viernes, 14 de marzo de 2025

[ARCHIVO DEL BLOG]Los intelectuales hispanoamericanos y la Guerra Civil española. Publicado el 27/03/2013













No suelo escribir mucho en el blog sobre Hispanoamérica y cuando lo hago es, casi siempre, para relacionarla con la historia común, aunque no siempre compartida, con España. Una de las entradas de la que más grato recuerdo tengo sobre esa tensa relación histórica que se movió siempre entre el amor, el odio y la indiferencia, es la que escribí en abril de 2010 con el título de "La independencia de América".
Lo hice impelido por la lectura en aquellos días de José Luis Abellán y su "Historia crítica del pensamiento español" (Círculo de Lectores, Barcelona, 1993) y la impresión que me produjo el conocer la profunda indiferencia conque en España se acogió el proceso de independencia de sus posesiones americanas, cuyo bicentenario estamos celebrando, y que contrastaba (por las razones que revela tan nítidimante Abellán) con la inmensa alegría con la que ese mismo proceso fue entendido por lo más granado del movimiento liberal español de la época.
Insomne como últimamente estoy, en la madrugada de hoy leo en El País un interesentísimo artículo de la redactora de cultura de dicho periódico Tereixa Constela: "Aquella guerra que cruzó el charco", sobre el partido que buena parte de los intelectuales hispanoamericanos tomaron en favor de uno u otro bando en la guerra civil española de 1936-1939, entre otros, Gabriela Mistral, Victoria Ocampo, Pablo Neruda, César Vallejo o Jorge Luis Borges.
Dice Constela: A los 22 años el argentino Dardo Cúneo fluctuaba aún entre el estudiante y el periodista cuando una exclusiva resolvió la cuestión. La tripulación del Sant Tomé se amotinó en alta mar. Los marineros no querían desembarcar en Canarias, el puerto previsto, tras su caída en manos de los militares sublevados contra la República. Cúneo publicó en Crítica el 30 de julio de 1936 un artículo con la historia de aquella embarcación que acabaría atracando en Senegal. Él iba a bordo.
Fue la primera de una serie de crónicas sobre la guerra española de Cúneo, que pertenecía a esa estirpe de periodistas con intuición para estar donde había que estar y conocer a quien había que conocer. En Madrid frecuentó a Pablo Neruda, André Malraux, María Teresa León y Rafael Alberti. También a Indalecio Prieto y Santiago Carrillo que, vestido con mono y fumando en pipa, le paseó por el frente mientras le decía: “Cuando triunfemos sobre los militares sublevados estaremos en la mitad del camino. Habrá que seguir avanzando. Habrá que cubrir las etapas que conducen hacia el socialismo”. Ese era Carrillo entonces.
Cúneo es uno de los 200 argentinos que desfilan por la colección Hispanoamérica y la guerra civil española. La voz de los intelectuales, un ambicioso proyecto dirigido por Niall Binns para sumergirse en la respuesta que suscitó en sus antiguas colonias el conflicto desatado en 1936 en la vieja potencia. La obra, que comprende 19 volúmenes publicados por la editorial Calambur y que es el resultado de ocho años de investigación, se ha estrenado este mes con los tomos de Argentina y Ecuador, a los que se sumarán en breve los correspondientes a Chile y Perú. Binns, profesor de Literatura Hispanoamericana en la Universidad Complutense y estudioso con similar vehemencia de la Guerra Civil y de Nicanor Parra, ha comprobado que el conflicto español se vivió como propio en diferentes sociedades latinoamericanas, movilizadas en campañas a favor de unos y otros. Si pervivían resquemores históricos por el pasado, el conflicto los enterró temporalmente.
Tras la implantación de la República, de hecho, las relaciones se habían saneado. Los estados se miraron de frente, entre iguales. “España deja de ser una potencia decadente y empieza a ser un ejemplo a seguir tras la caída de la monarquía. Expresiones que antes eran rancias o conservadoras como la ‘madre patria’ empiezan a ser patrimonio de los progresistas latinoamericanos”, expone el investigador. La lucha centrifugó las pasiones. “Jamás en los países de Hispanoamérica se había escrito tanto sobre España”, subraya. Poemas, obras teatrales, artículos, panfletos, crónicas, ensayos y cualquier otro género imaginable se puso al servicio de la causa republicana y, en menor medida, la franquista. “¡Cuídate, España, de tu propia España!”, escribió el peruano César Vallejo en su España, aparta de mí este cáliz, el poemario que dedicó al conflicto en 1937, un año antes de morir en París. En el exilio Vallejo escribía sin cortapisas. “Debido a la censura de la dictadura, la mayoría de los textos peruanos a favor de la República se publicarían en Francia, Chile, Argentina o España”, señala Binns.
Chile, por el contrario, fue un hervidero. Binns atribuye esta intensidad al “motor” de María Zambrano, instalada en Santiago desde 1937, y a su coyuntura política interior. “Chile sería el tercer país del mundo con un gobierno del Frente Popular después de Francia y España”. Futuras glorias nacionales como Vicente Huidobro o Pablo Neruda se vuelcan con la causa republicana. “Generales/ traidores:/mirad mi casa muerta, mirad España rota”, lloró Neruda, un activo participante de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, que luego implantó en Chile.
En los turbulentos treinta, el consulado de Chile en Madrid parecía una puerta giratoria por la que entraban y salían futuros Nobel. Cuenta Niall Binns que Neruda (premiado en 1971) sustituyó en 1935 a Gabriela Mistral (distinguida en 1945), que fue destinada a Lisboa tras la difusión de una carta con juicios poco diplomáticos sobre los españoles. Los detestara o no, Mistral se conmovió tanto ante el drama de los niños vascos evacuados a países europeos que les dedicó los beneficios de su libro Tala. “Es mi mayor asombro, podría decir también que mi más aguda vergüenza, ver a mi América Española cruzada de brazos delante de la tragedia de los niños vascos. En la anchura física y en la generosidad natural de nuestro Continente, había lugar de sobra para haberlos recibido a todos, evitándoles los países de lengua imposible, los climas agrios y las razas extrañas”, escribió en el poemario, donde agradecía a Victoria Ocampo, otro referente de las letras latinoamericanas aquellos días, que hubiese regalado la impresión de Tala a través de su editorial. “No es la descastada que suele decirse”, subrayaba Mistral.
Con la argentina Victoria Ocampo hubo sus más y sus menos. Durante las primeras semanas de la guerra, la directora de Sur firmó un manifiesto y se integró en un comité francés de ayuda a la República (la derecha argentina llegaría a llamarla “la Pasionaria de la Aristocracia”), aunque mantuvo a distancia la revista. Sin embargo, la cobertura que Ocampo dio a Gregorio Marañón en Buenos Aires desató una polémica agria en las filas republicanas. “No puedo entender cómo usted (…) ha podido tener ese gesto, creyendo amparar con una aparente, falsa generosidad quijotesca, que usted acaso considera valerosa, la cobardía de ese renegado de todo”, le reprochó José Bergamín en un duro intercambio epistolar.
La causa de los sublevados también encontró eco en América Latina, aunque ni el número ni el renombre de sus simpatizantes fue comparable al que halló la defensa de la República. La ecuatoriana Hortensia Pagés (“Creo en España una, fuerte, privilegiada e invencible”) organizó un comité de auxilio y, en Argentina, resonó la voz del hijo de Leopoldo Lugones, gran poeta modernista y primer intelectual fascista del país (“ha sonado otra vez, para bien del mundo, la hora de la espada”). El poeta Lugones tuvo la singularidad de guardar silencio con el argumento de que los argentinos no debían opinar sobre asuntos extranjeros, pero su hijo, un comisario que pasó a la historia por perfeccionar la tortura con el uso de la picana eléctrica y el techo (baño en excrementos), escribió al Gobierno de Franco en febrero de 1939 una carta en la que rechazaba la acogida de refugiados republicanos: “Dios quiera que jamás pisen suelo argentino esos trabajadores díscolos embrutecidos con la prédica de Moscú; que tampoco vengan para acá maestros que ya ni siquiera españoles ni nada son (…) Y sobre todo que no aparezcan por tierra de San Martín los intelectuales de izquierda autores directos del tétrico panorama de España”.
Y, en medio, Borges. Que escribió una necrológica de Unamuno, que primero saludó la rebelión militar y luego la condenó nada más ver la represión, sin citar las circunstancias de sus últimos meses del 36. Cuando le preguntaron si el arte debía estar al servicio del problema social, dijo: “Es una insípida y notoria verdad que el arte no debe estar al servicio de la política. Hablar de arte social es como hablar de geometría vegetariana o de artillería liberal o de repostería endecasílaba”.
Casualmente, hace unos días había visto en YouTube un vídeo en el que un profesor de la Universidad Complutense de Madrid daba a sus alumnos en plena calle de la capital española, en protesta por los recortes que el gobierno del partido popular está aplicando en sectores tan significativos como el de la educación, una clase sobre el papel que los escritores hispanoamericanos habían jugado en la contienda, centrada en este caso en la figura de la poetisa peruana Magda Portal. Espero que su lectura les resulte interesante en este miércoles de Semana Santa, semana de "pasión" por tantas otras razones no estrictamente religiosas. Y sean felices, por favor, a pesar del gobierno. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν". Tamaragua, amigos. HArendt













Del poema de cada día. Hoy, Museo viviente de patologías I, de Esther M. García

 





MUSEO VIVIENTE DE PATOLOGÍAS


I


La familia es lo único que mata.

Su belleza no reside

en los elementos que la conforman,

sino en la armoniosa proporción

con la que un miembro de ella

destruye a otro miembro de la misma.


La familia es vaho marino

que exuda el bronco sueño

de un jardín negro donde florecen

las más diversas patologías.


Toda familia es una enfermedad

y el deber de todo miembro enfermo

es sobrevivirle.



ESTHER M. GARCÍA (1987)

poetisa mexicana


















De las viñetas de humor del blog de hoy viernes, 14 de marzo de 2025

 








































miércoles, 12 de marzo de 2025

De las entradas del blog de hoy miércoles, 12 de marzo de 2025

 







Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz miércoles, 12 de marzo de 2025. Procesar a un cómico por un delito de blasfemia, dice en la primera de las entradas del blog de hoy el filósofo Bernat Castany [Héctor de Miguel ante el juez, ‘in dubio diarreo’. El País, 11/03/2025] no solo va contra la libertad de la que debe gozar todo creador, sino contra la sana función social que supone la sátira. En la segunda, un archivo del blog de fecha 17 de marzo de 2012, se mostraba la protesta unánime del pueblo y la prensa de Canarias contra el Consejo de Ministros del gobierno de España que había aprobado la autorización a la petrolera REPSOL para iniciar prospecciones en aguas canarias, en concreto en las proximidades de las islas de Fuerteventura y Lanzarote. La tercera trae hoy el poema titulado Tres, de la poetisa canadiense Anne Carson, que comienza con estos versos: Tres mujeres silenciosas en la mesa de la cocina./La cocina de mi madre es oscura y pequeña pero del otro lado de la ventana/está el páramo, paralizado con hielo./Se extiende hasta donde alcanza la vista. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt














Del in dubio pro-reo al in dubio diarreo

 








Procesar a un cómico por un delito de blasfemia no solo va contra la libertad de la que debe gozar todo creador, sino contra la sana función social que supone la sátira, comenta en El País [Héctor de Miguel ante el juez, ‘in dubio diarreo’. 11/03/2025] el filósofo Bernat Castany Prado. “Me he cagado de miedo”, exclama el dios Dioniso, en Las ranas de Aristófanes, después de ver a Can Cerbero en la puerta del Hades. Y yo me pregunto ¿cómo es que nadie denunció y procesó a Aristófanes, al igual que el colectivo ultracatólico Abogados Cristianos y el juez Carlos Valle han hecho con el cómico Héctor de Miguel, por bromas menos blasfemas que ésta? Pues no es porque aquéllos fueran menos creyentes que nuestros agelastas, sino seguramente porque lo eran más. Porque, cuando Agustín de Hipona dijo aquello de que “fe sin dudas es fe muerta”, apuntaba al hecho de que todo aquel individuo o institución que no se expone a la otredad, esto es, a aquello que lo niega, y lo amenaza, no sólo verá debilitada su capacidad de respuesta digamos inmunológica, sino también su propia vitalidad. Por eso, todas las culturas, sociedades y religiones, que se sienten —o se quieren— fuertes, permiten, y fomentan, espacios de extrañeza. Lo cual, no sólo explica la existencia de las Dionisias y las Saturnales entre griegos y romanos, donde lo blasfemo era esencial en los rituales de aischrología, sino también las misas del burro y la risa pascual, en la Baja Edad Media, donde las obscenidades que propiciaban los mismos sacerdotes evocaban el alegre triunfo de la Resurrección.

Unos siglos más tarde, lord Shaftesbury (padre de ilustrados) afirmará, en su Carta sobre el entusiasmo, de 1708, que los “entusiastas”, o fanáticos, no deben ser reprimidos, ya que la represión tiende a aumentar “la causa de su perturbación”, dándoles la ocasión de verse “como mártires”, y tomarse “todavía más en serio”, cuando lo mejor sería cortocircuitar su mortífera seriedad, y rebajar su sentimiento de autoimportancia. Porque, no sólo en el interior de los entusiastas, sino en el de todos los ciudadanos, “yacen sustancias inflamables, siempre listas para arder con sólo una chispa”, que deben ser atemperadas mediante “la ironía y el humor”. Y que ni Dios (metafórica y literalmente) debe considerarse exento, puesto que considerar libre de toda broma a un solo grupo o doctrina supondría un privilegio, que acabaría infectando de seriedad a todo el resto de la sociedad. Por eso, en tanto que embajadora de la otredad y censora de nuestro entusiasmo, la comicidad debería gozar de autonomía e inmunidad, como los bufones o moriones medievales, que gozaban de una cierta “legalidad” específica (que no siempre funcionaba...).

Más aún, existe un tipo de comicidad, que podemos llamar excretoria, que tiene la importante función de expulsar la suciedad psicológica que el comercio con el mundo le hace acumular. En el chiste obsceno, cruel o anárquico, por seguir la clasificación de Freud, nuestra alma relaja por un momento sus esfínteres morales, y expulsa nuestras pasiones negativas (que haber haylas), como la violencia, la rabia o el resentimiento, que se han ido acumulando en su interior, propiciando esa “catarsis cómica” de la que Aristóteles seguramente habló en el libro perdido de su Poética, con el que soñó Umberto Eco, en El nombre de la rosa. Transformando las inmundicias en inmundelicias, esa comicidad excretoria también evita que explotemos. De ahí también los insultos públicos ritualizados, que buscan disolver las tensiones colectivas en batallas cómicas, habituales en el África occidental, en las payadas gauchas, las peleas de gallos, y en las cenas entre amigos y amigas (también de los de la parte demandante de la primera parte). Y como esta doble función excretoria y atemperante es la que cumplen también cómicos como Héctor de Miguel, acallarlos sería como vertir toneladas de Fortasec y cafeïna en la red de abastecimiento de agua.

Y ahora una concessio. Puede que, del mismo modo que no defecamos en cualquier parte, tampoco debemos recurrir a la comicidad excretoria ante un público indiscriminado, porque aquello que decimos en broma podría ser interpretado literalmente. Como decía el insigne Pierre Desproges, se puede reír de todo, pero no con cualquiera. Sin duda, las redes sociales han hecho mucho daño al respecto. Y aún más esa legión de personas y movimientos iliberales que aprovechan este tipo de ambigüedades, para difundir con una mano los prejuicios más inicuos, mientras se rasgan las vestiduras con la otra ante el chiste más inocuo. Por eso quizá es necesaria una cierta vigilancia, mejor moral y social que legal, claro, aunque no siempre sea suficiente, que regule el tráfico entre las regiones vecinas de lo cómico y de lo serio.

Dicho esto, los cómicos deberían gozar de inmunidad, y no sólo porque sus obras gocen de una cierta autonomía, como las artísticas, que no son meramente miméticas, sino también porque cumplen las importantes, y difíciles, tareas de explicitar verdades insospechadas o incómodas, de habituarnos a la diferencia, de excretar nuestras bajas pasiones y, sí, de reforzar nuestras respectivas fes dentro de un marco democrático. Ya ven que es un tema complicado, y es normal que todos tengamos dudas al respecto. Pero esas mismas dudas no deberían hacer sino reforzar nuestra adhesión al principio del in dubio pro reo. El problema es que hay muchos que prefieren embarrar con la estrategia del in dubio diarreo.











[ARCHIVO DEL BLOG] Canarias, unida contra el petróleo. Publicado el 17/03/2012











Al flamante ministro de Industria, Energía y Turismo del gobierno de España y presidente del Partido Popular de Canarias, don José Manuel Soria, le llaman en su tierra, las islas Canarias, el "Macho Soria". No por su apolínea figura y su bigotillo de corte clásico a lo charro mexicano, sino por su peculiar talante político más propio de un macho cabrío, y por su forma de embestir a todo aquel que no piensa como él, incluso entre sus "amigos" de partido. De sus "machadas" están las hemerotecas tan llenas que dan para una tesis doctoral. En las islas lo ha sido todo o casi todo: exalcalde de Las Palmas de Gran Canaria, la más populosa ciudad del archipiélago, expresidente del Cabildo de la isla de Gran Canaria, y exvicepresidente del gobierno de Canarias y consejero de Hacienda del mismo. Amigo personal del presidente del gobierno de España, don Mariano Rajoy, su nombramiento como ministro ha sido para él una bendición del cielo, o de la diosa Fortuna. pues su historial pendiente de querellas judiciales múltiples, de haber perdido el PP las elecciones, podrían haberle dejado, literalmente, con el trasero al aire y al pie de los caballos tribunicios.  
Contra la opinión de todas las instituciones representativas de Canarias, el Consejo de Ministros del gobierno de España aprobó ayer la autorización a la petrolera REPSOL para iniciar prospecciones en aguas canarias, en concreto en las proximidades de las islas de Fuerteventura y Lanzarote. La prensa del archipiélago destaca, críticamente, como no podía ser menos, la noticia. En "Canarias Ahora", recalcando el menosprecio del ministro y del gobierno de España a Canarias y los canarios; en "La Provincia", con una entrevista al propio ministro en cuyas respuestas queda meridianamente expuesto el porqué del cariñoso apelativo de "Macho Soria" con el que sus desgraciados paisanos (por tenerle a él como ministro) le reconocemos.
Pero quien le pone la guinda crítica al pastel de la machada soriana es el periodista José Antonio Alemán en su artículo de hoy en "Canarias Ahora", titulado "Una cuestión de dignidad". Porque efectivamente, de eso se trata, de una cuestión de dignidad. Canarias, cuyo único efectivo de supervivencia es el turismo, y en la medida de lo posible, de un turismo de calidad, no puede arriesgar ni hipotecar su futuro en base a unos hipotéticos beneficios futuros de un futuro petróleo cuyos únicos futuros beneficiarios nunca serían los ciudadanos canarios sino los intereses espurios de una compañía petrolera y de sus amigos políticos.
No tengo una especial sensibilidad hacia los ecologistas si por ecología se entiende. únicamente, las disparatadas disquisiciones pseudocientíficas con las que nos obsequian a menudo. Siento un profundo amor y respeto por la Naturaleza, pero la Naturaleza no tiene sentido alguno por sí misma sino la relacionamos con el Hombre (lo siento, el lenguaje políticamente correcto no va conmigo), que es, en feliz expresión de Hannah Arendt, el único que le da sentido al mundo.   
Por una vez, y sin que sirva de precedente, como canario que soy, me pongo del lado del Gobierno de Canarias y de la mayoría de los canarios y en contra del Gobierno de España, y no de los españoles, que lo padecemos.Y sean felices, por favor, a pesar de los gobiernos. Tamaragua, amigos. HArendt














El poema de cada día. Hoy, Tres, de Anne Carson

 




TRES



Tres mujeres silenciosas en la mesa de la cocina.

La cocina de mi madre es oscura y pequeña pero del otro lado de la ventana

está el páramo, paralizado con hielo.

Se extiende hasta donde alcanza la vista


a lo largo de kilómetros planos hasta un cielo blanco sólido no iluminado.

Mamá y yo estamos masticando lechuga cuidadosamente.

El reloj de la pared de la cocina emite un bajo zumbido irregular que salta


una vez en el minuto justo de las doce.

Tengo a Emily pág. 216 abierta y apoyada sobre la azucarera

pero furtivamente estoy observando a mi madre.


Miles de preguntas chocan contra mis ojos desde adentro.

Mi madre está estudiando su lechuga.

Paso a la pág. 217.


“En mi fuga a través de la cocina tropecé con Hareton

quien ahorcaba una camada de cachorros

desde el respaldo de una silla en la puerta. . .”


Es como si a todas nos hubieran bajado dentro de una atmósfera de vidrio.

De tanto en tanto un comentario atraviesa el vidrio.

Impuestos en el lote de atrás. No es un buen melón,


falta para los melones.

La peluquera del pueblo encontró a Dios, cierra la tienda cada martes.

De nuevo hay ratones en el cajón de los repasadores.

Pequeñas bolitas. Mordieron


los bordes de las servilletas, si supieran

lo que cuestan las servilletas de papel hoy en día.

Esta noche llueve.


Mañana llueve.

Ese volcán en las Filipinas otra vez activo. Esa que no me acuerdo el nombre

Anderson se murió no Shirley no


la cantante de ópera. Negra.

Cáncer.

No estás comiendo tu guarnición, ¿no te gustan los pimientos?


Por la ventana puedo ver hojas muertas que atraviesan las tierras planas

y residuos de nieve herida por la mugre de los pinos.

En el centro del páramo


donde la tierra desciende hacia una depresión,

el hielo ha comenzado a abrirse.

Llegan aguas abiertas y negras


cuajadas como la ira. Mi madre habla repentinamente.

Esa psicoterapia no te está ayudando tanto, me parece.

No lo estás superando.


Mi madre tiene esa manera de resumir las cosas.

A ella nunca le había gustado Law

pero le gustaba la idea de que yo tuviera un hombre y que continuara con mi vida.


Pues él es de los que toman y tú de las que dan espero que funcione,

era todo lo que dijo después de haberlo conocido.

Dar y tomar eran sólo palabras para mí


en ese momento. Nunca antes había estado enamorada.

Era como una rueda que bajaba rodando una colina.

Pero temprano esta mañana mientras mamá dormía


y yo estaba abajo leyendo la parte de Cumbres Borrascosas

donde Heathcliff se aferra a la celosía durante la tormenta sollozando

¡Entra! ¡Entra! al fantasma del tesoro de su corazón,


caí de rodillas sobre la alfombra y también sollocé.

Ella sabe cómo ahorcar cachorros,

esa Emily.


No es como tomarse una aspirina, sabes, le respondo débilmente.

La Dra. Haw dice que el duelo es un proceso prolongado.

Ella frunce el ceño. ¿Y qué se logra


con todo ese remover el pasado?

Oh —extiendo las manos—

¡Yo me impongo! La miro directamente a los ojos.

Ella sonríe. Sí lo haces.



ANNE CARSON (1950)

poetisa canadiense