sábado, 14 de octubre de 2023

De un Sabbat negro

 





Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz sábado. Mi propuesta de lectura para hoy, del escritor David Grossman, va de un Sabbat negro. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com










‘Sabbat’ negro
DAVID GROSSMAN - El País
13 OCT 2023 - harendt.blogspot.com

Más de 1.300 muertos en Israel, más de 3.200 heridos, centenares de rehenes y prisioneros. Cada superviviente es la historia de un milagro. De presencia de ánimo y de valor.
Milagros incalculables, innumerables actos de valor y sacrificio por parte de soldados y ciudadanos corrientes. Y cada uno de ellos representa un recordatorio de la negligencia criminal de los responsables de los servicios de seguridad que, durante años, se han convencido a sí mismos —y a nosotros con ellos— hasta creer que no había nadie más poderoso o más experimentado que nosotros en la región, ni más perspicaz para la doctrina de guerra.
Observo los rostros de la gente. Trauma. Conmoción. Un gran peso en el corazón. Nos repetimos sin cesar unos a otros: una pesadilla, una pesadilla diferente a todas. Indecible. Que las palabras no pueden expresar.
Con una profunda sensación de traición. Traición del Gobierno hacia sus ciudadanos. Traición hacia todo lo que es valioso para nosotros como ciudadanos, como ciudadanos de determinado Estado. Traición a su significado particular y exigente. Traición a nuestro bien más preciado —el hogar nacional del pueblo judío—, confiado al cuidado de nuestros gobernantes. Que debían protegerlo con sagrada reverencia, como mínimo. En lugar de eso ¿qué hemos comprobado? ¿Qué nos hemos acostumbrado a ver como si fuera el funcionamiento normal del mundo, sin otra opción? Hemos visto el abandono de este Estado en beneficio de intereses mezquinos, de una política cínica, estrecha de miras, delirante.
Lo que ocurre en este momento materializa el precio que Israel paga por haberse dejado seducir, durante años, por una dirección corrupta, que lo ha precipitado por una pendiente peligrosa, que ha desmembrado las instituciones del derecho y la justicia, los sistemas militares y educativos, que se ha mostrado dispuesta a poner en peligro su existencia para evitar que el primer ministro acabe en prisión.
Vale la pena reflexionar sobre aquello a lo que hemos contribuido durante años. Pensemos en la cantidad de energía, de reflexión y de dinero que hemos desperdiciado ante el espectáculo de la familia Netanyahu, con todo su drama a lo Ceausescu. En los grotescos trucos de prestidigitación que esta familia ha realizado ante nuestra mirada atónita.
En los últimos nueve meses, como sabemos, millones de israelíes se han manifestado cada semana contra el Gobierno y su jefe. Un proceso de una importancia incomparable que pretendía devolver a Israel a sí mismo, a la idea grandiosa y sublime, a su ideal inicial: fundar un Estado, hogar nacional del pueblo judío. Y no solo un hogar: millones de israelíes deseaban crear un Estado liberal, democrático, amante de la paz, pluralista, respetuoso de las creencias de cada individuo. En lugar de escuchar lo que el movimiento de protesta insinuaba, Netanyahu ha preferido descalificarlo, tacharlo de traidor, incitar al odio contra él, atizar el odio entre los bandos. Pero todo el tiempo, en cualquier ocasión, proclamaba lo poderoso y decidido que era Israel, y, sobre todo, preparado, preparado para detener cualquier amenaza.
Que se lo digan ahora a los padres rotos de dolor y al bebé arrojado a una cuneta. Que se lo digan a los rehenes, a quienes reparten como golosinas humanas entre las diferentes facciones. Que se lo digan a sus votantes. Que se lo digan a las 80 brechas en el muro más perfeccionado del mundo. Pero tenemos prohibido cometer errores y sembrar la confusión; a pesar de toda la ira contra Netanyahu, sus secuaces y su comportamiento, el horror de estos días no lo ha perpetrado Israel. Hamás es el autor. Desde luego, la ocupación constituye un crimen, pero maniatar a centenares de civiles, niños y padres, ancianos y enfermos, y pasar de uno a otro para dispararles a sangre fría es un crimen más atroz. Incluso en la jerarquía del mal hay una especie de “escala”. Hay grados de severidad del mal que el sentido común y el sentimiento natural saben distinguir. Y cuando observamos la masacre de la rave Tribe of Nova, cuando vemos a los terroristas de Hamás salir a toda velocidad en sus motocicletas persiguiendo a jóvenes, algunos de los cuales siguen bailando sin darse cuenta de lo que sucede, cuando vemos cómo los abaten, los persiguen como a animales salvajes y los ejecutan con aullidos de alegría... No sé si deberíamos llamarlos “bestias salvajes”, pero, sin ninguna duda, han perdido el lado humano.
Estos días y estas noches somos como sonámbulos. Esforzándonos para no dejarnos tentar y ver vídeos del horror, escuchar rumores; sintiendo cómo nos embarga el miedo de aquellos que, por primera vez desde hace 50 años —desde la guerra de Yom Kipur— toman conciencia del pánico de aquel para quien una posible derrota ya está marcada por un estigma inicial.
Qué seremos cuando resurjamos de las cenizas y volvamos a nuestra existencia y conozcamos en carne propia la tristeza de la sobria frase del poeta Haim Gouri tras la guerra de Independencia: “Qué numerosos son los que ya no están con nosotros”. Qué seremos, qué seres humanos, después de estos días, después de haber visto lo que hemos visto. ¿A partir de qué podremos empezar de nuevo después de esta catástrofe y de la pérdida de tantas cosas en las que creíamos, en las que confiábamos?
Una apuesta: después de la guerra, Israel estará mucho más a la derecha, agresivo, y también racista. La guerra que se nos ha impuesto graba en su conciencia los estereotipos y los prejuicios más extremistas y más odiosos que dictan —y que dictarán y profundizarán— las características de la identidad israelí. Identidad que en adelante abarcará a la vez el trauma de octubre de 2023, el contenido de la política y la gobernanza de Israel. La polarización, el desgarro interior.
El 7 de octubre de 2023, ¿se perdió para siempre, o congelada durante unos años, la remota posibilidad de un diálogo auténtico, de aceptación de la existencia de otro pueblo? ¿Y qué dicen los defensores de esa idea delirante de un “Estado binacional”? ¿Alguien cree aún que estos dos pueblos, Israel y los palestinos, dos pueblos a los que la guerra interminable ha pervertido, incapaces de ser siquiera primos uno del otro, podrían ser hermanos siameses? Se necesitarán muchos años, años sin guerras, para que sea posible pensar en la aceptación. Entretanto, solo podemos suponer la magnitud de los miedos y los odios derramados sobre el terreno de la realidad. Espero, ruego, que haya en Cisjordania palestinos que, a pesar de su odio hacia el Israel ocupante, se distancien, por sus actos o su condena, de lo que han cometido algunos miembros de su pueblo. Yo, como israelí, no tengo ningún derecho a predicar la moral ni a dictarles su comportamiento. Pero, como hombre, como ser humano, tengo todo el derecho —y el deber— de exigirles una actitud humana y ética.
Hace dos semanas, el presidente de Estados Unidos, el primer ministro de Israel y el príncipe heredero de Arabia Saudí evocaban con entusiasmo un acuerdo de paz entre Israel y Arabia Saudí. Se suponía que un acuerdo de este tipo reforzaría los pactos de normalización entre Israel, Marruecos y Emiratos. Los palestinos cuentan muy poco en estos acuerdos. Netanyahu, arrogante y rebosante de confianza en sí mismo, logró —según sus propias palabras— separar el problema palestino de las relaciones de Israel con los países árabes.
Este acuerdo también está ligado a lo que ocurrió durante el sabbat negro entre Gaza e Israel. La paz que él quería crear es una paz para ricos. Un intento de obviar el foco del conflicto. Los últimos días son la prueba de que es imposible empezar a remediar la tragedia de Oriente Próximo sin proponer una solución que alivie la carga de los palestinos.
¿Somos capaces de alejarnos de las fórmulas rutinarias y comprender que lo que ha ocurrido aquí es demasiado grande y temible para referirse a ello según paradigmas manidos? Ni siquiera la conducta y los crímenes de Israel en los territorios ocupados durante 56 años pueden justificar o atenuar lo que se ha revelado ante nuestros ojos. Hablo del odio abismal hacia Israel, de la dolorosa certeza de que nosotros, los israelíes, tenemos que vivir aquí con una vigilancia suprema y en permanente movilización para la guerra. A partir de un esfuerzo incesante por ser Atenas y Esparta a la vez, y a partir de una duda existencial respecto a la posibilidad de que algún día quizá podamos llevar una existencia normal, libre, sin amenazas ni miedos. Una vida estable y protegida. Una vida que podría tener un nombre: hogar.





























 

[ARCHIVO DEL BLOG] Hannah Arendt, en el recuerdo. [Publicada el 14/10/2012]










Hoy, 14 de octubre, se cumple el 106 aniversario del nacimiento de la pensadora norteamericana de origen judeo-alemán Hannah Arendt (1906-1975), sin duda alguna una de las filósofas (aunque ella detestaba que la definieran como tal y prefería el calificativo de teórica política) más importantes del siglo XX. 
No se me ocurre mejor homenaje a su memoria que esta recopilación de enlaces sobre su vida y su obra, de los que reseño especialmente aquellos que me han parecido más interesantes. Espero que sepan disculpar lo subjetivo de su elección.
De mi admiración por ella, aparte de lo que significa utilizar como seudónimo de mis publicaciones en Internet el anagrama "HArendt", da cuenta la veintena larga de entradas etiquetadas con la referencia "Hannah Arendt" solo en esta última etapa del blog, aunque estoy seguro que hay muchas más dispersas a lo largo del mismo. Les invito a visitarlas si lo desean.
Por su parte, en YouTube, existen más de un millar de vídeos sobre ella, muchos de ellos en español, de los cuales pueden verse algunos en el blog. 
Del centenar largo de referencias que "Revista de Libros", la más importante publicación de critica literaria en lengua española, le ha dedicado a lo largo de sus doce años de existencia, quisiera destacar especialmente dos de ellas.
La primera, aparecida en dicha publicación en febrero de 2008 con el título "Amistad y amor mundi: La vida de Hannah Arendt" y escrita por Jordi Ibáñez Fanés, es un documentado estudio crítico de las dos mejores biografías sobre ella, ambas con el escueto título Hannah Arendt. La primera, de la escritora norteamericana Elisabeth Young-Bruelh (Alfonso el Magnánimo, Valencia, 1997); la segunda, de la francesa Laure Adler (Destino, Barcelona, 2006). He leído ambas y les aseguro que son magníficas.
La otra referencia en "Revista de Libros" es de octubre de 1997, lleva el título de "Arendt y Heidegger: cuestiones privadas, consecuencias públicas", y está escrita por Cristina Sánchez Muñoz, comentando el libro Hannah Arendt y Martin Heidegger (Tusquets, Barcelona, 1996), de la escritora norteamericana de origen judeo-polaco Elzbieta Ettinger. Otro documentado estudio sobre la relación, íntima en sus inicios, pero sobre todo filósofica y personal, que a lo largo de toda su vida mantuvo Hannah Harendt con el controvertido (por su filonazismo) filósofo alemán Martín Heidegger, sin duda también, uno de los más influyentes y decisivos pensadores del pasado siglo.
Espero que todos los enlaces citados les resulten interesantes. Y sean felices, por favor, a pesar del gobierno. Tamaragua, amigos. HArendt










viernes, 13 de octubre de 2023

De la degradación de los servicios públicos

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz viernes. Mi propuesta de lectura para hoy, del escritor Jordi Amat, va de la degradación de los servicios públicos. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com









Lección del profesor pobre
JORDI AMAT - El País
08 OCT 2023 - harendt.blogspot.com

Dudo. Sobre el tema, sobre cómo estructurar esta columna. No sé si sería mejor empezar con la escena de Kenia buscando habitación en un portal o enfocar su coche entrando en el garaje del hospital Can Misses de Ibiza. Lo bueno de la primera opción: permitiría contemplar la angustia en el rostro de una joven profesora. Si no acepta la plaza estará dos años sin poder acceder a listas y verá interrumpida su trayectoria profesional, por eso está dispuesta a trabajar cobrando para malvivir porque tiene la esperanza del traslado definitivo cerca de casa. Pero desde un punto visual, para conmover al lector, hipócrita como yo, nada más intenso que seguirla durante su llegada a la plaza de aparcamiento. Momentazo. Desesperada, ha decidido que va a dormir, un día, dos, los que sean, pero por suerte allí descubrirá que no está sola. “Hola, me llamo Kenia”.
Otros trabajadores están en su misma situación. Un profesional de la hostelería. También un policía. Duermen en el coche porque no pueden pagarse ni remotamente un piso de alquiler ni una habitación. Hay centenares de testimonios relatando experiencias parecidas. La mayoría, docentes. Una buena lección. Y luego números que se dieron a conocer hace pocos días y que revelan un problema estructural en Baleares: faltaban profesores. Lo leo en el Diario de Ibiza: 22 en Mallorca, 20 en Menorca, 56 en Ibiza y 13 en Formentera. Al final Kenia encontró una solución. No pudo alquilar una habitación entera, de acuerdo, pero sí media por 490 euros mensuales (incluido el biombo para separarla del desconocido que dormía en el mismo cuarto por el mismo precio). Final feliz, aunque sin dejar de ser una trabajadora pobre.
Algo más de glamur tienen las peripecias que nos descubrió un reportaje de Lucía Bohórquez. Por ejemplo, Carla. La profesora que se despierta en Mallorca, cada mañana viaja en avión a Ibiza, llega en autobús al colegio, da sus clases, a las dos recoge sus cosas y realiza el viaje de vuelta para poder conciliar, tampoco podría pagar habitación y porque no quiere descolgarse de las listas. Si Carla fuese más joven a lo mejor estaría en la misma situación de Álex. Él está dispuesto a dormir en la playa, declaró a eldiario.es desde Formentera este inicio de curso, pero por ahora disfruta de la gran alternativa que ofrece el Govern: dormirá en un albergue. Podrá compartir experiencias. Se parecerán. La llegada para cubrir una baja en teoría de pocas semanas, luego la amenaza de la temporada de verano, el sueldo que ni de lejos permite sobrevivir y otra baja más. Alguno abandona. Otro Álex ahora trabaja de jardinero.
Aunque pocos casos como el de la enfermera que hace años trabajó precisamente en Can Misses y cambió de Pitiusa. Ahora, por fin, ella vive en un pequeño estudio que le consiguió una amiga en Formentera. Tal vez ya no tenga que comer cada día el menú del hospital donde trabaja —5,50 euros permiten ahorrar—, pero poco a poco podrá olvidar la situación límite a la que llegó durante un mes de agosto y parte de septiembre. No tenía donde vivir, no podía pagar habitación alguna porque llegaban los turistas. Al fin, aunque fuese ilegal, obtuvo permiso del vigilante: plantó su tienda de campaña en un terreno anexo al hospital y allí dormía antes de empezar la jornada laboral.
Y sigo dudando. Porque, ¿a quién le interesa leer una columna sobre la degradación laboral de los servicios públicos básicos —salud, educación— cuando lo que debe celebrarse son las inversiones extranjeras en nuestras ciudades globales o la suerte de tener centros turísticos de referencia que quieren visitar millones y millones de personas? Como mínimo, la ironía. La periodista Anna Pacheco se coló en el salón The District que reunió en Barcelona a directivos de los fondos de inversión de Real State. Se quedó sin tarjetas. Allí no parecía una distopía. Vendía un proyecto innovador: vivienda asequible usando la estructura de lavabos portátiles. Juntas dos y ya. Vaya mierda de columna.



























[ARCHIVO DEL BLOG] Corrupción, mentiras y política. ¿A quién creer ya?. [Publicada el 27/10/2014]












Esto más que un goteo es ya un chorro abierto sin control y una alcantarilla que revienta porque no da más de sí: solo en el día de hoy un exvicepresidente de la comunidad autónoma de Madrid y exsecretario general de su partido en esa comunidad, el presidente de la diputación provincial de León, un grupo de alcaldes en ejercicio y hasta una cincuentena de empresarios repartidos por toda España, detenidos por presunta corrupción... Es para no creer en nada ni nadie, pero el caso es que yo si creo que la inmensa mayoría de los políticos españoles son honrados, pero también creo, como dice el aforismo romano, que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. ¿Entonces, qué hacer? 
No soy dado a las grandes admiraciones. Por cumplir con mi personal ley de igualdad de género cito entre esas grandes admiraciones a dos mujeres, Hannah Arendt, teórica política estadounidense de origen judeo-alemán y a Simone Weil, filósofa francesa de origen judío, y a dos hombres, Emilio Lledó, filósofo y filólogo español y a Hans Küng, teólogo católico suizo. Por los cuatro siento una profunda admiración y respeto, tanto por la importancia de su obra intelectual como por el ejemplo de sus vidas. Y uno de ellos fue profesor mío en la Facultad de Geografía e Historia de la UNED; sólo por el privilegio de haberle conocido y tenido como profesor merecieron la pena todos los años de estudio.
Pero hoy sólo quiero traer a colación a Hans Küng, teólogo católico de renombre universal, consultor especial del Concilio Vaticano II por decisión expresa del papa Juan XXIII, y apartado fulminantemente de su cátedra de Teología en la Universidad alemana de Tubinga por el papa Juan Pablo II por oponerse públicamente al dogma de la infalibilidad pontificia.
No soy creyente. No lo era ya cuando leí durante unas vacaciones en Mallorca hace al menos cuarenta años la primera de sus grandes obras teológicas: "Ser cristiano". Seguí sin serlo después de leer con sincera admiración al menos una docena sus títulos posteriores. Y al día de hoy sigo ateo-no beligerante, a Dios gracias, diría yo. Pero no, desde luego, por culpa suya, porque reconozco que pocos libros existen con la profunda religiosidad y el rigor teológico de los escritos por Hans Küng. A sus casi 90 años, sigue empeñado en la elaboración de una ética de validez universal y del diálogo sin condiciones entre todas las iglesias. Y yo, sigo esperando con ilusión la publicación en español de la tercera parte de sus memorias. 
Hace unos años el diario El País publicó un interesantísima artículo suyo, hoy más que nunca de plena actualidad, titulado "¿Está justificada la mentira en política?" por el que desfilan George W. Bush, Henry Kissinger, Richelieu, Metternich, Bismarck, Theodore Roosevelt, Maquiavelo, Thomas Jefferson, Martín Lutero, Helmut Schmidt, Jimmy Carter, Bill Clinton y Monica Lewinsky..., entre otros. Hoy, oyendo justificarse ante sus electores a la presidenta del partido popular de Madrid y expresidenta de dicha comunidad autónoma, expresidenta del Senado y exministra, Esperanza Aguirre, y soplar plumas hacia arriba a la secretaria general del partido popular español, Dolores de Cospedal, o mirar hacia otro lado como si la cosa no fuera con él y con todos nosotros al presidente del gobierno de España, Mariano Rajoy, creo que merece la pena releer lo que en su día dijera un teólogo tan solvente como Hans Küng sobre la mentira y la política. Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt












jueves, 12 de octubre de 2023

De las identidades plurales

 








Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz jueves. Mi propuesta de lectura para hoy, del filólogo Juan Signes, va de las identidades plurales. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com







Identidades plurales: el ejemplo de Roma
JUAN SIGNES CODOÑER - Revista Babelia
16 SEPT 2023 - harendt.blogspot.com

Cuando en el año 212 el emperador Caracalla otorgó la ciudadanía a todos los habitantes del Imperio Romano, sancionó un modelo de Estado en el que los nuevos ciudadanos asumían abiertamente una identidad pública y estatal (la romanidad) preservando sus identidades individuales, determinadas por la cultura, lengua o patria de origen. Ese modelo no estuvo exento de tensiones territoriales y religiosas, sobre todo desde que, a fines del siglo IV, la ortodoxia cristiana dejó de ser un simple rasgo definitorio de la identidad pública y se hizo obligatoria en el ámbito privado. Pero, con todas sus limitaciones, esta identidad plural de varios niveles, creó un marco de convivencia con el que se identificaron múltiples “naciones” del Imperio durante más de mil años.
Para empezar, los propios griegos empezaron a llamarse “romanos” y renunciaron a su denominación de “helenos”, a pesar de ser orgullos defensores de su tradición cultural y lingüística. Así, cuando el emperador Justiniano decidió en el año 534 suprimir el latín como lengua de la administración, las élites griegas protestaron contra una decisión que, según ellas, privaba al Imperio de su identidad. No por casualidad la más importante gramática latina que conservamos fue escrita por Prisciano en Constantinopla en ese mismo siglo para los griegos que estudiaban latín. Los griegos no dejaron de llamarse “romanos” (rhomaioi en griego) ni siquiera después de que los turcos ocuparan los territorios del Imperio. Y no vincularon su identidad a territorio alguno: romanos eran los grecoparlantes de los Balcanes o Anatolia, Italia, Crimea o Palestina. Muchos griegos, incluso después de la independencia de Grecia en 1829, siguieron reivindicando la denominación de “romanos” como definitoria de su identidad, porque consideraban que era más integradora que la de “helenos”, impuesta por el romanticismo de las potencias aliadas que apoyaban entonces a Grecia. Incluso la milenaria comunidad griega de Crimea, establecida en Mariupol en época zarista, no ha dejado nunca de llamar “rumeika” a su lengua —hasta que en 2022 la invasión rusa rompió tristemente esta asombrosa continuidad—.
No sólo los griegos siguieron siendo griegos dentro de la identidad “romana”. Los gitanos, procedentes de India, se asentaron en el Imperio Romano en el siglo IX y recibieron de las autoridades el nombre de “intocables” (athinganoi en griego), de donde se deriva la denominación más extendida del pueblo en buena parte de Europa (zíngaros, Zigeuner…). Sin embargo, al igual que los griegos, ellos se denominaron “romanos”, por considerar al Imperio su nueva patria, denominación esta, la de “Roma”, que conservan hasta hoy también para su lengua, el “romaní”. No hay mejor ejemplo actualmente de una nación orgullosa sin Estado-Nación.
Algunas comunidades judías, a pesar de ser objeto de feroz persecución por parte de los emperadores romanos, acabaron también por integrarse en el Imperio y adoptar la lengua griega como propia. Estos judíos “romaniotas” preservaron su identidad sin Estado propio, como la mayoría de las comunidades judías hasta la creación del Estado de Israel.
Romanos se autodenominaron también los germanos que en la parte occidental del Imperio crearon un imperio rival del legítimo, cuya capital se había trasladado desde Roma a Constantinopla. Algo que quedó patente con su refundación como Sacrum Imperium Romanum por Otón I en el 962, casi dos siglos después de la coronación de Carlomagno.
La extinción del Imperio Romano (bizantino en la terminología moderna) en 1453 puso fin a la romanidad griega y dejó a la romanidad latina, en Occidente, el campo libre para convertir al latín en la lengua de comunicación de los europeos en el Renacimiento. Sin embargo, al mismo tiempo, Europa asistió a la constitución de nuevos Estados de identidades unívocas a costa de depuraciones y pogromos. Estos comenzaron en España donde se expulsó a los judíos en 1492 y luego a los moriscos entre 1609-1613. El proceso culminó en el siglo XX con hechos como el genocidio armenio, el holocausto judío o la guerra de Yugoslavia. El espíritu nacionalista ha ido creando Estados-Nación cada vez más pequeños en la Europa multicultural y puesto fin a los proyectos plurinacionales en los que las lenguas no reclamaban territorios exclusivos.
La Unión Europea podría representar la vuelta a esa identidad múltiple que encarnan los viejos imperios, pero para ello deberá encajar el sentimiento nacionalista con los valores democráticos y crear un modelo de identidad tan sólido como el que tuvo la romana para tantos pueblos que preservaron bajo su paraguas sus propias esencias. Para eso se necesita tiempo y estabilidad: Roma tardó siglos en crear un identidad colectiva, reforzada por la sensación de protección que el Imperio ofrecía a sus súbditos. La Unión Europea todavía no ha alcanzado el siglo de existencia, pero si sobrevive a los retos de este mundo en cambio quizás pueda consolidar un modelo de identidad plural que ofrezca una alternativa sólida a los nacionalismos excluyentes que crean identidades cerradas en contra de los flujos humanos que determinan el progreso en la Historia. Las Humanidades, arrinconadas por los políticos tecnólatras, pueden ser útiles para construir un futuro mejor a través del conocimiento del pasado.






























[ARCHIVO DEL BLOG] El concepto de Hispanidad. [Publicada el 03/11/2018]











¿Es Hispanidad una mala palabra?, se pregunta en el diario El País el escritor Mario Vargas Llosa. Gracias a la llegada de los españoles, comenta, América Latina pasó a formar parte de la cultura occidental y a ser heredera de Grecia, Roma, el Renacimiento y el Siglo de Oro.
En un artículo muy bien escrito, como suelen ser los suyos, comienza diciendo Vargas Llosa, Antonio Elorza explica el disgusto que le causa la palabra Hispanidad, que asocia al racismo nazi y al franquismo. A mí su texto me recordó a los indigenistas, que la asociaban sobre todo a los “horrores de la conquista española”, es decir, a la explotación de los indios por los encomenderos, a la destrucción de los imperios inca y azteca y al saqueo de sus riquezas. Quisiera discutir esos argumentos negativos y reivindicar esa hermosa palabra que, para mí, más bien se asocia a las buenas cosas que le han ocurrido a América Latina, un continente que, gracias a la llegada de los españoles, pasó a formar parte de la cultura occidental, es decir, a ser heredera de Grecia, Roma, el Renacimiento, el Siglo de Oro y, en resumidas cuentas, de sus mejores tradiciones: los derechos humanos y la cultura de la libertad.
La conquista fue horrible, por supuesto, y debe ser criticada, al mismo tiempo que situada en su momento histórico y comparada con otras, que no fueron menos feroces, pero que, a diferencia de la que integró América al Occidente, no dejaron huella positiva alguna en los países conquistados. Y es preciso también recordar que España fue el único imperio de su tiempo en permitir en su seno las más feroces críticas de aquella conquista —recordemos sólo las diatribas del padre Bartolomé de las Casas— y de cuestionarse a sí misma sobre ese tema, estimulando un debate teológico sobre el derecho a imponer su autoridad y su religión sobre los habitantes de aquellos territorios.
La situación de los indígenas es bochornosa en América Latina, sin duda, pero, hoy, las críticas deben recaer sobre todo en los Gobiernos independientes, que, en doscientos años de soberanía, no sólo han sido incapaces de hacer justicia a los descendientes de incas, aztecas y mayas, sino que han contribuido a empobrecerlos, explotarlos y mantenerlos en una servidumbre abyecta. Y no olvidemos que las peores matanzas de indígenas se cometieron, en países como Chile y Argentina, después de la independencia, a veces por gobernantes tan ilustres como Sarmiento, convencidos de que los indios eran un verdadero obstáculo para la modernización y prosperidad de América Latina. Para cualquier latinoamericano, por eso, la crítica a la conquista de las Indias tiene la obligación moral de ser una autocrítica.
Las civilizaciones prehispánicas alcanzaron altos niveles de organización y construyeron soberbios monumentos. Desde el punto de vista social, se dice que los incas eliminaron el hambre de su vasto imperio; que en él todo el mundo trabajaba y comía. Una formidable hazaña. Pero, no nos engañemos; pese a todo ello, eran todavía sociedades bárbaras, donde se practicaban los sacrificios humanos y donde los fuertes y poderosos sometían brutalmente y esclavizaban a los débiles.
Gracias a la Hispanidad varios cientos de millones de latinoamericanos podemos entendernos porque nuestro idioma es el español, una lengua que nos acerca y nos enlaza dentro de una de las muchas comunidades que constituyen la civilización occidental. Qué terrible hubiera sido que todavía siguiéramos divididos e incomunicados por miles de dialectos como lo estábamos antes de que las carabelas de Colón divisaran Guanahaní. Hablar una lengua —haberla heredado— no es sólo gozar de un instrumento práctico para la comunicación; es, sobre todo, formar parte de una tradición y unos valores encarnados en figuras como las de Cervantes, Quevedo, Góngora, Santa Teresa, San Juan de la Cruz, y de aportes nuestros tan singulares a ese legado como Sor Juana Inés de la Cruz y el Inca Garcilaso de la Vega, para nombrar sólo a dos clásicos.
Yo no soy creyente, pero muchos millones de hispanoamericanos lo son, y la religión, o el rechazo de la religión, son dos maneras de prolongar en América unas formas de ser y de creer que proceden de Occidente y refuerzan nuestra pertenencia a la civilización que —hechas las sumas y las restas— ha contribuido más a humanizar la vida de los seres humanos y a su progreso material y social. También forman parte de la tradición occidental las satrapías y el fanatismo, y esas siniestras dictaduras como las de Hitler y de Franco, pero sería mezquino y absurdo considerar que es esa deriva del Occidente —como el antisemitismo— la que se encarna en la Hispanidad, un concepto que esencialmente se refiere a la muy rica lengua en la que nos expresamos más de quinientos millones de personas en el mundo de hoy.
La Hispanidad es un concepto muy ancho, por supuesto, y aunque sin duda los conquistadores se cobijan en él, y también los inquisidores, y los dictadorzuelos de toda índole que ensucian nuestra historia, en él están presentes los mejores pensadores y poetas y luchadores por las buenas causas —la libertad, la más importante de ellas— que hemos tenido en España y en América, y los héroes civiles y anónimos que dedicaron su vida a ideales que siguen siendo actuales y admirables. Sería aberrante creer que España es sólo Franco; también lo son los millones de demócratas que sufrieron por serlo persecución, cárcel y fusilamiento, o un exilio de muchos años.
La Hispanidad en nuestros días es la transición pacífica que asombró al mundo por la sensatez que mostraron los dirigentes políticos de todos los partidos y tendencias y la Constitución más admirable de la historia de España que ha garantizado las instituciones democráticas y el extraordinario progreso que ha vivido el país en estos cuarenta años de libertad. Soy testigo de esto que digo. Llegué a Madrid como estudiante en agosto de 1958 y España era entonces un país subdesarrollado, con una dictadura severísima y una censura tan estricta que tenía a la sociedad como embotellada en una atmósfera de sacristía y cuartel, donde había que sintonizar todas las noches la radio francesa para enterarse de lo que estaba ocurriendo en España y en el resto del mundo. Viajar en aquellos años por ciertas regiones era encontrarse con pueblos sin hombres —se habían ido a trabajar a Europa—, de pésimas carreteras y unos niveles de pobreza que se parecían mucho a los de América Latina. La transformación de este país en pocas décadas ha sido poco menos que prodigiosa, un verdadero ejemplo para el mundo de lo que es posible hacer cuando se trabaja y se vive en libertad y se aprovechan las oportunidades que permiten el ser parte de una Europa en construcción.
En aquellos dos primeros años de mi estancia en Madrid sólo soñaba con terminar las clases en la Complutense y partir a París. Muy ingenuamente asociaba Francia con un paraíso de las letras y las artes y los debates políticos de ese elevado nivel que permitían y estimulaban una alta cultura y la libertad. Buscando eso mismo, hoy llegan a España muchos jóvenes de toda América Latina, artistas, escritores, músicos, bailarines, que vienen aquí buscando aquello que hace unas décadas buscábamos nosotros en París. El 12 de octubre celebra, no los años oscuros y la pesada tradición de censura, represiones, guerras civiles y oscurantismo, sino que la España de hoy día haya dejado atrás todo aquello y ojalá que sea para siempre. No hay razón alguna para avergonzarse de lo que representa la palabra Hispanidad, la que, dicho sea de paso, ahora rima con libertad.
Y sobreabundando en lo dicho por nuestro Premio Nobel, les invito a leer el "A vuelapluma" del próximo miércoles, 7 de noviembre, que va de tolerancias y leyendas, algunas negras-negrisímas, sobre españoles, pero también británicos, que no iban a ser menos. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt