Reseña el escritor boliviano Hugo Estenssoro en su artículo "El hemisferio intelectual" (Revista de Libros, junio 2011), un durísimo juicio sobre los intelectuales tomado del autor de "1984", "Homenaje a Cataluña", o "Rebelión en la granja", que dice así: "Tal vez la observación más inmisericordemente lúcida sobre la cuestión de los intelectuales sea la de George Orwell (1903-1950) cuando indica, un poco al desgaire, que hay cosas que sólo un intelectual puede tragarse". Pocas líneas después, ya de su cosecha, Estenssoro se despacha contra la clase política: "Los políticos y los criminales comunes, tienden a ver en el espejo una imagen diferente a la que el resto de la humanidad cree ver en ellos". Y aún en la misma página dice sobre el mundo académico que su "bárbara jerga disimula mal la escasez de información concreta, ordenada y coherente". Pero no siempre es así, al menos para mí, aunque en términos generales comparta el juicio de Estenssoro. Para confirmarlo, ahí están los escritos y opiniones del español José Luis Sampedro, el estadounidense de origen británico recientemente fallecido Tony Judt, o el israelita David Grossman.
El hecho es que un artículo de un escritor israelí, David Grossman, a quien admiro profundamente, titulado "Una ventana a un futuro diferente", (El País, 7/8/2011) sobre los movimientos de protesta social que están, revolviendo más que socavando, los cimientos de la aparentemente monolítica sociedad israelí, me ha llevado a reflexionar sobre el hecho de si aún queda algo válido de aquella esplendorosa explosión de entusiasmo ciudadano que sacudió a la amodorrada, de nuevo aparentemente, juventud y sociedad española el pasado 15 de Mayo. Lamentablemente, mi juicio, personal y apresurado, es que aquel estallido de energía se está evaporando y diluyendo en una heterogénea mescolanza de demócratas convencidos de "¡Democracia real, ya!", los indignados (con razón, la mayoría, y con poco juicio, algunos) parados, hipotecados, revienta-manifestaciones-interesados, antipapistas, provocadores a sueldo, antisistemas y meros juerguistas. Siento que mi juicio sea tan duro, pero es como lo veo.
Para mí, lo mejor del "15-M" se resumió en "Más cerca del consenso de mínimos", un reportaje de Carmen Pérez-Lanzac, en El País del 26/5/2011, a los pocos días de estallar el espontáneo movimiento de protesta protagonizado sobre todo por nuestros jóvenes. Y ese consenso consistía en la necesidad perentoria de acometer una:
1º. Reforma electoral encaminada a una democracia más representativa y de proporcionalidad real y con el objetivo adicional de desarrollar mecanismos efectivos de participación ciudadana.
2º. Lucha contra la corrupción mediante normas orientadas a una total transparencia política.
3º. Separación efectiva de los poderes públicos.
4º. Creación de mecanismos de control ciudadano para la exigencia efectiva de responsabilidad política.
Añadamos a eso la exigencia de que los responsables de la crisis lo paguen social, económica y penalmente (algo por cierto, que no está en manos de los gobiernos nacionales europeos, o al menos solo en las suyas), que las autoridades de la Unión Europea -sobre todo- y de los Estados Unidos, supediten de una vez ver por todas la economía a la política, poniendo coto a los especuladores internacionales financieros y las ínfulas endiosadas de las agencias privadas de calificación, y que la educación -de la infantil a la universitaria- y la formación profesional y laboral de nuestros jóvenes sea la prioridad absoluta de todos los gobiernos. Todo lo demás, sinceramente, pienso que son zarandajas.
Les recomiendo que vean los vídeos que acompañan la entrada: un extenso resumen de lo acontecido en los primeros días que siguieron al estallido del movimiento del 15-M, y la extensa entrevista que el periodista Iñaki Gabilondo realizó con tal motivo al pensador, escritor, economista, y siempre polémico, José Luis Sampedro, y por supuesto, que lean el artículo de David Grossman, y el reportaje de Carmen Pérez-Lanzac.
Si lo desean, pueden dejar constancia de la opinión que les ha merecido la entrada en las casillas que figuran al pie de la misma.
Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt
Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt