miércoles, 15 de mayo de 2024

De los idiotas

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz miércoles, 15 de mayo. El idiota, comenta en El País el escritor Javier Cercas, piensa que nada cambia nada, que, hagas lo que hagas, todo seguirá igual, y que lo mejor es no hacer nada. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Y nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com








La política de los idiotas
JAVIER CERCAS
11 MAY 2024 - El País - harendt.blogspot.com

Un idiota es aquella persona que se desen­tiende por completo de la política. No lo digo yo: lo dice la etimología de la palabra, y las etimologías no suelen errar. La palabra idiota viene del griego ιδιωτης (idiotes), que significa exactamente eso: persona que sólo se ocupa de lo suyo y se desentiende de lo común, es decir de lo público, es decir de la política, palabra que a su vez viene de polis, que en griego significa más o menos ciudad (es decir, lo que pertenece a todos). Hasta aquí, la etimología.
Por supuesto, un país civilizado es aquél en que sus ciudadanos no deben ocuparse demasiado de política. La palabra clave aquí es “demasiado”: cuando la política se mete en tu casa y tu trabajo, invade tu vida privada y afecta a tus relaciones personales, prepárate para hacer las maletas y salir corriendo, porque algo muy malo está a punto de ocurrir. Todos sabemos cuáles son las cosas importantes de la vida —comer, beber, follar, leer, cuidar de los niños— y todos sabemos que forman parte de nuestra vida privada; lo que sólo los idiotas no saben es que la vida pública también forma parte de la privada, porque lo que atañe a todos también nos atañe a cada uno, o simplemente porque los otros forman parte de nosotros. Así que, aunque no nos guste, es recomendable dedicarle un poquito de tiempo a la vida pública, igual que es recomendable limpiar la casa a diario, aunque no nos guste: si no coges la escoba ni por casualidad, la casa se ensucia, igual que se ensucia la vida pública si no dedicas ni un segundo a intentar que mejore, o al menos a que no empeore. El idiota piensa que nada cambia nada, que, hagas lo que hagas, todo seguirá igual, y que por tanto lo mejor es no hacer nada. Tremenda idiotez. Borges cuenta que en una ocasión estuvo en el desierto del Sáhara, cogió un puñado de arena, dio unos pasos y, mientras dejaba caer la arena, murmuró: “Estoy modificando el Sáhara”. Esa es la realidad: hasta el acto más insignificante tiene consecuencias, y todos hemos experimentado que las buenas decisiones —en nuestro oficio, en nuestra vida familiar, en todo— provocan casi siempre buenos resultados, y las malas, malos. Es verdad que, a veces, una mala decisión no provoca un mal resultado inmediato, ni siquiera una segunda o una tercera; pero nadie ignora que, más tarde o más temprano, las malas decisiones se truecan en malos resultados, del mismo modo que, si una casa no se limpia en un mes, se volverá inhabitable, o se caerá a pedazos. Sólo entonces los idiotas se echarán a la calle haciendo aspavientos idiotas, empezarán a protestar como idiotas y blandirán pancartas idiotas con lemas idiotas, sin caer en la cuenta de que el responsable auténtico del desastre fue su propia idiotez: lo que tampoco sabe el idiota es que, si no haces política, te la hacen, y que, si dejas que te la hagan, quienes acabarán haciéndotela serán, en el mejor de los casos, un hatajo de sinvergüenzas y, en el peor, una banda de psicópatas. Si lo sabré yo, que a lo largo de mi vida he sido un idiota redomado. Mi única excusa es que no era el único. Quiero decir que mi generación fue, en gran parte, una generación de idiotas: vimos surgir una democracia, creímos que con su llegada ya no había nada más que hacer, olvidamos que basta dar por hecha la democracia para ponerla en peligro, nos dedicamos a nuestra vida privada y dejamos que la pública la hicieran los peores, o simplemente los más bobos, y nosotros nos tumbamos a la bartola y pasamos de todo (ese era el verbo de moda), con los resultados de todos conocidos, incluido el hecho de que padeciéramos presidentes del Gobierno tipo Rajoy o Rodríguez Zapatero, a quien yo voté dos veces. Como un idiota.
No aprendáis de nosotros, chavales: no hay nada que aprender. Si acaso, escarmentad en cabeza ajena. No os dejéis engañar. No dejéis que os hagan la política. No dejéis de comer, de beber, de follar, de leer, de cuidar a los niños —por Dios santo, sobre todo que no se os olvide cuidar a los niños—, pero dedicad un ratito cada día a barrer la casa. Sólo un ratito. No olvidéis que el Sáhara se puede modificar. No seáis idiotas. Javier Cercas es escritor.























[ARCHIVO DEL BLOG] Reformemos el islam. [Publicada el 16/06/2015]










Inicio con esta entrada una nueva sección en Desde el trópico de Cáncer a la que he bautizado con el nombre de "Libros y lecturas", en la que espero ir comentado, cuando cuadre, aquellos libros que haya leído recientemente y me hayan impresionado sobremanera. Y la inicio hoy con el comentario del libro "Reformemos el islam" (Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2015), de la profesora neerlandesa de la Universidad de Harvard, Ayaan Hirsi Ali.
Ayaan Hirsi Ali nació en Mogadiscio, Somalia, en 1969. Hija de un líder político local adversario del dictador somalí Siad Barre, recibió una educación islámica ortodoxa y sufrió, a los cinco años de edad la traumática experiencia de la ablación de clítoris. Con veintidós años, huyendo de una boda concertada por su familia con un primo lejano residente en Canadá, y de camino para aquel país, recaló en Alemania y de allí pasó a los Países Bajos, solicitando permiso de asilo. Aprendió el neerlandés en un tiempo récord y cursó estudios de Ciencias Políticas, materia en la que llegó a doctorarse. En 2001 se incorpora a la Fundación "Wiardi Beckman", del partido socialdemócrata, iniciando una labor en defensa de los derechos de la mujer en el mundo musulmán y vertiendo duras críticas hacia los preceptos islámicos que las sumen en un estado de opresión y sumisión que raya en la esclavitud. En 2003 se afilia al partido liberal y obtiene un escaño como diputada en el parlamento de los Países Bajos. En 2006 renuncia a su escaño a raíz de la polémica desatada por la ministra de Justicia que pretende quitarle la nacionalidad neerlandesa por haber mentido sobre su nombre y condición cuando pidió asilo en los Países Bajos. La crisis desatada provocó la caída del gobierno neerlandés, pero ella abandona el país rumbo a Estados Unidos donde colabora desde entonces con el "American Enterprise Institute", un "think tank" de tendencia liberal conservadora, y dirigiendo desde 2012 un Seminario en la "John F. Kennedy School of Government" de la Universidad de Harvard sobre la intersección de la religión, la política, la sociedad y el arte de gobernar en el mundo islámico. 
Hirsi Ali es una gran defensora de la libertad de expresión. En una conferencia que dio en Berlín en 2006 defendió el derecho a ofender, justo después de la polémica formada a raíz de la publicación de las caricaturas de Mahoma. Condenó a los periodistas de los periódicos y canales de televisión que no mostraron las caricaturas, llamándolos «mediocres de mente» y acusándolos de ocultarse tras los términos «responsabilidad» y «sensibilidad» y alabó a los que en toda Europa publicaron las caricaturas.
Ha recibido numerosos premios y reconocimientos internacionales por su defensa de la libertad, la tolerancia y los derechos humanos. En marzo de 2005 recibió el Premio a la Tolerancia otorgado por la Comunidad de Madrid. El Parlamento noruego la propuso para el Premio Nobel de la Paz del 2006, y en 2008 recibió el Premio Simone de Beauvoir.
En apenas dos días leído de un tirón, absolutamente enganchado a su lectura, su libro "Reformemos el islam", en el que lanza un vehemente llamamiento en favor de una "Reforma musulmana" como la que se produjo en el siglo XVI en la Europa cristiana, como única vía para poner fin a los horrores del terrorismo, la guerra sectaria y la represión de la mujer y las minorías.
Durante siglos, dice, se ha tenido la impresión de que el islam era inmune al cambio, sin embargo, ella entiende que la "Reforma" del islam es inminente y que incluso es posible que ya haya comenzado. La llamada "Primavera árabe", continúa diciendo, quizá parezca a ojos de muchos un fracaso político, pero el desafío que lanzó a la autoridad tradicional puso de manifiesto una nueva disposición, especialmente por parte de las mujeres musulmanas, a pensar y expresarse con libertad. 
En un valiente desafío a los yihadistas, Hirsi Ali propone cinco enmiendas a la doctrina islámica que los musulmanes deberían adoptar para sacar su religión del siglo VII y acercarla al siglo XXI, invitando también al mundo occidental a que deje de apaciguar a los islamistas radicales defendiendo en su lugar a quienes necesitan del apoyo de Occidente, que son los reformadores musulmanes y no los omnipresentes opositores a la libertad de expresión. Esas enmiendas se resumen, básicamente, en que resulte más fácil compatibilizar ser musulmán con vivir en el siglo XXI, rechazando de plano el concepto de "yihad" como llamamiento literal a las armas contra los no musulmanes y aquellos musulmanes que consideren apóstatas o herejes.
A través de un discurso en el que se entrelazan sus propias experiencias de niñez y juventud islámicas con analogías históricas y ejemplos rotundos de sociedades y culturas musulmanas contemporáneas, "Reformemos el islam" es una exhortación apasionada a favor de un cambio pacífico y una nuevas era de tolerancia global.
A día de hoy, dice en las páginas finales de su libro, existe una guerra abierta en el islam: una guerra entre los que desean su reforma, los musulmanes reformistas o disidentes, creyentes y clérigos que se han dado cuenta que su religión debe cambiar si sus adeptos no quieren quedar condenados a un ciclo interminable de violencia política, y los que desean regresar a la época del profeta, a los que ella llama los musulmanes de Medina, partidarios de la "yihad" o guerra santa, que preconizan un régimen basado en la "sharía" o ley religiosa islámica, defienden un islam que ha cambiado muy poco o nada desde el siglo VII y consideran un requisito de fe imponer sus creencias por la fuerza a todos los demás. Una guerra interna, añade, en la que el premio son los corazones y las mentes de los en su mayoría pasivos musulmanas que ella define como de La Meca, el grupo mayoritario en el mundo musulmán, conformado por musulmanes fieles a la esencia del credo islámico y devotos participantes en los oficios religiosos pero que no muestran predisposición alguna a practicar la violencia. 
En este momento, dice más adelante, se conjugan tres factores que posibilitan una reforma religiosa real del islam: a) el impacto de las nuevas tecnologías de la información en la creación de una red de comunicación sin precedentes en todo el mundo musulmán; b) la total incapacidad de los islamistas de cumplir con sus promesas cuando llegan al poder y el impacto de las normas occidentales sobre los inmigrantes musulmanes, que están dando lugar a la creación de una comunidad nueva y cada vez más grande a favor de una "Reforma" musulmana; y c) la aparición de una comunidad política de votantes a favor de la reforma religiosa en algunos Estados claves de Oriente Próximo.
Les invito a releer mi entrada del pasado mes de mayo, titulada "Islam, islamismo y Estado Islámico", que creo sirve de perfecto complemento a las tesis mantenidas por la profesora Ayaan Hirsi Ali en su libro, y por supuesto, les animo a la lectura del mismo. Espero que esta nueva sección del blog les resulte interesante. Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt













martes, 14 de mayo de 2024

De Europa y sus catedrales

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz martes, 14 de mayo. Muros que fueron joyas artísticas, dice en El País la escritora Lucía Lijtmaer, son metáfora de elevación y, a su vez, presentimientos de cataclismo, nacionalismo extremo y frontera. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Y nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com











Si Europa fuera una catedral
LUCÍA LIJTMAER
09 MAY 2024 - El País - harendt.blogspot.com

La iglesia es mastodóntica, no se me ocurre otra manera de describirla. Qué iglesia, se trata de una catedral de arriba a abajo. Los muros oscurecidos por el azufre, los turistas deambulando como murciélagos a la sombra, con las luces de las pantallas de los móviles que apuntan a las gárgolas, brillando como antiguamente lo hacían las pupilas deslumbradas de los bichos, al ser sorprendidos. Ciento cincuenta y siete metros de altura en piedra enhiesta, en el centro exacto de una ciudad alemana, haciéndonos alzar los ojos hasta más allá de lo posible, hasta perder el equilibrio.
Recorro la catedral de Colonia un domingo gris a mediodía. Como todo lugar de peregrinación en el siglo XXI, nunca está vacía. Según los informes mensuales de la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA), la demanda de vuelos internacionales registró un aumento del 18,9% en marzo en comparación con el mismo período del año anterior. La mayoría de vuelos europeos van siempre llenos desde que se decretó el final de la pandemia. A mi alrededor, franceses, bielorrusos e italianos pasean bajo un cielo plomizo.
La catedral de Colonia, que atrae entre seis y siete millones de visitantes al año, lleva siendo noticia desde que se descubrió que, pese a su majestuosidad, es más frágil de lo que parece. El edificio no está preparado para las inclemencias del cambio climático y las recurrentes lluvias intensas, tormentas y sequías la están debilitando. Los andamios de la antigua fachada de piedra han comenzado a desmoronarse y, desde hace algún tiempo, si el viento es demasiado fuerte, las autoridades cierran la plaza que está delante de la catedral. En consecuencia, se está importando piedra italiana, de Padua, la más adecuada para reforzar su estructura.
Según un reciente informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente, en la actualidad Europa no está preparada para los crecientes riesgos que el cambio climático produce con cada vez mayor rapidez. “Los riesgos están superando el desarrollo de las políticas”, dijo a The Guardian Blaž Kurnik, jefe del grupo de impacto y adaptación de la agencia. La temperatura de Europa se ha elevado más que cualquier otro continente desde la Revolución Industrial. Y a mayor velocidad: se ha calentado aproximadamente dos veces más rápido que el promedio mundial a medida que el dióxido de carbono obstruye la atmósfera y atrapa la luz solar.
La catedral de Colonia es uno de los más emblemáticos ejemplos de arte gótico, en una ciudad media alemana, de un millón de habitantes, en el corazón del centro de Europa. Estuvo a punto de no sobrevivir a la Segunda Guerra Mundial. Solo 60 años después de la finalización de la catedral, Colonia fue golpeada por el primero de 262 ataques aéreos aliados con el bombardeo de la RAF del 17 de mayo de 1940. Casi una cuarta parte de los entonces 770.000 residentes de la ciudad huyeron tras esta primera redada devastadora. El éxodo de Colonia continuó con los bombardeos hasta que solo quedaron unos 20.000 residentes, que sobrevivieron en ruinas y sótanos hasta que se produjo el último de los ataques, el 2 de marzo de 1945.
Colonia había sido, desde la fundación del partido liderado por Adolf Hitler, el centro de los nacionalsocialistas en Renania. El enfoque político de los nacionalsocialistas de Colonia se caracterizó por un antisemitismo extremo y una propensión a la violencia hacia los oponentes políticos.
En 2016 tuvo lugar uno de los sucesos más recordados en la historia reciente de Colonia. Una serie de agresiones sexuales aterrorizaron a la población durante la Nochevieja de 2015. Las autoridades alemanas aseguraron que las agresiones sexuales, producidas por 58 hombres a mujeres, tuvieron como únicos protagonistas a refugiados extracomunitarios. Esto contribuyó a que buena parte de la opinión pública alemana reaccionara en contra del colectivo migrante, según sondeos publicados en el país. Tras lo ocurrido en Colonia, un 60% de los encuestados consideró que Alemania no está capacitada para hacer frente a tantos refugiados. Un mes antes, en diciembre de 2015, se trataba del 46%. El exjefe de la policía de Colonia, Wolfgang Albers, fue suspendido del cargo el 8 de enero, debido a las denuncias de desinformación en los días posteriores a los sucesos.
Según el medio de investigación y verificación alemán Correctiv, miembros de partido alemán Alternativa para Alemania (AfD), neonazis y empresarios se reunieron en noviembre de 2023 en Potsdam, ciudad vecina de Berlín —y tan solo a ocho kilómetros de la tristemente célebre localidad de Wannsee, donde se planificó la Solución Final—, para discutir un plan de expulsión de Alemania de personas extranjeras o alemanes de origen extranjero. El cofundador del Movimiento Austríaco de Identidad (IBÖ), Martin Sellner, presentó un proyecto para enviar a África del Norte a hasta dos millones de personas —solicitantes de asilo, extranjeros y ciudadanos alemanes que “no se habrían integrado en el país”.
Los monumentos religiosos del calibre de la catedral de Colonia simbolizaron durante décadas la cumbre del poder eclesiástico. Pero su construcción no se debía únicamente a un ejercicio de ostentación de poder, sino que las iglesias y catedrales cumplían una función muy clara: aglutinar a los fieles y fomentar el desarrollo de las ciudades. Al convertirse en centros de peregrinación y de culto, a su alrededor se desarrollaban comercios, oficios y burgos. Las grandes iglesias a partir del siglo XII dependían exclusivamente de los monarcas y se convierten, en sí, un bastión europeo, emblema de ciudad y constituían una ciudad sagrada en sí misma.
¿Pero qué es Europa ahora? ¿En qué se está convirtiendo? Desde 2015, las fuerzas de extrema derecha están copando un concepto acuñado en 1985 que hasta hace poco parecía únicamente británico: el euroescepticismo. El rechazo a las políticas conjuntas europeas en materia económica y de migración forma parte de la mayoría de programas de sus líderes. Es el caso del Partido de la Libertad en los Países Bajos, ganadores de las elecciones en noviembre de 2023, o de Giorgia Meloni, aunque esta parece dispuesta a consensuar políticas europeas fundamentales.
En la actualidad, muchos monumentos como la catedral de Colonia están siendo declarados biotopos, es decir, que son espacios que acogen biodiversidad por sus condiciones climáticas. Otro caso notable es San Juan de Gaztelugatxe, en plena costa vasca. Muros que fueron joyas artísticas y construcciones de discurso religioso —en muchas ocasiones totalitario— son fuente de biodiversidad y, paradójicamente, emblema de nuestro posible apocalipsis. Son metáfora de elevación y, a su vez, presentimientos de cataclismo, nacionalismo extremo y frontera.
Al dejar atrás el monumento, leo las últimas encuestas en Alemania para las elecciones europeas: los ultraderechistas han experimentado el mayor crecimiento. Pueden ganar en Italia, Francia, Países Bajos, Hungría y Austria. Mientras me alejo definitivamente, las gárgolas de piedra negra parecen chillarnos algo a la multitud sobre el oro y el fuego que ocultan en su interior, pero nadie parece entender su significado. Sí, mientras me alejo, siguen con su chillido sordo. Lucía Lijtmaer es escritora.

























[A VUELAPLUMA] Pesadilla en Barcelona. [Publicada el 16/05/2018]









¿Representa el señor Torra, con su xenofobia salvaje, al independentismo actual? ¿Esto es lo que había detrás del nacionalismo tolerante, transversal, abierto e integrador que el catalanismo predicaba en Cataluña?, se pregunta en el diario El País el escritor catalán Javier Cercas. Me sumo a su petición final: Ya no sé si merece la pena pedir ayuda a un Gobierno español que ni siquiera ha sido capaz de explicar a la opinión pública europea qué es lo que está pasando en Cataluña; se la pido al Estado democrático, a los europeos, a los españoles y a los catalanes de buena fe —incluidos los separatistas catalanes de buena fe—: hay que parar esta pesadilla. 
Repitámoslo una vez más, comienza diciendo Cercas, a ver si repitiéndolo acabamos de creerlo: Joaquim Torra, flamante presidente de la Generalitat, es un entusiasta de Estat Català, un partido fascista o parafascista y separatista que en los años treinta organizó milicias violentas con el fin de lanzarlas a la lucha armada; también es un entusiasta de sus líderes, en particular de los célebres hermanos Badia, dos terroristas y torturadores a quienes, como recordaba Xavier Vidal-Folch en este periódico, el señor Torra calificó como “los mejores ejemplos del independentismo”. La palabra “entusiasta” no es, como se ve, exagerada. Hace apenas cuatro años, en un artículo titulado Pioneros de la independencia y publicado en el diario El Punt Avui, el señor Torra escribía refiriéndose a Estat Català y a Nosaltres Sols!, una corriente de Estat Català nacida en torno a una red paramilitar clandestina: “Y hoy que el país ha abrazado lo que ellos defendían desde hace tantos años, me parece de justicia recordarlos y agradecerles tantos años de lucha solitaria. ¡Qué lección, qué bellísima lección!”.
Todo lo anterior es más o menos conocido; no lo es tanto, en cambio, que el partido venerado por el señor Torra sobrevivió a la Guerra Civil y el franquismo y revivió durante la Transición. Así, la hemeroteca de la Universidad Autónoma de Barcelona conserva un cuaderno firmado por Nosaltres Sols! que, según el historiador Enric Ucelay-Da Cal, se publicó en torno a 1980. Está escrito en catalán,consta de ocho páginas mecanografiadas, se titula Fundamentos científicos del racismo y concluye de esta forma: “Por todo esto tenemos que considerar que la configuración racial catalana es más puramente blanca que la española y por tanto el catalán es superior al español en el aspecto racial”. Cambiando “alemán” por “catalán” y “español” por “judío”, estas palabras las hubiera firmado cualquier ideólogo nazi de pacotilla: ¿son ellas la lección, la bellísima lección que, según el señor Torra, debemos aprender los catalanes de sus admirados pioneros independentistas? La respuesta sólo puede ser sí, al menos a juzgar por los artículos y tuits que el señor Torra ha escrito en los últimos años y que hemos conocido con incredulidad estos últimos días, en los que los españoles aparecen sin falta como seres indeseables, candidatos a ser expulsados de Cataluña (“Aquí no cabe todo el mundo”, escribió en 2010, refiriéndose a dos socialistas catalanes con apellidos españoles).
En su primera entrevista como candidato, el señor Torra declaró sobre esas porquerías xenófobas: “Pido disculpas si alguien las ha entendido como una ofensa”. ¡Pero, hombre de Dios, cómo se le ocurre! ¿Quién en su sano juicio consideraría una ofensa que se le califique de sucio, fascista, violento y expoliador, como hace usted en sus textos con millones de personas? Y ahora la pregunta se impone: ¿representa el señor Torra, con su xenofobia salvaje, al independentismo actual? ¿Esto es lo que había detrás del nacionalismo tolerante, transversal, abierto e integrador que el catalanismo predicaba en Cataluña y que tantos nos creímos durante años (aunque no fuéramos nacionalistas)?
Uno entiende muy bien que el señor Puigdemont y tres o cuatro insensatos como él compartan las ideas del señor Torra, pero ¿las comparte también el PDeCAT, la antigua Convergència de Pujol y Roca y Mas? ¿Las comparten ERC y la CUP, partidos que dicen ser de izquierdas? Y, si no las comparten, ¿cómo es posible que hayan permitido con sus votos que este señor sea presidente de Cataluña? Porque no es que el señor Torra no merezca ser presidente de la Generalitat; es que no merece ser representante político de nadie, y los partidos catalanes que conservan un mínimo de cordura y dignidad hubieran debido exigir su inmediata dimisión como parlamentario. ¿Cuánto hubiera durado en su escaño un diputado de cualquier parlamento español que hubiera escrito sobre los catalanes las brutalidades que ha escrito este señor sobre los españoles y hubiera expresado hace cuatro días su entusiasmo por Falange, el equivalente español de Estat Català?
Hasta aquí, el asco y la vergüenza; ahora viene el miedo. Porque el señor Torra ha prometido en el Parlamento catalán hacer exactamente lo mismo que, en nombre de la democracia y sin el más mínimo respeto por la democracia, hizo su antecesor en la presidencia de la Generalitat, lo mismo que en otoño pasado llevó a Cataluña, tras el golpe desencadenado el 6 y 7 de septiembre, a vivir dos meses de locos durante los cuales el país se partió por la mitad y quedó al borde del enfrentamiento civil y la ruina económica (una ruina que algunos economistas consideran en voz baja difícil de evitar: una muerte lenta). Por supuesto, este xenófobo entusiasta de un partido fascista o parafascista y violento se halla en condiciones de cumplir su ominosa promesa, porque a partir de su toma de posesión tendrá en sus manos un cuerpo armado compuesto por 17.000 hombres, unos medios de comunicación potentísimos, un presupuesto de miles de millones de euros y todos los medios ingentes que la democracia española cedió al Gobierno autónomo catalán, además de cosas como la educación de decenas de miles de niños. Dicho lo anterior, sólo puedo añadir que me sentiría mucho más tranquilo si el presidente de la Generalitat fuera un paciente escapado del manicomio de Sant Boi con una sierra eléctrica en las manos.
A veces la historia no se repite como comedia, según creía Marx, sino como pesadilla; es lo que está ocurriendo ahora mismo en Cataluña. El señor Torra lleva razón en una cosa: de un tiempo a esta parte, todo el nacionalismo catalán y dos millones de catalanes parecen haber abrazado las ideas que en los años treinta defendían Estat Català y Nosaltres Sols!; la mayoría de los separatistas no lo saben, claro está, pero eso explica que nuestro nuevo presidente sea el señor Torra. O dicho de otro modo: ayer tomaron el poder en Cataluña aquellos a quienes la mayor parte del nacionalismo catalán, desde los años treinta hasta hace muy poco, consideraba extremistas peligrosos, cuando no directamente descerebrados. En estas circunstancias, no sé si merece ya la pena pedir ayuda a un Gobierno español que ni siquiera ha sido capaz de explicar a la opinión pública europea qué es lo que está pasando en Cataluña; se la pido al Estado democrático, a los europeos, a los españoles y a los catalanes de buena fe —incluidos los separatistas catalanes de buena fe—: hay que parar esta pesadilla. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt












lunes, 13 de mayo de 2024

De los impulsos inútiles

 








Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz lunes, 13 de mayo. Los gestos simbólicos no sirven de nada, escribe en El País el periodista José Luis Sastre; nada nos indigna para siempre o durante el tiempo suficiente y, quien tiene que saberlo, lo sabe. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Y nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com









El impulso inútil que nos salvará
JOSÉ LUIS SASTRE
08 MAY 2024 - El País - harendt.blogspot.com

Por quinta vez, Vladímir Putin tomó ayer posesión de su cargo en el Gran Palacio del Kremlin de Moscú, donde seguirá al frente de la presidencia hasta 2030, porque la primera victoria Putin se la quiere cobrar al futuro. Al ver la ceremonia y su solemnidad, me acordé de quienes, al poco de que empezara la invasión de Ucrania, se atrevieron a plantarse en medio de las calles rusas con un folio en blanco del que, como no decía nada, se entendía todo. Tanto, que la policía arrestaba a quien luciera carteles tan subversivos como aquellos, que estaban vacíos.
Nadie se acuerda ya de aquellos gestos porque los gestos simbólicos no sirven de nada. Te queda la multa y quién sabe. Pensé en la ristra de pequeñas y grandes acciones hechas con los mejores propósitos y que ni cambian el mundo ni se guardan en la memoria, si lo más que hacemos es olvidar. La memoria nos dura lo que nos dura la conmoción y nos conmocionan tanto que es difícil saber dónde acudir en cada momento. Nada nos indigna para siempre o para el tiempo suficiente y, quien tiene que saberlo, lo sabe.
Pensé en quienes ponen rosas y quienes pasan algunas noches al raso o en tiendas de campaña. En quienes se quedan en su sitio porque han decidido resistir. En quienes llevan folios en blanco conscientes de que la historia es una corriente inabordable que no se va a alterar ni se va a inmutar por minucias de la gente corriente que echa a perder su tiempo. Pensé en quienes, queriendo ir un poco más allá, le ponen letra a esos carteles e incluso prueban con algún lema o alguna rima. Ellos conocen, como los demás, que su pequeño gesto no bastará y lo más probable es que los folios y las rosas y las pancartas acaben por alimentar la fatigosa rutina de la melancolía.
Pensé, en fin, en que todo esto que escribo todo el mundo lo conoce porque es la historia de la humanidad y, pese a ello, aún existe un impulso que pelea contra esa inercia. Quizá sea por inconsciencia o rebeldía. Quizá sea por un sentido del deber, que te empuja a hacer algo aunque creas —aunque sepas— que no vaya a servir de nada. Es el impulso lo que vale: el impulso del que nadie se acordará. Pero a veces las cosas no se hacen por la memoria. Ni siquiera se hacen por los demás. Se hacen, precisamente, cuando no se puede hacer mucho más o nada más y lo que te queda es una rosa o un folio en blanco o, por lo menos, un tuit.
Quién sabe si la valentía de preservar los gestos que no sirven de nada sea la única forma de decirnos que aún hay algo que podamos hacer. Aunque ocurra lejos. Aunque parezca inevitable. José Luis Sastre es periodista.






















[ARCHIVO DEL BLOG] Sensualidad a flor de piel [Publicada el 13/05/2008]











La fundación Mapfre abre mañana en Madrid una interesantísima exposición dedicada al gran escultor francés Auguste Rodin. No se si es la misma que yo tuve ocasión de ver, hace justamente seis años por estas fechas en Gran Canaria, organizada en aquella ocasión por la Fundación La Caixa. Supongo que sí. Si no es la misma fue muy parecida, pues casi las mismas obras que recalan ahora en Madrid las vi yo entonces en la Sala de Exposiciones de La Regenta en Las Palmas. Recuerdo que me impresionó en gran manera la reproducción a escala, del mismo Rodin, del impresionante y magnífico grupo escultórico titulado "Los burgueses de Calais". En todo caso, la estrella de la exposición era, como supongo que ocurrirá ahora en Madrid, "El beso". Para mi, sin duda, la más sensual escultura de la historia. La habrá más bellas, mejores, más impresionantes, pero no más sensuales...
Ángeles García, en su artículo de hoy en El País, comenta la apertura de la exposición madrileña y señala al inicio del mismo el erotismo de alto voltaje que sacudía Europa en el último tercio del siglo XIX, desde la psicología del subconsciente de Freud, hasta el arte del mismo Rodín, Klimt o el también pintor realista francés, Gustave Courbet, pintor de campesinos y obreros, pero también autor de una de las obras más provocadoras de la pintura europea: "El origen del mundo", que pueden ver más abajo. Por cierto, que el escritor chileno Jorge Edwards, tomando como eje central de su trama el parecido del torso desnudo de la protagonista de su novela homónima con la pintura de Courbet escribió hace unos años una deliciosa y divertida historia que les recomiendo encarecidamente: "El origen del mundo" (Tusquets, Barcelona, 1996). Disfruten de la exposición, de la novela, de la vida: no tenemos otra... Y sean felices. HArendt











domingo, 12 de mayo de 2024

Especial 1 de hoy domingo, 13 de mayo. Sobre Cataluña y el hecho diferencial

 







Cataluña y el hecho diferencial
FERNANDO VALLESPÍN
12 MAY 2024 - El País - harendt.blogspot.com

No se entiende muy bien cómo el BBVA ha elegido este momento precisamente para anunciar su opa hostil contra el Sabadell, en plena campaña de las elecciones catalanas. La reacción ha sido la previsible, todo el mundo se ha posicionado en contra, empezando por el Gobierno y la Generalitat, y abarcando a todas las fuerzas políticas sin excepción. Lo más interesante de todo, sin embargo, es que saca a la luz —o vuelve a recordarnos— cómo la lógica de la economía no se deja atrapar fácilmente por identidades particularistas. O, si lo prefieren, que el mundo de la economía no atiende a más razones que las propias de este subsistema, no tiene un corazón patriótico. Prueba de ello es que a la UE esta operación le parece de perlas. Y ella es el regulador en última instancia. Un regulador frío y calculador, muy alejado de los humores y transpiraciones que suelen hacer acto de presencia en unas elecciones como estas, tan cargadas de particularismo.
Aquí es donde me gustaría aterrizar, porque, con independencia de cuál sea el resultado, algo sobre lo que no voy a especular, lo que me parece fuera de toda duda es que estas elecciones, como las vascas, nos introducen en un escenario político muy diferente al que nos encontramos en cualquier otra elección “regional”. En otras palabras, su hecho diferencial se hace más que palpable. No ya solo por el protagonismo que tienen los partidos autóctonos, sino por los discursos y la propia emocionalidad que rebosan. Es posible que la economía viva en un frío mundo paralelo, pero la política no tiene más remedio que hacerse cargo de esa sensibilidad distinta, ciertamente densa. De hecho, es lo que venimos haciendo desde la Transición, tratar de acomodarla al Estado autonómico. A trancas y barrancas, claro. Primero, porque la Constitución establece unos límites claros, pero ha permitido a la vez una gran holgura a la hora de ir incrementando el autogobierno de estas regiones históricas. Y luego, porque los imperativos de la gobernabilidad han hecho de la necesidad virtud, y los dos grandes partidos nacionales se han visto impelidos a ir haciendo concesiones.
El procés rompió con esta homeóstasis o equilibrio inestable con el que veníamos funcionando, pero seguimos navegando por la historia sin un mapa claro. Esta campaña no ha contribuido a clarificarlo porque todavía arrastra la resaca del desaguisado. Quizá por eso mismo la gestión ha pasado al primer plano. Pero el independentismo tiene clara su hoja de ruta. No así nuestros dos grandes partidos. El PSOE sigue prisionero de las demandas que se ve obligado a aceptar para mantenerse en el Gobierno, pero ahora mismo ignoro cuál es su modelo de Estado fuera de las vagas declaraciones sobre el federalismo. Imagino que será lo que vaya quedando después de las distintas concesiones. ¿Y el PP? Hubiera estado bien que nos enteráramos de una vez en esta campaña cómo desea integrar a las dos regiones con hechos diferenciales tan manifiestos. Silencio, fuera de alguna alusión a la Constitución. El marco legal no es, desde luego, algo que se pueda infringir, pero sus resultados electorales en estos territorios deberían ponerles las pilas.
Lo único cierto es que nos falta una reflexión conjunta sobre lo mucho que nos une —y aquí entran también las constricciones económicas que vimos en el caso de los bancos—, pero también sobre aquello en lo que somos diferentes. Fuera de intereses políticos puntuales, poniendo el acento en la convivencia y el respeto mutuo y alejados de soflamas. Puede que sea un ingenuo, pero cualquier otra alternativa siempre será peor. Fernando Vallespín es politólogo.