martes, 19 de enero de 2010

Desasosiegos





Portada de "Blanco sobre negro", de Rubén Gallego




En la primavera de 2006 la página electrónica de "Escuela de Escritores" (aquí) lanzó una convocatoria a través de Internet para proponer a los lectores que eligieran por mayoría la palabra más bella del castellano. Veinte y pico mil internautas propusieron 7130 palabras. Ganó "amor", seguida de "libertad". Dos docenas de personas propusieron "desasosiego"; yo, entre ellas, alegando en su favor el que me parecía una expresión hermosísima para explicar un estado de ánimo que encontraba muy generalizado en el hombre urbano de nuestro tiempo.

Hace muy pocos días una amiga me ha escrito sobre mi entrada en el Blog del pasado viernes ("Banalización de la tragedia", 15/01/2010) para comentarme sus impresiones sobre la frase final del artículo: "Hoy no quiero pedirles que sean felices, aunque tampoco se si aspirar a serlo nos hace peores, o insensibles al dolor ajeno. No me atrevería a juzgar a nadie por ello...", que me dice compartir y haberle hecho reflexionar sobre la banalización del sufrimiento y dolor ajeno que aspirar a ser felices conlleva, como si uno no tuviera derecho a buscar mecanismos de defensa en forma de burbuja para no estremecerse ante el horror... Su respuesta me ha provocado un cierto desasosiego: falta de quietud, tranquilidad, serenidad ("Diccionario de la Lengua Española", 22a. edic.) y me ha hecho recordar una frase cuya autoría no puedo precisar: "la felicidad no es más que la ausencia de dolor". Y pienso que no puede ser malo aspirar a la felicidad, en ninguna circunstancia.

Otra amiga muy querida también me ha regalado por Navidad un pequeño librito cuya lectura me ha dejado bastante desestructurado el ánimo: "Blanco sobre negro" (Punto de Lectura, Madrid, 2004), del escritor ruso de origen español Rubén Gallego (aquí). Nieto del dirigente del PCE Ignacio Gallego, nació en 1968 con parálisis cerebral en una clínica de Moscú. Con un año y medio de edad fue separado de su madre, a la que le dijeron que había muerto, y comenzó un interminable periplo de traslados por hospitales, orfanatos y asilos que duró 20 años, hasta que con la desaparición de la Unión Soviética, pudo escapar y buscar sus raíces familiares, que desconocía por completo.

"Blanco sobre negro" es un relato autobiográfico de sus recuerdos de esos veinte años de oscuridad, estructurado en pequeños capítulos que relatan escenas que dejan el ánimo en suspenso sobre el periplo vital de una persona que a fuerza de voluntad logra sobrevivir en un mundo de horrores escondidos a la vista del resto de la humanidad para no desmerecer ni deteriorar la imagen de un "paraíso" en donde todo el mundo tenía la "obligación" de ser feliz. Y todo ello, sin una sola palabra de rencor, odio ni desprecio hacia nadie ni hacia nada. Con una salvedad, quizá, la del capítulo que lleva por título "Volga" (páginas 142-148), que dedica a la memoria de su abuelo: "Pero entonces habría podido llamar. Podría haber llamado al director de nuestra casa de niños por un teléfono secreto. El director de nuestra escuela era comunista, y los comunistas siempre se ayudan entre ellos. Me habrían llamado a su despacho y me habrían contado con gran sigilo sobre mi abuelo, el mejor abuelo del mundo. Y yo lo hubiera entendido todo. Yo era un niño inteligente. Todo lo que yo necesito saber es que él está en alguna parte, saber que realiza una misión secreta y que no puede venir a verme. Yo habría creído que él me quería y que vendría algún día. Y lo hubiera querido incluso sin el salchichón. O a lo mejor el no había tenido miedo de que lo descubrieran. ¿Y si a lo mejor él había comprendido que los espías americanos rara vez se asoman a nuestra pequeña ciudad de provincias y a mi me hubieran dejado contar todo sobre mi abuelo secreto? Contar sólo un poquito. Mi vida habría sido completamente distinta. Dejarían de llamarme negro de mierda, las niñeras dejarían de gritarme. Y cuando mis maestros me alababan por mis buenas notas, ahora comprenderían que no soy simplemente el mejor alumno de la escuela, sino que soy el mejor, como mi heroico abuelo. Y yo me habría convencido de que después de acabar la escuela no me llevarían para dejarme morir. Me vendría a buscar mi abuelo y me llevaría. Todo habría cambiado para mi. Dejaría de ser un huérfano. Si una persona tiene parientes, no es huérfana, es una persona normal, una persona como las demás. Pero Ignacio no vino. Ignacio no escribió. Ignacio no llamó. Yo no lo entendía. No lo entiendo. Nunca lo entenderé".

Sean felices a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





El escritor ruso-español Rubén Gallego




--
Entrada núm. 1273 -
http://harendt.blogspot.com
"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

lunes, 18 de enero de 2010

RBC





Sala del Museo Canario (Las Palmas, Canarias)





Hacía ya bastante tiempo que no comentaba nada sobre la idílica vida que soportamos los ciudadanos de la RBC (República Bananera de Canarias) bajo el mandato de ATI-CC y sus palanganeros del PP. De la situación del Museo Canario (ver aquí), la más importante de las instituciones científico-culturales (privadas) de Canarias, abocada al cierre por la desidia de "todas" las instituciones públicas implicadas: Ayuntamiento de Las Palmas (gobernado por el PSC), Cabildo de Gran Canaria (gobernado por el PSC y NC), y Gobierno de Canarias (des-gobernado por ATI-CC y PP), no voy a hablar hoy porque ya lo he hecho en ocasiones anteriores y tampoco es cuestión de estar lloriqueando por las esquinas todos los días. Total, ¿para qué? Sólo es una institución centenaria y emblemática... Tenemos tantas y tan importantes que por una que se vaya al traste...

No. Hoy quiero dejar constancia de la ralea que gobierna esta maravillosa y desventurada tierra. Y lo hago trayendo a colación sólo una pequeña anécdota, protagonizada por un individuo (por llamarle algo), don Hilario Rodríguez, concejal de Seguridad Ciudadana por ATI-CC en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, co-capital del arhcipiélago, que ha amenazado públicamente con darles una pedrada a los manifestantes "godo-españoles" (es decir, canarios de origen peninsular), que se opongan al Plan General de Ordenación Urbana de la capital tinerfeña.

Si viniera de alguien inteligente, la cosa sería preocupante, pero viniendo de quién viene, la verdad es que sólo llama al llanto, de risa o de pena. Elijan ustedes. Y sean felices, por favor. Don Hilario Rodríguez sólo hay uno, y por fortuna está en la isla de enfrente. Tamaragua, amigos. HArendt





******




"UNA PEDRADA POR GODO"
LA PROVINCIA / DLP
Lunes, 18/01/2010
Daniel Millet / Santa Cruz de Tenerife

Hilario Rodríguez, concejal de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, dijo el pasado viernes durante una tertulia en un programa radiofónico local que le lanzaría una pedrada a un manifestante por "ser español", por ser "godo".

"Me sorprendió el otro día cuando intervino en las puertas del Ayuntamiento un español, con acento... pronunciando las ces y las zetas. Si yo estoy en una manifestación e interviene un español como aquél, a manipularla, porque aquél era un godo, aquél era un godo, el tenicazo [pedrada] que le doy, primo..." Éstas fueron las palabras textuales del concejal de Seguridad santacrucero, entre las risas de quienes compartían micrófono con él.

Pero Hilario Rodríguez fue más allá al criticar al responsable del Centro de la Cultura Popular Canaria, César Rodríguez Placeres, y a la emisora que dirige, Radio San Borondón, que ha dedicado horas de programación especial contra el PGO de Santa Cruz. "El de la radio esa cultural, San Borondín, o algo de eso", dijo despectivamente, para luego señalar que le gustaría encontrárselo un día para "repetir lo de Ofra", porque "tengo muy malas pulgas". El concejal se refería a un incidente que él mismo protagonizó en 2007 al encararse con un manifestante que protestaba por una acción de la Unipol, el cuerpo especial de la Policía Local de la capital. Rodríguez llegó a decirle a una de las personas concentradas en aquella ocasión en el barrio santacrucero: "Si no estuviéramos aquí, te metía un piñazo por mentiroso..."

La Plataforma Ciudadana contra el PGO considera "gravísimas" las declaraciones de Hilario Rodríguez y su abogado, Felipe Campos, anunció una querella.




--

Entrada núm. 1272
-

http://harendt.blogspot.com
"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

martes, 12 de enero de 2010

Política y ciudadanía





El profesor Fernando Vallespín




El pasado 26 de diciembre publicaba El País un artículo del profesor Fernando Vallespín, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid, titulado "¿Quiénes son peores, nuestros políticos o los ciudadanos?", que reproduzco más adelante. El comentario del profesor Vallespín, se centra en el análisis del barómetro de noviembre del Centro de Investigaciones Sociólogicas, en el cual aparece, en tercer lugar entre los principales problemas que más preocupan a los españoles, la actuación de la clase política y de los partidos políticos. Pueden acceder a la encuesta del CIS pinchando en este enlace.

He aprovechado el relativo descanso de las vacaciones navideñas para pensar en lo que supone esa creciente desafección ciudadana por los políticos, la clase política en su conjunto, y lo que es más grave, por la política en general, partiendo de los datos que se reflejan en la encuesta del CIS y del atinado comentario del profesor Vallespín. Les confieso no haber llegado a conclusión alguna, pero me ha impulsado a retomar algunas lecturas, pasadas unas y recientes otras, que me han resultado muy interesantes.

Entre las más recientes, encuentro una lapidaria frase del profesor Alfonso Ruíz Miguel, catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid, en su artículo "El libro de los hilos que se entrecruzan" (Revista de Libros, núm. 157, enero 2010), comentando el libro del escritor mexicano Jesús Silva-Herzog, titulado "La idiotez de lo perfecto. Miradas a la política" (Fondo de Cultura Económica, México, 2009). Dice así: "En política, la búsqueda de la perfección, la utopía de una convicencia humana más allá del conflicto, es no sólo una ilusión vana, sino también dañina, como lo han demostrado los totalitarismos del siglo XX". Ese comentario parece coincidir en gran manera con el pensamiento sobre la función de la "política" de uno de los grandes filósofos políticos del pasado siglo, el norteamericano Richard Rorty (1931-2007), cuyo libro "Pragmatismo y política" (Paidós-UAB, Barcelona, 1998) ha sido, casualmente, una de las relecturas conque me entretuve en las pasadas fiestas navideñas.

En uno de los artículos que recopila el libro citado ("Trotsky y las orquídeas silvestres"), dice Rorty: "Si uno enseña filosofía, como yo, se supone que debe contar a los jóvenes que su sociedad no es sólo una de las mejores inventadas hasta el momento, sino la que personifica la Verdad y la Razón. Negarse a decir tales cosas se considera una traición, una abdicación de la responsabilidad moral y profesional. Sin embargo, -añade- mi perspectiva filosófica, me impide decir esas cosas". A pesar de ello, en un párrafo anterior, ha dejado explícita confesión -que comparto con él- de "que pese a sus vicios y atrocidades pasadas y presentes, y pese a su continua ansiedad por elegir tontos y truhanes para altos cargos, su país, (Estados Unidos, pero yo añadiría que cualquier sociedad liberal-democrática occidental) es un buen ejemplo del mejor tipo de sociedad inventada hasta el momento".

En la introducción del libro, el también profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, Rafael del Águila, ha dejado escrito que "aunque no nos sea posible demostrar la superioridad racional o la universalidad de los valores que ligamos a la verdad o la justicia de la democracia, puede que merezca la pena luchar por esos principios y mostrarles una fuerte adhesión y un profundo compromiso". La estrategia rortyana ante las críticas a la sociedad liberal-democrática, dice el profesor del Águila, se condensa en una sola pregunta: "¿Se le ocurre a usted algo mejor?, discutámoslo".

Termino mis alusiones al libro de Rorty reproduciendo el párrafo inicial del artículo citado ("Trotsky y las orquídeas silvestres"): "Si hay algo de verdad en la idea de que la mejor posición intelectual es aquella atacada con igual vigor por izquierda y derecha, entonces estoy en buena forma". Dicho lo cual, aclaro, Richard Rorty estaba convencido de que "la utopía socialdemócrata de tolerancia e igualdad, de reformismo y Estado de bienestar, pese a sus enormes complicaciones contemporáneas, es la única que se sostiene ante la pérdida generalizada de referencias de la era posmoderna, transmoderna, metamoderna, o como queramos denominarla".

O lo que es lo mismo, que no es indiferente "ser" de izquierdas o de derechas. Y eso me lleva a mi segunda relectura navideña, con el también filósofo y politólogo italiano Norberto Bobbio (1909-2004), que en su libro "Derecha e izquierda" (Taurus, Madrid, 1998), comenta con lucidez que aquellos que dicen que "no son de izquierdas ni de derechas, son siempre de derechas". Y aunque el idioma español distinga entre los verbos "ser" y "estar", creo que Bobbio tiene toda la razón. Así que, a pesar de mis múltiples contradicciones, no se me equivoquen, "soy de izquierdas" y "estoy a la izquierda". Lo cual implica mi profunda confianza en que la política tiene que servir para resolver los problemas de la sociedad de nuestro tiempo y mi profundo rechazo, también, a los que entienden la política como una simple estrategia para conquistar y perpetuarse en el poder.

Y es que como cuenta el profesor del Águila de la religiosidad de los indios de la región de Chiapas (México), lo importante para éstos respecto de sus creencias religiosas no es si son "verdaderas", sino si son "buenas", es decir, si les "sirven". Algo que también podríamos aplicar a las ideas y creencias políticas. Pues eso... Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt





El filósofo político Richard Rorty




"¿QUIÉNES SON PEORES, NUESTROS POLÍTICOS O LOS CIUDADANOS?", por Fernando Vallespín
EL PAÍS - España - 26-12-2009

Seguramente a nadie le ha sorprendido que entre los principales problemas de España que recogía el barómetro de noviembre del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) figurara, en tercer lugar, la "clase política, los partidos políticos". Se veía venir, después de tantos años de crispación, de los nuevos desvelamientos de casos de corrupción y de su falta de unidad ante la mayor crisis económica que hemos sufrido en décadas. Esta desafección no deja de llamar la atención, porque los políticos, lejos de tratarnos mal a los ciudadanos, se relacionan siempre con nosotros con extremado cuidado, como si fuésemos niños malcriados a los que no se les puede negar nada.

Como los padres de hoy con sus hijos, piensan que perderán el favor de sus gobernados si no están siempre pendientes de cada uno de los caprichos. Además, su gestión la presentan siempre en positivo, como si el más ligero reconocimiento de sus faltas fuera a provocar nuestra ira y, sobre todo, beneficiar al adversario. Algunos llaman a esta forma de proceder "gobernar con las encuestas", y es la actitud que ha suplantado al más tradicional "liderazgo".

No parece, sin embargo, que tanta desconsideración hacia los políticos obedezca a que los ciudadanos echen en falta más liderazgo; lo que ahora se añora es la unidad. Su reproche va más bien en la línea de que parecen preocuparse más por sus intereses partidistas que por el bienestar general. Y que esa persecución del interés propio, paradójicamente, ha acabado por objetivarles dentro de una "clase" o "casta" con atributos comunes a todos ellos. Lo primero sería el interés del partido, luego ya los intereses generales. Se da así la curiosa contradicción de que aquéllos que supuestamente están encargados de resolver los problemas de todos son vistos a su vez como un problema. El colmo.

Mal lo tenemos, porque la confianza, como bien sabemos por los sociólogos, es la sustancia que sirve para cohesionar las sociedades y para hacerlas más capaces de facilitar la convivencia y de encontrar soluciones a cualesquiera que sean las dificultades. Capital social se llama. Y se refiere tanto a la confianza entre las personas y grupos sociales como a la que se tiene hacia los gobernantes y las instituciones. En todo ello nos ubicamos siempre en la parte baja de la tabla de las democracias avanzadas. Si esto es así, no sólo tenemos un problema en la política, sino también en la propia sociedad. Uno de los rasgos de la cultura política española estriba, precisamente, en nuestra poca implicación en lo colectivo, en el escaso sentido comunitario, en el desinterés por todo cuanto huela a política. Pero, también, en nuestro tozudo sectarismo. ¿Cómo explicar si no que puedan salir reelegidos candidatos acusados de corrupción?

Lo fácil en las sociedades donde existe un exiguo arraigo de la responsabilidad individual es echarles siempre las culpas a los dirigentes cuando las cosas nos van mal. A nadie se le ocurre hacerse la reciente reflexión de Barack Obama, parafraseando un discurso de Kennedy, "no te preguntes lo que tu país puede hacer por ti, sino lo que tú puedes hacer por tu país". Cuestión difícil, porque, para empezar, no todos entendemos lo mismo por "país"; para algunos es su propia Comunidad Autónoma, sea o no "nación", y para otros es España.

Pero no hace falta ir a la comunidad más amplia, nuestro poco aprecio por lo público se manifiesta también al nivel más local. Si las virtudes de la ciudadanía se miden por la predisposición hacia los intereses generales, nuestros privatizados conciudadanos -sólo atentos a la política cuando alguna decisión que viene de ésta puede afectar alguno de sus intereses privados-, no desmerecen de lo que ellos mismos opinan de sus políticos.

Es indudable que gran parte de las imputaciones que se dirigen hacia los políticos tienen un importante sustento en los hechos. Pero debemos considerar también las dificultades de gobernar una sociedad tan plural, corporativa y fragmentada como lo es la nuestra. Antes de proceder a descalificaciones generales convendría hacer un esfuerzo por discriminar entre unos y otros y por identificar con claridad cuáles son las causas de nuestro desapego y nuestra propia responsabilidad en este estado de cosas. Es difícil que haya políticos de baja calidad en una sociedad de ciudadanos exigentes. Exigentes no sólo para lo propio, claro, sino para la realización de aquellos valores en los que nos reconocemos todos, como la libertad, la seguridad la estabilidad. Sí, el famoso interés general, algo sobre lo que ya apenas se habla.





El filósofo político Norberto Bobbio




--
Entrada núm. 1270 -
http://harendt.blogspot.com
"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

domingo, 3 de enero de 2010

Desde la presidencia de la Unión





Bandera de la Unión




Al menos en el plano institucional, buen comienzo de la presidencia semestral española del Consejo de la Unión el hecho de este primer Mensaje conjunto del presidente del Gobierno español y del presidente del Consejo Europeo.

Contra la opinión de algunos, quiero suponer que bienintencionada, no son cargos institucionales que se superpongan ni interfieran entre sí. La función del presidente del Consejo Europeo, el señor Van Rompuy, está definida perfectamente en el Tratado. Su equivalente sería el de la presidencia de una Jefatura de Estado colegiada, y sus funciones, entre otras, las de representar a la Unión e impulsar y coordinar las tareas del Consejo Europeo.

Al Gobierno español, colegiadamente, y a sus ministros de manera individual, le corresponde la presidencia durante este semestre del Consejo (de Ministros) de la Unión en sus diferentes áreas y el impulso y dirección de cuantas funciones legislativas y presupuestarias le corresponden en plano de igualdad con el Parlamento europeo.

No hay "choque" institucional entre ambas figuras. No debería haber fricciones en su funcionamiento ordinario. Este mensaje conjunto es una buena forma de comenzar a trabajar. Al menos, esa es mi esperanza. Por el bien de todos los europeos. Sean felices. Tamaragua, amigos. HArendt






Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo




"2010, UN BUEN AÑO PARA LA UNIÓN", por José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Consejo de la Unión, y Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo.
EL PAÍS - Opinión - 03-01-2010

2010 debe ser un buen año y el principio de una buena década para Europa. La entrada en vigor, el pasado 1 de diciembre, del Tratado de Lisboa abre una nueva etapa para la Unión, para este proyecto de convivencia, único en su género, de 27 países y 500 millones de personas, construido sobre los grandes valores irrenunciables de la libertad y la dignidad humana, de la tolerancia y la solidaridad.

España, que celebrará el mes de junio los 25 años de la firma del Tratado de Adhesión, es un país con una nítida vocación europeísta, evidenciada en no pocas ocasiones a lo largo de este tiempo. Con el nuevo semestre, con el nuevo Tratado, va a tener una singular oportunidad para reafirmarla. Y no la va a desaprovechar.

Como presidentes del Consejo Europeo y del Gobierno de la Presidencia rotatoria, queremos que la aplicación fundacional del Tratado de Lisboa sea lo más diligente y rigurosa posible. Con plena lealtad y espíritu de cooperación, vamos a impulsar la consolidación del nuevo orden institucional de la Unión para, desde él, resolver los problemas concretos que nos preocupan a todos.

Las nuevas autoridades son bien conscientes de la responsabilidad que han adquirido en esta nueva etapa. También lo es la Presidencia española del papel que le corresponde desempeñar como Presidencia de la transición, facilitando las cosas, prestando su colaboración, asumiendo los compromisos de la ambiciosa agenda del semestre. Juntos, vamos a abordar las prioridades establecidas en el Programa de la Presidencia.

La primera de ellas es la plena aplicación del Tratado, porque será a partir de ella, sirviéndonos de los instrumentos y de las posibilidades que la propia norma contiene, como podremos perseguir los demás objetivos que ambicionamos: avanzar en la coordinación de las políticas económicas nacionales para afianzar la recuperación, contribuir a que Europa hable de manera unida y fuerte en el mundo en defensa de sus valores e intereses, y hacer de la Unión una realidad más cercana y útil a todos los ciudadanos europeos.

En Maastricht, pusimos en marcha una Unión Económica y Monetaria. Hemos alcanzado la unión monetaria, y disponemos de un mercado único, pero aún estamos lejos de haber configurado una unión económica, cuya necesidad creciente, sin embargo, ha puesto sobradamente de relieve la crisis. En efecto, hay que intensificar la coordinación para impulsar la reactivación económica, y también paramsentar las bases de un crecimiento sostenible. Sostenible, desde el punto de vista económico, lo que significa más competitivo, más fundamentado en la educación, en la formación y en la I+D+i; consecuente con el principio de estabilidad presupuestaria, y dotado de una mejor supervisión financiera. Sostenible, asimismo, medioambiental y socialmente, esto es, con capacidad de seguir ejerciendo el liderazgo en la lucha contra el cambio climático -y de sacar partido de ello-, así como de velar por la cohesión social y el mmantenimiento del sistema de la seguridad social. En definitiva, un modelo de crecimiento, europeo, que sea tan fiel a sus actuales señas de identidad como a la necesidad de adaptarse a un entorno y a un futuro irreversiblemente globalizados.

Este será el objeto de la Estrategia de Crecimiento y Empleo que hemos de aprobar en uno de los Consejos más importantes de la Presidencia española, el destinado a renovar la Agenda de Lisboa.

En segundo lugar, después de la Cumbre de Copenhague sobre Cambio Climático, la Unión debe afirmar su papel de liderazgo en un mundo multipolar abocado a ser multilateral, que sea un referente seguro de democracia, derechos humanos y progreso social en todo el planeta. En las figuras del Presidente del Consejo y de la Alta Representante Ashton, y con el concurso de los Estados miembros, Europa tendrá ahora una voz más fuerte, visible y unida en el exterior. Una presencia que se verá, sin duda, reforzada con el lanzamiento del Servicio Europeo de Acción Exterior, un auténtico servicio diplomático europeo al servicio de los ciudadanos de la UE en todo el mundo.

La entrada en vigor del Tratado nos da también la oportunidad de que los ciudadanos europeos sientan realmente que la Unión es relevante para su vida diaria, para sus libertades, para su seguridad. Un primer paso en esta dirección ha sido la integración de la Carta de Derechos Fundamentales en el propio Tratado de Lisboa. Continuando por esta senda, promoveremos también la adhesión de la UE al Convenio Europeo de Derechos Humanos e impulsaremos el Plan de Igualdad entre mujeres y hombres de la UE para el período 2011-2015, con una dimensión europea en la lucha contra la violencia de género.

Asimismo, pondremos en marcha la Iniciativa Legislativa Popular europea, que dará voz a los ciudadanos en el proceso legislativo de la Unión a través de la Comisión. Aprobaremos el Plan
de Acción del Programa de Estocolmo, un logro de la Presidencia sueca sobre el Espacio Europeo de Libertad, Seguridad y Justicia, con medidas de impacto para la protección de nuestros conciudadanos. Y seguiremos haciendo de la gestión común de la inmigración una prioridad estratégica.

Son, todos ellos, nuevos impulsos para una Europa renovada, los primeros pasos de un largo camino que comienza en este primer semestre de 2010, y que vamos a recorrer juntos.






José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Consejo de la Unión





--
Entrada nún. 1269 -
http://harendt.blogspot.com
"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)