sábado, 26 de diciembre de 2015

[Pensamiento] Homenaje a la UNED







A la memoria de mis amigas 
y compañeras de la UNED
Carmen Llopis y María Rosa Casanovas.
Estén donde estén, que la tierra les sea leve.

Esta entrada es mi homenaje personal a la UNED, la Universidad Nacional de Educación a Distancia, reelaboración de otras anteriores, que en esta ocasión deseo dedicar especialmente a la memoria de dos grandes amigas y compañeras de estudio en la Facultad de Geografía e Historia, fallecidas prematuramente, de las que guardo un imborrable y emocionado recuerdo: Carmen Llopis y María Rosa Casanovas.

La UNED, para los lectores que la desconozcan, es en la actualidad la única universidad pública española de ámbito estatal, bajo la dependencia directa del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes y la tutela de las Cortes Generales. Creada en el año 1972, tiene en este curso 2015-2016, un total de 260.079 alumnos, siendo con mucho la universidad con mayor número de alumnos de España, que se reparten entre 27 títulos de grados, 65 másteres, 18 programas de doctorado y más de 600 cursos de formación permanente, impartidos en 11 Facultades y 2 Escuelas Técnicas Superiores por 1496 profesores universitarios y 7154 profesores-tutores que ejercen sus funciones en la sede central de la universidad, en Madrid, y más de 80 Centros Asociados en España y doce países de Europa, América y África. Y todo, con un exiguo presupuesto, para este curso 2015-2016, de tan solo 227.843.630 euros. Si los milagros existen, la UNED, sin duda, es uno de ellos.

Mi vinculación con la UNED abarca un período de más de 30 años. Entre 1973 y 1984, en la Facultad de Derecho; entre 1978 y 1989 en la Facultad de Geografía e Historia; y entre 1994 y 2005, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología. A comienzo de los años 80 participé como representante de los alumnos en el Claustro Constituyente de la UNED, que elaboró y aprobó sus primeros Estatutos, y formé parte de su Junta de Gobierno y de su Consejo Social en calidad de Delegado Nacional y presidente del Consejo General de Alumnos de la Universidad. Durante 8 años fui también Delegado Nacional y presidente del Consejo de Alumnos de la Facultad de Geografía e Historia y miembro de su Junta de Facultad, así como representante de los alumnos en varios Consejos de Departamento de las Facultades de Geografía e Historia y de Ciencias Políticas y Sociología. También, durante un tiempo, impartí clases particulares de Historia a alumnos del Curso de Acceso a la UNED para mayores de 25 años, que todos aprobaron; no gracias a mí, por supuesto, sino a su esfuerzo. Podría decirse sin faltar a la verdad que en ella, en "mi" UNED, he sido pinche, cocinero y fraile.

¿Qué puedo decir yo de la UNED que no sea elogioso? La UNED es mi "alma máter". Mi madre nutricia cultural, académica y personal. De ella, de sus profesores y mis compañeros de estudio y de la delegación de alumnos, guardo los mejores y más imborrables recuerdos de mi vida. 

De entre los primeros, no quisiera parecer descortés, por omisión con ninguno de ellos, así que los personalizo a todos en los nombres de "mi" rectora, Elisa Pérez Vera, catedrática de Derecho Internacional Privado y magistrada del Tribunal Constitucional; y de los profesores Emilio Lledó, miembro de la Real Academia Española; Antonio de Bethencourt, Antonio Antelo, Javier Tusell, Ana Vázquez, Alicia Alted, Santos Juliá, Faustino Fernández-Miranda y María Luz Gutiérrez Araus. Desde este otro enlace pueden ustedes acceder si lo desean a los vídeos que recogen las ceremonias de concesión de Doctorados Honoris Causa, desde 1997 hasta la fecha, a prestigiosos profesores como Francisco Ayala, Emilio Alarcos, Carlos Fuentes, Rafael Canogar, José Manuel Caballero Bonald o Hans Küng, entre muchos otros.

¿Y de mis compañeros de fatigas académicas qué podría decir que no fuera elogioso para ellos? Solo que fueron y siguen siendo mis mejores amigos a pesar del tiempo y la distancia que nos separa: Jesús Granado, Sensa González, Lourdes Pulet y Lino Chaparro, de Las Palmas; María Luisa Martínez, de Cartagena; Araceli Olmedo, de Ciudad Real; y Andrés Vázquez, de La Coruña, en la Facultad de Derecho; Luisa María Martínez, de La Coruña; Inmaculada Recio, de Mérida; Isabel García, Encarna Galván, Esther Suárez, Carmen Llopis, Germana Roy, Josefa Santana y Nani Morán, de Las Palmas; Rosa Casanovas, de Barcelona; María Françesca Fernández, de Reus;  Ana María Olivo, de Lanzarote; Carmen Rojas, de Elche; Agustina Peralta, de Zamora; María Dolores Ferrete, de Sevilla; Gabriel Bassa, de Palma de Mallorca; Antonio García, de Algeciras; Juan Carlos Morate, de Palencia; Mercedes Rodríguez, de La Palma; José Antonio Morato, de Segovia; y Bernabé Borja, de Ceuta, en la Facultad de Geografía e Historia; Teresa Barreda, de Benalmádena; María Jesús Hierro, de Bilbao; Salma Tabraue, de Las Palmas; Raquel Martí, de Denia; Maribel Amaya, de Madrid; y Rafael Rodríguez, de Elche, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología; Nidia Afonso, de Las Palmas, en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales; Ana María Gallardo, de Las Palmas, y Milagros Ezquerro, de La Coruña, en la Facultad de Psicología; Turía Abdelkader, de Melilla, y Antonio M. Díaz de La Coruña, en la E.T.S. de Ingeniería Industrial; Ernesto Puertas, de Logroño, y Óscar Vizcaíno, de Las Palmas, en la Facultad de Filosofía. Espero que me perdonen todos aquellos que se me han quedado en el tintero. Mi cariño y mi recuerdo son para ellos también. 

Y también para los profesores-tutores de los Centros Asociados de las UNED, que personalizo en Leopoldo Santana, en la Facultad de Derecho; y Rosa Schlueter y Agustín Millares, en la Facultad de Geografía e Historia, todos ellos de Las Palmas.

De las carencias y dificultades del aprendizaje universitario a distancia, los alumnos de la UNED lo saben casi todo. Lo más doloroso, la inexistencia casi hasta ahora mismo, y no del todo culminada aún, de una metodología específica de enseñanza a distancia, con utilización preferente de Internet. Precisamente en una universidad pionera, junto a la Open University británica, en ese tipo de enseñanza universitaria, siempre ha constituido un déficit difícil de soslayar por muy buena voluntad que pongan profesores y alumnos. Y sobre la evaluación final del curso, que aún sigue jugándose a una sola carta, la del examen presencial y único, ¿qué decir? O sobre la deficiente infraestructura de algunos de sus Centros Asociados y las carencias formativas de muchos de sus profesores-tutores, que su buen hacer profesional y mejor voluntad no acaban de soslayar. O la tardanza, inexplicable, en conocer los resultados de los exámenes.... En compensación, sus alumnos son los que obtienen mejor puntuación en todos los procesos de oposiciones a los que se presentan.

Durante algunos años, los delegados de alumnos de las distintas carreras que se impartían en el Centro Asociado de Las Palmas, visitamos regularmente a los alumnos de C.O.U. de los Institutos de Enseñanza Media de la isla para explicarles que era la UNED y como funcionaba, que se podía estudiar en ella y como se estudiaba en una universidad a distancia. Siempre fuimos bien recibidos. Y bastantes de ellos acabaron matriculados y graduados por la UNED. Recuerdo que al final de nuestras charlas siempre les decíamos dos cosas a modo de colofón: una, que en la UNED el truco estaba en aguantar el chaparrón del primer año; que si tenían constancia y no abandonaban los estudios a la primera decepción, podían estar seguros de terminar la carrera. La segunda, que la UNED creaba adicción, en este caso positiva, que era como nicotina o cafeína inyectada en vena. En mi caso, y el de muchos de mis compañeros, ha sido una absoluta verdad.

En una fecha que me resulta imposible de precisar de comienzos de 1987, el Consejo General de Alumnos de la UNED, compuesto por los sesenta representantes del alumnado de las distintas facultades y escuelas en el Claustro General de la universidad, se reunió durante dos días en el Pazo de Mariñán, en Galicia. De allí salió un borrador de lo que unos meses más tarde se convertiría en la famosa Tabla Reivindicativa de los alumnos de la UNED, como "programa que de forma permanente recogía sus aspiraciones en orden a la adecuación del mandato del artículo tercero de los Estatutos de la universidad a la realidad social, económica, cultural y académica de su entorno". La reunión de Mariñán la organizaron con singular eficiencia varios alumnos gallegos de la UNED, miembros de su Consejo General, entre los que creo recordar estaban Antonio M. Díaz, Andrés Vázquez, Milagros Ezquerro y Luisa María Martínez, todos ellos de La Coruña. 

Los estudiantes universitarios de 1987 ya no eran los alborotadores que entre los 60 y 70 del pasado siglo pusieron en jaque al régimen franquista y fueron perseguidos en los campus por la policía montada de los "grises". Eran ya por fortuna otros tiempos, de democracia incipiente pero consolidada, aunque las carencias de la vida universitaria eran prácticamente las mismas, carencias que en la UNED su suplían como se podía gracias al entusiasmo de sus profesores, tutores y alumnos. Alumnos la mayor de los cuales eran cuarentañeros que no habían podido acceder en su momento a los estudios universitarios; aunque también los había mucho más jóvenes, jóvenes que por razones varias: trabajo, domicilio, familia... habían optado por los estudios a distancia para poder acceder a la universidad. A pesar de sus muchas carencias en aquellos años nos dió la oportunidad a miles de españoles que en su momento no pudimos hacerlo, por las circunstancias que fueran, de acceder a los estudios superiores. ¿En qué medida las reivindicaciones de sus alumnos de hace treinta años influyeron en el desarrollo posterior de la UNED?. No tengo manera de saberlo, pero en todo caso me satisface enormemente poder haber participado junto a otros muchos alumnos pasados, presentes y futuros en el ilusionante proyecto de desarrollo y consolidación de la UNED.

Y dos anécdotas finales que ya he relatado en alguna ocasión anterior: la primera, que cuando comencé a estudiar en la UNED aún eran asignaturas obligatorias Religión y Formación del Espíritu Nacional; yo tuve que cursarlas..., ¡y aprobarlas! La segunda, que en 1985, en la primera sesión del Claustro Constituyente que debatiría y aprobaría finalmente los Estatutos de la UNED, la primera enmienda que se discutió fue una de los representantes de los alumnos, que tuve el inmenso honor de presentar y defender en su nombre en la que pedíamos que nuestra universidad tuviera un nombre propio, personal, no genérico, que la reconociera y en el que alumnos, profesores y personal administrativo nos reconociésemos como tales, y por ello, proponíamos que la UNED pasase a denominarse "Universidad Nacional Miguel de Cervantes". Perdimos, por poco, esa primera votación, pero luego ganamos muchas otras... Por eso, la UNED de hoy es nuestra indiscutible alma mater, pero también, en gran manera, nuestra hija.  

Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. Y ¡Feliz Navidad! HArendt



Los Reyes en la UNED (Octubre, 2013)



Entrada núm. 2552
elblogdeharendt@gmail.com
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)