Me vienen al recuerdo unos versos de la poetisa argentina Alfonsina Storni. Es un pequeño poema titulado "Dejad dormir a Cristo" (Alfonsina Storni: "Antología Poética". Ediciones Busma, Madrid, 1984. Pág. 98) que dice así:
Dejad dormir a Cristo: desde el duro madero
ha veinte siglos oye: "Interced por nos".
De su pecho de palo, sensible al lacrimero,
ya extrajisteis, sobrado, lo que cabe en un dios.
Dejad dormir a Cristo, y si estáis en naufragio
hacia otro calmo puerto desamarrad las velas
que, obligado a dentista por el mayor sufragio,
bastante os ha curado los dolores de muelas.
Veneno le pedisteis para mojar la flecha,
propicia sombra y viento para encender la mecha,
lo bajasteis al lecho que el diablo presidía.
¿Quién dijo que era un pozo jamás desagotado?
Huyendo de los hombres, por sobre algún tejado,
habréis de verlo, en fuga, dejar la cruz vacía.
Sean felices, si les dejan y pueden, los salvadores de patrias y almas ajenas. (HArendt)
La poetisa argentina Alfonsina Storni
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