sábado, 1 de abril de 2023

De la socialdemocracia en España

 







Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz domingo. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy, del sociólogo José María Maravall, va de la socialdemocracia en España. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos.
harendt.blogspot.com








La socialdemocracia en la España democrática
JOSÉ MARÍA MARAVALL
26 MAR 2023 - El País
harendt.blogspot.com

La socialdemocracia ha tenido unos objetivos persistentes en el tiempo. Sin embargo, sus políticas para alcanzar tales objetivos han variado de forma sustancial. Así, tras una primera oleada de nacionalizaciones en la posguerra, los partidos socialdemócratas tendieron a optar por las políticas de bienestar en una economía mixta. El giro consistió en una mezcla de políticas keynesianas, provisión de bienes públicos por el Estado, promoción de la igualdad de oportunidades a través de la educación, protección de la necesidad mediante un ingreso mínimo vital y una combinación de pensiones contributivas y no-contributivas, así como un sistema fiscal progresivo. Este giro fue expresado en dos experiencias muy influyentes. Una fue el congreso del SPD alemán en Bad Godesberg celebrado en 1959. La otra fue el Gobierno laborista de Harold Wilson en el Reino Unido a partir de 1964.
Si nos atenemos al caso español, el triunfo electoral del PSOE en 1982 fue debido no solo a la crisis de la derecha, sino a una revisión de su programa en el congreso de 1979. Tras la larga y cruel dictadura y tras cinco años de gobiernos inestables durante la Transición, el Gobierno socialista de Felipe González heredó una inflación que alcanzaba una tasa del 15%, un desempleo situado en el 16,2% y un déficit público equivalente al 5,6% del PIB.
La gestión de González sin duda pasará a la historia. Se fortaleció la democracia, se modernizó la economía, se creó un sistema nacional de salud, se reforzaron las pensiones introduciendo asimismo pensiones no-contributivas, se estableció una enseñanza gratuita hasta los 16 años financiada por fondos públicos. Tal vez debido a ese período inicial, el Partido Socialista ha gobernado España durante 25 años frente a los 16 años en que ha gobernado la derecha.
El siguiente Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero reforzó mucho las libertades. Aprobó una Ley de Memoria Histórica para permitir la recuperación de víctimas del franquismo por sus familiares. También se legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo. El Gobierno socialista aprobó asimismo una Ley de Dependencia que proporcionó apoyo a personas necesitadas. Se introdujo una ley del aborto que mejoraba la situación de mujeres que afrontaban esa dramática decisión. Se reforzaron las medidas para luchar contra la violencia de género. El Gobierno consiguió poner fin a la actividad terrorista de ETA. Y tomó la decisión de retirar las tropas españolas de Irak. Valga como contraste el ataque a Irak por parte del Gobierno del Partido Popular presidido por José María Aznar, frente a la oposición del 91% de los españoles (según datos del CIS de 2003).
Los resultados del Gobierno de Zapatero fueron considerables durante un tiempo. La proporción de desempleados respecto de la población activa se redujo en tres puntos porcentuales. La inversión en I+D+i pasó de representar un 1,06% a un 1,2% del PIB (lejos todavía del promedio europeo del 1,8%).
Zapatero declaró en una ocasión que “el programa de una izquierda moderna pasa por una economía bien gobernada, con superávit de las cuentas públicas y un sector público limitado. Todo ello conjugado con la extensión de los derechos civiles y sociales” (16 de abril de 2006). Así, el salario mínimo se incrementó un 22%, la pensión mínima un 36%, las becas un 80% respecto de 2004, y en la educación se suprimieron los itinerarios que introducían unas discriminaciones muy tempranas.
Su problema dramático radicó en la crisis financiera internacional desencadenada en Estados Unidos tras la caída de Lehman Brothers y en el fuerte incremento de los precios de las materias primas. Pero su legado ha sido muy grande en lo que se refiere a los derechos ciudadanos y a la equidad social (por ejemplo, el decil de ingresos más bajos incrementó un 17,9% su participación en la renta total del país).
El actual Gobierno de Pedro Sánchez ha conseguido unos resultados considerables en muy poco tiempo. Las condiciones han sido particularmente difíciles. Por un lado, la terrible pandemia de la covid desde 2020; por otro, la primera guerra desatada en Europa desde 1945, debido a la cruenta invasión de Ucrania llevada a cabo por Vladímir Putin. A la vez, Pedro Sánchez preside el primer Gobierno de coalición desde la recuperación de la democracia. El Ejecutivo está apoyado por una diversidad de grupos parlamentarios.
Mientras que en España se trata de una experiencia desconocida, los gobiernos de coalición han sido la regla en Alemania, Austria, Bélgica, Finlandia, Irlanda, Italia, Países Bajos o Portugal. Y no solo duran más tiempo sino que redistribuyen más la renta (el 10% más rico tiene 3,4 veces la renta del 10% más pobre; por el contrario, en países con gobiernos monocolor la diferencia es de 4,7 veces).
Pese a todas las dificultades, el Gobierno de Sánchez ha llevado a cabo una política típicamente socialdemócrata y de una eficacia considerable. Sus políticas han dignificado la democracia, eliminando símbolos humillantes de la dictadura (como el Valle de los Caídos) o aprobando una nueva Ley de Memoria Democrática (que facilita la recuperación de los restos de víctimas de la guerra y de la dictadura). Su política económica ha ofrecido, dentro de las dificultades de la pandemia y de la guerra, unos resultados estimables. Por poner un ejemplo, en 2022 las economías de los países de la eurozona crecieron en promedio un 3,5% mientras que la economía española creció un 5,5%. La tasa de desempleo ha sido de un 12,9% de la población activa en 2022 —en comparación, se situó en un 20,4% en 2010 y en un 19,1% en 1996—. A su vez, la inflación alcanzó un 5,6% en 2022, mientras que en la zona euro representó un 9,2%.
En cuanto a las políticas sociales, las pensiones se han incrementado en paralelo al IPC manteniendo su poder adquisitivo en tiempos difíciles. También se han aprobado topes a los alquileres; ha aumentado el salario mínimo y se ha introducido un “ingreso mínimo vital” para reducir la pobreza. Ha mejorado el mercado de trabajo, poniendo coto a los empleos temporales, introduciendo contratos fijos discontinuos (que evitan el desempleo de trabajadores temporales) y contratos laborales indefinidos. Dos reformas han mejorado la educación: por un lado, la ley Celáa (suprimiendo los itinerarios educativos discriminatorios reintroducidos bajo el Gobierno del PP con Mariano Rajoy); por otro lado, la ley de universidades (que puede internacionalizar nuestra enseñanza superior).
Es cierto que no resulta fácil comparar períodos ni realizar especulaciones contrafácticas. Pese a las diferencias de contexto, resulta claro que existen continuidades entre los tres períodos de gestión socialista. A mi juicio, carece de sentido enfrentarlos. Es más, las experiencias de estas tres etapas de gobierno tal vez sean lo suficientemente convincentes como para reducir la posibilidad de gobiernos de la derecha que limiten las libertades y restrinjan los derechos. Que eliminan recuerdos a Miguel Hernández o Largo Caballero, mientras levantan monumentos a Millán Astray o denominan calles como Caídos de la División Azul.
En este punto del camino, con la ventaja que da la perspectiva y la vida acumulada, creo que las etapas de gobiernos socialistas en España han supuesto para el país la mejor inyección de progreso, bienestar, modernidad y europeísmo que jamás hubiéramos imaginado a fines de los años setenta. Participé en esos cambios perteneciendo a los Gobiernos de Felipe González. Asistí a la expectación que levantaron los nuevos aires y las políticas de Zapatero. Y presencio con orgullo ciudadano la tarea actual del presidente Pedro Sánchez, quien de nuevo está profundizando la democracia española a través de políticas socialdemócratas que están teniendo una considerable repercusión internacional.
La izquierda tiene que evitar problemas sucesorios. Y debe recordar siempre estos versos de José Ángel Valente: “lo peor es no ver/ que la nostalgia es señal de engaño/… no se tiene razón/ por haberla tenido”.































[ARCHIVO DEL BLOG] ¿Qué hacemos con el Constitucional? [Publicada el 21/08/2012]









Hay una forma segura de interpretar lo que dice la Constitución. La expuso con bastante claridad el politólogo norteamericano Edmon Cahn en una obra ya clásica, de 1954, titulada Una contribución americana: "La Constitución dice lo que el Tribunal Constitucional dice en cada momento que dice"; una fórmula sencilla de explicación compleja... 
Contra la opinión generalizada, y no digamos la de la Excma. Sra. Condesa de Murillo, presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, yo tengo un buen concepto de conjunto de la labor desarrollada por nuestro Tribunal Constitucional en sus más de treinta años de existencia, como máximo y último intérprete de la Constitución. Reconozco que contribuye a ello el afecto, admiración y respeto que siento por dos de sus exmagistrados; por un lado, hacia la figura de Francisco Tomás y Valiente, catedrático de Historia del Derecho, expresidente del Tribunal, asesinado por ETA, cuyos textos académicos tanto me ayudaron cuando  estudiaba Derecho y Ciencias Políticas; por otro, la de Elisa Pérez Vera, catedrática de Derecho Internacional Privado y exrectora de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, a la que me une, aparte de admiración y respeto, una relación personal de amistad de muchos años con la que me honro especialmente. 
Los orígenes de la justicia constitucional podemos rastrearlos en dos latitudes y momentos distintos: en los Estados Unidos de América a raíz de la famosa sentencia "Marbury contra Madison" pronunciada por el juez Marshall en 1803; en Europa, a mediados de los años 20 del pasado siglo a partir de la también famosa polémica entre dos juristas, el austríaco Hans Kelsen y el alemán Carl Schimtt, sobre "quién debería ser el guardián de la Constitución". Ya he escrito en varias ocasiones sobre ellas así que no insisto en el asunto y remito al lector interesado a poner la expresión "Tribunal Constitucional" en el buscador del blog. 
En pura teoría la labor de un Tribunal Constitucional parece sencilla: "basta comparar el artículo de la Constitución que se invoca con el estatuto, (norma o  derecho) que se recusa y decidir si éste cuadra con aquél". Tan simple solución la formuló el juez Roberts, en 1936, en su sentencia "Los Estados Unidos contra Butler". citada por Ivo D, Duchacek en su libro "Mapas del poder. Política constitucional comparada" (Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1976). 
En lo que se refiere a los males que aquejan a nuestro Tribunal Constitucional parece que hay un consenso generalizado en que son principalmente tres: 1) El procedimiento de designación de sus magistrados; 2) las numerosos recursos a los que tiene que hacer frente; y 3) la inexcusable dilación en la resolución de muchos de esos recursos. Se ha escrito tanto al respecto que me voy a limitar a comentar y traer ante ustedes dos de los más recientes artículos publicados al respecto, ambos en el diario El País. El primero de ellos se debe al profesor  Pablo Salvador Coderch, catedrático de Derecho Civil en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, titulado "Cinco propuestas para el Tribunal Constitucional"  con fecha 12 de julio pasado. El segundo al profesor Francisco Rubio Llorente, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, titulado "Los males del Constitucional", con fecha 10 de agosto. 
Las propuestas del profesor Coderch para mejorar la efectividad del Tribunal Constitucional son sencillas y no excesivamente costosas (en un momento en que la "economía" lo ordena y supedita todo). Una de ellas, es el traslado de la sede del Tribunal a una pequeña ciudad de provincias, alejada de la nociva influencia de los poderes políticos sitos en Madrid (él propone, a título de ejemplo, las de Segovia o Jaén); otra, la ampliación del mandato de los magistrados a doce años; la tercera, la modificación del procedimiento de designación, para que sean las Cortes Generales las únicas involucradas en el mismo, fijando una edad máxima para su jubilación; la cuarta, que los magistrados se esfuercen en redactar sus sentencias personalmente, y no a través y con la intermediación de los funcionarios del Tribunal, en forma sencilla y entendible para legos; y la última, que el Tribunal y sus miembros asuman que no están necesariamente en posesión de la verdad y "filtren la solidez y credibilidad científica de los expertos que las partes o el Estado mismo presentan en apoyo de sus pretensiones". Como nada de lo expuesto por mí les exime de la satisfacción de la lectura del artículo del profesor Coderch a él les remito. El segundo artículo que comento, el del profesor Rubio Llorente, que cita el anterior del profesor Coderch en su apoyo, centra sus críticas al Constitucional en los mismos o similares defectos denunciados por éste: el estilo de las sentencias, que califica de oscuro y farragoso, y cita como ejemplos de claridad expositiva a seguir las del Tribunal Supremo norteamericano que define como "de altos vuelos e intención suasoria", o el del francés, que le parecen como "amaneradas pero de gran precisión técnica". Como Coderch, también se queja de la demora insoportable del Tribunal a la hora de dictar sus sentencias, y cree que una presidencia de mandato más amplio, seis años por ejemplo, y con funciones más amplias en la dirección de sus trabajos, podría coadyuvar a su mejora, y en todo caso, proponiendo que las sentencias se voten antes de su redacción. De nuevo coincide con él en la necesidad de acabar con la escandalosa práctica del regateo político para nombrar a los magistrados, aunque a diferencia del anterior, cree que puede resolverse sin necesidad de una reforma constitucional. La última de sus propuestas, la más polémica, y en su opinión, "la raíz última de los males del Tribunal se encuentra -dice- en el uso que las minorías parlamentarias hacen del recurso de inconstitucionalidad para continuar allí el debate político. De ahí su afán por contar con magistrados sensibles a sus planteamientos, cuantos más mejor, y de ahí también la visión que nuestra sociedad tiene de él como órgano político, una especie de tercera Cámara. Y como no cabe esperar que nuestros políticos utilicen con mesura un instrumento del que se pueden servir en sus interminables querellas, lo único que cabe hacer es eliminarlo. Es una institución -añade- que no existe fuera del ámbito de influencia alemana, que en teoría desequilibra a favor de la jurisdicción constitucional el delicado equilibrio entre ella y la democracia, pero que en la práctica conduce a politizarla. Claro es que esta supresión requiere la reforma de la Constitución y por lo tanto tampoco se hará", concluye  desesperanzadamente. 
Me sumo a lo expuesto por tan ilustres profesores y juristas, aunque mi opinión carezca de toda relevancia al respecto. Espero que ambos artículos les resulten de interés, al igual que el vídeo de origen académico que subí hace unos días al blog sobre las funciones, competencias y composición del Tribunal Constitucional español. Y sean felices, por favor, a pesar del gobierno. Tamaragua, amigos. HArendt














viernes, 31 de marzo de 2023

De la lengua española

 








Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz sábado. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy, del poeta Luis García Montero, va de la lengua española. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos.









La lengua, la cultura y el mestizaje
LUIS GARCÍA MONTERO
28 MAR 2023 - El País
harendt.blogspot.com

Si la poesía es un modo de preguntar sobre el yo y la identidad, no puede extrañarnos que la palabra madre aparezca con frecuencia en la orilla de un regreso: “Madre, me voy mañana a Santiago, / a mojarme en tu bendición y en tu llanto. / Acomodando estoy mis desengaños y el rosado / de llaga de mis falsos trajines”, escribió el poeta peruano César Vallejo. Los trajines suelen ser falsos si nos han mantenido alejados del lugar en el que nuestra lengua nos trajo al mundo. Frente al sentimiento maternal, es una tentación cargar las causas del desarraigo en la autoridad paterna de las realidades: “El mar. La mar / El mar. ¡Sólo la mar! / ¿Por qué me trajiste, padre a la ciudad?”.
Es verdad que en las palabras caben muchas cosas, sobre todo cuando se ven sometidas por la poesía al movimiento musical de los oleajes de la vida. “El mar, La mar / El mar…”. La tensión se agrava en los viajes de ida y vuelta que nos van haciendo y deshaciendo. Exiliado desde 1939, residente en Argentina desde 1940, el poeta gaditano añoró en América la otra orilla, su orilla, pero al cabo de los años, mientras las nubes le traían el mapa de España, tomó conciencia de que en su identidad había entrado también una nueva forma de ser: “Barrancas del Paraná: conmigo vendréis el día / que vuelva a pasar la mar“.
Cosas de exiliado, pero no cosas que dependen únicamente del exilio. El maestro Francisco Ayala puso los ojos sobre el siglo XX en un artículo de 1948, “¿Para quién escribimos nosotros?”, en el que planteó que la palabra de los exiliados, por ejemplo, la suya, representaba en el fondo la situación de la identidad movediza, sin arraigo, que caracteriza a los ciudadanos de la modernidad, extremo de una existencia en la que la velocidad ha quebrado las viejas estabilidades. Por eso me atrevo a afirmar aquí que los asuntos que va a tratar el Congreso Internacional de la Lengua Española, el mestizaje y la interculturalidad, el mar o la mar por medio, nos invitan a tomar conciencia desde la lengua y la cultura de todos los debates fundamentales heredados del siglo XX y ensanchados con la transformación digital en el siglo XXI.
Lo que supuso para la identidad humana la revolución industrial de las grandes ciudades se ve ahora redefinido por las navegaciones de una nueva revolución digital. Una lengua tan sólida como el español puede aspirar a mantener el adjetivo materna en las corrientes de la globalización.
La lengua española, territorio común de lo uno y lo diverso, mantiene a lo largo de los años su unidad y respeta los matices de sus 500 millones de hablantes y sus mundos anchos, pero nunca ajenos. Es un buen punto de referencia para plantearnos de qué materia están hechos los sueños y las realidades que llevan nuestro nombre. Algunos teóricos se incomodan con la palabra mestizaje porque piensan que esconde en su interior una ofensa al indígena. Sin desconocer que hay mucho mestizo que desprecia al indígena, igual que hay mucho blanco supremacista que desprecia al mestizo, me atrevo a asumir otra conciencia del mestizaje: un modo de reconocer los procesos históricos y abordar nuestra propia identidad como un sentido de pertenencia abierto, un modo de conformar el yo que puede vincularse con la vida en común sin considerar al otro como una amenaza.
Viaje de ida y vuelta, Arequipa en Cádiz y Cádiz en Arequipa. Como director del Instituto Cervantes agradezco a las autoridades de la cancillería peruana todo el esfuerzo realizado desde 2019 para la realización de este congreso y al Ministerio de Exteriores del Gobierno de España su compromiso fraternal para llevarlo a cabo cuando las circunstancias hicieron inviable su realización en Arequipa. Cádiz desde luego es un buen lugar para seguir reflexionando sobre los lazos de mestizaje panhispánico y pueden, además, abrirse a otros asuntos relacionados con Europa, el norte de África y los lazos y la tensión que las migraciones evidencian en las dinámicas de la interculturalidad.
Podemos hacer aquí una afirmación de panhispanismo interpretando un poco las palabras de los dos primeros artículos de la Constitución de 1812. Artículo 1: “La comunidad panhispánica es la reunión de todos los hablantes de español en ambos hemisferios”. Artículo 2. “El español es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ningún país, ni familia, ni persona”. Y ya que hablamos de identidades abiertas, unidad y diversidad en el siglo XXI, bueno será también recordar el Artículo 13: “El objeto del gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de todos los individuos que la componen”.
Qué buen Episodio nacional le dedicó Benito Pérez Galdós al Cádiz liberal de 1812. Y qué buena materia es la lengua materna para reflexionar sobre nuestra manera de ser y nuestro derecho a la felicidad, un asunto inevitablemente unido, el mar, la mar, el mar, sólo la mar, a las relaciones entre la intimidad, lo privado y lo público, o entre la primera, segunda y tercera persona de los verbos. “Si me queréis, irse”, pidió Lola Flores a las personas que estaban invadiendo y entorpeciendo una celebración de familia. Para celebrar ahora el centenario de su nacimiento podemos afirmar con rigor filológico que las palabras de La Faraona responden a un modo de hablar de la Andalucía occidental en el que el pronombre se, que es un pronombre de tercera persona, se desplaza a la segunda persona. Pero podemos darle también una vuelta a lo que supone el sentimiento de que irse sea un modo de querer, planteamiento que nos devuelve a los trajines que provoca el amor materno.
Empezaba en aquellos años en España a extenderse con fuerza la sociedad del espectáculo, el impudor rosa de las mezclas entre lo privado y lo público en las dinámicas de la comunicación y la venta mediática de la felicidad, aunque no del bienestar, como un producto envuelto en papel de vida glamurosa. Con los mismos mecanismos, aunque en otros papeles, se envuelven hoy los discursos del odio, el racismo, el irracionalismo y la mentira. Así que conviene tomarse en serio los nombres, los pronombres y las personas del verbo y el lugar que ocupan en cada tiempo y cada espacio.
La defensa de los derechos humanos y de los valores democráticos es una tarea principal de los que amamos la lengua materna y la comunidad que habla en español. Cuando celebramos el Congreso de La Lengua anterior, en Córdoba, Argentina, tuvimos la oportunidad de visitar la casa de Alta Gracia en la que Falla vivió su exilio y trabajó su música mestiza entre lo clásico y el folclore andaluz. Desde allí nos traemos a Cádiz su magisterio en un viaje de ida y vuelta. Pero no resisto la tentación de traerme algo más. El poeta cordobés Daniel Salzano, que vivió durante muchos años en España, convirtió en consigna su verso “los poetas no se rinden jamás”. Si hablamos de mestizaje, interculturalidad y lengua, me gustaría que este Congreso hiciese suya una consigna que el Cádiz Club de Fútbol popularizó hace ya unos años: “La lucha no se negocia”. Que así sea.






























[ARCHIVO DEL BLOG] Un centenario trágico. [Publicada el 27/07/2009]










Ayer, 26 de julio, se cumplieron 100 años justos del inicio de los trágicos sucesos que, con motivo de las levas de reclutas llevadas a cabo por el gobierno de España para sostener las guerras en Marruecos, sacudieron la ciudad de Barcelona conmovieron a España y Europa y pasaron a la historia con el sobrenombre de la "Semana Trágica". 
Un interesante artículo del controvertido historiador, sacerdote y monje benedictino de Montserrat, Hilari Raguer, daba cuenta del aniversario en "El País" de hace dos días, centrando su comentario no tanto en los hechos en sí, que expone sucintamente, sino en los sentimientos que esos acontecimientos suscitaron en el gran poeta catalán Joan Maragall, contemporáneo de los hechos. Y sobre todos ellos, el proceso, condena y ejecución del pedagogo Francisco Ferrer i Guardia, fundador de la "Escuela Moderna", al que el gobierno de Maura hizo responsable de los disturbios que dieron origen a la "Semana Trágica".
El artículo de Raguer se centra en los infructuosos esfuerzos que Joan Maragall realizó a través de tres famosos artículos de prensa para obtener el indulto de los condenados por los Consejos de Guerra sumarísimos organizados por el gobierno, artículos que motivaron una espectacular campaña en toda Europa a favor del indulto, y que recuerda la acaecida en 1976 con motivo de las ejecuciones llevadas a cabo en las postrimerías del franquismo, las últimas habidas en España.
En el tercero y último de los artículos de Joan Maragall, publicado el 18 de diciembre de 1909 en "La Veu de Catalunya", y titulado "La iglèsia cremada", cuenta el gran poeta catalán el fuerte impacto que, días después de la "Semana Trágica", le produjo una misa celebrada en una iglesia quemada: "Yo nunca había oído una misa como aquélla". Tres veces lo repite, dice Raguer, encabezando otros tantos párrafos, y a la cuarta añade: "... y, en comparación, puedo decir que nunca había oído misa". Aquel día entendió qué es la misa, y lo que la misa le exige a cada cristiano y a toda la Iglesia, añade Raguer.
Las conmovedoras reflexiones de Maragall sobre el mensaje cristiano que traslucen sus palabras me han hecho recordar un artículo leído hace unos días en el último número de Revista de Libros escrito por la catedrática de Filosofía Moral y Política de la Universidad Autónoma de Barcelona Victoria Camps, en el que hablando del también filósofo italiano Gianni Vattimo, dice de él que practica un cristianismo muy "sui generis", al que "no le interesa la existencia de Dios ni la resurrección de los muertos, dice no a la teodicea, al paraíso, al infierno y al purgatorio, pero que no renuncia a proclamarse cristiano, no por inercia, sino porque le parece que algo interesante tiene que decir aún la religión y que no es legítimo eliminarla del todo".
¿Se puede ser cristiano sólo con Cristo, sin necesidad de Dios ni de la iglesia? Yo diría que sí. Y si nos guiamos por el ejemplo que muchos de los pastores de la iglesia dan, sobre todo en cuanto a caridad y amor al prójimo se refiere, tengo la impresión de que sus acciones no están a la altura de aquél al que dicen seguir... Espero que les resulte interesante el artículo. Sean felices. Tamaragua, amigos. HArendt





jueves, 30 de marzo de 2023

De la edad como criterio

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz viernes. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy, de los economistas José A. y Miguel A. Herce, va de la edad como criterio. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos.








La edad como criterio
JOSÉ A. y MIGUEL Á. HERCE
22 MAR 2023 - Revista de Libros

Cada vez hay más prestaciones de los gobiernos de todo tipo (locales, regionales y estatales) que se obtienen cumpliendo, de entrada, una condición de elegibilidad muy peculiar: tener una determinada edad.
Vamos a ver, incomparable gemelo, ¿qué edad? Porque una cosa es la edad que revela el DNI y otra es la que cada uno sentimos, arrastramos o proyectamos. Una cosa es decir que nacimos en 1951 y otra es la edad que nos ponen a cada uno de nosotros los demás, o la que cada uno de nosotros sentimos que tiene, o la que percibe que tiene el otro. Y si pasamos de nuestro ámbito personal y pensamos en las percepciones propias y ajenas, de las que resulta que cada uno tenemos muchas edades, resulta también que, más que nunca, hoy, conviene preguntarse si la edad es un buen criterio para regular tantos aspectos como se regulan con este criterio.
La edad determina el paso a la vida adulta o «mayoría de edad», a la que se conceden multitud de derechos ciudadanos, por ejemplo, el derecho al voto. También determina el paso a la jubilación o el acceso a una multitud de prestaciones como descuentos o gratuidad en actividades culturales, movilidad y similares.
Revisamos con cierta frecuencia estas edades de corte y, también con frecuencia, se plantean debates sociales sobre la conveniencia de aumentarlas o disminuirlas. Lo que tiene importantes consecuencias legales, sociales, económicas y de todo tipo tanto para los individuos como para la sociedad. En estos debates emerge con claridad un hecho incontrovertible y la imposibilidad de afrontarlo de manera práctica.
El hecho incontrovertible es que a cada edad cronológica nos encontramos con una gran variabilidad de individuos que difieren en su grado de madurez, o estado de salud o estatus socioeconómico. Por lo que muchos cuestionan que el acceso a los derechos que conlleva el pertenecer a uno u otro grupo de edad esté plenamente justificado para todos los individuos que exhiben en su DNI la edad requerida. Este planteamiento no es, sin embargo, fácil de admitir.
En el plano de la viabilidad práctica de afrontar el hecho incontrovertible de la diversidad de condiciones individuales a cada edad, hay, al menos, dos objeciones a la idea de que no todos los individuos de una determinada edad ameriten por igual los privilegios que concede la edad.
Por un lado, en la práctica, sería mucho más complicado testar las condiciones personales, que no fuesen la edad, que diesen acceso al voto, por ejemplo (que no es el mejor ejemplo, pero para entendernos). La edad cronológica es inmediata de observar mientras que la edad mental, por citar una de las muchas variantes de la primera, no lo es.
Por otro lado, ¿no sería inaceptable que una administración decidiese quién reúne las características adecuadas para que el derecho al voto, por ejemplo, se ejerza responsablemente por debajo o por encima de la edad cronológica que se ha establecido para la mayoría de edad?
Pero lo cierto es que, en muchos casos, no basta la edad para alcanzar una serie de derechos. Hay, además, que considerar otras condiciones de elegibilidad. En el caso del acceso a la jubilación, por ejemplo, además de la edad se requiere un requisito de periodo mínimo de cotización, entre otros requisitos.
El derecho al voto y el derecho a percibir una pensión, afortunadamente, llevan ya muchas décadas regulados y se practican y defienden en muchos países. En el ejercicio de estos derechos, como ya hemos repetido, el criterio de la edad es determinante, sí, pero no basta, y las sociedades no reparan en mientes para garantizarlos. Aunque hay muchas personas que piensan que la edad para ejercer uno, otro o ambos derechos debería disminuir.
Más vale que no prosperen estas ideas, al menos mientras la esperanza de vida siga creciendo. Porque no está nada claro que con vidas más largas se asese antes y menos claro aún está que con vidas más largas los sistemas de pensiones sean más sostenibles. También hay muchas personas que opinan que la edad para ejercer uno, otro o ambos de los derechos mencionados en el párrafo anterior deberían aumentar, al menos, mientras la esperanza de vida siga creciendo.
Todo lo anterior, incomparable gemelo, no viene a humo de pajas. Es neto en sí mismo. Pero, en realidad, viene a sentar las bases de una crítica que empieza a emerger, afortunadamente, en nuestra opinión, a una práctica que se está extendiendo en España y en muchos países: regalar cosas a todos quienes tengan a partir o hasta una determinada edad. Sin más.
Un ejemplo nítido y vamos a ello. Muchos gobiernos de diferente nivel están regalando dinero, descuentos o cheques canjeables por bienes y servicios a los jóvenes o a los mayores. El «abono de transporte de los mayores» ya es gratuito en la Comunidad de Madrid desde el 1 de enero del presente año. La única condición de elegibilidad para obtenerlo es la edad, los 65 años del DNI. ¿Por qué se hace esto?
Los jóvenes, cuando cumplen 18 años (sólo en el año en que los cumplen, unos 480 mil cada año), tienen a su disposición 400 euros del gobierno central para gastarlos en bienes y servicios culturales referenciados en el año, divididos en tres franjas con objeto de asegurar la diversificación cultural. Los jóvenes de entre 14 y 25 años (unos 5,8 millones), pueden alcanzar hasta un 30% de descuento en billetes de Renfe para viajes de larga distancia en ferrocarril. Además del generoso abono de corta y media distancia ferroviaria al alcance de toda la población, que, eso sí, no está condicionado a la edad.
El abono de transportes gratuito para los mayores en la Comunidad de Madrid es un caso muy interesante. Esta comunidad autónoma tiene 6,75 millones de habitantes, de los cuales 1,25 millones de personas tienen 65 años o más. En 2019, el abono anual costaba 129 euros, con una recaudación potencial máxima de 152 millones de euros, y con un abono ya fuertemente bonificado entonces. En 2023, por lo tanto, el Consorcio de Transportes habrá dejado de ingresar un importe muy relevante que la Comunidad de Madrid deberá abonarle adicionalmente para equilibrar sus cuentas.
Nos preguntábamos antes  ¿por qué hacen esto? Puede haber dos posibles respuestas en los extremos y toda una mezcla de ellas entre medias de ambos. Una respuesta en el extremo egoísta del espectro sería «para que les voten». Bueno, 1,25 millones de votos no son despreciables en absoluto. Además, curiosamente, 2023 es año electoral. Aún mejor, los mayores son más activos votando y más conservadores que los jóvenes. La respuesta en el extremo altruista podría ser «como homenaje a la edad».
No se rían, ponderados lectores, por lo del «homenaje a la edad», por favor, que este tipo de cosas se leen en algunas redes sociales.
Sucede que los hogares encabezados por personas de 65 y más años son los que menor riesgo de pobreza sufren gracias a la seguridad de sus pensiones y el alcance de sus recursos patrimoniales, mientras que los hogares encabezados por jóvenes menores de 29 años son los que mayor riesgo de pobreza sufren, por la precariedad de sus empleos y la ausencia de ahorros significativos.
Sea cual fuese la respuesta a la pregunta de ¿por qué hacen esto?, creemos sus seguros servidores que con los regalos o con el «todo gratis, a todo el mundo en todas partes» únicamente condicionados al criterio de la edad, estamos haciendo algo profundamente injusto. Y todavía más injusto si lo justificamos con cualquiera de las respuestas antes avanzadas.
Las ayudas generales para complementar rentas deben ir a quienes las necesitan y acreditan carecer de los recursos necesarios. No a quienes tienen una determinada edad o por encina o por debajo, aunque no las necesiten. Y a cargo de los Presupuestos Generales del Estado, bien en forma de efectivo o, preferentemente, en forma de cheques asignados al tipo de gasto que se trata de subvencionar (alimentación, energía, movilidad).
Si se desea recibir a los jóvenes a la mayoría de edad como una especie de «rite de passage», lo cual puede ser una buena idea simbólica, pues que sea con una cantidad muy modesta, imponiendo la condición de registrarse en la App de la Agencia Tributaria para entrar en el copo fiscal. Que la vida adulta también comienza cuando uno se retrata ante Hacienda, para siempre. De paso, se obtiene un certificado electrónico cada vez más necesario para la vida civil y se aceptan las cookies que sean. Si se desea hacer un homenaje a los mayores, se calla uno en vez de sobornarles. Y se les facilita la vida, allí donde lo necesiten, especialmente a quienes carezcan de recursos, en la España urbana o en la rural, en la que no hay ni trenes ni consorcios de transportes. Y nada de esto en año electoral.