miércoles, 15 de abril de 2020

[LORCA EN SU JARDÍN] Hoy, con Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las Flores




Fotograma de una representación de "Doña Rosita la soltera"


Federico García Lorca (1898-1936) fue un poeta, dramaturgo y prosista español, conocido por su destreza en muchas otras artes. Adscrito a la generación del 27, fue el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo xx. Como dramaturgo se le considera una de las cimas del teatro español de ese mismo siglo, junto a Valle-Inclán y Buero Vallejo. Murió asesinado un mes después del golpe de Estado que dio origen a la Guerra Civil civil española.

Concluidas las entradas dedicadas a Miguel de Cervantes y Benito Pérez Galdós, durante los próximos meses voy a ir subiendo al blog, en la medida de lo posible, toda la extensa obra teatral, poetica y narrativa de ese otro genio de la literatura en español que fue Federico García Lorca. Espero que la disfruten.

Y continúo hoy la tarea con la obra teatral Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores, que pueden leer en este enlace, en la edición electrónica de textos.info.  También pueden verla en este vídeo, en una representación de 2013 de la compañía alicantina Amarión.

Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores, escrita en 1935, es la última obra estrenada en vida de Lorca, el 13 de diciembre de 1935, en el Principal Palace de Barcelona, con la compañía de Margarita Xirgu. Con ella crea un nuevo ciclo dramático, separándose de las tragedias rurales (Bodas de sangre, Yerma), que continuaría (de haber seguido viviendo) con Los sueños de mi prima Aurelia y Las monjas de Granada. La obra se divide en tres actos, en los que se narra, haciendo resaltar el paso del tiempo, la promesa de matrimonio de una provinciana, doña Rosita, con su primo.

Una pareja de novios ha de separarse porque el novio va a emigrar a Argentina, pero antes de separarse se prometen amor eterno a pesar de la distancia que ha de separarles y el tiempo que deben estar sin verse. El tiempo pasa, pero Rosita sigue esperándole, ya que periódicamente va recibiendo las cartas de amor que éste le manda. Un día recibe una carta donde le propone en matrimonio, pero a través de unos poderes que él le mandará, sin estar él presente. Esa carta nunca llega pero el novio continúa escribiendo. En el último acto, muerto el tío de Rosita, ella le confiesa al ama de su casa que ya sabía que su primo se había casado con una argentina y vivía en Tucumán, que alguien se lo había dicho, sin embargo ella seguía esperando las cartas de amor que su primo le seguía enviando, con la misma ilusión que el primer día.

Según algunos datos aportados por el diario granadino Granada Hoy, García Lorca, construyó la trama de “Doña Rosita la soltera” inspirado en la vida de su prima Clotilde García Picossi, que mantuvo una relación amorosa con su primo hermano Máximo Delgado García,​ que después de casarse con otra mujer en la provincia argentina de Tucumán, seguía enviando correspondencia a Clotilde para hacerle saber que algún día regresaría y se casaría con ella.

Desde el punto de vista del propio Lorca, esta emotiva historia que está considerada como una de las obras maestras del ámbito teatral del siglo XX y aún despierta el interés de millones de personas alrededor del mundo, no es más que la representación de “la vida mansa por fuera y requemada por dentro de una doncella granadina que, poco a poco, va convirtiéndose en esa cosa grotesca y conmovedora que es una solterona en España”.​





Monumento a Lorca en Madrid



La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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[SONRÍA, POR FAVOR] Es miércoles, 15 de abril





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...




















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martes, 14 de abril de 2020

[A VUELAPLUMA] La plaga



Dibuo de Nicolás Aznárez para El País


Esta plaga sin rostro parece amenazar con absorber todo nuestro ser. Pero, cuando pase, es posible que una nueva conciencia de la brevedad y la fragilidad de la vida empuje a la gente a cambiar sus prioridades, comenta en el A vuelapluma de hoy martes [Un mismo tejido humano infeccioso. El País, 12/4/2020] el escitor israelí David Grossman.

"Esta plaga es más grande que nosotros -comienza diciendo Grossman-. Más poderosa que cualquier otro enemigo de carne y hueso que hayamos imaginado o visto en el cine. De vez en cuando se abre paso hasta nuestro corazón la aterradora idea de que esta vez, quizá, vamos a perder la guerra. El mundo entero. Como cuando la “gripe española”. Enseguida descartamos la idea, porque no es posible. ¡Estamos en el siglo XXI! Somos seres avanzados, informatizados, dotados de armas y medios de destrucción infinitos, protegidos por antibióticos, inmunizados. Sin embargo, esta plaga nos dice que las reglas del juego son diferentes, tan diferentes que, de hecho, no hay reglas. Contamos con miedo, cada hora, los enfermos y los muertos en todo el mundo. Y el enemigo no da señales de cansancio en su labor de cosecha y utilización de nuestros cuerpos para multiplicarse.

Esta plaga sin rostro, violenta y desoladora parece amenazar con absorber todo nuestro ser, de pronto tan frágil e impotente. Y ni siquiera las innumerables cosas que se han dicho en los últimos meses han logrado hacerla un poco más comprensible y predecible.

“Una plaga no está hecha a la medida del hombre; por eso nos decimos a nosotros mismos que no es más que una pesadilla, un mal sueño que pasará”, escribió Albert Camus en su novela La peste. “Pero no siempre pasa, y, de mal sueño en mal sueño, son los hombres los que fallecen... Creían que todavía todo era posible para ellos; lo cual daba por supuesto que las plagas eran imposibles... ¿Cómo iban a pensar en algo como la peste, que suprime el porvenir?”.

Ya sabemos que hay cierto porcentaje de la población que se infectará con el virus. Cierto porcentaje morirá. En Estados Unidos se habla de un millón de fallecidos. La muerte se ha vuelto muy tangible. Quienes pueden, se reprimen. Pero los que tienen una imaginación muy activa —como yo, por ejemplo, así que lean esto con una dosis de escepticismo— se entregan a hipótesis que se multiplican tan deprisa como la tasa de infección. Cada vez que me encuentro con gente, me planteo sus posibilidades en la ruleta de la epidemia. Y mi vida sin esa persona. Y su vida sin mí. Cualquier conversación podría ser la última.

El círculo se cierra cada vez más. Al principio nos dijeron que “cerraban los cielos” (qué expresión). Luego cerraron los amados cafés, los teatros, los campos de deportes, los museos. Las guarderías, las escuelas, las universidades. Una tras otra, la humanidad apaga sus linternas.

De pronto, en nuestra vida ha irrumpido una catástrofe de dimensiones bíblicas. Todo el mundo participa en este drama. Nadie se queda fuera. Nadie tiene un papel menor. En una matanza tan masiva, los muertos no son más que números, anónimos y sin rostro. Pero, cuando miramos a nuestros seres queridos, sentimos que cada persona es una cultura entera, infinita, cuya desaparición eliminaría del mundo a alguien insustituible. La singularidad de cada uno grita desde dentro y, así como el amor nos hace distinguir a una persona de todas las demás, ahora es la conciencia de la muerte la que lo hace.

Y bendito sea el humor, la mejor forma de soportar todo esto. Cuando podemos reírnos del coronavirus, en realidad estamos diciendo que todavía no estamos del todo paralizados. Que todavía podemos movernos y hacerle frente. Que seguimos combatiéndolo y que no somos solo víctimas indefensas (somos víctimas indefensas, pero hemos inventado una manera de evitar el horror de saberlo e incluso divertirnos con ello).

Para muchos, la plaga puede acabar siendo el acontecimiento más trascendental de sus vidas. Cuando todo pase y la gente salga de sus hogares después del largo encierro, quizá se articulen nuevas y sorprendentes posibilidades. A lo mejor la tangibilidad de la muerte y el milagro de haber escapado a ella constituirán una sacudida. Muchos perderán a sus seres queridos. Muchos se quedarán sin trabajo, sin ingresos, sin dignidad. Pero también es posible que algunos no quieran regresar a sus vidas anteriores. Que algunos —los que puedan, claro— dejen el trabajo que los asfixió durante años. Algunos decidirán abandonar a su familia. Separarse de sus parejas. Traer un hijo al mundo o todo lo contrario. Otros saldrán del armario (de cualquier tipo de armario). Unos empezarán a creer en Dios. Otros, creyentes, apostatarán. Tal vez la conciencia de la brevedad y la fragilidad de la vida incitará a la gente a establecer otras prioridades. A separar con más ahínco el trigo de la paja. A comprender que el tiempo, y no el dinero, es el recurso más preciado.

Habrá quienes por primera vez duden sobre decisiones tomadas, opciones ignoradas y concesiones hechas. Sobre los amores que no se atrevieron a sentir. Sobre las vidas que no se atrevieron a vivir. Hombres y mujeres se preguntarán por qué arruinaron sus vidas con relaciones que las llenaron de miseria. A otros, de pronto sus opiniones políticas les parecerán equivocadas, basadas exclusivamente en miedos o valores que se han desintegrado durante la epidemia. Quizá algunos desconfiarán de por qué su nación ha luchado durante generaciones y ha creído que la guerra es un mandato divino. Tal vez esta experiencia tan difícil haga que la gente aborrezca los nacionalismos, por ejemplo, y todo lo que subraya la separación, el extranjero, el odio y la trinchera. Algunos se preguntarán quizá, por primera vez, por qué los israelíes y los palestinos siguen batallando entre sí, arruinando sus vidas desde hace más de mil años en una guerra que podría haberse resuelto hace mucho.

El mismo hecho de ejercer la imaginación desde las honduras de la desesperación y el miedo posee su propia fuerza. La imaginación no solo ve las fatalidades, sino que también hace que nuestra mente sea libre. En tiempos de parálisis, la imaginación es como un ancla que arrojamos hacia el futuro, para que tire de nosotros hacia él. La capacidad de concebir una situación mejor significa que aún no hemos dejado que la plaga y la desolación se apoderen de todo nuestro ser. Por eso podemos esperar que quizá, cuando termine la epidemia y llegue la curación, la humanidad se inunde de un espíritu diferente, de sosiego y frescura. Quizá veamos en la gente, por ejemplo, señales de inocencia sin un atisbo de cinismo. Quizá la dulzura se convierta en moneda corriente. Tal vez comprenderemos que la pandemia asesina nos ha dado la oportunidad de liberarnos de capas de grasa y sucia codicia. De ideas espesas y sin criterio. De una abundancia que se ha vuelto exceso y ya ha empezado a ahogarnos.

Es posible que la gente mire los perversos resultados de la sociedad de la abundancia y el exceso y sienta náuseas. Quizá se dé cuenta ingenuamente de que es terrible que haya personas tan ricas y personas tan pobres, que un mundo tan rico y rebosante no ofrezca igualdad de oportunidades a todos los que nacen. Estamos descubriendo que todos formamos un mismo tejido humano infeccioso. Lo que es bueno para cada uno es bueno para todos. Lo que es bueno para el planeta es bueno para nosotros, nuestro bienestar, nuestro aire limpio y el futuro de nuestros hijos.

Y tal vez los medios de comunicación, que tanto ayudan a escribir el relato de nuestra vida y nuestra época, se pregunten también con sinceridad cuánto han contribuido al sentimiento de náusea general en el que estábamos sumidos antes de la plaga. Por qué teníamos la sensación de que algunas personas nos manipulaban mientras esos medios nos contaban nuestra trágica y complicada historia de forma grosera y cínica. No hablo de la prensa seria, sino de los “medios de masas”, que hace mucho pasaron de ser medios para las masas a ser medios que convierten a la gente en una masa.

¿Será verdad algo de todo esto? ¿Quién sabe? Y, aunque sea verdad, me temo que pronto se desvanecerá y todo volverá a ser como era antes de la epidemia, antes del diluvio. Es difícil saber lo que vamos a vivir hasta entonces. Pero haremos bien en seguir haciendo preguntas, a modo de medicina, hasta que se encuentre una vacuna".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 





La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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[ARCHIVO DEL BLOG] Una pequeña dosis de "Real politic". Publicada el 11 de octubre de 2009



El presidente de los EE.UU., Barack Obama


La mayoría de los gobiernos europeos no cree en la Unión Europea ni en sus instituciones. La mayoría de los papas, cardenales y obispos tampoco cree en Dios, a lo sumo, en la iglesia (Hans Küng, dixit, creo que con razón), pero ambos (gobiernos y clérigos) simulan creer en lo que no creen y tienden sus manos a la Unión y a Dios, respectivamente, a la hora de pedir... Yo, desde luego, en Dios no creo; en la Unión Europea y sus instituciones, sí, y así me va. Es un problema eso de la credulidad. Uno parece tonto, cuando no lo es; o se pasa de listo, y parece tonto...

Dejo los juegos de palabras para recomendarles, si no lo han hecho ya, la lectura del artículo del profesor Timothy Garton Ash en El País de ayer sábado. Se titula "Obama y Europa", y les aseguro que no tiene desperdicio. Nunca viene mal una pequeña ducha de "realismo". A los optimistas impenitentes como un servidor, les ayuda a reflexionar, profundizar en sus ideas, embridar los ánimos, y seguir luchando para conseguir lo que se pueda. Por ejemplo, evitar por todos los medios que el próximo presidente del Consejo Europeo sea ese impresentable euroescéptico, por no insultarle, de Tony Blair.

El profesor Garton Ash es británico, catedrático de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford (Gran Bretaña), en la que ocupa la cátedra "Isaiah Berlin" del St. Antony´s College, y profesor de la Hoover Institution de la Universidad de Stanford (EE.UU.) y comienza el artículo citado con un juego de palabras, una paradoja, mucho más interesante que el mío que dice así: "El premio Nobel de la Paz Barack Obama es el presidente más europeo que ha tenido nunca Estados Unidos. El premio Nobel de la Paz Barack Obama es el presidente menos europeo que ha tenido nunca Estados Unidos", para luego ir desgranando una a una las razones por las cuales Europa ya no es una realidad estratégica para los Estados Unidos, discursos y comunicados diplomáticos aparte, a la que miran y observan a partes iguales con respeto y desprecio, para concluir que los europeos quizá sigamos pensando que Obama es "uno de los nuestros", y en un sentido lo es, pero en otro no; y, desde luego, no va a hacer nuestro trabajo. Si los europeos queremos aclararnos las ideas, debemos aclararnos las ideas. Si no lo hacemos, Estados Unidos seguirá tratando con nosotros tal como somos, no como pretendemos ser.

Bueno, por lo menos ahora, sabemos donde estamos... ¿Se conforman ustedes con eso? ¿Prefieren ser cabeza de ratón a cola de león? Yo no, desde luego. Sigo creyendo en Europa, en la Unión, en sus instituciones y en los europeos. Y un primer objetivo es lograr que Tony Blair no la presida, por muy honorífico que sea el cargo, porque no se lo merece, porque no cree en la Unión. HArendt



El profesor Timothy Garton Ash


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[SONRÍA, POR FAVOR] Es martes, 14 de abril




El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...



















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lunes, 13 de abril de 2020

[A VUELAPLUMA] Gritos, no susurros



Enfermera de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid. Europa Press


No queremos la salud para volver a enfangarnos en formas de vivir que solo son formas de producir y reducen nuestros cuerpos a carne de enfermedad y pasto de adicciones, comenta [Cuidadoras. El País, 6/4/2020] en el primer A vuelapluma de la semana la escritora Marta Sanz. 

"Sin pelo no hay alegría y, sin salud, no hay prosperidad ni hostias -comienza diciendo Marta Sanz-. Resultaba bastante imprevisible que un bicho atacase nuestro obtuso sistema inmunitario para frenar nuestras inercias en seco y aletargarnos igual que las hadas buenas de La bella durmiente dejan grogui a todo un reino para fingir que el tiempo no pasa amortiguando así la percepción del horror. Tenía que llegar este bicho para que comenzáramos a formularnos preguntas filosóficas, sociológicas, económicas, pertinentes. Hacía falta que un virus nos tatuara en la piel la entropía, las ventajas ecológicas de la desaparición de la especie humana y la imposibilidad de controlarlo todo. Un virus, con incorrectísima violencia educativa, nos abre las puertas de la razón o el tercer ojo —Lobsang Rampa nos hizo daño— a la certeza de que nuestros mayores problemas universales, según fuentes publicitarias, no son ni estreñimiento ni neurosis.

No obstante, igual que sin salud de poco sirven lápiz, martillo o aguja, también es cierto que los sistemas económicos inhumanos, orientados por la brújula de la desigualdad y el acaparamiento de objetos brillantes en el nido de la urraca, nos convierten en personas workahólicas, enfermas, medicadas: ni siquiera nos permitimos elogiar la pereza en pleno confinamiento y buscamos hiperactivamente recursos para no dejar de producir imagen, marca, promesas de futuro. El integrismo capitalista mina la salud y nos destruye: primero a los individuos vulnerables, expuestos a la intemperie, luego a todos los demás. Por eso, cuando observo cómo la derecha planetaria intenta hacer política a medio plazo esgrimiendo el hambre que pasarán autónomos y autónomas, o exaltando las buenas acciones de las empresas privadas frente a la inoperancia de un sector público al que se ha precarizado durante décadas quirúrgica y minuciosamente; cuando veo cómo se alarman ante las orejas del lobo de hipotéticas nacionalizaciones mientras vuelven a elogiar la beneficencia que baña de bondad a los reyes midas, los futbolistas con boca de hierro y otros deportistas, que también durante décadas no tributaron en este país, y después organizan fundaciones solidarias porque la pasta les sale por las orejas —de lobo con piel de corderito—; cuando me percato de esa malversación de los fondos del sentido común, se me dilatan las pupilas y, como los animales —cisnes, oseznos, jabalíes—, tomo la calle para gritar que no queremos la salud para volver a enfangarnos en formas de vivir que solo son formas de producir y reducen nuestros cuerpos a carne de enfermedad y pasto de adicciones. Tenemos que decidir qué echamos de menos y qué de más. No incurrir en los mismos errores. A primeros de abril, Naomi Klein, autora de La doctrina del ‘shock’, concedía una entrevista a El Salto: “La gente habla sobre cuándo se volverá a la normalidad, pero la normalidad era la crisis”. Se impone la idea del cuidado no solo a escala doméstica, sino a una escala pública y estatal. Cuidados que nos salven de la crueldad de los mercados, la vida a crédito, la lengua fuera, y de la amnesia europea respecto a uno de sus principios comunitarios fundadores: el concepto de solidaridad forzada que en Alemania o en Holanda confunden con rescates flojitos. Dios y diosa aprietan y, en este caso, además ahogan".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 





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[DESDE LA RAE] Hoy, con el académico Mario Vargas Llosa



El académico Mario Vargas Llosa en su toma de posesión



La Real Academia Española se creó en Madrid en 1713 por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. En sus primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. El 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. La RAE ha tenido un total de 483 académicos de número desde su fundación. 

A esta sección del blog iré subiendo periódicamente una breve semblanza de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española. 

Continúo hoy la semblanza de los actuales y pasados miembros de la RAE con la del académico Mario Vargas Llosa Mario Vargas Llosa, nacido en Arequipa (Perú), el 28 de marzo de 1936. Elegido el 24 de marzo de 1994, tomó posesión de la silla "L" el día 15 de enero de 1996 con el discurso titulado Las discretas ficciones de Azorín, al que respondió, en nombre de la corporación, Camilo José Cela.

Vargas Llosa estudió Letras y Derecho  en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima. En la Universidad Complutense de Madrid obtuvo, en 1971, el doctorado en Filosofía y Letras con una tesis dirigida por el académico Alonso Zamora Vicente, trabajo que luego se publicó bajo el título García Márquez: historia de un deicidio (1971). Ha sido profesor visitante en distintas universidades de Gran Bretaña, Estados Unidos, Puerto Rico, Alemania y España, y presidente del Pen Club Internacional (1976-1979). Es miembro de la Academia Peruana de la Lengua desde 1975.

Con doble nacionalidad desde 1993 —peruana y española—, Vargas Llosa recibió en 2010 el Premio Nobel de Literatura con un «Elogio de la lectura y la ficción». También ha sido distinguido con el Premio Rómulo Gallegos (1967), el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1986), el Premio Planeta (1993), el Premio Cervantes (1994) y el premio iberoamericano Libertad Cortes de Cádiz (2014). En su juventud colaboró como articulista en distintos medios de comunicación, tanto en Perú como en Francia y otros países, actividad que ha continuado hasta hoy. Su columna Piedra de toque se publica quincenalmente en el diario El País.

Novelista, ensayista y dramaturgo, es autor de una extensa bibliografía iniciada en 1959 con el libro de relatos Los jefes. Su reconocimiento como escritor se produjo tras la aparición en Barcelona de La ciudad y los perros (1962), por la que obtuvo, ese mismo año, el Premio Biblioteca Breve y posteriormente el Premio de la Crítica (1964). La obra fue reeditada en 2012, con motivo del cincuentenario de su publicación, en la colección de ediciones conmemorativas de la RAE y la ASALE. A este título le siguieron, entre otros, La casa verde (1965), Conversación en la Catedral (1969), Pantaleón y las visitadoras (1973), La guerra del fin del mundo (1981), Lituma en los Andes (1993), La fiesta del Chivo (2003), Travesuras de la niña mala (2006) y El sueño del celta (2010). Algunas de estas novelas han sido llevadas al cine: La ciudad y los perros, Pantaleón y las visitadoras y La fiesta del Chivo. Las obras completas de Mario Vargas Llosa han sido editadas en España, en once volúmenes, por Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores.




Real Academia Española, Madrid



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