martes, 22 de octubre de 2019

[SONRÍA, POR FAVOR] Es martes, 22 de octubre





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...























La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

lunes, 21 de octubre de 2019

[A VUELAPLUMA] Un sinfín de ojos



Obreros trabajando


"Sin embargo, a efectos humanos, parecemos haber perdido cualquier deseo de independencia -escribe la actriz Clara Sanchis Mira-. Si existió alguna vez. Lo compro­bamos pasmados observando a un grupo de obreros que trabaja en la construcción de un edificio. Paramos a mirar porque nos calma verlos ir de aquí para allá, armando cosas con sus manos resecas. Ellos al menos saben hacer algo útil. Algo tan básico como una casa donde guarecerse del sol, la lluvia y las plagas de langosta. ­Nosotros no sabríamos por dónde em­pezar, si nos abandonasen en un descampado con ladrillos, cemento, masilla y llana. Miraríamos el lío paralizados, rebuscando en la memoria el rastro de un ancestro que supiera cómo empezar a hacer la mezcla. ¿Hay cubo? Nos chuparíamos el dedo. Nos llovería encima. Hubo un tiempo en que más o menos sabíamos sobrevivir. Aunque ya casi nadie se acuerda. Si acaso, paradó­jicamente, los desamparados. Pero nosotros no seríamos capaces ni de fabricar este pijama.

De arreglar la caldera ni hablemos. Por estas fechas, cuando viene el técnico de mantenimiento, hacemos corro para mirar. Ponemos unas sillas. Tal vez algún temor instintivo esté modificando nuestros focos de atención. Antes no le hacíamos ni caso. Sólo queríamos que no ensuciase demasiado y se fuera lo antes posible, para volver a las pantallas. Pero ahora vemos con admiración envidiosa los movimientos de sus manos sucias. La forma de cada piececita y su encaje en la elegancia mugrienta de la maquinaria. A veces hace cosas con los dedos que nos dan ganas de aplaudir. ¿Puede repetir ese giro?, decimos. Hacemos fotos.

En realidad, nuestra falta de independencia es extensible a todo. Incluso los que preservamos la capacidad de cocinar con nuestras propias manos el alimento, somos dependientes. Como bebés. Este sencillo pisto que acabamos de guisar, sin ir más ­lejos, necesita a un montón de gente. Una larga cadena de trabajadores que dependen los unos de los otros. Desde el agricultor valenciano que plantó la tomatera hasta el fabricante chino de la sartén, pasando por el conductor del camión de las cebollas y el asesor fiscal de la empresa del caucho de las ruedas del vehículo. Y así sucesivamente, como nos hizo notar Yuval Noah Harari en sus libros esclarecedores del inmenso embrollo en que andamos metidos. Un sinfín de ojos nos miran desde el interior de este pisto. Dependemos unos de otros hasta el tuétano, para cualquier pequeña acción cotidiana que se nos pase por la cabeza. Nos necesitamos, así que más nos vale llevarnos bien".





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[TEORÍA POLÍTICA] El escarmiento del Brexit



Dibujo de Nicolás Aznarez para El País


"Para los europeos continentales, -escribe el economista y politólogo Josep M. Colomer-, la unión de Europa fue un triunfo de la paz, la democracia y las oportunidades económicas. En cambio, para el Reino Unido, la tardía entrada en la Comunidad Europea en 1973 cuando su imperio estaba en disolución y la economía rezagada, “fue una derrota: un destino al que se había resistido, una necesidad aceptada a regañadientes, el último recurso de una antigua gran potencia, nunca un compromiso extático o triunfante con la construcción de Europa”, como analizó el historiador Hugo Young.

Por un lado, el Reino Unido realizó contribuciones sustanciales a la Unión Europea con su fuerza militar, su presencia en el Consejo de Seguridad de la ONU y el G-7, su enfoque liberal de los intercambios de mercado y la provisión del inglés como una lengua franca.

Por otro lado, a medida que la Unión Europea se reforzaba, los sucesivos Gobiernos británicos jugaron al gallina y se resistieron a una mayor integración. Quisieron reducir su contribución financiera a la UE. Quedaron excluidos del acuerdo de Schengen para la libre circulación a través de las fronteras. No adoptaron el euro. Y no aceptaron la prevalencia del Tribunal Europeo de Justicia sobre la legislación nacional de algunos derechos fundamentales. Cada demanda fue presentada bajo la amenaza de un veto a nuevas decisiones. Y en la mayoría de los asuntos, la UE, sintiendo que tenía mucho que perder, concedió y frenó.

Los desafíos aumentaron con la gran recesión iniciada en 2008. Poco después, llegó una oleada de trabajadores inmigrantes de Europa oriental cuya libertad de movimiento se acababa de implantar. Aumentó la tensión, varias formas de nacionalismo inglés revivieron y resurgió la nostalgia del Imperio.

El guía del trayecto posterior fue el primer ministro David Cameron, a quien el presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker calificaría como “uno de los grandes destructores de los tiempos modernos”. Para entonces, la UE estaba más integrada y tenía más que perder con nuevas fórmulas especiales. En sus negociaciones con Bruselas, Cameron pudo confirmar que el Reino Unido permanecería fuera del euro y no estaba comprometido con una mayor unión económica y monetaria o integración política. Pero en el tema principal de la inmigración de Europa oriental, la UE no aceptó eliminar la “libertad de movimiento” de las personas; la única modesta concesión fue un límite temporal para que los trabajadores recién llegados tuvieran acceso a beneficios no contributivos del trabajo. Algunos funcionarios de la UE han calificado las demandas de los negociadores británicos como “pasteleo”, por su deseo de “comer y querer guardar el pastel” de un Brexit que permitiera tanto el acceso continuado al mercado único como el fin de la libre circulación de personas. Los gobernantes de la UE tomaron la firme decisión de evitar que se creara un ejemplo para posibles salidas de otros países, y ya no frenaron.

Las campañas de los secesionistas en el referéndum se centraron en eslóganes como “Recuperar el control”, “Queremos que nos devuelvan nuestro país” y “Cree en Gran Bretaña”, que reflejaban el sueño de regresar a la época imperial. Como complemento, mensajes chovinistas antiinmigrantes y reclamos sin fundamento sobre la contribución financiera británica a la UE.

Mediante el recurso a un referéndum para discernir “la voluntad del pueblo”, los representantes políticos habían tratado de eludir su deber de abordar un tema complicado. Legalmente, el referéndum fue consultivo, no vinculante, como corresponde a la democracia parlamentaria. Pero las clases política y parlante británicas, que navegan a la deriva en un viaje inexplorado, han demostrado un impulso instintivo de cumplir con las “reglas son reglas” incluso cuando tales reglas no existen.

El Gobierno británico podría haber hecho lo mismo que el Ejecutivo griego un año antes: descartar la aplicación del resultado de un referéndum no vinculante para el Grexit y buscar un nuevo acuerdo con la UE. Todo podría haber sido diferente porque en el referéndum del Brexit, la opción de permanecer en la UE obtuvo solo el 48% de los votos, pero inicialmente estaba apoyada por el 75% de los miembros del Parlamento “soberano”, incluido el 54% de los conservadores.

El proceso posterior ha provocado una de las peores crisis políticas y constitucionales del Reino Unido en varios siglos. El resultado de un experimento irresponsable con la democracia directa ha triturado la democracia parlamentaria representativa. Los británicos ya no tienen su imperio y se alejan de los mecanismos multinivel del imperio Europeo que favorecen amplios consensos pluralistas. En su aislamiento, la ineficiencia del restrictivo sistema político británico ha aparecido en escena con todo su esplendor.

En los debates de la Cámara de los Comunes ha habido, de hecho, al menos tres alternativas: Brexit con algún acuerdo con la UE, Brexit sin acuerdo y permanecer. Además, algunas posiciones maximalistas rechazan cualquier acuerdo, por todo lo cual la formación de una mayoría ha resultado inviable. El Gobierno y el Parlamento han perdido el control del proceso. Las protestas en la calle han proliferado.

Para la Unión Europea, el Brexit ha sido una ocasión excepcional para aprender y dar una lección. O ni siquiera un país como el Reino Unido puede irse, o la salida tendrá graves consecuencias y los británicos se estrellarán. La UE ha ganado el juego del gallina; ha sobrevivido sin más salidas, ha aumentado su cohesión y continúa adelante. Según el juego, esta vez son los británicos los que deberían frenar. Pero el sistema político e institucional en crisis ha sido incapaz de producir una decisión y parar. Como en la clásica película que popularizó el peligroso juego del gallina, el Reino Unido puede precipitarse por el despeñadero.

Las consecuencias políticas más perjudiciales se percibirán a largo plazo. El constitucionalista Vernon Bogdanor ha sostenido con contundencia que la entrada en la CE en 1973 “derogó la soberanía del Parlamento”. Otras reformas han ido “creando gradualmente una nueva Constitución, la constitución de un Estado multinacional”. Entre ellas, la devolución a Escocia y Gales, el acuerdo con la República de Irlanda sobre Irlanda del Norte, y el referéndum vinculante sobre la independencia de Escocia que implicaba el reconocimiento de su derecho a la autodeterminación. Además, la creación de un Tribunal Supremo no basado en la Cámara de los Lores ha introducido la revisión judicial de actos legislativos y ejecutivos. Bogdanor subraya que el sistema político posterior al Brexit será muy diferente del anterior a la entrada en la CE y pronostica como poco probable una restauración de la soberanía del Parlamento. “La soberanía es como la virginidad”, dice. “Una vez perdida, nunca se puede recuperar”.



Jacques-Louis David (1787)


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[SONRÍA, POR FAVOR] Es lunes, 21 de octubre




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domingo, 20 de octubre de 2019

[TRIBUNA DE PRENSA] Lo mejor de la semana. Octubre, 2019 (III)





Les dejo los artículos de opinión de la  prensa diaria que durante toda la semana he ido subiendo al blog en la columna 'Tribuna de prensa'. Dicen que elegir es descartar, así que asumo la responsabilidad de su elección. Como dijo Hannah Arendt, espero que les inviten a pensar para comprender y comprender para actuar. Se los recomiendo encarecidamente.


DOMINGO, 13 DE OCTUBRE

Las dos Españas de hoy, por Xosé Luís Barreiro
Retóricas de la (in)transigencia, por Manuel Arias
Tezanos y la lógica de la distracción, por Daniel Gascón
La modernidad en la serenidad, por Enrique Vila-Matas
Franco, fuera, y no se hunden las estructuras, por Fernando Ónega

MARTES, 15 DE OCTUBRRE
Siria, desmembrada, guerra infInita, por Sami Naïr

MIÉRCOLES, 16 DE OCTUBRE
Los hechos probados, por Teresa Freixes
Después de después, por Fernando Vallespín
Y todo por mojar el churro, por Joaquín Luna
Dependientes de comercio, por Fernando Palmero
Renta básica: las piezas de un debate ineludible, por Juan Torres

JUEVES, 17 DE OCTUBRE
Paso firme, por David Trueba
Empate judicial, por Víctor Lapuente
Nuestra sentencia, por Tsevan Rabtan
Cristales rotos en Halle, por David Gistau
Lo que la mentira esconde, por Roberto L. Blanco

VIERNES, 18 DE OCTUBRE
Cuando Guardiola era español, por Fernando Hidalgo
Una (otra) piedra en el estanque vaticano, por Jorge Marirrodriga
Aquí no podemos hacerlo, por Manuel Jabois
Una fiesta humana, demasiado humana, por François Zumbiehl
El miedo guarda la viña, por Fernando Ónega

SÁBADO, 19 DE OCTUBRE
Espectáculo, por Manuel Hidalgo
El almacén de ideas, por José Andrés Rojo
Cataluña, por Jorge M. Reverte
Equidad federal, por Anna Estany y Carme Valls-Llobet
Piqué-tes, por Emilia Landaluce

Desde los enlaces de más abajo puede acceder a algunos de los diarios y revistas más relevantes de España, Europa y el mundo, actualizados permanentemente:
NRC 
Time 
Life 

Y desde estos otros a algunos de los especiales publicados en el blog sobre:


Ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias 2019
Risco Caído y las Montañas de Gran Canaria, Patrimonio de la Humanidad
Solitarios en El Prado. Un viaje de 200 años
Ceremonia de entrega del Premio Cervantes 2019 a Ida Vitale
Discurso del rey Felipe VI en la clausura del Congreso Mundial de Juristas
Mensaje de Navidad, 2018,  de S.M. el rey Felipe VI
Celebración institucional del 40 aniversario de la Constitución

Y como siempre, para terminar, las mejores fotos de la semana de los corresponsales en todo el mundo del diario El País. 



De vuelta a casa con la cesta de la compra. Kabul, Afhanistán


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