El blog de HArendt - Pensar para comprender, comprender para actuar - Primera etapa: 2006-2008 # Segunda etapa: 2008-2020 # Tercera etapa: 2022-2025
sábado, 2 de agosto de 2025
viernes, 1 de agosto de 2025
DE LAS ENTRADAS DEL BLOG DE HOY VIERNES, 1 DE AGOSTO DE 2025
Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz viernes, 1 de agosto de 2025. El escritor y cineasta israelí Etgar Keret reprocha a sus compatriotas la indiferencia ante el asesinato diario de decenas de civiles en Gaza en la primera de las entradas del blog de hoy: Mientras camino por las calles de Tel Aviv, dice, veo a la gente que se apresura de un lado a otro con expresión nerviosa y no me es fácil olvidar que estamos en guerra. En la segunda, un archivo del blog de abril de 2010, el escritor Félix de Azúa, habla de la bibliopatíA, Bella palabra, del griego "βιβλίον" (libro) y "πάθεια" (sufrir, experimentar), que podríamos definir como "pasión por los libros". El poema del día, en la tercera, se titula La princesa está triste, es del poeta nicaragüense Rubén Darío, y comienza con estos versos: La princesa está triste… ¿Qué tendrá la princesa?/Los suspiros se escapan de su boca de fresa,/que ha perdido la risa, que ha perdido el color./La princesa está pálida en su silla de oro,/está mudo el teclado de su clave sonoro,/y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt
DE LAS MUERTES DE GAZA VISTAS POR UN ISRAELÍ
El escritor y cineasta israelí Etgar Keret reprocha a sus compatriotas la indiferencia ante el asesinato diario de decenas de civiles en Gaza [La rutina de la muerte en Gaza vista desde Israel, El País, 27/07/2025]. Mientras camino por las calles de Tel Aviv, dice Keret, veo a la gente que se apresura de un lado a otro con expresión nerviosa y no me es fácil olvidar que estamos en guerra. Los aviones de combate que sobrevuelan nuestras cabezas nos lo recuerdan de vez en cuando, pero normalmente estamos preocupados por otras cosas. Un día, Trump suelta una predicción optimista sobre un alto el fuego entre Israel y Hamás y, al día siguiente, se acuerda de la guerra de Ucrania. Aquí, en Israel, nuestra atención oscila entre una encuesta que muestra que más del 80% de los israelíes quieren el fin inmediato de la guerra y la final de un reality show de cocina en horario de máxima audiencia. De forma periódica, nos sorprende el anuncio de que ha muerto otro soldado. Y, en medio de esta realidad tan contradictoria, hay algo que no deja de aparecer.
Hay días en los que nos aferramos a la esperanza de que los rehenes volverán pronto a casa y otros en los que no. Hay días en los que mueren soldados y otros en los que no. Hay días en los que la coalición de Netanyahu parece estar a punto de hundirse y otros en los que parece que este Gobierno nos va a perseguir durante toda la eternidad. Pero hay una constante: casi cada día de los últimos cuatro meses han muerto asesinados en Gaza decenas o centenares de civiles. En nuestros días más felices y en los más tristes; cuando llorábamos por un soldado caído y mientras nos reíamos con un sketch cómico en televisión; cuando nos fuimos de vacaciones a Grecia y cuando nos quedamos atrapados en el aeropuerto en el camino de vuelta a casa, cuando nos llamaron para cumplir el servicio militar como reservistas y cuando caímos enfermos de gripe; en cada uno de esos días, a menos de dos horas de coche de casa, murieron niños, hombres y mujeres, simples “daños colaterales”. Cada noche, cuando nos metemos en la cama y cerramos los ojos, unas personas a las que no conocemos, no muy lejos, están exhalando el último aliento. Familias enteras. Cuando abrimos los ojos por la mañana para ver el móvil, ya sea para leer que una delegación israelí se dirige a Qatar a reanudar las negociaciones o para informarnos sobre alguna nueva crisis política interna, no debemos olvidar que, ya antes de mirar la pantalla, hemos empezado otro día más en el que van a morir seres humanos. Nuestros vecinos.
Estas muertes no conmueven al mundo. No aparecen en los informativos del Canal 12 israelí, no tienen peso, apenas son noticia. Pero son persistentes, arbitrarias y asesinas y no tienen ningún propósito. La montaña de cadáveres de Gaza crece día a día, mientras va pasando el tiempo que les queda de vida a los rehenes y se determinan las futuras listas de soldados muertos. Y está ahí para recordarnos el abismo moral en el que hemos caído, un abismo en el que la muerte diaria de decenas, de cientos de seres humanos se ha convertido en rutina. Etgar Keret es escritor y director de cine israelí. Este artículo ha sido publicado también en el diario israelí Yedioth.
[ARCHIVO DEL BLOG] BIBLIOPATÍA. PUBLICADO EL 27/04/2010
Bella palabra "bibliopatía". Del griego "βιβλίον" (libro) y "πάθεια" (sufrir, experimentar). La podríamos definir como "pasión por los libros". La cita el escritor Félix de Azúa en un hermoso artículo en "El Boomeran(g)", titulado La letra ya no entra ni con sangre, que dice así: No le había visto en los últimos cinco años. Comparto con él la inicua pasión libresca, esa bibliopatía que nos ha llevado a acumular toneladas de libros cuya lectura ocuparía cinco largas vidas. Tenía muy buen aspecto y estaba sumamente simpático. Sólo en un momento de la conversación, justamente cuando tratamos sobre los libros, mostró cierta preocupación. Coincidimos en que nadie pone ya en duda que nuestras bibliotecas personales, conjuntos de diez, doce o quince mil volúmenes, son ya las últimas que podrá poseer un particular. En el futuro será cosa de locos o de millonarios reunir en casa más de mil libros. Mi generación es la última que ha logrado tener al alcance de la mano la totalidad del saber y de la literatura. La electrónica y el precio de la vivienda, aquí y en todo el mundo, matarán las grandes bibliotecas particulares.
Quienes padezcan esta pasión carísima y postrera se divertirán leyendo "Bibliotecas llenas de fantasmas" que ha editado Anagrama. Su autor, Jacques Bonnet, sufre la misma enfermedad y los mismos temibles conflictos. ¿Y por qué razón soportamos tan terrible losa? ¡Qué pregunta más ociosa! Cuenta Bonnet que en las carretas que llevaban a los nobles franceses a la guillotina, cierto testigo pudo observar a uno de ellos perfectamente ajeno a su muerte inmediata, apenas apoyado en las tablas laterales y leyendo absorto un libro en octavo. Y así subió al cadalso, sin dejar de leer y pasando página. ¡Lo que daríamos cualquiera de nosotros por tener ese libro en nuestra biblioteca!.
Cuenta Anne Fadiman en su libro que hasta pasados cinco años de matrimonio, y ya con un hijo a cuestas, no se propusieron su marido (también escritor) y ella unir sus respectivas bibliotecas. Fue sólo entonces, comenta, una vez que lograron encontrar un sistema uniforme de clasificación de sus libros respectivos, que se consideró verdaderamente ligada a él... ¿Exageración? No lo creo... Lo digo por experiencia propia.
Mi modesta, caótica y abigarrada biblioteca familiar, de unos seis mil libros (cantidad calculada a ojo de buen cubero por las estanterías que ocupa) está repartida entre nuestras casas de Maspalomas, Las Palmas, las de mis hijas, ¡y hasta la de una cuñada! Ya casi he renunciado, por imposibilidad manifiesta, a su clasificación y catalogación, de la que sólo he llevado a cabo las de unos 2000 títulos. No me gustaría morirme sin llevarla a cabo, pero no se si lo conseguiré. Me faltan paz y sosiego para ello.
El escritor Félix de Azúa, en el artículo mencionado, comenta que en el futuro será cosa de locos o de millonarios reunir en casa más de mil libros; que su generación es la última que ha logrado tener al alcance de la mano la totalidad del saber y de la literatura; pero que la electrónica y el precio de la vivienda, aquí y en todo el mundo, matarán las grandes bibliotecas particulares. Creo que tiene toda la razón.
A las tres de la madrugada del 28 de abril, insomne, cuatro horas después de publicar esta entrada, me pongo a ojear de nuevo el blog "El Boomerán". Me encuentro en él una joya que no había visto hasta hoy. Un delicioso y sentimental artículo de la novelista cubana Zoe Valdés titulado "Libros clandestinos", publicado en https://www.elboomeran.com/upload/ficheros/noticias/bibliotecavaldes.pdf. Merece la pena hacerlo. A mí me ha emocionado, lo confieso sin pudor, porque en muchas de las cosas que dice me he visto reflejado. Creo que ahora me va a resultar doblemente difícil volver a la cama y conciliar el sueño. Mal trago, porque mañana (hoy, miércoles ya) me espera un día bastante atareado de compromisos personales. Mi próxima entrada será la número 1300 del blog. Si tenemos en cuenta que lo inicié el 1 de agosto de 2006, hace 1365 días, salgo casi a un comentario diario. Demasiado, para algo que nació como un mero entretenimiento. Quizá haya llegado el momento de replantearse, ahora sí, su continuidad... Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt
EL POEMA DE CADA DÍA. HOY, LA PRINCESA ESTÁ TRISTE, DE RUBEN DARÍO
LA PRINCESA ESTÁ TRISTE