sábado, 22 de julio de 2017

[Galdós en su salsa] Hoy, con "Amadeo I"





Estatua de Galdós (Pablo Serrano, Las Palmas GC)



Si preguntan ustedes a cualquier canario sobre quien en es su paisano más universal no tengan duda alguna de cual será su respuesta: el escritor Benito Pérez Galdós. Para conmemorar su nacimiento, del que van a cumplirse 174 años, he ido subiendo al blog a lo largo de los últimos meses su copiosa obra narrativa, que comencé con el primero de sus Episodios Nacionales, colección de cuarenta y seis novelas históricas escritas entre 1872 y 1912 que tratan acontecimientos de la historia de España desde 1805 hasta 1880, aproximadamente. Sus argumentos insertan vivencias de personajes ficticios en los acontecimientos históricos de la España del XIX como, por ejemplo, la guerra de la Independencia Española, un periodo que Galdós, aún niño, conoció a través de las narraciones de su padre, que la vivió. 

Nacido en Las Palmas de Gran Canaria, en las islas Canarias, el 10 de mayo de 1843 y fallecido en Madrid el 4 de enero de 1920, Benito Pérez Galdós fue un novelista, dramaturgo, cronista y político español, uno de los mejores representantes de la novela realista del siglo XIX y un narrador esencial en la historia de la literatura en lengua española, hasta el punto de ser considerado por especialistas y estudiosos de su obra como el mayor novelista español después de Cervantes. Galdós transformó el panorama novelístico español de la época, apartándose de la corriente romántica en pos del realismo y aportando a la narrativa una gran expresividad y hondura psicológica. En palabras de Max Aub, Galdós, como Lope de Vega, asumió el espectáculo del pueblo llano y con su intuición serena, profunda y total de la realidad, se lo devolvió, como Cervantes, rehecho, artísticamente transformado. De ahí, añade, que desde Lope, ningún escritor fue tan popular ni ninguno tan universal, desde Cervantes. Fue desde 1897 académico de la Real Academia Española y llegó a estar propuesto al Premio Nobel de Literatura en 1912. 

Amadeo I, publicada en 1910, es la tercera novela de la serie final de los Episodios Nacionales de Galdós. El narrador es un nuevo personaje, Proteo (Tito) Liviano, escritor y periodista de El Debate, ferviente republicano, brillante orador, y apasionado admirador del bello sexo, lo que le lleva a una serie interminable de lances y conquistas amorosas en el Madrid del siglo XIX, que cuenta en primera persona. Otro personaje significativo de la novela es Mariclío, llamada también Tía Clío Mariana, musa o personificación de la Historia de España, mujer de elevada edad, aspecto cambiante y conducta extravagante, personaje numinoso omnipresente, que toma a Tito bajo su protección y le transforma en duendecillo invisible para que actúe de observador de los acontecimientos históricos y se los transmita a continuación. La acción transcurre en el período 1871-1873. Comienza con la entrada en Madrid de Amadeo de Saboya, llamado por las Cortes para ser coronado rey de España. Su primer acto es asistir a las exequias de Prim, recientemente asesinado en atentado terrorista llevado a cabo en la calle del Turco, hoy calle del marqués de Cubas. Bien recibido por el pueblo madrileño y la clase media, es sin embargo rechazado desde el principio por la aristocracia alfonsina. El ambiente político es de gran inestabilidad, sucediéndose los gobiernos sucesivos de Ruiz Zorrilla, Sagasta, y Serrano, mientras que en Vascongadas y Navarra tiene lugar la insurrección fracasada de Don Carlos, nieto de Carlos María Isidro de Borbón, que intenta resucitar las guerras carlistas. El alzamiento termina con el convenio de Amorebieta, pero sigue una insurrección republicana y un atentado fallido contra el propio Amadeo. El monarca, desalentado por la oposición de los partidos y de la nobleza, abdica finalmente. El Parlamento acepta la dimisión y vota la Primera República, con Estanislao Figueras como presidente.



El rey Amadeo I (1871-1873)



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 3659
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

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