martes, 4 de marzo de 2025

De las viñetas de humor de hoy martes, 4 de marzo de 2025

 
































lunes, 3 de marzo de 2025

De las entradas del blog de hoy lunes, 3 de marzo de 2025

 







Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz lunes, 3 de marzo de 2025. Si Europa no se prepara para lo peor, se dice en la primera de las entradas del blog de hoy, y si no permanece unida la última fortaleza de los ideales democráticos y liberales de Occidente podría caer en manos de Trump o de su aliado Putin. En la segunda, un archivo del blog de marzo de 2013, se recreaba recreaba la relación de amistad que el escritor y premio Nobel francés Albert Camus mantuvo con la familia del que fuera último presidente del gobierno republicano español antes del inicio de la guerra civil, Santiago Casares Quiroga, que derivó en relación amorosa entre el escritor y la segunda hija del político español exiliado en París, once años más joven que él. El poema del día, en la tercera, comienza hoy con estos versos: Esclava mía, témeme. Ámame. Esclava mía!/Soy contigo el ocaso más vasto de mi cielo,/y en él despunta mi alma como una estrella fría. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt










De la humillación como táctica

 






Si Europa no se prepara para lo peor y si no permanece unida la última fortaleza de los ideales democráticos y liberales de Occidente podría caer en manos de Trump o de su aliado Putin, comenta en El País [De la humillación como táctica, 01/03/2025[ el escritor Héctor Abad Faciolince.

El primer comentario de Trump al darle la bienvenida a Zelenski fue para burlarse de su atuendo. El presidente de EE UU le dijo al presidente de Ucrania bien alto, en el tono más irónico posible y de modo que lo oyera todo el mundo: “¡Mira, viniste vestido de fiesta!”. Luego, ya en el sancta sanctorum del Despacho Oval, se le dio la palabra a un periodista alineado con la despectiva molestia de su amo. Esta fue su pregunta: “¿Por qué no vienes de traje? Estás en la oficina de más alto nivel en este país y te has negado a llevar traje. ¿No dispones de un traje?”. Lo inaceptable, en el ambiente preparado para humillarlo, fue que Zelenski no se amilanó ante esta pregunta ni ante la andanada de desplantes que vino después. “¿Tienes algún problema con eso?”. Y el periodista adiestrado: “Muchos en EE UU tenemos problemas con quien no respeta el código de vestimenta del Despacho Oval”. Respuesta: “Volveré a ponerme el disfraz cuando termine esta guerra, quizá con un traje como el tuyo. Tal vez algo mejor, ya veremos. O quizá más barato”.

Zelenski lleva tres años vistiendo así y con ese atuendo visitó a Biden en la misma oficina, a Macron en el Elíseo, al rey Carlos III del Reino Unido, al rey Felipe VI, etc. y ninguno de ellos había tenido la desfachatez de meterse con su ropa. Todos saben que hay un motivo válido para vestir así, y es muy simple: el presidente de Ucrania, mientras se encuentra en el ambiente seguro y elegante de la diplomacia internacional, quiere ser solidario con los soldados que están en las trincheras y que llevan tres años muriendo por defender a su país. Pero no, ante el nuevo monarca del mundo tenía que vestirse de corbata, ojalá tan larga hasta cubrir las pudendas, como le gusta a él. Claro que esto es apenas un detalle menor, como es un detalle menor que tanto Trump como Vance, al hablarle a Zelenski, lo señalaran todo el tiempo con el dedo índice extendido. Estas son solo formas; mucho más grave es el fondo de la cuestión, es decir, las palabras y gritos de regaño, amenaza y humillación.

Humillar al más débil es siempre una vergüenza y, al menos en las personas con una brizna de empatía, genera indignación. Jugando de locales, recibiendo a un líder y antiguo aliado invitado por ellos, dos contra uno en su propio patio y en su propia lengua, dos de los hombres más poderosos del mundo reconvienen, desprecian y señalan en público a un hombre bajito y valiente (para colmo judío), pero también, no lo olvidemos, a uno que ha plantado cara a otro de los supuestos amos del mundo, Vladímir Putin, y que ha sabido defenderse de él durante tres años de lucha heroica por mantener la independencia de su país, Ucrania, y por defender los valores y libertades que Occidente defiende, o que al menos hasta hace poco defendía.

Pero no, el desobediente Zelenski “se porta mal” (no firma un cese al fuego sin garantías que EE UU le quería imponer), según Trump, mientras por otro lado se dedica a elogiar a Putin porque no es débil y “se porta bien”. Y este que tan bien se porta es un autócrata que asesina periodistas independientes, que defenestra o envenena a adversarios políticos y que, en nombre de la verdad, obliga a sus conciudadanos a referirse a su guerra y a su invasión como “operación militar especial para desnazificar a Ucrania”. Y a Zelenski, por el valiente gesto de no obedecer al hombre más poderoso del mundo en todo lo que él quiera, se lo invita a salir de la Casa Blanca sin firmar otro pacto ya acordado (humillante también) y sin permitirle estar presente en la rueda de prensa que suele haber al final de estas visitas.

Intimidar, asustar, humillar, amenazar como táctica de negociación es el modus operandi constante de Trump. Igual táctica ha usado con México, con Canadá, con Panamá y por supuesto con Ucrania. Le sigue el turno a la Unión Europea. Si Europa no se prepara para lo peor y si no permanece unida para no dejarse amedrentar por quien se cree que puede dar órdenes al mundo entero, la última fortaleza de los ideales democráticos y liberales de Occidente (la UE) podría caer en manos de Trump o de su aliado Putin, o aún peor, de los dos al mismo tiempo. Es necesario oponerse con entereza y serenidad a la peor amenaza que ha habido contra los valores más esenciales de nuestra cultura desde la derrota de las potencias de ese eje que ahora, entre berridos y saludos romanos, parece resucitar.

















[ARCHIVO DEL BLOG] La española que amó Albert Camus. Publicado el 30/03/2013










En el diario El País del pasado 23 de marzo publicaba César Antonio Molina, escritor, profesor y exministro de Cultura en el gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, un emotivo artículo titulado "Camus, nuestro anfitrión", que recrea la relación de amistad que el escritor y premio Nobel francés Albert Camus mantuvo con la familia del que fuera último presidente del gobierno republicano español antes del inicio de la guerra civil, Santiago Casares Quiroga. Aquella relación de amistad entre Camus y  Casares Quiroga derivó en relación amorosa entre el escritor y la segunda hija del político español exiliado en París, once años más joven que él. Una  joven y una relación nada convencional que duró hasta la muerte de Camus en 1960, convertida ya en aquel momento, como María Casares, en una de las más grandes actrices del teatro clásico francés.
En el número de junio/julio de este año, Revista de Libros publicaba un excelente artículo de José Luis Pardo, catedrático de Filosofía en la Univeridad Complutense de Madrid, titulado "Albert Camus, o la arena en el engranaje", que actualiza la biografía personal y literaria de nuestro autor en base a los últimos libros escritos sobre el mismo.
La lectura del artículo me ha hecho recordar la lectura, precisamente en marzo de 2010, de una de las más hermosas novelas del también escritor gallego Manuel Rivas, como gallego es César Antonio Molina y eran María Casares y su padre. Me refiero, claro está, a la titulada "Los libros arden mal" (Punto de Lectura, Madrid, 2007) de la que ya escribí por esas fechas en mi entrada "Sobre dictaduras y lecturas" a la que les remito. Contaba en esa entrada la gran emoción que la lectura de la novela me había provocado. Por muchas razones, entre ellas el profundo amor, pasión más bien, que sus protagonistas, entre los que adquiere papel principal, precisamente, la persona, la familia, la casa y sobre todo la biblioteca, la impresionante biblioteca de Santiago Casares Quiroga, que en agosto de 1936 fue pasto de las llamas en una especie de auto público de fe inquisitorial por las hordas falangistas coruñesas, pero también algunos de esos fanáticos inquisidores que buscan con desesperación uno de los míticos títulos de la mítica biblioteca del expresidente del gobierno republicano.
Como los seguidores de este blog habrán comprobado, la apelación a la casualidad, el azar, o como gusten ustedes llamarlo, suele ser motivo recurrente del mismo, con lo cual no es de extrañar que la interesante crítica de "Los libros arden mal", que publicara en Revista de Libros la profesora de la Universidad de Barcelona Ana Rodríguez Fischer, titulada  "Coruña: 1936-1963", lo fuera, como no, también en un mes de marzo, éste, de 2007. 
Hay un vídeo en YouTube de la televisión pública gallega que es un  brevísimo pero hermoso reportaje sobre María Casares, que no es, sin embargo de marzo, sino de abril de 2009, con lo que casi redondeo el capítulo de casualidades. Espero que la lectura de la entrada, sus enlaces y el vídeo les resulten interesantes. Sean felices, por favor, a pesar del gobierno. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν". Tamaragua, amigos. HArendt

























Del poema de cada día. Hoy, Esclava mía, de Pablo Neruda

 





ESCLAVA MÍA


Esclava mía, témeme. Ámame. Esclava mía!

Soy contigo el ocaso más vasto de mi cielo,

y en él despunta mi alma como una estrella fría.

Cuando de ti se alejan vuelven a mí mis pasos.

Mi propio latigazo cae sobre mi vida.

Eres lo que está dentro de mí y está lejano.

Huyendo como un coro de nieblas perseguidas.

Junto a mí, pero dónde? Lejos, lo que está lejos.

Y lo que estando lejos bajo mis pies camina.

El eco de la voz más allá del silencio.

Y lo que en mi alma crece como el musgo en las ruinas.



Pablo Neruda (1904-1973)

poeta chileno
















De las viñetas de humor del blog de hoy lunes, 3 de marzo de 2025

 
























 









domingo, 2 de marzo de 2025

De las entradas del blog de hoy domingo, 2 de marzo de 2025

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz domingo, 2 de marzo de 2025. La migración, un fenómeno tan antiguo como la humanidad, se dice en la primeta de las entradas del blog de hoy, suele ir acompañada de un proceso de duelo. Lejos de ser patológico, este es una respuesta emocional natural ante la pérdida y, con el tiempo, tiende a disminuir en intensidad, facilitando la adaptación a una nueva realidad. En la segunda del día, un archivo del blog de marzo de 2018, se comentaba que aparte de profundas razones de fondo, el acceso de la izquierda al poder en los inicios del pasado siglo XX se debió a factores que podríamos llamar coyunturales, que impulsó a los gobiernos a buscar el apoyo de las clases trabajadoras, e hizo aprecio de las virtudes del socialismo no violento. El poema del día, en la tercera, comienza con estos versos: Y qué decir de ti,/amiga mía,/compañera de curso en la Universidad/y más tarde serpiente vigilada/en las conversaciones,/igual que una epidemia por las calles. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt











Del síndrome de Ulises

 





Migrar supone muchas veces un gran impacto psicoemocional, debido a las pérdidas interpersonales, materiales y abstractas que implica dejar atrás una vida. Cada una de las 304 millones de personas migrantes internacionales ­–incluidos 37,6 millones de refugiados, 6,9 millones de solicitantes de asilo y 167,7 millones de trabajadores migrantes– carga con la herida de la pérdida. Y también llevan consigo la esperanza de construir un futuro prometedor lejos de su tierra, escribe en la revista Ethic [El síndrome de Ulises, 26/02/2025] la investigadora social Ana Mangas.

La migración, un fenómeno tan antiguo como la humanidad, suele ir acompañada de un proceso de duelo. Lejos de ser patológico, este es una respuesta emocional natural ante la pérdida y, con el tiempo, tiende a disminuir en intensidad, facilitando la adaptación a una nueva realidad. El venezolano Glener Morales, profesor de artes escénicas de 49 años, afirma que la migración forzada a España y en solitario «ha sido devastadora»: «Ya son nueve años sin mis afectos, costumbres, amistades, sin mi familia».

Existen contextos migratorios en los que «el estrés y el proceso de duelo son muy intensos», advierte el  profesor Joseba Achotegui. En 2002, tras décadas de trabajo en el ámbito de la migración y la salud mental, acuñó el término síndrome de Ulises para describir un cuadro de estrés reactivo asociado a un ]duelo migratorio extremo.

Este síndrome, que no se considera un desorden mental y es diferenciable de patologías como la depresión, se desencadena por factores como «la soledad forzada, el miedo, la indefensión y la falta de oportunidades», explica. Además, se acompaña de una serie de síntomas que van desde tristeza, llanto y ansiedad hasta insomnio, dolores musculares, trastornos digestivos y problemas de memoria, entre otros.

Cuando se le pregunta sobre esta sintomatología, N. M., doctora en Ciencias, de 43 años, originaria de Ucrania, comparte su experiencia. Desde hace dos años vive en Potsdam, Alemania, junto a su hija, con estatus de refugiadas de guerra. Aunque logró asentarse pronto laboral y económicamente, seis meses después de su llegada su estado mental empeoró. «Desarrollé un tic nervioso y decidí acudir a un psicólogo», afirma. Durante el primer año experimentó una fuerte ansiedad, nerviosismo, pensamientos repetitivos e insomnio.

Este patrón es común, explica María Ángeles Plaza, técnica superior de Inclusión para el Servicio Psicológico de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). Este tipo de síntomas pueden manifestarse cuando la persona se siente ya segura. «Durante el tránsito migratorio, el sistema nervioso está en alerta y enfocado en la supervivencia. Una vez a salvo, comienza una nueva etapa en la que empiezas a sentir otras necesidades», describe.

El «insomnio es un síntoma bastante característico», señala Jesús Guerra, psicólogo del Programa de Protección Internacional de Movimiento por la Paz (MPDL). Este fue el caso de S. S., un hombre kurdo de 29 años procedente de Turquía. Los primeros meses en España fueron duros: no hablaba el idioma, desconocía la cultura, tuvo que enfrentarse solo a la burocracia. «Tenía ataques de nervios y no podía dormir», recuerda.

Los trámites burocráticos pueden convertirse en «procesos revictimizantes para las personas migrantes», advierte Guerra. Además, no es raro que «se enfrenten a actitudes discriminatorias por parte de la Administración».

Los solicitantes de refugio y asilo suelen verse obligados a tener que narrar una y otra vez, con detalles precisos, las experiencias vividas. Unos procedimientos que podrían aumentar su riesgo de estrés postraumático y dificultaría su recuperación plena, según denuncian varios expertos.

Charnelle, una mujer de 29 años originaria de Benín, sufrió graves episodios de violencia en su país y en Guinea Ecuatorial. Tras llegar a España, espera con sentimientos de «frustración y desprotección» la resolución de su proceso de asilo. Con la asistencia psicológica por parte de CEAR, trabaja para superar las experiencias traumáticas.

Sobre las dificultades de los procesos migratorios, Achotegui señala que, aunque «emigrar nunca ha sido fácil», hoy, «está perseguido». Desde su experiencia, observa que la gran diferencia entre «las migraciones de los años 80 y las actuales radica en tres aspectos: las rupturas familiares, la exclusión social estructural y la criminalización de la migración».

En un contexto en el que la migración es instrumentalizada con fines políticos y ha pasado a ocupar un lugar central en los debates electorales de medio mundo, la urgencia de «rehumanizarla», como defiende Achotegui, parece lejana.

De hecho, la retórica antiinmigración, que cobra cada vez más fuerza, podría estar ya impactando la salud mental de los migrantes en Estados Unidos. Un estudio revela que, en los últimos años, los niveles de estrés y malestar psicológico en esta población han aumentado exponencialmente debido a la creciente hostilidad de estas narrativas en este país.

En Europa, ante el auge de la ultraderecha, N. M. reconoce que en Alemania «hay manifestaciones xenófobas, aunque por ahora son casos aislados». Morales reflexiona sobre cómo los discursos de odio llevan a plantearse preguntas difíciles: «¿Es posible construir una vida en un país donde te perciben como un invasor?».

El duelo migratorio puede variar según diversos factores. No es lo mismo llegar al lugar de destino en avión que atravesar una ruta migratoria peligrosa. Además, la experiencia también se ve influenciada por el género y la edad, ya que ser mujer o menor añade desafíos.

Hoy, se estima que el 48% del número total de inmigrantes internacionales son mujeres. El 57% emigran acompañadas de sus hijos/as o familiares directos y el resto en solitario, según un reciente estudio, que apunta a que suelen partir «de condiciones de vulnerabilidad social y económica». A veces, como en el caso de Charnelle, algunas madres no pueden traer consigo a sus vástagos. Esta separación agrava su duelo.

A esto se suma que el 44% de las mujeres reportaron haber sufrido violencia de género en su país de origen, el 23% en la etapa de tránsito y un 31% ya residiendo en España. El tránsito migratorio suele ser una fase peligrosa para mujeres y niñas a causa de «embarazos, explotación laboral o sexual, dificultad para acceder a servicios de salud sexual y reproductiva, así como a productos menstruales, anticonceptivos y preservativos para prevenir embarazos no deseados o en caso de violencia sexual, el acceso legal al aborto voluntario, la profilaxis de ETS y VIH y la atención prenatal, parto y posparto».

En el caso de los menores, que representan el 13% de los migrantes internacionales, el duelo muestra características particulares. «Aunque son partícipes y protagonistas del proceso migratorio, este suele llevarse a cabo sin considerar su opinión o sin proporcionarles suficiente información sobre las razones», explica Plaza. Como consecuencia, el malestar suele manifestarse a través de «síntomas conductuales, como rabia, enfado, autolesiones, agresividad, trastornos de la alimentación, etcétera».

El duelo migratorio a veces requiere de apoyo psicosocial. Desde la perspectiva de Achotegui, el principal riesgo de no identificar el síndrome de Ulises no radica tanto en el desarrollo de un trastorno psicótico o depresivo, sino en la vulnerabilidad ante adicciones como «vías de escape ante el sufrimiento».

En cuanto al abordaje, existen una dimensión psicológica y otra social, explica Guerra. Desde su labor en MPDL, emplea tres conceptos: normalización, validación y resignificación. Esto implica comprender que lo que se experimenta es una respuesta natural ante una situación extraordinaria, reconocer y validar el sufrimiento, y, finalmente, reconstruir la identidad y la vida. Además, es fundamental «atender los síntomas, buscando herramientas para gestionarlos».

En el plano social, organizaciones como CEAR y MPDL desempeñan un papel crucial en el acompañamiento de personas refugiadas, solicitantes de asilo, etc. Su intervención abarca el acceso a necesidades básicas, el apoyo jurídico-social, el alojamiento en centros de acogida, la enseñanza del idioma, la formación profesional y los espacios de ocio.

Aún falta investigación sobre migración y salud mental, sobre los factores que influyen en el duelo migratorio y también su posible relación con psicopatologías como la depresión o el trastorno de estrés postraumático, según una reciente investigación psiquiátrica.

Las fuentes expertas señalan la necesidad de un sistema de salud mental digno para todos, población autóctona y migrantes. En esta línea, Guerra aboga por enfoques transculturales. «La salud mental se concibe de forma distinta en algunas sociedades no occidentales», explica, lo que hace «imprescindible comprender estas diferencias culturales» para ofrecer una atención adecuada. Otra cuestión es evitar la medicalización del duelo migratorio. En un sistema de salud mental desbordado, se recetan fármacos como solución ante la imposibilidad de ofrecer atención psicológica de calidad.

Por otro lado, los medios de comunicación desempeñan un papel clave en la sensibilización y la lucha contra prejuicios y estereotipos. Y la educación también es fundamental para mejorar la comprensión de las dinámicas migratorias.

En palabras de Morales, lo importante es tratar a «los migrantes como seres humanos, no como estadísticas», brindándoles «apoyo en los procesos burocráticos, el acceso a la salud y su integración en la sociedad».






[ARCHVO DEL BLOG] De izquierdas, los días impares. Publicado el 04/03/2018











Hace aproximadamente un siglo que la izquierda democrática alcanzó el poder en Europa: participó en gobiernos, tuvo amplia representación parlamentaria, y sus opiniones fueron escuchadas con atención. Grandes economistas, como Keynes o Schumpeter, contribuyeron a dar prestigio intelectual a las políticas socialdemocráticas, escribe en El Mundo el profesor Gabriel Tortellá, economista e historiador, catedrático emérito de Historia de la economía en la Universidad de Alcalá de Henares. 
Aparte de profundas razones de fondo, comienza diciendo el profesor Tortellá, el acceso de la izquierda al poder se debió a factores que podríamos llamar coyunturales, como la Primera Guerra Mundial, que impulsó a los gobiernos de ambos bandos a buscar el apoyo de las clases trabajadoras, y la Revolución rusa, que hizo apreciar las virtudes del socialismo no violento. Se inició así una revolución no por pacífica menos radical, que a lo largo de las décadas siguientes transformó las sociedades avanzadas, hasta entonces adeptas al modelo liberal, en socialdemocráticas. 
Causa y consecuencia de estos profundos cambios fue la generalización de la verdadera democracia por medio del sufragio de ambos sexos. La Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial contribuyeron a acelerar la transición y podríamos decir que en los años 70 se había culminado el proceso. En 1971, el presidente Richard Nixon dijo aquello de: «Ya todos somos keynesianos» (We are all Keynesians now), lo cual, en boca de un político tan conservador, implicaba que la socialdemocracia había alcanzado su meta. Pareciera que los partidos socialistas en los países desarrollados se habían quedado sin causa. 
En una sociedad cada vez más próspera, los trabajadores manuales se convirtieron en clase media, y la lucha de clases se diluyó. Más tarde, el derrumbamiento de la Unión Soviética, y del comunismo en la Europa oriental, juntamente con la adopción de la economía de mercado en China y Vietnam (nominalmente comunistas), convenció a muchos de que el comunismo era una vía muerta y puso en duda la necesidad de más socialismo en los países occidentales.
Correlativamente el voto socialista ha venido declinando gradualmente en Europa, su cuna, hasta el punto de que en Francia e Italia (¡quién lo hubiera dicho hace unos años!) los partidos socialistas han desaparecido (los comunistas ya lo hicieron años atrás) y en países como Alemania, Gran Bretaña y España tienen una base electoral en declive y llevan años en la oposición (en Alemania, como socio junior en coalición con la dominante CDU). Hasta en Escandinavia, el antiguo paraíso del socialismo, los socialistas han perdido su situación hegemónica.
¿Están los partidos socialistas condenados a desaparecer en toda Europa? Esta parece ser la tendencia, y así sucederá si no se reinventan (frase manida pero suficientemente expresiva). Tomemos el caso español, que nos pilla más cerca. Aquí, desde 1996, y sólo con el extraño y ominoso interludio de Rodríguez Zapatero (2004-2011), la base electoral del Partido Socialista ha ido estrechándose, a pesar de que, por razones históricas, el electorado español está más bien escorado a la izquierda. El grave problema del socialismo español (como el del resto de Europa) es su indefinición. ¿Adopta claramente la bandera socialdemócrata y compite con la derecha en honradez (en vez de hacerlo en corrupción), y, sobre todo, en eficacia para administrar el Estado de bienestar, su criatura? ¿O levanta la bandera del izquierdismo extremo, adoptando a la vez las causas más peregrinas y variopintas, confiando en que esto atraerá a los jóvenes? No parece que nadie de autoridad en el partido haya estudiado seriamente las alternativas; y, si lo ha hecho, es evidente que ha sido inmediatamente jubilado por una ejecutiva que prefiere la indefinición. Así, el PSOE parece haber decidido ser socialista constitucionalista los días pares y comunista antisistema los impares. Esto puede atraerle los votos de los incautos que no perciben las contradicciones, pero privarle de los que las perciben y las rechazan, porque la contradicción significa mentira, incompetencia, o las dos cosas.
Esta búsqueda de causas nuevas en los días impares puede explicar que, contra sus principios y tradiciones, el PSOE se alíe con los movimientos regionales más reaccionarios, que son los identitarios-independentistas de Cataluña, el País Vasco, Baleares, Valencia y otros, incluso, última y chuscamente, Asturias. Estos movimientos xenofóbicos y elitistas, con ribetes racistas y querencias anticonstitucionales, que durante la Guerra Civil contribuyeron a desbaratar la cohesión del Gobierno republicano y a acelerar la victoria de Franco, resultan ser ahora objeto del respeto y la protección de los socialistas, que sólo a regañadientes han apoyado la intervención vacilante del Gobierno español en la Cataluña víctima de la sedición golpista, y que se han proclamado defensores del actual «modelo educativo catalán», modelo que, además de ser mendaz, opresivo, discriminatorio y clasista, está en abierta contradicción con el artículo 3 de la Constitución. Esta política de improvisación y desconcierto se ha manifestado también en la extraña relación entre el socialista PSOE y el populista Podemos, relación de amor odio que ha proporcionado las extrañas coaliciones municipales y autonómicas de Madrid, Barcelona, Valencia, Baleares, Castilla-La Mancha, etcétera. 
Podemos es el producto de factores espurios. Lo peor de la Universidad española (que ya es decir) se ha visto aupado al puesto de tercer partido parlamentario debido al «truco de la pinza» del PP y a un rasgo muy peligroso de la democracia y de la naturaleza humana: cuando las crisis amenazan seriamente el nivel de vida de grandes sectores de la población, los votantes enloquecen y apoyan a partidos extremistas y antidemocráticos. Así ocurrió durante la Gran Depresión del siglo XX y ha vuelto a ocurrir durante la Gran Recesión del siglo XXI. Entonces la desesperación de los votantes alemanes dio la victoria a Hitler y preparó el camino hacia el Holocausto y la guerra mundial. Hoy la furia de los electores nos ha traído el alza de los populismos de derechas y de izquierdas (muy poca diferencia entre ellos), el Brexit y Trump. A España le ha regalado Podemos y a Grecia, Syriza (muchas gracias). El PSOE ha entrado en pánico ante la amenaza de Podemos y esto ha sido un poderoso acicate para el desmadre de los días impares. Gracias a sus coaliciones disfrutamos de Carmena & Co. en Madrid, de Colocau (a parientes y amigos) en Barcelona, y en Valencia y Baleares se imitan servilmente los desafueros del nacionalismo catalán.
Y por si todo esto fuera poco, el PSOE nos amenaza ahora con una super Ley de Memoria Histórica, presentada en el Congreso en día par, pero sin duda ideada y redactada en día impar. Lo más alarmante de este proyecto es su carácter represivo y totalitario: aspira a establecer nada menos que la Verdad (así, con mayúsculas) sobre la Guerra Civil y el franquismo, para lo que crea una Comisión, y el que se atreva a contradecir esa verdad oficial irá a la cárcel y perderá su empleo (Disposición adicional segunda). De aprobarse esta legislación socialista (?), en España tendremos, ahora sí, realmente, presos políticos y de conciencia. Este proyecto es la réplica simétrica del método de Franco, cuyo ministro de Información y Turismo decía que en España había «libertad para la verdad, pero no para el error». Y parece escandaloso que la Disposición adicional primera declare ilegal realizar «apología del franquismo, fascismo y nazismo» y no diga nada del comunismo o del anarquismo, que también dejaron un buen reguero de víctimas y desaparecidos durante la Guerra Civil en España, en Rusia y en muchos otros países. Esta ley, por otra parte, es totalmente inoportuna. Las Comisiones de la Verdad en otros países se crearon poco tiempo después de terminar una cruenta dictadura, cuando los sucesos eran recientes y supervivían muchas víctimas. 
Hoy todo esto es muy lejano. La Guerra Civil terminó hace 79 años, más de tres generaciones. ¿Por qué no instituyó el PSOE una ley de este tipo en 1982? Yo comparto con los socialistas la repulsa al franquismo, contra el que luché y cuyas cárceles conocí, pero eso no nos da derecho a meter en prisión a los que no opinen como nosotros. Ya está bien de combatir a la dictadura 43 años después de su desaparición. Sinceramente, si alguien se pregunta cómo es posible que un político tan falto de carisma y de popularidad como Mariano Rajoy se perpetúe en el poder contra viento y marea, la respuesta es clara: una izquierda siniestra. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt