viernes, 23 de agosto de 2019

[SONRÍA, POR FAVOR] Al menos hoy viernes, 23 de agosto





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo escaso sentido del humor, así que aprecio la sonrisa ajena, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada, iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...














La reproducción de artículos firmados en el blog no implica compartir su contenido, pero sí, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

jueves, 22 de agosto de 2019

[A VUELAPLUMA] Bradomín en Tierra Santa





En la Sonata de estío, señala el escritor gallego Miguel-Anxo Murado, Valle Inclán cuenta que su personaje, el marqués de Bradomín, había viajado a Tierra Santa, aunque luego no se desarrolla lo que le sucedió allí. 

Me llamó esto la atención, comienza diciendo Murado, releyendo las obras completas que está publicando La Voz, y me pregunté cómo habría sido esa Sonata apócrifa que Valle no escribió. Imaginé la llegada del marqués gallego a Yafa, donde los estibadores cargan jabón de Nablus, algodón de Egipto y azúcar de Ar-Riha. Tras pasar la aduana turca, se haría con caballos enjaezados y un intérprete armenio para proseguir a Jerusalén, remontando el paisaje de quebradas y torrenteras secas punteado de cactus y olivos solitarios cubiertos de polvo. Me imagino a Bradomín cruzando la puerta de la muralla otomana de la Ciudad Santa a caballo, y atravesando el bazar multitudinario donde los fellahim pregonan su especiería de colores ocres y aromas punzantes. Encontraría, quizás, pensión en casa de un judío sefardí, que despertaría en el marqués carlista sentimientos encontrados, y recíprocos, de nostalgia patriótica y rencor religioso. La cosa se complicaría por la presencia en la casa de las tres hijas del sefardí -«bellas como los tres versos de un zéjel ladino», sentenciaría el narrador-. O algo así. He pensado mucho en qué momento introduciría Valle el amor de esta historia y se me ocurre que se la vería a ella por primera vez arrodillada rezando frente a la estrella de plata que señala el lugar del Nacimiento en Belén: una condesa polaca en peregrinación con la que, a falta de otro idioma común, Bradomín se comunica en latín. Al Valle de la primera época le gustaba caminar al filo entre el misticismo y la blasfemia, sin caer ni en el uno ni en la otra, por lo que sospecho que no se resistiría a explotar la ambigüedad de los símbolos de Tierra Santa: al nacimiento del amor en Belén seguiría su consumación en el Jericó de las murallas caídas, a orillas del lugar donde estuvieron Sodoma y Gomorra -los amantes, recuérdese, hablándose en latín-. Recorrerían de noche juntos la Via Dolorosa de la Pasión, estación a estación. Yo creo que los haría testigos de una reyerta a cuchillo: sombras fugaces, eco de voces en árabe, solo visible el brillo del acero y la espesa sangre manchando el suelo. Hasta que, finalmente, en el Huerto de Getsemaní, junto a la higuera que allí hay, la polaca le confesaría a Bradomín su vida atormentada, su viaje a Tierra Santa con la intención de meterse monja y sus dudas, ahora, sobre qué hacer. En la literatura, como en el cine, todo lo debe decir el lugar donde ocurren las cosas. Puestos a imaginar, digamos que los amantes acuerdan reencontrarse al día siguiente en el Santo Sepulcro para irse juntos a Europa. Pero Bradomín, siendo Bradomín, la traicionaría esa misma noche con una de las hijas del sefardí. La tardanza sería el castigo a su pecado: la encontraría ya arrodillada y abstraída a los pies de la capilla del Calvario, envuelta en incienso. Comprendiendo, el marqués, la dejaría sin siquiera molestarla. Y se marcharía ese mismo día a matacaballo, furioso, junto a su guía, tratando de adelantar al viento del este que anuncia que los barcos partirán de Yafa.

No, en realidad, no sé cómo escribiría esta historia Valle Inclán. Me he dejado llevar. Pero desde que la he imaginado así, no puedo evitar la sensación de haberla leído. Y también me parece que vi a una joven monja un día, rezando frente a la estrella de plata de la iglesia de la Natividad de Belén. Recordándola ahora, pienso que, de no ser por la doble imposibilidad del tiempo y la ficción, era ella.





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[SONRÍA, POR FAVOR] Al menos hoy jueves, 22 de agosto





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo escaso sentido del humor, así que aprecio la sonrisa ajena, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada, iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...


















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miércoles, 21 de agosto de 2019

[A VUELAPLUMA] Los papeles de Kafka



Kafka en Praga


Los escritos de Kafka prefiguraron no solo las pesadilla del siglo pasado sino también las de este, escribe la  traductora, eslavista y crítica literaria española Marta Rebón. Después de casi un siglo de testamentos traicionados, conflicto de intereses entre países, debates académicos y dramas (o vodeviles) judiciales, hace 11 días se exhibieron los últimos papeles en disputa de Kafka, recién llegados a Jerusalén, comienza diciendo Rebón. Ha sido la culminación de más de una década de litigios entre la Biblioteca Nacional de Israel, que los reclamaba como “bien cultural del pueblo judío”, y el Archivo Literario de Marbach, que defendía su derecho a conservarlos por ser el escritor de Praga un autor en lengua alemana. Es irónico que en esa batalla legal, como reflexionó Judith Butler en ¿A quién pertenece Kafka?, los manuscritos de un literato que ahondó en la condición del excluido hayan pasado a ser un icono de pertenencia nacional. ¿De quién es Kafka, pues? ¿De Chequia, en cuya capital nació, donde se ha convertido en un potente reclamo turístico, a pesar de la aversión del autor al exhibicionismo? ¿Del país en cuyo idioma creó su obra, aunque durante el nazismo prohibieran sus libros y aniquilaran a buena parte de sus allegados? ¿De Jerusalén, el lugar adonde fantaseó con mudarse junto a su última pareja para montar un restaurante, él sirviendo mesas y ella como cocinera?

En Venecia, en la terraza de un histórico hotel con vistas a la laguna, descubro un “Kafka estuvo aquí”. En la placa se lee que allí, en 1913, escribió una carta de amor a Felice Bauer. ¿De amor? Tal vez, si es que se puede calificar así una misiva rematada con un “tenemos que decirnos adiós”. Mejor publicitar a un escritor enamorado, pensarían los dueños del hotel, que a uno en fuga de su prometida. Kafka, que necesitaba una soledad extrema para crear, le dijo una vez a su sufrida novia: “Uno nunca puede rodearse de bastante silencio cuando escribe. La noche incluso resulta poco nocturna”. Abundan los escritores que, con el tiempo, pasan a convertirse en prescriptores accidentales de viajeros en busca de experiencias: “He aquí las vistas que Jane Austen admiraba”, “he aquí la avenida por la que Proust paseó...”. No faltan turistas, mojito en mano, que pasan por caja de buena gana para disfrutar de su “momento Hemingway”. Kafka, que viajó solo a Italia —obligado a soportar su propia compañía—, no apuntó nada en su diario, así que no existe una ruta con su nombre en esta ciudad-isla definida por algunos como el primer parque temático de Europa. Debemos contentarnos con imaginar su inconfundible figura inmersa en el laberinto flotante de Venecia, suspendida entre dos orillas en alguno de sus más de cuatrocientos puentes.

Cuando le diagnosticaron tuberculosis, Kafka se convirtió en un turista de sanatorios. Al visitar algunos lugares de Europa durante los primeros compases del turismo de masas, había soñado con hacerse rico publicando guías para viajar con poco dinero. Dos años antes de morir se alojó en un balneario de la Montaña de los Gigantes, un paisaje nevado que se convirtió en la localización innombrada de su última novela. El protagonista de El castillo intenta acceder (en vano) a la fortaleza. ¿Por qué? La posadera se lo aclara: “No es usted del pueblo. Es un forastero, alguien que está de sobra. Alguien por quien se sufren continuamente molestias, cuyas intenciones se desconocen”. Haciendo gala de unas maneras similares, Salvini, con una cruz orgullosamente colgada al cuello, enarbola su doctrina de puertos cerrados para mantener como rehenes en el mar, a merced de las olas, a más de un centenar de migrantes. Los quiere fuera del castillo. Kafka prefiguró las pesadillas del siglo pasado, pero también las de este.






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[MIS MUSAS] Hoy, con Julián Andúgar, Rafael de Sanzio y Giacomo Puccini





Decía Walt Whitman que la poesía es el instrumento por medio del cual la voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz; Gabriel Celaya, que era un arma cargada de futuro; Harold Bloom,  que si la poesía no podía sanar la violencia organizada de la sociedad, al menos podía realizar la tarea de sanar al yo; y George Steiner añadía que el canto y la música son simultáneamente, la más carnal y la más espiritual de las realidades porque aúnan alma y diafragma y pueden, desde sus primeras notas, sumir al oyente en la desolación o transportarlo hasta el éxtasis, ya que la voz que canta es capaz de destruir o de curar la psique con su cadencia. Por su parte, Johann Wolfgang von Goethe afirmaba que cada día un hombre debe oír un poco de música, leer una buena poesía, contemplar un cuadro hermoso y si es posible, decir algunas palabras sensatas, a fin de que los cuidados mundanos no puedan borrar el sentido de la belleza que Dios ha implantado en el alma humana. 

Subo hoy al blog al poeta Julián Andúgar y su poema "Con España me acuesto y me levanto", al pintor Rafael de Sanzio y su cuadro "Las tres Gracias", al compositor Giacomo Puccini y su dueto "Tu, tu, amore? Tu?", de la ópera "Manon Lescaut", cantado por el tenor Jonas Kaufmann y la soprano Kristine Opolais.



***


El poeta Julián Andúgar


Julián Andúgar Ruíz (1917-1977) fue un poeta y político murciano. Andúgar nació en el seno de una humilde familia de agricultores. Estudió en el seminario menor de Cehegín (Murcia), así como en Lorca y Orihuela (Alicante). Sus convicciones republicanas lo conducen a militar en el PSOE desde 1935. Luchó en la Guerra Civil como capitán en el ejército republicano y en 1938 fue herido en el Peñón de la Mata (provincia de Granada) quedando minusválido de la pierna izquierda de por vida. Terminada la guerra quedó en prisión un año y medio y a su salida tuvo que exiliarse a Francia hasta su regreso en 1940. Compaginó la literatura con el magisterio, colaborando en las revistas Sigüenza (1945), Estilo (1947) y Ifach (1949), y consiguió licenciarse en derecho y obtener una plaza de oficial en la administración de justicia. La llegada de la democracia a España reactiva su actividad política siendo elegido senador en las Elecciones generales de 1977 por Alicante en las listas del PSOE. Les dejo con su poema


"CON ESPAÑA ME ACUESTO Y ME LEVANTO"

Con España me acuesto y me levanto
(si alguien dice con Dios también lo digo);
busco un hombre formal para testigo,
que abone mi denuncia en todo y cuanto

cierto y preciso fuera, que no es tanto
dejar la piel, los ojos, si consigo
a España recobrar ganado amigo,
a más  del gozo que vendrá de canto.

De aquí, de allá, de mares por en medio,
velad, gritad, pedid sumariamente,
cada uno es demandante y da la cara.

Que ya estoy hasta aquí de tanto tedio,
de que hombres como picas se contenten
con verla a media luz siendo tan clara.


***



Rafael de Sanzio


Raffaello Sanzio (1483-1520) fue un pintor y arquitecto italiano del Renacimiento. Además de su labor pictórica, que sería admirada e imitada durante siglos, realizó importantes aportes en la arquitectura y, como inspector de antigüedades, se interesó en el estudio y conservación de los vestigios grecorromanos. Gozó de la admiración de sus contemporáneos, aunque su influencia en el desarrollo del arte en su siglo fue menor que la de Miguel Ángel. El manierismo, que comenzó más o menos en el tiempo de su muerte, y el barroco posterior, llevaron el arte en una «dirección completamente opuesta» a las cualidades rafaelinas; «con la muerte de Rafael, el arte clásico —el Alto Renacimiento—se hundió», según manifiesta Walter Friedlander.​ Sin embargo, pronto fue considerado como modelo ideal para aquellos que detestaban los excesos del manierismo. 



Las tres Gracias, 1505 (Museo Condé, Chantilly, Francia)



"Las tres Gracias" fue pintado en 1504 durante su estancia en Florencia. Pintada sobre tabla, esta obra, que apenas mide 17 centímetros de altura, es una joya artística que a lo largo de la historia ha pasado por diversos dueños. Entre ellos, el pintor Thomas Lawrence, lord Derby, la Colección Borghese o lord Ward. Actualmente se conserva en el Museo Condé de Chantilly (Francia). Fue una obra de encargo que forma pareja con El sueño del caballero (National Gallery de Londres). Por un dibujo a pluma hecho por Rafael que se conserva en Venecia, se ve que el célebre pintor se inspiró en el grupo escultórico de las Tres Gracias de Siena para llevar a cabo su obra. Si bien utilizando los recursos de su genio, dio a la obra tal sentimiento de castidad y de gracia al mismo tiempo que el cuadro resulta original y moderno. Las Gracias aparecen desnudas y agrupadas como en la antigüedad. La de en medio, vista de espaldas, vuelve la cabeza enseñando un perfil ideal. Las otras dos, de frente, inclinan graciosamente la cabeza en sentido opuesto y sus brazos se enlazan con los de su hermana apoyándose las tres mutuamente. Las figuras forman un conjunto encantador por la elegancia de las actitudes y la pureza de las líneas que se destacan sobre el fondo de un paisaje accidentado. Se puede afirmar que la fisonomía de las tres doncellas se halla a la altura de las mejores obras del pintor y representa el prototipo de belleza de la escuela clásica italiana.


***




Giacomo Puccini



Giacomo Puccini (1858-1924), fue un compositor italiano de ópera, considerado entre los más grandes de fines del siglo XIX y principios del XX. Fue un visionario, creando los conceptos de música que van a regir al cine durante el siglo XX. Para él, el uso de pasajes modales o recursos politonales y la tonalidad o la atonalidad eran cuestiones de efecto que estaban definidas por las necesidades dramáticas de la obra.

"Manon Lescaut" es una ópera en cuatro actos con música de Giacomo Puccini y libreto en italiano escrito sucesivamente por varias personas: Ruggiero Leoncavallo, Domenico Oliva, Marco Praga, Giuseppe Giacosa, Luigi Illica, Puccini y Giulio Ricordi. Está basada en la obra L'historie du chevalier des Grieux et de Manon Lescaut (1731) del Abad Prévost, que fue de inspiración también para la ópera Manon de Jules Massenet. El editor, Giulio Ricordi, y el propio compositor también contribuyeron al libreto. Tan confusa fue la autoría del libreto que nadie aparece acreditado en la portada de la partitura original. Fue estrenada 1 de febrero de 1893 en el Teatro Regio de Turín. Les dejo con el dueto "Tu, tu, amore? Tu?", cantado por Jonas Kaufmann y Kristine Opolais, que pueden disfrutar desde este enlace.





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[SONRÍA, POR FAVOR] Al menos hoy miércoles, 21 de agosto





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo escaso sentido del humor, así que aprecio la sonrisa ajena, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada, iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...















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