¿Habrá alguien que se extrañe aún de que el Poder Judicial sea, de todas las instituciones españolas, la peor valorada por los ciudadanos? El espectáculo que dan Sus Señorías un día sí y otro también es de vergüenza ajena... Tres ejemplos:
1. El corporativismo rampante de que da prueba la resolución del expediente abierto al juez del caso Mari Luz; se pueden buscar las excusas que se quieran, pero el único responsable del mal funcionamiento de la Oficina Judicial es el Juez. Como el capitán lo es de lo que pase en su navío, o el director de turno de como funcione una sucursal bancaria...
2. El caso de las vieiras envenenadas de El Ferrol: A la cárcel, los pescadores; en libertad, sin fianza, los honestos restauradores (estrella Michelín incluida) "engañados en su buena fe" (¡je, je, je!, ¡qué graciosos son algunos abogados!) por tan malvados personajes...
3. El acuerdo de renovación del Consejo General del Poder Judicial al que han llegado los dos grandes partidos PSOE-PP: Más de lo mismo. Sinceramente, con todo el respeto debido a las personas propuestas, para este viaje no hacían falta alforjas...
Con razón ironiza en La Voz de Galicia de ayer, martes, el periodista Fernando Ónega, en su artículo: "Desde la Corte: La larguísima mano de la política", que reproduzco más adelante. Y como estrambote, la mención al hecho de que el nombre de su presidente (y del Tribunal Supremo) se lo reserva el Sr. Rodríguez Zapatero... ¿No era el nuevo Consejo el que elegía y proponía al Rey el nombre de su presidente? Al menos eso es lo que dice la Ley... ¡Cosas veredes, Sancho!, decía el bueno de don Quijote a su escudero.
No tengo vocación de arbitrista y me repele dar opiniones sobre cuestiones que no son de mi competencia a unos señores mayores de edad que, además, cobran por resolver nuestros problemas, y a los que considero responsables de mi cada día más acentuado desapego por la vida política gracias a su honesto y desinterado servicio a la "res publica". Pero, en fin, en un gesto de coquetería algo pedante me permito hacer una sugerencia: ¿no sería útil introducir un pequeño apartado en los reglamentos del Congreso de los Diputados y del Senado que permitiera a los grupos parlamentarios en cada Cámara vetar la presentación de algunos de los candidatos propuestos por las asociaciones judiciales y los jueces y magistrados independientes para el Consejo General del Poder Judicial? ¿Y qué pudieran hacer lo mismo con algunos de los propuestos para el Tribunal Constitucional? A lo peor, se quedaban fuera los mejores, pero desde luego, no entrarían los peores... Este blog cierra sus puertas hasta el 23 de septiembre. Sean felices. Nos vemos a la vuelta. (HArendt)
Consejo General del Poder Judicial (Madrid)
"Desde la Corte: La larguísima mano de la política", por Fernando Ónega
Este cronista está hoy que no cabe en sí de gozo. ¿Le habrá tocado una primitiva?, se preguntará algún lector. ¡No, señor! ¡Todavía más difícil! ¿Le habrá adjudicado un parque eólico la Xunta de Galicia? ¡Más difícil todavía!: ha visto, oído y leído que ya están apalabrados los vocales del Consejo General del Poder Judicial, el gobierno de los jueces. No me digan que no es para desparramarse de alegría política y emoción institucional. No hay mal ni vacante que cien años dure. Después de más de veinte meses de busca de veinte nombres, rechazos de propuestas, vetos, recelos, vendettas y otras figuras de nuestra política, ayer se produjo el milagro. Don José Antonio Alonso y doña Soraya Sáenz de Santamaría comunicaron al mundo la buena nueva, como tocólogo y comadrona felices a la puerta del paritorio.
Habrá sido muy complicada tarea, me comentaba el taxista. Pues no se crean: bastó que Zapatero y Rajoy se vieran en julio y hayan reconocido que era una vergüenza mantener esa interinidad. Bastó que pensaran que no podía darse otra vez el espectáculo de inaugurar el año judicial con un presidente del consejo en funciones. Es decir, que en esta ocasión hubo lo que antes faltó: voluntad política de dos señores, que mandan tanto que pueden permitirse el lujo de paralizar una institución o ponerla a andar cuando deciden rebajar la tensión. Eso fue todo.
Por lo demás, parto de los montes: mucha expectación, pero más de lo mismo. Mirada la lista de afortunados, es evidente que se trata de servidores de jugoso currículo, gran titulación y experiencia notable. Faltaría más: no iban a poner a bisoños e inexpertos. Pero les salió una lista política. Ahí están antiguos altos cargos de Administraciones de partido, ex diputados y ex diputadas y un consejero valenciano que pasa directamente del Gobierno autónomo al gobierno del Poder Judicial. Y no hay independientes: todos o casi todos proceden de alguna asociación. Los propuestos por el PP, de la conservadora Asociación Profesional de la Magistratura. Los del PSOE, de Jueces para la Democracia o Francisco de Vitoria. Las asociaciones progresistas no inspiraron ni un nombre a la derecha. La conservadora, ni un nombre a los socialistas. La contienda y la división están garantizadas. Tanto o más que en el anterior consejo.
Ahora solo falta un pequeño detalle: designar al presidente. ¿Quién será? No os preocupéis por el nombre. Acabo de leer en un periódico bastante útil para conocer intenciones de la Moncloa que «Zapatero decide estos días quién será el próximo presidente del CGPJ». Es decir, que depende de Zapatero. El jefe del Ejecutivo decide quién es el jefe del Judicial. Como veis, la independencia sigue garantizada. ¡Viva la división de poderes! (La Voz de Galicia, 09/09/08)
Romeu (El País, 12/09/08)
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