sábado, 26 de octubre de 2019

[SONRÍA, POR FAVOR] Es sábado, 26 de octubre




El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...





La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






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viernes, 25 de octubre de 2019

[A VUELAPLUMA] Activistas de sofá



Fotograma de "Years and years"


A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de las autoras, sobre todo autoras -algo que estoy seguro habrán advertidos los asiduos lectores de Desde el trópico de Cáncer- cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. Ellas tienen, sin duda, mucho que decirnos. Les dejo con el A vuelapluma de hoy. 

"Imposible no acordarme de la sensación que me causó El planeta de los simios, -comenta la escritora Elvira Lindo-. Fue tan impactante como el descubrimiento de la muerte a los cinco años. Era, si cabe, un hallazgo más perturbador: de pronto, los adolescentes vislumbrábamos la posibilidad de que una civilización, la nuestra, pudiera estar abocada a un trágico final. Ahí estaba, surgiendo de la arena de la playa, esa antorcha de la Estatua de la Libertad que Charlton Heston observaba estremecido. Los adultos contenían el aliento; a los jóvenes nos provocaba una sacudida mental. Fue mi bautismo en el género distópico. Luego ya llegaron las lecturas clásicas, H. G. Wells y Orwell. La ciencia ficción, y, en concreto, ese derivado que es la literatura de la anticipación, ha contribuido a que los lectores o los espectadores pudiéramos imaginar un futuro en el que la capacidad destructiva del ser humano hubiera borrado la huella de nuestra existencia en el planeta reduciéndola a meros fósiles. Cada vez que hemos estado sometidos a una crisis, la literatura o el cine han reaccionado activando la idea de hecatombes planetarias. La crisis del petróleo, la amenaza nuclear o el cambio climático han producido obras de gran altura como El incidente, Hijos de los hombres, Inteligencia artificial o The Road,por poner algunos ejemplos memorables, pero también se ha rendido a las exigencias comerciales de la cultura pop transformando un género que algo tiene de función social en un despliegue fabuloso de efectos especiales encaminado al consumo masivo. La excusa de lo apocalíptico alimenta a menudo historias de irreflexivo entretenimiento, a veces muy ridículas por la proliferación abrumadora de catástrofes espectaculares.

En esta época en la que cunde el pesimismo, por razones que confirma la comunidad científica, el género del desastre inminente está viviendo un gran momento. Es indudable que El cuento de la criada despertó muchas conciencias. Aunque curiosamente la idea de Atwood estuviera inspirada por los regímenes totalitarios de los años ochenta en el este de Europa, la ficción obró el milagro y los lectores (lectoras mayoritariamente) actualizaron esta distopía casi treinta años después, ya que cuadraba a la perfección con los miedos del presente: el deterioro ambiental, la amenaza totalitaria, la baja natalidad y el uso de las mujeres como meros sujetos reproductivos. La coincidencia de la nueva corriente feminista y el despertar de la conciencia ecológica confluyeron para que la novela, vista ahora en televisión, se convirtiera en una bandera a favor de la igualdad que enarbolaron mujeres muy jóvenes.

Vemos también la inglesa Years and Years, que anticipa un futuro inmediato, cuyo aliento sentimos ya en la nuca, en el que habrá cundido el caos, la guerra, el racismo de los que sienten sus privilegios amenazados y la huida de los desarrapados de lugares de conflicto o contaminados medioambientalmente; al mismo tiempo, seguimos, expectantes y alucinados, el deterioro de la vieja democracia británica, su insensato descenso a un negro porvenir. El presente está dando mucha tarea a los guionistas, que se han convertido en los traductores de situaciones que nos resultan difíciles de comprender, protagonizadas por líderes brutales, temerarios. Pero mi temor es que nos engolfemos en lo distópico, que nos refugiemos, fatalistas y aturdidos, en la placidez del sofá, y enganchados a argumentos bien escritos y magníficamente interpretados, consideremos que nuestro activismo empieza y termina en ver una serie y recomendarla en las redes. Y es que esa conversión de la distopía en el género del momento, su arrasador atractivo popular, puede provocar, paradójicamente, una indeseable desmovilización".






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[NUESTRA EUROPA] Una política sin complejos



Parlamento europeo, Estrasburgo


"La Unión Europea está nerviosa -escribe el periodista de Le Soir, especializado en temas económicos, Dominique Berns-. Acaba de salir de 10 años de crisis y crecimiento larvado y ya está afrontando una desaceleración económica. Los europeos observan, asombrados, la disputa comercial entre Washington y Pekín y la frecuencia con la que cambia de opinión el inquilino de la Casa Blanca. Y lo ven como un problema. Lógico. Todo lo que puede obstaculizar el crecimiento del comercio internacional se percibe desde este lado del Atlántico como una amenaza casi existencial, que se añade a la perspectiva de un Brexit sin acuerdo y de elecciones anticipadas en Italia, que pueden dar plenos poderes a la Liga y a su líder, Matteo Salvini.

Nos gusta detestar a Trump, entre otras cosas, porque no tiene ningún respeto a sus aliados europeos. Hace planear la amenaza de los aranceles a los coches alemanes y ya ha advertido que su Administración consideraría la flexibilización de la política monetaria europea, prevista a partir de septiembre, como un intento de manipular el tipo de cambio del euro. 

Casi parece que olvidamos que tenemos en común los mismos motivos de queja contra China: las subvenciones a las empresas y la estrategia de dumping, las transferencias de tecnologías impuestas a las empresas occidentales, la negativa a abrir los mercados públicos... Pero, por más que la UE califique a China de “rival estratégico”, no está claro que eso cambie nada.

Queda bien oponer el multilateralismo europeo al “proteccionismo” del presidente estadounidense. Pura retórica. Lo que pasa es que nosotros no tenemos medios para aplicar el método Trump.

¿Quiere eso decir que, frente a China, la UE no tiene más remedio que perseguir el diálogo constructivo en marcha desde hace 20 años, pero que ha dado escasos resultados, muy alejados de la reciprocidad que reclaman los europeos?

No nos engañemos: Pekín ha jugado con inteligencia, aprovechando la globalización comercial para acelerar su desarrollo económico y tecnológico. Y cuesta creer que los europeos puedan convencer a China de que abandone un modelo económico que le ha ido tan bien.

Por su parte, el método Trump, el de la coacción, no parece tampoco más eficaz. Aunque la situación actual pueda recordar a la Guerra Fría, China se ha hecho demasiado fuerte para acabar excluida, como acabó la URSS hace 30 años.

No vamos a ser tan ingenuos como para creer que la imposición de aranceles basta para revitalizar la industria estadounidense, tal como promete Trump a sus electores del Cinturón Oxidado.

Para la UE, atrapada entre una China que airea abiertamente su poderío y los Estados Unidos de Donald Trump, la firma de tratados de libre comercio a diestro y siniestro no constituye una solución estratégica creíble. Al contrario, la Unión debe plantearse la relevancia de su propio modelo económico.

En primer lugar, porque la ralentización de las transacciones internacionales es anterior a los conflictos comerciales de los dos últimos años. Esta tendencia denota, según un estudio reciente del Banco de Pagos Internacionales, una “disminución de las cadenas de valor”. ¿Pero será duradera? Probablemente. En la duda, más vale suponer que sí. En otras palabras: que, incluso aunque Washington y Pekín acordasen rápidamente un armisticio, habría pocas probabilidades de asistir a un nuevo auge del comercio mundial.

Sobre todo, los europeos deben reconocer que, para garantizar la futura prosperidad del Viejo Continente, el eje de la política económica no debe ser la reducción de los déficits presupuestarios ni la flexibilización del mercado de trabajo, sino la renovación industrial.

Las políticas de devaluación interna condenan a Europa a un crecimiento débil durante mucho tiempo y a una mayor dependencia respecto al resto del mundo. Y, si no se ofrecen perspectivas a las empresas europeas, estas no invertirán aquí, sino que irán a buscar el crecimiento en otras partes del mundo.

Lo que necesita Europa es una política industrial ambiciosa y sin complejos, que aúne el apoyo a la investigación y el desarrollo, la preferencia en los mercados públicos, la fiscalidad y, en caso necesario, la protección comercial o el accionariado público.

No se trata de emprender una guerra, ni contra Estados Unidos ni contra China, sino de dotarnos de los medios necesarios para asegurar nuestra independencia económica, tecnológica y política y, de esa forma, defender y promover nuestros valores. Si no lo hacemos, la Unión se hundirá inexorablemente en la insignificancia. Y en Viejo Continente, en la dependencia".



La Victoria de Samotracia, Museo del Louvre, París



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[SONRÍA, POR FAVOR] Es viernes, 25 de octubre





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...




















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jueves, 24 de octubre de 2019

[A VUELAPLUMA] Susto o muerte



Fotografía de Pixabay



A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de las autoras, sobre todo autoras -algo que estoy seguro habrán advertidos los asiduos lectores de Desde el trópico de Cáncer- cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. Ellas tienen, sin duda, mucho que decirnos. Les dejo con el A vuelapluma de hoy.

"Mis padres nos hicieron a sus hijos la putada de morirse pronto y rápido -comenta la escritora y periodista, Luz Sánchez-Mellado-. Él, a los 67 recién cumplidos, tras seis meses uncido a una bombona de oxígeno por una fibrosis que le redujo los pulmones a esparto. Ella, a un mes de cumplir los 71, al año de que un cáncer empezara a devorarla justo por donde nos ovuló a los cuatro. En tales trances los hermanos no tuvimos ni que pensar en cómo cuidar hasta la muerte a quienes se desvivieron por cuidarnos. La enfermedad los quitó de enmedio antes de que fuera preciso. No tuvimos que limpiarles las heces, ni velarles el sueño, ni darles de comer a cucharilla como nos dieron ellos de niños. A cambio, cuando se fueron, se me secó el corazón como los bronquios de él y los ovarios de ella. El dolor me hizo egoísta, insensible, mezquina. Los 67 años de mi padre y los 70 de mi madre se convirtieron en mi vara de medir la edad a la que era justo o injusto morirse. Creía, aunque no lo decía, que un padre o madre que falleciera más tarde ya había vivido más que los míos, así que ya podían los suyos conformarse con su suerte. Daba asco, ya digo.

Ha pasado tiempo y los padres de mis amigos que aún viven van para abajo. Escucho a sus hijos hablar de sus cuitas. De rehipotecar el piso para pagar la residencia. De que estos horarios de mierda no nos dejan ni cuidar de nuestros mayores. De roces entre hermanos por quién apechuga más o menos. De la angustia de ver derrumbarse los pilares de tu vida, de que no te reconozca quien eligió tu nombre, de ver a los soles de tu infancia mutar en la sombra de lo que fueron. Hay quien no lo dice pero piensa que, al morirse tan pronto y rápido, más que una putada, mis padres nos hicieron el último favor de sus vidas. No les culpo. El dolor te hace egoísta. A mí la primera. Porque cuando pienso en mis viejos añoro lo que nos perdimos sus hijos y sus nietos más que lo que se perdieron ellos. Nunca estamos contentos".






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[ARCHIVO DE BLOG] Eluana (Publicada el 11 de febrero de 2009)



Eluana Englaro


Pensaba escribir un dolorido artículo sobre Eluana Englaro, la joven italiana fallecida el pasado día 9 después de 17 años en estado de coma. Pensaba escribir también sobre la hipocresía de que hace gala la jerarquía católica italiana y el monarca absoluto del estado teocrático y totalitario más antiguo de la historia de la humanidad. Pensaba escribir, finalmente, sobre el cinismo de ese bufón impresentable, ateo, mafioso, golfo y desvergonzado individuo que preside el Consejo de Ministros de la República italiana... Pero mejor, lo dejo. Como dice el viejo refrán castellano, "el mayor desprecio es no hacer aprecio"; ni siquiera para insultar... Descansa en paz, Eluana. Como decían tus antepasados, "Sit tibi terra levis" (Que la tierra te sea leve).

Les dejo con la lectura de sendos artículos que en El País de hoy escriben sobre este suceso la profesora de Filosofía Moral y Política de la Universidad de Barcelona, Margarita Boladeras, y el corresponsal de dicho diario en Roma, Miguel Mora. HArendt



El papa Benedicto XVI


Eluana: derechos frente a despotismo, por Margarita Boladeras
Catedrática de Filosofía Moral y Política en la Universidad de Barcelona
(El País, 11/02/09)

Berlusconi y la Iglesia se han aliado para violar tanto los deseos de una paciente y su familia como las decisiones de los tribunales italianos. Querían mantener indefinidamente un estado vegetativo irreversible.

El día 9 de febrero, a las 20.10 horas, murió en la clínica La Quiete, de Udine, Eluana Englaro, la italiana de 38 años que estaba en estado vegetativo irreversible desde 1992, cuando sufrió un accidente de tráfico. Esta dramática situación ha llegado al extremo de la mayor injusticia y crueldad por la actuación de algunos médicos y fiscales, así como por un Gobierno que ha desafiado los derechos de los ciudadanos y las sentencias judiciales, para proclamarse protector de los dogmas de una Iglesia, hasta el punto de intentar legislar de forma inconstitucional. El pulso entre el Gobierno italiano y los jueces ha alcanzado niveles tan grotescos como dolorosos para la sociedad de aquel país.
Durante los últimos 11 años, el padre de Eluana venía reclamando el derecho de su hija a rechazar un tratamiento médico que no podía aportar ninguna mejora y que era fútil. En estas situaciones aparece el poder actual de la medicina y sus flaquezas: puede mantener la vida vegetativa de una persona durante años, algo impensable en otras épocas, pero es incapaz de restablecer la vida psíquica y personal, y algunos grupos confesionales se resisten a admitir que la obstinación terapéutica es mala praxis médica.

Ella no podía hablar, pero su familia sabía que no hubiera querido permanecer en esta situación. Como tutor, el padre podía reivindicar la voluntad de Eluana y tomar la decisión de interrumpir la hidratación y la alimentación artificial, pero las denuncias de médicos y fiscales lo impidieron. Once años de pleitos y debate público; todo lo contrario del respeto a la intimidad y a la autonomía personal.

Por fin, en 2007, los jueces determinaron que Beppino Englaro, como tutor, tenía el derecho de aceptar o rechazar los tratamientos propuestos, a pesar de que "actualmente hay una carencia legislativa que proporcione las indicaciones en casos de petición de suspensión de tratamientos médicos por parte de los tutores de personas en coma y sin esperanzas de mejoría" (Tribunal de Apelación de Milán). En 2008, la Audiencia de Milán falló a favor de la interrupción de la hidratación y la alimentación artificial.

Cuando parecía que se habían aclarado las cuestiones fundamentales del caso, es decir, que, por el principio ético y constitucional de respeto a su autonomía y a su dignidad, toda persona tiene el derecho de aceptar o rechazar los tratamientos médicos que se le proponen -por sí misma si es capaz y, si no lo es, a través de su representante legal-, la fiscalía de nuevo recurrió la sentencia porque consideraba que no se había comprobado con suficiente objetividad la irreversibilidad del estado vegetativo persistente. En noviembre de 2008, el Tribunal Supremo italiano zanjó esta cuestión, amparando la petición de la familia Englaro.

En lugar de permitir un desenlace discreto, respetando la intimidad y el dolor de estas personas, una vez más los políticos de la derecha manipuladora y despótica entraron a saco, instrumentalizando el caso y masacrando los sentimientos y las convicciones más personales de la familia Englaro y de todos los que piensan como ellos, en aras de la defensa de una forma de entender la vida que no tiene respaldo constitucional ni ético racional. Han llegado a prohibir las actuaciones autorizadas por los jueces en los centros sanitarios públicos y a amenazar a los posibles colaboradores. Muchos hemos contemplado estupefactos, indignados y tristes cómo se tergiversan los hechos y los argumentos para imponer el control del Gobierno sobre el dominio de la vida y de la muerte, en contra de los derechos ciudadanos.

El punto culminante de las medidas del Gobierno de Berlusconi ha sido su intento de promulgar una ley para prohibir la muerte de Eluana, y ello no ha creado más que confusión, crispación y temor. ¡Hasta el presidente de la República Italiana la ha calificado de inconstitucional! No podía ser de otra manera, pues la judicatura había aclarado suficientemente las cuestiones de principios fundamentales. Giorgio Napolitano ha declarado: "El monopolio de la solidaridad y la autoridad moral no es patrimonio de nadie. Tampoco el fin de la vida".

Esta apuesta tan decidida del Gobierno italiano de Berlusconi indica la dureza que están dispuestos a emplear los que se oponen a la ética racional. Hace siglos que el poder político y el dogma religioso se apoyan para tener el dominio de la vida y la muerte de las personas. Dicen que defienden la vida humana, pero no respetan los derechos humanos ni la legislación europea sobre el derecho a la autonomía del paciente y el consentimiento informado.

El señor Englaro ha manifestado: "Espero que su historia sirva para que la gente entienda que la medicina debe pensar mil veces antes de crear situaciones que no existen en la naturaleza. Eso es de locos. La vida es vida, la muerte es muerte. Blanco o negro. Las personas vivas son capaces de entender y decidir por sí mismas. Yo he pedido por caridad que dejen morir a mi hija Eluana. La condena a vivir sin límites es peor que la condena a muerte. En la familia, los tres habíamos dejado clara nuestra posición. Lo hablamos muchas veces. Vida, muerte, libertad, dignidad. Somos tres purasangre de la libertad. No necesitamos escuchar letanías. Ni culturales, ni religiosas, ni políticas".

Esta libertad que reclama la familia Englaro es lo que el actual Gobierno paternalista y demagógico de Italia no está dispuesto a tolerar. Quiere mantener la vida vegetativa irreversible pero no respeta la integridad de la vida física, psíquica y moral, ni la dignidad de cada persona de acuerdo con sus convicciones.

¿Cuántos años necesitará Italia para tener una legislación acorde con los derechos fundamentales de las personas en este ámbito, que impida las intromisiones partidistas y sectarias?

En España la situación es clara para los casos de interrupción del tratamiento médico. La Ley 41/2002, de 14 de noviembre, Básica Reguladora de la Autonomía del Paciente, reconoce el derecho de los pacientes y de sus tutores a solicitar la interrupción de un tratamiento médico. Inmaculada Echevarría, de Granada, se acogió a esta norma; el dictamen que elaboró la Comisión Permanente del Consejo Consultivo de Andalucía reconoció que "el ordenamiento aplicable permite que cualquier paciente que padezca una enfermedad irreversible y mortal pueda tomar una decisión como la que ha adoptado doña I. E. [...] Se trata de una petición amparada por el derecho a rehusar el tratamiento y su derecho a vivir dignamente". El fin de Inmaculada, igual que el de Eluana, no debe calificarse de eutanasia, sino de suspensión de un tratamiento médico.

Con todo, nuestro país también ha sufrido la irresponsabilidad política en casos tan graves como el de Leganés, que ha tenido consecuencias negativas en la administración de la sedación terminal a los enfermos y en la seguridad de los profesionales que deben tratarlos.

Queda mucho trabajo que hacer para lograr claridad de ideas en todos los que tienen responsabilidades en estas cuestiones y en las personas en general. El debate público es importante y debería ayudarnos a superar la manipulación que algunos sectores pretenden. La preservación del verdadero sentido de la vida y de la dignidad humanas dependen de ello, así como la evitación de mucho sufrimiento innecesario.




El presidente del Gobierno italiano, Silvio Berlusconi


Italia después de Eluana. El padre que ganó al Papa y a Berlusconi, por Miguel Mora. Corresponsal en Roma
(El País, 11/02/09)

Gobierno y Vaticano se aliaron por el 'caso Eluana' - Su progenitor, héroe de los laicos, es tachado de "asesino".

Para el Vaticano y el Gobierno de Silvio Berlusconi, Beppino Englaro es un "verdugo" y un "asesino". Lo reiteraron ayer en sus primeras páginas el periódico de la Santa Sede, Avvenire, y el de la familia de Berlusconi, Il Giornale. Si creemos a los que le conocen, y a muchos ciudadanos, compatriotas o no, Englaro es el verdadero Cavaliere, un referente laico, un ejemplo cívico, el padre que cualquier hijo desearía tener. ¿Cómo se explica esa divergencia de opiniones?

La historia empieza el 18 de enero de 1992. Eluana Englaro tiene 21 años y sale con unos amigos. Sus padres le han dejado su BMW. Al volver a casa, encuentra hielo en la carretera. El coche hace un trompo. Se parte el cráneo y la segunda vértebra cervical. Queda paralizada, su cerebro se desprende de la corteza. No siente dolor, no se mueve. Pero respira. Le hacen una traqueotomía antes de que sus padres lleguen al hospital. Vive, o al menos es un simulacro de vida. El padre ruega que la dejen morir. Los médicos, que no pueden.

Un año después, diagnóstico definitivo: estado vegetativo permanente, deberá ser alimentada con sonda. En 1994, las monjas misericordinas le dan una habitación en el hospital Beato Luigi Talamoni. Eluana había nacido allí. Y allí iba a permanecer, inconsciente, hasta este 6 de febrero.

Beppino Englaro es un tipo cabal y determinado, alto y enjuto, de perfil afilado. Cuando Eluana vivía, dirigía una pequeña empresa de moquetas y suelos de linóleo. Desde hace 11 años, ha dedicado su vida a defender la dignidad de su hija. Su derecho a morir. El precio ha sido altísimo. El lunes, mientras hablaba con este periódico por móvil, sonó el fijo de su casa. Englaro respondió "grazie, grazie" y colgó. Era una de las varias llamadas diarias que le tachan de asesino.

Ayer, Englaro viajó hasta Udine con escolta policial para ver por última vez a su hija. Eluana será incinerada y enterrada en Paluzza, provincia de Udine, el pueblo natal de Beppino, junto a su abuelo paterno. Sin funeral.

Mientras la campaña de desinformación sigue lanzando basura contra los médicos y la familia, el fiscal de Trieste dijo que no ve "el menor indicio de delito en la muerte de Englaro". Una periodista de la RAI, Marinella Chirico, que entró en la habitación de Eluana el domingo con permiso del padre, contó que verla fue una "experiencia devastadora". El padre habría podido enseñar una foto actual de su hija para callar bocas. No lo ha hecho.

Italia, entretanto, se ha fracturado en dos y se ha convertido en escenario de odio y manipulación. "Con la instrumentalización de una tragedia nacional y familiar", escribió ayer Ezio Mauro, director de La Repubblica, "y los ecos oscuros de quien intenta transformar la muerte en política, empieza la fase más peligrosa de nuestra historia reciente".

Los Englaro han ganado su batalla legal. Pero ellos y el país han sufrido un coste enorme. La aspiración de civilización, su fe en el Estado laico, su espíritu de libertad han sido ultrajados, en lo que Anna Finocchiaro, la senadora del PD, ha llamado "los chacales de la política". Italia ha tardado 11 años en hablar sobre el fin de la muerte. Fue en 1998, ante el abandono en que se encontraba, cuando Englaro pidió ayuda por primera vez al Estado. Tras las primeras sentencias contrarias, 1999 y 2003, se remitió a los políticos. Hasta ahora, doce gobiernos distintos habían mirado a otro lado, negándose a legislar.

¿La razón? El Vaticano se oponía, el centro izquierda era incapaz de llegar a una posición común, la derecha prefería resolver el asunto por debajo de la mesa.

Mientras eso sucedía, los jueces hacían el trabajo de la política. En julio de 2008, Apelación dice que se puede suspender la alimentación de un paciente si su estado es irreversible y se constata su voluntad. Derecho a morir. La avanzada Constitución italiana es la base de la sentencia. La Iglesia tiembla. Hay 2.000 personas alimentadas así en Italia.

En enero de 2008 ha caído el Gobierno Prodi. Claro, que eso tampoco garantiza nada: Berlusconi es un divorciado, poco de fiar, ni siquiera puede comulgar, su mujer confesó un aborto terapéutico en el extranjero. La Iglesia coloca en la secretaría de Estado de Sanidad a uno de los suyos, Eugenia Roccella, integrista provida. Ella moverá los hilos bajo la mirada del ministro, Maurizio Sacconi, ex socialista, laico en su juventud, ahora gente de orden.

El Parlamento se moviliza por fin el verano pasado. Plantea un conflicto de competencias al Constitucional, y éste determina que la magistratura, y no el legislativo, debe solucionar el caso. La fiscalía recurre. Las "togas rojas" siguen dando la razón a la familia. En Italia y en Estrasburgo. El 13 de noviembre de 2008, el Supremo confirma que Eluana puede morir. El 22 de diciembre, la Corte Europea rechaza el recurso de las asociaciones católicas. "Por fin será libre", dice su padre.

Arde Troya. El Papa lanza a sus mejores hombres a la arena. Porta a Porta, el programa de la RAI, abre sus salones a los cardenales. Hace reportajes sobre comas reversibles. Dice que Englaro mata a su hija basándose en una voluntad presunta. El 68% que apoyaba a la familia en 1999 baja al 55% en un mes.

La propaganda es fácil: dejar de alimentar a Eluana es un asesinato, todos los que estén a favor militan en la cultura de la muerte. Juego sucio, censura, insultos, demagogia, invocaciones desde el palacio de San Pedro... Vale todo.

Llega el momento. En el Senado se votan las enmiendas a la Ley de Seguridad de Roberto Maroni, ministro de la Liga Norte, socio clave de la mayoría. La Iglesia ha dicho que es una ley xenófoba. Buen momento para mostrar las uñas. Siete diputados católicos de la derecha votan con la oposición y tumban la enmienda. No es decisivo, porque la ley debe ir todavía a la cámara. Es una oferta.

En dos días, Berlusconi aprueba la ofensiva final. El cardenal Tarcisio Bertone, recién llegado de su periplo por la España socialista, se pone al mando. Roccella lanza el decreto salva Eluana. Berlusconi aprueba el texto pese a que el presidente napolitano sostiene que es inconstitucional. La Curia transmite su "desilusión" con el jefe del Estado... italiano.

Un simple vendedor de moquetas ha puesto en jaque con su laicismo y su fe en la legalidad a los poderes fuertes. "No comprenden la legalidad a la luz del sol", dice a este diario el domingo. "La Iglesia no puede imponerme sus valores". Casi todos los medios silencian el titular: "Una condena a vivir sin límites es peor que una condena a muerte".

El lunes, alcanza su trágico objetivo. Su única hija, su "esplendor", como la llamaba, se apaga a las 19.35, en pleno debate del proyecto de ley que prepara el Senado para intentar salvarla. Su médico, Amato de Monte, da a Englaro la noticia: "Tua bambina", le dice.

Su bambina tenía once años cuando sus padres le reprendieron. Ella se encaró y les dijo: "¿Y vosotros qué tenéis que ver con mi vida?". Durante 6.233 días, esa rebelde nata vivió atada a una sonda. Hace hoy 80 años justos, Italia y el Vaticano se separaron en dos Estados. Ahora, los chacales han unido otra vez sus destinos. La pobre Eluana ha escapado a tiempo. La pobre Italia deberá convivir con ellos.



Beppino Englaro



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