un cuerpo trans, o pensar desde América Latina, desde África, desde Europa o desde las fronteras. La filosofía, el pensamiento, debe ser por eso una geocorpofilosofía, un pensamiento descentralizado, un paradigma otro. Por mucho que se quiera establecer, no hay un grado cero de la epistemología: el conocimiento no puede ser objetivo, neutro ni universal, porque inevitablemente el pensamiento posee una geografía de carne. La ontología debe quebrarse en ontologías otras, periféricas, mestizas, raciales, lo que significa que en el pensamiento debe operarse un desplazamiento y una desterritorialización.

No es Europa lo que está en juego, sino el eurocentrismo. Tenemos la oportunidad de, en palabras de Enrique Dussel, trazar una geopolítica del conocimiento. La revisión que se ha iniciado ahora está en ese camino, pero debe ser cuidadosa para no repetir la soberanía centroeuropea. Debe ir más allá del mero buenismo europeo, posibilitar pensar desde fuera de palacio y ser una verdadera praxis. La tarea no es sencilla, y no solo por la gestión y la logística al respecto, sino porque ahonda además en un problema filosófico importante: el de la consideración del otro, el del tratamiento de la otredad, y, pegado a ello, el de cómo mostrarla, cómo dar la voz a ese otro sin hablar por él. Aurora Freijo es escritora y filósofa.








[ARCHIVO DEL BLOG] Desde mi ateísmo sui generis. [Publicada el 08/09/2006]











No es cierto que los teólogos se estén quedando solos con el miedo. A pesar de que lo diga una fuente tan autorizada como la Asociación de Teólogos Juan XXIII, a través de un artículo que se publica El País de hoy, y que reproduzco más adelante, firmado por Juan G. Bedoya. 
Desde mi ateísmo "sui generis", no militante -aunque tomándolo prestado de Santiago Carrillo, yo prefiero decir que “soy ateo, gracias a Dios”-, pienso que la teología, la ciencia de dios, es fundamental a la hora establecer el derecho a la libertad de conciencia de los creyentes y a relacionarse con su “creador” como mejor consideren. Los teólogos tienen la obligación moral de denunciar la tergiversación que las iglesias -todas, sin excepción, pero unas más que otras- han hecho del mensaje cristiano, y ello, a pesar de la intransigencia de unas jerarquías de pensamiento trasnochado, de la persecución y de las condenas morales de que son objeto, y de la indiferencia de la mayor parte de los llamados creyentes, que en realidad no tienen el menor interés en profundizar y comprender aquello en lo que dicen creer.
Les dejo ya con el artículo de Bedoya, “Los teólogos nos hemos quedado sólo con el miedo”, El País, 09/09/2006: El Congreso de la Asociación Juan XXIII lamenta que los obispos se opongan por sistema a todas las revoluciones científicas. "Hay mucho miedo en la Iglesia, concretamente en la española. Miedo para pensar, para hablar, para escribir, tanto más fuerte cuanto quienes lo llevan dentro son menos conscientes de ello. La consecuencia es el bloqueo de la teología, que ha pasado a ser un pensamiento marginal. Lo que decimos los sacerdotes, los obispos, los teólogos interesa cada día menos y a menos gente”. Así habló José María Castillo ante el XXVI Congreso de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, reunido para hablar de Cristianismo y bioética. Castillo, jesuita granadino de 77 años, ha enseñado teología en las mejores universidades católicas, como la Gregoriana de Roma y la Pontificia de Comillas en Madrid, pero lleva años en el punto de mira de los censores eclesiásticos.
La Conferencia Episcopal acaba de prohibir la publicación del último libro de Castillo, que hace dos décadas ya tuvo que abandonar por mandato de sus superiores la docencia en la Facultad de Teología de Granada. Desde entonces -como Hans Küng en Alemania, José María Diez-Alegría en Roma, Juan José Tamayo en Madrid, y tantos otros- es un profesor de teología por libre o en facultades laicas, con lo que eso significa en la Iglesia católica. Castillo lo ha recordado en el congreso que la Asociación Juan XXIII celebra en la sede del sindicato Comisiones Obreras, en Madrid, porque la Conferencia Episcopal tiene prohibido a las congregaciones religiosas que cedan sus locales.
“La teología ha sido con demasiada frecuencia, un pensamiento cautivo”, opinó Castillo antes de señalar la consecuencia de esa rigidez eclesiástica: el que la teología es hoy “una instancia extra-científica”. Añadió: “No es exagerado decir que la libertad en la Iglesia y el diálogo de la Iglesia con la sociedad se ven hoy seriamente amenazados, sobre todo en España, donde el control sobre el pensamiento teológico es, seguramente, más fuerte que en otros países. De ahí se ha seguido el creciente empobrecimiento de la teología católica en las últimas décadas. Pasó la gran generación de teólogos que hicieron el concilio Vaticano II. Y no ha habido el necesario relevo. Nos hemos quedado sólo con una cosa: el miedo”.
El secretario general de la Asociación Juan XXIII, Juan José Tamayo, profesor de teología en la Universidad Carlos III de Madrid y también censurado por la romana Congregación para la Doctrina de la Fe, es aún más crítico. “Históricamente la jerarquía católica se ha opuesto por sistema a todas las revoluciones: las científicas, las filosóficas, las culturales, las políticas, las sociales. Ahora se opone a la revolución biogenética, condenando los avances que contribuyen al bienestar de los seres humanos”.
El objetivo del Congreso de Teología, este fin de semana, es, en palabras de Tamayo, “reconstruir los puentes de diálogo y comunicación entre bioética y cristianismo que la jerarquía ha destruido durante los últimos años, y especialmente en la primavera de 2006 con el documento Teología y secularización en España”, que se mueve en lo que el papa Benedicto XVI, en declaraciones a la Radio Vaticana, el 13 de agosto pasado, llamó “los rígidos No” del cristianismo. El Papa lamentó que esa sea la imagen que se transmite con tanto “cúmulo de prohibiciones”.
“Creo que se debería corregir la imagen según la cual sembramos en torno a nuestros rígidos No”, dijo el Papa ese día, con apelaciones a volver a las “opciones positivas”. En cambio, la jerarquía española se mueve “en el paradigma de las prohibiciones, de las obligaciones, de la represión, con ausencia total de misericordia”, según Tamayo.
“Su lenguaje es el de la condena y de los noes: no a los métodos contraceptivos, a la masturbación, a las prácticas homosexuales, que califica de pecados graves contra la sexualidad y coloca al mismo nivel que la fornicación y a las actividades pornográficas. No al matrimonio homosexual, al divorcio, a la interrupción voluntaria del embarazo, a la eutanasia, a la reproducción asistida, a la investigación con células madre con fines terapéutico. Por doquier ven los obispos españoles un clima pansexualista y una mentalidad hedonista propia, dicen, de la cultura de la muerte. No ofrecen atisbo de esperanza, ni reconocen los avances producidos en la conciencia individual y en la responsabilidad personal”, añade.
Según la Asociación Juan XXIII, en la reflexión de los cristianos sobre las cuestiones de bioética, “la escucha de la ciencia y la atención a las nuevas investigaciones son el acto primero; el juicio moral viene después, y debe hacerse no en función de principios inamovibles formulados en el pasado, sino en función de la dimensión humanizadora y liberadora de los avances científicos”. Es el objetivo que se ha marcado este congreso, en el que Justa Montero, de la Red Mundial de Mujeres por los derechos reproductivos, disertó ayer sobre manipulación genética, aborto y células madre embrionarias, y donde se ha abordado ya el problema de la eutanasia, desde dos ópticas: la del famoso teólogo redentorista Marciano Vidal, y la del médico Fernando Marín, presidente de la asociación Derecho a Morir Dignamente. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt











El poema de cada día. Hoy, Aquel verano de mi juventud, de Francisco Brines (1932-2021)








AQUEL VERANO DE MI JUVENTUD


¿Y qué es lo que quedó de aquel viejo verano

en las costas de Grecia?

¿Qué resta en mí del único verano de mi vida?

Si pudiera elegir de todo lo vivido

algún lugar, y el tiempo que lo ata,

su milagrosa compañía me arrastra allí,

en donde ser feliz era la natural razón de estar con vida.

Perdura la experiencia, como un cuarto cerrado de la infancia;

no queda ya el recuerdo de días sucesivos

en esta sucesión mediocre de los años.

Hoy vivo esta carencia,

y apuro del engaño algún rescate

que me permita aún mirar el mundo

con amor necesario;

y así saberme digno del sueño de la vida.

De cuanto fue ventura, de aquel sitio de dicha,

saqueo avaramente

siempre una misma imagen:

sus cabellos movidos por el aire,

y la mirada fija dentro del mar.

Tan sólo ese momento indiferente.

Sellada en él, la vida.


Francisco Brines (1932-2021).

Poeta español









Las viñetas de hoy martes, 13 de agosto de 2024

 














lunes, 12 de agosto de 2024

De las entradas del blog de hoy lunes, 12 de agosto

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz lunes. La negativa a reconocer a los magistrados su papel nodal en nuestro sistema jurídico-político, dice en la primera de las entradas del blog de hoy el jurista José Antonio Solozábal, se debe esencialmente a la deficiente comprensión de nuestra Constitución, pero sin lugar a dudas, la influencia de los jueces no hará más que crecer, como ya fue anticipado por Tocqueville. En la segunda de ellas, del 25 de diciembre de 2019, el escritor Miguel-Anxo Murado recordaba con cariño aquellos tiempos en que su padre le llevaba a buscar el musgo para el belén. La tercera va hoy del poeta italiano Cesare Pavese y reproduce su poema Sueño. Y para terminar, como siempre también, las viñetas de humor la prensa del día.  Espero que todas ellas les resulten interesantes. Y ahora, como decía Sócrates, nos vamos. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico; al menos inténtenlo. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com