viernes, 28 de junio de 2024

Las viñetas de humor de cada día

 




















jueves, 27 de junio de 2024

De la ética de los políticos

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz jueves.  Los miembros de un gobierno cargan sobre sus hombros una invisible y frágil urna de cristal que aloja una parte notable de la ejemplaridad pública del país, dice en la primera de las entradas de hoy el politólogo Víctor Lapuente, y por infundadas que sean unas acusaciones de corrupción, por malintencionadas que sean las sombras de sospecha que se vierten sobre un presidente del gobierno o su inmediato círculo familiar, es imperioso salir a rebatirlas. En la segunda de ellas, un Archivo del blog de junio de 2015, el escritor Julio Llamazares nos hablaba, en un momento en que muchos clamaban por la que parece, a algunos, insostenible deuda financiera de Grecia, de la inmensa e inabarcable deuda que la civilización europea mantienes con Grecia desde hace más de veinticinco siglos. El poema de hoy, en la tercera del blog, viene firmado por la poetisa satírica grancanaria Agustina González y Romero, apodada La Perejila, que vivió entre 1820 y 1897. Y para terminar, como todos los días, las viñetas de humor. Espero que todo ello sea de su interés. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com








Ética para el político amador
VÍCTOR LAPUENTE
13 JUN 2024 - Ethic - harendt.blogspot.com

La vida es un ejercicio continuo de confianza. Cuando compras el pan, dejas a tus hijos en el colegio, llenas el depósito en la gasolinera de la esquina o das tu tarjeta de crédito a una web del otro rincón del mundo. Y ¿en qué te basas para confiar? ¿En la ausencia de historial delictivo de la persona o empresa con la que interactúas? Si fuera así, no te fiarías de nadie.
No, la confianza se construye en algo más etéreo y, a la vez, fundacional: las expectativas que se derivan de las apariencias. Lo mismo se aplica a la confianza en los políticos –que, por cierto, está en bajos históricos en un país como el nuestro donde, además, hay poca tradición de confiar en nuestros representantes–. Estos no solo deben comportarse de manera legal y ética, sino que debe parecer que es así. Los políticos tienen una doble obligación de ser ejemplares en su conducta. Primero, por el efecto directo que tiene la falta de ejemplaridad sobre la confianza que la ciudadanía tiene en las instituciones políticas. Y, segundo y más importante todavía, porque quien se sienta en la cúpula de la pirámide social (las élites políticas, así como las económicas, culturales o deportivas), sienta ejemplo por él y por todos los demás. Piensa, cuando visitas un territorio, en qué fundamentas tu juicio sobre las gentes del lugar: en lo que has leído sobre sus celebridades y en las interacciones con las personas que ejercen la autoridad, del presidente al agente de policía.
Así que, los miembros de un gobierno cargan sobre sus hombros una invisible y frágil urna de cristal que aloja una parte notable de la ejemplaridad pública del país. Es un peso delicado y hay que cuidarlo con mimo. Por eso, por infundadas que sean unas acusaciones de corrupción, por malintencionadas que sean las sombras de sospecha que se vierten sobre un presidente del gobierno o su inmediato círculo familiar, es imperioso salir a rebatirlas.
Frente a las tenues o delirantes impugnaciones a su honor y el de su cónyuge, un presidente tiene dos opciones. La primera es mantener silencio y un escrupuloso respeto a las actuaciones judiciales, aun cuando el presidente crea que son insidiosas o incluso prevaricadoras. En ese caso, todavía es más valioso ser flemático. Porque, si estás seguro de que una denuncia contra ti se deshará como un azucarillo y que será archivada en breve, aceptar con serena resignación tu destino permitirá que tu reputación quede incólume. Es, por ejemplo, lo que parece deducirse de los intentos de conectar delictivamente a Begoña Gómez con Globalia. La historia del marido presidente que rescata a la empresa que ha beneficiado profesionalmente a su esposa no es más que una simple conjetura, según diversas y sólidas opiniones jurídicas. Vamos, no hay por donde cogerlo.
La segunda, y a mi juicio preferible, alternativa para el presidente del gobierno es salir a la ofensiva, que no al contraataque. Es decir, saltar al ruedo o la rueda de prensa, que es el equivalente democrático a la tauromaquia. El presidente o Begoña Gómez deberían ofrecer un catálogo detallado de explicaciones: qué hizo, qué firmó, con quién se reunió, por qué y cómo. Obviamente, revelar información siempre implica riesgos a corto plazo, pero callar es más caro a la larga. Recuerda las veces que te ha dado pereza justificar tu comportamiento a una persona decepcionada contigo y cómo siempre te habría ido mejor si lo hubieras dicho todo de un tirón en el primer momento.
Si Sánchez o Gómez hubieran aportado un cronograma lo más detallado posible de las actividades privadas de la esposa del presidente, se habrían evaporado muchas de las neblinas que, en estos momentos, persisten. Porque, de nuevo según el juicio preliminar de los expertos, no es plausible la existencia de tráfico de influencias o corrupción. Estamos, al menos de momento, a años luz de encontrar evidencias de que hubo «una presión moral eficiente» por parte de Gómez sobre la voluntad de las personas que debían resolver la adjudicación al conglomerado de empresas entre las que se hallaba la del empresario Carlos Barrabés. Razón de más para dejar clara esa distancia entre la especulación de delito y los hechos publicados, aportando a su vez más datos. De momento, en el debate público solo «hablan» las noticias (que no se pueden simplificar como bulos) que han aparecido en la prensa.
Pero, también de momento, Sánchez no ha elegido ninguna de estas dos opciones, el silencio o la explicación, sino una tercera vía: contraatacar. Frente a las supuestas especulaciones sobre su esposa, lancemos especulaciones sobre la prensa (que ha publicado las noticias) y la oposición (que las ha explotado). De forma que, en su segunda misiva a la ciudadanía, en vez de dar detalles despejando las dudas sobre la honorabilidad en las actuaciones de su esposa, Sánchez habla del ruido y la furia que se desata en las tertulias televisivas y radiofónicas.
Hay quien considera que esta respuesta del presidente es propia del populismo iliberal. Yo no iré tan lejos, pero no por ello pienso que su actuación, aunque esté parcialmente justificada por el contexto electoral, no tiene consecuencias serias. Las palabras de Sánchez no socavan la separación de poderes, que seguirán operando, aun con heridas, de forma razonablemente normal, sino que minan algo más sutil pero decisivo para una democracia: la confianza de la ciudadanía. Víctor Lapuente es politólogo












[ARCHIVO DEL BLOG] Grecia en la encrucijada, I. [Publicada el 29/06/2015]












Tiene razón el escritor Julio Llamazares en recordarnos hoy, en El País, lo que Europa le debe a Grecia. Lo hace en un hermoso artículo titulado Amor a Grecia que comienza así: De acuerdo: Grecia nos debe a los europeos (a mí no me debe nada, que conste) no sé cuántos miles de millones de euros, pero ¿cuánto les debe Europa a los griegos? ¿Alguien en el Parlamento de Bruselas, o en el Banco Central Europeo, o en cualquiera de los Gobiernos de los países que integran Europa, se ha parado a pensar un momento en la deuda que los europeos tenemos con Grecia desde tiempo inmemorial y sin saldar?". 
Pero el que desbarra de principio a fin, con alevosía, premeditación, nocturnidad y desprecio de sexo, producto sin duda de su ignorancia supina y estúpida, es nuestro ínclito presidente del gobierno, don Mariano Rajoy, cuando afirma, sin que se le altere un solo cabello, que el PSOE le ha dado el poder a Syriza-Podemos. Ahí no se ha pasado dos pueblos, como le decía su amigo Camps, se ha pasado media galaxia... 
Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt













El poema de cada día. Hoy, El casado, de Agustina González y Romero, La Perejila (1820-1897)

 








El casado

Un casado se cayó
en un hondo lodazal
y tendido se quedó;
pero otro que lo vio
lo fue al punto a levantar.
-Agárrese usted de mí
si se puede sostener…
-Déjeme, mi amigo, aquí,
que mejor estoy así
que en casa, con mi mujer…

Agustina González y Romero (La Perejila), 1820-1897










Las viñetas de humor de cada día

 
























miércoles, 26 de junio de 2024

De la lección de Ripoll

 






Hola, buenos días y feliz miércoles. Es falso que los inmigrantes vengan a Europa a delinquir, lo dice en la primera de las entradas del blog de hoy el escritor Javier Cercas: la inmensa mayoría viene a ganarse la vida. La segunda reproduce un bello artículo de julio de 2018, escrito por nuestro premio Nobel Mario Vargas Llosa sobre los cielos de mi tierra, las islas Canarias. En tercer lugar subo al blog un poema del poeta modernista grancanario Tomás Morales, y para terminar, como todos los días, las viñetas de humor de la prensa española. Espero que todo ello sea de su interés. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com






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La lección de Ripoll
JAVIER CERCAS
22 JUN 2024 - El País Semanal - harendt.blogspot.com

Qué manía: los escritores no somos profetas. No lo fueron Homero, ni Shakespeare, ni Cervantes, ni Kafka, el último al que se han atribuido dotes adivinatorias (o el penúltimo: el último es Michel Houellebecq, pese a la evidencia de que sus novelas jamás han predicho nada); ni siquiera lo fue Virgilio, a quien muchos, en la Edad Media, consideraban un mago capaz de prever el porvenir en sus versos. No: bastante tenemos los escritores con tratar de entender el presente y el pasado como para, encima, tener que adivinar el futuro. Y, si no fueron profetas esos escritores capitales, mucho menos va a serlo un mindundi como un servidor.
Digo esto porque algunos lectores han observado que una novela mía publicada en 2021 y ambientada en 2025 gira en torno a una alcaldesa con cuyo éxito político aflora en Cataluña un discurso islamófobo hasta entonces ausente del debate público; en esa misma novela, un personaje afirma que lo que ha cambiado de veras Cataluña no fue el procés (“El procés lo único que hizo fue cambiar algo, muy poquito y muy anecdótico, para que nada esencial cambiase […] Para eso lo lanzaron los que aquí han tenido desde siempre la sartén por el mango, usando a la gente como carne de cañón”): lo que ha cambiado Cataluña, según él, fueron los atentados islamistas de 2017, perpetrados por un grupo de chavales de Ripoll… Pues bien, en 2024 ya tenemos en Cataluña una alcaldesa que no sólo ha conseguido gobernar en Ripoll —of all places—, sino que, al frente de un partido islamófobo (Aliança Catalana), ha obtenido en las últimas elecciones autonómicas casi 120.000 votos y dos escaños en el Parlament; y lo más importante: como la alcaldesa ficticia de mi novela, la alcaldesa real ha inoculado en el debate público una ideología embustera y repugnante que ya ha empezado a contagiar a otros grupos políticos. ¿Profecía? Bobadas: bastaba con seguir la línea de puntos. La islamofobia es uno de los ingredientes esenciales de la extrema derecha europea, y no había que ser un arúspice para prever que, tarde o temprano, acabaríamos importándolo (aunque Vox se alimenta de la xenofobia, igual que cualquier partido nacionalista, no ha convertido en bandera la islamofobia como lo ha hecho Aliança Catalana). Pero hay más. Los atentados de 2017 dejaron una herida sangrante en Ri­poll, una apacible localidad gerundense de apenas 10.000 habitantes, con uno de los índices más bajos de emigración de Cataluña, donde nadie entendía cómo era posible que siete muchachos en apariencia integrados —signifique lo que signifique esa palabra— hubieran perpetrado aquella masacre. Al principio, la reacción de las autoridades fue la correcta: tratar de averiguar qué había ocurrido y por qué había ocurrido; el problema fue que, como no les gustaron las conclusiones de los expertos (según las cuales en Ripoll y sus alrededores existía un caldo de cultivo que permitió o fomentó la aparición de los terroristas), optaron por ignorar la realidad. El resultado es Aliança Catalana. En otras palabras: si una herida no se limpia y se cura, acaba infectándose. Lo ocurrido en Ripoll debería servirnos de lección: los problemas no se combaten ocultándolos o ignorándolos; se combaten afrontándolos. Los discursos de Aliança Catalana y similares no se neutralizan demonizando a sus votantes y tratando de esconder a sus dirigentes, o de aislarlos; se neutralizan demostrando que esos políticos engañan y desenmascarando sus mentiras con datos y razones, en buena lid y en campo abierto. Es falso que los inmigrantes vengan a Europa a delinquir: la inmensa mayoría viene a ganarse la vida; es falso que los inmigrantes vengan a quitarnos nuestros trabajos: la inmensa mayoría viene a hacer los trabajos que nosotros no queremos hacer; es falso que nos estén invadiendo y empobreciendo: la verdad es que nos enriquecen, y que, en una Europa cada vez más envejecida, nosotros los necesitamos a ellos al menos tanto como ellos nos necesitan a nosotros. Y así sucesivamente. ¿Aprenderemos la lección de Ripoll? A juzgar por lo ocurrido en otros lugares de Europa, no creo que haya muchas razones para el optimismo. Javier Cercas es escritor y académico de la Real Academia Española.









[ARCHIVO DEL BLOG] Los cielos de Canarias. [Publicada el 14/07/2018]











La literatura y las estrellas es un hermoso artículo de nuestro premio Nobel, Mario Vargas Llosa, sobre los cielos de Canarias, en el que comenta la estrecha relación poética que existe entre la literatura y los astrónomos que escrutan el universo desde ese observatorio inmejorable que son las islas Canarias, seres extraños, que duermen de día y trabajan de noche y que, como los vampiros, operan en las sombras y la luz que los guía no es de este mundo.
El punto más alto en La Palma (Islas Canarias), comienza diciendo, está a unos 2.400 metros sobre el nivel del mar, en el Roque de los Muchachos, unos roquedales que a la distancia y con algo de imaginación parecen figuras humanas. Aquí se respira un aire tan puro como el de Arequipa, la tierra en que nací, y es muy hermoso contemplar, allá abajo, a nuestros pies, una alfombra de nubes que se extiende como un mar en todas direcciones hasta el remoto horizonte. Pero lo más pintoresco del lugar acaso sean unos cuervos sociables que posan con coquetería para las fotografías de los turistas a cambio de un puñado de comida.
Al parecer este pedazo de tierra tiene la atmósfera más diáfana de Europa y acaso del mundo y eso explica la existencia del Observatorio, compuesto de enormes telescopios nocturnos y solares construidos en esta cumbre por diversos países, y que, desde mediados de los años ochenta del siglo pasado, atraen aquí astrónomos de todo el planeta. Son seres extraños, que duermen de día y trabajan de noche, y que, como los vampiros, operan en las sombras y la luz que los guía no es de este mundo sino la de allá arriba, muy arriba, quiero decir la que emiten o emitieron hace millones de años los astros que navegan (o navegaron antes de desaparecer) por el infinito universo.
Si la belleza de esta isla, una de las más pequeñas de las Canarias, con sus bosques, playas, cerros y parques naturales es grande durante el día, el verdadero milagro se produce al caer la oscuridad, cuando el cielo se va poblando de una miríada infinita de estrellas, constelaciones, planetas, luces que chisporrotean y se apagan y se prenden y, como en el Aleph borgiano, uno toma la tremenda conciencia de que allí, encima de su cabeza, tiene al infinito universo. La cosa es todavía más espectacular cuando, con ayuda de las lentes de los telescopios, se empieza a navegar por los espacios siderales y a acercarse a aquellos bólidos y, por ejemplo, se tiene la sensación de ser un astronauta que se pasea por el cielo rugoso de la Luna, entre cráteres gigantescos, obra de los aerolitos que la han ido bombardeando a lo largo de los millones de años de existencia que tiene aquella aglomeración de planetas.
Creo que en los dos días apenas que pasé allí he aprendido más cosas que en todos los otros viajes que he hecho en mi vida. Por ejemplo, que nada se parece tanto a la literatura como la astronomía porque en ambas la imaginación es tan importante como el conocimiento y que, sin aquella, éste no progresaría en absoluto. Los astrónomos que hay en el Observatorio y, en especial, su director, el profesor Rafael Rebolo López, armados de paciencia y sabiduría, dan elocuentes respuestas a todas mis preguntas, que siempre me suscitan nuevas preguntas y, de este modo, la conversación salta la débil frontera que en esta disciplina separa (y a menudo confunde) la física de la metafísica.
¿No es abrumador y paralizante trabajar en un dominio que abarca el desmesurado infinito, el tiempo sin tiempo que es la eternidad? Sí, tal vez. Pero, para evitar aquella parálisis, ha surgido la teoría del Big Bang, que pone un punto de partida —una explosión de la materia ocurrida hace más de trece mil millones de años y que prosigue su eterna expansión por el espacio sin término— a esa eternidad y, aunque ambos conceptos sean incompatibles, permite a los científicos trabajar con menos incertidumbre. ¿Y si la teoría del Big Bang es popperianamente “falseada” en un momento dado? Surgirá otra que rectificará lo alcanzado hasta el momento y permitirá progresar por una vía distinta. ¿No es esa la historia de todas las ciencias, sin excepción?
¿Han llegado los astrónomos a encontrar vida, o síntomas de vida, en algún otro astro del universo? No, en ninguno. Pero esto no permite afirmar de manera definitiva que sólo la Tierra tiene semejante privilegio, entre otras razones porque los científicos sí han encontrado en astros diseminados en distintos puntos del espacio casi todos aquellos constituyentes necesarios para la vida. De modo que semejante descubrimiento —tener parientes en algún rincón perdido del universo— podría ocurrir en algún momento del futuro. ¡Y a ver si esos humanoides venusinos o marcianos se parecen a los de la ciencia ficción o son más originales que los inventados por la fantasía literaria!
¿Qué posibilidades hay de que el pequeño planeta Tierra desaparezca por el impacto de un gigantesco aerolito que sería miles de veces más grande que el que cayó por Siberia hace más o menos un siglo devastando un enorme territorio? Muchas, si se tiene en cuenta que muy a menudo se registran en el espacio sideral accidentes, es decir, hecatombes gigantescas que resultan de desvíos de sus órbitas, o de falta de órbitas, en las trayectorias de ciertas formaciones díscolas; y pocas si se considera que no ha ocurrido todavía en la larguísima historia registrada del astro terráqueo. Pero, desde luego que, como hipótesis, podría ocurrir mañana y devolver todo lo que existe en nuestro entorno a la nada de la que salió hace algunos milloncitos de años. Vistas desde la perspectiva de las estrellas, qué estúpidas y mínimas parecen las guerras y todas las violencias de que está impregnada la historia de la humanidad.
Pregunto al grupo que me rodea qué porcentaje de astrónomos es creyente y, luego de cambiar pareceres, me dicen que probablemente un veinte por ciento; los demás son agnósticos o ateos. Uno de estos amigos se apresura a marcar la diferencia: “Yo soy creyente”. Y añade: “Y me siento perfectamente cómodo compatibilizando mi religión con todo lo que descubre o descarta la ciencia”.
Es cierto lo que dice, sin duda, y debe serlo también para esa quinta parte de astrónomos cuya fe resiste a ese cotejo cotidiano a que están sometidas sus creencias religiosas con las revelaciones —no sé si llamarlas estupendas o terribles— que les hacen las estrellas. Pero yo entiendo mejor a las otras cuatro quintas partes de científicos a los que su diario trabajo sumerge en dudas y vacilaciones respecto a las ideas propagadas por las religiones sobre el ser supremo que habría creado todas aquellas constelaciones y todo lo que existe. Porque qué pequeñitos resultan los dioses que los seres humanos adoran o han adorado enfrentados a este abrumador espectáculo milyunanochesco de billones de billones de estrellas sembradas a lo largo de un espacio sin fronteras, gravitando y sosteniéndose mutuamente, arrojando luz o recibiéndola, y qué pobres las explicaciones de las religiones inventadas para estas inexplicables preguntas: ¿cómo fue posible todo esto? ¿Pudo ser puro azar, conjunciones y constituciones misteriosas como casualidades, las que, de pronto, en ese universo helado hicieron brotar la vida, aquí, en ese planetita sin luz propia que es el nuestro? ¿Es más o menos convincente que fuera no el azar sino un ser superior, dotado de infinita sabiduría, el que, tal vez aburrido de su eterna soledad, creara esta maravilla tenebrosa que es la historia humana? Las mejores respuestas —las más bellas e imaginativas— a estas preguntas, posiblemente no estén en las estrellas ni en la religión, sino en la literatura. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt

















El poema de cada día. Hoy, Vacaciones sentimentales I, de Tomás Morales (1884-1921)

 








VACACIONES SENTIMENTALES, I

Cortijo de Pedrales, en lo alto de la sierra,
con sus paredes blancas y sus rojos tejados,
con el sol del otoño y el buen olor a tierra
húmeda, en el silencio de los campos regados.
Bajo la dirección tenaz de los mayores
se fomentó la hacienda y se plantó la viña;
y más tarde sus hijos, que fueron labradores,
regaron con su egregio sudor esta campiña.
Todo está como ellos lo dejaron: la entrada
con su parral umbroso y el portalón de encina;
aún la vieja escopeta de chispa, abandonada,
herrumbroso trofeo, decora la cocina.
Allí los imagino, con ademán sereno,
bajo las negras vigas del recio artesonado,
al presidir la mesa, partiendo el pan moreno
sus diestras, que supieron conducir el arado;
o en la quietud benigna del campo bien oliente,
mientras el agua clara corre por los bancales,
de codos sobre el mango de la azada luciente
e inclinadas a tierra las testas ancestrales
¡Oh, el perfume de aquellas existencias hurañas,
que ignoraron, en medio de estos profusos montes,
si tras estas montañas habría otras montañas
y nuevos horizontes tras estos horizontes!
La casa blanca al borde de las espigas rubias,
la conciencia serena y el hambre satisfecha,
los ojos en las nubes que han de traer las lluvias
y el alma en la esperanza de la buena cosecha…
Y así fueron felices… De toda su memoria
solo quedó esta página inocente y tranquila:
¡vivieron largamente, sin ambición ni gloria,
su vida fue una égloga dulce como una esquila!

Tomás Morales, 1884-1921







Las viñetas de humor de cada día