viernes, 15 de febrero de 2019

[SONRÍA, POR FAVOR] Al menos hoy viernes, 15 de febrero





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. También, como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Un servidor de ustedes tiene escaso sentido del humor, aunque aprecio la sonrisa ajena e intento esbozar la propia. Identificado con la primera de las acepciones citadas, en la medida de lo posible iré subiendo periódicamente al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras..., aunque pueden sonreír igual. 



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Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

jueves, 14 de febrero de 2019

[MIS MUSAS] Hoy, con Miguel de Unamuno, Tiziano Vecelli y Giuseppe Verdi



Las Musas (Bertel Thorvaldsen, 1770-1844)



Decía Walt Whitman que la poesía es el instrumento por medio del cual las voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz; Gabriel Celaya, que era un arma cargada de futuro; Harold Bloom,  que si la poesía no podía sanar la violencia organizada de la sociedad, al menos podía realizar la tarea de sanar al yo; y George Steiner añadía que el canto y la música son simultáneamente, la más carnal y la más espiritual de las realidades porque aúnan alma y diafragma y pueden, desde sus primeras notas, sumir al oyente en la desolación o transportarlo hasta el éxtasis, ya que la voz que canta es capaz de destruir o de curar la psique con su cadencia. 

Por su parte, Johann Wolfgang von Goethe afirmaba que cada día un hombre debe oír un poco de música, leer una buena poesía, contemplar un cuadro hermoso y si es posible, decir algunas palabras sensatas, a fin de que los cuidados mundanos no puedan borrar el sentido de la belleza que Dios ha implantado en el alma humana. 


Todas las anteriores me parecen razones más que suficientes para retomar la publicación, con un formato diferente, de la serie de entradas del blog dedicadas al tema de España en la poesía española contemporánea que tan buena acogida de los lectores tuvo hace ya unos años. Grandes poetas contemporáneos españoles, poetas del exilio exterior e interior, pero españoles todos hasta la médula, que cantaron a su patria común, España, desde el corazón y la añoranza. Poemas a los que acompaño con algunas de las más bellas arias y duetos de la historia de la ópera y de algunos de los desnudos más hermosos de la pintura universal. 

Así pues, subo hoy al blog al poeta Miguel de Unamuno y su poema Logré morir con los ojos abiertos, al pintor Tiziano Vecelli y su cuadro La Venus de Urbino, al compositor Giuseppe Verdi y su dueto Brindisi libiamo ne' lietti calici de su ópera La traviata, cantado por la soprano Stefania Bonfadelli y el tenor Scott Pipper en el teatro de la Ópera de Busseto, la localidad natal de Verdi, el año 2002.


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Miguel de Unamuno



Miguel de Unamuno y Jugo (1864-1936) fue un escritor y filósofo español perteneciente a la generación del 98. En su obra cultivó gran variedad de géneros literarios como novela, ensayo, teatro y poesía. Fue, asimismo, diputado en Cortes de 1931 a 1933 por Salamanca. Fue Rector de la Universidad de Salamanca en tres ocasiones distintas, la última entre 1931 y 1936. Les dejo con su poema Logré morir con los ojos abiertos.


LOGRÉ MORIR CON LOS OJOS ABIERTOS
por 
Miguel de Unamuno


Logré morir con los ojos abiertos
guardando en ellos tus claras montañas,
-aire de vida me fue el de sus puertos-
que hacen al sol tus eternas entrañas
¡mi España de ensueño!

 Entre conmigo en tu seno tranquilo
bien acuñada tu imagen de gloria;
haga tu roca a mi carne un asilo;
duerma por siglos en mí tu memoria,
¡mi España de ensueño!

 Se hagan mis ojos dos hojas de hierba
que tu luz beban, oh sol de mi suelo;
madre, tu suelo mis huellas conserva,
pone tu sol en mis huellas consuelo,
¡consuelo de España!

 Brote en verdor la entrañada verdura
que hizo en el fondo de mi alma tu vista,
y bajo el mundo que pasa al que dura
preste la fe que esperanza revista,
¡consuelo de España!

 Logre morir bien abiertos los ojos
con tu verdor en el fondo del pecho,
guarde en mi carne dorados rastrojos;
tu sol doró de mi esperanza el lecho,
¡consuelo del ensueño de mi España!


Hendaya, 24/12/1925


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Autorretrato de Tiziano 



Tiziano Vecelli (¿1490-1576), fue un pintor italiano del Renacimiento, uno de los mayores exponentes de la Escuela veneciana. Reconocido por sus contemporáneos como «el sol entre las estrellas», en homenaje a la línea final del Paraíso de La Divina Comedia de Dante Alighieri, Tiziano es uno de los más versátiles pintores italianos, igualmente capacitado para ejecutar retratos, paisajes (dos de los temas que le lanzaron a la fama), escenas mitológicas o cuadros de temática religiosa. Tuvo una larga y dilatada carrera, y su obra atravesó muchas y diferentes etapas, en las que su estilo cambió tan drásticamente que algunos críticos tienen problemas para creer que los cuadros de su primera etapa y los de las posteriores hayan salido de la misma mano. Les dejo con su cuadro La Venus de Urbino (1538), también conocido como La Venus del perrito, una célebre pintura al óleo sobre lienzo cuyas dimensiones son de 119 cm x 165 cm, realizada en 1538 por Tiziano, que se encontraba desde 1631 en la colección de los Médicis, y desde 1736 en la Galleria degli Uffizi de Florencia. Les dejo con su Venus de Urbino.

La Venus de Urbino


Su deslumbrante Venus es una amante alejada ya del ideal neoplatónico y virginal. Toda su belleza permanece aún recostada de un modo dulce pero su mirada cómplice y vanidosa se dirige al espectador, que la observa en su lujosa y elegante habitación veneciana. Probablemente las mismas instancias del matrimonio de aristócratas a quién se regalaban este tipo de cuadros para que ayudaran a nacer a criaturas sanas, bellas y fuertes.


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Giuseppe Verdi


Giuseppe Verdi (1813-1901) fue un compositor romántico italiano de ópera del siglo XIX, el más notable e influyente compositor de ópera italiana y puente entre el belcanto de Rossini, Donizetti y Bellini y la corriente del verismo y Puccini. Fue autor de algunos de los títulos más populares del repertorio lírico, como los que componen su trilogía popular o romántica: Rigoletto, La Traviata e Il Trovatore y las obras maestras de la madurez como Aida, Don Carlo, Otello y Falstaff. Sus primeros éxitos estuvieron relacionados con la situación política que se vivía en Italia. Aparte de su calidad artística, sus óperas servían para exaltar el carácter nacionalista del pueblo italiano. 

La traviata (La extraviada) es una ópera en tres actos con música de Giuseppe Verdi y libreto de Francesco Maria Piave, basado en la novela de Alexandre Dumas, hijo, titulada La dame aux camélias (1852), a través de una adaptación teatral. Titulada en principio Violetta —nombre del personaje principal—, al parecer está basada en la vida de una cortesana parisiense, Alphonsine Plessis. Piave y Verdi querían seguir a Dumas dándole a la ópera una ambientación contemporánea, pero las autoridades de La Fenice insistieron en que se ambientara en el pasado, «hacia 1700». No fue hasta la década de 1880 que se respetaron los deseos originales del compositor y del libretista y se representaron producciones «realistas». Les dejo con su dueto Brindisi libiamo ne' lieti calici, que pueden ver en el siguiente vídeo.






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



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miércoles, 13 de febrero de 2019

[A VUELAPLUMA] Lager





No intentar comprender lo incomprensible es la última protesta de la razón humanista que defiende su cordura negándose a “dialogar” con el exterminio, escribía hace unos días el filósofo Fernando Savatee en el Día Internacional del Recuerdo del Holocausto. 

Arturo Pérez-Reverte se ha quejado con bastante razón, comienza diciendo Savater, de la sobreabundancia de relatos con Auschwitz en el título para enganchar al impresionable lector. Yo tengo claro que cualquier lista de las 10 mejores piezas literarias del siglo XX no puede excluir Si esto es un hombre, de Primo Levi. Pero supongo que el ínfimo nivel de las narraciones sobre Auschwitz lo ocupan quienes han ido un solo día, como yo, y no renuncian a contar sus impresiones sobre el lugar. ¿Qué podemos decir que no haya sido expresado ya con más autoridad y experiencia? Sin embargo, ¿cómo callar ante el reto de esta devastación íntima, tan imposible como no emitir una queja o una dolorida protesta, por tópica que sea, al sufrir una quemadura o un desgarramiento mutilador? Esos textos inevitables suelen empezar así: “El día que llegué a Auschwitz…”.

No era peor de lo que me esperaba, como me avisaban los agoreros, ni desde luego mejor sino real. Todo estaba allí, con la mansedumbre terca y finalmente agresiva de las cosas, que no se desvanecen como los relatos, las películas, los fantasmas. Las cosas absurdas pero implacables: toneladas de pelo cortado que llenan un almacén, montañas de zapatos precedidos por varios pares infantiles como ratoncitos curiosos, y miles de cepillos, maletas, latas de betún… Restos humanos de la inhumanidad, lo desechado. Bandadas de adolescentes gorjean por las salas del horror, divertidos sin poder remediarlo, benditos sean. Sus maestros intentan explicarles… ¿qué? Lo cuenta Primo Levi: en la escudilla en que les servían su mísera sopa, unos raspaban su número, otros su nombre, y un francés grabó: “Ne pas chercher à comprendre”. No intentar comprender lo incomprensible: la última protesta de la razón humanista que defiende su cordura negándose a “dialogar” con el exterminio.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



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