domingo, 25 de febrero de 2024

De las lecciones a aprender de Galicia

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz domingo. La percepción de una España radicalmente confrontada, dice en La Vanguardia el abogado Miquel Roca Junyent, no parece que se haya reflejado en los resultados de las elecciones gallegas. Más participación, un punto más de pluralismo, poco eco del dramatismo que algunos han querido introducir. Les recomiendo encarecidamente la lectura de su artículo y espero que junto con las viñetas que lo acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com











¿Todo es igual? ¡No!
MIQUEL ROCA JUNYENT
20/02/2024 - La Vanguardia - harendt.blogspot.com

El resultado de las elecciones gallegas no es irrelevante. Obviamente, no lo es para Galicia, que ha tomado, libre y democráticamente, la decisión que le ha parecido más conveniente sobre cómo y por quién quiere ser gobernada los próximos cuatro años. Pero también los resultados se proyectan al conjunto de toda España, ya que las elecciones han venido precedidas por una campaña en la que muchas cuestiones de ámbito extraautonómico han tenido una presencia destacada.
No obstante, de entrada, cabe destacar el éxito del PP. Ha vuelto a ganar de forma contundente, con una mayoría absoluta avalada por una acción de gobierno que los ciudadanos gallegos comparten y aprueban. Esto, por sí solo, es muy significativo; ganar desde el gobierno no siempre es fácil y cuando lo es significa que las cosas se han hecho bien. La victoria del PP tiene acento gallego; no parece coherente hacer una lectura española. Se han repetido los resultados de hace cuatro años, en un momento en que la coyuntura española era diferente. Ahora, se ha ganado porque se ha gobernado bien; lo que pasa en Madrid no ha tenido nada –o muy poco– que ver.
En Galicia se ha puesto de manifiesto la existencia de dos grandes bloques: el del PP y el de los demás. Como desde hace muchos años. Con una sola e importante diferencia: el BNG se ha consolidado como fuerza decisiva del galleguismo. Mientras el PSOE hablaba de lo que pasa en España, el BNG ha dedicado su tiempo de campaña a hablar de Galicia. Con una visión progresista, pero de Galicia. Y muchos electores, cansados de verse considerados como el simple escenario de una confrontación ajena, han preferido Galicia. En cierta forma, estas elecciones las ha ganado Galicia.
Y el PSOE deberá reflexionar, y mucho. En primer lugar, deberá tomar nota de que sus socios de gobierno, Sumar y Podemos, tensionan la coalición en provecho de no se sabe qué. Critican lo que hacen ellos mismos, debilitan al PSOE y no sacan ningún provecho. Con un mensaje poco fundamentado no calan en la realidad social ni de Galicia ni de muchos otros lugares de España. Tienen todo el derecho a hacerlo; esta es una expresión de libertad. Pero un gobierno no es un laboratorio para experimentos. En un primer momento, la aventura puede interesar; cuando la insistencia no se traduce en realidades, la moda pasa. Ahora, su fracaso también lo ha pagado el PSOE. Una cosa es compartir una investidura; otra, compartir una acción de gobierno.
El BNG ha ocupado buena parte del espacio del PSOE. Con inteligencia se ha beneficiado de su colaboración, sin comprometerse ni con un estilo ni con una acción de gobierno. El objetivo era Galicia y lo ha servido con coherencia y tenacidad. De hecho, durante la campaña electoral, el PSOE se empeñó en presentar al BNG como el socio de referencia. Y la gente lo aceptó y prefirió votar al maestro en lugar del discípulo.
Es cierto que todo queda muy igual. Dos bloques estabilizados, con una diferente composición en el llamado bloque progresista. Pero no hay que equivocarse. No todo es igual; hay diferencias que se proyectan al conjunto de España. La percepción de una España muy radicalmente confrontada no parece que se haya reflejado en este resultado. Más participación, un punto más de pluralismo, poco eco del dramatismo que algunos han querido introducir. Un gobierno en Madrid que evidencia su fragilidad, presionado por condicionamientos que chirrían. Aquí, también, todo igual, pero más evidente. ¿Qué hay que hacer? Como mínimo aceptar las lecciones que la realidad impone. ¡Que no todo es igual! Miquel Roca Junyent es abogado.







































[ARCHIVO DEL BLOG] Y a pesar de todo, España va... [Publicada el 28/02/2018]











Empieza a extenderse el concepto de italianización de la política española: la estabilidad ha dejado de ser un elemento esencial y el país funciona y sigue adelante a pesar del caos improductivo en el que están inmersos los partidos. Y España va..., a pesar del caos político, escribe en El Mundo la periodista y profesora de la Universidad Camilo José Cela, Lucía Méndez.
No hay Presupuestos. No hay reformas. Los partidos nacionales están entregados en cuerpo, alma y tuits a la táctica diaria según soplen las encuestas. El Parlamento se encuentra desbordado por una hiperactividad improductiva. Una comunidad autónoma lleva meses sin Gobierno con su clase política instalada en el caos. Pero España va... como la nave cinematográfica de Federico Fellini. El país va, la actividad económica no se detiene, las exportaciones marcan récords a pesar del caos político, de la incapacidad del Gobierno para impulsar las reformas legales necesarias -pensiones, Educación, financiación autonómica- y de la ineficacia e impericia de los partidos de la oposición para articular mayorías alternativas al PP. Es muy habitual en estos días escuchar conversaciones en el ámbito político e institucional, en las que se llega a la conclusión de que, contrariamente a lo que siempre habíamos supuesto, el funcionamiento del país no depende ya de la estabilidad política, que no la hay. El concepto de italianización de la política española está muy presente en esas conversaciones. «Los ciudadanos tienen derecho a preguntarse para qué sirven los políticos si no es para resolver los problemas del país. Y para qué sirve el Estado autonómico si hay una comunidad sin Gobierno desde hace meses sin que pase nada raro. El caso de Cataluña es insólito. Una comunidad gestionada por los funcionarios en la que todo marcha sin sobresaltos. Y su economía tampoco va tan mal. Nadie echa de menos al Gobierno catalán. Salvo Puigdemont», advierte un parlamentario del PP.
Un día cualquiera en la vida de España se puede resumir en el desfile de presuntos sediciosos y corruptos ante los tribunales, en comparecencias-espectáculo en las comisiones de investigación parlamentarias -como la de Álvaro Pérez y el «mondongo»-, en noticias incomprensibles como la censura de una obra en la feria de arte más importante, en las quinielas sobre el sustituto del ministro de Economía o en si es necesario poner letra al himno de España. Última controversia surgida de la actuación de una cantante famosa en un teatro de Madrid, que el PP y Ciudadanos elevaron a categoría política en su pulso por presentarse ante los ciudadanos como los más patriotas de entre los patriotas. Los españoles asisten como público-espectador atónito a las evoluciones de los actores políticos en el escenario institucional. Y, como en el caso de Marta Sánchez, en ocasiones graban las escenas en el móvil para difundirlas.La escena de mayor carga política de los últimos días tuvo lugar en el Congreso de los Diputados. Pero en el exterior. Miles de pensionistas se manifestaron, de forma repentina e inesperada, para tocar la campana y despertar al Gobierno. Cabe imaginar ese día la perplejidad de Mariano Rajoy en La Moncloa, viendo a miles de pensionistas -que votan en masa al PP- en las calles de toda España. «¿Esto qué significa? ¿También los pensionistas? Si no les he tocado un duro de la pensión desde que estoy aquí. Son los únicos que no han sufrido recortes. Hemos recortado en Sanidad, en Educación, en el subsidio de paro, pero las pensiones han sido sagradas. Lo sabe todo el mundo». En efecto, los datos confirman que los jubilados españoles han sido protegidos por el Gobierno de la crisis, a diferencia de los jóvenes, expulsados a la precariedad y con sueldos de miseria. Acostumbrado a analizar la realidad del país en las estadísticas, transparencias y cuadros macroeconómicos, el Gobierno quizá no cayó en la cuenta de que la carta que envía a los jubilados españoles informándoles de que su pensión sube un par o tres de eurillos puede ser considerada un insulto. O que al propio Gobierno y al resto de los partidos españoles no se les cae de la boca la palabra «pensiones» a la hora de hablar de los retos del futuro. Hay un debate público incesante sobre la llamada sostenibilidad del sistema de pensiones, pero los jubilados y el resto de los españoles que aún no lo son pero lo serán aprecian que nadie hace nada en concreto.
También se le pasó al presidente del Gobierno el impacto negativo que sus llamamientos al ahorro en planes de pensiones privados podría tener sobre los ciudadanos. Algunos dirigentes del PP aprecian ahora que esa iniciativa de Rajoy, en la que anunció que los planes de pensiones se podrían rescatar ¡dentro de 10 años!, y sus apelaciones al ahorro fueron un error que pudo producir incertidumbre en una cuestión de alta sensibilidad social. Algo parecido ha sucedido con las medidas para garantizar o ampliar la enseñanza de la lengua castellana en Cataluña. El Gobierno lanza debates al aire y acaba metido en un guirigay de declaraciones de ministros y altos cargos, propuestas e iniciativas, sin resultado concreto alguno. Esta aturdida e impetuosa actividad política declarativa del Gobierno tiene su origen en la inquietud y preocupación existente en La Moncloa, no ya sólo por el empuje de Ciudadanos -que por supuesto-, sino por la extensión de conceptos como bloqueo político o legislatura perdida. Gobierno y PP advierten que la idea de que no hacen nada está calando entre los españoles. Y para remediarlo y frenar a Ciudadanos, se les ha ocurrido poner en marcha iniciativas poco o nada elaboradas y convenciones diversas, y sacar a los ministros de los despachos para llevarles a los platós de televisión y a los estudios de radio.
El PP, además, aprieta a fondo el acelerador del activismo puro y duro contra Ciudadanos, que le pisa los talones en los sondeos, metiéndole en el saco de la financiación irregular. Los dirigentes y cargos populares con más pensamiento político y menos pasión anti Rivera advierten de que esa estrategia -o por lo menos su intensidad- puede no ser la más adecuada ni dar los resultados que se esperan. Embarrar el terreno sirve para salir del paso. Pero algunas voces internas advierten sobre la imposibilidad de llevar al ánimo de los españoles la idea de que Ciudadanos tiene el mismo problema que el PP, un partido con decenas de ex dirigentes muy relevantes encausados en escándalos de corrupción y con informes contundentes de la Fiscalía que consideran acreditada su caja B. Idéntica preocupación a la que existe en el Gobierno por la parálisis de la legislatura que aqueja también al Congreso. La presidenta, Ana Pastor, convocó a los portavoces de los grupos a una comida para racionalizar una actividad parlamentaria que, paradójicamente, está colapsando los servicios de la Cámara a la vez que sus resultados son improductivos. La proliferación de comisiones y subcomisiones de estudio e investigación ha desbordado a los letrados, que no dan abasto. Además de las que ya funcionan, hay cuatro comisiones de investigación ya aprobadas y 14 en tramitación. Un dato que pone en evidencia que el Congreso trabaja a destajo, a pesar de que no le luzca en cuanto a producir cambios efectivos. En la anterior legislatura efectiva, la X, se tramitaron 237 proposiciones de ley en cuatro años. En el poco más de un año transcurrido desde que empezó la actual legislatura, ya se han tramitado más de 200.En el Congreso todos hablan con todos, pero todos están contra todos dependiendo de las iniciativas que se voten. Esta semana ha habido propuestas en las que han votado juntos PP y PSOE; o PSOE, Podemos y Ciudadanos; o PP y Ciudadanos. Fue llamativa la soledad del PP en la proposición de Unidos Podemos para acabar con la brecha salarial entre hombres y mujeres. El resto de la Cámara votó a favor.La incapacidad para lograr mayorías estables y coherentes que permitan legislar de forma efectiva es la constante de la legislatura. El PP protesta por la negativa del PSOE a pactar nada con el Gobierno. El PSOE sólo huye de aparecer al lado del PP en ninguna circunstancia y rivaliza con Podemos en la presentación de iniciativas sociales. A Ciudadanos, los vientos le impulsan a una estrategia de asfixiar políticamente al PP para quedarse con sus votos. «Los grupos están en una especie de locura que no son capaces de gestionar», señala un funcionario. Enfrascados en debates reglamentistas acerca de la inanidad de las proposiciones no de ley -algún partido pidió a la presidenta del Congreso que se supriman-, y sobre la pertinencia de ampliar eternamente el plazo de enmiendas de proyectos que duermen el sueño de los justos. «Parece que los partidos hayan olvidado cómo funciona un Parlamento. Las propuestas que presentan no se aprueban por ciencia infusa. Hay que hablar y pactar con el resto de los grupos para conseguir una mayoría de votos que permita su aprobación. Lo que están haciendo es proponer iniciativas al peso sin hacer el esfuerzo de buscar los apoyos necesarios para que salgan adelante», señalan fuentes de la Cámara. El modo electoral, que ha sido activado ya por las formaciones políticas, no permite vislumbrar el fin de este laberinto. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt















sábado, 24 de febrero de 2024

De los traficantes de felicidad

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz sábado. El pensamiento actual, escribe en El País el genetista Javier Sampedro, no ha resuelto la tensión entre el hedonismo y la devoción, pero sí ha añadido una nueva dimensión al debate: la búsqueda de una vida psicológicamente rica. Les recomiendo encarecidamente la lectura de su artículo y espero que junto con las viñetas que lo acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. HArendt. harendt.blogspot.com









Traficantes de felicidad
JAVIER SAMPEDRO
17 FEB 2024 - El País - harendt.blogspot.com

Como todo el mundo quiere ser feliz y nadie lo consigue, la felicidad se ha convertido en una droga legal que venden los oportunistas y compran los adictos al género. Este tráfico de esperanzas infundadas ya se había consolidado antes de las redes sociales, aunque con ellas está a punto de alcanzar el paroxismo. Si cometes la osadía de poner “libros sobre la felicidad” en cualquier buscador te verás sepultado bajo estratos de títulos seductores sobre la “auténtica” felicidad, el flow, los hábitos de un cerebro feliz, la ciencia de la felicidad y la vida que florece, junto a una ensalada de inventarios de los 12 mejores libros sobre la felicidad, los 10 mejores libros para ser feliz y los mejores libros sobre la felicidad para niños. De las webs ya ni hablemos.
Conscientes de que la búsqueda de la felicidad es un asunto central para la naturaleza humana, los filósofos llevan milenios analizando el asunto con su lupa analítica de alta precisión. Han identificado dos categorías muy diferentes en este apartado de apariencia tan simple. La primera es el hedonismo, la recomendación clásica de priorizar el placer, la estabilidad y el disfrute sobre otras consideraciones. Y la segunda, llamada a veces eudaimonía, aconseja buscar un significado a la vida, tener un propósito, una devoción, un espíritu virtuoso. Ya sé que comprarías los dos paquetes enteros, pero el problema es que hay que elegir entre uno y otro. Ambas filosofías de vida persiguen la felicidad por caminos contradictorios. No se puede ser Bertrand Russell y Frank Sinatra al mismo tiempo, y solo se vive una vez.
El pensamiento actual no ha resuelto la tensión entre el hedonismo y la devoción, pero sí ha añadido una nueva dimensión al debate: la búsqueda de una vida psicológicamente rica. El énfasis se pone ahora en los compromisos mentales complejos, la amplitud de las emociones profundas y las experiencias novedosas, como resume el psicólogo Scott Barry Kaufman. Ni entregarse al placer ni cocerse en la devoción, sino buscar una vida intensa, interesante e inteligente (las tres intes, si me permites el chascarrillo). El demonio ya no es la inestabilidad ni la falta de propósito en la vida, sino el puro y simple aburrimiento. Se trata de buscar la riqueza psicológica. Es un cambio de óptica interesante.
Según los experimentos con voluntarios, la riqueza psicológica muestra una fuerte correlación con la curiosidad, el espíritu abierto al mundo y la capacidad de experimentare emociones intensas, sean positivas o negativas. La aversión al riesgo está muy bien si paseas por un acantilado, pero no como guía vital ni tabla de los mandamientos.
Cuando los investigadores preguntan a sus voluntarios si prefieren el hedonismo, la entrega a un propósito o la riqueza psicológica, la mayoría (del 50% al 70% según los países) opta por el hedonismo, y bastante gente (del 14% al 39%) elige la devoción. Solo una minoría prefiere la riqueza psicológica, y curiosamente son muchos menos en Singapur (7%) que en Alemania (17%). De entrada, esto da la razón a la filosofía clásica, pues la gran mayoría de la gente encaja muy bien en las dos categorías tradicionales. Pero la diferencia entre Singapur y Alemania también indica que la cultura recibida tiene un peso sustancial en las decisiones vitales. Tal vez la riqueza psicológica se pueda estimular en las poblaciones humanas, y tal vez eso incremente el bienestar de las personas. Tal vez lo incremente más que los traficantes de felicidad que hemos padecido hasta ahora.
El filósofo austriaco-israelí Martin Buber (1878-1965) escribió: “No acepto ninguna fórmula absoluta para vivir. Ningún código preconcebido puede prever cualquier cosa que pueda ocurrir en la vida (…). Apostemos nuestra existencia entera por nuestra voluntad de explorar y experimentar”. El consejo es gratis. Javier Sampedro es genetista.








































[ARCHIVO DEL BLOG] Conejo o vaca, Trump está loco. [Publicada el 02/03/2017]











Moisés Naím (1952), escritor y columnista venezolano, profesor en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, considerado como uno de los 100 líderes mundiales del pensamiento global por el Gottlieb Duttweiler Institut de Suiza, no es el único que piensa que Trump está locoPor ejemplo, también lo piensa John Carlin (1956), escritor y periodista británico, hijo de padre escocés y madre española. Su libro El factor humano (2008) inspiró la premiada película Invictus, sobre el triunfo de la selección sudafricana en el campeonato del mundo de rugby de 1995. Especializado en la crónica de deportes, no rehuye los asuntos políticos, y como muestra de ello, esta entrada de hoy recoge su artículo en El País titulado Las vacas locas de Trump, sobre las similitudes entre las políticas de la Rusia de Putin y los Estados Unidos de Trump. El artículo se inicia con una cita de Joseph Conrad, y la afirmación de que la eliminación del deseo de distinguir entre la verdad y la mentira tiene su origen en Rusia, donde la enfermedad lleva siglos incubándose. Les dejo con él.


"El espíritu de Rusia es el espíritu del cinismo"
Joseph Conrad, escritor, en 1911


—A mí me tiene muy preocupada.
—A mí no.
—¿Cómo que no?
—Soy un conejo.
El chiste, dice Carlin, apareció en un diario inglés hace unos 15 años, cuando reinaba el temor de que la enfermedad vacuna iba a acabar con media humanidad. Los titulares en Reino Unido, donde aparecieron los primeros casos, chillaban que “millones” iban a morir. El Gobierno británico ordenó el exterminio de cinco millones de reses, el consumo europeo de carne se desplomó y los ganaderos vivieron una pesadilla: murieron más de ellos en Reino Unido a causa del suicidio que de la tan temida enfermedad cerebral.
Superada la histeria, continúa diciendo, hablé con John Adams, un profesor del University College London especialista en riesgos. Me dijo que el pánico que se había generado no provenía de la ciencia y había sido absurdamente innecesario. “Acaba siendo una cuestión no de verdad objetiva, sino de lo que uno cree”.
Todo lo cual nos remonta a la enfermedad cerebral mucho más dañina, contagiosa y real que nos aflige hoy, añade, la que ha eliminado la capacidad o incluso el deseo de decenas de millones de distinguir entre la verdad y la mentira. La podríamos definir como la bovinización del ser humano y tiene su origen esta vez no en Reino Unido, sino en Rusia, donde la enfermedad lleva siglos incubándose.
Reino Unido, señala, fue sin embargo el primer país de Occidente al que se extendió la plaga, también conocida como la campaña por el Brexit, a mediados de 2016. De ahí saltó a Estados Unidos, lanzando a 63 millones de sus habitantes a la locura de elegir a Donald Trump como presidente, y ahora se presenta el riesgo de que la población francesa sea la siguiente víctima con la posible victoria de Marine Le Pen en las elecciones presidenciales de mayo.
Los rusos no patentaron el engaño como instrumento de poder, añade. Pero desde hace siglos, mucho antes de la revolución bolchevique, lo utilizan como lubricante de la máquina estatal. En 1787, la emperatriz Catalina la Grande conspiró en la famosa mentira de los pueblos Potemkin, las fachadas falsas colocadas por uno de sus súbditos para disimular la pobreza de la recién conquistada Crimea. Joseph Conrad, el novelista polaco que escribía en inglés, habla en un libro de 1911 del “casi sublime desdén por la verdad” del Estado ruso. De Stalin ni hablemos y en cuanto al actual autócrata Vladímir Putin, la mentira es un hábito, un ejemplo entre muchos de los cuales fue negar la flagrante participación militar rusa en la recuperación imperial de (una vez más) Crimea en 2014.
Peter Pomerantsev, continúa diciendo, un británico hijo de emigrados rusos, publicó un libro en 2015 sobre la Rusia de Putin titulado Nada es verdad y todo es posible. Cuenta ahí con lujo de detalle, tras diez años trabajando como productor de televisión en Moscú, cómo el Kremlin fabrica la realidad. Falsos partidos de oposición legitiman una falsa democracia con un sistema judicial falso y un aparato mediático que disemina falsas noticias, todo con el propósito de perpetuar en el poder a un Estado policial de facto en el que los opositores de verdad son amenazados, encarcelados o, en casos extremos, asesinados.
Nada de lo cual ha impedido que Putin, un Stalin lite, sea santo de la devoción tanto de Donald Trump, como de Marine Le Pen, como de Nigel Farage, el artífice de la victoria del Brexit en el referéndum de junio del año pasado. Admiran su cinismo. Trump llegó al extremo durante su campaña electoral de animar al régimen ruso a filtrar información negativa sobre su rival, Hillary Clinton, consigna que los ciberguerreros al servicio de Putin pusieron en práctica, según han constatado todos los servicios de inteligencia de EE UU.
Tras la avalancha de alegaciones que el FBI investiga de colusión entre los rusos y la campaña de Trump para influir en el resultado electoral de noviembre, hay quienes proponen que el nuevo presidente de EE UU es un títere colocado en la Casa Blanca por Moscú, comenta sin recato. Eso es ciencia ficción. Pero lo que sí ha acabado ocurriendo en el mundo real significa un triunfo no soñado para Putin contra el antiguo enemigo.
El mundo político de EE UU ha sido rusificado, añade. A la mitad del pueblo estadounidense le es irrelevante hoy si las declaraciones que provienen del Ejecutivo son mentira. Han abandonado la razón por la fe y, como ganado al matadero, se dejan engañar alegremente por el presidente y sus compinches. Masha Glessen, una periodista nacida en Rusia, escribió en The New York Review of Books: “La mentira es el mensaje. No es solo que Putin y Trump mienten, es que mienten de la misma manera y con el mismo propósito: descaradamente, para imponer el poder a la verdad”.
¿Qué hacer?, se pregunta Carlin. A diferencia de Rusia, EE UU afortunadamente tiene sus anticuerpos institucionales, entre ellos el Congreso, los jueces y la prensa, que huele la sangre de un nuevo Watergate. En Francia y también en Alemania existen similares mecanismos de defensa y han tomado la precaución preelectoral de montar sistemas para neutralizar la ya visible campaña de desinformación cibernética rusa.
Pero en EE UU Trump ya ganó; medio país ha sido infectado por el virus de “los hechos alternativos”, según la curiosamente cándida definición de la consejera y exjefa de campaña de Trump, Kellyanne Conway, añade Carlin. Ahora toca luchar para que la enfermedad que tantos cerebros ha carcomido no migre y se instale en la médula del sistema político.
La llamada prensa tradicional estadounidense, comenta, está en la primera línea de combate. Por eso fue que en uno de sus infames tuits el comandante, troller en jefe y mentiroso en serie de la nación identificó el viernes a The New York Times, a NBC, ABC, CBS, CNN y otros como “los enemigos del pueblo americano”. La batalla está servida. En juego está la democracia de George Washington y Abraham Lincoln, ambos de los cuales fueron presidentes de verdad. Donald Trump no lo es. Ni siquiera es un conejo. Es una vaca loca. Y por supuesto, yo también pienso que Trump está loco, pero mi opinión, por fortuna para él, es irrelevante. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt