lunes, 3 de julio de 2023

Del invierno de las democracias

 





Hola, buenas tardes de nuevo a todos y feliz lunes. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy, del poeta Luis García Montero, va del invierno de las democracias. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos.









Invierno
LUIS GARCÍA MONTERO
26 JUN 2023 - El País
harendt.blogspot.com

Sentir el frío de invierno en el mes de julio no resulta extraño para quien vive en Buenos Aires, pero resulta una novedad de los últimos tiempos en el calendario político español. Nuestro verano se ve marcado por un clima que discute sobre un invierno democrático, eclipse o degradación, mientras se normaliza institucionalmente a la extrema derecha y a los orgullosos herederos del franquismo. Para los españoles que tenemos más de 60 años la democracia ha sido el asunto de nuestra vida. Empecé a buscar en la poesía lo que existe debajo de los silencios y los ruidos cuando me enteré de que, 22 años antes de que yo naciera, habían ejecutado en mi ciudad, Granada, a un poeta. Y estudié filología como reacción a las diversas formas de maltrato que habían recibido Machado, Alberti, María Teresa León, María Zambrano o Miguel Hernández.
La historia no sólo pasa por las grandes fechas y los conflictos sociales, sino también por los sentimientos. Me lo enseñó Antonio Machado. Para transformar la historia hay que preguntarnos qué decimos cuando decimos te quiero, soy hombre, soy mujer, somos nosotros o nosotras. Por eso aprendí rápido que la democracia por la que luchábamos no consistía en poder votar cada cuatro años, sino en alejarnos de la educación sentimental impuesta por los golpistas de 1936… y por los que se habían hecho con España, cuando fracasó su golpe de Estado, vendiendo la nación a Hitler y Mussolini. La broma más cruel de la historia europea hizo que los españoles tuviéramos que cargar con Hitler y Mussolini cuando fueron derrotados en sus países.
No creo que esté en peligro en nuestro eclipse democrático la posibilidad de votar cada cuatro años. Pero sí me parece que pueden avanzar mucho unas dinámicas nocivas que dejan huecas por dentro las formas democráticas. ¿Qué decimos al decir trabajo, igualdad, identidad? Sobre eso vamos a votar en julio.



































domingo, 2 de julio de 2023

[ARCHIVO DEL BLOG] La cuestión catalana. [Publicada el 18/07/2015]










En la entrada de ayer escribí, en tono de humor, sobre la cuestión catalana. No es asunto que se preste a la broma. Lo hice a sabiendas de que hoy iba a tratarlo en toda su seriedad y complejidad. Como el "pleito" de Cataluña, lo definió Francesc Cambó en la segunda década del siglo XX. Y Ortega y Gasset dejó dicho, en los años 30 de ese mismo siglo que el problema catalán era algo sin solución y que solo cabía conllevarlo. ¿Esa es la única solución?, ¿conllevarlo? 
"Muchos catalanistas no quieren vivir aparte de España, es decir, que, aun sintiéndose muy catalanes, no aceptan la política nacionalista, ni siquiera el Estatuto, que acaso han votado. Porque esto es lo lamentable de los nacionalismos, ellos son un sentimiento, pero siempre hay alguien que se encarga de traducir ese sentimiento en concretísimas fórmulas políticas: las que a ellos, a un grupo exaltado, les parecen mejores. Los demás coinciden con ellos, por lo menos parcialmente, en el sentimiento pero no coinciden en las fórmulas políticas; lo que pasa es que no se atreven a decirlo, no osan manifestar su discrepancia, porque no hay nada más fácil, faltando, claro está, a la verdad, que esos exacerbados los tachen entonces de anticatalanes. Los que discrepan son arrollados, pero saben perfectamente de muchos, muchos catalanes catalanistas, que en su intimidad hoy no quieren la política concreta que les ha sido impuesto por una minoría". Son palabras del filósofo Ortega y Gasset, en 1932, en el debate del Estatuto de Cataluña por las Cortes de la II República. 
El sociólogo y catedrático de universidad Emilio Lamo de Espinosa, presidente del Real Instituto Elcano, pronunció en noviembre pasado en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, dentro del ciclo "España y Cataluña", una conferencia titulada "El lugar de España en Cataluña". Revista de Libros la publicó íntegramente hace unas semanas y puede leerse en el enlace anterior. Se iniciaba con otras palabras de Ortega y Gasset tomadas de su libro "La rebelión de las masas": "El Estado comienza cuando el hombre se afana por evadirse de la sociedad nativa dentro de la cual la sangre lo ha inscrito. Y quien dice la sangre dice también cualquier otro principio natural; por ejemplo, el idioma. Originariamente el Estado consiste en la mezcla de sangres y lenguas. Es superación de toda sociedad natural. Es mestizo y plurilingüe". 
A esas palabras de Ortega el profesor Lamo de Espinosa añadía a continuación que el gobierno catalán de CiU había decidido tirar por la borda décadas de colaboración con los gobiernos de España, que tan buenos réditos le había dado a Cataluña y a CiU, para ponerse al frente de un movimiento popular independentista, con un lenguaje crecientemente agresivo, a veces insultante, que bordeaba la insurrección, y en un momento de crisis económica escasamente oportuno. La prensa anglosajona, con su habitual concreción, decia, habla de la "secesión" catalana. Es, probablemente, sigue diciendo, la denominación correcta. Una secesión que en los últimos meses ha lanzado un reto al Estado de derecho para iniciar lo que es ya casi una revolución, no violenta, ciertamente, pero tampoco pacífica, pues el menosprecio público de la ley no es nunca pacífico. Es un texto extenso que merece la pena leer con detenimiento.
Por otro lado, el Colegio de Eméritos organizó entre marzo y abril pasados un curso titulado "El pleito de Cataluña. De las Bases de Manresa a la Declaración de Soberanía (1892-2014)", en el que el historiador Santos Juliá pronunció cuatro conferencias (pueden seguirse íntegramente en el enlace anterior) con la pretensión de analizar con perspectiva histórica la presencia del catalanismo político y del nacionalismo catalán en España y su problemática integración en el Estado español. Comenzando por las llamadas Bases de Manresa, elaboradas en los años noventa del siglo XIX, y terminando en la declaración de soberanía aprobada por mayoría en el parlamento de Catalunya en 2014. Un amplio recorrido que se explayaba en las conferencias citadas: 1. La irrupción del catalanismo político: debates, logros y retrocesos en la autonomía integral. 2. En la República: nacimiento y muerte de Cataluña como región autónoma. 3. De nacionalidad a nación: Cataluña en la Constitución de 1978 y después. Y 4. Reforma del Estatuto, sentencia del Tribunal Constitucional y movilizaciones por la independencia. 
Pero volvamos al comienzo, ¿solo caben la conllevanza o la independencia? ¿El federalismo no puede ser un puerto intermedio de acuerdo al que llegar unidos y en paz, sin vencedores ni vencidos? 
El pasado 2 de julio el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Madrid, Juan José Solozábal, publicaba en El País un artículo titulado "Federalismo y nacionalismo en España" cuya tesis central era la de que el vínculo nacional general era compatible con los vínculos nacionales territoriales. Las relaciones entre el nacionalismo y el federalismo son difíciles, decía en él, aunque se cuente con la proximidad del federalismo a la variedad territorial y se acepte que el nacionalismo se identificará mejor con aquellas formas políticas que asuman la descentralización y la valoración del autogobierno. Admitamos sobre todo el pluralismo de esas ideas que nos permiten entender el estado autonómico como una forma federativa y reconocer que hay nacionalistas que, sin dimitir del nombre, aceptan diferir en el tiempo la consecución del estado propio e incluso sustituir la independencia por la autonomía. Por eso, en España, añadía, ha habido nacionalistas no independentistas, como era el caso de muchos catalanistas, comenzando por Prat de la Riba, y de inumerables foralistas, ejemplificados en la generación del cincuenta del pasado siglo que integraban los Azaola, Arteche, Caro y Mitxelena, entre otros.
También en el número de junio pasado de Revista de Libros escribía un artículo el profesor Antonio Arroyo Gil titulado "Democracia y federalismo, o la búsqueda del equilibrio". Reseñaba críticamente en él aspectos del reciente libro "Democracia federal. Apuntes sobre España", del también profesor Francisco Caamaño, cuya pretensión, dice, no es otra que ofrecer una respuesta democrática y federal a las tensiones nacionalistas que nos acechan. Lo que pasa por entender, añade, que en realidad, el federalismo es una forma de concebir la democracia capaz de asimilar los planteamientos nacionalistas de uno y otro signo. La democracia federal, por méritos propios, merece ser tenida en consideración, porque aunque no logre satisfacer a los "auténticos" (el entrecomillado es del autor de la reseña) nacionalistas, si puede servir para dotar de mejores herramientas conceptuales, institucionales y competenciales a un Estado -el autonómico español- que sigue necesitado de ellas. 
Termino. Sería de agradecer que, aparte declaraciones como las de ayer del presidente del gobierno de España, todos intentáramos rebajar el tono y el volumen de la confrontación y buscáramos un punto de acuerdo. Por difícil que parezca, no debería resultar imposible. Mecanismos institucionales hay para ello. ¿Seremos capaces de hacerlo? Todos los responsables políticos deberían tomar ejemplo del irreprochable papel que rey Felipe VI, sin excederse de los límites de estricta neutralidad política debida y de las funciones que la Constitución le encomienda, está realizando por reconducir el tema. No basta con intentarlo, hay que conseguirlo. Por el bien de Cataluña y de España. Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt










De los cartógrafos del poder

 







Hola, buenas tardes de nuevo a todos y feliz domingo. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy, de la escritora Marta Peyrano, va de los cartógrafos del poder. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos.










Los tediosos cartógrafos del poder
MARTA PEIRANO
26 JUN 2023 - El Paísharendt.blogspot.com

Hay dos clases de personas ambiciosas en el mundo: los que quieren ser los mejores y los que buscan el poder. Me intriga la gente que no sabe distinguirlos porque a mí me sale sin esfuerzo. Unos me resultan fascinantes y los otros me aburren hasta la desesperación. Los primeros saben mucho y suelen buscar la compañía de personas que los pongan en valor. Prefieren especialistas capaces de entender las sutilezas de la disciplina, pero a menudo se conforman con civiles curiosos dispuestos a escuchar sin interrumpir. Yo vivo feliz en esa categoría. Mis fiestas favoritas están llenas de gente debatiendo sobre interfaces de audio, microbios intestinales, modelos telescópicos o infraestructuras hiperbáricas para buceadores de saturación.
Los ambiciosos de poder son distintos. Su interés en otras personas está determinado por su proximidad al objeto de su deseo. “El poder es como los bienes raíces ―decía Frank Underwood en House of Cards― ubicación, ubicación, ubicación”. El ajedrez es su metáfora favorita. Hablan sin sonrojo de comer peones, despejar torres y cortejar reinas con la esperanza de convertirse en caballos o alfiles en un mapa que actualizan constantemente en tiempo real. Nada me aterra más que encontrarme con esa clase de persona en una fiesta. Son los tediosos cartógrafos del poder.
España entera asistió estupefacta al despliegue de uno de sus ejemplares más puros cuando Iván Redondo apareció en un programa de televisión con dos piezas en el bolsillo y dijo que el presidente era la reina y servidor su peón. Nadie entendió cómo una criatura tan pomposa había sido capaz de acercarse tanto a la cumbre. Eso es porque entonces casi nadie hablaba su lenguaje cartográfico. Ahora la cartografía ha sustituido al debate político y ha infectado todos los rincones de la vida social. Hay cartógrafos por todas partes. Están arruinando mi vida social.
Antes era fácil librarse de ellos. Su prueba de corte era preguntar a qué te dedicas y bastaba con suspender su evaluación. Su tiempo, dios les bendiga, es demasiado precioso para perderlo hablando con alguien que no les sirva para avanzar sus objetivos. Desgraciadamente, las redes sociales acabaron con ese recurso. Ahora te arrinconan en cenas, congresos y conciertos, fiestas de cumpleaños y aniversarios de empresa sin creerse que seas dentista, ginecóloga o aprendiz de sumiller. Entonces te someten a su único tema de conversación: ubicación, ubicación, ubicación.
Es un juego de suma cero: tú trabajas en el mismo edificio, pero yo almuerzo con su mujer. Tú tienes su teléfono, pero yo estoy en su grupo de Telegram. Tú fuiste al colegio con su sobrino, pero yo le escuché contar esta graciosa anécdota sobre la Guerra Civil. Sospecho que es así como acaban los penes más famosos en Instagram y los planes militares en Ucrania en un canal de Minecraft en Discord. La guerra de posicionamiento sólo se acaba cuando se consolidan posiciones y no entra al trapo más gente.
Los cartógrafos piensan que todo el mundo es cartógrafo y que, si no compites con ellos, es porque no puedes. Intenta no corregir esa feliz impresión. Como decía Margaret Thatcher, tener poder es como ser una dama; si tienes que decirle a la gente que lo eres, entonces es que no.




























sábado, 1 de julio de 2023

[ARCHIVO DEL BLOG] Terrorismo, fanatismo, ideología y religión. [Publicada el 26/08/2016]











En la última entrada de su blog Viaje a Siracusa, que publica en Revista de Libros, titulada "La identidad de Europa contra el terror de Daesh", el escritor y crítico literario Rafael Narbona dice que la solución al terrorismo del Estado Islámico no puede ser estrictamente militar y policial porque el terrorismo no es una creación del islam, sino del fanatismo ideológico y religioso. Pienso que en el fondo, con los matices que se quiera, todos estamos de acuerdo con él.
Anders Breivik, añade, el noruego que mató a setenta y siete compatriotas el 22 de julio de 2011, se apoyó en sus creencias cristianas para perpetrar la horrible matanza. Al igual que las ideologías políticas, las religiones pueden convertirse en fuerzas destructivas cuando no han aceptado la perspectiva crítica de la razón. Es posible que haya nuevos atentados. Siempre habrá fanáticos e inadaptados, buscando un pretexto para liberar su resentimiento. Sin embargo, Europa no debe renunciar a su identidad como espacio de libertad, tolerancia y solidaridad. El estado de excepción es una medida transitoria, no una medida indefinida. Sólo las dictaduras convierten las leyes de emergencia en leyes ordinarias. El endurecimiento de las penas o la proliferación de controles policiales tal vez reducirán el número de atentados, pero siempre habrá una brecha, un flanco vulnerable, que aprovecharán quienes no tienen nada que perder. Europa debe apostar por la integración, no por la represión. Su idea central es la convivencia democrática, no el miedo o la confrontación. Creo, sigue diciendo, en el poder de esa idea y en su victoria a largo plazo frente a quienes predican el apocalipsis, encendiendo el odio y la enemistad entre pueblos y culturas. Robert Schuman, sigue diciendo, uno de los padres fundadores de la Unión Europea, no se equivocó al afirmar que Europa ha proporcionado a la humanidad su pleno florecimiento. A ella le corresponde mostrar un camino nuevo, opuesto al avasallamiento, con la aceptación de una pluralidad de civilizaciones, en la que cada una de éstas practicará un mismo respeto hacia las demás.
No se equivoca Daniel Benjamin, profesor en el Dartmouth College y excoordinador del Departamento de Estado para la Lucha contra el Terrorismo, añade poco después, cuando señala que el Estado Islámico y el yihadismo se han convertido en una especie de refugio para algunas personas inestables que se hallan al límite y encuentran una salida a través de un mensaje que los radicaliza en tiempo récord. Es evidente que Daesh rentabiliza esos casos de desesperación y anomia: "Prometemos días oscuros. Lo que viene será peor". Mientras los imitadores de Travis Bickle, el personaje central de la película de 1976, "Taxi Driver", dirigida por Martin Scorsese e interpretado por Robert De Niro) continúan su viaje hacia ninguna parte, seducidos por la idea de convertirse en mártires de Alá, el terrorismo organizado provoca grandes carnicerías en Bagdad, Kabul o Yakarta.
La utopía de una Europa libre, tolerante y solidaria, señala al inicio de su artículo, es una utopía razonable por la que merece la pena luchar. Desgraciadamente, añade, el proyecto europeo sólo ha conseguido alumbrar una serie de acuerdos comerciales, que apenas pueden crear ilusión y convicción, particularmente en una época de crisis, donde los gobiernos se enfrentan a graves problemas para garantizar la continuidad de las instituciones y los servicios sociales. Hasta ahora, la política ha desempeñado un papel marginal en un proceso dirigido por tecnócratas, más preocupados por cuadrar las cuentas que por exaltar los valores de una sociedad libre y plural. Ningún proyecto político prospera sin ideas sólidas, con el poder de seducción para movilizar a la población. El bagaje ideológico de la Unión Europea es demasiado débil para combatir la mística nacionalista, religiosa o revolucionaria. En ese clima de desilusión y escepticismo, la reaparición del terrorismo no era algo impensable, sino un riesgo que sólo necesitaba ciertas variables para convertirse en una dolorosa realidad.
La irrupción de Daesh, dice más adelante, pone de manifiesto que una sociedad apática y desorientada es mucho más vulnerable que una sociedad con un proyecto definido y bien arraigado. Daesh ofrece la redención y el amor divino a todos sus seguidores. No es algo original. Todas las religiones comercian con el amor y el perdón. La novedad consiste en que el precio es cada vez más asequible. Es suficiente disponer de un cuchillo para salir a la caza del infiel. En el pasado, el cristianismo también se dedicó a descabezar infieles. Las religiones nunca se han mostrado compasivas con los que no comulgan con sus dogmas. Las piras de la Inquisición aún humean en la memoria colectiva. Es evidente que poseer un territorio, un patrimonio y una jerarquía ayuda a mantener con vida la llama de la fe. El catolicismo no sería nada sin Roma y su pontífice. Escribe Octavio Paz: «Veo en la Iglesia católica no sólo una comunidad de fieles sino a una institución cuyo modelo histórico fue el Imperio Romano». Los cambios políticos experimentados por Europa desde la caída del Antiguo Régimen transformaron el afán imperialista en evangelización pacífica. El islam no ha soportado el asalto crítico de la Modernidad, lo cual explica que su proselitismo aún discurra por cauces bélicos. La estrategia de terror de Daesh perdería gran parte de su poder de captación sin su territorio –el mal llamado Estado islámico de Irak y el Levante– y su patrimonio. Daesh posee una sólida financiación y un eficaz sistema burocrático que gestiona sus recursos. Podría soportar un asedio militar terrestre, oponiendo una resistencia que resultaría muy costoso quebrantar. Sus yacimientos de petróleo le permiten cubrir las necesidades de los diez millones de civiles bajo su control y mantener en funcionamiento su maquinaria de guerra. La recaudación de impuestos, la explotación de yacimientos de gas y centrales eléctricas, el saqueo de los bancos estatales de Mosul, los secuestros, el comercio de esclavos y la venta de antigüedades del patrimonio artístico de Siria e Irak completan una próspera economía que sortea sin problemas las represalias internacionales.
La estrategia militar utilizada contra Daesh, añade, no ha producido hasta ahora los resultados esperados. Los drones han matado a centenares de civiles, agudizando los sentimientos antioccidentales. Los bombardeos convencionales no han sido menos catastróficos. Una costosa intervención terrestre sólo reforzaría la tesis de una nueva cruzada contra el islam. De momento, únicamente parece viable apoyar a las fuerzas que combaten a Daesh sobre el terreno, pero Estados Unidos se opone a que Bashar-al-Ásad se perpetúe en el poder, lo cual significa que sólo considera aliados fiables a los peshmergas kurdos y a ciertos sectores del ejército sirio. En cuanto al Gobierno iraquí, de mayoría chií, su respaldo será inútil, si no aplaca su hostilidad hacia los suníes, que se traduce en infinidad de agravios y discriminaciones.
La división de quienes luchan contra Daesh, termina diciendo, contrasta con la proliferación de organizaciones que han jurado lealtad al califato, más de cuarenta grupos terroristas. Algunos poseen bases sólidas en Libia, Túnez y Egipto. Otros no cesan de crecer en Afganistán, Pakistán, Argelia, Indonesia, Uzbekistán e incluso Gaza. Es un dato preocupante, pero lo cierto es que ya no hace falta organizar una estructura paramilitar y clandestina para desatar el infierno. Mohamed Lahouaiej Bouhlel, el autor de la masacre de Niza, era un yihadista de última hora. Separado, trabajador precario y ladronzuelo de poca monta, no observaba el ayuno durante el Ramadán, pero decidió inmolarse en nombre del califato, eliminando al mayor número posible de viandantes con un camión. Un tercio de sus víctimas eran musulmanes. No creo que esa cuestión le quitara el sueño. Al igual que el joven de dieciocho años que mató a nueve personas en Múnich, sólo buscaba expresar su rabia, causar dolor en la sociedad que presuntamente lo excluía y maltrataba. Ya comenté una vez que este tipo de conductas podrían encuadrarse en el «síndrome Travis Bickle». El taxista interpretado brillantemente por Robert De Niro intenta huir su vacío existencial asesinando a un político, pero su plan se revela inviable y decide exterminar a los proxenetas que explotan a una adolescente como prostituta (Jodie Foster). Sólo el azar determina que se transforme en héroe, pese a que su motivación es despedirse del mundo con una explosión de ira. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt











De la utilidad de lo inútil

 





Hola, buenas tardes de nuevo a todos y feliz sábado. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy, de la escritora Aurora Freijo, va de la utilidad de lo inútil. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos.










Manifiesto: batirse por nada
AURORA FREIJO
24 JUN 2023 - El País
harendt.blogspot.com

Nuccio Ordine ha muerto hace unos días. Inoportuna e inopinadamente. Algunos seguíamos sus escritos y esperábamos su visita para recoger el premio Princesa de Asturias, con el que fue galardonado hace pocas semanas. Inexplicablemente, con unos vigorosos y fructíferos 64 años, de un día para otro, Nuccio se ha callado.
Ordine escribió lo que muchos sabíamos y compartimos, que lo inútil es importante, y lo hizo en el modo excelso de ese pequeño manual que se llama La utilidad de la inútil, donde lo inútil, dice, es todo aquel saber cuyo valor escapa a cualquier fin utilitarista. Inútil es lo que no se subordina a la lógica del éxito económico, lo que engrandece nuestro espíritu, lo que nos cultiva, lo que nos hace, como diría Michel Foucault, individuales obras de arte. Lo inútil se torna pues útil, en otro aspecto, uno esencial. Sin duda sería ya un gran progreso saber diferenciar entre estos dos sentidos de la utilidad. La útil inutilidad. En nuestra ayuda, Ordine buscó y reunió para todos nosotros, para ponerlos a la mano de quien los quisiera tomar, los destellos breves y luminosos de quienes han insistido desde siempre en esta idea, literatos y pensadores desde Foster Wallace, Baudelaire y Flaubert a Leopardi o Montaigne, entre los muchos que habitan sus apenas 130 páginas. El flâneur, las letrinas, los pseudoliteratos, los solares de La ciudad del sol, el humilde cofre de plomo y la libra de carne, lo bello como el objeto contemplado sin interés alguno, el arte por el arte o la fealdad de lo útil, figuras todas ellas de la apuesta por la qualitas frente a la quantitas.
Con ellas Nuccio Ordine traza una oda rigurosa y sensata a la cultura. Recupera a Pseudo Longino para recordarnos que el lucro nos infecta, que la avaricia envilece y marchita la grandeza espiritual, sin olvidar a la vez las palabras de George Steiner, quien nos avisa de que de la cultura conviene también desconfiar porque no nos pone a salvo. Tantas veces hemos visto pensadores y artistas cómplices o indiferentes ante grandes o pequeñas barbaries. Se trata del difícil equilibrio entre el saber y lo ético. Sin embargo, en cualquier caso, como Italo Calvino afirma en ese mosaico orgánico que es el breve manual de Ordine, leer a los clásicos es mejor que no leerlos, porque ciertamente la cultura no ofrece garantías, pero es la única oportunidad para proteger y conquistar nuestra dignitas hominis.
Inteligente Ordine, no desdeña la ciencia como pudiera creerse por su inclinación a la literatura, sino muy al contrario subraya la necesaria alianza entre los científicos y los humanistas, para huir de la expansiva y dominante ultraespecialización, y los hace necesarios partícipes y cómplices en la batalla contra la dictadura del beneficio. Denuncia asimismo los estragos causados por la lógica de la obsesión de la producción, que preside la enseñanza, la investigación y las actividades culturales, como también lo hace con la manifiesta modificación de las universidades en empresas y los estudiantes en clientes. Si no fuera por su marcada propuesta de intervención social, la atención a lo inútil del filósofo pareciera a veces un recordatorio franciscano, una invitación a la posibilidad de un despojamiento, que en el extremo recuerda al del Bajísimo de la magnífica escritura de Christian Bobin, que abandona sus ricos ropajes en una próspera Asis, o al Cyrano duelista, quien afirma: “Nadie se bate por sacar provecho. No, lo noble es batirse por nada”. Y así es, una nada que es inútil y por ello extremadamente útil. Ordine subtituló su libro Manifiesto, como una declaración, un propósito de vida, una propuesta, una denuncia, una invitación a escuchar a los que saben y a seguir el camino de la buena vida, la de calidad.
Ordine ha muerto por sorpresa. Ordine ha muerto por sorpresa. Dos días más tarde, también en Italia, murió Silvio Berlusconi. También él dejó un manifiesto, pero en este caso en la forma de bunga bunga. Qué extraña es la muerte que aúna en el tiempo lo absolutamente dispar.