lunes, 14 de octubre de 2024

[ARCHIVO DEL BLOG] Corrupción, nacionalismo, populismo. (05/04/2016)










Creo que fue en el prólogo de su "Crítica a la Filosofía del Derecho" de G.W.F. Hegel donde Karl Marx deslizó una frase que hizo fortuna en la que acusaba a la religión de ser "el opio del pueblo". Descreído total, no tengo nada en contra de las religiones mientras no se entrometan en la sociedad política, es decir, el Estado, ni en sus funciones. Pero a estas alturas del siglo XXI no creo que entre los peligros que acechan a la democracia española haya que contabilizar a las religiones ni las iglesias, para algunos, opiáceos que entontecen y manipulan a los pueblos. Pienso que el peligro más grave que nos acecha, los cánceres que corroen esta época convulsa de la historia de España que nos ha tocado vivir son la corrupción político-empresarial generalizada, los nacionalismos identitarios y el populismo. 
Si me permiten un símil, yo diría sobre el primero de esos cánceres, la corrupción político-empresarial, que es el más grave ahora mismo, ya en plena metástasis. Mi amiga Elvira Lindo, escritora con la que converso todos los domingos a través de su blog del diario El País, escribe hoy en el mismo un durísimo alegato contra la corrupción, que presta voz a lo que muchos miles de españoles a los que nadie escucha piensan sobre ello. Se titula "Los verdaderos antisistema" y comienza con un párrafo que deja poco lugar para la esperanza y sí para el cabreo. No aprenden nada, dice al comienzo de su artículo, y de ese su no aprender vamos a salir perdiendo todos. [...] No aprenden, continúa diciendo, piden perdón y pretenden que eso toque alguna fibra sensible, pero el corazón de quienes les escuchan ya está completamente endurecido. Perdón ¿y qué, ¿tres padrenuestros? Esto no es una escuela, ni un confesionario, dice, esto es un país de ciudadanos que de la indignación pasaron esta semana al temor, al temor al futuro, que pinta negro. No dejen de leerlo, por favor. 
Con el segundo cáncer de la política española, el nacionalismo identitario, tendremos que aprender, como dijo el filósofo José Ortega Gasset, a convivir. Con voluntad política puede llegar a sanar, pero hacen falta reformas profundas para las que, desgraciadamente, no parece existir aun el acuerdo suficiente. También Elvira Lindo escribió hace un tiempo sobre él en otro artículo titulado "Identidad" en el que acusaba a los furiosos defensores del mismo de sostener que sólo aquellos que aman a su país más que a sí mismos pueden opinar sobre estos asuntos, y que los demás, los que no tenemos esa pulsión romántica por el nacionalismo que confunde la nación con la identidad racial, la lingüística o la patria idealizada, estamos deslegitimados para opinar. ¿No es eso, en esencia, lo que defienden los nacionalismos identitarios? ¿Decidir ellos, su grupo (la parte), por su cuenta como si el resto de los ciudadanos (el todo) no contáramos para nada en un asunto que a todos nos concierne por igual? Su artículo hacía referencia a unas declaraciones del por aquel entonces presidente del gobierno de la comunidad autónoma vasca, Juan José Ibarretxe, que decía lamentarse del terrible daño que hacían los terroristas de ETA con cada acto criminal a aquellos que deseaban profundizar en la identidad vasca. ¿Quería decir Ibarretxe, que para él, el asunto principal era la identidad [vasca, catalana, canaria, andaluza, gallega o española; sí, española también] y el muerto era lo anecdótico...? ¿No eso al fin y al cabo lo que defienden todos los nacionalismos identitarios, dicho sea de paso, con los mismos o similares argumentos?
Otro artículo del profesor e historiador Gabriel Tortella de por aquellas mismas fechas, titulado "El 2 de mayo y la nación", analizaba el proceso de formación del nacionalismo español a partir de las efemérides de la Guerra de Independencia, cuyo bicentenario se celebraba por entonces. Comparto la opinión del profesor Tortella de que una nación debería ser algo convencional cuya existencia obedeciera a consideraciones racionales. No sé si con ello estaba aludiendo al famoso "patriotismo constitucional" del que hablaba el también profesor Philip Pettit, tomado en préstamo del concepto de "republicanismo cívico" que este último defiende, pero me gustaría pensar que sí. Decía el profesor Tortellá en el artículo citado que para los revolucionarios americanos de 1776 y los franceses de 1789, el concepto "nación" no tenía connotaciones identitarias y mucho menos territoriales. "Nación", para ellos, significaba lo que hoy identificamos como "democracia, pueblo o ciudadanía". Exactamente igual que norteamericanos y franceses pensaban los españoles que redactaron y aprobaron en 1812 la Constitución de Cádiz al proclamar en su artículo primero que la nación española era "la reunión de los españoles de ambos hemisferios". Con ello, los por vez primera ciudadanos, que no ya súbditos, de la nación española la hacían entrar por la puerta grande en la modernidad y la convertían en sujeto de la Historia. Luego vendrían tiempos peores, pero esa es otra historia. 
El tercer cáncer que nos corroe, el más reciente, el menos extendido aun pero peligroso por la virulencia incontrolable que puede llegar a alcanzar es el populismo. Sobre él escribe también en estos días en Revista de Libros el abogado y escritor José María Ruiz Soroa un extenso y documentado artículo, que lleva el título de "Un panfleto y una sospecha", en el que hace la reseña del libro del profesor de ciencias políticas de la Universidad Complutense de Madrid y principal ideólogo del grupo político Podemos, Juan Carlos Monedero, titulado "Curso urgente de política para gente decente". La reseña de Ruiz Soroa a mí me ha parecido el más lúcido análisis político realizado hasta la fecha sobre el fenómeno de Podemos, sus realidades, sus carencias, sus propuestas y sus incongruencias, que de todo hay en ese auténtico "atrapalotodo" que es Podemos. Como esta entrada me está quedando mucho más extensa de lo previsto inicialmente, háganme excusa de resumírselo y léanlo, por favor. Merece la pena.
Sobre Podemos escribía también hace unos días en su blog el también catedrático de ciencias políticas en la UNED, Ramón Cotarelo, admirador respetuoso y crítico de Podemos, comparando su fórmulas organizativas, al más puro estilo marxista-leninista, sus famosos "círculos", con los soviets rusos de 1917, en los que, al igual que estos, se discute de "todo", pero "todo" se decide en y desde la dirección del movimiento. Por cierto, y concluyo, el mejor estudio de la diferencia entre un "movimiento" político y un "partido" político, lo pueden encontrar en el archifamoso libro de la teórica política estadounidense, de origen judeo-alemán, Hannah Arendt, titulado "Los orígenes del totalitarismo".  ¡Y líbreme Dios de insinuar la más mínima tendencia totalitaria en Podemos! Eso se lo dejo a sus votantes... Sean felices por favor. Y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt












El poema de cada día. Hoy, Una pequeña parte de ti, de Patricia Benito (1978)

 






UNA PEQUEÑA PARTE DE TI


Hay una pequeña parte de ti
que no consigo olvidar.
Una que no conoce nadie,
que apenas muestras:
tu yo en calma.

Descubres una verdad
que navega a mi lado,
que no es más real
que la que tienes en otro lugar,
pero sí más libre.

A veces sueño solo con eso,
con volver a despojarnos de los pesos,
abrirnos, respirar,
leernos la mente,
dejar el mundo atrás.


Patricia Benito (1978)

Poetisa española










De las viñetas de humor de hoy lunes, 14 de octubre de 2024

 






















domingo, 13 de octubre de 2024

De las entradas del blog de hoy domingo, 13 de octubre de 2024

 









Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz domingo, 13 de octubre de 2024. Esto no es una crisis de realidad: Lo decimos mucho, pero no creo que eso pueda ser cierto; me parece que, al decirlo, estamos confundiendo la realidad con la verdad, o, peor todavía, uniéndolas como si fueran dos apéndices de la misma cosa cuando, de hecho, son cosas muy distintas, se dice en la primera de las entradas del blog de hoy domingo. La segunda es un archivo del blog de octubre de 2008 en el que se analizaba una radiografía de la universidad española; y los resultados no eran buenos. ¿Hemos mejorado desde entonces? En la tercera de ellas el poema del día, de Ángela Figuera Aymerich, comienza con este verso: A tiros nos dijeron cruz y raya. Y la cuarta, como siempre, son las viñetas de humor del día. Espero que todas ellas les resulten de  interés. Y ahora, como decía Sócrates, nos vamos. Nos vemos de nuevo mañana si la diosa Fortuna lo permite. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Tamaragua, amigos míos. HArendt









De la realidad y la verdad

 










Esto no es una crisis de realidad. Lo decimos mucho, pero no creo que eso pueda ser cierto. Me parece que, al decirlo, estamos confundiendo la realidad con la verdad. O, peor todavía, uniéndolas como si fueran dos apéndices de la misma cosa cuando, de hecho, son cosas muy distintas. La realidad es literal y existe sin nosotros. La verdad es un producto de nuestra imaginación. Todo lo anterior lo dice en El País [Esto no es una crisis de realidad,07/10/2024] la escritora Marta Peirano.

La realidad no puede estar en crisis porque es inmutable, incontestable y, a menudo, incomprensible. Como decía Philip K. Dick, es aquello que sigue existiendo y no desaparece incluso cuando dejas de creer en ello. Existe independientemente de nuestra capacidad de comprenderla, describirla o asimilarla, lo que queda demostrado en la persistencia de nuestros errores de cálculo, entendimiento e interpretación a lo largo de la historia.

Giordano Bruno no muere porque el universo sea finito y su centro sea la Tierra. Ignaz Semmelweis no acaba en el manicomio porque los microbios no existen. Sus lamentables destinos no tiene nada que ver con la realidad. Tienen que ver con que su verdad en ese momento no es compatible con la verdad de la comunidad de la que dependen. La verdad no es un hecho sino un acuerdo colectivo. No existe fuera de nuestra cabeza, sino que solo tiene sentido en relación con los demás.

kLa verdad no es real. Es una construcción cognitiva, un subproducto de la interpretación que depende del lenguaje y de los sistemas simbólicos que usamos para ponernos de acuerdo. Por ejemplo, es verdad que dos más dos son cuatro, pero solo dentro de un sistema que hemos inventado para mantener un registro del grano, controlar a los esclavos e invocar objetos en la imaginación. Pero hay sistemas lógicos donde dos más dos no siempre es igual a cuatro, y la aritmética no siempre es la herramienta adecuada para describir la realidad. Hay culturas donde no existen los números. Los aborígenes australianos no saben contar. La verdad es más profunda y trascendente que los hechos, porque tiene que ver con los valores. Por eso decimos que la ficción es una mentira que cuenta la verdad. Por eso dice Keats que la verdad es belleza y la belleza, verdad.

Y por eso no es la realidad lo que está en crisis, sino el acuerdo. El contrato social. El diccionario que establece los significados de las cosas, el manual que determina qué es cada cosa y qué lugar ocupa en la jerarquía cotidiana de la comunidad. Y la culpa de esa crisis no es de la propaganda ni la desinformación. Es la disonancia cognitiva de seguir hablando de valores democráticos frente a la realidad del capitalismo, el expolio y la desigualdad.

No tenemos los mismos derechos y oportunidades. Estudiar no garantiza un trabajo, y trabajar no garantiza un salario. El salario no garantiza una vivienda. Pagar impuestos no garantiza el acceso a los servicios básicos. Cumplir con las responsabilidades no garantiza tener derechos, y tenerlos significa cosas distintas cada día. No somos todos iguales ante la ley.

Nadie espera que el poder se haga responsable de nada. Las instituciones no operan de forma abierta y accesible. Los líderes y funcionarios públicos no rinden cuentas a la comunidad. Esta disonancia cognitiva es el tumor que socava nuestras bases, afectando nuestra integridad y nuestro futuro. El miedo podría hacernos fuertes, pero no tenemos miedo, sino una angustia de futuro que fomenta la competencia y la división ciudadana. Estamos enfermos de nihilismo, injusticia y confusión.  Marta Peirano es escritora.












Radiografía de la Universidad española. [Archivo del blog, 16/10/2008]










Son más de seiscientas páginas... No lo he leído todavía, pero si lo he ojeado por encima y me parece muy interesante. Se trata del Informe bianual sobre el estado de la universidad pública española realizado por la Conferencia de Rectores (CRUE). Aparte del comentario de Agencia que acompaña a la noticia de su publicación en El País del pasado día 13 y del informe de presentación del presidente de la CRUE y del resumen ejecutivo del mismo, me gustaría traer a colación un artículo del catedrático emérito de Sociología de la Universidad de Berlín, Ignacio Sotelo, del que ya he hecho mención en este blog. Se titula "La universidad en la encrucijada", publicado en la Revista Claves de Razón Práctica núm. 181, y es un resumen ampliado de la Conferencia inagural de las XXXI Jornadas de Consejos Sociales de las universidades públicas españolas, celebradas en Córdoba el pasado mes de noviembre, que terminaba con las siguientes palabras: "Una observación final: mejorar la Universidad no es sólo, ni principalmente, una cuestión de dinero, como la comunidad académica repite sin parar. Cierto que siempre se necesita mucho más dinero que del que se dispone, pero lo decisivo es saber en qué hay que emplearlo, como ha puesto de relieve el que no haya correspondencia entre el que se recibe y la calidad que se ofrece. Sin dinero no hay investigación que valga, pero sólo con dinero tampoco. Poco se consigue sin verdaderas "comunidades científicas"; y el que apenas existan en España queda de manifiesto en que no sólo nadie se prestigia, sino mucho peor, nadie se desprestigia por lo que publica. Cierto que ha aumentado la presión para publicar: el famoso profesor ágrafo pertenece al pasado; pero sigue importando más el número de publicaciones, o las revistas en que se hayan publicado, que la calidad, cuestión que sólo pueden juzgar los que trabajen en un mismo campo, integrados en una "comunidad científica", que lamentablemente poco cuenta en la carrera universitaria". No creo que quepa mejor análisis. Sean felices. HArendt











Del poema de cada día. Hoy, Libertad, de Ángela Figuera Aymerich (1902-1984)

 






LIBERTAD


A tiros nos dijeron cruz y raya.
En cruz estamos. Raya. Tachadura.
Borrón y cárcel nueva. Punto en boca.
Si observas la conducta conveniente,
podrás decir palabras permitidas:
invierno, luz, hispanidad, sombrero.
(Si se te cae la lengua de vergüenza,
te cuelgas un cartel que diga “mudo”,
tiendes la mano y juntas calderilla.)
Si calzas los zapatos según norma,
también podrás cruzar a la otra acera
buscando el sol o un techo que te abrigue.
Pagando tus impuestos puntualmente,
podrás ir al taller o a la oficina,
quemarte las pestañas y las uñas,
partirte el pecho y alcanzar la gloria.
También tendrás honestas diversiones.
El paso de un entierro, una película
de las debidamente autorizadas,
fútbol del bueno, un vaso de cerveza,
bonitas emisiones en la radio
y misa por la tarde los domingos.
Pero no pienses libertad, no digas,
no escribas libertad, nunca consientas
que se te asome al blanco de los ojos,
ni exhale su olorcillo por tus ropas,
ni se te prenda a un rizo del cabello.
Y, sobre todo, amigo, al acostarte,
no escondas libertad bajo tu almohada
por ver si sueñas con mejores días.
No sea que una noche te incorpores
sonambulando libertad, y olvides,
y salgas a gritarla por las calles,
descerrajando puertas y ventanas,
matando a los serenos y los gatos,
rompiendo los faroles y las fuentes,
y el sueño de los justos, porque entonces,
punto final, hermano, y Dios te ayude.


Ángela Figuera (1902-1984)

Poetisa española














De las viñetas de humor de hoy domingo, 13 de octubre de 2024

 
























sábado, 12 de octubre de 2024

De las entradas del blog de hoy sábado, 12 de octubre de 2024 y Fiesta nacional de España





 


Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz sábado, 12 de octubre de 2024, Fiesta nacional de España. Una de las cosas que tiene el ser periodista, haber vivido bastantes años y trabajado en muchos países es que uno conoce, en mayor o menor medida, a gente famosa, comienza diciéndose en la primera de las entradas del blog de hoy. La segunda, un archivo del blog de tal día como hoy de 2016, es un pequeño homenaje del autor del blog a su patria, a través de la voz y la escritura de varios grandes poetas. El poema de hoy, en la tercera, es un conocido y famoso soneto de Miguel de Cervantes, que comienza con este verso: "Aquí el valor de la española tierra". Y la cuarta, como siempre, son las viñetas de humor del día. Espero que todas ellas les resulten de  interés. Y ahora, como decía Sócrates, nos vamos. Nos vemos de nuevo mañana si la diosa Fortuna lo permite. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Tamaragua, amigos míos. HArendt












De ángeles y demonios

 







Una de las cosas que tiene el ser periodista, haber vivido bastantes años y trabajado en muchos países es que uno conoce, en mayor o menor medida, a gente famosa, comenta en La Vanguardia [Ángeles y demonios, 06/10/2024] el escritor John Carlin . A mí, como personas, no me suelen impresionar. Nunca les pido una foto.

Esta semana conocí a una persona de renombre que no solo me impresionó, me conmovió. Al punto de que rompí mi regla y le pedí una foto. La última vez que me encontré en la presencia de alguien que me inspiró un respeto similar fue en el 2011. Y se llamaba Nelson Mandela.

La persona que tanto me impactó esta semana no es tan famosa como Clint Eastwood, o Bill Clinton, o Morgan Freeman, o Matt Damon, o Leo Messi, o Diego Maradona, o Zidane, o Rafa Nadal, o Pep Guardiola, o Bill Gates, o Boris Johnson o (¡cielos!) David Beckham. Ella no es una celebrity . No es rica. No tiene ningún don especial para los negocios, o la política, o el deporte, o el cine. Tampoco es tan famosa.

Conocida ante todo por ser la viuda de un mártir, se llama Yulia Naválnaya y es, básicamente, una fuerza moral. Es un símbolo de valentía, un emblema de nobleza, un ejemplo para el mundo entero de lucha y de sacrificio frente a la maldad.

La conocí en Barcelona después de una ceremonia celebrada el lunes en la que La Vanguardia premió a siete ilustres personajes. El galardón internacional lo recibió Naválnaya de manos del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez. A continuación, ella dio un discurso en el que recordó a su marido, Alexéi Navalni, líder opositor ruso que murió en febrero en una cárcel siberiana, después de haber sobrevivido a un intento de asesinato cuatro años antes con el agente nervioso Novichok.

Nadie duda de que el agente nervioso humano detrás de aquel crimen fue el paranoico presidente ruso Vladímir Putin. Lo más probable, y lo que cree su viuda, es que Putin fue el responsable de su muerte también.

“Continuaré el trabajo de mi marido porque sé que muchos de los que lo seguían a él me siguen ahora a mí, gente que cree en un futuro democrático para Rusia”, dijo Naválnaya, para quien la palabra democracia tiene un peso inmenso, mucho mayor que en nuestros países de la órbita occidental, donde la damos por hecha, casi como si fuera un concepto banal. “Mi marido –siguió– no solo fue mi marido, fue un íntimo amigo y fue para mí un líder de las fuerzas democráticas de Rusia. Continuaré luchando a favor de su legado contra Putin… muchos continuaremos en la lucha contra la dictadura”.

Yulia Naválnaya ha puesto su vida en juego quizá por generaciones que aún ni han nacido. Rubia, alta y vestida de blanco de arriba abajo, Naválnaya es hoy la imagen de la resistencia rusa. ¿Los “muchos” a los que se refiere serán suficientes para derrocar al régimen más peligroso del mundo, el mafia-Estado con armas nucleares que Putin lidera? Seguramente no. Pero ahí siguen, ella y gente como Vladímir Kará-Murzá, un opositor ruso que se salvó de la muerte tras ser liberado de una cárcel rusa en agosto, parte de un intercambio en el que Putin logró la liberación de uno de sus asesinos políticos predilectos, que había estado preso en Alemania.

Kará-Murzá, cuyo único crimen fue denunciar la dictadura rusa, fue preguntado en una entrevista el mes pasado si estaba dispuesto a morir por la causa. “Sí –respondió–, porque hay causas que son más grandes que nosotros mismos”. Más grandes, agregaría yo, incluso que Rusia, el escenario más visible de la contienda global que se está librando hoy entre la libertad y la tiranía.

Por si alguien no ha acabado de entender lo que hay en juego, se lo pongo fácil. Se trata de una guerra de ideas. Por un lado tenemos la democracia, que significa la libertad de expresión, que cada uno pueda decir lo que le dé la gana sobre, por ejemplo, su gobierno; el Estado de derecho, la protección de los derechos del individuo contra cualquier poder; el voto libre y justo como método para determinar quién gobierna. Por otro lado están las autocracias donde las elecciones son, en el mejor de los casos, farsas; donde la ley es lo que dice el líder; y donde los opositores están todos o muertos, o detenidos, o mudos o, como Naválnaya, en el exilio.

Putin es la encarnación de la tiranía, sistema replicado, casualmente, por los países que ayudan en lo militar o en lo político a Rusia en su guerra en Ucrania, es decir China, Irán, Corea del Norte, Bielorrusia, Venezuela y Nicaragua. Naválnaya es la encarnación de la democracia, sistema que por ahora defienden más países, entre ellos España, Argentina, Japón, Corea del Sur, los recién ingresados en la OTAN Finlandia y Suecia y, de momento, Estados Unidos.

Por ponerlo en un contexto histórico, Putin y compañía son los sucesores de Calígula y, dando un salto a los últimos cien años, Franco, Mussolini, Hitler, Stalin y los zares rusos; Naválnaya y sus hermanos y hermanas de sangre siguen en la tradición de Espartaco y los que se opusieron al fascismo, a los nazis, al comunismo soviético y, por no olvidar a Mandela, al apartheid.

La valentía de los segundos ha sido de una nobleza tan extraordinaria que a veces ha rozado la locura. Han puesto sus vidas en juego no por causas personales sino por todos, en el caso de la viuda de Navalni, quizá por generaciones que aún ni han nacido, por la dignidad humana siempre. Como la cabeza más visible de su causa, como alguien muy consciente de que corre el riesgo de sufrir el mismo martirio que su marido, ella es una figura a la vez heroica y romántica, el ángel hecho carne que combate en desventaja contra el mal que personifica el satánico (no, la palabra no es demasiado fuerte) Putin.

No todos los días te encuentras con alguien así. No tengo palabras, por más que lo intente, para definir la grandeza de esta mujer. Lo que sí puedo decir de corazón es que hablar con ella, aunque solo fuera por unos breves instantes, fue una suerte, un honor y un ejercicio de humildad. A su lado me siento un enano moral. Algo por el estilo, si me lo perdonan, sintieron los otros mil participantes en la ceremonia de los premios de La Vanguardia . Cuando Naválnaya apareció en el escenario todos nos pusimos espontáneamente de pie y le dimos un cerrado aplauso.

“Hay causas que son más grandes que nosotros mismos”, dice el también opositor ruso Kará-Murzá

Me sentí honrado de formar parte de esa asamblea y orgulloso de escribir en un diario que sabe valorar lo que esta mujer representa. John Carlin es escritor.