viernes, 11 de abril de 2025

De las viñetas del blog de hoy viernes, 11 de abril de 2025

 












































jueves, 10 de abril de 2025

De las entradas del blog de hoy jueves, 10 de abril de 2025

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz jueves, 10 de abril de 2025. Hace tiempo que algunos venimos denunciando el literalismo como rasgo dominante y reflejo de una moral maniquea que no tolera lo gris o indefinido, y mucho menos la contradicción y la paradoja, comenta en la primera de las entradas del blog de hoy el escritor Sergio del Molino. En la segunda, un archivo del blog de agosto de 2016, el jurista Roberto Luis Blanco Valdés hablaba de federalismo, algo, dice, de lo que están hablando mucho en estos últimos tiempos nuestros políticos, sin mucho rigor, por insuficiencias teóricas y por mero oportunismo. La tercera, con el poema del día, del inglés William  Wordsworth, se titula Oda a la inmortalidad, está considerado el más hermoso poema en lengua inglesa, y comienza con estos versos: Aunque el resplandor que/en otro tiempo fue tan brillante/hoy esté por siempre oculto a mis miradas. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt

















Del literalismo

 







Hace tiempo que algunos venimos denunciando el literalismo como rasgo dominante y reflejo de una moral maniquea que no tolera lo gris o indefinido, y mucho menos la contradicción y la paradoja, comenta en la revista Ethic [El nuevo literalismo, 04/04/2025] el escritor Sergio del Molino. Me gusta la etiqueta nuevo literalismo, que se ha empezado a divulgar en algunas discusiones culturetas, comienza diciendo Del Molino, porque califica y desconcierta a la vez: ¿cuál fue el viejo literalismo y en qué se le opone el nuevo? Tal vez haya que hablar de literalismo a secas, pero lo de nuevo le da un toque de misterio y ambigüedad que casa muy bien con la militancia de lo complejo que inspira el concepto.

Fue Namwali Serpell quien lo acuñó hace unas semanas en un artículo de The New Yorker dedicado al cine más reciente y más premiado en los Óscar. Serpell es una escritora zambiana y profesora en Berkeley, por lo que la imagino acostumbrada a dar muchas explicaciones sobre su identidad mestiza y cansada de sobreponerse a los clichés que le echan encima. No creo que sea casualidad que su campo de estudio como crítica literaria sea la incertidumbre. Es natural, por tanto, que le moleste más que a otros esta tendencia del cine actual a explicarlo todo, y haya emprendido una cruzada a favor de la sombra y el equívoco.

Analiza Serpell en ese ensayo los últimos éxitos del cine, tanto comercial como de ambiciones artísticas, y concluye, desolada, que están afectados de una epidemia de literalidad. En todas partes encuentra subrayados, diálogos innecesarios, personajes que señalan lo que todos han visto, metáforas reiterativas que recalcan el sentido simbólico de lo que se cuenta, etcétera. El cine actual está tan obsesionado por ser comprendido de la A a la Z que se vuelve insoportablemente obvio: «Cuando hablo de literalismo —escribe Serpell—, no me refiero al realismo ni a la mera literalidad. Me refiero a algo literalista, como cuando decimos que algo es obvio o forzado, que nos machaca o insiste en algo que ya está dicho. Reiterar lo obvio es una forma de violencia contra el arte».

Es un mal que rebasa al cine y afecta a toda la cultura popular y la comunicación de masas, empapando también el resto de manifestaciones artísticas, por minoritarias que sean. Hace tiempo que algunos venimos denunciando ese literalismo como rasgo dominante y reflejo de una moral maniquea que tampoco tolera lo gris o indefinido, y mucho menos la contradicción y la paradoja. De la ironía, ni hablamos.

El miedo a ser malinterpretado produce tanta claridad que ahoga la idea misma de creación, necesitada siempre de la colaboración del espectador/lector para completarse. Si la narración no deja un resquicio para la duda, para los significados alternativos, para los finales abiertos o para el simple misterio, el acto de leer o de ver cine se convierte en una experiencia puramente pasiva que no inquieta ni transforma. Lo que debería ser un simulacro de conversación entre el emisor y el receptor deviene una deglución acrítica no muy distinta de la más banal de las funciones fisiológicas.

No entender las cosas a la primera, entenderlas a medias, malentenderlas o sentirse perdido y confuso no son solo premisas para gozar del placer adquirido de las narraciones, sino condiciones necesarias para el aprendizaje. La curiosidad incita a recorrer caminos frondosos y oscuros con la esperanza de desbrozarlos un poco, y si los textos (fílmicos o lingüísticos) no nos desafían siquiera un poco, la única fuerza que nos hará avanzar por ellos será la inercia y, al final, el tedio.

El nuevo literalismo afecta también a los editores literarios, cuyas sugerencias cada vez van más encaminadas a aplanar los manuscritos y hacerlos más claros. Adelanta esto, explica esto otro mejor, que el lector sepa quién le habla y por qué, etcétera, son notas habituales que recibimos los escritores. Al principio de mi carrera —no hace tanto, apenas ayer—, las notas iban más en sentido contrario: no expliques tanto, esto ya lo has contado, no repitas, oscurece un poco esto, no des tanta información, este diálogo es redundante… No es casual que los libros sean cada vez más gordos: antes los editores te pedían recortes; hoy, te piden ampliaciones.

Recuerdo el consejo que me dio hace años un colega escritor que me animaba a escribir novelas juveniles: es fácil —me decía—, solo has de tener en cuenta que las cosas son lo que son. Si se quema una casa, es una casa que arde, no la metáfora de la rabia juvenil ni la extinción de la familia burguesa ni nada de eso, tan solo una casa en llamas. Punto.

Quizá por eso, de todos los monstruos del bestiario del terror siguen triunfando los vampiros y los zombis, los más obvios, los más parecidos a las realidades que metaforizan.

Cuando doy charlas en institutos y los profesores de literatura me hablan de la epidemia del literalismo intento centrar el debate en lo incomprensible. Cuento a los estudiantes que yo empecé leyendo libros que no entendía, inapropiados para mi edad, inmorales, ilegibles, desconcertantes. Y les subrayo que fue eso lo que me hizo lector y luego escritor. Les digo que hay algo de salmodia mistérica en la iniciación lectora, que se parece más a experimentar con las drogas que a aprender una lección y sacar un diez en un examen. Leer un libro o ver una película sin tener claro hacia dónde se dirige, alterando el estado de tu conciencia por músicas, ritmos, eufonías, fraseos, palabras nuevas y personajes que no puedes juzgar de un solo golpe es una de las cosas más hermosas de esta vida ya de por sí incomprensible.

Porque la vida —sigo narrándoles— no se presenta clara y coherente. Las personas no se nos revelan nítidas, los amigos son misteriosos y hacen y dicen cosas que no nos explicamos. A veces intuimos que les duele algo pero no sabemos qué. Ni siquiera nos entendemos bien por dentro, somos un enigma para nosotros mismos, y a menudo no sabemos nombrar nuestras propias emociones. Nos cuesta leer a los demás, caminamos a ciegas la mayor parte del tiempo y fingimos que comprendemos cómo funciona el mundo cuando en realidad estamos perdidos y semiahogados en un mar de incertidumbres. La vida se parece más a una película de David Lynch que a una comedia romántica con sus clichés clarísimos y reiterados.

Pero David Lynch está muerto, y sus discípulos, si quieren hacer películas, están obligados a explicar muy bien qué carajos pasa en Twin Peaks y de dónde salen esos enanos que tienen rigurosamente prohibido hablar al revés. Pronto, las cosas estarán tan claras que no hará falta ni narrarlas. Sergio del Molino es escritor.










[ARCHIVO DEL BLOG] Reflexiones sobre el federalismo. Publicado el 21/08/2016












Una digresión previa... Sé que abuso de los puntos suspensivos, pero no es tanto un recurso estilístico -que sí lo es también- como algo que aflora desde mi subconsciente por culpa de esa duda de la que hablaba Dante que figura el pie de algunas de las entradas del blog. La Ortografía de la RAE le dedica a ellos, a los puntos suspensivos, y a su correcto uso, nada menos que siete páginas: "Cuando su uso responde a necesidades expresivas de carácter subjetivo, -dice- funcionan como indicadores de modalidad, pues aportan información sobre la actitud o intención del hablante en relación con el contenido del mensaje [...] Pausa transitoria en el discurso que expresa duda, temor o vacilación".  ¿Queda claro el por qué del abuso?... ¿No?... ¡Vaya por Dios!, pues lo siento...
¿Y qué decir sobre ese "pues tanto como saber me agrada dudar" dantesco?... Mi siempre admirada Hannah Arendt, para la que "saber" y "comprender" son los dos ejes sobre los que pivotan todas sus obras, atribuyó a la teoría política la tarea de indicarnos cómo comprender y apreciar la libertad en el mundo y no la de enseñarnos como cambiarlo: "Cambiarlo -dice- es cosa de aquellos [¿los políticos?] que aman actuar concertadamente y no del solitario trabajo de los teóricos".
El origen de esta entrada está en una interesante conversación mantenida hace unos días, vía mensaje privado a través del Facebook, con el cabeza de lista de una de las candidaturas españolas al Parlamento europeo. Ni que decir tiene que no coincidimos en casi nada, pero que agradezco muy sinceramente la deferencia que tuvo conmigo al permitirme esa conversación fluida y amistosa durante unos minutos que me supieron a poco. Entre los asuntos comentados, saltó el de la opción federal...
De federalismo están hablando mucho en estos últimos tiempos nuestros políticos. Sin mucho rigor, la verdad sea dicha. ¿Por insuficiencias teóricas o por mero oportunismo? Probablemente por las dos cosas. Y es que como dice Roberto Luis Blanco Valdés, catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Santiago de Compostela en su libro Los rostros del federalismo (Alianza, Madrid, 2012) "no hay federalismo, sino federalismos", tantos como Estados federales (o teóricamente federales) existen.
La experiencia federal carece de ensayos prácticos en nuestro país. El proyecto de Constitución federal de 1873, aun aprobado por las Cortes republicanas, no llegó a promulgarse, y sin embargo dio lugar y ocasión a lo que se ha denominado la "revolución cantonal" de la que tanto fruto literario sacaron Benito Pérez Galdós en La Primera República (1911), o Ramón J. Sénder en Mr. Witt en el Cantón (1935). Como planteamiento teórico el federalismo español tiene su mayor y mejor ponente en la figura de Francesc Pi i Margall, expresidente de la República, pero también merecen atención al respecto los planteamientos que expusiera José Ortega y Gasset en La redención de las provincias (1931).
Escuchar hoy a algunos políticos españoles hablar de federalismo es como hacer un brindis al sol. Ninguno pasa del enfático: "¡Hay que federalizar España!", pero no añaden nada más... Ni la menor puntualización; si acaso, una mención de pasada a la necesidad de convertir el Senado en la Cámara territorial que la Constitución parecía prever... 
De federalismo he escrito en numerosas otras ocasiones. Soy un federalista convicto y confeso. Incluso en la página cabecera que sirve de presentación a "Desde el trópico de Cáncer" lo enunció explícitamente cuando lo considero "el marco idóneo en el que desenvolver el autogobierno de los pueblos y los Estados". Por esa firme convicción traigo a la entrada dos artículos  que reflejan con bastante exactitud lo que sus autores, y yo mismo, meramente secundándolos, entendemos por federalismo: El horizonte federal de España (2011), de Javier Tajadura, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad del País Vasco, y el titulado Déjense fotografiar con la bandera española (2014), del diplomático Juan Claudio de Ramón. 
Les invito a compartir el artículo de El País, Federalismo y soberanía, del profesor Francesc Trillas Jané de hace unos días que pone los puntos sobre las íes del estado de la cuestión. Más que interesante.
Pero si de verdad quieren ustedes saber en qué consiste el federalismo no tienen más remedio que recurrir a la lectura de El Federalista, un fascinante libro escrito por los "ilustrados" norteamericanos James Madison, Alexander Hamilton y John Jay a finales del siglo XVIII, que recopila todos los artículos de prensa publicados por los mismos bajo el seudónimo de "Publius" entre 1787 y 1789 en defensa del proyecto de Constitución federal de los Estados Unidos de América. Todo un clásico, quizá el mejor libro de ciencia política de la Historia, cuya lectura, estudio y comprensión, para muchos tratadistas, equivale -con suficiencia- a una maestría de postgrado en dicha materia. Pueden descargarlo, íntegro, en el enlace anterior. Espero que disfruten de su lectura, así como de los otros enlaces de la entrada. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
















El poema de cada día. Hoy, Oda a la inmortalidad, de William Wordsworth

 









ODA A LA INMORTALIDAD 



Aunque el resplandor que

en otro tiempo fue tan brillante

hoy esté por siempre oculto a mis miradas.


Aunque mis ojos ya no

puedan ver ese puro destello

que en mi juventud me deslumbraba.


Aunque nada pueda hacer

volver la hora del esplendor en la hierba,

de la gloria en las flores,

no debemos afligirnos,

porque la belleza subsiste siempre en el recuerdo.


En aquella primera

simpatía que habiendo

sido una vez,

habrá de ser por siempre;

en los consoladores pensamientos

que brotaron del humano sufrimiento,

y en la fe que mira a través de la muerte.


Gracias al corazón humano

por el cual vivimos;

gracias a sus ternuras, a sus

alegrías y a sus temores, la flor más humilde al florecer

puede inspirarme ideas que, a menudo,

se muestran demasiado profundas

para las lágrimas.



WILLIAM WORDSWORTH (1770-1850)

poeta inglés













De las viñetas de humor del blog de hoy jueves, 10 de abril de 2025

 



































miércoles, 9 de abril de 2025

De las entradas del blog de hoy miércoles, 9 de abril de 2025

 





Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz miércoles, 9 de abril de 2025. El peligro para Europa e Hispanoamérica no es EE UU, comenta en la primera de las entradas del blog de hoy el poeta Luis García Montero, sino la nueva aristocracia con medios para convencer a los votantes miserables de que su pobreza no se debe a la ambición ilimitada de los especuladores. La segunda es un archivo del blog de septiembre de 2019 en el que el sociólogo alemán Stephan Lessenich comentaba que la perversión de nuestra sociedad de la abundancia está en que para mantener las condiciones de vida, se hace necesario dañar a otros, y para gozar de sus pequeñas libertades, tienen que privar a otros de las suyas. El poema de hoy, en la tercera, del poeta francés Charles Baudelaire, se titula La metamorfosis del vampiro, y comienza con estos versos: La mujer, entre tanto, de su boca de fresa/Retorciéndose como una sierpe entre brasas/Y amasando sus senos sobre el duro corsé,/Decía estas palabras impregnadas de almizcle... Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt











De los miserables

 





El peligro para Europa e Hispanoamérica no es EE UU, sino la nueva aristocracia con medios para convencer a los votantes miserables de que su pobreza no se debe a la ambición ilimitada de los especuladores, escribe en El País [Los miserables, 07/04/2025] el poeta Luis García Montero. La cultura política de los millonarios ha conseguido que el analfabetismo político de los miserables se convierta en activismo contra los miserables, comienza diciendo García Montero. Escucho en la radio a un obrero estadounidense que se preocupa porque no llega a fin de mes. Apoya la subida de aranceles que Trump imponen a otros países. Hay que compensar: la pobreza amenaza a sus hijos. Escucho luego las noticias económicas que hablan de la Bolsa. Hay millonarios norteamericanos que pierden sin preocupación miles de millones de dólares. Resulta muy interesante que el obrero estadounidense votante de Donald Trump considere culpable de su pobreza no a los multimillonarios sobrados de dólares, sino al campesino mexicano o europeo que exporta el sudor de su frente. Trump dice barbaridades, pero un bárbaro no es un tonto. Estados Unidos se ha convertido en un peligro antieuropeo y antihispano, pero el peligro para Europa e Hispanoamérica no es EE UU, sino la nueva aristocracia con medios para convencer a los votantes miserables de que su pobreza no se debe a la ambición ilimitada de los especuladores. Se trata de nuevas formas de dictadura. Defender a Europa es, sobre todo, defendernos de un futuro europeo dispuesto a destruir el Estado social, los marcos de igualdad y convivencia que se niegan a confundir la libertad con la ley del más fuerte.

Los lectores de Galdós, María Zambrano o Ángel González hemos aprendido a desconfiar del patriotismo español de los caciques. Trump proclama ahora “el día de la liberación” para defender la libertad de las especulaciones millonarias a costa de la miseria de los pobres del mundo. Lleva años en el negocio de la miseria norteamericana. La pérdida de pudor de la autoridad imperial ilumina la miserable realidad dominante. Volvamos a la cultura política de la solidaridad. Conviene explicar a los hambrientos del mundo quién pone en peligro su paz y el bienestar de sus familias. Luis García Montero es poeta y director del Instituto Cervantes.