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lunes, 1 de julio de 2019

[DESDE LA RAE] Hoy, con el académico Luis Mateo Díez







La Real Academia Española se creó en Madrid en 1713 por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. La RAE ha tenido un total de 483 académicos de número desde su fundación. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no están representadas —ni lo han estado en el pasado— en los sillones de la institución: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y. 

En esta sección del blog, que espero tengo un largo recorrido, voy a ir subiendo periódicamente una breve semblanza de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes, hasta llegar a la de su fundador, don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española. 

Continúo hoy la semblanza de los actuales y pasados miembros de la RAE con la del académico Luis Mateo Díez, nacido en Villablino (Castilla y León), el 21 de septiembre de 1942. Elegido el 22 de junio de 2000, tomó posesión de la silla académica "I" el 20 de mayo de 2001 con el discurso titulado La mano del sueño. Consideraciones sobre el arte narrativo, la imaginación y la memoria al que respondió en nombre de la corporación el académico Manuel Seco.

Licenciado en Derecho y funcionario jubilado del Ayuntamiento de Madrid, colaboró entre 1963 y 1968 en la revista poética Claraboya. Con la trilogía formada por El espíritu del páramo, La ruina del cielo y El oscurecer, creó su propio territorio imaginario: el reino de Celama, metáfora rural y «ventana a lo más hondo y misterioso del corazón humano». Celama saltó de los libros a los escenarios con una adaptación teatral, representada en varios festivales internacionales, que obtuvo el Premio Rivas Cherif de la Asociación de Directores Teatrales (2005). En 2000 Luis Mateo Díez fue distinguido con el Premio Leonés del Año y en 2014 fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad de León.

Traducida a distintas lenguas, su obra literaria ha sido objeto de tesis doctorales en universidades españolas, europeas y americanas. Entre los galardones que ha recibido figuran el Premio Café Gijón por Apócrifo del clavel y la espina (1972), el Premio Ignacio Aldecoa por Cenizas (1976), el Premio Nacional de Narrativa (1987 y 2000) por La fuente de la edad y La ruina del cielo —con las que obtuvo también el Premio de la Crítica—, el Premio Castilla y León de las Letras (2000), el Premio de la Crítica de Castilla y León por Los frutos de la niebla (2009) y el Premio Francisco Umbral por La cabeza en llamas (2012). Ha publicado sus novelas cortas reunidas en un solo volumen titulado Fábulas del sentimiento. En 2013 donó a la Biblioteca Nacional de España varios manuscritos de novelas y apuntes preparatorios. En 2014 llegó a las librerías La soledad de los perdidos y en 2015 apareció su obra Los desayunos del Café Borenes.

Algunas narraciones de Luis Mateo Díez han sido adaptadas al cine, como el cuento Los grajos del sochantre, recreado en la película de José María Martín Sarmiento El filandón, o la novela La fuente de la edad, rodada por Julio Sánchez Valdés para Televisión Española.

El 22 de diciembre de 2015 fue galardonado con el Premio de Literatura de la Comunidad de Madrid. En octubre de 2016 la Universidad de Alcalá de Henares y la Saint Louis University de Madrid le dedicaron a José María Merino y a Luis Mateo Díez el congreso internacional «El arte de contar». En marzo de 2017 publicó Vicisitudes, presentada el 6 de abril en Madrid. Su última novela, El hijo de las cosas, apareció en febrero de 2018. Fue tesorero de la Junta de Gobierno de la Real Academia entre 2002 y 2009.



Luis Mateo Díez en su toma de posesión académica



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



HArendt






Entrada núm. 5032
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jueves, 20 de junio de 2019

[ARCHIVO DEL BLOG - 2008] Eufemismos




Viñeta de Forges


El Diccionario de la Real Academia Española define "eufemismo" (del lat. euphemismus, y este del gr. εὐφημισμός) como manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante. El lenguaje está lleno de eufemismos, pero el lenguaje de los políticos no es que esté lleno de ellos, es que no saben hablar de otra manera... Eso, los que saben -que son minoría-, porque la mayoría, simplemente, confunden la velocidad con el tocino y los miembros con las miembras... Perdone, señora ministra, la reiteración. Le prometo que es la última vez...

Delicioso el reportaje de Javier Rodríguez Marcos en El País de hoy sobre los eufemismos en el lenguaje. Merece la pena leerlo con detenimiento. Y disfrutarlo...



Escudo de la Real Academia Española


"En español se dice crisis", por Javier Rodríguez Marcos

El Gobierno "desacelera", el PP acoge "distintas sensibilidades" y Juan José Ibarretxe se pone positivo con su "derecho a decidir". La cosmética se extiende en política para disfrazar la realidad

Vivimos en el tiempo del maquillaje. El Gobierno llama desaceleración a lo que la humanidad vive como crisis, y el PP no ve más que distintas sensibilidades donde todo el mundo ve tendencias enfrentadas. Detrás de cada eufemismo hay un tabú indeseable y, por tanto, impronunciable. El lenguaje de la política siempre ha estado lleno de unos y de otros, como si las palabras pudieran neutralizar la realidad que se niegan a nombrar.

El pesimismo no crea puestos de trabajo. Está por ver que los cree el optimismo. El vocabulario político trata siempre de mostrar el vaso medio lleno, pero en los últimos años el ambiente se ha llenado de sintagmas de buen ver como conducciones de agua, soluciones habitacionales o derecho a decidir. Por no hablar de clásicos como impuesto revolucionario o regulación de empleo. La cosmética verbal se extiende.

Los lingüistas definen tabú como la palabra que un hablante evita por motivos religiosos, supersticiosos o sociales. Pero la venenosa realidad tiene un antídoto, el eufemismo (del griego eu -bien- y pheme -modo de hablar-). En su clásico Diccionario de Términos Filológicos (recién reeditado por Gredos), Fernando Lázaro Carreter proponía varias causas para explicar su uso: el deseo de adaptarse a una circunstancia en la que la palabra resultaría plebeya (cabello por pelo, seno por pecho); el ennoblecimiento de la persona (profesor por músico); la cortesía (que resulta en fórmulas de "dudoso gusto" como "su señora" por "su mujer"); o la necesidad de atenuar una evocación penosa. Esta última causa ha modificado términos supuestamente negativos y ha originado la inflación de vocabulario políticamente correcto: el ciego es invidente, el inválido, minusválido o discapacitado. Sin olvidar que Barack Obama puede ser para unos negro y para otros, afroamericano. Y para casi nadie, mulato, palabra en desuso en tiempos poco dados al matiz.

El eufemismo, con todo, no es más que uno de los muchos medios de la lengua para renovarse. De algunos ni siquiera recordamos que lo son y que tienen origen en un tabú. Igual que nadie repara en el ojo de la aguja o en los dientes de la sierra como las metáforas (gastadas) que son, casi nadie es consciente de que, por ejemplo, para nombrar la mano izquierda el castellano usó una forma vasca (ezker) para orillar las connotaciones "siniestras" derivadas del término latino "sinister". Su pareja "dexter" no tuvo problemas para evolucionar a "derecha". Hasta no hace tanto, a los zurdos les tocó padecer una superstición que supuestamente se remonta al mal augurio que suponía que las aves volasen a nuestra izquierda o al hecho de que Judas fuese zurdo. Y pelirrojo, algo que también generó desvaríos supersticiosos. Como decía el clásico, el lenguaje no se inventa, se hereda.

"El eufemismo es un mecanismo imprescindible, no una anomalía", subraya José Antonio Pascual, miembro de la Real Academia Española y experto en lexicografía. "Sirve para limar las asperezas de la lengua. Sólo hay que ver cómo ha evolucionado el lenguaje escatológico. Cuando se reguló la eliminación de aguas fecales, en las casas se le reservó el nombre del mejor espacio, el retrete, literalmente, lo más retirado. Decir papel higiénico, por ejemplo, es muy poco preciso, pero se trata de evitar la grosería. Todos agradecemos que nos saluden en el ascensor".

De hecho, al académico le preocupa más el disfemismo, que busca el efecto contrario al eufemismo eligiendo la expresión más ruda. El eufemismo, recuerda Pascual, es un mecanismo similar al que hizo que cambiara el color de los uniformes de la policía nacional. Los grises del franquismo mudaron de color durante la transición para vestir de marrón. Y cuando se convirtieron, según la expresión popular, en maderos, pasaron a hacerlo de azul. "La policía ha perdido muchas de las connotaciones que tenía. Ya no da miedo a nadie... salvo en Coslada", concluye el catedrático de Lengua.

Con todo, el propio Pascual advierte de que los eufemismos son como las tijeras. Su bondad depende del uso que se les dé: "Si los usas de forma inmoral, en lugar de facilitar la comunicación aumentas la confusión". Es lo que suele pasar en el juego político, donde un exceso puede rozar la manipulación: "Las palabras tienen un halo connotativo muy fuerte. Por eso el Gobierno abandonó la palabra trasvase, que se había cargado de negatividad". Antes de que la lluvia lo hiciera innecesario, éste recibió toda una colección de denominaciones con más meandros que el Ebro destinadas a negar la evidencia: desde captación-transferencia-traslado-aportación puntual de agua hasta conducción de caudales, pasando por interconexión temporal de cuencas hídricas o conexión de sistemas dentro de la misma demarcación hidrográfica.

Solucionado el abastecimiento de Barcelona, el otro gran tabú gubernamental es la palabra crisis, oficialmente desaceleración (aunque por momentos se nos conceda que acelerada). En 2000, el actual presidente de la agencia Efe, Álex Grijelmo, publicó La seducción de las palabras (Taurus), un libro sobre la manipulación lingüística en el que se analiza cómo funciona un término tan caro a los tecnócratas y tan extraño al común de los hablantes, que nunca desaceleran; como mucho, frenan. "El prefijo negativo des", explica Grijelmo, "se hace acompañar aquí del término positivo acelera, en otro ejemplo de contradicción seductora, alterando la percepción del concepto para embaucar a los electores. Así, creemos que la economía llevaba una marcha positiva muy acelerada, y que por eso no importa que pierda velocidad". Efectivamente, la combinación de prefijo negativo y término positivo es todo un clásico en la construcción de eufemismos: los que antes eran pobres ahora son desfavorecidos, y los libros que antes estaban agotados ahora aparecen como no disponibles.

Se atribuye a Talleyrand la ocurrencia de que el lenguaje le ha sido dado al hombre para que pueda ocultar el pensamiento, una idea que retrata tanto al hábil político (y ex obispo) de la Francia posrevolucionaria como a los de su gremio. En la política, en efecto, el eufemismo es moneda corriente. Se trata de un campo en el que "el encubrimiento siempre ha existido. Su máxima expresión sería la diplomacia, claro", apunta Antonio Elorza. Aunque tradicionalmente ese encubrimiento surgía más del pragmatismo que de la voluntad de engañar, el catedrático de Ciencia Política de la Universidad Complutense señala que el siglo XX asistió al perfeccionamiento de las técnicas de persuasión por el creciente peso en la política de la mercadotecnia y la propaganda. Y esa perfección tiene un nombre: Joseph Paul Goebbels, ministro de Instrucción Pública y Propaganda de Hitler y autor de aquella famosa frase según la cual una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. Para Elorza, "el eufemismo como deformación consciente y sistemática proviene, sí, de los lenguajes totalitarios". Las dictaduras, en efecto, han dado perlas como la democracia orgánica de Franco o la República Democrática de Alemania del régimen comunista germano. Sin olvidar que el nombre oficial de la actual Junta Militar birmana es Consejo de Estado para la Paz y el Desarrollo. Al lado de la cruda realidad, la ficción inventada por George Orwell en su novela 1984 parece puro costumbrismo, por mucho que en la neolengua del régimen del Gran Hermano el Ministerio del Amor sea el encargado de mantener el orden (por los medios que sea) o el Ministerio de la Paz se dedique a los asuntos de la guerra. ¿Pero qué es eso comparado con llamar a un genocidio solución final o limpieza étnica?

Con todo, en democracia también se narcotiza a la población con un lenguaje "que dulcifica la realidad". Es lo que sostiene la filóloga y periodista Irene Lozano, autora de El saqueo de la imaginación (Debate), un ensayo subtitulado Cómo estamos perdiendo el sentido de las palabras. Lozano recuerda cómo a los reclusos de Guantánamo se les niegan sus derechos como presos de guerra considerándolos "combatientes enemigos ilegales", y habla de un personaje inquietante, Franz Luntz, consultor de los republicanos estadounidenses, que, entre otras cosas, recomendó evitar la palabra capitalismo. Para sustituirla nacieron "libre empresa" y "economía de mercado".

Con su consolidación, el eufemismo político llega a convertirse en seña de identidad. Términos como Estado español por España o Euskal Herria por Euskadi (y viceversa) identifican inmediatamente a quien los utiliza. "El gran problema", abunda Elorza, "es que se te escapa violencia por terrorismo e impuesto revolucionario por extorsión. Acabas metido en un bosque semántico". Para el profesor donostiarra, el nacionalismo es especialmente dado a la "traslación de significados". La última gran propuesta del lehendakari Ibarretxe se llama consulta y no referéndum, y lo que plantea no es la autodeterminación, sino el derecho a decidir. "¿Y quién no admite el derecho a decidir?", se pregunta Elorza. "El Gobierno vasco no puede hablar de independencia porque sabe que la quiere una minoría de la población, pero el derecho a decidir suena tan positivo que no se discute. Lo mismo sucede con la expresión 'sentirse cómodo', tan usada por los nacionalistas catalanes. En el fondo oculta la bilateralidad, es decir, Estado confederal, no federal".

Así las cosas, ¿cómo puede un eufemismo dejar de parecerlo? ¿Cuándo se integra en la lengua sin antecedentes penales? Elorza señala a la prensa como principal vía de limpieza. También ayuda, en el caso del lenguaje nacionalista, que sea asumido por un partido que no lo sea: "Es lo que hizo el PSOE al hablar de diálogo con ETA, algo que en política no existe". Según Elorza, el partido socialista es muy dado a los eufemismos. El PP, casi nada: "Prefiere la hipérbole". La cuestión de los eufemismos, tan pegados al poder, recuerda a la advertencia del descreído Humpty Dumpty de Alicia: "La cuestión no es saber qué significan las palabras, la cuestión es saber quién manda".

¿Perpetuo es siempre? El pasado 26 de mayo, Juan José Cortés, el padre de Mari Luz, la niña presuntamente asesinada por un pederasta reincidente, fue recibido en La Moncloa por José Luis Rodríguez Zapatero. Cortés explicó a la salida la propuesta que había llevado al presidente del Gobierno: que los pederastas cumplan cadena perpetua. Preguntado por la inconstitucionalidad de la medida, añadió: "Si no es perpetua, habrá que buscar otro nombre".Días después, Enrique López López, portavoz del Consejo General del Poder Judicial, propuso "prisión permanente". Y añadió "revisable" para bajar la temperatura de un adjetivo (perpetua, permanente) en el que sus promotores desembocan después de un razonamiento que lo hace indispensable: los pederastas no tienen cura y para ellos no sirve la reinserción que la Constitución predica como fin de las penas "privativas de libertad" (otro eufemismo). Pero si la solución es la cadena perpetua, el hecho de que sea "revisable" contradice la premisa que la hizo imprescindible: la imposibilidad de reinsertar a un pederasta. Y vuelta a la casilla de salida.

Eufemismos de uso común: Daños colaterales: Víctimas civiles.Servicio de inteligencia: Espionaje.Reajuste de precios: Subida de precios.Regulación de empleo: Reducción de plantilla, despidos.Desfavorecidos: Pobres.Desempleado: ParadoFaltar a la verdad: Mentir.Tráfico de influencias: Soborno.Centro penitenciario: Cárcel.Interno: PresoLucha armada: TerrorismoRealidad nacional: Nación.Interrupción del embarazo: Aborto.Residuos sólidos urbanos: BasuraTercera edad: VejezCaptación / aportación puntual de agua: Trasvase.Transferencia / traslado de agua: Trasvase.Desaceleración: CrisisLimpieza étnica: GenocidioCombatientes enemigos ilegales: Presos de guerra.Unilateralismo: Imperialismo.Economía de mercado:Capitalismo.País en vías de desarrollo: País pobre.Impuesto revolucionario: Extorsión.Violencia: TerrorismoDerecho a decidir: Autodeterminación.

Lo que dice la RAE: Crisis: Escasez, carestía (sexta acepción). Situación dificultosa o complicada (séptima). Desaceleración: Acción y efecto de desacelerar. Consulta: a) Acción y efecto de consultar (primera acepción). Parecer o dictamen que por escrito o de palabra se pide o se da acerca de algo (segunda acepción); b) Referéndum:Procedimiento jurídico por el que se someten al voto popular leyes o actos administrativos cuya ratificación por el pueblo se propone (primera acepción). (El País, 20/06/08).




Viñeta de Erlich 



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





HArendt




Entrada núm. 4996
Publicada originariamente el 20/6/2008
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viernes, 7 de junio de 2019

[DESDE LA RAE] Hoy, con el académico Juan Mayorga





La Real Academia Española se creó en Madrid en 1713 por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. La RAE ha tenido un total de 483 académicos de número desde su fundación. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no están representadas —ni lo han estado en el pasado— en los sillones de la institución: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y. 

En esta sección del blog, que espero tengo un largo recorrido, voy a ir subiendo periódicamente una breve semblanza de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes, hasta llegar a la de su fundador, don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española. Continúo hoy la semblanza de los actuales y pasados miembros de la RAE con la del académico Juan Mayorga (1965). Elegido el 12 de abril de 2018, tomó posesión de la silla "M" de la Academia el 19 de mayo de 2019 con el discurso titulado Silencio, al que respondió en nombre de la corporación la académica Clara Janés.

Juan Mayorga es dramaturgo y director de la Cátedra de Artes Escénicas y del Máster en Creación Teatral de la Universidad Carlos III de Madrid. Es también académico de número de la Real Academia de Doctores de España, socio de honor de la Real Sociedad Matemática Española y miembro del Comité Científico de la Biblioteca Nacional de España. Se licenció en Filosofía en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y en Matemáticas en la Universidad Autónoma de Madrid en 1988. En 1997, se doctoró en la UNED con la tesis La filosofía de la historia de Walter Benjamin.

Ha sido profesor de Matemáticas en centros universitarios e institutos de enseñanza secundaria de Madrid y Alcalá de Henares, profesor de Dramaturgia y de Filosofía en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid y director del seminario «Memoria y pensamiento en el teatro contemporáneo» en el Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Asimismo, ha impartido talleres de dramaturgia y conferencias sobre teatro y filosofía en diversos países.

Su amplia obra teatral, en la que destacan las piezas Himmelweg, El chico de la última fila —llevada al cine por François Ozon en la película Dans la maison, ganadora de la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián—, Animales nocturnos, Hamelin, Cartas de amor a Stalin, La paz perpetua y El cartógrafo, ha sido traducida a más de treinta idiomas. La editorial uÑa RoTa ha recogido en Teatro 1989-2014 los siguientes textos: Siete hombres buenos, Más ceniza, El traductor de Blumemberg, El jardín quemado, Angelus Novus, Cartas de amor a Stalin, El Gordo y el Flaco, Himmelweg, Animales nocturnos, Últimas palabras de Copito de Nieve, Hamelin, El chico de la última fila, La tortuga de Darwin, La paz perpetua, La lengua en pedazos, El crítico, El cartógrafo, Los yugoslavos, El arte de la entrevista y Reikiavik. La misma editorial ha publicado posteriormente Famélica, Intensamente azules y El Mago. Sus piezas teatrales breves han sido recogidas por el autor bajo el título Teatro para minutos. Esta selección comprende las obras Concierto fatal de la viuda Kolakowski, El hombre de oro, La mala imagen, Legión, El Guardián, La piel, Amarillo, El Crack, La mujer de mi vida, BRGS, La mano izquierda, Una carta de Sarajevo, Encuentro en Salamanca, El buen vecino, Candidatos, Inocencia, Justicia, Manifiesto Comunista, Sentido de calle, El espíritu de Cernuda, La biblioteca del diablo, Tres anillos, Mujeres en la cornisa, Método Le Brun para la felicidad, Departamento de Justicia, JK, La mujer de los ojos tristes, Las películas del invierno, 581 mapas, Quiero ser enjambre, Pastel de Lagrange, La puerta, EAJ1, Voltaire, Augusto y Margaret, Entre los árboles y Una fracción. El escritor teatral ha versionado también textos clásicos de otros autores como Hécuba (Eurípides), La dama boba (Lope de Vega), Fuente Ovejuna (Lope de Vega), El monstruo de los jardines (Calderón de la Barca), La vida es sueño (Calderón de la Barca), Rey Lear (William Shakespeare), Natán el sabio (Gotthold Ephraim Lessing), Don Juan Tenorio (José Zorrilla), Woyzeck (Georg Büchner), El Gran Inquisidor (Feodor Dostoievski), Un enemigo del pueblo (Henrik Ibsen), Platonov (Anton Chejov), Ante la Ley (Franz Kafka), Divinas palabras (Ramón María del Valle-Inclán) y La visita de la vieja dama (Friedrich Dürrenmatt). Cabe destacar, además, su ensayo Revolución conservadora y conservación revolucionaria. Política y memoria en Walter Benjamin y los recogidos en la colección Elipses.

Juan Mayorga ha obtenido numerosos premios y distinciones, entre los que destacan: Europa Nuevas Realidades Teatrales (2016), Nacional de Teatro (2007), Nacional de Literatura Dramática (2013), Nacional de las Letras Teresa de Ávila (2016), Valle-Inclán (2009), Ceres (2013), La Barraca a las Artes Escénicas (2013), Ojo Crítico de Radio Nacional (2000) y Max al mejor autor (2006, 2008 y 2009) y a la mejor adaptación (2008 y 2013).




El académico Juan Mayorga


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lunes, 6 de mayo de 2019

[DESDE LA RAE] Hoy, con el académico Guillermo Rojo





La Real Academia Española se creó en Madrid en 1713 por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. 

La RAE ha tenido un total de 483 académicos de número desde su fundación. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no están representadas —ni lo han estado en el pasado— en los sillones de la institución: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y. 

En esta sección del blog, que espero tengo un largo recorrido, voy a ir subiendo periódicamente una breve semblanza de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes, hasta llegar a la de su fundador, don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española. 

Continúo hoy la semblanza de los actuales y pasados miembros de la RAE con la del académico Guillermo Rojo. Nacido en La Coruña, Galicia, en 1947, fue elegido el 27 de enero de 2000 para ocupar la silla "N" de la Academia, de la que tomó posesión el 7 de octubre de 2001 con el discurso titulado El lugar de la Sintaxis en las primeras Gramáticas de la Academia. Le respondió, en nombre de la corporación, Ignacio Bosque.

Guillermo Rojo, doctor en Filología Románica y catedrático de Lingüística Española, es también coordinador del área lingüística del Centro Ramón Piñeiro para la Investigación en Humanidades, ubicado en Santiago de Compostela. Tesorero de la Real Academia desde el 8 de enero de 2015, fue también vocal (2002-2003) de la Junta de Gobierno y secretario (2003-2007) de la misma. Desde 2011 es director del Corpus del Siglo XXI (CORPES). Creador y director del banco de datos del español (1996-2009) y delegado para proyectos lingüísticos (2001-2003).

Pertenece a diversas asociaciones lingüísticas, como la Sociedad Española de Lingüística, la Sociedad Española para el Procesamiento del Lenguaje Natural, la Sociedad Española de Historia de la Lengua, la Association for Literary and Linguistic Computing, la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina (ALFAL), la Sociedad Española de Lingüística Aplicada (AESLA) y la Asociación Española de Español como Lengua Extranjera (ASELE). También forma parte de los consejos de redacción de las revistas Español Actual, Moenia, Boletín de Lingüística (Universidad Central de Venezuela), Lingüística (ALFAL) y la Revista de la Sociedad Argentina de Lingüística.

Su actividad investigadora se centra en cuatro líneas fundamentales: teoría sintáctica, gramática del español, sociolingüística y lingüística de corpus. Ha dirigido la Base de Datos Sintácticos del Español Actual y ha trabajado en el diseño, construcción y explotación de grandes corpus textuales del español como el Corpus de Referencia del Español Actual (CREA), el Corpus Diacrónico del Español (CORDE), el Corpus de Referencia do Galego Actual (CORGA) y el Corpus del Español del Siglo XXI (CORPES). En marzo de 2015 participó en el ciclo «Los desvelos de la Academia», organizado por la Universidad de Salamanca, con la conferencia titulada «El Corpus del Español del siglo xxi».

Es el académico coordinador del Glosario de términos gramaticales en la Comisión Interacadémica de Gramática y de la Comisión Interacadémica del Diccionario de la lengua española. En enero de 2019 fue nombrado académico correspondiente de la Academia Cubana de la Lengua y Academia Argentina de Letras.


     
Guillermo Rojo, en en centro de la imagen



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Entrada núm. 4881
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lunes, 1 de abril de 2019

[DESDE LA RAE] Hoy, con el académico Federico Corriente Córdoba





La Real Academia Española se creó en Madrid en 1713 por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. 

La RAE ha tenido un total de 483 académicos de número desde su fundación. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no están representadas —ni lo han estado en el pasado— en los sillones de la institución: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y. 

En esta sección del blog, que espero tengo un largo recorrido, voy a ir subiendo periódicamente una breve semblanza de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes, hasta llegar a la de su fundador, don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española. 

Continúo hoy la semblanza de los actuales y pasados miembros de la RAE con la del académico Federico Corriente Córdoba. Elegido el 6 de abril de 2017, tomó posesión de la silla K de la Real Academia el 20 de mayo de 2018 con el discurso La investigación de los arabismos del castellano en registros normales, folklóricos y bajos, al que respondió en nombre de la corporación el también académico, Juan Gil.

Licenciado y doctor en Filología Semítica por la Universidad Complutense de Madrid, Federico Corriente es en la actualidad profesor honorario de la Universidad de Zaragoza, en donde ha sido catedrático de lengua y literatura árabes (1976-1986 y 1991-2011) y profesor emérito (2011-2015). Corriente ocupó, asimismo, la Cátedra de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad Complutense (1986-1991).

Anteriormente, entre 1962 y 1965, dirigió el Centro Cultural Español, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores, en El Cairo (Egipto). De 1962 a 1968 fue profesor de español y de lingüística semítica y hebreo en la Universidad Muhammad V de Rabat (Marruecos), y entre 1972 y 1976 fue catedrático de lingüística semítica, etiópico y árabe en la Universidad Dropsie de Filadelfia (Estados Unidos).

Autor de más de cuarenta libros, ciento noventa artículos y cincuenta reseñas, ha publicado, entre otras obras, distintos diccionarios de árabe-español y de español-árabe, así como otros textos de material didáctico (Gramática árabe, Introducción a la gramática y textos árabes y Vocabulario árabe graduado). Es autor, asimismo, de numerosas traducciones del árabe y del etiópico, así como de investigaciones semitísticas y arabísticas y de ediciones de textos árabes. Desde 1992, miembro correspondiente de la Academia de la Lengua Árabe de El Cairo. Ha recibido, entre otros, el premio del Ministerio de Cultura de la República Árabe de Egipto a la mejor edición de textos árabes por la del Dīwān de Ibn Quzmān, en 1995. Es doctor honoris causa por la Universidad de La Laguna.

     

Federico Corriente Córdoba leyendo su discurso de ingreso en la RAE



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lunes, 25 de febrero de 2019

[DESDE LA RAE] Hoy, con el académico Carlos García Gual





La Real Academia Española se creó en Madrid en 1713 por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. 

La RAE ha tenido un total de 483 académicos de número desde su fundación. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no están representadas —ni lo han estado en el pasado— en los sillones de la institución: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y. 

En esta sección del blog, que espero tengo un largo recorrido, voy a ir subiendo periódicamente una breve semblanza de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes, hasta llegar a la de su fundador, don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española. 

Continúo hoy la semblanza de los actuales y pasados miembros de la RAE con la del académico Carlos García Gual (Palma, 1943). Elegido el 30 de noviembre de 2017, tomó posesión de la silla "J" académica el 17 de febrero de 2019 con el discurso titulado Historias de amantes peregrinos. Las primeras novelas, al que respondió en nombre de la corporación la también académica Carmen Iglesias.

Carlos García Gual es escritor, helenista, crítico y traductor. Catedrático emérito de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid.  Anteriormente fue catedrático de las universidades de Granada, de Barcelona y de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).

Desde 1977, es fundador y asesor de la serie griega de la Biblioteca Clásica de Gredos donde ha estado al cuidado de unos doscientos cincuenta volúmenes. Fue presidente de la Sociedad Española de Literatura General y Comparada (1990-96). Es miembro correspondiente de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona.

Colabora habitualmente con artículos de literatura, crítica literaria y reseñas en revistas especializadas y en medios de prensa (El País, Revista de Occidente, Claves de razón práctica, etc.). Fue editor de la Revista Historia de National Geographic (2004-2010) de la que actualmente es asesor.

Ha dado múltiples conferencias y cursos en universidades españolas y extranjeras sobre temas de lingüística, filología clásica, teoría de la traducción, historia de la filosofía, ciencia y literatura griegas, literatura comparada y mitología.

Como ensayista, destacan entre sus obras Los orígenes de la novela (1972); Primeras novelas europeas (1974); Epicuro (1981); Historia del rey Arturo (1983), La secta del perro (1987), Diccionario de mitos (1997), Sobre el descrédito de la literatura y otros avisos humanistas (1999), Apología de la novela histórica (2002); Encuentros heroicos. Seis escenas griegas (2009); Sirenas. Seducciones y metamorfosis (2014), La muerte de los héroes (2016) o La luz de los lejanos faros (2017). Además, varios diálogos de Platón, una antología de los poetas lírico, varios tratados hipocráticos y algunas tragedias de Eurípides.

Entre sus traducciones de textos clásicos griegos, hay que mencionar las de La política de Aristóteles con (1981), El viaje de los argonautas de Apolonio de Rodas (1983), la Odisea de Homero (2005) o Vidas de filósofos ilustres de Diógenes Laercio (2008).

Su amplio trabajo como traductor fue reconocido en 1978 con el Premio de traducción Fray Luis de León por su versión de Vida y hazañas de Alejandro de Macedonia de Pseudo Calístenes. En 2002 recibió el Premio Nacional de Traducción por el conjunto de su obra.

Asimismo, ha sido comisario del Ministerio de Cultura en exposiciones internacionales de Libros de España (Buenos Aires, 1992; Cuba, 1995; Guatemala, 1996; México, Feria de Guadalajara, 2000). Recientemente, fue comisario de la exposición sobre La Villa dei Papyri, y, a la vez, editor del libro colectivo sobre epicureísmo La villa de los papiros (Madrid, Casa del Lector, 2013-14).



Carlos García Gual en su toma de posesión académica



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jueves, 17 de enero de 2019

[DESDE LA RAE] Hoy, con el académico José Antonio Pascual





La Real Academia Española se creó en Madrid en 1713 por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. 

La RAE ha tenido un total de 483 académicos de número desde su fundación. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no están representadas —ni lo han estado en el pasado— en los sillones de la institución: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y. 

En esta sección del blog, que espero tengo un largo recorrido, voy a ir subiendo periódicamente una breve semblanza de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes, hasta llegar a la de su fundador, don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española. 

Continúo hoy la semblanza de los actuales y pasados miembros de la RAE con la del académico José Antonio Pascual (1942). Elegido el 28 de junio de 2001, tomó posesión del sillón "k" de la Real Academia el 10 de marzo de 2002 con el discurso titulado La Historia como pretexto, al que respondió, en nombre de la corporación, el también académico Guillermo Rojo.

Fue vicesecretario y vicedirector de la Junta de Gobierno de la RAE y director académico del Nuevo diccionario histórico del español (NDHE).

Doctor en Lengua Española y catedrático de Lengua Española de las universidades de Salamanca, Sevilla y Carlos III de Madrid, José Antonio Pascual es el fundador y primer director de la Revista Española de Lingüística Aplicada. Estuvo al frente del Instituto Cervantes de París (1997-2001) y actualmente dirige el Instituto de Historia de la Lengua (CILENGUA) de La Rioja. Es doctor honoris causa por la Universidad de París XIII y por la Universidad de León, correspondiente del Institut d’Estudis Catalans, de l'Accademia della Crusca y de varias academias americanas, además de ser miembro de honor del Instituto Caro y Cuervo de Colombia y caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia. El 22 de mayo de 2018 ingresó en el Centro de Estudios Salmantinos con el discurso Mórbida morfología. A propósito de un sufijo lígrimo salmantino: -ique

Autor de más de un centenar de libros y artículos, en su mayor parte dedicados a la lexicografía y a la historia del español, en 2013 publicó No es lo mismo ostentoso que ostentóreo. La azarosa vida de las palabras, ensayo en el que reflexiona sobre el uso del léxico en la vida diaria. Fue colaborador de Joan Corominas en su Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (1980-1991).

José Antonio Pascual ha recibido, entre otros, el Premio Conde de Cartagena de la RAE (1973), el Premio Nacional de Investigación Ramón Menéndez Pidal (2006) y el Premio Castilla y León de las Ciencias Sociales y Humanidades (2008).

Trabajó durante varios años, desde 1988 a 1992, en el programa Hablando claro de Televisión Española, junto con José Manuel Blecua.

En marzo de 2014 participó en el proyecto «Cómicos de la lengua» con un comentario académico sobre el Libro de buen amor y la Celestina. Este último texto volvió a representarse, el 4 de julio, en el Festival de Teatro Clásico de Almagro. Tras el éxito alcanzado en su estreno, en 2015 se celebró una segunda edición de «Cómicos de la lengua», que volvió a contar con la participación de José Antonio Pascual en las dos mismas representaciones.

El 9 de noviembre de 2015 participó en el ciclo «Los desvelos de la Academia», organizado por la Universidad de Salamanca, con la conferencia titulada «Un diccionario concebido para la investigación filológica: el Nuevo diccionario histórico de la RAE». 

El 10 de febrero de 2016, con la ponencia titulada «El Quijote o la libertad del lector», clausuró el ciclo de conferencias «Cervantes, el océano de la literatura», celebrado en el Museo Casa de Cervantes de Valladolid.

José Antonio Pascual participó, el 22 de abril de 2016, en la conmemoración académica del IV Centenario de la muerte de Cervantes con la conferencia titulada «Tan lejos y tan cerca. Las palabras del Quijote» [vídeo].

El 5 de julio de 2016 intervino en el curso de verano de la Universidad de Málaga Vigencia y valor de la lengua española en el IV centenario de la muerte de Cervantes con la ponencia «Palabras del Quijote». El día 8 de ese mismo año clausuró en Salamanca el IV Congreso Internacional del Español. 

El 17 de junio de 2017 participó en el XXX Congreso de la Asociación de Hispanistas Italianos, celebrado en Turín (Italia), y el 5 de julio impartió una lección magistral en el acto académico de la Fundación Duques de Soria, titulada «La sensación de oralidad en el Quijote». 




José Antonio Pascual en su toma de posesión académica



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