jueves, 7 de mayo de 2020

[A VUELAPLUMA] Nostalgias




Dibujo de Martín Elfman para El País


Sería desear, comenta en el A vuelapluma de hoy jueves [Nostalgia de libertad. El País, 30/4/2020] el periodista y exdirector de El País, Antonio Caño, que la conducta obediente de los ciudadanos durante el confinamiento respondiera a la confianza en las autoridades y en las fuentes de información y no al miedo al virus o a las multas.

Confieso mi sorpresa -comienza diciendo Caño- por la disciplina y abnegación con que los ciudadanos españoles llevan el confinamiento al que están obligados desde hace ya casi dos meses. Sería mejor si su conducta obedeciera a su confianza en las recomendaciones de las autoridades y de las fuentes de información a las que acceden y no simple consecuencia del miedo al virus o a las multas. En todo caso, el confinamiento es toda la respuesta que los Gobiernos de todo el mundo han encontrado hasta ahora a esta amenaza y los españoles la siguen a rajatabla, mejor que nadie.

Aunque esto sea motivo de celebración, creo que debe ser también una oportunidad para la reflexión. Permanecer encerrados en casa durante tan largo periodo de tiempo no es un sacrificio menor. La libertad de un individuo empieza con la libertad de movimientos. Andar, desplazarnos de un lugar a otro, es lo primero que hacemos en la vida, antes incluso de tener conciencia de nuestro ser. Todas las demás libertades vienen como complemento de esta tan básica. Un preso puede ver su sentencia rebajada al arresto domiciliario, pero aún es una condena. Por ser tan elemental y primaria, la libertad de movimientos resulta tan natural. Todas las grandes oleadas migratorias de la humanidad fueron fruto del instinto humano de desplazarse de un lugar a otro en una eterna búsqueda de satisfacción.

Es conveniente, por tanto, plantearnos qué efectos puede tener una pérdida tan prolongada de esa libertad y cómo va a afectar eso a todas las demás libertades. En definitiva, en qué medida puede degradarse nuestra condición de hombres y mujeres libres, hasta qué punto estamos haciendo un sacrificio que puede, a la larga, actuar en detrimento de las sociedades democráticas en las que vivimos. Es muy posible que, por razones de supervivencia, no quede más remedio que hacer lo que estamos haciendo. No lo dudo. Pero aun así, sería oportuno que, junto al debate sanitario, se generara otro político sobre nuestra realidad y nuestro futuro.

Es posible y necesario discutir lo que hacemos con nuestra democracia al mismo tiempo que discutimos lo que hacemos con nuestra salud. Tenemos que asegurarnos de que el Gobierno no confunda nuestra disciplina con docilidad y de que la “nueva normalidad” no equivalga a una pérdida de nuestros derechos. Ya se han producido alrededor del mundo algunos signos del peligro de que la pérdida de la libertad de movimiento sea aprovechado para la incautación de otras libertades. A rebufo del silencio provocado por el coronavirus, el Gobierno chino ha incrementado la represión contra los líderes de las protestas en Hong Kong. En Líbano han crecido las detenciones de opositores. Chile ha postergado el referéndum constitucional con el que el Gobierno había transigido después de meses de manifestaciones. Incluso en Estados Unidos existe el temor a un retroceso democrático, incluido el retraso de las elecciones del próximo mes de noviembre. El candidato demócrata, Joe Biden, ha alertado públicamente sobre la posibilidad de que Donald Trump pueda intentarlo con la excusa del peligro para la salud.

La suspensión de unas elecciones son el grado máximo de degradación de nuestro sistema político. Corea del Sur, que votó en medio de la pandemia con cerca de un 70% de participación, la mayor en 30 años, es un ejemplo de que puede hacerse compatible la preocupación por la salud y por nuestra democracia. Existen hoy, afortunadamente, medios y tecnología suficiente, al menos en los países desarrollados, para poder votar sin poner en peligro a los ciudadanos. “La causa global de la democracia se vería gravemente debilitada si las naciones occidentales fracasan a la hora de celebrar elecciones libres, justas y seguras”, afirma un editorial de The Washington Post.

Nuestra salud democrática exige seguir votando, pero no solo; necesitamos seguir ejerciendo nuestros derechos al máximo posible y gozando de nuestra libertad con los límites mínimos exigidos para hacerla compatible con la vida. Esa es la responsabilidad y la obligación de nuestros Gobiernos. Nuestros dirigentes deben, por supuesto, seguir las indicaciones de los expertos sanitarios en una situación de tanto riesgo para la población. Pero eso no puede ser excusa para la dejación de responsabilidades políticas o la negligencia; mucho menos, para la merma injustificada de nuestra condición de ciudadanos.

Las difíciles circunstancias sanitarias actuales no deben impedir que cada cual y cada institución cumplan con sus obligaciones. El primero, el Gobierno, al que le corresponde asumir la responsabilidad de dirigir y administrar el país, asesorado por expertos, como siempre debería de ser, pero no sustituido por ellos. Solo el Gobierno, no los expertos, debería ser capaz de tomar las decisiones equilibradas que concilian intereses diversos en busca del bien común. Es al Gobierno también al que corresponde la creación del clima político adecuado para vertebrar a la sociedad y fomentar la solidaridad y la colaboración. Es el Gobierno el que tiene que fomentar el diálogo y los acuerdos con otras fuerzas en busca del mayor respaldo posible a sus medidas.

Es al Gobierno al que corresponde eso, y no a la oposición, cuyo papel en una democracia es el del control y la vigilancia, el de analizar las decisiones del Ejecutivo y criticarlas o respaldarlas de acuerdo a su criterio y ante la mirada de los votantes, que se pronunciarán después. Incluso en circunstancias excepcionales, la oposición no puede eludir su obligación fundamental de ser una alternativa al Gobierno constituido. Para eso existe.

Como los medios de comunicación no pueden renunciar a la crítica constante. No he visto en Estados Unidos, con cerca de 60.000 muertos por el virus, una reducción de la crítica a Trump. The New York Times publicaba ayer en doble página un análisis de las 260.000 palabras pronunciadas por el presidente desde el comienzo de esta crisis, con todas sus contradicciones, inexactitudes y mentiras. Trump sigue empeñado en administrar la verdad y en combatir la supuesta difusión de bulos. Cuando un Gobierno se atribuye la autoridad de intervenir en el contenido de la información, con poderes diferentes al que la ley pone en manos de cualquier ciudadano, está atacando la raíz de la libertad de expresión. Lo mismo que cuando inunda los medios públicos con la verdad oficial.

Quizá tengamos que seguir encerrados en casa, pero cada uno tiene que estar en su lugar en la defensa de nuestra libertad y nuestra democracia: los ciudadanos no son los vigilantes de sus vecinos, el Parlamento ha de seguir siendo el lugar en el que el Gobierno responda y los jueces deben continuar con los procedimientos esenciales para que no se produzca una situación de desprotección y desamparo entre la población. Contamos con recursos técnicos para que así sea.

Cualquier gobernante, incluso democrático, ha soñado secretamente alguna vez con un paradisiaco escenario en el que la gente permaneciera en silencio en sus casas y todas las instituciones acalladas por fuerza mayor. No es la primera vez que los líderes políticos se encuentran ante circunstancias que hacen su poder casi absoluto. Ahí es donde se comprueba la estatura de cada cual. El historiador Jon Meachan cuenta que una de las cosas que aprendió John Kennedy en la crisis de los misiles fue la necesidad de imponerse a sí mismo límites al enorme poder que tenía en sus manos, incluido el botón rojo. La estrategia de Trump, en cambio, tal como la describe Michael Gerson, es la de aprovechar sus privilegios —incluido el de las constantes comparecencias televisivas— para dividir al país, satanizar al adversario y polarizar hasta tal punto la situación que solo queden dos grupos: “Los que creen su versión y los que llegan a la conclusión de que no existe ninguna versión que merezca ser creída”.


A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 





La reproducción de artículos firmados por otras personas en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt





Entrada núm. 5995
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[ARCHIVO DEL BLOG] Europa como medio, y no como fin. Publicada el 20 de noviembre de 2009




Una sesión del Parlamento europeo, Estrasburgo


¡Enhorabuena! La Unión Europea ya tiene su primer "Presidente" (Presidente del Consejo Europeo) estable y su primera "Ministra de Asuntos Exteriores" (Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y de Seguridad Común) reforzada: Herman Van Rompuy, democristiano, flamenco, y hasta ahora primer ministro de Bélgica, y Catherine Margaret Ashton, socialista, británica, ex-presidenta de la Cámara de los Lores, y actual comisaria europea de Comercio, respectivamente. Y el francés Pierre de Boissieu, como Secretario General del Consejo Europeo.

No comparto las críticas que ya están surgiendo de muy diversos ámbitos a esos nombramientos, sobre todo, una que me asombra por lo que tiene de poco conocimiento, de desvergüenza, o de ambas cosas a la vez. Me refiero a la que achaca a estos nombramientos un "deficit democrático", insalvable, a juicio de algunos.

Los 27 Jefes de Estado y de Gobierno que componen el Consejo Europeo han sido elegidos, todos, sin excepción, democráticamente. ¿Cómo es posible entonces achacar un déficit democrático originario a quiénes ellos eligen para presidirlos y dirigir la política exterior que ellos mismos definen?

Segunda objección: Se trata de personalidades con un perfil político "bajo". Me gustaría saber que entienden los "críticos" por un perfil político "bajo". Ángela Merkel, una democristiana protestante procedente de la recién incorporada Alemania Oriental es hoy, con toda seguridad, la líder política más valorada de la Unión Europea. ¿Alguien sabía quién era Ángela Merkel antes de ser elegida canciller de la República Federal Alemana?

Presidir Bélgica no es cualquier cosa. Hay que tener muchas habilidades políticas para dirigir el gobierno del país, con toda seguridad más complejo de gobernar de toda Europa Occidental, partido en dos por la lengua, la religión, el origen territorial, y las competencias políticas compartidas, en una confederación "de hecho" entre valones y flamencos. La Cámara de los Lores británica es una antigualla, sin duda, pero existe y funciona. Es una institución casi milenaria y no creo que su presidencia se encomiende a cualquiera.

Quizá estamos pidiendo y esperando mucho de la Unión Europea. Y creo que tiene mucho de razón el profesor británico Timothy Garton-Ash, profesor de Estudios Europeos y titular de la prestigiosa cátedra "Isaiah Berlin" del St. Anthony´s College de la Universidad de Oxford y profesor titular de la Hoover Institution de la californiana Universidad de Stanford, cuando dice que deberíamos atender más a construir Europa como "medio" que como "fin": "El próximo capítulo de Europa comienza hoy" (El País, 15/11/09).

El Estado, que no es otra cosa como definición que una sociedad organizada políticamente, nació para atender y resolver los problemas y necesidad de sus ciudadanos, especialmente, su seguridad. La tentación de ver el Estado como fin en sí mismo, y no como medio, conduce al absolutismo, primero, y al totalitarismo, después. Es una experiencia histórica contrastada.

Quien no quiera ver los enormes progresos que la Unión ha traído a una Europa que en los últimos cien años se ha enfrentado en su suelo a dos devastadoras guerras mundiales, dictaduras, experiencias totalitarias, genocidios e infinidad de guerras civiles, o es que es un cínico, o lisa y llanamente lo que en lenguaje coloquial llamaríamos un gilipollas. Para no ir tan lejos, ¿algún europeo actual desearía volver a la Europa de hace sólo veinte años? Supongo que sí, que haberlos los habrá; yo no, desde luego. HArendt



El profesor Timothy Garton Ash



La reproducción de artículos firmados por otras personas en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





HArendt




Entrada núm. 5994
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[SONRÍA, POR FAVOR] Es jueves, 7 de mayo






El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...





















La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 





HArendt




Entrada núm. 5993
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

miércoles, 6 de mayo de 2020

[PENSAMIENTO] Sobre la libertad




Dibujo de Eva Vázquez para El País


Miles de millones de personas de todo el mundo, comenta el periodista, escritor y académico de la RAE, Juan Luis Cebrián [El País, 3/5/2020], han visto violado el regalo de la libertad en los últimos meses por decisiones políticas o administrativas, a fin de garantizar la salud de la población.

"Decía don Quijote a su escudero -comienza diciendo Cebrián- que la libertad es uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los cielos. Miles de millones de personas de todo el mundo han visto violado ese regalo en los últimos meses por decisiones políticas o administrativas, a fin de garantizar la salud de la población. Por la libertad y la honra, añadía nuestro Alonso Quijano, se puede y debe aventurar la vida. Si hemos asumido pacíficamente este particular cautiverio, ahora encaminado al disfrute de la condicional, no ha sido tanto por salvar las nuestras, como por proteger las ajenas.

Comprendo el estupor y aturdimiento de los gobernantes de la Tierra a la hora de hacer frente a un fenómeno de magnitudes y perfiles desconocidos hasta el momento. Pero eso no justifica las estupideces que propagan desde sus elevadas magistraturas. En los años recientes el populismo y la corrupción se aliaron en algunas democracias para entregar el poder a buen número de idiotas. No es la norma imperante, aunque tampoco la excepción, y no solo afecta a quienes ejercen el mando sino en demasiados casos también a quienes aspiran a hacerlo. Antes o después el coronavirus pasará factura a todos ellos. De modo que cuando acabe el actual barullo será urgente someter el sistema a revisión, si no queremos verlo perecer.

Fruto de la mediocridad ambiente, uno de los debates a que asistimos es sobre la prevalencia de la salud frente a la economía. Nos lo ahorraríamos si los protagonistas de tan encendida discusión consultaran qué entiende por salud la Organización Mundial de la misma. Desde su fundación en 1948, la define en sus estatutos como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de afecciones o enfermedades”. El médico chino Szeming Sze, que participó en la redacción de dicho enunciado, la justificó debido a su preocupación por la prevención sanitaria y no solo por la asistencia. En la actual pandemia no han sido previsores la mayoría de los Gobiernos, el español en absoluto, y el bienestar social que la salud implica se ha visto y se verá perjudicado por la paralización del sistema productivo, de cuyas consecuencias han de derivarse nuevas crisis.

Para justificar las medidas extraordinarias que están tomando, alguna de difícil encaje legal, la mayoría de los políticos enfatizan que el desastre económico que ya padecemos es el peor desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Hay que preguntarse pues por qué no se inspiran en algunos de los métodos de entonces. La evocación del Plan Marshall por parte del primer ministro español en nada tiene que ver con la realidad que hoy vivimos. Fue financiado exclusivamente por Estados Unidos para ayudar a los países europeos tras la contienda, diezmadas como estaban sus poblaciones, con infraestructuras arrasadas, escasez de alimentos o viviendas, y víctimas de una ruina generalizada. Pero mucho antes que dicho plan, tan pronto como en agosto de 1940, Churchill ya había impulsado modelos para la reconstrucción después del conflicto, que no terminaría hasta cinco años más tarde. En 1943, en el seno de Naciones Unidas se firmó la instalación de la UNRRA, una oficina de reparación económica de carácter multilateral. Keynes participó en sus preparativos, como prólogo a la conferencia de Bretton Woods. El proceso se llevó a cabo, según cuenta Arnold Toynbee, en pleno apogeo de la guerra y simultáneamente al desarrollo de las operaciones militares. Algo que, por comparación, echamos de menos en el actual entorno que algunos describen como si de un conflicto armado se tratara. No estamos en una guerra por más que la metáfora encandile a los del conmigo o contra mí, ni es necesario elegir entre salud y economía si se contempla esta como una parte del completo bienestar social, evidentemente hoy amenazado.

La covid-19 es una amenaza global, por lo que merecía una respuesta temprana también global. Pero los organismos de cooperación no funcionaron. La pulsión nacionalista se adueñó de todos los Gobiernos, muchos de ellos envueltos en procesos electorales o plebiscitarios. Alemania, Francia y Austria se apresuraron a cerrar sus fronteras sin ni siquiera consultar con sus socios de la Unión. La desorganización interna de esta ha sido palpable y las controversias respecto al proceso de reconstrucción ni siquiera disfrutan de una cierta coherencia en el seno del Eurogrupo. Los salvamentos a empresas nacionales por parte de sus respectivos Gobiernos están a la orden del día; responden a necesidades objetivas pero pueden vulnerar directivas comunitarias y leyes de la competencia en detrimento de otros operadores. La construcción de Europa corre peligro. El G20 sigue desaparecido de hecho y asistimos a una expansión indiscriminada de políticas monetarias que hacen prever una crisis global de deuda. Algunos creen que esto es el fin de la globalización, o que la misma será también confinada y puesta en cuarentena. Las pulsiones autoritarias se extienden por doquier. Trump, pero no solo él, señala sin ambages a China como responsable de la extensión del virus, preparándose para exigir reparaciones, después de haberle infligido castigos por doquier en el marco de la guerra comercial. A pesar de todo ello, nos hablan del regreso a una nueva normalidad. Quizá la logremos algún día, pero no es de prever en un año o dos, porque el mundo va a cambiar sustancialmente, ya ha comenzado a hacerlo. Se necesita una reconstrucción de las relaciones internacionales que llevará tiempo y afectará tanto a las decisiones globales como a las locales.

Las instituciones emanadas de la victoria aliada frente al nazismo han sido, tras la deserción soviética, la columna vertebral del desarrollo político y económico de Occidente. Ahora resultan clamorosamente insuficientes. Es del todo absurdo que China no tenga un peso relevante en el FMI y el Banco Mundial o que las grandes economías del mundo, todas basadas en modelos de crecimiento capitalista, sean incapaces de encarar conjuntamente una reforma del sistema que garantice el bienestar social. A ello se puede llegar mediante el pacto o la confrontación, en principio fundamentalmente comercial, aunque no es de descartar una escalada bélica en determinados escenarios. En semejante situación, lo que se necesita no es tanto un nuevo Plan Marshall —aunque bienvenido sea si llega a producirse— como un nuevo Bretton Woods: una conferencia internacional que acuerde las bases del funcionamiento financiero, monetario y comercial en la nueva civilización que se inaugura.

Por lo demás, dadas las circunstancias, la suposición del presidente español de que la legislatura durará los cuatro años de rigor parece un ensueño, y a no pocos una pesadilla. Su gestión de la crisis es criticable no tanto por los resultados como por el método. Lejos de convocar desde el primer momento a las fuerzas políticas a un proyecto nacional de reconstrucción, y no solo para salvar vidas, se le ve atrincherado en su escuálida mayoría parlamentaria, llamando a la unidad sin ningún sentido autocrítico ni ánimo de participación. Me ahorraré los ejemplos, pues ya hay muchos que se encargan de exhibirlos. Tampoco la oposición se comporta mucho mejor. En ningún caso se han escuchado ofertas mutuas reales para que la lucha contra el virus y el esfuerzo de recuperación se lleven a cabo de forma solidaria. Oímos en cambio muchos reproches e insultos. Es verdad que de esta no saldremos si no actuamos todos juntos, o al menos una gran mayoría, pero no habrá unidad mientras los dos principales grupos parlamentarios que han gobernado este país durante las pasadas cuatro décadas sean incapaces de establecer un programa conjunto, no excluyente respecto al resto de las fuerzas políticas. Apresúrense a hacerlo antes de que nos salga por ahí cualquier Quijote dispuesto a alancear gigantes en defensa de su honra. O de su libertad".




El escritor Juan Luis Cebrián



La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





HArendt




Entrada núm. 5991
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[SONRÍA, POR FAVOR] Es miércoles, 6 de mayo





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...






















La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 





HArendt




Entrada núm. 5990
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

martes, 5 de mayo de 2020

[A VUELAPLUMA] Cenizas





"Confundimos el lunes con el sábado y nos da igual. Ya son otras horas, otros minutos, escribe el pintor Joan-Pere Viladecans en el A vuelapluma de este martes [De camino a las cenizas. La Vanguardia, 24/4/2020]. Las horas lentas de los tiempos analógicos también apuntilladas. Sólo tenemos delante un folio blanco en blanco. Puro hielo. Los días sin cola escapando sin más, como las anguilas entre las manos. Habitamos un delirio que nunca hubiéramos imaginado. Y un ambiente de víspera que se prorroga. Nunca los puntos suspensivos tuvieron tanto argumento. Y tanto sentido. Meses abrazados a un inmenso interrogante. La gran encrucijada para la humanidad: el reloj a punto de volverse del revés, pero ¿cuándo? Dependerá de esa bola algodonosa llena de trompetillas de marciano, de ese puto virus carroñero, arañando la indefensión de los mansos, de los disciplinados, de los particulares. Todos desprotegidos, practicando una candorosa obediencia solidaria. Para que luego digan del carácter de la ciudadanía anarcoibérica con tendencia al cabreo. Miedo. Incógnita. Para muchos: quizá la nada. No será el fin del mundo, pero será el fin de muchos mundos. Que alguien guarde los recuerdos para la reconstrucción. Material para arqueólogos. Poetas abstenerse.

Hacía mucho que el planeta entero no tenía un enemigo común y nunca habían coincidido tantos tontos gobernando. Bobas y bobos. Cuando llegue la época de los supervivientes estos deberían pedir cuentas. Las veces que lamentaremos que la incompetencia no se cure con pastillas. La retórica del argumentario político –una ducha escocesa incesante–, a estas alturas del drama, resulta repugnante. Comercian con agonías, trafican con cifras, esconden muertes… ¡que pronto se han olvidado de los que los han votado! Una pandemia asesina global, la humanidad justo al borde del barranco de la calamidad y ellos politizándolo todo: epidemiólogos, virólogos, expertos en salud pública, periodistas, tertulianos, encuestadores… Todo sirve como botín electoral. Esta ideologización sistemática supone el gran fracaso moral de la política. El conflicto con la ética.

Y en el alma: un aguafuerte trágico, una perspectiva renacentista, hileras de ataúdes anónimos. La larga avenida del insomnio. Muertes después de una vida de sacrificio que nos hizo posibles. La muerte sin ritual, sin despedida, sin susurro, sin el bisílabo adiós. La memoria camino de la ceniza. Y el reloj embreado de luto. De lágrimas".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 






La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt





Entrada núm. 5989
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)