lunes, 21 de octubre de 2024

De eso de vivir juntos los españoles

 








El arzobispado de México recibió en 1777 el encargo de realizar un padrón, cuenta en El País [España y la idea de vivir juntos, 18/10/2024] el escritor José Andrés Rojo. La autoridad imperial pretendía ver reflejadas sus posibilidades fiscales para afinar en la recaudación de los distintos tributos y quería que se le ofreciera un conteo de cuántos españoles residían en aquellos dominios suyos, cuántos indios y cuántas castas para así proceder en el cobro con más eficacia. La cosa se complicó, no resultaba tan simple colocar a gentes de tan distintas identidades en tan pocas categorías, así que al final el arzobispado tuvo que utilizar una clasificación que llamo de calidades, mucho más elaborada: “españoles, castizos, mestizos, indios, mestindios, mulatos, negros, moriscos, lobos, albinos, coyotes y chinos”. La relación es una muestra de cuán plural era México entonces, no parece que existieran solo los españoles y los indios, como dos masas puras y compactas que se miraran de reojo y se enseñaran los dientes. El imperio iba a esquilmar a cuantos pudiera, y allí donde pudiera, pero la tarea de emanciparse de su yugo no iba a ser una batalla que fuera a librarse entre dos unidades puras y sin fisuras (los buenos y los malos).

“Una de las maneras posibles de definir la modernidad es como un complejo proceso de emancipaciones”, escribe el historiador José M. Portillo Valdés en la primera línea de Una historia atlántica de los orígenes de la nación y el Estado (Alianza), donde se ocupa —como reza el subtítulo— de España y las Españas del siglo XIX. El libro se publicó hace un par de años, pero resulta útil para tomarse con distancia el burdo episodio que ha escenificado la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, para lucir músculo patriótico al no invitar al jefe de Estado de España a su reciente investidura, pero sirve también para volver a las viejas cuitas que enredan la convivencia en este país, ahora con la financiación singular prometida a Cataluña y el momento de extrema e indigesta polarización.

Los procesos de emancipación son complejos, pero aun más difícil que rebelarse contra el opresor resulta a veces el propio desafío de tener que inventarse como nuevo sujeto político. A veces, a una dominación le sucede simplemente otra dominación, o un cúmulo de desórdenes que no tienen fin, nuevas guerras, inestabilidad, miseria. El proceso de emancipación de España —su proceso de construcción como nación soberana y como Estado—, explica Portillo Valdés, tuvo que ir realizándose en varios frentes, con avances y retrocesos, con un sinfín de peculiaridades.

“España no es España prácticamente hasta el siglo XX”, apunta. La de hoy, en la que la soberanía reside en el pueblo, tuvo que ir independizándose de sus distintas identidades para poder jugar en el tablero de la modernidad. Le tocó dejar de ser una monarquía del Antiguo Régimen, un imperio y una nación católica, y nada queda ahora de esas viejas Españas. Es cierto que Franco procuró imponer “una idea monoidentitaria de España”, pero fue un fracaso. Durante su dictadura, le tocó a la España peregrina, la del exilio, mantener vivo el proyecto de una España democrática, plural, abierta. Portillo Valdés se acuerda del historiador Pere Bosch Gimpera, que instalado en México sostuvo que a “la verdadera España había que buscarla por debajo de la superestructura de sus reinos, monarquía e imperio”. “Estaba en los pueblos que la conformaban y que habían mostrado históricamente una férrea voluntad de vivir juntos no gracias si no a pesar de la monarquía y del imperio”. Ahí queda esa idea: con ganas de seguir viviendo juntos. José Andrés Rojo es escritor.












[ARCHIVO DEL BLOG] La "Doctrina Parot": Restableciendo el derecho desde Europa, 22/10/2013









Se veía venir y no ha habido lugar para sorpresa alguna posible: el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo, ha echado por tierra la denominada "Doctrina Parot", establecida por nuestro Tribunal Supremo y ratificada por el Constitucional, ordenando la puesta en libertad inmediata de la etarra Inés del Río, tras cumplir 26 años de cárcel de los 3800 a los que fue condenada en 1987.
Tampoco resulta sorprendente la reacción de las asociaciones de víctimas del terrorismo, explicables en su dolor e indignación, pero a las que hay que hacer ver, con todo el respeto debido, que su dolor e indignación, justificadas y explicables, no pueden hacer que el Estado vulnere sus propios principios jurídicos, basados en la supremacía de la ley sobre cualquier otra opción personal por legítima que esta sea. 
Lamentable la reacción inmediata de la FAES, la fundación presidida por el expresidente del gobierno José María Aznar, con una declaración en la que hace responsable de la sentencia a "una operación política protagonizada por Rodríguez Zapatero". Así, sin santigüarse, literalmente: Eso se llama respeto a la justicia y al tan cacareado Estado de Derecho.
Conforme con la decisión de la corte europea y en apoyo de la misma se pronuncia el Grupo de Estudios de Política Criminal, formado por más de 200 juristas españoles (jueces, magistrados, fiscales, catedráticos y profesores de derecho penal). Sensato y crítico con las decisiones de la justicia española que han llevado a esta resolución se mostraba el abogado José María Ruiz Soroa en su artículo de El País "La ley no tolera atajos", que lamenta el triste papel que en toda esta historia han jugado las sucesivas instancias judiciales de nuestro país, con notables excepciones, y la irresponsable actitud -mirando hacia otro lado y haciendo dejación de su responsabilidad- del parlamento y de los sucesivos gobiernos españoles, olvidando el principio jurídico básico de la civilización occidental que establece que no hay pena sin ley previa: "Nulla pena sine lege". Nos lo tenemos merecido.
Mi desprecio absoluto para Inés del Rio y para todos los criminales que van a verse favorecidos por este clamoroso y lamentable "patinazo" de nuestra penosa justicia, y mi agradecimiento al Tribunal Europeo de Derechos Humanos por restablecer frente a todos el imperio de la ley. Esa es también la opinión, llena de sensibilidad hacia las víctimas, de las escritoras Elvira Lindo en su "No hay otra" (El País), y de Patricia Hernández con su "Y cuando no gusta..., también" (El Plural), que comparto.
En internet puede encontrarse el momento de la lectura de la sentencia por el pleno del Tribunal Europeo de Derechos Humanos así como el texto de la misma en español. Sean felices, por favor, aunque no está el horno para bollos, Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt











El poema de cada día. Hoy, Domingo 12 de septiembre 1937, de Ana María Rodas (1937)

 






DOMINGO 12 DE SEPTIEMBRE, 1937


Domingo 12 de septiembre, 1937

a las dos de la mañana: nací.

De ahí mis hábitos nocturnos

y el amor a los fines de semana.

Me clasificaron: nena? rosadito.

Boté el rosa hace mucho tiempo

y escogí el color que más me gusta,

que son todos.

Me acompañan tres hijas y dos perros:

lo que me queda de dos matrimonios.

Estudié porque no había remedio

afortunadamente lo he olvidado casi todo.

Tengo hígado, estómago, dos ovarios,

una matriz, corazón y cerebro, más accesorios

Todo funciona en orden, por lo tanto,

río, grito, insulto, lloro y hago el amor.

Y después lo cuento.


Ana María Rodas (1937)

Poetisa guatemalteca














De las viñetas de humor de hoy lunes, 21 de octubre de 2024

 






























domingo, 20 de octubre de 2024

De las entradas del blog de hoy domingo, 20 de octubre de 2024

 







Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz domingo, 20 de octubre de 2024. Hoy en día, y más allá de la propagación de fake news, la multiplicación de supuestos especialistas en todo tipo de conocimientos y disciplinas genera una serie de nuevas creencias que son aceptadas como dogmas, se comenta en la primera de las entradas de hoy titulada De la guerra contra el dogma. En la segunda pueden leer un archivo del blog de mayo de 2019, publicado en la sección Cuentos para adultos, titulado La francesa, de Adolfo Bioy Casares. En la tercera pueden leer el poema de Stéphane Mallarmé titulado Brisa marina. Y la cuarta, como siempre, son las viñetas de humor del día. Espero que todas ellas les resulten de  interés. Y ahora, como decía Sócrates, nos vamos. Nos vemos de nuevo mañana si la diosa Fortuna lo permite. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Tamaragua, amigos míos. HArendt








De la guerra contra el dogma

 


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Hoy en día, y más allá de la propagación de fake news, la multiplicación de supuestos especialistas en todo tipo de conocimientos y disciplinas genera una serie de nuevas creencias que son aceptadas como dogmas y generan no poca confusión en una sociedad hiperinformada (o desinformada hasta el límite), comenta en la revista Ethic [La guerra eterna contra el dogma, 11/10/2024] el escritor Pablo Cerezal.

La palabra «dogma» nace del griego antiguo, y originalmente significaba «opinión o creencia». Pero la primera acepción del término en el Diccionario de la lengua española la define como «proposición tenida por cierta y como principio innegable». ¿Cómo ha evolucionado el término desde la opinión a la certeza?

El dogmatismo surgió en la antigua Grecia, entre los siglos VI y VII a.C., y podemos considerarlo como la corriente de pensamiento filosófico más antigua. Se reconoce a Tales de Mileto como el padre de un modo de pensar que pretendía la aceptación del mundo tal y como lo vemos y experimentamos, evitando realizar grandes cuestionamientos al respecto.

Sin embargo, fue el filósofo romano Sexto Empírico quien, allá por el siglo II d.C., comenzó a utilizar el término «dogmático» para referirse a aquellos académicos y filósofos que aseguraban estar en posesión de la verdad. Así, los distinguía de los escépticos, que ponían en duda la existencia de una verdad única e irrefutable.

Podemos, por tanto, aseverar que el dogmatismo nació como corriente filosófica y de pensamiento. Pero no permanecería por mucho tiempo limitado a la metafísica, sino que pasaría también a insertarse en los sistemas legislativos, las corrientes científicas y, también, en las doctrinas religiosas. Fue a partir de 1545, tras el Concilio de Trento, cuando las autoridades religiosas del cristianismo decidieron denominar «dogma» a toda aquella verdad que ellas mismas certificaban como obtenidas por revelación divina. Había nacido uno de los más potentes medios para implantar el pensamiento único.

Pero el dogmatismo ha sufrido variaciones a lo largo de los siglos, porque el dogma es un ente vivo que se adapta a los diferentes ámbitos espacio–temporales, dando pie a las más diversas teorías. Incluso en cuestiones religiosas, las verdades reveladas que edifican cada doctrina han sufrido variaciones con el paso de los años, y son diferentes en función de la profesión de fe a la que atañen. También en el Derecho que, a pesar de asegurar un sistema de valores y leyes fundamentales básicas, va modificando estas en función de cómo evoluciona la sociedad en que rige.

El filósofo Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770–1831) fue uno de los mayores opositores que ha encontrado el dogmatismo. Su obra capital, Fenomenología del espíritu, supuso una convulsión en el campo de las ideas. En ella, Hegel recogía el testigo del presocrático Heráclito para confirmar que la comprensión que tenemos los humanos de la realidad es limitada debido al paso del tiempo, que la mantiene en evolución permanente. Llegados a este punto, Hegel propugnaba como imprescindible para el conocimiento el uso de la dialéctica. La necesidad de la dialéctica para alcanzar la comprensión del mundo circundante se convierte en leitmotiv de la filosofía hegeliana, y lleva al propio pensador a clamar: «¡Guerra eterna al dogma!».

El filósofo advertía de cómo el dogmatismo ignora la variación constante de la vida para repetir, una y otra vez, la misma idea cristalizada. En la actualidad, podemos comprobar cómo el dogmatismo escapa de los vericuetos puramente filosóficos para inmiscuirse en el día a día de la ciudadanía. Como decíamos al inicio, no son filósofos los supuestos especialistas en todo de las tertulias televisivas o las tribunas periodísticas, ni los políticos empeñados en llenar las urnas de votos a su favor, por poner solo un par de ejemplos. Su empeño conlleva el aniquilamiento del pensamiento crítico y la cristalización, en la mente ciudadana, de doctrinas que no admiten réplica. Cuando la realidad cambiante amenaza al dogma, este se repliega y adopta formas de subsistencia que, hoy por hoy, apelan a los sentimientos más viscerales de quienes lo abrazan. Se trata del caldo de cultivo perfecto para el dominio de las masas en beneficio propio.

Hegel ya advertía de estos peligros, de lo que supone para las personas remitirse a un estado de sufrimiento pasivo basado en un esquema preestablecido por otros. Un estudio publicado en 2017 por tres científicos iraníes asegura que las personas que abrazan el dogmatismo modelan un sistema cognitivo inflexible que impide su adaptación al entorno, convirtiéndose este rasgo en fuente de infelicidad y aumento de ira.

Si abrimos las puertas al dogmatismo, olvidando la dialéctica que propugnaba Hegel, quedaremos expuestos a una irracionalidad que obstaculizará el logro de las metas personales que nos hayamos marcado, y quedaremos expuestos a las «verdades reveladas» que otros decidan dictarnos. Pablo Cerezal es escritor.













[ARCHIVO DEL BLOG] Cuentos para adultos: Hoy, con La francesa, de Adolfo Bioy Casares. Publicado el 27/05/2019.










El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos. Desde hace unos meses vengo trayendo al blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros. 
Continúo hoy la serie Cuentos para adultos con el titulado La francesa, del escritor argentino Adolfo Bioy Casares (1914-1999). Bioy Casares frecuentó las literaturas fantástica, policial y de ciencia ficción. Es considerado uno de los escritores más importantes de su país y de la literatura en español, habiendo recibido la mención de Caballero de la Legión de Honor en 1981, el Premio Internacional Alfonso Reyes, el Premio Miguel de Cervantes (ambos en 1990) y el Konex de Brillante en 1994. Colaboró literariamente en varias ocasiones con Jorge Luis Borges bajo distintos pseudónimos. Fue esposo de la escritora Silvina Ocampo. Les dejo con su relato La francesa. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 
 



LA FRANCESA
por
Adolfo Bioy Casares




Me dice que está aburrida de la gente. Las conversaciones se repiten. Siempre los hombres empiezan interrogándola en español: «¿Usted es francesa?» y continúan con la afirmación en francés: « J’aime la France». Cuando, a la inevitable pregunta sobre el lugar de su nacimiento ella contesta «Paris», todos exclaman: «Parisienne!», con sonriente admiración, no exenta de grivoiserie como si dijeran «comme vous devez éter cochonne!». Mientras la oigo recuerdo mi primera conversación con ella: fue minuciosamente idéntica a la que me refiere. Sin embargo, no está burlándose de mí. Me cuenta la verdad. Todos los interlocutores le dicen lo mismo. La prueba de esto es que yo también se lo dije. Y yo también en algún momento le comuniqué mi sospecha de que a mí me gusta Francia más que a ella. Parece que todos, tarde o temprano, le comunican ese hallazgo. No comprendo -no comprendemos- que Francia para ella es el recuerdo de su madre, de su casa, de todo lo que ha querido y que tal vez no volverá a ver.

FIN




















El poema de cada día. Hoy, Brisa marina, de Stéphane Mallarmé (1842-1898)

 






BRISA MARINA


Leí todos los libros y es, ¡ay! , la carne triste.

¡huir, huir muy lejos! Ebrias aves se alejan

entre el cielo y la espuma. Nada de lo que existe,

ni los viejos jardines que los ojos reflejan,

ni la madre que, amante, da leche a su criatura,

ni la luz que en la noche mi lámpara difunde

sobre el papel en blanco que defiende su albura

retendrá al corazón que ya en el mar se hunde.

¡Yo partiré! ¡Oh, nave, tu velamen despliega

y leva al fin las anclas hacia incógnitos cielos!

Un tedio, desolado por la esperanza ciega,

confía en el supremo adiós de los pañuelos.

Y tal vez, son tus mástiles de los que el viento lanza

sobre perdidos náufragos que no encuentran maderos,

sin mástiles, sin mástiles, ni islote en lontananza…

Corazón, oye cómo cantan los marineros!


Stéphane Mallarmé (1842-1898)

Poeta francés














De las viñetas de humor de hoy domingo, 20 de octubre de 2024