"San Agustín sabía lo que era el tiempo, pero no sabía explicarlo si alguien se lo preguntaba -comienza diciendo en el A vuelapluma de hoy [Mejor sabio que inteligente. La Vanguardia, 27/7/2020] el periodista Álex Rodríguez-. El tiempo pasa este año de extrañas maneras. Y su paso pesa. Atrás quedan 99 días de estado de alarma y 37 de lo que se ha convenido en llamar nueva normalidad. Hemos pasado de estar tutelados en confinamiento a recuperar espacios de libertad y ser corresponsabilizados: de tu conducta depende el destino de todos, como decía Alejandro Magno. De estar doblegando la curva de la Covid-19, a ver cómo proliferan los rebrotes y vuelven las fases. De planear qué haríamos al recuperar la libertad, a cancelar vacaciones o a acercar el destino a nuestro domicilio mientras el temor a pasarlas confinados como la Semana Santa pasada revolotea como un mantra por nuestra mente. Porque el virus ni se ha ido ni desaparecerá de la noche a la mañana. La gripe asiática y la de Hong Kong, las pandemias precedentes que más se asemejan a la actual, estuvieron dos años con nosotros: entre 1957 y 1959 y 1968 y 1970, respectivamente. Pero su eco mediático fue escaso pese a causar cuatro millones de muertes cada una.
Vamos a convivir mucho tiempo con el nuevo virus, y bueno es que lo asumamos. John Lennon decía que la vida es el tiempo que pasamos haciendo planes. Y, entre plan y plan, olvidamos vivir el presente, el tiempo que permite que exista el pasado y, al dejar de serlo, nos sitúa en el futuro. Un futuro que algunos científicos quieren prevenir, entre ellos quienes en el 2018 bautizaron a la hoy Covid-19 como Enfermedad-X. La veían venir. Y ven venir otras dos: la Enfermedad Y y la Enfermedad Z. Peter Daskak, uno de esos científicos, lidera el Proyecto Viroma Global, que tiene como objetivo crear un atlas de los virus que habitan en la Tierra para el 2028. Estima que hay 1,68 millones de virus escondidos en animales salvajes por descubrir, de los que entre 631.000 y 827.000 son potencialmente peligrosos para el ser humano porque podrían dar lugar a nuevas pandemias. Intentarán evitarlas para que la nueva normalidad no se convierta en un nuevo clásico en el ser humano. Ya lo dijo Albert Einstein: “Una persona inteligente resuelve un problema. Una sabia lo evita”.
A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo.
La reproducción de artículos firmados por otras personas en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
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