domingo, 10 de octubre de 2010

Se busca a Educación: se nos perdió en el paseo




Espacio reservado






Si alguien ha leído recientemente la autobiografía-presentación que hace mi padre de sí mismo, verá que pone que tiene un tercer nieto en camino: me hago responsable. Y por ahí va el tema: tranquilos, que nada tiene que ver con el sentimiento maternal y demás ternuras.

Cuando estudiaba en el colegio tenía una asignatura semanal llamada Educación Cívica. No sé si fue cosa de las monjas o que en el resto de los colegios nadie la daba porque nunca he oído a nadie hablar de ella, y eso que teníamos hasta libro. Recuerdo que en ella se veían dibujos que te representaban las escenas de la vida cotidiana y como debíamos comportarnos: Dejar el lado derecho de la acera a las personas mayores, con niños o embarazadas; un caballero deja paso a una mujer, le abre la puerta del coche o en unas escaleras se deja paso, sin agobiar, a quien vaya más lento, a no ser que la otra persona te indique lo contrario... Cosas así eran las que hacían única a mi querida Educación. 

No es que yo pensara que al estar embarazada me fueran a poner la alfombra roja, sonaran los violines y me aplaudieran al pasar; se que no es una enfermedad sino un estado natural de la mujer, y tenía por seguro que no iba a ocurrir; pero sí que pensaba que un señor de cuarenta ( es decir, sólo 9 años mayor que yo) me dejaría paso ahora que estoy así, ya que antes nunca lo hacían. Siempre he sabido que la gente es muy poco educada, pero exigente, y que en ciertos casos pasan de desvergüenza, pero la verdad es que no esperaba algunas cosas.

En las cajas de los grandes supermercados hay una que se supone que es para embarazadas. Hasta ahora nunca las había usado porque tenía poca o ninguna barriga pero ya empiezo a sentir el peso y a cansarme; fui a una toda ilusionada por primera vez ya con siete meses, y..., nada: casi mejor me hubiese ido a la de cestas y esperar mi turno tras diez personas porque ni dios me dejó pasar. De las cajeras, curiosamente estaban dos ese día, ninguna me hizo señas para que pasara, pero si que comentaron entra ellas: " mira ahí hay una que está embarazada"  Pasó la señora con su gran carro de compra, otra con su cesta y otra más. Y yo, esperando a que alguna me dejara el paso o que las cajeras me lo dieran. ¡Ya!, ¡lo llevas claro, bonita!

La semana pasada me dio por coger la guagua; no es normal, me tienen tan mimada que siempre me llevan en coche. Nada más entrar existen dos asientos, uno en frente del otro, y entremedias una pegatina con dibujitos muy monos: una señora embaraza, otra señora con bebé, una persona mayor, otra persona con muletas.... Según entré, un señor se bajaba en la parada en la que yo subía y me senté en el lugar que quedaba libre. Tan contenta iba yo en mi sitio que dos paradas más tarde se subieron tres señoras de unos setenta años, perfectas de peluquería, maquillaje y con el joyero encima no sea que les faltara algún anillo. Dos siguieron al fondo en busca de sitio pero otra reclamaba uno diciendo que era mayor. Yo seguía tranquilamente mirando la ventanilla cuando noté una mano sobre mi hombro y una voz que decía: "Oye tú, levántate y deja sentar a la señora que es mayor" Me sentí como la Gorgona, giré la cabeza y la petrifiqué con la mirada. No dije nada y seguí en mi sitio. Lo mejor de la situación fue oír a otra diciendo: "¡Qué caradura! Y no se levanta" Me pareció que mi barriga ya era suficiente explicación y seguí sin decir ni pío. Otra vez, Educación estaba desaparecida.

Así una tras o otra, un señor con prisas me empujó el carro de la compra en la barriga y no me dijo perdón, cuando voy por la calle me tengo que bajar de la acera porque no dejan pasar porque están ocupadas hablando de la vida de alguien de la tele y si se me cae algo en el trabajo, de rodillas y con cuidado para cogerlo porque eso es problema mío.

Si alguien se encuentra a Educación por favor, no la desprecie. Es una buena chica y siempre agradecida, responde con una sonrisa, y a muchos nos deja dormir tranquilos sabiendo que no hemos fastidiado el día a nadie. Nos vemos. Ruth




Bebés, de Maitena



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Entrada núm. 1315 -
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