miércoles, 25 de marzo de 2009

Sobre el estado de la nación(alidad) canaria

Mi amigo y corresponsal en la ciudad de Mendoza (Argentina), el periodista Alberto Atienza, me llama la atención sobre la excesiva querencia que le presto en mi blog a los asuntos políticos. Su cariñosa protesta me ha hecho recordar el epitafio, apócrifo, sobre la tumba del genial Gruocho Marx: "Perdonen que no me levante". Pues eso les digo yo, perdonen que insista, pero es que el esperpento de la política canaria da mucho juego. Estos días se ha celebrado en el parlamento de Canarias el anual, por llamarlo de alguna manera, "Debate sobre el estado de la Nacionalidad". Y según se haya seguido en tal o cual medio de difusión, la cosa adquiere tintes kafkianos. Yo confieso que no lo he seguido en ninguno concreto, simplemente, por higiene mental, pero si he leído y oído cada día las crónicas que sobre el mismo han dicho y escrito los que saben de ésto por compromiso profesional, por lameculos y tiralevitas, o porque tienen que comer todos los días como el resto de los mortales y no les queda más remedio que apechugar con el muermo. De la televisión pública canaria, TVC "La Nuestra", ("De ellos" adjetivo yo sin ánimo de polémica) mejor ni hablamos y la descartamos de antemano, aunque cuando "me ha pillado despistado", se me han atragantado sus resúmenes. Y respecto a la prensa escrita de Las Palmas, pues hay de todo, pero mayoritamente, varapalo generalizado al gobierno regional (ATI-CC/PP), que a través de su presidente, don Paulino Rivero, ha hecho un discurso triunfalista, como no podía ser menos, de todos sus logros, ha (in)definido e (in)cuantificado todo lo que va a hacer, y ha echado la culpa de todos los males de Canarias al líder de la oposición, el señor López Aguilar; a la delegada del gobierno central, la señora Darias; al presidente del gobierno español, el señor Rodríguez Zapatero; a los carteros, a los repartidores de productos hortícolas, a los empresarios, los sindicalistas, los polícias, los fiscales, los jueces y los trabajadores en paro. Y ya ésta, aquí paz y después gloria. La realidad es que la economía canaria está entrando en "estado de coma", ante la indiferencia e incompetencia de un gobierno autónomo con signos de encefalograma plano, mientras la población sortea como puede, y con buen espíritu, la catástrofe. Y no dió para más el "Debate sobre el estado de la Nación(alidad)". Hasta el próximo. Prometo no reincidir en bastante tiempo. Les dejo con tres divertidas crónicas de lo que dio de sí el susodicho. Sean felices, si pueden y les dejan. Tamaragua, amigos. (HArendt)


Fotos:
(1) Caricatura de Groucho Marx:
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicqCV_AWGkzoxW_-ofEijFBT7rfiBtoiN9-Tx4mwqvC77obVs5DQeDH8_LIvqFIDdP2HuYGr9txXA3ae4g-GNNNS_HJpesh0Q8pcBIufjRzBgiTdzX2CZHt4nS-ohJazwWrbdOxm9hhQGK/s400/fraga-groucho-marx.jpg
(2) Caricatura de Paulino Rivero:
http://www.canarias7.es/especiales/elecciones07/img/perfil_paulino0.jpg
(3) Caricatura de Juan Fernando López Aguilar:
http://www.canarias7.es/especiales/elecciones07/img/perfil_juan_fernando0.jpg





https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicqCV_AWGkzoxW_-ofEijFBT7rfiBtoiN9-Tx4mwqvC77obVs5DQeDH8_LIvqFIDdP2HuYGr9txXA3ae4g-GNNNS_HJpesh0Q8pcBIufjRzBgiTdzX2CZHt4nS-ohJazwWrbdOxm9hhQGK/s400/fraga-groucho-marx.jpg
El humorista Groucho Marx




"LOS PARLAMENTARIOS DE DURACELL", por Alejandro Zabaleta
(La Provincia, 25/03/04)
Los diputados canarios duran y duran en un debate interminable, que consumió siete horas para certificar el desencuentro de siempre Para criticar a los socialistas canarios, Australia Navarro optó por citar a Pablo Neruda, mientras Barragán hacía lo propio con Manuel Chaves. .

Si alguna conclusión se puede extraer de la sesión parlamentaria de ayer, es que el estado de la nacionalidad canaria debe ser interminable, porque sus señorías, sin que nadie se lo pidiera, se marcaron un pleno de siete horas a palo seco. Los canarios desayunaron, se tomaron el café de media mañana, almorzaron y se echaron la siesta mientras Paulino Rivero y compañía no paraban de tirarse los trastos dialécticos a la cabeza. Los de las pilas Duracell bien harían en jubilar a sus simpáticos conejitos y echar mano de estos parlamentarios nuestros, que duran y duran y vuelven a durar, aunque sea para nada.

Porque eso es lo más triste: el pleno podía haber continuado ininterrumpidamente hasta 2010 y aun así Gobierno y oposición no habrían acercado posiciones, enrocados como están en sus visiones parciales de la realidad. "Esto no es un trámite, espero que nadie se canse y que debatamos todo lo necesario", avisaba Rivero en una de sus primeras intervenciones, advirtiendo de lo que se nos venía encima. En fin, si alguien tenía dudas sobre la necesidad de un cambio en el funcionamiento de este tipo de debates, ayer se habrá quedado convencido, después de semejante ladrillo.

La primera parte del pleno, en la que el presidente responde preguntas de los grupos políticos que sostienen el Gobierno, ocupó algo más de la mitad del tiempo y fue, como era previsible, un recital de autobombo a la mayor gloria del Ejecutivo. Tuvo tiempo la portavoz del PP, Australia Navarro, de echar mano de la literatura, rescatando a un poeta afín a una ideología que le es ajena, Pablo Neruda. Así, recordó a los socialistas que "podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera", una cita que quiso reforzar con una falda propia de Floreal (el mes francés, no el ex político canario).

El portavoz de CC, José Miguel Barragán, estuvo aforístico como de costumbre, retratando el desencuentro con los socialistas con el "ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio". Para convencer a la oposición de su errado estado, citó como auctoritas a uno de los suyos, nada menos que Manuel Chaves, eterno presidente de la Junta de Andalucía y socialista de pro. Remató recurriendo a la cultura de masas, para lamentar los gastos que el Gobierno central hace en el programa ¡Mira quién baila! Dispendio que, según Barragán, desautoriza a la oposición para criticar lo que cuesta la emisora televisiva autonómica.

Por fin llegó el careo entre Manuel Marcos Pérez y Paulino Rivero, que tenía el interés de ver cómo se desenvuelve el socialista en debates de enjundia. El que no tenía dudas era el presidente del Gobierno, que basó toda su estrategia en reducir la estatura política de su adversario, acudiendo a veces a un tono retador, a veces a un tono didáctico, como si se dirigiera a un niño al que hubiera que explicar las cosas. En su empeño por jibarizar al adversario, hasta lo motejó de "buena persona", algo que en política no equivale a nada precisamente bueno. Por su parte, Pérez comenzó con una fuerza que se fue diluyendo según avanzaba su intervención, aunque aprovechó para colar alguna velada referencia al caso salmón, como cuando insistía en la afición viajera de Soria.

Mientras se sucedía la liturgia parlamentaria, una diputada se sumaba desde su escaño al desencanto con el funcionamiento de esta Cámara y sus mecánicas. "Me pregunto cuál es el papel real de los parlamentarios, sobre todo de los que apoyan a un Gobierno", tecleaba la nacionalista Dulce Xerach en su blog, con el cloquío de Rivero como banda sonora, después de haber visto cómo su propio grupo no admitía sus cuatro propuestas de resolución, por cierto las únicas presentadas por un diputado a título personal.




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Paulino Rivero, presidente del gobierno de Canarias




"FIDELÍN CHIQUITO", por Francisco Pomares
(Blog "El anillo de Moebius", 25/03/04)

Martes 24 de marzo, 16:47 de la tarde, inicio de la sexta hora (o de la siete, perdí la cuenta) de intervenciones paulinas en el debate del Estado embarazoso. Con diez o doce irredentos más, me esfuerzo por seguir -de pié tras los ventanales del pasillo-, el devenir inacabable de ocurrencias, citas de ‘Oscar Guay’ y desafíos galácticos. De pronto, sufro una revelación. A través del cristal veo al arcángel Gabriel (un Castro Cordobez con alas) que me revela el gran secreto de la legislatura: Paulino Rivero no existe, en realidad es sólo un ente ectoplasmático, una ilusión producto de la hibridación de Fidel Castro y Chiquito de la Calzada, recitando un papel escrito por el guionista de Pasión en Hiperdino.

Fidel: no quiero bromear con cosas serias, pero juro que una vez me contaron en Cuba que lo peor del castrismo fue tener que aguantar sus discursos. Con Pedrosota Ramírez al lado, escuché un discurso de Fidel en la inauguración de un hotel en Varedero, hace veinte años. Sólo tardó media hora. Paulino le supera con creces en todas y cada una de sus entradas estelares: se ha cargado el Parlamento, no hay debate que sobreviva en la diarrea de tanta palabra leída. Al socialista Manuel Marcos, Rivero le invita a hablar más de veinte veces. Pero sólo le deja hacerlo (con el reglamento a mano) en dos ocasiones.

Chiquito, pero matón: un auténtico fistro de la pradera este Rivero. Se pasó las seis horas de puntillas sacando pecho tras la tribuna, retador y faltón, con la chulería preceptiva, y repitiendo las palabras favoritas de su repertorio torero. Amagó varias veces con enseñar papeles y sacar la cuenta de las imputaciones y corrupciones socialistas (como hacía Justo Fernández en sus buenos tiempos del Canal 7 de Paco Padrón), y presentó recortes de ‘El Mundo’ como si fueran informes del Fondo Monetario. Se trabó tanto como suele, pero con dominio de la coreografía: hablo, me callo, respiro, miro con desprecio a los sociatas, vuelvo a hablar, grito, abro los brazos, me callo, señalo con el dedo hacía atrás, me callo otra vez, respiro, grito y vuelta a empezar. A la sexta hora ya le costaba dar pie con bola y no paraba de trabucar; pobres transcriptores. Agotó a las esforzadas chicas del lenguaje de signos.

Pasión en Hiperdino: un guión de telenovela, trufado de palabras como indignidad, traición y servilismo, seguidas –varias veces- de promesas ¡¡por mi honor!! (por el suyo). Y un momento perfecto, momento de protagonista criollo seduciendo a la rubia teñida hija del dueño de la hacienda. Una mirada intensísima a la cámara de Willy, dentro, máxima audiencia: “tengo fama de ser honrado, honesto, serio, trabajador, constante y perseverante”, un autorretrato con mucha modestia. Y luego, apretarse el cinto y reconocer virilmente que los serios también lloran: “Tengo miedo al ridículo”, susurró. Confesiones de galán en la edad madura, dos confesiones por lo que paga usted por una: ¡¡¡Ños, qué precios!!!




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J.F. López Aguilar, líder socialista canario




"LA NACIONALIDAD, MADRE", por José Antonio Alemán
(Canarias Ahora, 25/03/09)
Hace unos meses, creo que en ocasión de otro debate, confesé aquí mismo que escribía sin saber cómo se había desarrollado ni esperar al acuerdo (o desacuerdo) último. Acerté en lo tocante a cómo fue la cosa y al resultado final, pero no, comprenderán, porque tenga uno especiales dotes adivinatorias sino porque estos políticos son gente previsible. Tanto, recuerden, que meses antes de las últimas elecciones autonómicas ya hablábamos en los periódicos de que CC y PP gobernarían con Paulino de presidente y el PSOE en la oposición. No había siquiera la posibilidad de decir que queda mucha Liga por delante, la respuesta tópica de los futbolistas en trance de descenso.

Reconozco que hice mal entonces, como me reprochara algún lector; sin valorar que al menos no oculté que no me interesaba el asunto, aun a sabiendas de que, de haberme callado, no se hubiera notado mi “ausencia”. Por eso ayer seguí el debate sobre el estado de la nacionalidad. No saqué en claro nada que no supiera. Aunque, eso sí, pude comprobar que, en efecto, la profesión periodística es la segunda más peligrosa; sobre todo si fumas. Porque puedes dormirte con el cigarrillo encendido y despertar en medio de densa humareda y hasta llamas. No ocurrió lo segundo, pero sí que me durmió Paulino. Debería hacerme con una copia para las noches en que pierda el sueño.

Y ayer por la mañana cometí otra temeridad: escuché a Australia Navarro en ayunas. Como por razones de edad uno está ya descatalogado, me pregunté qué se me perdía delante de la pantalla, si no estaba obligado y decidí dejarlo para ocuparme de asuntos propios. Que arreen quienes vienen atrás; les toca ahora mamarse la tranca de informar.

Al mediodía regresé a casa y encontré de nuevo a Paulino ocupando abusivamente mi pantalla. Seguía de pesado en el tono grave de quien quiere transmitir que es un tipo serio y cabal. Pero noté cierta tensión, como si estuviera a pique de liberar el rompetechos que llevan dentro por lo general quienes no llegan a 1,70. Si de su intervención inaugural no anoté nada porque venció el sueño, les dije, en la de Australia Navarro me pregunté a qué venían las críticas a Zapatero. No porque me parezca mal que rajen lo que sea menester sino porque el objeto del debate sobre el estado de la nacionalidad es el balance de lo realizado por el Gobierno de Canarias, no por el central. Aunque también es verdad que cuando creía yo que Australia iba a perderse definitivamente por las antípodas, regresó para hacer el elogio de Paulino y de su Gobierno antes de la crisis, durante la crisis y después de la crisis; si llegamos vivos. Nada digo en contra porque estaba obligada; además, quién sabe, lo mismo la escucha Obama y telefonea a Paulino para saber cómo lo hace y quedo yo fatal.

Vino a decir la diputada popular, en definitiva, que gracias a Paulino, con Soria en los teclados, hay menos crisis que ayer pero más que mañana. Y que todo es culpa de Zapatero malo; la consigna de Rajoy a sus apóstoles y apóstolas que han de aprovechar cualquier oportunidad para darle leña; a él y en el caso canario también al gandul de López Aguilar, la hacendosa Australia dixit.

Vuelvo al presidente porque el hombre, ya embalado, desafió (en mi pantalla, oye) al psocialista Marcos Pérez a dar la cara. Se aprovechó, en el plan marrullero rústico habitual, del formato de este tipo de debates que le da a él todo el tiempo que quiera para alegar mientras el contrincante sólo dispone de unos minutos de réplica. Fue tal la cantidad de desafíos, de cuestiones, de preguntas para responder “aquí y ahora” que debió sentirse el diputado psocialista en la piel de quien ha de resumir en 59 segundos la historia de la Humanidad. Eso anoté y eso fue, justamente, lo que alegó Manuel Marcos Pérez en su réplica.

Ahí los dejé. Con sus reprobaciones y propuestas de resolución del debate en su diálogo de sordos. Éstos deprimen hasta al Alcoyano, club de afamada moral deportiva.




(E-1125) .../...

martes, 24 de marzo de 2009

Iglesia contra Ciencia: Tres enfoques críticos

Hablaba ayer de la desastrosa imagen de nuestra política exterior con respecto a la retirada de las tropas españolas de Kosovo, que no por coherente, deja de ser una fenomenal metedura de pata diplomática. Cabría decir lo mismo del recién concluido viaje pastoral del papa Benedicto XVI al continente africano y sus polémicas declaraciones sobre la inutilidad del uso del preservativo en el combate mundial de esa pandemia africana que es el virus del SIDA (1).

Iglesia y Ciencia no han ido de la mano nunca en los tiempos modernos, así que no vale de nada perder el tiempo en una discusión seria al respecto. Por muy buena voluntad que pongan ambas, y hay que reconocer que la Iglesia pone muy poca, ciencia y religión siguen siendo realidades incompatibles.

Jesús Mosterín (2), filósofo, profesor investigador en el Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en Madrid, le lanza hoy ("Obispos, aborto y castidad") una andanada de gran calado a Benedicto XVI y la jerarquía católica española,
respectivamente, a cuenta de sus recientes declaraciones en África sobre el SIDA, y en España, por su beligerante campaña antiabortista, andanada que comparto plenamente. A mi, la verdad, me parece bien que la iglesia española y la universal, defiendan públicamente sus opiniones y criterios, sean éstos los que fueren. Lo que me parece sumamente hipócrita, es que no mantegan esos mismos criterios ni posturas de beligerancia e intransigencia en países como Francia, Holanda, Gran Bretaña o Estados Unidos, donde el aborto está regulado de forma similar a la española. Me duele pensar que la razón sea que la jerarquía católica nacional esté convencida de que los españoles somos unos pobres infelices incapaces de pensar por nosotros mismos y necesitados de tutela, mientras que a los ciudadanos de los países citados, mayores de edad, como nunca consentirían a sus jerarquías católicas respectivas que se entrometieran en asuntos que no son de su competencia, mejor no molestarlos.

Por otro lado, Avaaz.org (3) una ONG ("Avaaz" significa "voz" en varios idiomas asiáticos y europeos) de ámbito internacional, independiente y sin fines de lucro y cuya misión es asegurar que los valores y opiniones de la mayoría de la gente sean tomados en cuenta en las políticas que nos gobiernan, acaba de lanzar una campaña mundial de recogida de firmas para hacer llegar al papa Benedicto XVI, respetuosamente, su opinión contraria a la condena papal del uso del preservativo en el combate contra el SIDA. Les animo a sumarse a esa campaña entrando en la dirección: http://www.avaaz.org/es/pope_benedict_petition.

Y como conclusión, el interesante artículo que el divulgador y científico español, Pere Estupinya, en su estupendo blog "Apuntes científicos desde el MIT", escribe hoy sobre este mismo asunto, con el título de "Benedicto XVI: Las evidencias científicas contradicen sus palabras". Espero que los disfruten. Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)




Notas:

(1) http://es.wikipedia.org/wiki/AIDS
(2) http://www.ifs.csic.es/Personal/mosterin.htm
(3) http://www.avaaz.org/es/
(4) http://lacomunidad.elpais.com/apuntes-cientificos-desde-el-mit/posts

Gráficos:
(1) La realidad del SIDA en África:
http://www.cprevia.com/wp-content/uploads/2007/07/sidaenafrica.jpg

Fotos:
(1) Benedicto XVI en África:
http://www.jornada.unam.mx/2009/03/18/fotos/042n1soc-1.jpg
(2) Cartel de propaganda antiabortista en España:
http://img8.imageshack.us/img8/6691/abortobibianaaido.gif





http://www.cprevia.com/wp-content/uploads/2007/07/sidaenafrica.jpg
La realidad del SIDA en África




"El Papa vs. los preservativos", por Organización Avaaz

Estimad@s amig@s,

Las recientes declaraciones del Papa Benedicto XVI sugiriendo que el uso de preservativos puede agravar la epidemia del sida podría poner en riesgo a millones de personas. Firma la petición dirigida al Papa para que evite socavar el ya probado y efectivo trabajo de prevención
del VIH/SIDA.

La semana pasada, durante su primera visita a África, el Papa Benedicto XVI afirmó que "[el SIDA] no puede solucionarse a través de la distribución de preservativos, que agravan aún más el problema."

Las declaraciones del Papa están en abierta contradicción con las investigaciones sobre VIH/SIDA y representan un retroceso de décadas en el arduo trabajo para lograr la concienciación, educación y prevención de la enfermedad. Dada su poderosa influencia moral sobre más de 1.100 millones de católicos en el mundo, y ante una realidad de 22 millones de VIH positivos en África, estas palabras podrían afectar severamente la pandemia de VIH y poner millones de vidas en riesgo. La creciente preocupación mundial está comenzando a dar resultados y el Vaticano ha mostrado cierta voluntad de revisar dichas declaraciones: firma nuestra petición ahora pidiéndole al Papa una mayor atención para no socavar las ya probadas y efectivas estrategias de prevención del virus.

No se trata de una disputa religiosa, sino de una seria preocupación que concierne a las políticas de salud pública. Las creencias personales de católicos y de gente de todos los credos deben ser
respetadas, y la prédica del Papa sobre la fidelidad podría ser eficaz en la prevención del VIH/SIDA si el uso de preservativos no fuese desestimado. La Iglesia Católica está llevando a cabo numerosos trabajos de ayuda social, incluyendo el cuidado de personas que viven con el virus o la enfermedad. Pero la afirmación del Papa de que la distribución de preservativos no es un mecanismo de prevención eficaz contra el VIH/SIDA no es un argumento que sea sustentado por los investigadores. Por contra, puede llevar a una disminución en el uso de los profilácticos, lo cual sería mortal para miles.

El hecho es que el uso de preservativos puede prevenir eficazmente el VIH y el SIDA. No existe una solución fácil para detener esta cruel enfermedad pero los profilácticos y la educación son la mejor combinación conocida en materia de prevención, y no está demostrado que ello resulte en un aumento de una actividad sexual riesgosa. Es por eso que incluso sacerdotes y monjas que trabajan en África han cuestionado las declaraciones del Papa.

Puede que no seamos capaces de pedirle a la Iglesia Católica que cambie su posición en relación a este asunto, pero lo que le estamos pidiendo al Papa es que cese este tipo de declaraciones contra
estrategias de prevención cuya eficacia está probada. Es importante que gente de todas las creencias, especialmente católicos, le reclamen al Papa un ejercicio de cuidado y mesura en sus palabras, especialmente por su rol de liderazgo en un asunto como éste. Firma la petición abajo y comunicaselo a tus amigos y familiares: tu acción puede, de hecho, salvar muchas vidas.

http://www.avaaz.org/es/pope_benedict_petition

25 millones de personas en el mundo han fallecido a causa del VIH/SIDA, y 12 millones de niños son hoy huérfanos a causa de esta enfermedad. Con vuestro apoyo masivo, podemos ganar una importante batalla en la lucha por un mundo sin VIH/SIDA.

Con esperanza,

Ricken, Alice, Ben, Graziela, Iain, Brett, Paula, Pascal, Luis, Paul,
Veronique, Milena y todo el equipo de Avaaz.

PD: Hemos realizado una encuesta sobre esta campaña con un grupo de 20.000 miembros de Avaaz elegidos al azar. Más del 90% de los encuestados apoyó esta campaña. Más de 75% de los miembros de Avaaz que se declaran católicos nos dieron su visto bueno.

Fuentes:
* EL Papa no quiere condones - BBC Mundo:
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_7949000/7949116.stm
* En África, el Papa rechazó el uso del preservativo contra el
SIDA - Clarin:
http://www.clarin.com/diario/2009/03/18/elmundo/i-01879443.htm
* Informe de UNAIDS sobre la situación del VIH/SIDA en África Subsahariana:
http://www.unaids.org/es/CountryResponses/Regions/SubSaharanAfrica.asp

Avaaz es una organización independiente y sin fines de lucro cuya misión es asegurar que los valores y opiniones de la mayoría de la gente sean tomados en cuenta en las políticas que nos gobiernan. "Avaaz" significa "voz" en varios idiomas asiáticos y europeos. Avaaz
no acepta dinero de gobiernos ni de empresas y su equipo esta basado en oficinas en Ottawa, Londres, Río de Janeiro, Nueva York, Buenos Aires, Washington DC y Ginebra. No te olvides visitar nuestras páginas enFacebook Myspace y Bebo. Si quieres contactar con nosotros escribe a
info@avaaz.org. o entra a http://www.avaaz.org





http://www.jornada.unam.mx/2009/03/18/fotos/042n1soc-1.jpg
Benedicto XVI en África





"Obispos, aborto y castidad", por Jesús Mosterín
(El País, 24/03/09)

La Iglesia católica ha puesto en marcha una campaña fundamentalista con el fin de paralizar la revisión de la ley de aborto vigente. Pero también prohíbe la contracepción. Sólo permite la
castidad o el natalismo salvaje.

La actual campaña de la Conferencia Episcopal contra los linces y las mujeres que abortan pone de relieve el patético deterioro de la formación intelectual del clero, que si bien nunca ha sobresalido por su nivel científico, al menos en el pasado era capaz de distinguir el ser en potencia del ser en acto. ¿Dónde quedó la teología escolástica del siglo XIII, que incorporó esas nociones aristotélicas? ¿Qué fue de la sutileza de los cardenales renacentistas? La imagen de deslavazada charlatanería y de enfermiza obsesión antisexual que ofrecen los pronunciamientos de la jerarquía católica no sólo choca con la ciencia y la racionalidad, sino que incluso carece de base o precedente alguno en las enseñanzas que los Evangelios atribuyen a Jesús.

La campaña episcopal se basa en el burdo sofisma de confundir un embrión (o incluso una célula madre) con un hombre. Por eso dicen que abortar es matar a un hombre, cometer un homicidio. El aborto está permitido y liberalizado en Estados Unidos, Francia, Italia, Portugal, Japón, India, China y en tantos otros países en los que el homicidio está prohibido. ¿Será verdad que todos ellos caen en la flagrante contradicción de prohibir y permitir al mismo tiempo el homicidio, como pretenden los agitadores religiosos, o será más bien que el aborto no tiene nada que ver con el homicidio? De hecho, el único motivo para prohibir el aborto es el fundamentalismo religioso.
Ninguna otra razón moral, médica, filosófica ni política avala tal proscripción. Donde la Iglesia católica (o el islamismo) no es prepotente y dominante, el aborto está permitido, al menos durante las primeras semanas (14, de promedio).

Una bellota no es un roble. Los cerdos de Jabugo se alimentan de bellotas, no de robles. Y un cajón de bellotas no constituye un robledo. Un roble es un árbol, mientras que una bellota no es un árbol, sino sólo una semilla. Por eso la prohibición de talar los robles no implica la prohibición de recoger sus frutos. Entre el zigoto originario, la bellota y el roble hay una continuidad genealógica celular: la bellota y el roble se han formado mediante sucesivas divisiones celulares (por mitosis) a partir del mismo zigoto. El zigoto, la bellota y el roble constituyen distintas etapas de un mismo organismo. Es lo que Aristóteles expresaba diciendo que la bellota no es un roble de verdad, un roble en acto, sino sólo un roble en potencia, algo que, sin ser un roble, podría llegar a serlo. Una oruga no es una mariposa. Una oruga se arrastra por el suelo, come hojas, carece de alas, no se parece nada a una mariposa ni tiene las propiedades típicas de las mariposas. Incluso hay a quien le encantan las mariposas, pero le dan asco las orugas. Sin embargo, una oruga es
una mariposa en potencia.

Cuando el espermatozoide de un hombre fecunda el óvulo maduro de una mujer y los núcleos haploides de ambos gametos se funden para formar un nuevo núcleo diploide, se forma un zigoto que (en circunstancias favorables) puede convertirse en el inicio de un linaje celular humano, de un organismo que pasa por sus diversas etapas de mórula, blástula, embrión, feto y, finalmente, hombre o mujer en acto.

Aunque estadios de un desarrollo orgánico sucesivo, el zigoto no es una blástula, y el embrión no es un hombre. Un embrión es un conglomerado celular del tamaño y peso de un renacuajo o una bellota, que vive en un medio líquido y es incapaz por sí mismo de ingerir alimentos, respirar o excretar -no digamos ya de sentir o pensar-, por lo que sólo pervive como parásito interno de su madre, a través de cuyo sistema sanguíneo come, respira y excreta. Este parásito encierra la potencialidad de desarrollarse durante meses hasta llegar a convertirse en un hombre. Es un milagro maravilloso, y la mujer en cuyo seno se produzca puede sentirse realizada y satisfecha. Pero en definitiva es a ella a quien corresponde decidir si es el momento oportuno para realizar milagros en su vientre.

El niño es un anciano en potencia, pero un niño no tiene derecho a la jubilación. Un hombre vivo es un cadáver en potencia, pero no es lo mismo enterrar a un hombre vivo que a un cadáver. A los vegetarianos, a los que les está prohibido comer carne, se les permite comer huevos, porque los huevos no son gallinas, aunque tengan la potencialidad de llegar a serlas. Un embrión no es un hombre, y por tanto eliminar un embrión no es matar a un hombre. El aborto no es un homicidio. Y el uso de células madre en la investigación, tampoco. Otra falacia consiste en decir que, si los padres de Beethoven hubieran abortado, no habría habido Quinta Sinfonía, y si nuestros padres hubieran abortado el embrión del que surgimos, ahora no existiríamos. Pero si los padres de Beethoven y los nuestros hubieran sido castos, tampoco habría Quinta Sinfonía y tampoco existiríamos nosotros. Si esto es un argumento para prohibir el aborto, también lo es para prohibir la castidad. Pero tanta prohibición supongo que resultaría excesiva incluso para la Iglesia católica. Una de sus múltiples contradicciones estriba en que impone un natalismo salvaje a los demás, mientras a sus propios sacerdotes y monjas les exige el celibato y la castidad absoluta.

Desde luego, la contracepción es mucho mejor que el aborto, pero la Iglesia la prohíbe también (siguiendo en ambos casos al ex-maniqueo Agustín de Hipona, no a Jesús). Tanto el anterior papa Wojtyla como el actual papa Ratzinger se han dedicado a viajar por África y Latinoamérica despotricando contra los preservativos y el aborto, lo que equivale a promover el sida y la miseria. En cualquier caso, la contracepción puede fallar. A veces el embarazo imprevisto será una sorpresa muy agradable. Otras veces, llevarlo a término supondría partir por la mitad la vida de una mujer, arruinar su carrera profesional o incluso traer al mundo un subnormal profundo o un vegetal humano descerebrado. Sólo a la mujer implicada le es dado juzgar esas graves circunstancias, y no a la caterva arrogante de prelados, jueces, médicos y burócratas empeñados en decidir por ella.

El aborto es un trauma. Ninguna mujer lo practica por gusto o a la ligera. Pero la procreación y la maternidad son algo demasiado importante como para dejarlo al albur de un descuido o una violación. El aborto, como el divorcio o los bomberos, se inventó para cuando las cosas fallan.

Muchas parejas anhelan tener hijos, muchas mujeres desean quedar embarazadas y esperan con ilusión el nacimiento de la criatura. El infante querido y deseado suele estar bien alimentado y educado, colmado de cariño y estimulación y (salvo raro defecto genético) su cerebro se desarrolla bien. Por desgracia, el mundo está lleno de madres violadas o forzadas y de niños no deseados, abandonados a la mendicidad y la delincuencia, famélicos, con los cerebros malformados por la carencia alimentaria y la falta de estímulos, carne de cañón de guerrillas crueles y explotaciones prematuras. La jerarquía eclesiástica se ensaña con esas mujeres desgraciadas. El cardenal nicaragüense Obando y Bravo se opuso al aborto terapéutico de una niña de nueve años, violada, enferma y con su vida en peligro. Hace un par de años, la Iglesia de Nicaragua acabó apoyando políticamente al dictador Daniel Ortega a cambio de que éste prohibiese definitivamente el aborto terapéutico. Hace unas semanas el arzobispo Cardoso ha
excomulgado en Brasil a la madre de otra niña de nueve años violada por su padrastro y en peligro de muerte por su embarazo doble, así como a los médicos que efectuaron el aborto. En 2007 se hizo famoso el caso de Miss D, una irlandesa de 17 años embarazada con un feto con
anencefalia, es decir, sin cerebro ni parte del cráneo, condenado a ser un niño vegetativo, ciego, sordo, irremediablemente inconsciente, incapaz de percibir, pensar ni sentir nada, ni siquiera dolor. Las autoridades impidieron que Miss D fuera a Inglaterra a abortar, aunque más tarde los tribunales anularon la prohibición. Los grupos católicos fanáticos presionan para que se impida a las irlandesas que viajen a Inglaterra a abortar, lo que choca con la legislación comunitaria, que garantiza la libertad de movimientos en la UE.

En España misma, el año pasado, una mujer preñada de un feto con holoprosencefalia, condenado a morir al nacer o a vivir como vegetal, tuvo que ir a Francia a abortar. El derecho a abortar es para muchas mujeres más importante que el derecho a votar en las elecciones, y ha de serles reconocido incluso por aquellos que personalmente jamás abortarían. En 1985 se aprobó la reforma del Código Penal para cumplir a medias y mal el programa electoral del PSOE. Desde entonces, tanto los Gobiernos de Felipe González como de Zapatero se han dedicado a marear la perdiz, diciendo que no era el momento oportuno y que había que esperar a que los obispos dejasen de vociferar. Pero los obispos nunca van a dejar de vociferar. Después de 24 años de remilgos, espero que los socialistas se decidan finalmente a liberalizar el aborto dentro de las primeras semanas del embarazo. Tampoco hace falta ser tan progre para ello. Margaret Thatcher lo tenía ya perfectamente asumido hace 30 años.





http://img8.imageshack.us/img8/6691/abortobibianaaido.gif
Cartel de propaganda antiabortista en España



"Benedicto XVI: Las evidencias científicas contradicen sus palabras", por Pere Estupinya
(Apuntes científicos desde el MIT, 24/03/09)

Las primeras reacciones tras oír al Papa Benedicto XVI diciendo durante su visita a África que “la distribución de preservativos no soluciona el problema del SIDA, incluso lo agrava” son de estupor y enfurecimiento visceral. ¿Cómo puede alguien tan influyente espetar semejante sandez? ¿hasta tal punto está su ideología por encima de la vida de tantos miles de personas?

Al día siguiente lees que el Vaticano ha reiterado oficialmente dichas palabras , y te enervas todavía más al comprobar lo desfasada y peligrosa que puede llegar a ser la Iglesia Católica como institución. ¡Que se aparten de una vez por todas!
Entonces recuperas la calma y recuerdas un post antiguo en el que describiste un estudio del Poverty Action Lab del MIT demostrando que repartir libros en escuelas africanas no mejoraba el rendimiento escolar de los alumnos. Las recetas que funcionan en los países ricos no tienen porqué hacerlo en el complejo mundo en desarrollo.

Te asaltan ciertas dudas ¿a ver si me estaré dejando llevar yo también por ideas preconcebidas? Enseguida aparece en mente el seminario atendido hace tres semanas en Boston con Esther Duflo , la directora del Poverty Action Lab (J-PAL). El planteamiento básico del J-PAL es que para atajar los problemas del mundo en desarrollo debemos utilizar menos ideología y más ciencia. Y algo por lo que empezar es no asumir tan alegremente que conocemos bien las soluciones y sólo se trata de implantarlas, ya que muchos años y millones de dólares invertidos por instituciones como el World Bank, IMF, ONG’s… demuestran lo contrario. En África se llevan gastadas cantidades ingentes de dinero en proyectos que no funcionan.

He aquí la propuesta del J-PAL: Ante un problema determinado, utilizar la metodología científica para evaluar cuál es la mejor intervención para solventarlo. ¿Cómo? La medicina lleva años haciendo estudios epidemiológicos para entender las causas de ciertas enfermedades y testar posibles tratamientos. Se trata de trasladar esta metodología a las políticas de desarrollo: si quieres comparar las diferentes maneras de mejorar la educación en un país, escoge un número considerable de escuelas, sepáralas en grupos, aplica una medida a cada grupo, y haz un estudio randomizado para ver al cabo del tiempo cuál ha sido más efectiva. Quizás te sorprendan los resultados .

Este “novedoso” método de evaluación está proporcionando grandes éxitos al J-PAL. Como premio y estímulo la fundación BBVA les otorgó el pasado enero un premio de 400.000 euros . Recupero el hilo de la historia: ¿Habrán realizado algún estudio randomizado para comparar diferentes políticas de prevención del SIDA? ¿Habrán evaluado científicamente si potenciar el uso del preservativo disminuye el número de contagios? Búsqueda en su web y… Bingo! En 2006 Esther Duflo publicó los resultados de un estudio financiado por el World Bank para analizar la conducta sexual de los adolescentes de Kenya , y justo en enero del 2009 Pascaline Dupas presentó una ampliación .

Información insuficiente en Kenya. En las sesiones sobre prevención del SIDA que se imparten en las escuelas de Kenya se habla de cómo se transmite el virus, de cómo lidiar con personas infectadas, de abstinencia hasta el matrimonio… pero no se mencionan los preservativos. Sí, inaudito, pero según el estudio del J-PAL el programa educativo diseñado por el gobierno sólo se concentra en la abstinencia. El foco principal no es “reducir el riesgo”, sino “evitarlo”. ¿es la mejor estrategia? Esto es lo que pretendían averiguar.

Para ello seleccionaron 328 escuelas con un total de 70.000 adolescentes, las dividieron en grupos de condiciones similares, y a cada uno de ellos aplicaron diferentes intervenciones. Al cabo de 2 años contabilizaron el número de embarazos, que en tales edades es un buen indicador del sexo inseguro. En un grupo de escuelas se entrenó a los maestros para enseñar sólo el programa oficial del gobierno, en otras se debatía abiertamente sobre el uso de condones, y en otro tomaban medidas para que las adolescentes permanecieran más tiempo en la escuela.

En la ampliación del estudio hecha por Dupas también se informaba a las estudiantes que los hombres de edad avanzada tenían índices de SIDA mucho mayores (en Kenya es muy habitual que las adolescentes tengan sexo inseguro con personas adultas).
También se pasaron tests antes y después del estudio para conocer cómo se había modificado la conducta sexual de los adolescentes.

De los estudios de Duflo y Dupas surgieron una serie de conclusiones: seguir el programa oficial centrado en la abstinencia no disminuía el número de embarazos. Informar sobre el riesgo de mantener relaciones con personas mayores hacía que las niñas modificaran la edad de sus parejas. Informar sobre el uso de preservativos fomentaba su uso sin aumentar el número de relaciones sexuales. Y mantener a las niñas en la escuela también lograba disminuir el número de embarazos.

En concreto, en el estudio de Dupas se observó que la estrategia del gobierno de “eliminar el riesgo” no era efectiva, mientras que la campaña ampliada que proponía “reducir el riesgo” (informar sobre el uso de preservativos y la distribución de SIDA por edades) logró aumentar el uso de preservativos sin incrementar el número total de relaciones sexuales. Y como consecuencia redujo en un 28% el número de embarazos entre adolescentes, el parámetro utilizado como referencia al sexo inseguro.

Por tanto, estos estudios científicos (y otros que se pueden rastrear en la bibliografía de ambos) contradicen claramente las palabras de Benedicto XVI. Fomentar el uso del preservativo sí tiene resultados positivos en la lucha contra el SIDA. Lo se, no estoy diciendo nada nuevo a los que ya saben que no deben hacer mucho caso a lo que diga el Papa, pero por desgracia no todo el mundo es consciente de ello, y resulta que el gobierno de Kenya todavía mantiene un programa de prevención en escuelas centrado en la abstinencia, cuando podrían estar reduciendo en un 28% el riesgo de contagio entre sus adolescentes.




(E-1124) .../...

lunes, 23 de marzo de 2009

La maldición monclovita

Da la impresión de que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero (1) ha perdido el Norte (y el Este, el Sur y el Oeste). ¿Por culpa de una crisis económica de la que no es responsable directo? Pudiera ser que sí, pero... Les ha pasado a todos los anteriores presidentes salvo a Calvo Sotelo, al que no le dio tiempo a nada. La maldición de La Moncloa (2) ataca de nuevo. No se que le pasa a ese edificio pero vuelve locos a sus inquilinos en cuanto lo habitan durante más de cuatro años. Mi amiga Ana dice que es el PODER, un maleficio del que ninguno de ellos sabe, quiere o puede desprenderse, adherido al cuerpo como una segunda piel... Su próximo ocupante debería volar La Moncloa hasta los cimientos y volver al Paseo de La Castellana. Al menos podrían probar y ver si funciona...

Dos artículos de hoy en El País me hacen temer lo peor. El primero, "Aplastados bajo la lógica", de José Ignacio Torreblanca (3), profesor titular de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED y director de la oficina en Madrid del European Council on Foreing Relations, sobre el caso Kosovo (4), un patinazo más, y van no se cuantos, de la errática política exterior del presidente del gobierno. El segundo, "Italia y España, una confluencia", de Félix de Azúa (5), escritor, sobre la cada vez más perceptible, extendida y generalizada corrupción de "toda" la clase política española (con las excepciones de rigor). Es como para echarse a temblar. A pesar de ello, disfrútenlos, y sean felices, aunque se emperren en impedírselo. Tamaragua, amigos. (HArendt)


Notas:
(1) http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Luis_Rodr%C3%ADguez_Zapatero
(2) http://www.la-moncloa.es/default.htm
(3) http://www.uned.es/dcpa/Profesores/Torreblanca.html
(4) http://es.wikipedia.org/wiki/Kosovo
(5) http://es.wikipedia.org/wiki/F%C3%A9lix_de_Az%C3%BAa


Fotos:

(1) Palacio de La Moncloa, Madrid:
http://casl.umd.umich.edu/hum/spanishco/14.%20Arquitectura_Neoclasica/images/140Madrid.Moncloa.51247c.jpg
(2) El presidente del gobierno español, J.L. Rodríguez Zapatero:
http://www.elpais.com/recorte/20070115elpepinac_5/LCO340/Ies/Jose_Luis_Rodriguez_Zapatero_presidente_Gobierno.jpg




http://casl.umd.umich.edu/hum/spanishco/14.%20Arquitectura_Neoclasica/images/140Madrid.Moncloa.51247c.jpg
La Moncloa, sede de la presidencia del gobierno (Madrid)




"Aplastados bajo la lógica", por José Ignacio Torreblanca
(El País, 23/03/09)

Los políticos suelen ser acusados de ser demasiado pragmáticos. En su defensa, suelen argüir que la realidad es más compleja de lo que parece, que lo deseable no siempre es posible y que su obligación es considerar los costes y beneficios de una decisión antes de tomarla. Pero a lo que no estamos acostumbrados es a la situación contraria, es decir, a que un Gobierno siga una decisión hasta sus últimas consecuencias, independientemente de sus costes, caiga quien caiga, como se dice popularmente.

Algo de esta lógica ciega hemos visto la semana pasada en la decisión del Gobierno de retirar las tropas de Kosovo. No cabe duda de que el presidente tiene razón cuando defiende la medida como "lógica y coherente" con la decisión de no reconocer la independencia. Pero anunciar la retirada a unos pocos días de que el presidente de Serbia y su ministro de Defensa se pasearan por Madrid, ejemplificando lo que Zapatero personalmente describió como prueba de unas relaciones bilaterales "muy estrechas", y a unos pocos días de que el presidente Obama llegue a Europa para participar en una serie de cumbres (entre ellas de la OTAN) cruciales para las relaciones con Estados Unidos, no parece desde luego producto de un cálculo racional. En cualquier caso, puede ser muy mal entendido, como ha quedado demostrado en la cascada de declaraciones negativas que el anuncio ha producido entre nuestros más estrechos aliados, incluyendo Francia y Estados Unidos, así como por parte de la OTAN y la presidencia checa de la Unión Europea. Hay decisiones de una lógica tan aplastante que pueden aplastarle a uno.

Lo curioso es que Kosovo es, bajo cualquier criterio, un asunto menor desde el punto de vista de los intereses de España. Y sin embargo, va camino de convertirse en uno de los legados más visibles de la política exterior de Zapatero. Aznar también cometió un error similar al magnificar un incidente como el de Perejil, un islote sin importancia y de disputada soberanía pero que acabó trastocando su política europea haciéndole ver enemigos por todas partes.

Si Kosovo fuera una política, se hubieran valorado desde un principio los costes y beneficios de adoptar uno u otro curso de acción. Pero Kosovo es simplemente un instinto, un reflejo condicionado, lo que hace imposible todo análisis racional de las acciones del Gobierno. Así, desde que hace un año Pristina declarara la independencia, el Gobierno se ha ido encerrando en un callejón sin salida.

Primero, adoptó una decisión que pretendía lograr de una tacada dos cosas incompatibles entre sí: negar con toda rotundidad que la declaración de independencia de Kosovo constituyera precedente alguno para, a continuación, conceder el precedente negándose a reconocer la independencia. Desde esta lógica original, tan singular como defectuosa -"no constituye precedente, pero me niego a reconocerlo"-, el Gobierno ha ido adoptando sucesivas decisiones, todas tan lógicas y coherentes como costosas para la política exterior. Primero fue intentar justificar su argumentación desde el derecho internacional, cuando era el derecho interno lo que preocupaba. Luego fue votar en la ONU para que el Tribunal Internacional de Justicia examinara la legalidad de la declaración de la independencia, aunque hubiera que votar con los no alineados y en contra de todos nuestros aliados de la OTAN y de la UE. Y ahora, retirar las tropas aunque nuestros aliados de la OTAN y de la UE se queden boquiabiertos.

Todo ello a cambio de qué, cabe preguntarse. Me confieso ignorante de las sutilezas de la política vasca y catalana, pero al menos me consolaría que, dado que el coste de las decisiones del Gobierno sobre Kosovo pesa como una losa sobre nuestra política exterior, hubiera beneficios tangibles en el ámbito doméstico. Pero si sirve o no a Patxi López o a la unidad patria la retirada de tropas es desde luego un enigma para el cual carezco de respuesta.

Más allá de los dudosos beneficios, es innegable que los costes serán elevados. Kosovo no es Irak, pero dos retiradas son muchas como para ser una coincidencia. Lógicamente, algunos se preguntarán qué problema tiene España. Si Irak era Administración Bush cien por cien, Kosovo es un claro producto de la Administración de Bill Clinton, incluida una guerra con Serbia en la que (por cierto) España participó a pesar de carecer de una resolución de la ONU que la refrendara. Un aliado es alguien que arrima el hombro, no alguien que constantemente imparte lecciones de principios. Por eso, Grecia, Rumania y Eslovaquia, que tampoco reconocen Kosovo, mantienen sus tropas allí. Desde luego, si el plan era seducir a Obama, presidente de un país nacido de una bellísima declaración (unilateral) de independencia, ZP va a tener que trabajar mucho más de lo inicialmente previsto.





http://www.elpais.com/recorte/20070115elpepinac_5/LCO340/Ies/Jose_Luis_Rodriguez_Zapatero_presidente_Gobierno.jpg
José L. Rodríguez Zapatero, presidente del gobierno español




"Italia y España, una confluencia", por Félix de Azúa
(El País, 23/03/09)

Cuando el presidente Zapatero aseguró públicamente, con ese énfasis suyo tan inseguro, que habíamos superado a Italia y que pronto alcanzaríamos a Francia, me eché a temblar. No sólo por el disparate (evidente para cualquiera que haya viajado un poco), sino porque sin la menor duda el presidente estaba persuadido de lo que decía. Un amigo bien situado en Asuntos Exteriores me comentaba su desazón.

Hay que tener en cuenta que nuestros vecinos de la bota están bien informados: todos los grupos mediáticos españoles, menos uno, están controlados por empresas italianas, y sus carcajadas se oyeron en Pekín. Ahora ya empiezan a quedarse con la energía, ese sector llamado estratégico.

Ciertamente, hace años que se va produciendo una deriva española hacia Italia (que no lo contrario), pero en el ámbito de la trama económico-política y la infiltración mafiosa. En todo lo demás, educación, preparación técnica, iniciativa empresarial o civilización urbana, nos dan ciento y raya.

Hubo un tiempo en que los políticos españoles parecían salvarse de la arraigada delincuencia a la italiana. Aquel país ha sido destruido por una clase dirigente chulescamente ajena a la población que les paga. Parecía que eso no iba a suceder en España, pero los últimos meses han puesto al descubierto cómo se extiende también aquí la cleptocracia.

En Italia, según dicen los expertos, el caos político se debe a la pésima construcción constitucional, tras la Segunda Guerra, que propicia la desintegración de partidos, y la presencia de jefes mafiosos en la Democracia Cristiana desde las primeras elecciones. De entonces a la fenomenal corrupción de la etapa socialista y el exilio de Craxi, la trama se fue espesando y los intereses mafiosos han acabado por devorar la vida parlamentaria sin distinción de derechas e izquierdas.

Aún faltaba la llegada de Berlusconi, uno de los más siniestros dirigentes europeos, sólo comparable con los de algunos enclaves balcánicos. En este momento Italia es un país con una inseguridad jurídica próxima a la de las satrapías latinoamericanas.

Cuando comento con los profesionales de la política su progresiva deriva hacia el modelo italiano, suelen negarlo con vehemencia. A los pocos días aparecen tres ayuntamientos, cinco diputados, once concejales y un presidente autonómico pillados en corruptelas, fraudes o corrupciones. De cada diez casos, la proporción viene a ser de cinco del PP por dos del PSOE. Los tres restantes suelen afectar a los asuntos regionales, como el famoso 3% de Maragall, que jamás se esclarecen dado el espe-sor clientelar que han generado las autonomías, auténticos paraísos de las oligarquías locales.

Este paralelismo con Italia creo que es explicable, no sólo por la chapuza jurídica o por la inveterada deshonestidad de las sociedades mediterráneas, sino también porque los italianos sufrieron sólo unas pocas décadas menos de fascismo que los españoles. El fascismo, además de una ideología ridícula, es un sistema que nacionaliza la totalidad de los recursos para repartirlos luego entre los fieles del régimen.

Así se crea una nube de particiones jerarquizadas que hace prácticamente imposible la supervivencia en el exterior de la adhesión incondicional. La necesidad cotidiana y la falta de escrúpulos de los ambiciosos logran que una enorme proporción de la sociedad quede atrapada por el sistema y se conforme con él.

Si en Italia o en España se hubiera procedido a una depuración de todos aquellos que se enriquecieron con el fascismo, nos habríamos quedado sin clase dirigente. Y fueron ellos quienes decidieron si había o no depuración. Como en Italia, los colaboracionistas españoles se incorporaron a diversos partidos, desde Alianza Popular a Convergència i Unió, del mismo modo que los estalinistas se lavaron la cara en las múltiples izquierdas más o menos democráticas que se fundaron entonces y que han ido derivando hacia grupos de vaguísima ideología y sólido oportunismo. Nunca habrá memoria histórica para este proceso.

El resultado ha sido una clase política que, con las consabidas excepciones, desde el principio ignoró por completo el sentido de la expresión "dinero público", y que además se considera impune. Un partido político español se parece más a la Renfe o a Telefónica que a un partido inglés o alemán. Y suelen actuar con igual zafiedad e inoperancia. De vez en cuando un político va a dar en la cárcel, pero nunca, que yo sepa, por dilapidar inmensas cantidades en actividades estériles o en obras ruinosas.

Hasta tal punto los políticos ignoran que el dinero público no es suyo ni está al servicio de su ideología, que hace unos días José Montilla recomendaba a los empresarios catalanes que no subieran los sueldos de sus trabajadores. No se le pasó por la cabeza que él cobra más que el presidente español. Que sus camaradas del Parlament gozan de sueldos colosales fijados (y aumentados) por ellos mismos. Que tras dos legislaturas los conservan toda la vida. Que sus gastos son en buena parte opacos y que, por ejemplo, niegan a la oposición la documentación que les reclama y no pasa nada. Que también es secreto el número y el sueldo de los asesores. Y que la famosa institución para controlar la malversación pública se ha quedado en una burla a los ciudadanos.

Según la última encuesta del Centro de Estudios de Opinión, un 74,3% de los catalanes está insatisfecho o muy insatisfecho con sus políticos. ¿Y a ellos qué les puede importar? Mientras les protejan sus jefes... Lo suyo es callar y bajar la testuz.

A mediados de mes vi por la televisión nacional catalana a Carod Rovira, vicepresidente de Cataluña, con los indios shuars del Ecuador. Ha dedicado un millón de euros a propiciar el bilingüismo entre estas curiosas tribus indias. Seguramente el presidente del Ecuador acepta gustoso el dinero de los catalanes para una finalidad que le importa un pimiento. Es obvio, en cambio, que este asunto, a saber, que los indios aprendan su propia lengua, es de la mayor importancia para los obreros de la Seat. Pero si pude ver unos segundos a Carod en funciones paternales fue porque le acompañaba un equipo de la televisión nacionalista. La imagen del vicepresidente aceptando la lanza india que le ofrecía el jefe shuar en perfecto castellano y medio en cueros ha costado a los catalanes bastante más que cien ternos de sastre valenciano.

No obstante, es seguro que Carod cree estar haciendo lo mejor para su país. Y seguirá haciéndolo porque la clase política catalana no quiere controlar el gasto público. Es su único poder, ya que la población le es cada día más desafecta. Ellos son el único valor de Cataluña, del mismo modo que Carod está persuadido de ser, él en persona, Cataluña. El dinero de Cataluña es, por lo tanto, suyo. Resulta muy difícil (y tedioso) tratar de hacerle entender que esa Cataluña suya se reduce a un grupo de amigos, una televisión y un par de cientos de miles de votos en decadencia. Y que el resto, hasta siete millones, lo miramos como Nani Moretti miraba a los parlamentarios italianos. Gordos moscones girando sobre el inmenso pastel del dinero público, satisfechísimos, ajenos a todo, ebrios de retórica barata, de egoísmo y de impunidad.

Sí, es cierto: como dijo Zapatero, llevamos camino de superar a Italia, pero no exactamente en algo que merezca la pena. Por el camino que vamos, para alcanzar la seriedad de Francia harán falta algunos siglos.



(E-1123) .../...

domingo, 22 de marzo de 2009

Yo también soy UNED







Yo también soy UNED... El próximo jueves, día 26, es el día de la UNED, la Universidad Nacional de Educación a Distancia. La única universidad pública española de ámbito estatal, bajo la dependencia directa del Ministerio de Ciencia e Innovación y la tutela de las Cortes Generales. Creada en el año 1972, tiene en la actualidad más 180.000 alumnos (la más numerosa de España), repartidos en 11 Facultades y 2 Escuelas Técnicas Superiores), imparte 33 titulaciones oficiales y cuenta con 1400 profesores universitarios y 6900 profesores-tutores que ejercen sus funciones en la sede central de la universidad, en Madrid, y en 61 Centros Asociados, 80 extensiones y una decena de países.

Mi vinculación con la UNED abarca un período de más de 30 años. Entre 1973 y 1984, en la Facultad de Derecho; entre 1978 y 1989 en la Facultad de Geografía e Historia; y entre 1994 y 2005, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología. A comienzo de los años 80 participé como representante de los alumnos en el Claustro Constituyente de la UNED, que elaboró y aprobó sus primeros Estatutos, y formé parte de su Junta de Gobierno y de su Consejo Social en calidad de Delegado Nacional y presidente del Consejo General de Alumnos de la Universidad. Durante 8 años fui también Delegado Nacional y presidente del Consejo de Alumnos de la Facultad de Geografía e Historia y miembro de su Junta de Facultad, así como representante de los alumnos en varios Consejos de Departamento de las Facultades de Geografía e Historia y de Ciencias Políticas y Sociología. Podría decirse sin faltar a la verdad que en ella (en la UNED) he sido pinche, cocinero y fraile.

¿Qué puedo decir yo de la UNED que no sea elogioso? La UNED es mi "alma mater". Mi madre nutricia cultural, académica y personal. De ella, de sus profesores y mis compañeros de estudio y de la delegación de alumnos, guardo los mejores y más imborrables recuerdos de mi vida. No quiero parecer descortés por omisión con ninguno de ellos así que los personalizo a todos en los nombres de "mi" rectora, Elisa Pérez Vera, catedrática de Derecho Internacional Privado y rectora de la UNED, magistrada del Tribunal Constitucional; de Emilio Lledó Íñigo, catedrático de Historia de la Filosofía, miembro de la Real Academia Española; de Antonio de Bethencourt Massieu, catedrático de Historia Moderna de España y Decano de la Facultad de Geografía e Historia; de Antonio Antelo Iglesias, profesor de Historia Medieval de España; y por último, de Faustino Fernández-Miranda y María Luz Gutiérrez Araus, vicerrectores durante el Claustro Constituyente, y profesores de las Facultades de Ciencias Políticas y Sociología y Filología, respectivamente.

De mis compañeros de fatigas académicas sólo puedo decir que fueron y siguen siendo mis mejores amigos a pesar del tiempo y la distancia que nos separa: Lourdes Pulet y Lino Chaparro (Las Palmas), María Luisa Martínez (Cartagena), Araceli Olmedo (Ciudad Real) y Andrés Vázquez (La Coruña) en la Facultad de Derecho; Luisa María Martínez (La Coruña), Inmaculada Recio (Mérida), Isabel García, Encarna Galván, Esther Suárez, Carmen Llopis, Germana Roy y Nani Morán (Las Palmas), Rosa Casanovas (Barcelona) María Francesca Fernández (Reus), Ana María Olivo (Lanzarote), Carmen Rojas (Elche), Agustina Peralta (Zamora), María Dolores Ferrete (Sevilla), Gabriel Bassa (Palma de Mallorca), Antonio García (Algeciras), Juan Carlos Morate (Palencia), Mercedes Rodríguez (La Palma) y Bernabé Borja (Ceuta), en la Facultad de Geografía e Historia; Teresa Barreda (Benalmádena), María Jesús Hierro (Bilbao), Salma Tabraue (Las Palmas), Raquel Martí (Denia), Ana Castelo (Ámsterdam), Maribel Amaya (Madrid) y Rafael Rodríguez (Elche), en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología; Nidia Afonso (Las Palmas), en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales; Milagros Ezquerro (La Coruña), en la Facultad de Psicología; y Turía Abdelkader (Melilla) y Antonio Manuel Díaz (La Coruña) en la E.T.S. de Ingeniería Industrial. Espero que me perdonen todos aquellos que se me han quedado en el tintero. Mi cariño y mi recuerdo son para ellos también. Y también para los profesores-tutores de los Centros Asociados de las UNED, que personalizo en Leopoldo Santana (Facultad de Derecho) y Agustín Millares (Facultad de Geografía e Historia), ambos de Las Palmas.

De las carencias y dificultades del aprendizaje universitario a distancia, los alumnos de la UNED lo sabemos casi todo. La más dolorosa, la inexistencia casi hasta ahorita mismo, y no del todo culminada aún, de una metodología específica de enseñanza a distancia, con utilización preferente de Internet. Precisamente en una universidad pionera, junto a la Open University británica, en ese tipo de enseñanza universitaria siempre ha constituido un déficit difícil de soslayar por muy buena voluntad que pusiéramos profesores y alumnos. Y sobre la evaluación final del curso, que aún sigue jugándose a una sola carta, la del examen presencial y único, ¿qué decir? O sobre la deficiente infraestructura de algunos de sus Centros Asociados y las carencias formativas de muchos de sus profesores-tutores, que su buen hacer profesional y mejor voluntad no acaban de soslayar. O la tardanza, inexplicable, en conocer los resultados de los exámenes.... En compensación, sus alumnos son los que obtienen mejor puntuación en todos los procesos de oposiciones a los que se presentan.

Durante algunos años, los delegados de alumnos de las distintas carreras que se impartían en el Centro Asociado de Las Palmas, visitamos regularmente a los alumnos de C.O.U. de los Institutos de Enseñanza Media de la isla, para explicarles que era la UNED y como funcionaba, que se podía estudiar en ella y como se estudiaba en una universidad a distancia. Siempre fuimos bien recibidos. Y bastantes de ellos acabaron matriculados y licenciados por la UNED. Recuerdo que al final de nuestras charlas siempre les decíamos dos cosas, a modo de colofón: Una, que en la UNED el truco estaba en aguantar el chaparrón del primer año; que si tenían constancia y no abandonaban los estudios a la primera decepción, podían estar seguros de terminar la carrera. La segunda, que la UNED creaba adicción, en este caso positiva, que era como nicotina o cafeína inyectada en vena. En mi caso, y el de muchos de mis compañeros, ha sido una absoluta verdad.

Y una anécdota final: cuando comencé a estudiar en la UNED aún eran asignaturas obligatorias Religión y Formación del Espíritu Nacional; yo tuve que cursarlas..., ¡y aprobarlas! Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)





Los Reyes en la UNED (Octubre, 2013)



(E-1122) .../...

viernes, 20 de marzo de 2009

Posmodernidades y corrupciones

Ignoro lo que opinarán ustedes, pero soy de los que piensan que una democracia asentada puede permitirse un cierto grado de corrupción entre sus políticos, individualmente, sin que las instituciones se resquebrajen o resientan. Entiéndanme, por favor: no estoy en favor de la corrupción ni de los corruptos. Digo, simplemente, que la corrupción es algo consustancial a la democracia, simplemente porque hay libertad, y donde la hay, siempre habrá políticos, administradores, finacieros y empresarios sinvergüenzas que se aprovechen de ello. Lo que hay que hacer es descubrirlos y meterlos en la cárcel. Y punto.

A mi, personalmente, me asusta mucho más el que la sociedad y la ciudadanía se tomen esa corrupción de sus políticos, dirigentes y administradores públicos como algo no sólo normal sino divertido, excusable e incluso elogioso. Admirable al respecto la denostada democracia estadounidense: el gobernador de Illinois, acusado de vender un asiento en el Senado al mejor postor, es destituido de su cargo sin contemplaciones, por su propio partido y su parlamento. El presidente Clintón se salvó por un voto de la destitución... ¿Por follarse a una becaria empleada de la Casa Blanca? No, eso no es delictivo; se le procesó por mentir a quienes investigaban el caso.

¿Y aquí? Políticos corruptos, incursos en causas judiciales, se amparan en la presunción de inocencia (aplicada a "los suyos", nunca a "los otros"), para seguir en el cargo, sin entender que la presunción de inocencia delictiva no tiene nada que ver con su posición política. Me resisto a aceptar las imágenes de partidarios, amigos y vecinos, jaleando como "hooligans" a políticos acusados de corrupción. O reelegidos una y otra vez, a pesar de estar incursos en procedimientos criminales. Esa sí es la corrupción que me asusta: la del cuerpo social y político, la de los ciudadanos indiferentes, la de los estómagos agradecidos. La otra, la verdad, es que no me preocupa. Y si la Justicia, fuera justicia, es decir rápida y eficaz, me preocuparía menos aún.

La periodista Rosa María Artal (1) cuenta algo muy similar en un interesante artículo publicado en El País del pasado día 17, titulado "Hijos de la picaresca", en el que relaciona esa fascinación que provoca en algunos el político corrupto con la genuina tradición literaria española de la "picaresca", por lo que parece genéticamente inseparable del carácter nacional. Espero que les resulte interesante. También pueden darse una vuelta por el blog de la citada periodista, "El Periscopio" (2), y de paso, si les apetece recordar las dos obras cumbres de la picaresca española: "El Lazarillo de Tormes" (3), atribuida a Alfonso de Valdés, secretario del emperador Carlos V, y "La vida del buscón don Pablos" (4). de Francisco de Quevedo. Disfrútenlas. Y sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)


Notas:
(1) Rosa María Artal:
http://es.wikipedia.org/wiki/Rosa_Mar%C3%ADa_Artal
(2) El Periscopio:
http://rosamariaartal.wordpress.com/
(3) El Lazarillo de Tormes:
http://es.wikipedia.org/wiki/Lazarillo_de_Tormes
(4) El Buscón don Pablos:
http://es.wikipedia.org/wiki/El_Busc%C3%B3n


Fotos:
(1) Rosa María Artal:
http://www.academiatv.es/files/fotac_artalrosamaria_2.jpg





http://www.academiatv.es/files/fotac_artalrosamaria_2.jpg
La periodista Rosa María Artal




"Hijos de la picaresca", por Rosa María Artal
(El País, 17/03/09)

Una conciencia laxa ante la corrupción, la creencia frente a la ciencia y un atraso educativo secular: tres pies para una mesa que cojea por su erróneo diseño. Alcaldes de todos los partidos son acusados de corrupción, ingresan en la cárcel entre llantos, vítores y aplausos, y, en el 71% de los casos, resultan reelegidos, aumentando incluso sus apoyos. ¿Concedemos los españoles mayor permisividad que otros pueblos a la trampa, el robo, la malversación, el cohecho y todas sus variantes delictivas?

Sin duda, somos hijos de la picaresca, un género literario asociado a las letras españolas que nos ha impregnado el alma. O viceversa. En su tiempo de esplendor -siglo XVII-, la picaresca supuso una auténtica creación porque abordó con crudo realismo la verdad, en contra de las idealizaciones del Renacimiento. La novela picaresca suprime artificios de lenguaje y refleja la sociedad en la que vive: la que distingue a los seres humanos según su cuna y arroja a los abismos al pobre, que sólo puede medrar con subterfugios superiores a los de aquellos a quienes se ve obligado a servir. España de falacia y pandereta, de filfa, patraña y estafa, lerda y falsa, clerical y oscurantista, que nunca concede al pícaro la gracia heroica del triunfo sobre el poder. Su astucia obligada sólo le ayuda a sobrevivir.

Pocos países en la historia han ostentado la hegemonía mundial. España tuvo ese dudoso privilegio durante varios siglos. Lo que otros imperios robaron -tributos y botines de guerra, si se prefiere usar eufemismos- puebla sus museos. Grecia y Egipto se contemplan en el British londinense, y, lo que resta, en el Louvre parisino o en el Vaticano. ¿Y qué fue de los tesoros incautados por España? A partir de esa primera interrogante, nos encontramos a los Austrias dominados por validos o, llegados los Borbones, a la regente María Cristina, que amasó una inmensa fortuna trapicheando, según se le atribuye, con la sal, los incipientes ferrocarriles e incluso la trata de esclavos.

La Segunda República no se libra de despilfarros, falta de organización y corruptelas. Alejandro Lerroux se vio obligado a dimitir de su breve mandato como presidente del Gobierno por los escándalos del estraperlo y el cobro de favores -uno de los pocos a quienes la corrupción le pasó factura-. En realidad, la trayectoria española del siglo XX está llena de casos con nombre propio. Inolvidables Matesa y Sofico en el franquismo; el aceite de colza, con la UCD, y todos los que ya apoya la memoria reciente.

España, pozo de dinero negro, ha hecho de la burbuja inmobiliaria el primer alimento para nuestra fama de corruptos. Extendida por todo el territorio español, prevarica, trafica con influencias, cobra comisiones y adjudica irregularmente. Se la está atajando con múltiples investigaciones y condenas, pero la basura no cesa de fluir. Una comisión del Parlamento Europeo dictaminó en 2007: "El urbanismo que está padeciendo España es un atentado contra derechos fundamentales, movido por intereses bastardos de constructores sin escrúpulos, conchabados con alcaldes de poca monta, enfeudados unos y otros en la codicia y la avaricia".

Si nos atenemos a los datos de la organización Transparency Internacional, ocupamos, sin embargo, el puesto 28 -entre 180- entre los más limpios, con una calificación de notable (6,8). La ciudadanía, en cambio, dice percibir alta corrupción, sobre todo política. Sólo que -y esto es básico- no le importa. Sólo un 2% de los ciudadanos la cita como problema en las encuestas del CIS.

Para los diccionarios de sinónimos, el pícaro es travieso, pilluelo, bribón, tunante, revoltoso o astuto. ¡Dulce benevolencia! Buena parte de los españoles admira a quien se enriquece, sin importarle los métodos.

El desmesurado peso de la Iglesia católica en el Estado español a lo largo de toda su existencia no es ajeno a la aceptación tácita de la corrupción. Influencia clara, cuando aún intenta impedir en España lo que acepta en otros lugares, como el estudio de Educación para la Ciudadanía o una ley del aborto europea. Partimos de dos premisas fundamentales que constituyen la razón de ser la religión: creencia frente a ciencia y juicio, y limpieza del pecado con una penitencia cómoda y solitaria. Los vecinos que vitorean alcaldes presuntamente corruptos no "creen" que lo sean, de nada les sirven las pruebas, les posee la fe. Muchos políticos también participan de esa actitud. Y sobre todo, demuestran pensar que la contrición privada exime de culpa, al margen de la justicia.

Causa y consecuencia, la educación sigue siendo asignatura pendiente de los españoles porque, a pesar del indudable y vertiginoso crecimiento económico, partir del subdesarrollo y la dictadura lastra. Aún presentamos un notable fracaso de instrucción infantil... y evidentes carencias en los adultos. Desde la inocua falta de uso de expresiones corteses y el escaso dominio de lenguas extranjeras, a no pensar en los otros -elemento básico de una formación adecuada-. País bipolar, de excesos y carencias, generador de caspa que no tapa el progreso.

Una llave para el cambio: la búsqueda del bien común. Y con ella, franquear la entrada a una nave que aguarda durante siglos partir hacia una nueva España. Por la borda y con una pesada ancla, habremos de arrojar la picaresca y todo lo que implica. Para enderezar la Historia.




(E-1119) .../...

miércoles, 11 de marzo de 2009

Chamuscados

Hace cerca de dos meses, Moisés Naím, periodista, director de la prestigiosa revista "Foreing Policy" (1), asistente fijo a los Foros de Davos (2), se atrevió a decir en un artículo publicado en el diario El País ("Cinco razones para el optimismo") que a pesar de toda la que estaba (y está) cayendo había (y hay) razones para el optimismo. Desde mi escepticismo de optimista impenitente chamuscado por la realidad, estoy de acuerdo con él... Así que, señores políticos, economistas, líderes de opinión, empresarios, sindicalistas, hombres y mujeres del mundo, menos lamentarse y a trabajar... Podemos salir de ésta; vamos a salir... Y cuando lo hagamos, exijamos las responsabilidades que haya que exigir para que esto no vuelva a repetirse. Pero ahora hay que arrimar el hombre. Sean felices a pesar de todo. Tamaragua, amigos. (HArendt)





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Imagen del Foro de Davos




Notas:
(1) http://www.fp-es.org/
(2) http://es.wikipedia.org/wiki/Foro_Econ%C3%B3mico_Mundial


Fotos:
(1) Imagen del Foro de Davos:
http://www.publico.es/resources/archivos/2009/1/28/1233141147397davosDETdn.jpg
(2) Moisés Naím:
http://estaticos02.cache.el-mundo.net/elmundo/imagenes/2008/07/29/1217323889_extras_ladillos_2_0.gif





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El periodista Moisés Naím




"Cinco razones para el optimismo", por Moisés Naím
(El País, 01/02/09)

Los pesimistas son serios, realistas y menos dados a desilusionarse por la vida. Los optimistas, en cambio, son ingenuos y por ello más propensos a ser sorprendidos por las malas noticias. Los pesimistas son pensadores profundos y bien informados mientras que los optimistas son superficiales y no entienden bien lo que está pasando. Basándome en estas estereotipadas percepciones -y en la incesante avalancha de malas noticias que a diario nos abruman- lo más fácil y seguro sería escribir un artículo explicando por qué el mundo está muy mal y por qué lo que viene será aún peor. También me lo facilitaría el hecho de que he asistido al Foro Económico Mundial en Davos. La imagen que se tiene de la reunión de Davos es que es solo para ricos y poderosos o los periodistas que los entrevistan. Pero no es así. También asisten líderes religiosos y sindicales, muchos de los científicos más importantes de estos tiempos, innovadores sociales, artistas plásticos, escritores, músicos y hasta exploradores de recónditos parajes del planeta.

Llevo muchos años asistiendo a estas reuniones y nunca antes había visto un ambiente tan pesimista. Una lúgubre anticipación de lo que viene dominó las conversaciones. Así, por llevar la contraria, y porque la lista de problemas ya la conocemos, he decidido escribir sobre algunas razones para el optimismo.

1. Los infartos ayudan a cambiar hábitos. Nada mejor para dejar de fumar que un buen infarto -especialmente si se sobrevive-. La economía mundial ha sufrido un doloroso infarto. Sufrirá mucho, pero al salir de la crisis se verá obligada a adoptar hábitos más sanos y sostenibles. Se rebalanceará el equilibrio entre el Estado y el mercado; se controlarán algunos excesos y se corregirán las distorsiones macroeconómicas. La dieta será muy dura y el paciente seguirá débil por un tiempo. También caerá en la tentación de volver a fumar y comer mal. Pero tener el infarto en mente moderará el riesgo de que retome las malas costumbres que casi lo matan.

2. Renovación política. Si 2008 fue el año del crash económico, 2009 será el del crash político. Algunos gobiernos caerán, otros se debilitarán y casi todos tendrán que cambiar su manera de hacer las cosas para responder al inmenso descontento social provocado por la crisis económica. Algunos responderán refugiándose en el autoritarismo y el populismo. Pero en otros países se abrirán posibilidades de cambios políticos positivos que no hubiesen sido posibles sin la crisis.

3. Nuevos líderes. Y no estoy pensando solo en Barack Obama, aunque él es evidentemente el primer ejemplo que viene a la mente. Y su caso y su historia motivarán a otros, en todas partes. En general, la crisis le va a hacer la vida más difícil a quienes han estado a cargo de países, partidos políticos, empresas privadas, universidades, medios de comunicación u otras instituciones, y va a abrir puertas y a facilitar el ascenso de sucesores con ideas nuevas.

4. Más innovación que nunca. "Nunca antes en la historia ha habido tantos innovadores como ahora. La cantidad de gente que está creando nuevas maneras de resolver nuestros problemas no tiene precedentes", me comentó Edmund Phelps, premio Nobel de economía, cuando le forcé a que me diera una razón para ser optimista. Según Paul Laudicina, presidente de una de las empresas de consultoría más grandes del mundo, "estamos al comienzo de una oleada de profundos cambios tecnológicos que crearán una nueva revolución en la productividad y mejorarán la calidad de vida de todos. Contaremos con posibilidades ahora inimaginables".

5. Más generosidad que nunca. El mundo vive una explosión de solidaridad con los más necesitados. En todos los países proliferan organizaciones cuya misión es ayudar a otros. Gracias a Internet, la filantropía se ha democratizado y globalizado. Esta tendencia es reforzada por una creciente intolerancia, especialmente entre los jóvenes, hacia la desigualdad, la injusticia y la discriminación. La crisis aumentará las necesidades y las emergencias sociales y estimulará a muchos a hacer algo por los demás.

Será muy fácil para los pesimistas explicar por qué cada una de estas razones va a tener efectos negativos. La crisis matará a muchos y el paciente no cambiará sus malos hábitos. Los viejos líderes no se dejarán quitar el poder, las nuevas tecnologías también tendrán efectos nocivos y la filantropía nunca ha podido resolver los problemas del mundo. Estos argumentos, repito, son fáciles de defender y no constituyen mayor reto intelectual. Lo difícil es buscar razones válidas para ser optimistas. Difícil, sí, pero indispensable. Intentémoslo.





(E-1117) .../...

In Memóriam: 11-M, Quinto Aniversario

Hoy se cumplen cinco años de los atentados terroristas de Madrid. Ni olvido para las víctimas ni perdón para sus asesinos. (HArendt)


Foto:
(1) http://farm1.static.flickr.com/54/110959008_a5a40d49f8_o.jpg




http://farm1.static.flickr.com/54/110959008_a5a40d49f8_o.jpg
El Bosque de los Ausentes, Madrid (Monumento a las víctimas del 11-M)




(E-1115) .../...

martes, 10 de marzo de 2009

Salman Rushdie: 20 años después



El pasado mes de febrero se cumplieron los 20 años de aquel fatídico día en que el imán Jomeini, líder espiritual y político del régimen islámico y revolucionario iraní, dictara la "fetua" (sentencia de muerte) contra el escritor británico de origen indio, Salman Rushdie (1). Su delito, haber escrito una novela, "Los versos satánicos" (2), en la que a juicio del imán iraní, se ofendía gravemente, al profeta Mahoma y a la fe musulmana.

Veinte años después de esa fecha, Salman Rushdie sigue viviendo a escondidas, protegido por la policía de los países que visita, y especialmente en Gran Bretaña, su lugar de residencia. La condena de Jomeini sigue vigente, y cualquier musulmán que la ejecute habrá ganado su lugar en el paraíso.

Hace veinte años yo no tenía ni idea de quien era Salman Rushdie, ni me importaban lo más mínimo sus escritos. Pero cuando se produjo la condena de Jomeini, un gesto de solidaridad para con el escritor recorrió como la pólvora Occidente. Y yo me apunté a él. Una veintena de editoriales españolas, como en otros lugares del mundo libre, editaron conjuntamente "Los Versos Satánicos". Fue todo un gesto de libertad, de defensa de la libertad de expresión, que no estoy muy seguro de que hoy se repitiera por estos lares y estos tiempos en que impera lo políticamente correcto como norma suprema de comportamiento. Compré la novela, la comencé a leer, no me gustó, y la dejé abandonada por un algún anaquel de la biblioteca familiar. Pero no me arrepentí, ni entonces, ni luego, ni ahora, de mi gesto de solidaridad para con Salman Rushdie. Volvería a repetirlo con gusto. Por eso, veinte años después, he vuelto a leer "Los versos satánicos". Y tengo que reconocer que me ha encantado, me he reído hasta la carcajada con ella, con su ironía, unas veces fina y elegante, y otras de brocha gorda; con su realismo y con su fantasía desbordante; con su tremenda humanidad y respeto por los seres vivos y por su crítica, divertida, pero feroz, a la intransigencia de las religiones, de todas, no sólo del Islam.

El pasado 22 de febrero, el gran periodista francés Jean Daniel (3), director de la revista "Nouvel Observateur", publicaba un emocionado artículo en el diario El País, titulado "La lección de Rushdie", en el que se hacía eco de la efeméride, y reivindicaba a Salman Rushdie y su afamada novela, criticando de paso, a quienes desde Occidente, justificaron la condena de Rushdie, en aquel entonces y aun hoy, por su presunta ofensa a los sentimientos religiosos de una comunidad de creyentes.

Dos semanas antes, El País Semanal había publicado a su vez un amplio reportaje del periodista Eduardo Lago, bajo el título de "Soy un contador de historias, todo lo demás da igual", en el que el escritor británico contestaba con humor y sinceridad a las preguntas del entrevistador sobre su acontecer vital, como persona y como escritor, desde aquel fatídico día de febrero de 1989.

Más adelante pueden leer ambos textos. Y si quieren acceder a "Los Versos Satánicos", pueden leerlo, o descargarárselo, desde este enlace electrónico (4). Se lo recomiendo encarecidamente. Seguro que se divertirán. Y de paso, le harán un fenomenal corte de mangas al trasnochado integrismo religioso que corroe nuestra hipócrita y cínica sociedad biempensante. Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)


Notas:
(1) http://es.wikipedia.org/wiki/Salman_Rushdie
(2) http://es.wikipedia.org/wiki/Los_versos_sat%C3%A1nicos
(3) http://es.wikipedia.org/wiki/Jean_Daniel
(4) http://www.bibliotheka.org/?/buscar/Rushdie%20Salman


Fotos:
(1) Portada de "Los versos satánicos":
http://www.middlemiss.org/lit/bookcovers/satanic.jpg
(2) El escritor Salman Rushdie:
http://johnthrasher.files.wordpress.com/2008/10/salman_rushdie_narrowweb__300x3820.jpg





http://johnthrasher.files.wordpress.com/2008/10/salman_rushdie_narrowweb__300x3820.jpg
Salman Rushdie




"La lección de Rushdie", por Jean Daniel
El País, 22/02/09

El viernes 13 de febrero, víspera de San Valentín, algunos colegas británicos decidieron conmemorar el vigésimo aniversario de la fetua con la que el imán Jomeini condenó a muerte a Salman Rushdie -y cuya vigencia acaban de reiterar las autoridades iraníes-. Este aniversario les proporcionó la ocasión de entregarse a una estimulante reflexión sobre el sentido de la blasfemia y el de la cohabitación entre el islam y Occidente.

Nuestros colegas afirman que, veinte años después, aún vivimos bajo la influencia y a la sombra de aquel asunto. En otras palabras, mucho antes de Samuel Huntington y sus tesis sobre el "choque de civilizaciones", llegaba desde la patria de los mulás el llamamiento al asesinato de Rushdie. Fue, según ellos, el primer anuncio de un conflicto radicalmente nuevo que desde entonces no ha dejado de agudizarse. No sólo hay varias guerras en Oriente Próximo, sino que, día a día, una tensión creciente amenaza las relaciones entre los musulmanes y los países europeos en los que viven.

Nacido en la India y poseedor de la nacionalidad paquistaní, a la edad de 13 años, Salman Rushdie fue enviado al King's College de Cambridge para estudiar Historia y el Corán. Allí no tardó en perder su esnobismo de indio anglófilo y su acento de aristócrata británico al chocar con el racismo solapado y distante de la mejor sociedad inglesa. Poco después, daba un giro hacia el radicalismo político, la denuncia sistemática del Gobierno de la señora Thatcher y de la "falsa democracia" a la inglesa, y se convertía en un paladín del Sur contra el Norte y en un apologista de culturas minoritarias como el feminismo, la homosexualidad y el pacifismo.

Luego llegó 1989 y la publicación de sus famosos Versos satánicos. Las reacciones que su libro provocó y la fetua de la que fue víctima lo desestabilizaron completamente. Entonces, pidió la protección del Gobierno británico, al que no había dejado de injuriar. En el Herald Tribune del pasado 15 de febrero, el ensayista Geoffrey Wheatcroft recuerda el desprecio feroz con el que tanto la derecha nacionalista como la izquierda multicultural (los multiculti) trataron a Salman Rushdie. Tras acusarlo de batir todos los récords de traición a su cultura, su religión, su país de origen y su nacionalidad, algunos personajes de la Cámara de los Lores cercanos a Margaret Thatcher llegaron a expresar su deseo de que los musulmanes "apaleasen al traidor en una calle oscura para enseñarle buenas maneras". Mientras, los mismos que no sentían sino desprecio por Rushdie y su blasfemia toleraban tranquilamente que se blasfemara contra el cristianismo. Nuestros colegas nos recuerdan también que, algunos años antes, la mejor sociedad británica consideraba de buen tono aplaudir la publicación de un poema sobre la homosexualidad de Jesús en el diario Gay News.

¿Qué pasaba mientras en Francia? Para empezar, la novela de Salman Rushdie fue totalmente desacreditada. Le Figaro escribía: "Se trata de una novela aburrida, espesa, complicada, con oscuras intenciones y provocaciones fáciles, escrita en un lenguaje cargante". A despecho de la simpatía general que los franceses sentían por Rushdie, Jacques Chirac, tan indignado por los Versos como Margaret Thatcher, metió en el mismo saco al blasfemo y a los autores del llamamiento a su asesinato. La izquierda y la extrema izquierda estaban divididas. Mientras los intelectuales de SOS Racismo y Le Nouvel Observateur manifestaban su solidaridad con Rushdie, algunos grandes arabistas, como Jacques Berque, aun reprobando el llamamiento al asesinato, manifestaban su comprensión y empatía hacia los religiosos ofendidos en lo más sagrado de sus creencias.

Tanto en Londres como en París, ¿se trataba de la fascinación por el islam? ¿De una inclinación tercermundista? ¿De culpabilidad colonial? Según algunos, Francia y Reino Unido, herederos de los dos mayores imperios coloniales, nunca aprendieron a dirigirse a los países musulmanes. Al integrarse en su civilización, Salman Rushdie se comportó, sin pretenderlo, como un musulmán liberado o como un occidental agnóstico. El cronista norteamericano William Pfaff añade que, desde el Siglo de las Luces, la sensibilidad dominante en Occidente está marcada por el escepticismo y el cuestionamiento y escarnio de todas las creencias establecidas y de todas las instituciones. Gracias a ese talante, y a su cultura hedonista, Europa occidental es hoy el lugar del globo más irreligioso con las debilitadas minorías de sus iglesias cristianas. Según Pfaff, "el error posiblemente fatal de Rushdie fue aplicar un discurso europeo escéptico a una religión que aún cree en sí misma".

Pero, para empezar, como ha demostrado Milan Kundera (Los testamentos traicionados, Tusquets Editores), no fue un error y Rushdie no atacó en absoluto al islam. Fue una licencia literaria que un gran novelista se concedió para aportar una dimensión mística a su obra. Esta misma audacia novelesca fue la que permitió a Kundera descubrir toda la poesía del islam. Por otra parte, es posible que la fuerza del credo musulmán requiera estrategias particulares y, en este punto, el intervencionismo ideológico-militar de los neoconservadores de George Bush ha sido desastroso. Respecto a los musulmanes que viven en países de mayoría cristiana, la cuestión esencial es saber qué posibilidades tienen de escapar a las presiones de las autoridades islamistas exteriores a su país de adopción. Pues el escándalo no está, evidentemente, en el comportamiento de Rushdie, que, en cierta forma, fue útil, ya que el 15 de marzo de 1989 la mayoría de los países participantes en la Conferencia islámica de Riad decidieron desaprobar la iniciativa iraní y no dar una dimensión política al asunto de la fetua.

Por eso, desde mi punto de vista, mis interlocutores británicos se equivocan. La lección del caso Rushdie es que hay que hacer todo lo necesario para garantizar la libertad del no creyente -¡y la del novelista!- en la misma medida que la del creyente, sea cual sea su religión. Pero, además, no veo por qué habría que renunciar a hacer todo lo posible para favorecer la evolución de los musulmanes hacia un espíritu crítico que en la Edad Media formó parte de sus tradiciones. La condena de las intervenciones que invocan hipócritamente la coartada humanitaria no debe llevarnos a dejar de creer en los derechos humanos ni en su universalidad.




http://www.middlemiss.org/lit/bookcovers/satanic.jpg
Portada de "Los Versos Satánicos"




"Soy un contador de historias, todo lo demás da igual", por Eduardo Lago
El País Semanal, 25/01/09

Madrugada de invierno de un año sin precisar, unos minutos antes del amanecer. Un jumbo de Air India secuestrado por un grupo terrorista islámico estalla en pleno vuelo sobre el Canal de la Mancha. Mientras caen en picado sobre una playa de la costa inglesa, dos pasajeros que han sobrevivido milagrosamente al atentado comentan despreocupadamente la insólita situación en que se encuentran... Así arranca Los versos satánicos, una de las novelas más polémicas de todos los tiempos. El nombre de su autor, Salman Rushdie, adquirió una notoriedad sin precedentes entre millones de personas de Oriente y Occidente que jamás llegarían a abrir el libro. ¿La razón? Que en ciertos pasajes figuran alusiones a una religión que se asemeja al islam, cuyo libro sagrado retoca por su cuenta un escriba imaginario que responde al nombre de Salman. Lo que sucedió tras la publicación de la novela es de sobra conocido: algunos líderes religiosos musulmanes interpretaron literalmente la estratagema novelística de Rushdie, juzgando que su obra constituía una blasfemia contra el islam. El Gobierno iraní presidido por el ayatolá Jomeini promulgó una fetua (condena de muerte) contra el autor, ofreciendo una cuantiosa recompensa a quien ejecutara la sentencia. El libro fue prohibido en numerosos países y quemado en diversos actos de repudia pública, desencadenándose violentos disturbios y manifestaciones que costaron la vida a varias personas en tres continentes.

Siguieron años de dificultad extrema para el autor, que se vio obligado a vivir en rigurosa reclusión, cambiando constantemente de domicilio, rodeado día y noche de una escolta de policías secretos. En 1993 se ratificó la fetua. Tres personas relacionadas con la publicación del libro sufrieron atentados. El traductor de la novela al japonés fue asesinado. El Gobierno iraní suspendió oficialmente la condena en 1998, aunque diversos grupos radicales se negaron a acatar la decisión. Hoy Rushdie recibe ocasionalmente notas que le recuerdan la fatídica sentencia. En 2005 el ayatolá Ali Jamenei declaró que la condena seguía en vigor. En 2007, la reina Isabel II lo nombró Caballero de la Orden del Imperio Británico, gesto que desató una nueva oleada de furia contra Rushdie en amplias zonas del mundo islámico.

Durante todo este tiempo, el autor angloindio ha procurado mantenerse fiel a sus principios éticos y estéticos. Entre 2004 y 2006 ejerció como presidente del PEN American Center, organización que desde su sede neoyorquina vela por la libertad de expresión y la independencia de los escritores de todo el mundo.

Rushdie puede despertar sentimientos encontrados entre sus compañeros de oficio. Dos autores de gran prestigio que han escrito desde perspectivas muy distintas sobre el islam se pronunciaron contundentemente en su día sobre la suerte del escritor. El egipcio Naghib Mafouz, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1988, reaccionó a la fetua dictada contra Rushdie acusando de terrorismo intelectual a Jomeini, para ulteriormente matizar que nadie tiene derecho a ofender las creencias de los demás. La visión de Salman Rushdie es diametralmente opuesta: "Sin el derecho a ofender", observó en una ocasión, "no se puede hablar de libertad de expresión". En otro momento apostilló: "No hay nada más fácil que impedir que un libro nos ofenda. Basta con cerrarlo". Haciendo alarde de su ácido sentido del humor, V. S. Naipaul, premio Nobel de Literatura en 2001 y autor de Viaje al islam, resumió de modo lapidario el affaire Rushdie, sosteniendo que la fetua pronunciada contra él era un caso de crítica literaria llevada a sus extremos.

Tanta humareda nos puede hacer olvidar un dato esencial: Salman Rushdie es uno de los narradores con mayor talento de nuestra época. En opinión de Christopher Hitchens, el controvertido autor de Dios no es bueno, de no haber sido por la fetua, hace tiempo que le habrían concedido el Premio Nobel de Literatura. Ingenioso, inventivo y versátil; caracterizado por un rigor y solidez poco comunes; capaz de saltar entre la realidad y la fantasía con asombrosa agilidad, así como de hibridar tradiciones y géneros aparentemente irreconciliables, el corpus novelístico de Salman Rushdie -cuya última novela, El encanto de Florencia (Mondadori), se publica a finales de febrero en España- sorprende por la brillantez de su lenguaje, por la audacia de sus planteamientos narrativos y por su destreza técnica.

En persona, Salman Rushdie desborda vitalidad. Dotado de un talento inusual para la narración oral, su conversación es tan versátil, amena, ágil, torrencial e imaginativa, como el sinfín de historias que se cruzan vertiginosamente en las páginas de sus libros.

Una de las características más acusadas de toda su obra literaria parece ser su habilidad para desenvolverse con idéntica facilidad en el plano de la realidad y el de la fantasía. De pequeño, devoraba libros de ciencia-ficción. Era la edad de oro del género: Ray Bradbury, Philip K. Dick, Isaac Asimov, Stanislav Lem, aunque muchos de los autores que leía eran francamente malos. Eran los años de la carrera espacial, cuando los rusos lanzaron los primeros Sputniks, a finales de los cincuenta. La ciencia-ficción es un vehículo perfecto para la novela de ideas. Uno de mis relatos favoritos de todos los tiempos es Los 9.000 millones de nombres de Dios, de Arthur C. Clarke. En él se cuenta la historia de dos científicos que por encargo de unos lamas tibetanos construyen un ordenador cuyo fin es programar todas las permutaciones posibles del nombre de Dios. Cuando concluyan la tarea, sobrevendrá el fin del mundo. Es un cuento enigmático y magistral. Pero no todo lo que leía era así. Por lo general, eran libros muy mal escritos. Los personajes no eran creíbles: científicos que llevaban bata y mujeres extraordinariamente atractivas que tenían unos pechos descomunales [risas]. En cuanto a mi interés por la fantasía, me parece importante subrayar algo fundamental, que a veces se nos olvida: la frontera entre la realidad y la imaginación no es algo fijo. El realismo es sólo una forma más de describir el mundo, y no es necesariamente la mejor ni la más interesante. Yo nací en un país donde la fantasía lo envuelve a uno desde el momento de nacer. La mitología india es de una riqueza portentosa, y no me refiero sólo a las leyendas religiosas, sino a la tradición narrativa que tiene su origen en Las mil y una noches, muchas de cuyas historias surgieron en India antes de traducirse al persa y al árabe. Crecer escuchando la historia de Simbad el Marino, de Alí Babá o Aladino deja una impronta imborrable en la imaginación de un futuro escritor. El realismo no es más que una convención. Si es necesario, recurro a ella, pero no es el único recurso ni mucho menos.

¿Podría evocar algunos recuerdos de su familia? Tanto mi familia paterna como la materna eran oriundas de Cachemira, aunque las dos ramas llevaban bastante tiempo afincadas en India cuando yo nací. Mi abuelo materno era un hombre muy religioso. Peregrinó a La Meca y a lo largo de toda su vida cumplió escrupulosamente con el precepto de orar cinco veces al día. Sus nietos nos reíamos de él viéndole darse de frentazos contra la alfombra, claro que los niños nunca se han caracterizado por ser muy respetuosos. Mi abuelo no se lo tomaba a mal. Tenía muy buen carácter. Todo lo contrario que mi abuela, una mujer feroz que nos inspiraba un miedo terrible. Vivían en una casa muy grande, en un lugar llamado Nadi Garu, y allí se reunía toda la familia dos o tres veces al año. Mi abuelo fundó una escuela de medicina en Aligarh, en las afueras de Nueva Delhi. Había allí una universidad islámica muy importante. En la escuela de mi abuelo se simultaneaba el estudio de la medicina occidental con la tradicional del Ayurveda. Mi madre llegó a ser una gran experta en hierbas medicinales y cuando caía enfermo me daba una pócima estúpida que tenía un sabor repugnante y no me hacía ningún efecto, mientras que a mis compañeros de clase les daban antibióticos y enseguida se curaban [risas]... Mi familia era muy variada, había de todo. La hermana mayor de mi madre era profesora en la Universidad de Karachi, y la pequeña se casó con un general pakistaní que tenía mucho poder [risas]. Luego estaban mis tíos, uno era un funcionario de alto rango y el otro trabajaba de guionista en Bollywood. Creo que llegó a dirigir alguna película. Su esposa era actriz y bailarina. En mi familia el cine era algo muy importante.

Usted nació en Bombay, ¿cuándo se trasladaron sus padres allí? Mis padres y mis abuelos vivían en Delhi. Mi padre era hijo único. Su padre, mi abuelo, tenía mucho dinero, era propietario de una fábrica de tejidos. Mis padres se casaron en Nueva Delhi en 1946. Era una época muy tensa. La independencia de India era inminente. La idea era dividir el país en dos partes, una hindú, India propiamente dicha, y otra musulmana, Pakistán. Mis padres eran musulmanes, pero no ejercían. Lo más que hacían era abstenerse de comer carne de cerdo, en eso consistía para nosotros el islam [risas]. Tenían clarísimo que no querían vivir en un Estado islámico como Pakistán. Por otra parte, no les hacía ninguna gracia la idea de vivir en Delhi, porque el ambiente que se respiraba era verdaderamente peligroso. Había una tensión insoportable entre hindúes y musulmanes y el conflicto podía estallar en cualquier momento, como efectivamente ocurrió. Mi abuelo paterno murió antes de nacer yo. Mi padre decidió vender la fábrica e irse a vivir con mi madre a Bombay, que gozaba de la reputación de ser una ciudad mucho más cosmopolita y tolerante, mucho menos explosiva. Cuando se fueron de Delhi, mi madre estaba embarazada de lo que resultaría ser yo, de modo que se puede decir que fui a Bombay con ellos [risas]. Yo nací en 1947, ocho semanas antes de la independencia del país.

¿Cómo era el Bombay de su infancia? Bombay era la ciudad más moderna y cosmopolita de India, el gran puerto occidental del país, por el que entraba directamente la influencia del resto del mundo. En Bombay siempre ha habido muchos extranjeros, gente llegada de todos los confines de la tierra. Las demás grandes ciudades de India eran mucho más uniformes. En Nueva Delhi todo el mundo era indio. En Calcuta todo el mundo era bengalí, y en Madrás, sureños, mientras que Bombay era una gran metrópolis que atraía a gente de todos los rincones de India. El ambiente que reinaba en la ciudad era muy cosmopolita y tolerante. El Bombay en que yo crecí era una urbe secularizada y no violenta, lo cual me hizo suponer que el mundo era así. Desde niño me acostumbré a ver cómo convivían entre sí diversas sectas y religiones sin que ello supusiera ningún conflicto. Nos llevábamos bien con los que tenían otras creencias, celebrábamos los festivales de las otras religiones. Sectas muy distintas entre sí vivían en perfecta armonía. Mi infancia en Bombay marcó de manera muy profunda mi modo de percibir el mundo.

¿Qué edad tenía cuando lo enviaron a estudiar a Inglaterra? Trece años y medio. Estuve interno en Rugby, una escuela pública muy prestigiosa. A los 18 me matriculé en el King's College de Cambridge. Estudié historia, en contra de la voluntad de mi padre, que quería que estudiara económicas. De aquellos años me quedó el molde del método que aplican los historiadores en su disciplina, una manera de mirar el mundo buscando el sentido profundo de los hechos, jerarquizándolos conforme a su importancia. Mi verdadera pasión era la literatura, pero jamás la estudié de manera formal. No se me pasó por la cabeza que fuera posible hacer nada semejante. Desde la adolescencia fantaseé con la idea de ser escritor, pero la idea de estudiar literatura no tenía nada que ver con ello. Para mí, leer no podía ser una asignatura, sino una forma de placer. Cuando me metía en una librería, salía cargado con un botín de libros; luego me encerraba a devorarlos como si fueran golosinas.

¿Qué leyó durante los años que pasó en la universidad? Recuerdo que tenía una novia que estaba haciendo una tesis doctoral sobre Finnegans Wake, la endiablada obra final de Joyce. Se titulaba algo así como James Joyce y el nouveau roman francés. Por aquella relación me tocó leer a autores experimentales como Michel Butor y Alain Robbe-Grillet... Me tuve que leer Finnegans Wake dos veces. Fue el precio que tuve que pagar por estar enamorado [risas]. En fin, sí, toda la novela del siglo XVIII, libros como Tristram Shandy, de Lawrence Sterne, y Tom Jones, de Henry Fielding, me impactaron mucho. También leí mucha literatura americana. Por entonces descubrí a Pynchon.

Otro autor complicado... Ahora ya se me ha pasado, pero cuando lo descubrí de joven sentí veneración absoluta por él. Tiene una novela titulada V. que me pareció sencillamente maravillosa. El resto de su obra me interesó menos, pero V. me pareció fascinante. Las ideas de Pynchon son sumamente interesantes. Tiene un sistema dual en el que por una parte está el concepto de paranoia y por otra el de entropía. Según Pynchon, el mundo tiene un significado, sólo que es inaccesible porque hay ciertas fuerzas que se encargan de mantenerlo oculto. Tan sólo un círculo selecto de gente posee el secreto del significado del mundo, aunque por lo menos se sabe que lo tiene. Por otra parte, está la idea de la muerte del universo, que es algo que acaece lentamente... Para Pynchon la vida es como una fiesta que se va apagando poco a poco [risas] y su sentido final se nos escapa, de modo que libertad y ausencia de significado son equivalentes.

En 1981 publica 'Hijos de la medianoche', considerada su obra más importante. Lo empecé a escribir sin saber muy bien dónde iba a parar. Cuando pienso en el lío en que se metió el joven que era yo entonces me asusto. Hay que ser muy joven y muy estúpido para atreverse a escribir un libro tan arriesgado, sobre todo teniendo en cuenta que mi primera novela no había ido lo que se dice precisamente bien. Al principio sólo quería escribir una novela sobre la infancia. Luego se me ocurrió la idea de los 1.001 niños dotados de poderes mágicos y tuve que aceptar las consecuencias de tal decisión. Los poderes mágicos de los niños se derivan del hecho de que su nacimiento coincide con el de India como nación independiente. En aquel momento comprendí que tenía que escribir un libro de una escala mucho mayor, por haber añadido una dimensión histórica a la narración.

¿Le resultó difícil escribir 'Vergüenza', tras un éxito tan fulminante? El destino de ese libro fue de lo más curioso. Pasó inadvertido, aplastado entre el éxito de Hijos de la medianoche y el escándalo que se desató en torno a la publicación de Los versos satánicos. Han tenido que pasar muchos años para que la gente se fijara en él. Hoy día, de todos mis libros, seguramente es el que más atención recibe en cursos universitarios, debido a la actualidad de los temas que aborda: el poder militar, el fanatismo religioso, el choque de civilizaciones. En cierto modo fue un libro premonitorio, ya que esos temas son hoy mucho más urgentes y relevantes que cuando lo escribí.

A estas alturas supongo que aborrecerá que le pregunten por 'Los versos satánicos'. Podemos hablar del libro desde el punto de vista literario, para variar [risas]. Todo el mundo tiene una opinión muy contundente sobre esa novela sin haberla leído.

Casi se podría decir lo mismo de usted. El mártir ha eclipsado al escritor. La fetua arrasó con todo lo demás.

¿Qué le llevó a escribir un libro así? Es una novela sobre gente que emigra a Occidente desde el sureste asiático: India, Pakistán y Bangladesh. Ése es un aspecto importante: el tema de la inmigración y sus consecuencias. Por otra están las múltiples historias que se entrecruzan en el libro, vertebradas por la figura del Arcángel Gabriel. Veo el libro como una serie de instantáneas que permiten seguir la carrera del Arcángel Gabriel [risas], una especie de biografía que no respeta el orden cronológico. Me pareció una idea divertida. Aún no había descubierto que tener ideas divertidas puede costarte caro: corres el riesgo de que se te acuse de blasfemo. Los ataques contra el libro fueron tan virulentos que nadie se percató de sus aspectos humorísticos. Los versos satánicos es esencialmente una novela cómica. Todos los procedimientos que utilizo son cómicos, aunque el efecto acumulativo final no lo sea. Es algo que aprendí de Kafka. El Castillo es una sucesión de escenas cómicas, aunque el efecto de conjunto no sea cómico. Mi mayor frustración fue ver que nadie pensaba en Los versos satánicos como libro. La gente veía en él un alegato, un eslogan, un panfleto. Se decían cosas de la novela que me dejaban estupefacto. La obra de que hablaban simplemente no existía. Decían cosas que no figuraban en ninguna parte. Yo no me cansaba de repetir: "¿Dónde está el libro del que dicen todo eso? Por favor, que alguien me enseñe las páginas donde aparecen las cosas que se dicen". Era rarísimo, y conmigo ocurría algo parecido. El Salman Rushdie del que hablaba la gente no tenía nada que ver con mi persona. De modo que toda la animadversión y la violencia extrema que exhibía la gente iban dirigidas contra algo que no existía. Ahora que han pasado 20 años desde que se publicó, es un alivio ver que por fin se habla del libro que escribí, no de una entelequia. Siento que he recuperado la novela. La gente lee un libro real, y reacciona como se reacciona normalmente ante un libro: hay gente a la que le gusta mucho y gente a la que no le gusta nada, y entre uno y otro extremo, todos los matices intermedios. Ése es el destino común de todos los libros.

¿Le cogió por sorpresa la reacción que se desató tras su publicación? Totalmente. Es decir... todos mis libros habían sido mal vistos por quienes sustentan opiniones religiosas ortodoxas islámicas. Hijos de la medianoche no les gustó, Vergüenza no les gustó, así que cuando publiqué Los versos satánicos di por hecho que tampoco les gustaría. Lo que no me esperaba era una reacción tan virulenta. De no haber intervenido Jomeini, decretando mi condena a muerte, el libro hubiera tenido una trayectoria normal.

¿Le resultó muy difícil mantenerse fiel a sus principios como escritor y tratar de seguir adelante después de la 'fetua'? Mucho, sobre todo al principio. Hubo un momento, unos meses después del ataque, en que creí que no sería capaz de seguir adelante. Estaba molesto, herido, a punto de perder el equilibrio. Me salvó pensar que no era ni mucho menos el primer escritor que padecía una persecución así. La historia de la literatura está plagada de episodios trágicos, como el Gulag. Dostoievski llegó a estar frente a un pelotón de fusilamiento... Ovidio murió en el exilio, Jean Genet escribió gran parte de su obra en la cárcel. La lista es muy larga. Me dije que si ellos habían tenido la entereza de resistir frente a las dificultades, yo estaba obligado a hacer otro tanto. Quizá le parezca una afirmación grandilocuente, pero tengo un concepto muy elevado de la literatura, y si quería ser un digno representante del arte literario, tenía la obligación de no desmoronarme. Así que tomé la firme determinación de ser fiel a mí mismo y aguantar con la dignidad que tantos escritores habían sabido tener en circunstancias iguales o peores que las que padecía yo.

¿Los años de reclusión afectaron de manera íntima al proceso creativo? Lo primero que escribí fue un libro para niños, Harún y el mar de las historias. Es un libro extraño, una especie de cápsula de tiempo que flota entre el silencio y el lenguaje. La imagen embrionaria es muy poderosa: raptan a una princesa con intención de coserle la boca. La imagen procede de un relato muy breve, que había escrito hacía años, y no sabía qué uso darle. Tenía algunos otros relatos y decidí construir con ellos un libro para que lo leyera mi hijo, que entonces tenía 11 años. Me sentí como quien mete un mensaje en una botella, sabiendo que nadie lo leerá hasta dentro de mucho tiempo. Quería que después de haberlo disfrutarlo de niño, mi hijo lo volviera a leer siendo adulto, porque entonces descubriría un libro totalmente diferente.

'El último suspiro del moro' es un proyecto muy distinto. Me dio miedo escribirlo, porque era el primer libro para adultos que publicaba tras Los versos satánicos y puse mucho empeño en el esfuerzo. En él regreso a mi ciudad natal, sólo que es un Bombay que no tiene nada que ver con el de Hijos de la medianoche. El Bombay de El último suspiro del moro es una ciudad tenebrosa, que ha perdido las cualidades de las que hablé antes. La tolerancia, la capacidad de abrirse a los demás, se habían perdido o dañado. Se puede ver como la continuación de Hijos de la medianoche. Es la misma ciudad sólo que vista a través de los ojos de un adulto, no de un niño de diez años. Ese libro marca el comienzo de lo que se ha convertido en mi mayor preocupación: mostrar elementos comunes a distintas culturas. Hijos de la medianoche y Vergüenza dan cuenta de lo que ocurre en el subcontinente indio. Incluso Harún y el mar de las historias es así. Con El último suspiro del moro intenté transmitir otro mensaje: No podemos vivir aislados, cada uno en su parcela del tiempo o del espacio. Lo que nos pasa a nosotros le ha pasado antes a otra gente. Muchas veces he pensado que el detonante de la llegada de Occidente a las Indias Meridionales, la razón que motivó la llegada de Vasco de Gama a Oriente, que es un momento crucial de la historia, no obedeció a un prurito de conquista ni a un afán de dominación. La razón por la que Oriente y Occidente acabaron por encontrarse fue la sed de dar con algo tan precioso como las especias. Cuando caí en la cuenta, me pareció fascinante. Pensé que si toda la historia de Oriente y Occidente se basa en el deseo de pimienta [risas], entonces tenía que poner pimienta en el centro del libro, de modo que toda la novela tenía que crecer a partir de un grano de pimienta, y así fue como surgió.

Hablemos de su última novela, 'El encanto de Florencia', que Mondadori editará en España en febrero. La crítica ha dicho que supone el regreso de Rushdie a sus orígenes, un poco como si se hubiera restaurado el equilibrio anterior a todo lo que sucedió con motivo de su 'fetua'. Al principio de la conversación hablábamos de las historias que logran alcanzar el blanco de la verdad sirviéndose de medios fantásticos, historias en las que la narración pura se constituye en un objetivo por sí mismo. Eso es lo que me propuse con este libro: recrear al desnudo el placer de narrar. El libro supone un despojamiento de cuanto es superfluo para descender a la esencia pura y rutilante del arte de contar historias, sin más. Puse mucho cuidado en evitar que el libro fuera demasiado largo. El mundo que se describe en El encanto de Florencia es de tal riqueza y complejidad que si lo hubiera escrito como si se tratara de una novela histórica convencional habría necesitado, qué sé yo, 1.200 páginas. Pero no era ésa la clase de libro que quería escribir.

Hay también una celebración de la palabra primigenia, un canto al lenguaje en cuanto tal. Si hay algo que he aprendido a lo largo de mis años como escritor es a sentirme cada vez más cerca de los lectores. Intento ponerme en su lugar y tratar de comprender cómo se acercan al texto. El encanto de Florencia es una novela ambientada en una época en la que los referentes literarios son nada menos que Ariosto, Cervantes y Shakespeare. Así que me dije que podía darme permiso para imprimirle al lenguaje una riqueza de la que carece el lenguaje del siglo XXI. Me propuse escribir la clase de libro que les hubiera gustado leer a los personajes de mi novela. Si se fija, la manera de narrar la historia no es muy distinta a la forma de ficción narrativa que se cultivaba en India y la Europa de aquel tiempo. Otra cosa que quería conseguir es dotar al libro de un sentimiento de plenitud, la idea de que la vida es muchas cosas a la vez. No hay por qué elegir entre ser realista o visionario. No es necesario elegir entre el sueño y la vigilia, la vida es algo más complejo y más completo, no hay que segmentarla en sus componentes. Y la literatura de aquella época -no nos olvidemos de que estamos hablando de los contemporáneos de Shakespeare y Cervantes- corresponde a un momento de máxima plenitud histórica. Todo estalló a la vez.

¿Se puede hablar de un adiós a la política? En el sentido de que me cansé de que la gente me viera como a una figura pública. Por supuesto que hay política en la novela, en parte el libro versa sobre el poder. Hay personajes como Maquiavelo y el Emperador Akbar, dos figuras históricas fascinantes, una que representa a Occidente y otra a Oriente. Hay mucho que decir acerca de los dos. Me interesaba reivindicar a Maquiavelo, que ha sido objeto de muchos malentendidos... Pero sí, hay un intento deliberado por alejarme de los temas que aparecen a diario en los periódicos. Es como si me hubieran dado la posibilidad de presentarme al mundo por primera vez y mi respuesta hubiera sido: Salman Rushdie es un contador de historias, todo lo demás da igual.



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