domingo, 21 de junio de 2020

[SONRÍA, POR FAVOR] Es domingo, 21 de junio





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...
























La reproducción de artículos firmados por otras personas en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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sábado, 20 de junio de 2020

[A VUELAPLUMA] Desastres



Una terraza en Morata de Tajuña, Madrid. Europa Press


"El desastre del que habremos de soportar ahora las consecuencias nos ocupa por completo, y es lógico que así sea, afirma en el este A vuelapluma de hoy [Malas prácticas. El País, 12/06/2020] la poetisa y escritora Chantal Maillard. Pero, por favor, -comienza diciendo- seamos realistas: este no ha sido ni será el último desastre. El virus que ha causado el estado de alarma en estos meses no es más importante ni proporcionalmente más letal que otras muchas pandemias que la humanidad ha sufrido a lo largo de su historia. Tampoco es más letal ni más importante que muchas de las catástrofes que han estado ocurriendo últimamente y siguen ocurriendo ahora. ¿O acaso nos olvidamos del cáncer y la cifra de fallecidos que conlleva? En el año 2018, tan sólo en España, murieron de cáncer 112.000 personas. En el mismo año, por esta causa, se contabilizaron 9,6 millones de fallecidos en el mundo. Claro que el cáncer no se contagia y es una mina de oro para la industria farmacéutica. Tampoco se contagia “el cambio climático”, ni la “crisis de refugiados”, ni los conflictos armados, ni los tsunamis, esos desastres que ocurren siempre “en otra parte” y que los noticiarios nos ofrecían a diario a modo de seriales hasta que fueron sustituidos por el único serial capaz de adquirir realidad a nuestros ojos porque, a diferencia de los otros, éste se prolonga en nuestros gestos cotidianos y, por tanto, nos afecta. El problema es que nuestro campo de visión es por lo general bastante estrecho, pues tan sólo nos sentimos concernidos por lo que directamente nos afecta cuando, en realidad, lo que más nos concierne es aquello que, por ahora, no parece afectarnos.

Pero, ¿y si en vez de lamentarnos pusiésemos manos a la obra que tenemos por delante?¿Y si en vez de ponernos en loop, bloqueados en el florilegio de las opiniones acerca de las causas y los efectos de la pandemia, nos pusiésemos entre todos a programar un nuevo modelo de economía? ¿O se nos está olvidando que está teniendo lugar un desastre planetario para el que, miren ustedes por donde, sí que tenemos vacuna, pero no la empleamos? Será, digo yo, que no favorece a nadie. A nadie importante, claro. Porque, en este juego, hay quienes importan y quienes se deportan. Pero este es otro asunto. ¿O es el mismo?

Qué fácilmente olvidamos que éste es un planeta inestable, una minúscula célula del universo, en el que el humano no vale más que cualquier otro conglomerado de partículas. Y con cuánta vanagloria presumimos de los logros de unas ciencias que pierden de vista lo más importante: la interconexión de todo con todo, y el funcionamiento homeostático de un universo en perpetua mutación. Hemos apostado por el “ser” (la individualidad, la permanencia) y este no era el camino. Porque el ser es una entelequia, y la realidad, un proceso. Y a veces es bueno que una catástrofe nos despierte del letargo. Hemos apostado por la vida, dando por supuesto que esta era buena y que nos pertenece —aunque por lo visto a unos más que a otros—, sin tener en cuenta que no se da sin su contrario. Una educación para la muerte, como parte de la educación sentimental, sería deseable, pues el miedo tiene en ella su origen y quien desarticula el miedo se hace, entre otras cosas, inmune a las argucias de quienes pretenden manejarle. El miedo es un arma poderosa. Tan sólo el hambre la supera. Y entre el miedo y el hambre proliferan las ideologías. Súmase a ello el desconcierto que generan los cambios para un animal de costumbres como el humano. Añádase la ignorancia de unos y la ambición de otros, y agiten. Cuando al desconcierto se suman las malas prácticas, el agua se vuelve turbia. Cuando a las malas prácticas se suman las malas intenciones, el agua se vuelve oscura.

Rentabilizar un cambio y dividir a golpe de bandera es la más vieja de las estrategias. Pero lo malo no es que algunos sigan empleándola, lo malo, lo realmente malo, es que siga funcionando. ¿Tan poco habremos aprendido en estos últimos siglos para no percatarnos de que detrás de un estandarte se ocultan mil fantasmas? ¿Que quienes se visten de bandera no llaman a la unidad sino que crean al enemigo? ¿Que cuando invitan a sus niños a agitar recuadritos de colores —¡qué bonito, todos a una con la manita alzada!— les están preparando para el odio? Mover a la masa es cosa fácil. Una población son muchos individuos, la masa es sólo una. De entre los individuos, unos pocos, los más pausados, se retiran, toman distancia y atienden a sus corrientes subterráneas. Otros piensan, sopesan y deciden. La masa ni se retira ni piensa, tan sólo opina y sigue.

Lo social es un mal que se rige por el mimetismo y por el conflicto, decía el antiguo maestro Chuang Tse. Desarticularlo requiere el ejercicio de una libertad que en nada se parece a las sobrevaloradas libertades y empieza por el conocimiento de uno mismo. Mientras tanto, a pie de calle, donde, sin reglamentos ni dictados, se organiza la gente para proveer techo, alimento y afecto a quienes no los tienen. ¿Cómo llamaremos a esto? Henri Michaux quiso hallar una prelengua capaz de volver a decir las cosas en su movimiento, en su perpetua emergencia. ¿Cabría hablar de una prepolítica que, sin retóricas ni estadísticas, sin pactos ni intereses, fuese capaz de devolvernos la concordia (cum cordis), esa unidad de cuerdas interiores que sin palabras reconocemos al oído? — ¿Devolvernos? ¿Alguna vez la tuvimos? Todo Gobierno es un mal, decía Chuang Tse. Y todo reglamento —añado— el síntoma de una pérdida".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 







La reproducción de artículos firmados por otras personas en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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[ARCHIVO DEL BLOG] Polvo de estrellas. Publicada el 21 de febrero de 2010



La Vía Lactea



Sigo hablando sobre amigas... Quien tiene una amiga, tiene un tesoro, dice un aforismo. Yo las tengo. Y buenas, muy buenas. Inés Armero, amiga y vecina de Maspalomas, lleva un blog titulado "Una astronauta en la isla de Lobos", que es una auténtica delicia. Es física de profesión. Y se le nota. A pesar de ello, o quizá por ello, destila humor y ciencia, por los cuatro costados. El pasado día 26 de enero publicó una entrada en él titulada "Cuarenta y dos" en la que reproduce un fragmento del libro "Guía del autoestopista galáctico"(Anagrama, Barcelona, 2009), del novelista británico Douglas Adams (1952-2001), una metáfora sobre el sentido de la vida y la soledad de los humanos en el universo. Pueden leerla más abajo.

Ese mismo día le escribo comentándola que he seguido todo el diálogo de su relato (el de Douglas Adams) con expectación creciente, y que no me ha defraudado. Que supongo, también, que habrá gentes que se lo tomen a broma; incluso que piensen que es una tomadura de pelo. Y que lo siento por ellos, pero que "no hay pregunta". Que estamos aquí por puro azar. Por un accidente de la Naturaleza. Que desapareceremos por otro, o por consunción, sin dejar rastro alguno de nuestro paso. Y que ya está. Que se acabó. Que no hay nada más. Y que ni tiene porqué haberlo. Que nuestra grandeza es que somos los únicos seres en el universo conscientes de ello. Y que muchísima gracias. Y que me ha encantado. Y que si me deja publicarlo en mi blog.

Me contesta al siguiente día, que sí, que puedo publicarlo si lo deseo. Que se alegra de que me haya gustado. pero que hay una cosa en la que no acaba de estar acuerdo conmigo: en eso que digo de que somos los únicos seres del universo conscientes de la casualidad de nuestra existencia; que su mente, científica, se niega a creer en el azar, por lo cual se teme que hay muchos mundos como este nuestro en que otros seres se hacen preguntas similares a las nuestras; es decir que todavía somos mucho más insignificantes de lo que a nuestro ego le gustaría... Ojalá tuviera mi amiga Inés razón. Pero me temo que ni ella, ni ustedes, ni yo, vamos a poder comprobarlo.

Una vez leí una entrevista que le hicieron poco antes de morir a nuestro eximio Premio Nobel, el doctor Severo Ochoa. No puedo reproducir sus palabras literalmente porque cito de memoria. De lo que no tengo duda alguna es del sentido de su respuesta a la pregunta sobre si estábamos solos en el universo y sobre si había otra vida después de ésta: "Estamos absolutamente solos. No somos nada más que un conjunto de átomos. Nos disolvemos al morir. No hay nada después de la vida". ¿Materialismo radical?... No soy creyente. Pero me parece muy respetable que ustedes crean lo que estimen conveniente. La esperanza es lo último que se pierde.

El título de mi entrada está tomado del libro "El mundo de Sofía" (Siruela, Madrid, 1995), de Jostein Gaarder. Es la metáfora que utiliza el padre de la protagonista del libro para explicar a su hija de "dónde" venimos y "qué" somos: ¡Polvo de estrellas!... A mi siempre me ha parecido una bellísima y maravillosa metáfora.

Y en YouTube he encontrado un precioso vídeo en el que Serrat y Noa le cantan al azar. Sí, a ese azar que rige nuestras vidas, y que otros llaman dios o providencia o destino o fortuna, siempre caprichoso e inesperado... Espero que lo disfruten. Pueden verlo en el enlace de más arriba. Les dejo con el texto de mi amiga Inés. Espero que lo disfruten. HArendt




"CUARENTA Y DOS", por Inés Armero
26 de enero de 2010
Del libro "Guía del autoestopista galáctico", de Douglas Adams

"Desde luego, existen muchos problemas relacionados con la vida, entre los cuales algunos de los más famosos son: ¿por qué nacemos? ¿por qué morimos? (...)

hace muchísimos millones de años, una raza de seres pandimensionales hiperinteligentes (cuya manifestación física en su propio universo pandimensional no es diferente a la nuestra) quedó tan harta de la continua discusión sobre el sentido de la vida, que interrumpieron su pasatiempo favorito de criquet ultrabrockiano y decidieron sentarse a resolver sus problemas de una vez para siempre.

con ese fin construyeron un ordenador estupendo que era tan sumamente inteligente, que incluso antes de que se conectaran sus bancos de datos empezó por pienso, luego existo, y llegó hasta inferir la existencia del pudín de arroz y del impuesto de la renta antes de que alguien lograra desconectarlo. (...)

un hombre, de pie sobre un estrado vivamente engalanado delante de un edificio que dominaba la plaza, se dirigía a la multitud:

-¡oh, gentes que esperáis a la sombra de pensamiento profundo! -gritó- ¡honorables descendientes de vroomfondel y de majikthise, los sabios más grandes y realmente interesantes que el universo ha conocido jamás..., el tiempo de espera ha terminado!

la multitud estalló en vítores desenfrenados. tremolaron banderas y gallardetes; se oyeron silbidos agudos. las calles más estrechas parecían ciempiés vueltos de espaldas y agitando frenéticamente las patas en el aire.

-¡nuestra raza ha esperado siete millones y medio de años este gran día optimista e iluminador! -gritó el dirigente de los vítores- ¡el día de la respuesta!

la extática multitud rompió en hurras.

-nunca más -gritó el hombre- nunca más volveremos a levantarnos por la mañana preguntándonos: ¿quién soy? ¿qué sentido tiene mi vida? ¿tiene alguna importancia, cósmicamente hablando, si no me levanto para ir a trabajar? ¡porque hoy, finalmente, conoceremos, de una vez por todas, las lisa y llana respuesta a todos esos problemillas inoportunos de la vida, del universo, y de todo! (...)

dos hombres severamente vestidos se sentaban con gravedad ante la terminal, esperando.

-casi ha llegado la hora -dijo uno de ellos. (...)
-hace setenta y cinco mil generaciones, nuestros antepasados pusieron en marcha este programa -dijo el segundo hombre-, y en todo este tiempo nosotro seremos los primeros en oír las palabras del ordenador.
-¡somos nosotros los que oiremos la respuesta a la gran pregunta de la vida...!
-¡del universo..!
-¡y de todo...!
-¡chssss! ¡creo que pensamiento profundo se dispone a hablar!

hubo un expectante momento de pausa mientras los paneles de la parte delantera de la consola empezaban a despertarse lentamente. comenzaron a encenderse y apagarse luces de prueba que pronto funcionaron de modo continuo. un canturreo leve y suave se oyó por el canal de comunicación.

-buenos días- dijo al fin pensamiento profundo.
-hmmm... buenos días, pensamiento profundo, ¿tienes... hmmm, es decir...?
-¿una respuesta que daros? -le interrumpió pensamiento profundo en tono majestuoso-. sí, la tengo.
los dos hombres temblaron de expectación. su espera no había sido en vano.
-¿de veras existe?.
-existe de veras -confirmó pensamiento profundo.
-¿a todo? ¿a la gran pregunta de la vida, del universo, y de todo?
-sí.

los dos hombres estaban listos para aquel momento, se habían preparado durante toda la vida; se les escogió al nacer para que presenciaran la respuesta, pero aun así jadeaban y se retorcían como criaturas nerviosas.

-¿y estás dispuesto a dárnosla?
-lo estoy.
-¿ahora mismo?
-ahora mismo.

ambos se pasaron la lengua por los labios secos.

-aunque no creo -añadió pensamiento profundo- que vaya a gustaros.
-¡no importa! ¡tenemos que saberla! ¡ahora mismo!
-¿ahora mismo? -inquirió pensamiento profundo.
-¡sí! ahora mismo...
-muy bien -dijo el ordenador, volviendo a guardar silencio.

los dos hombres se agitaron inquietos, la tensión era insoportable.

-en serio, no os va a gustar -observó pensamiento profundo.
-¡dínosla!
-de acuerdo -dijo pensamiento profundo-. la respuesta a la gran pregunta...
-¡sí...!
-... de la vida, del universo, y de todo... -dijo pensamiento profundo.
-¡sí...!
-es...
-¡sí...!
-es...
-¡¡¡...¿sí...?!!!
-cuarenta y dos -dijo pensamiento profundo, con calma y majestad infinitas.

pasó largo tiempo antes de que hablara alguien.
con el rabillo del ojo, los hombres veían los expectantes rostros de la gente que aguardaba en la plaza.

-nos van a linchar, ¿verdad? -susurró uno.
-era una misión difícil -dijo pensamiento profundo con voz suave.
-¡cuarenta y dos! ¿eso es todo lo que tienes que decirnos después de siete millones y medio de años de trabajo?
-lo he comprobado con mucho cuidado -manifestó el ordenador-, y ésa es exactamente la respuesta. para ser franca con vosotros, creo que el problema consiste en que nunca habéis sabido realmente cuál es la pregunta.
-¡pero se trata de la gran pregunta! ¡la cuestión última de la vida, del universo y de todo!
-sí -convino pensamiento profundo, con el aire del que soporta bien a los estúpidos-, pero ¿cuál es realmente?

un lento silencio lleno de estupor fue apoderándose de los dos hombres, que se miraron mutuamente tras apartar la vista del ordenador.

-pues ya lo sabes, de todo..., todo...
-¡exactamente! -sentenció pensamiento profundo-. de manera que, en cuanto sepáis cuál es realmente la pregunta, sabréis cuál es la respuesta.
-de acuerdo, de acuerdo. mira, ¿no puedes decirnos la pregunta?
-¿la cuestión última?
-sí.
-¿de la vida, del universo, y de todo?
-¡sí!
-difícil -comentó.
-pero ¿puedes decírnosla?

pensamiento profundo meditó sobre ello otro largo momento.

-no -dijo al fin, con la voz firme".




El escritor Douglas Adams



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[SONRÍA, POR FAVOR] Es sábado, 20 de junio





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...
























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viernes, 19 de junio de 2020

[A VUELAPLUMA] Placas



La reportera de guerra Lee Miller, en la casa de Hitler en Munich (1945)


A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 

"La casa de un dictador no tiene la culpa de quien nació en ella como los ­padres de un asesino no la tienen del engendro, comenta en este A vuelapluma de hoy [Casas de dictadores. La Vanguardia, 10/6/2020] la escritora Núria Escur. Lo pienso -comienza diciendo Escur- cuando anuncian que la casa natal de Hitler en Braunau –para evitar la peregrinación de acólitos turistas neonazis– va a convertirse, finalmente, en una comisaría de policía. El Gobierno zanja así años de polémicas y litigios, eliminando de esas cuatro paredes cualquier rastro del nacionalsocialismo alemán.

No, las casas no tienen la culpa. El mismo día que Adolf Hitler se sui­cidaba junto a Eva Braun en Berlín, la fotógrafa y reportera Lee Miller llegó al piso que el dictador tenía en Munich, dicen que durmió una siesta en su cama, luego se desnudó y se metió en la bañera del dictador.

De ahí sale una de las fotografías más inquietantes de la historia. Una Lee Miller madura y hermosísima de quien nos preguntamos de dónde ­sacó el valor para meterse allí, en la bañera de un monstruo, si no es de la propia pequeña victoria moral y de la invitación de David E. Scherman, reportero de Life y autor de la instantánea, que le dio la idea de incluir un retrato de Hitler a su lado. Miller dejó a propósito, en un primer plano, sus botas de soldado manchadas de barro de Dachau sobre la alfombrilla.

Y aunque ese no era el hogar natal de Hitler, asociamos esa foto al espacio doméstico, imaginamos sus huellas en las tazas, las pisadas en el suelo del salón, el galán de noche donde ­dejaba su ropa... El problema no es qué hacer con la casa natal de un dictador, el problema es dónde enterrarle. La exhumación del cadáver de Franco, culebrón donde los haya, es prueba de ello.

De todos los dictadores el mundo, Ceausescu es uno de los que más réditos turísticos da. Lo vendían todo. Desde entradas a las ochenta habitaciones del palacio Primaverii, que habitó con su esposa, a las visitas guiadas a su tumba en el cementerio de Bucarest. Más discretitos son los casos de Mussolini, cuyo cadáver se llevaron a la capilla familiar de San Cassiano, o Pinochet, que descansa (o no) en la capilla privada familiar de Valparaíso. Y sobre el lugar en que murió Hitler ahora hay un aparcamiento.

En Ferrol, ciudad de astilleros, la casa natal de Francisco Franco, número 136 de la calle María, pasa sin pena ni gloria. La calle ni siquiera ­tiene alcantarillas. Cerrada a cal y canto, nadie peregrina para verla. ­Como mucho se ha acercado algún anónimo para manchar su fachada con ­pintura. El resto, lluvia y lluvia y más lluvia".







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